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HUGO QUINTERO BERNATE

Magistrado Ponente

SP1471-2022
Radicación No. 49649
(Aprobado Acta No. 95)

Bogotá D.C., cuatro (4) de mayo de dos mil veintidós


(2022)

ASUNTO

Procede la Sala al estudio de la doble conformidad, de


acuerdo con lo dispuesto por esta Corporación, respecto de
la primera sentencia condenatoria proferida en sede de
apelación por el Tribunal Superior de Distrito Judicial de
Bogotá contra WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO.
Casación No. 49649
CUI 11001600002820150163901
WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO

HECHOS

Dan cuenta las diligencias que, en horas de la noche


del 16 de junio de 2015, en la calle 50 A con carrera 13 B
sur de esta ciudad, varias personas estaban consumiendo
licor y escuchando música a alto volumen, en dos vehículos
automotores, uno de color gris y otro verde.

Ante la molestia que producía el ruido, DAVID


TABARES VALLEJO, residente del lugar, salió de su vivienda
y les pidió que hicieran silencio. Pocos momentos después
acudieron dos patrulleros de la Policía Nacional, les hicieron
el correspondiente llamado de atención y les ordenaron
despejar la zona. Ante ello, los ocupantes del vehículo gris se
fueron y los policías continuaron con el patrullaje por la
Avenida Caracas.

Transcurridos algunos minutos, uno de los hombres,


de aproximadamente 1,70 metros de estatura, chaqueta
negra y pantalón azul o jean, se posó frente a la vivienda de
TABARES VALLEJO, le lanzó una serie de improperios y lo
retó a salir. Como no aceptó el desafío, se dirigió a una casa
aledaña de la que regresó prevalido de un arma de fuego que
percutió reiteradamente hacía al inmueble donde residía el
retado. Uno de los proyectiles impactó el cuerpo de DAVID
TABARES VALLEJO, causándole lesiones que determinaron
su muerte, mientras que el agresor abordó el vehículo de
color verde y huyó.

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Casación No. 49649
CUI 11001600002820150163901
WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO

De conformidad con la información aportada por la


compañera permanente y el hermano de la víctima, uno de
los policías, que acudió al lugar, salió en la búsqueda del
homicida y capturó a un hombre que se identificó como
WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO, quien se transportaba en un
automotor verde con características coincidentes con las
descritas.

ACTUACIÓN PROCESAL

El 17 de junio de 2015, ante el Juzgado 56 Penal


Municipal con Función de Control de Garantías de Bogotá, a
solicitud de la Fiscalía, se llevó a cabo la audiencia
concentrada, en la que se legalizó el procedimiento de
captura de WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO, el ente acusador
le imputó cargos como autor de los ilícitos de homicidio
agravado y fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de
fuego, accesorios, partes o municiones, al tenor de los
artículos 103, 104-4 y 365 del Código Penal y, de acuerdo
con la petición del Fiscal, le fue impuesta medida de
aseguramiento de detención preventiva en establecimiento
carcelario1.

El 7 de septiembre de 2015 se radicó el escrito de


acusación2, el cual fue repartido al Juzgado Veintitrés Penal

1 Fls. 9-10 C-1.


2 Fls. 19-24 C-1.

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WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO

del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá, oficina


en la que el 6 de octubre de 2015, en el desarrollo de la
correspondiente audiencia, la Fiscalía acusó formalmente al
procesado en los mismos términos fácticos y jurídicos de la
imputación3.

La audiencia preparatoria se llevó a cabo el 7 de


diciembre de 20154 y el juicio oral se adelantó en varias
sesiones que culminaron el 22 de abril de 20165, fecha en la
que el juzgado emitió el sentido del fallo de carácter
absolutorio y ordenó la libertad inmediata del procesado.

El 2 de septiembre de 2016, el juzgado de


conocimiento dio lectura a la sentencia6, la cual fue apelada
por la Fiscalía 329 Seccional de la Unidad de Vida y el
representante de víctimas7.

El 10 de noviembre de 2016, el Tribunal Superior de


Bogotá declaró penalmente responsable a WILLIAM
JIMÉNEZ CASTILLO de los delitos de homicidio simple y
fabricación, tráfico, porte o tenencia de armas de fuego y lo
condenó a la pena principal de 250 meses de prisión y a la
accesoria de inhabilitación para el ejercicio de derechos y
funciones públicas por el mismo término, sin que le fuera

3 Fl. 35 C-1.
4 Fls. 45-48 C-1.
5 Fls. 148-149 C-1.
6 Fls. 164-181 C-1.
7 Fls. 183-210 C-1.

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concedida la suspensión condicional de la ejecución de la


pena y el sustituto de la prisión domiciliaria8.

En contra del fallo de segunda instancia el apoderado


del procesado presentó demanda de casación9, la que se
inadmitió el 5 de diciembre de 2018; no obstante, en el
numeral tercero de la parte resolutiva se ordenó que
oficiosamente la Sala se pronunciara sobre la doble
conformidad10.

Mediante auto del 6 de octubre de 2022, con el objeto


de garantizar la doble conformidad, la Sala corrió traslado al
demandante, para que presentara alegatos adicionales de
sustentación, respecto de la primera sentencia condenatoria
proferida en sede de apelación por el Tribunal Superior de
Distrito Judicial de Bogotá contra WILLIAM JIMÉNEZ
CASTILLO, y corrió traslado a las partes e intervinientes no
recurrentes, con el fin de que presentaran sus alegatos de
refutación.

Una vez corridos los traslados correspondientes, el


representante del procesado presentó sus alegatos
adicionales de sustentación y la Fiscalía 7 Delegada ante
esta Corporación presentó alegatos de refutación, mientras
que las demás partes e intervinientes guardaron silencio.

8 Fls. 11-30 C-2.


9 Fls. 48-84 C-2.
10 Fls. 16-76 C-3.

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SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

El Tribunal plantea argumentos para demostrar la


ejecución de las conductas de homicidio y fabricación,
tráfico, porte o tenencia de armas de fuego, accesorios,
partes o municiones, que le llevó a concluir la
responsabilidad del procesado.

Según esa instancia, los hechos suceden una noche


en la que DAVID TABARES VALLEJO hace unas
observaciones a unos sujetos que estaban perturbando el
orden frente a su casa, motivo que llevó a la comunidad a
requerir la presencia de la Policía Nacional porque varias
personas estaban haciendo ruido, a lo que dos agentes
responden con un llamado de atención hacía los sujetos que
consumían bebidas alcohólicas y escuchaban música a alto
volumen, identificando dos vehículos, uno gris y otro verde.
Expresa el Tribunal que los sujetos del carro gris se van,
mientras que los del automotor verde se quedan.

Indica el juzgador que momentos más tarde los


patrulleros recibieron un llamado en el que les informan que
en el lugar donde habían estado mataron a una persona, por
lo que regresan al sitio, donde encuentran a LEIDY
CONSTANZA SORA SORA, esposa del occiso, JHON
ESTIVEN TABARES VALLEJO, hermano de DAVID
TABARES VALLEJO, quien yacía sin vida.

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Casación No. 49649
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Advierte esa instancia cómo los familiares informan


que los responsables eran quienes estaban haciendo
alboroto, que observaron cuando un ciudadano arremete
verbalmente contra DAVID TABARES VALLEJO por
llamarles la atención, luego ingresa a una casa de enfrente,
saca una pistola y dispara contra la casa donde estaban los
hermanos TABARES VALLEJO y LEIDY CONSTANZA SORA
SORA, acción que deriva con la muerte de DAVID TABARES
VALLEJO.

Añade el sentenciador que los familiares afirmaron


que el homicida tenía chaqueta negra, pantalón azul, de 1.70
metros de estatura y que huyó en un vehículo color verde,
por lo que uno de los patrulleros emprendió la búsqueda,
encontrando a un sujeto en un vehículo con las mismas
características dadas.

Sobre lo anterior, argumenta el juzgador de segunda


instancia que la Fiscalía ofreció pruebas demostrativas de su
teoría del caso, al dilucidar que dos personas, la esposa y el
hermano de la víctima identificaron al acusado, WILLIAM
JIMÉNEZ CASTILLO, como el autor de los disparos de arma
de fuego que se percutieron contra el inmueble que todos
ellos ocupaban y que acabaron la vida de DAVID TABARES
VALLEJO.

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WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO

Además, dice el juez de segundo grado que LEIDY


CONSTANZA SORA SORA había visto con anterioridad en el
barrio al sujeto que disparó y que ella y JHON ESTIVEN
TABARES VALLEJO lo vieron vociferando frente a su casa y
cuando abordó un automóvil verde para escapar.

En consonancia, argumenta el ad quem que los


agentes de policía IVÁN DARÍO ESCALANTE AVENDAÑO y
JOSÉ VICENTE GUTIÉRREZ BELTRÁN se percataron de que
el sujeto que capturaron, identificado como WILLIAM
JIMÉNEZ CASTILLO, era uno de aquellos que momentos
antes habían estado escuchando música a alto volumen,
consumiendo bebidas embriagantes en un carro verde, y que
permaneció en ese sitio a pesar del llamado de atención que
le hicieron.

Igualmente, aclara el Tribunal que se demostró que en


el lugar de los hechos las condiciones de visibilidad no eran
optimas, pero sí suficientes para percatarse que los testigos
percibieran lo que narraron.

Finalmente, la segunda instancia afirma que las


conductas desplegadas por JIMÉNEZ CASTILLO son
dolosas, porque este reacciona ante un llamado de atención
que le hizo DAVID TABARES VALLEJO, esgrimiendo un
arma idónea para matar, disparando en cinco oportunidades
contra de la puerta, actos sobre los que se podía inferir que
causarían una lesión a un tercero y llegarían a quitarle la

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vida, no obstante, el enjuiciado deja al azar el resultado


dañino.

Por lo expuesto, manifiesta que existe conocimiento


más allá de toda duda sobre la ocurrencia de los delitos y la
responsabilidad que en ellos le asiste al acusado, de manera
que declara penalmente responsable a WILLIAM JIMÉNEZ
CASTILLO de homicidio simple y fabricación, tráfico, porte o
tenencia de armas de fuego y lo condena a la pena principal
de 250 meses de prisión y a la accesoria de inhabilitación
para el ejercicio de derechos y funciones públicas por el
mismo término.

RAZONES DE DISENSO DERIVADAS DE LA DEMANDA


DE CASACIÓN

En el primer reproche a la sentencia condenatoria el


impugnante denuncia que el juzgador dio por demostrado,
sin estarlo, que el incriminado eliminó los residuos de
disparo de sus manos y ropa.

Expresa sobre el particular que, si bien el Tribunal


sostuvo que el inculpado tuvo tiempo suficiente para
desaparecer tales residuos, lo cierto es que no se aportó
evidencia de tal circunstancia, de manera que, si esa
afirmación fuera el fruto de una inferencia lógica, contra ello

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se opone el hecho de que el acusado estaba conduciendo,


pero, además, fue localizado cerca del lugar de los hechos.

Añade que tras la captura del acusado se le embalaron


las manos, por lo que, realizada la experticia para identificar
residuos de disparo en éstas y en su ropa, el resultado fue
negativo. A pesar de que el juzgador de segundo grado haya
afirmado que el acusado tuvo tiempo suficiente para eliminar
los residuos de disparo, “sobre todo en sus manos”, afirma
que lo cierto es que ello no encuentra respaldo en la prueba
testimonial del policial que lo capturó, pues este dio cuenta
de que la aprehensión se hizo a dos o tres cuadras del sitio
de los hechos y que le embaló las manos al incriminado, por
lo que el ente acusador debió demostrar cómo el inculpado
había eliminado los residuos de pólvora.

Afirma que como el Tribunal sostuvo que el procesado


eliminó los residuos, pero sobre ello no hay prueba, de esto
se sigue que el ad quem supuso el medio de conocimiento
que demostraba tal circunstancia.

Agrega sobre el particular, que si se aprecia en


conjunto la prueba, esto es, el testimonio de JHON ESTIVEN
TABARES VALLEJO, quien indicó que el agresor disparó 6 o
7 veces, así como el dicho del policial IVÁN DARÍO
ESCALANTE AVENDAÑO, el cual dio cuenta de la captura
del procesado cerca del lugar de los hechos y que éste vestía

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de la misma forma que se lo describió el primero y, a su vez,


se toma en consideración el resultado negativo de la prueba
pericial sobre la presencia de residuos de pólvora, de esto se
sigue que el incriminado no fue el que disparó, contrario a lo
concluido por el Tribunal.

Sostiene además el libelista, que “en gracia a


discusión” no es lógico que el agresor se tomara el trabajo de
eliminar los residuos de disparo, pues lo último que pensaría
era volver al lugar de los hechos corriendo el riesgo de ser
capturado.

En esa medida, asegura que no es lógico que el


atacante, teniendo la posibilidad de huir, contemplara la
idea de regresar y, para ello, procediera a eliminar los
residuos de disparo, pues lo que en verdad querría era evadir
la acción de la justicia, mas no arriesgarse a ser
aprehendido.

Expone entonces el censor, que el Tribunal falló al


“considerar que el señor WILLIAM JIMÉNEZ era quien había
realizado los disparos porque se encontraba cerca del lugar
de los hechos y parecía coincidir con algunas características
dadas por los testigos, así que ante la ausencia de residuos
de disparo, el razonamiento fue que había contado con el
tiempo suficiente para eliminarlos”.

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En esa medida, el defensor aduce que se desconoce


que una cosa no puede ser y no ser a la vez, pues el
verdadero agresor, o tuvo tiempo para escapar, desaparecer
los residuos de disparo y evadir la acción de la justicia, o fue
tan pronta la reacción de la policía, que capturó a una
persona que estaba cerca del lugar de los hechos, así que
ésta no contó con el tiempo suficiente para eliminar los
residuos de disparo de sus manos.

Como segundo reproche el abogado del procesado


expresa que el Tribunal afirmó que el implicado fue
encontrado a bordo de un vehículo gracias a la descripción
que, del automotor y del atacante, suministraron los
familiares de la víctima; no obstante, lo que observa es que
estos y los demás testigos ofrecieron características que no
permitían identificar plenamente el carro y al sujeto.

En ese sentido, el libelista expresa que mientras que


los policiales sostuvieron que se trataba de un vehículo de
marca Mazda de color verde, Leidy Constanza Sora Sora
indicó que no se había percatado de sus particularidades,
mientras que “DAVID (SIC)11 TABARES VALLEJO” manifestó
que el asesino había escapado en un carro verde, dando
unas indicaciones “vagas e imprecisas”, al punto que, en el
interrogatorio, tanto el juez a quo como el Ministerio Público

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En realidad, se quiso hacer referencia a JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO pues DAVID
TABARES VALLEJO es el occiso.

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lo increparon, pues era imposible observar la placa del


mismo.

Añade que, si bien los testigos aluden a las


características del vehículo, asegura que la suma de todas
ellas no permitía individualizarlo, de modo que finalmente la
Fiscalía no allegó al juicio prueba acerca de la identificación
exacta del mismo, por lo que no era posible que el Tribunal
diera por probado que el automotor en el cual se aprehendió
al inculpado fuera el mismo en donde huyó el agresor.

Agrega que, si los deponentes LEIDY CONSTANZA


SORA SORA y JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO solo
atinaron a identificar a una persona de 1,70 metros de
estatura que vestía pantalón azul y chaqueta negra, mas no
identificaron plenamente el vehículo verde, como tampoco lo
hicieron los policiales, y en el juicio no se aportó elemento
que permitiera acreditar la misma, pero además, el testigo
de la defensa, Ramón Eugenio Rada Torres, sostuvo que el
vehículo era de color azul y de otra marca, al eliminar la
suposición que hace el Tribunal, lo único que prevalece es la
duda sobre la identificación del automóvil que estaba en el
lugar de los hechos y respecto de aquel en el que fue
capturado el procesado.

Adicionalmente, expresa, en relación con el testimonio


de LEIDY CONSTANZA SORA SORA, que pese a que admitió,

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al ser contrainterrogada por la defensa, que no pudo


observar quién disparó, puesto que desde la ventana por la
que se asomó no vio el automóvil y, por ello, no podía dar
detalles del mismo, como tampoco de la persona que disparó,
pues solo miró que tenía pantalón azul y chaqueta negra, el
Tribunal adujo que si bien la citada no pudo ver cuando el
agresor disparaba porque en ese instante se dirigía a su
habitación, sí lo miró cuando desafiaba a la víctima y al
momento de abordar el vehículo de color verde y huir.

De otra parte, en relación con el testimonio de Jhon


Estiven Tabares Vallejo, expresa que en el
contrainterrogatorio aceptó que no podía dar detalles de la
persona que disparó debido a la oscuridad, de manera que
no logró reconocerla; no obstante, el censor recuerda que el
Tribunal sostuvo que, si bien había penumbra para ver todo
con precisión, el citado deponente sí consiguió apreciar cómo
vestía el atacante, su estatura y el color del carro.

En esa medida, el recurrente recuerda que el Tribunal


afirmó que los referidos testigos aportaron información
importante para identificar tanto al presunto homicida como
el vehículo en el que éste huyó del lugar de los hechos e,
igualmente, que en el juicio oral aclararon lo que
inicialmente afirmaron en las entrevistas. Para el censor,
después de cuestionar que se hubiera tomado como
“aclaración” el cambio de versión de dichos deponentes,
sostiene que lo cierto es que éstos no vieron quién disparó,

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ni los detalles del vehículo, a partir de lo cual concluye que


el ad quem solo tuvo en cuenta lo manifestado por los
declarantes de marras con motivo del interrogatorio directo
que se les formuló por la Fiscalía.

Así las cosas, luego de hacer referencia a que las


fotografías que pudieron observar aquellos testigos por
espacio de 7 horas sobre el agresor y el vehículo no eran
claras, como lo reconocieron en el contrainterrogatorio,
concluye que el Tribunal cercenó el dicho de estos cuando
señalaron que no habían podido ver detalles del atacante y
del vehículo.

De otra parte, en relación con la versión del policial


IVÁN DARÍO ESCALANTE AVENDAÑO, expresa que éste
señaló que los testigos -esposa y hermano del occiso- no le
suministraron datos sobre las características físicas del
agresor y que al primer llamado de atención por el alto
volumen de la música se retiraron los dos vehículos, entre
los cuales estaba el de color verde.

En cuanto hace referencia al patrullero JOSÉ


VICENTE GUTIÉRREZ BELTRÁN, el censor recuerda haber
sido informado por los testigos que el agresor era una
persona que vestía una chaqueta negra y se transportaba en
un vehículo de color verde, quien afirmó que cuando arribó

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por primera vez al sitio de los hechos no le tomó la placa a


dicho rodante.

Aduce entonces el demandante, que no obstante la


versión del uniformado IVÁN DARÍO ESCALANTE
AVENDAÑO, acerca de que los dos vehículos se retiraron del
sitio de los hechos tras el primer llamado de atención, el
Tribunal, sin ofrecer razón alguna, le dio mayor credibilidad
al dicho del policial GUTIÉRREZ BELTRÁN, con el fin de
explicar por qué el agresor huyó en el rodante verde después
de los hechos.

Añade sobre el particular que, si como quedó expuesto


con anterioridad, el patrullero GUTIÉRREZ BELTRÁN no
identificó el automotor por cuanto no le tomó las placas,
entonces es claro que el ad quem le adicionó que sí lo había
hecho y a partir de allí relacionó tal vehículo con el que
señalaron los testigos como aquel que fue utilizado por el
agresor para huir del sitio de los hechos.

Una vez el recurrente reitera lo que a su juicio


manifestaron los testigos de cargo, conforme se viene de
exponer, sostiene que como los únicos datos que se tienen
es la presencia de una persona de 1,70 metros de estatura
con chaqueta negra y jean y un vehículo verde, manifiesta
que el acusado no puede ser condenado por razón de esas

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coincidencias, pues, por el contrario, debe ser absuelto por


duda.

El impugnante expresa, como tercer reproche, que a


pesar de que en el caso particular se está ante el delito de
homicidio cometido con culpa con representación, el
Tribunal concluyó que se había cometido con dolo eventual,
ignorando que la duda se debe resolver en favor del
procesado.

El censor añade al respecto que cuando, como en este


caso, tras el debate probatorio, existe duda acerca del grado
de culpabilidad que se debe deducir, se ha de preferir el más
benigno para el acusado.

Afirma entonces el demandante, que el juzgador de


segundo grado condenó al implicado por haber cometido el
delito de homicidio con dolo eventual, para lo cual, se fundó,
entre otras cosas, en que la parte superior de la puerta de la
vivienda del occiso era de vidrio, cuando lo cierto es que el
perito de la defensa puso de presente que tenía una lámina;
sin embargo, dice el actor, el ad quem adujo que el implicado
dejó “librada al azar la muerte de las personas que vivían
dentro del lugar (…) [a pesar de que] la duda siempre
acompañó el caminar del Tribunal” y con todo decidió
responsabilizar al acusado por el hecho más grave.

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Señala el defensor que no era posible deducir


responsabilidad a título de dolo eventual, por cuanto, de lo
indicado por la investigadora del CTI YENNY PATRICIA
BELTRÁN, se evidencia que los disparos se hicieron
indistintamente contra la casa de la víctima, de los cuales
unos impactaron en la puerta, la cual estaba cerrada y no
permitía la visibilidad de afuera hacia adentro, amén de que
los proyectiles ingresaron por la lámina ubicada en la parte
superior de aquella, de manera que no era posible ver alguna
sombra tras la puerta.

Asegura que para el Tribunal la multiplicidad de


disparos, varios de ellos dirigidos a la puerta, dieron lugar a
concluir que la intención del agresor era causarle la muerte
a la víctima, así que “para justificar el dolo eventual,
mani[festó] que se dejó librado al azar tal resultado”.

No obstante, el censor manifiesta que en casos como


el presente la Corte12 ha expresado que para efectos de
definir si hay dolo eventual o culpa con representación, se
debe tener en cuenta el aspecto subjetivo del delito, es decir,
“determinar si se trató de un actuar con previsión y aceptación
de una probable infracción penal, con el ánimo directo de
afectar el bien jurídico y dejando su no producción librada al
azar o, si se trató de una infracción al deber objetivo de
cuidado seguido de la producción de resultados antijurídicos”.

12 CSJ SP, 25 ago. 2010, rad. 32964.

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Ahora, una vez trae a colación doctrina sobre el


particular, aduce que en el caso bajo estudio una persona de
chaqueta negra y pantalón oscuro hizo disparos contra la
vivienda de la víctima hacia distintos sectores de ella. Así
mismo, que entre el agresor y el occiso se interponía la
puerta de acceso de la morada la cual estaba cerrada y no
había visibilidad de afuera hacia adentro.

Así las cosas, asegura que como el agresor no podía


conocer la ubicación del sujeto en la vivienda, de esto se
sigue que tampoco tenía forma de saber en dónde estaban
los moradores de la casa, así que, si desconocía lo anterior,
entonces no podía “atribuírsele que éste quisiera matar a
alguien”, pues vista su conducta, lo que se observa es que
“su verdadera intención era intimidar mas no matar”.

Afirma que como la secuencia de los hechos enseña


que el occiso le manifestó algo a los vecinos que causaban
ruido y se entró a su vivienda cerrando la puerta, al paso que
el agresor ingresó a una casa y salió, momento en el que éste
perdió contacto visual con el ofendido y disparó varias veces
contra la morada de la víctima, lo anterior lleva a concluir
que el atacante no sabía de la ubicación del occiso y de allí
que no tenía el propósito de causarle la muerte, por tanto,
“la conducta desplegada por el agresor comportó una
imprudencia”, de manera que como no hubo la voluntad de
causar la muerte, creyó que el comportamiento no pasaría
de los límites de una intimidación.

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Entonces, replica que no hay lugar a predicar el dolo


eventual, por cuanto no se demostró -con certeza- que la
intención hubiese sido la de matar, así que, al aplicar la
duda, se tiene que la forma más favorable para el implicado
es la culpa con representación.

ALEGATOS ADICIONALES DEL DEMANDANTE

El demandante manifiesta que el ad quem se equivocó


en la apreciación en los medios de prueba, lo cual configura
la violación indirecta de la ley sustancial. En concreto refirió
los siguientes yerros:

1. La segunda instancia arguyó que los testigos se


refirieron al contacto con un vehículo verde y con un sujeto
que vestía chaqueta negra, pantalón de jean y de estatura
aproximada de 1.70 metros, lo cual constituye un falso
raciocinio, pues le asigna mérito persuasivo apartándose de
la sana crítica, porque esas declaraciones no eran suficientes
para identificar al procesado.

2. “Las circunstancias de huida del automóvil que indica


la Sala Penal del Tribunal superior de Bogotá, en cuanto a que
un vehículo gris se retiró del lugar y un vehículo verde no,
contrasta con la falta de un barrido para verificar la existencia
de vestigios de pólvora en el vehículo de placas CZZ428, lo
cual implica un falso juicio de identidad, pues al fijar el

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contenido del medio suasorio contenido la distorsiona,


cercena o adiciona en su expresión fáctica”.

3. El ad quem estableció que el agresor contó con el


tiempo suficiente para deshacerse del arma homicida y los
residuos de esta, lo cual constituye un falso raciocinio,
porque se aparta de los criterios técnico-científicos
establecidos para su apreciación, en la medida en que el
procesado fue capturado en una zona boscosa y cercana al
lugar de los hechos, conduciendo su vehículo, e
inmediatamente se procedió a embalarle las manos con el fin
de resguardar la evidencia.

4. El Tribunal argumentó que “las personas que


departían en el lugar de los hechos tenían lazos en común al
ser vecinos, pues ese “jolgorio” no podía realizarse entre
desconocidos, lo cual explica el ingreso a la vivienda del frente
por parte del agresor, que no necesariamente era el
propietario o el ocupante del inmueble, sino una persona
allegada”, con lo cual olvidó tener en cuenta que nunca se
realizaron labores investigativas para establecer quienes
eran los vecinos que vivían frente a la casa del hoy occiso
DAVID TABARES VALLEJO, lo que configura un falso juicio
de existencia.

Por lo expuesto, solicita se revoque la sentencia y, en


su lugar, se absuelva al procesado de los delitos por los
cuales fue acusado.

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ALEGATOS DE REFUTACIÓN DE LA FISCALÍA

La Fiscalía 7 Delegada ante esta Corte argumenta que


la decisión de segunda instancia se fundamentó en los
testimonios introducidos y practicados en juicio, los cuales
fueron apreciados de manera imparcial.

Para el ente acusador, los hechos jurídicamente


relevantes que quedaron demostrados fueron los siguientes:

1. En la noche del 15 de junio de 2015, en la calle 50 A


con Calle 13 de esta ciudad, varias personas, entre las que
se encontraba WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO, estaban
consumiendo licor y escuchando música en dos vehículos
automotores, conforme lo declarado por LEIDY CONSTANZA
SORA SORA, quien advirtió que era el mismo a quien en
otrora oportunidad había visto y por JHON ESTIVEN
TABARES VALLEJO, hermano de la víctima, quien reveló
que el agresor fue una de las personas que se encontraban
en esa fiesta realizada cerca de su vivienda.

2. WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO presentó un


comportamiento agresivo y violento luego del reclamo que le
hizo DAVID TABARES VALLEJO de que respetara y le bajara
al volumen de la música, lo cual desencadenó en la
utilización de un arma de fuego y en los disparos en ráfaga
contra la casa de DAVID TABARES VALLEJO, lo cual le

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Casación No. 49649
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WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO

causó la muerte a TABARES VALLEJO, de acuerdo con lo


declarado por los testigos JHON ESTIVEN TABARES
VALLEJO y LEIDY CONSTANZA SORA SORA, quienes se
encontraban en la vivienda con DAVID TABARES VALLEJO,
y percibieron lo sucedido.

En relación con la valoración de los testimonios, se


mantuvo constancia en el sentido de que estos describieron
al “tipo (…) aquel que, encontrándose en el grupo de personas,
fue quien se dirigió a la casa y empezó a provocar a David,
posteriormente disparó el arma de fuego contra la vivienda y
le causó la muerte”, mismo que vestía chaqueta negra y
pantalón azul, contaba con estatura aproximada de 1,75 cm
y a quien señalaron como quien disparó, incluso en etapa de
juicio.

3. De acuerdo con las declaraciones, la captura de


WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO se dio después de su huida
del lugar donde originó los disparos con arma de fuego. Para
ello, LEIDY CONSTANZA y JHON ESTIVEN les indicaron a
los Policías sus características físicas.

IVÁN DARÍO ESCALANTE AVENDAÑO (policía) inició la


búsqueda del sujeto señalado, “encontrando en una zona
boscosa a un hombre con las características suministradas,
mismo a quien, en el momento reconoció como uno de aquellos
que integraban el grupo de personas a las que momentos
antes la patrulla había llamado su atención y que se

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Casación No. 49649
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WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO

movilizaba en el mismo vehículo de color verde en el cual


varias personas escuchaban música y consumían bebidas
alcohólicas”, quien resultó identificándose como WILLIAM
JIMÉNEZ CASTILLO.

Por lo anterior, aduce que no existe el yerro sustentado


por el defensor, porque las apreciaciones realizadas por el ad
quem no son conjeturas, en tanto se adaptan a lo percibido
por los testigos.

Concluye la Fiscalía que “(i) no se trata de pruebas de


referencia sino de aquellas con carácter directo y/o indirecto,
(ii) tampoco de un único testimonio que limite la objetividad en
la decisión de condena, y (iii) que los testimonios cuentan con
tal rigurosidad de recordación, evocación y certeza que
pudieron ser corroborados por otros medios, y entre sí,
conteste a lo exigido por la jurisprudencia”.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

En atención a que WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO fue


condenado por primera vez en segunda instancia, la Corte
garantizará, en el marco del recurso de casación y de los
alegatos adicionales de sustentación, su derecho a la doble
conformidad y decidirá, alejada de toda técnica, sobre los
reproches planteados por su apoderado judicial.

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Casación No. 49649
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WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO

En concreto, la defensa centra su disenso en endilgar al


juzgador de segunda instancia fallas en el proceso de
valoración de las pruebas y en considerar que el elemento
subjetivo del tipo que se adecua a la conducta es la culpa con
representación y no el dolo eventual.

De esa manera, con el objeto de estudiar y resolver los


distintos argumentos de discordia planteados por el
demandante en contra de la condena, procederá la Corte a (i)
revisar la realidad fáctica derivada de las pruebas; (ii)
confrontar el análisis probatorio realizado por el Tribunal y el
demandante con el verdadero escenario demostrado; y, (iii)
examinar el elemento subjetivo del tipo de homicidio en el
caso concreto.

3.1. De la realidad fáctica probatoria

Conforme a las pruebas debidamente practicadas en


juicio, se tiene que el enjuiciado responde al nombre de
WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO. Asimismo, se establece que el
occiso se identificaba como DAVID TABARES VALLEJO.

Sobre los hechos que constituyeron las conductas


punibles que se le endilgan al WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO,
se puede afirmar, a partir de las declaraciones dadas por
JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO, LEIDY CONSTANZA
SORA SORA, JOSÉ VICENTE GUTIÉRREZ BELTRÁN e IVÁN
DARIO ESCALANTE AVENDAÑO, quienes los presenciaron o

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WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO

hicieron parte de la serie de eventos que terminaron en el


homicidio de DAVID TABARES VALLEJO, que:

- El día 16 de junio de 2015, en la Calle 50A Sur No.


13B-07, aproximadamente a las 12:30 de la madrugada,
David Tabares Vallejo se encontraba junto con su esposa -
Leidy Constanza Sora Sora— y hermano -Jhon Estiven
Tabares Vallejo— y se dirigía a realizar una ronda de trabajo.

- En ese mismo momento se encontraban varias


personas ingiriendo licor y escuchando música a alto
volumen en dos vehículos, uno gris y otro verde, frente a su
casa, por lo que David Tabares Vallejo sale y les manifiesta
su inconformidad por el alboroto y luego vuelve a ingresar a
la vivienda.

- Momentos después, por un llamado de la comunidad,


llega una patrulla de la policía, de la que hacen parte JOSÉ
VICENTE GUTIÉRREZ BELTRÁN e IVÁN DARÍO ESCALANTE
AVENDAÑO, quienes le llaman la atención a los sujetos. Dada
la directriz de los patrulleros, los ciudadanos bajan el
volumen, el carro gris se marcha y el verde se queda.

- Una vez se va la patrulla, un sujeto vestido con


chaqueta negra y pantalón azul empieza a provocar
negativamente a DAVID TABARES VALLEJO, a lo que este no
responde, y procede a ingresar a la casa del frente, de donde
saca una pistola y dispara en varias oportunidades a la

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residencia donde se encontraban JHON ESTIVEN TABARES


VALLEJO, LEIDY CONSTANZA SORA SORA y DAVID
TABARES VALLEJO. Tan pronto deja de disparar, se sube a
un automóvil Mazda, de color verde, de placas terminadas en
428 y huye de la escena de crimen.

- Al instante, la misma patrulla de la Policía Nacional


que había hecho el llamado de atención previamente en el
sitio, es advertida de lo sucedido, como se encontraba cerca
del lugar, llega a ponerse al frente de lo sucedido.

- En el escenario encuentran a LEIDY CONSTANZA


SORA SORA y JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO quienes
le informan a los policiales que el homicida viste chaqueta
negra, pantalón azul, mide alrededor de 1,70 metros y que se
moviliza en un vehículo Mazda, verde, de placas terminadas
en 428.

- Por esa razón, el patrullero IVÁN DARÍO ESCALANTE


AVENDAÑO, inmediatamente, procede a la búsqueda del
sujeto, por lo que, en un lugar boscoso aledaño al sitio de los
hechos, encuentra a una persona que se identificó como
WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO, a quien el policial le había
llamado la atención momentos antes en el lugar del
homicidio, y un carro que coincidían con los rasgos dados por
el hermano del occiso.

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- El patrullero realiza las actividades propias de la


captura y se dirige con el detenido al CAI de Policía del sector,
a donde llega JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO e identifica
el carro y al sujeto, como la persona que disparó el arma.

Ahora bien, para ser más precisos con algunos factores


del suceso punible, se encontró que, de acuerdo con el
Informe de Investigador de Campo FPJ-10 del 16 de junio de
2015 y el Informe Pericial de Balística Forense del 22 de junio
de 2015, fueron identificadas 4 vainillas de disparo y 3
proyectiles, lo que demuestra fehacientemente que el
procesado disparó en varias oportunidades. El proyectil que
impactó a DAVID TABARES VALLEJO fue disparado a más
de 150 centímetros y, causó un trauma penetrante a tórax y
cuello, lo cual comprueba que los disparos se realizaron
desde cerca de la casa, como también lo manifiesta el
hermano del occiso.

A partir del Informe de Investigador de Campo FPJ11 y


el certificado del Sistema de Información de Armas,
Explosivos y Municiones -SIAEM- se constató que WILLIAM
JIMÉNEZ CASTILLO no tenía permiso para el porte o tenencia
de armas de fuego.

Asimismo, de conformidad con el Informe de


Investigador de Laboratorio FPJ-13, no se encontraron en el
enjuiciado partículas de residuos de disparo en las prendas

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de vestir o en las manos. No obstante, conceptúa el


investigador HAROLD AUGUSTO MCLEAN VILLARRAGA que:

“la ausencia de partículas de disparo puede deberse a: que la


persona muestreada no haya disparado un arma de fuego, que la
persona muestreada disparó, pero los residuos desaparecieron de
las manos y/o prendas, como consecuencia de uno o varios de los
siguientes factores como: lavado de manos, frotado y limpieza de
manos, uso de guantes, sudoración excesiva, factores ambientales
incluyendo viento y lluvia, manos ensangrentadas, cuando ha
transcurrido mucho tiempo entre el disparo y la toma de muestra,
cuando la muestra se toma en prendas diferentes a las que portaba
el muestreado en el momento del disparo, entre otros”.

4.1. Del verdadero escenario demostrado -


confrontación-

Respecto de la denuncia que hace el profesional del


derecho, sobre la razón suficiente que emana del resultado
negativo de la prueba técnica de residuos de disparo, para
inferir que WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO no accionó el arma
de fuego y de contera es inocente de los cargos por los que
fue acusado, advierte la Sala que su comprensión niega la
posibilidad de analizar la prueba pericial13 de manera
sistemática y en conjunto con los demás elementos de
convicción. Así como la interpretación objetiva del dictamen.

13 Folio 57 de la C-1, estipulación Nª 7.

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Lo anterior, en tanto que, la sana critica exige que


todos los medios probatorios se analicen en conjunto, sin
soslayar el valor que se dé a cada uno de ellos, tal como lo
hizo el Tribunal, y que el resultado del dictamen es
netamente objetivo, en la medida de que sus
consideraciones, por ser técnicas y precisas, tienen un solo
significado.

En ese orden de ideas, es claro que, en la sentencia


evaluada, se estableció que no existía controversia acerca de
que, al realizar el estudio pertinente sobre los residuos de las
manos y la ropa del JIMÉNEZ CASTILLO, el perito del
Cuerpo Técnico de Policía Judicial arrojó la siguiente
conclusión: «NO SE ENCONTRARON PARTÍCULAS DE RESIDUO DE
DISPARO EN EL KIT No. DAS-3170 QUE CORRESPONDE A LAS
MUESTRAS TOMADAS A CC 79658433 WILIAM JIMENEZ (sic)
CASTILLO-INDICIADO”.

No obstante, esta deducción se acompañó de los


razonamientos sobre los diferentes factores que se
contemplaron en el mismo dictamen, como los que pudieron
influir en ese resultado negativo, esto es, que la persona
muestreada no disparó un arma de fuego, que disparó, pero
los residuos desaparecieron, como consecuencia del lavado
de manos, frotado y limpieza de manos, uso de guantes,
sudoración excesiva, etc.

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De cara a lo anterior, como lo consideró la defensa,


debe tenerse presente, en un primer estadio, que el informe
pericial hace irrebatible, la ausencia de residuos de los
disparos en las manos y prendas de vestir del procesado y
hace debatible que haya disparado el proyectil que terminó
con la vida de DAVID TABARES VALLEJO, pero olvida el
recurrente que el dictamen esquematiza varias alternativas
sobre las cuales se puede establecer que sí pudo disparar el
arma.

Esa teoría cobra fortaleza cuando se evidencia el


factor temporal en el que transcurrieron los hechos, desde la
ocurrencia de los disparos y la captura, lapso durante el cual
el enjuiciado tuvo tiempo suficiente para desaparecer los
rastros de disparo, contando con que huyó del lugar y tiempo
después fue capturado.

Lo anterior, porque en el elemento de juicio no se


aseguró que WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO no haya
disparado arma de fuego y lo informado se reduce a señalar
que no se encontraron residuos de disparo en las manos.
Esa conclusión es objetivamente cierta solo en cuanto afirma
que no hubo hallazgo en el procesado de material químico
compatible con el que deja un arma al ser percutida. En
contrario, concluir inequívocamente desde esa afirmación
que el encausado no disparó, no se corresponde
objetivamente con la conclusión de la pericia.

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Nótese que el experticio ejemplificó una situación en


la que el procesado pudo disparar el arma, lo que hace
irrenunciable la obligación de discernir sobre los demás
elementos de juicio que dan lugar a la demostración de la
conducta que se reprocha.

Por ello, frente al deber del análisis en conjunto de los


medios de prueba, la instancia colegiada, tuvo en cuenta que
los testigos JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO, LEIDY
CONSTANZA SORA SORA, IVÁN DARÍO ESCALANTE
AVENDAÑO y JOSÉ VICENTE GUTIÉRREZ BELTRÁN
narraron, de manera concurrente, que JIMÉNEZ CASTILLO
accionó el arma contra la casa donde se encontraba DAVID
TABARES VALLEJO y huyó del lugar y que fue capturado
momentos después del deceso del impactado, siguiendo una
secuencia temporal que implicó: (i) el llamado a la Policía
Nacional, (ii) su arribo, (iii) la labor tendiente a cerciorarse
de la muerte de la víctima, (iv) la recolección inicial de la
información de los familiares sobre las características del
agresor y el vehículo en el que se desplazaba, (v) la salida de
uno de los uniformados de la residencia donde yacía la
víctima y la búsqueda en los alrededores del vecindario, (vi)
hasta el hallazgo de WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO en una
zona boscosa, todo lo cual, al unísono con la prueba pericial,
descarta la posibilidad de que el procesado no haya
accionado el arma y, más bien, fortalece la tesis de que el
procesado desapareció los rastros de disparo y el arma de
fuego accionada.

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De hecho, en el desarrollo de la valoración de esas


declaraciones, la sentencia de segundo grado descubrió,
paso a paso, la forma como se presentaron los hechos
referidos al homicidio y la posterior captura, por la
coincidencia de las versiones, en aspectos relevantes, cada
uno desde la óptica vivida, antes, durante y después del
deceso de TABARES VALLEJO.

A partir de esa constatación, el juzgador colegiado


sostuvo la tesis de que la captura no se produjo en el
instante consumativo del punible, sino momentos después,
tiempo durante el que el agresor contó con la posibilidad de
deshacerse del arma y los residuos de pólvora, como se
razonó en el dictamen pericial.

Para apoyar la inferencia, en virtud del análisis


sistemático de las pruebas, en la sentencia se apreció el
dicho de LEIDY CONSTANZA SORA SORA sobre la
oportunidad que tuvo de observar a la persona que trataba
de niña a su compañero DAVID TABARES VALLEJO y lo
instaba a salir, luego de que recibiera el llamado de atención,
junto a otros ciudadanos, por faltar a las normas policivas.

Si bien, como lo critica el recurrente, esta testigo


admitió que, mientras se percutía el arma, estuvo en su
cuarto por sugerencia de su pareja, también lo es que, junto

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con el hermano del fallecido, pudieron seguir la secuencia


del hecho al escuchar los disparos que realizaba el procesado
y reconocieron las mismas prendas que vestía quién retó a
su compañero y el carro en el que huye, tan pronto cesaron
los disparos.

Sobre el tiempo que pasó, la testigo LEIDY


CONSTANZA SORA SORA fue puntual al decir que después
de dejar de oír las descargas del arma de fuego, vio a una
persona huir en un automotor, fue a socorrer a su esposo
quien ya había expresado que las balas lo habían alcanzado,
al verlo tendido en el piso, en muy mal estado, salió y gritó
pidiendo ayuda. Al momento llegó la Policía, ella le contó lo
sucedido y, más tarde, se enteró que había una persona
capturada.

Lo anterior, hace inconsecuente deducir la falta de


credibilidad alegada acerca de la autoría del homicidio,
porque la declarante no observó el momento en que el
procesado disparó o en el que el proyectil se introdujo en el
cuerpo de la víctima, puesto que, la descripción de la
experiencia visual, que concuerda con la del hermano del
difunto, confirma que en el recorrido delictivo no había otras
personas disparando, como tampoco que en el escenario
posterior evidenciara la huida de otro u otros, sino,
únicamente, la del mismo agresor, datos que se deben
analizar junto con el resto de la información, y, no como
exclusiva fuente formadora del conocimiento.

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Es decir, el hecho de que el hermano y la esposa del


occiso no presenciaran el momento en el que salió la bala del
arma, no desvirtúa que fue el enjuiciado quien la disparó,
pues solo estaba este sujeto en la mitad de la calle, es quien
desenfunda el arma, es quien la percute y es el que luego
huye del lugar. Además, la percepción visual que pierden los
testigos la recuperan con la auditiva, con la que continúan
conociendo la secuencia del hecho que causó la muerte del
DAVID TABARES VALLEJO.

En efecto, lo descrito se fortalece con lo manifestado


por JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO, quien explicó que,
desde la ventana de su cuarto, donde se ubicó, pudo ver
como una persona que vestía chaqueta negra y pantalón
azul, luego de proferir insultos a su consanguíneo -como que
dejara de ser niña— y de convocarlo a que saliera y lo
enfrentara, ingresó a la vivienda de enfrente, donde se
proveyó de un arma de fuego, la que, después de situarse en
la mitad de la cuadra y al frente de su vivienda, sacó de la
parte de atrás de su cuerpo y accionó en repetidas
oportunidades hacia el inmueble.

Manifiesta ese testigo que, ante el sonido de lo que


denomina ráfaga inicial, se agachó para proteger su vida y,
una vez culminados los disparos, volvió a asomarse y
observó al mismo hombre dirigirse a un carro verde en el que
huyó, no sin antes cubrirse con una capota o gorra. Como

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había escuchado la expresión de su hermano “me dieron”


corrió a auxiliarlo y pudo presenciar su deceso.

Aduce el declarante que la descripción de la estatura


aproximada y las prendas de vestir del atacante, así como
los datos de identificación del vehículo de placa terminada
428, marca Mazda y color verde, fue trasmitida a la Policía
Nacional que llegó después del homicidio de su hermano,
todo lo cual corroboró en el CAI donde reconoció al
capturado y el automotor.

Esta revelación es conteste con el dicho del policía


IVÁN DARÍO ESCALANTE AVENDAÑO, quien aseveró que
inicialmente la patrulla fue llamada para atender un caso de
irrespeto de las reglas de convivencia en la calle 50A sur No
13B-07, donde le hicieron un llamado de atención a unas
personas que se encontraban en dos carros uno verde y otro
gris.

Ese declarante adiciona que, una vez los automotores


abandonaron el lugar, continuaron el patrullaje y pasados
unos minutos tuvieron que regresar con su compañero a la
calle 50A sur No. 13B-07, donde hallaron un hombre
impactado por disparos, que -según su familia— habían sido
percutidos por un individuo que llevaba chaqueta negra y
pantalón azul o jean y se transportaba en un vehículo verde
de placas 428.

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En cuanto a los momentos posteriores, agrega que,


verificada la muerte de la persona dejó encargado al otro
uniformado, JOSÉ VICENTE GUTIÉRREZ BELTRÁN, y salió
en búsqueda del señalado hasta encontrarlo en una zona
boscosa del sector, en el carro de placas CCZ-428, por lo que
procedió a capturarlo y a embalar las manos y la ropa.

De acuerdo con lo expuesto, le asiste razón al Tribunal


al estimar que los testigos son unívocos acerca de que el
causante de la muerte alcanzó a huir del lugar y tuvo tiempo
de desplazarse en el mismo vehículo color verde que fue visto
antes del consumarse el delito y, en tal virtud, no se equivocó
cuando infirió que el resultado negativo de los rastros de
disparo no eximía al procesado de ser el autor del homicidio,
dado que contó con el tiempo necesario para deshacerse de
las huellas.

Adicionalmente, la secuencia temporal seguida por los


testigos que lo implicaban en el homicidio se armoniza con
ese hecho y con los indicios de huida y de búsqueda de
clandestinidad para ocultarse en una zona boscosa donde
fue hallado. No sin menos importancia la coincidencia de las
declaraciones sobre la vestimenta del procesado, al repetir
unívocamente que llevaba una chaqueta negra y un pantalón
azul.

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Esos razonamientos no alteran las reglas de la sana


critica en la medida en que no desconocen el resultado
científico de barrido de residuos, ni llegan a conclusiones
subjetivas o personales, si se tiene en cuenta que, además
del señalamiento de los testigos como la persona que
percutió el arma, cualquiera de los caminos por los que pudo
optar WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO, para deshacerse de los
vestigios que lo comprometieran, según la prueba pericial,
no demandaba más tiempo del que transcurrió entre la
realización de los disparos y su ubicación por parte del
policía captor.

En punto de análisis, se recalca a la defensa que el


tema central de la prueba lo constituye el descubrimiento de
quién es el autor de las conductas punibles y no cuál fue el
método que utilizó para lograr su cometido exculpatorio en
torno a las trazas o huellas de los disparos, puesto que las
alternativas que ofrece este último asunto no genera los
vacíos suficientes para derruir la reconstrucción fáctica que
se logró a través de la práctica probatoria y que precisa,
indudablemente a WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO como la
persona que vulneró los bienes jurídicos a la seguridad
pública y a la vida.

De otra parte, en relación con lo irrefutable que se


muestra para la defensa la versión del policía IVÁN DARÍO
ESCALANTE AVENDAÑO, según la cual, este se cercioró del
desalojo de los carros, el gris y el verde, donde estaban las
personas asumiendo el comportamiento objeto de represión

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policiva, es equivocado, porque olvida las consideraciones


que se plasmaron en la sentencia recurrida, frente a los
dichos de JOSÉ VICENTE GUTIÉRREZ BELTRÁN y JHON
ESTIVEN TABARES VALLEJO, a los que dio mayor valor
persuasivo, por ser concordantes en lo que atañe al
acatamiento de la orden por los ocupantes del vehículo gris
y la permanencia del carro verde.

Y, si bien el patrullero ESCALANTE AVENDAÑO


manifiesta en su declaración, luego de asegurar que los
vehículos se habían ido, que no percibió si los sujetos se
habían retirado del lugar, es a partir de lo expuesto por José
VICENTE GUTIÉRREZ BELTRÁN y JHON ESTIVEN
TABARES VALLEJO, que se concluye que el carro gris se
retiró, mientras que el verde se quedó en el sitio.

Este hilo conductor lleva a tener como razonable la


inferencia del sentenciador, según la cual, JOSÉ VICENTE
GUTIÉRREZ BELTRÁN e IVÁN DARÍO ESCALANTE
AVENDAÑO no hicieron seguimiento al desplazamiento de
los carros de la manera puntual y concreta como lo asume la
defensa, pues estos continuaron con su patrullaje, de lo
contrario, hubieran presenciado al ofensor profiriendo
insultos, portando un arma de fuego y disparando contra la
vivienda hasta cegar la vida de DAVID TABARES VALLEJO.

En definitiva, acierta el Tribunal al concluir que el


acusado permaneció en el lugar de los hechos y, por

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consiguiente, que el vehículo fue usado para huir


posteriormente a la comisión del ilícito.

De esa manera, como lo adujo el censor, es cierto que


el Tribunal tuvo como probado que el procesado huyó en el
vehículo verde que se encontraba en la escena del crimen
momentos antes de su perpetración, pese a que no se
buscaron ni encontraron restos de pólvora en este; no
obstante, ello no constituye una falencia del ad quem en la
valoración de los elementos de prueba.

En efecto, los testigos fueron contestes, claros y


precisos al señalar que el vehículo color verde de placas
terminadas en 428 se encontraba frente a la casa momentos
previos a la escena del crimen y fue en este que el procesado
escapó.

Además, para demostrar la acción del procesado de


escapar en el vehículo verde del lugar de los hechos, luego
de haber accionado un arma de fuego, no era necesario que
se probara el hallazgo de restos de pólvora en el automotor,
sino la demostración del acto de alejarse a bordo de un carro
de manera precipitada o rápida del sitio donde se
encontraba, de acuerdo como quedó justificado.

En gracia de discusión, el censor intenta imponer la


forma en que para él es correcta la demostración de que el
procesado escapó en un carro verde de placas terminadas en

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428, que era una prueba científica que determinara la


existencia de pólvora en el automotor, cuando es claro que
el sistema procesal acusatorio permite el uso de cualquier
medio de prueba para la demostración de los hechos, lo cual
proscribe la tarifa probatoria.

De otro lado, se aleja de la realidad probatoria el vacío


que genera para el censor la ausencia de datos sobre la
individualización de la persona que disparó el arma de fuego
y del vehículo en el que huye el enjuiciado, ante las
aseveraciones de JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO y
LEIDY CONSTANZA SORA SORA.

Así, de las declaraciones del hermano y de la esposa


del occiso se deduce que, en el momento que el hombre inició
la agresión verbal a DAVID TABARES VALLEJO pudieron
establecer como vestía y, posteriormente, a voces del
testimonio de JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO, observar
a esa misma persona, prevalida de un arma de fuego y
ubicada frente a la casa a la que dirigió la seguidilla de
disparos, y evidenciar el color verde, la marca Mazda y los
últimos tres números de la placa del carro en el que huyó del
lugar, datos que fueron comunicados a la policía.

En complemento, IVÁN DARÍO ESCALANTE


AVENDAÑO corroboró que, en el momento que llegó a
verificar la muerte de DAVID TABARES VALLEJO, sus
familiares describieron al atacante, indicando su vestuario y

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estatura y el vehículo en que huyó, y, por ello, pidió a su


compañero de patrulla que se hiciera cargo de la escena del
crimen, mientras salía en la búsqueda del señalado y del
vehículo. Por lo mismo, ESCALANTE AVENDAÑO, pocos
momentos después, halló a la persona con la indumentaria
descrita y el carro cuya numeración correspondía a la
informada.

A su turno, JOSÉ VICENTE GUTIÉRREZ BELTRÁN


adujo que la persona y el carro encontrados eran los mismos
que momentos antes formaban parte del grupo que estaba
intranquilizando a la comunidad.

Igualmente, JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO


asegura que cuando llega al CAI donde están el carro y el
enjuiciado ya detenido, los identifica como quien cometió el
ilícito y el automotor en el que huyó del lugar.

En efecto, la razón por la cual el policía captor permitió


que JHON ESTIVEN TABARES VALLEJO viera al capturado
y el automotor retenido, no fue para enmendar el acto de
aprehensión u obtener la complicidad necesaria para que el
testigo se liara a la actividad del policía, como tácitamente lo
alega defensor o lo considera la primera instancia, sino un
acto confirmatorio de la información que le había aportado
el testigo presencial, para poder seguir con el procedimiento
de captura.

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La discusión de la defensa en el sentido de que JHON


ESTIVEN TABARES VALLEJO no vio al procesado
percutiendo el disparo que le quitó la vida de su hermano, lo
cual fue admitido por el testigo, no alcanza a destronar la
secuencia de los hechos.

De acuerdo con los sucesos, se establece que la


percepción del declarante fue suspendida
momentáneamente respecto del sentido de la vista mas no
del auditivo que siguió el curso de los acontecimientos, hasta
el punto que, una vez dejó de escuchar los disparos y asumió
que el riesgo estaba superado, inmediatamente continuó
observando el desplazamiento del mismo agresor, sin que su
visión se hubiere perturbado por la oscuridad de la noche,
dado que contó con la luz artificial que provenía del
alumbrado público.

Tan claro tienen los declarantes JHON ESTIVEN


TABARES VALLEJO y LEIDY CONSTANZA SORA SORA que
el señor WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO fue quien esa noche
disparó en contra de la residencia de estos y ocasionó la
muerte del señor DAVID TABARES VALLEJO, que, en la
diligencia de práctica de sus testimonios, donde se
encontraba el enjuiciado, lo señalaron como el autor del
homicidio de su hermano y esposo, respectivamente.

Finalmente, el censor asegura que el Tribunal se


equivocó al dar por probado que “las personas que departían

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en el lugar de los hechos tenían lazos en común al ser vecinos,


pues ese “jolgorio” no podía realzarse entre desconocidos, lo
cual explica el ingreso a la vivienda del frente por parte del
agresor, que no necesariamente era el propietario o el
ocupante del inmueble, sino una persona allegada”, porque
no existen pruebas que demuestren ese hecho.

De la revisión de los argumentos y las pruebas


valoradas por el Tribunal la Sala encuentra que el censor se
equivoca en su apreciación, pues no es cierto que no
existieran medios de prueba con los cuales se pudiera
sostener el hecho refutado.

El Tribunal, al valorar las declaraciones de LEIDY


CONSTANZA SORA SORA, GUSTAVO TABARES AGUIRRE y
JOHN ESTIVEN TABARES VALLEJO, determinó que

“DAVID TABARES VALLEJO vivía desde hacía un tiempo en la


Calle 50 A No. 15b-07 de esta ciudad. Estaba aburrido porque
los vecinos hacían fiestas continuamente en un carro que
parqueaban frente a su casa y en el que escuchaban música a
alto volumen”.

(…)

“quienes departían en la vía pública, sin importar el malestar


causado a la comunidad, eran vecinos del lugar; es decir,
personas con lazos en común. Esto era tan cierto, que DAVID se
lo había comentado a su padre. Y es razonable: es difícil que un

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jolgorio de esa índole se realice entre desconocidos o entre


enemigos. Por lo tanto, no hay base alguna para sostener que el
único que podía ingresar en búsqueda de un arma de fuego era
el propietario o el ocupante de ese inmueble: bien podía ser otra
persona ligada a aquél por lazos de amistad o vecindad”.

(…)

“(…) LEIDY CONSTANZA SORA SORA lo había visto (refiriéndose


al procesado) con anterioridad en el barrio (…)”.

De lo expuesto, se evidencia que las declaraciones


fueron los medios de prueba con los cuales el ad quem
concluyó que quienes se encontraban departiendo licor
frente a la casa de la víctima eran del vecindario, conocidos
entre sí o, al menos, conocidos de algunas personas del
barrio.

Para la Corte la valoración realizada por el Tribunal es


acertada, en la medida de que LEIDY CONSTANZA aseguró
haber visto a WILLIAM JIMÉNEZ CASTILLO antes en el
barrio, que él y otras personas estaban tomando licor y
escuchando música frente a la casa de la víctima y que
JIMÉNEZ CASTILLO entró a un inmueble que quedaba al
frente de la residencia de la víctima, a sacar un arma, de lo
cual se puede concluir la relación, entre sí, de las personas
que departían frente a la casa de DAVID TABARES VALLEJO
y la posible relación de estas con personas del barrio.

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Nótese que el Tribunal no relacionó al procesado o a


quienes se encontraban en el “jolgorio” con una persona en
específico o con los habitantes de alguna casa cercana,
porque de las pruebas no era posible hacerlo. Lo que hizo
fue llegar a una conclusión acertada a partir de la valoración
sistemática de las pruebas, pese a que solo existían indicios
de la relación de estos entre si y con algunos habitantes del
barrio donde sucedieron los hechos.

En todo caso, surge irrelevante y superfluo el hecho


probado atacado por el censor, en la medida de que la
existencia o no de una relación del procesado con las
personas del barrio o con quienes departían licor el día de
los hechos no permite ni tiene la capacidad de derruir su
responsabilidad penal en los delitos por los cuales fue
condenado.

En consecuencia, le asiste razón a la instancia


colegiada al negar el valor superlativo que quiere anteponer
la defensa a la inexistencia de residuos de disparo en el
procesado y de residuos en el vehículo en el que escapó, y al
dar por acreditado que el capturado es la misma persona que
estuvo inmersa en la secuencia delictiva y que el procesado
o las personas que departían tenían alguna relación entre sí
y con el vecindario.

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Así las cosas, el conjunto probatorio hace lógica la


decisión del Tribunal y rescata la importancia que los medios
suasorios sean analizados en la dimensión que corresponde,
y no de manera fragmentada como lo pretende la defensa,
toda vez que el proceso penal probatorio se rige por la
sucesión de acontecimientos que se edifican de acuerdo con
lo que van descubriendo las pruebas.

4.2. Del elemento subjetivo del tipo de homicidio en


el caso concreto

De acuerdo con el disenso planteado en la demanda,


los hechos demostrados apuntan a que la conducta se
cometió en la modalidad denominada culpa con
representación y no en la forma de dolo eventual, como lo
señaló el juzgador de segunda instancia.

En los términos del artículo 22 del Código Penal, una


de las modalidades en que una conducta es dolosa ocurre
cuando “la realización de la infracción penal ha sido prevista
como probable y su no producción se deja librada al azar”.
Este precepto consagra el denominado dolo eventual, que,
entonces, se integra por dos elementos; por un lado, la
previsión de la infracción penal como probable y, por otro, la
indiferencia respecto de su realización.

Por su parte, el artículo 23 ibídem define dos


supuestos de delito culposo: el primero, correspondiente a la

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llamada culpa sin representación, que se configura cuando


el resultado típico se materializa por una infracción al deber
objetivo de cuidado del agente, quien, no obstante ser aquél
previsible, no se lo representa mentalmente como posible; y,
el segundo, la denominada culpa con representación, en la
que el agente, habiendo previsto la configuración de un
resultado típico, sigue adelante con el curso comportamental
negligente porque confía equivocadamente en poder evitarlo.

De acuerdo con lo expuesto, el dolo eventual y la


segunda modalidad de culpa tienen en común la
representación del resultado en la órbita cognoscitiva del
agente y se distinguen fundamentalmente porque mientras
aquél, en el dolo eventual, permanece apático respecto de su
ocurrencia, le da igual si sucede o no, aun cuando sabe que
su acaecimiento es probable, en la culpa con representación
obra confiado en que no sucederá porque podrá evitarlo, pero
al final falla en ese cometido14.

Entonces, en cuanto al elemento subjetivo del tipo, que


la defensa pretende avalar como culposo, no existe prueba
alguna que lo respalde, por el contrario, todas las etapas que
terminaron con el homicidio de TABARES VALLEJO desmienten
cualquier posibilidad de que el acusado hubiera actuado sin
dolo, como lo estimó el juez de segundo grado.

14 CSJ SP714-2020, Sala Penal, 4 de marzo de 2020, Rad. No. 49750.

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Razón le asiste al Tribunal cuando concluye que el


procesado dejó al azar el resultado muerte, puesto que, ante
la falta de atención de la víctima al reto de salir, disparó de
manera repetida contra el inmueble que sabia ocupaba la
persona que dio lugar a la intervención de la policía y la
interrupción de su escándalo público, que es de la que
buscaba “desquitarse” justamente por ello.

Con ello, hizo evidente su afán por hacer visible su


capacidad de llegar hasta las últimas consecuencias, sin
importarle la suerte que corría su adversario, pues solo
decidió marcharse del lugar una vez sabía que los proyectiles
habían sido dirigidos con éxito.

Así las cosas, la posibilidad de establecer que el


acusado se representó el resultado muerte y confió en que
no la generaría o la podría evitar, queda totalmente
desvirtuada además de lo considerado anteriormente, con la
conducta que asumió, de una parte, al disparar de manera
indiscriminada hacia la puerta de entrada, sitio por donde
sabía podría estar o salir quien instaba a atender su reto y,
de otra, al ubicarse en un lugar cercano y estratégico para
atacar.

Igualmente, se ofrece oportuno mencionar que el hecho


de que tanto LEIDY CONSTANZA SORA SORA como JHON
ESTIVEN TABARES VALLEJO no hayan dado cuenta en sus
entrevistas de los detalles que después en el juicio oral

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ofrecieron, en modo alguno constituye una irregularidad o


contribuye a demeritar su relato como lo insinúa el
recurrente, ya que la entrevista no limita el alcance del
interrogatorio o las declaraciones del testigo en el juicio oral.
A lo sumo sirven para impugnar credibilidad o para
rememorar o para cualquiera de las situaciones que la
estrategia procesal de cada parte diseñe.

Para el efecto, debe tenerse en cuenta que cada una de


esas versiones obedecen a las dinámicas y fines pretendidos
en diferentes estadios de la actuación penal, de tal manera
que si la entrevista ha sido concebida como un acto
orientador de la investigación y el testimonio en juicio tiene
por objeto constituirse en medio persuasivo para el juzgador
que se enmarca en la teoría del caso propuesta o perseguida
por las partes, es fácil concluir que tiene escenarios y
objetivos diferentes, hasta el punto que, quienes interrogan
en la vista pública, cuentan por lo menos con dos
oportunidades para recabar en la información que
suministra el testigo, lo que explica porque en esa etapa del
proceso el declarante puede ser más exhaustivo.

Finalmente, como forma inequívoca de estar en


presencia del dolo, deben tenerse en cuenta las
manifestaciones desplegadas por el agresor hacia el señor
DAVID TABARES VALLEJO, anteriores y concomitantes a la
comisión del homicidio, con las cuales provocaba al occiso a
que saliera de su residencia y que no fuera una “niña”, lo
cual evidencia que el propósito del enjuiciado fue, desde un

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principio, el de violentar al occiso, pues, en vista de que el


procesado no logra llamar la atención de TABARES VALLEJO, se
dota de un arma de fuego, con la cual le causa la muerte,
dejando al azar el resultado, porque quería a como diera
lugar arremeter en contra de su vecino, independientemente
del resultado dañino.

Ahora, si se observa que no fue un solo disparo sino


varios y que los disparos no fueron dirigidos al aire sino a la
casa, conociendo que allí había personas, lo que hacía
plausible predecir que la lesión o muerte de las personas era
previsible, se puede inferir que la intención del procesado no
era otra que causar daño, incluida la muerte, como resultado
probable que solo el azar podría evitar, en tanto la voluntad
del atacante expresada en los hechos de los disparos estaba
dirigida inequívocamente a causar daño. Y no cualquier
daño, sino el que potencialmente se causa con un arma de
fuego disparada contra las zonas vulnerables del inmueble
donde se refugiaba su víctima.

En consecuencia, la sentencia condenatoria emitida


por el Tribunal Superior de Bogotá será confirmada
parcialmente, sin que exista observación alguna respecto de
la pena de prisión tasada por el juzgador, por hallarse
ajustada a la legalidad y garante de sus derechos al haber
abandonado la postura de la Fiscalía respecto de la
circunstancia agravante referida al motivo abyecto o fútil, no
discernido ni probado por la parte que tenía la pretensión
punitiva.

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No obstante, y como quiera que en la tasación de la


pena accesoria de inhabilitación para el ejercicio de derechos
y funciones públicas el Tribunal incurrió en un error al
tasarla por el término que excede los límites fijados por el
legislador, la Corte modificara la decisión en el sentido de
rebajarla de 250 meses a 240 meses, plazo máximo
dispuesto en el artículo 51 del Código Penal15.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Penal, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la Ley,

RESUELVE:

PRIMERO: CASAR PARCIALMENTE, de manera


oficiosa, la sentencia proferida por el Tribunal Superior de
Bogotá el 10 de noviembre de 2016, contra WILLIAM
JIMÉNEZ CASTILLO, para fijar la pena accesoria de
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones
públicas en 240 meses.

SEGUNDO: CONFIRMAR en los demás aspectos la


sentencia proferida por el Tribunal Superior de Bogotá el 10
de noviembre de 2016.

15 Artículo 51: La inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas


tendrá una duración de cinco (5) a veinte (20) años salvo en el caso del inciso 3º del
artículo 52.

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Contra la presente decisión no procede recurso


alguno.

Notifíquese y cúmplase.

Presidente

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NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA

Secretaria

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