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Introducción.
Para acabar de ajustar se perdió el contacto con las ciencias naturales, en especial con la
física, una de las ciencias más dinámicas, la cual ha llegado a cuestionar y replantear la
representación misma del tiempo-espacio, las dos coordenadas del saber histórico.
Entretanto, los historiadores profesionales en general, con contadas excepciones se han
dedicado a aplicar de manera mecánica y rutinaria los instrumentos técnicos e
informáticos para producir y publicar incontables relatos históricos, que no conmueven
el saber tradicional del pasado, ni plantea retos para el presente y el futuro. Si se
preguntara a uno de estos profesionales acerca de la pertinencia de sus temas, la
contemporaneidad y grado de compromiso social y académico de sus preguntas, la
adecuación teórica de sus enfoques o por la conveniencia de sus procedimientos
metodológicos, probablemente nos conteste con un encogimiento de hombros, con una
sonrisa sardónica, o un sarcasmo. Ha vuelto a pasar lo mismo que observaba Lucien
Fevbre con respecto a la historia positivista, que se había vuelto tan segura del método
histórico, infalible, demoledor y tristemente célebre, en la labor de uniformización de
Este texto es un borrador de clase, que sólo es reproducido con miras al trabajo en la clase de
Metodología de la investigación histórica I, semestre 2001-2, y por lo tanto no puede ser reproducido por
fuera del grupo de estudiantes de dicha clase.
las representaciones del pasado, y enemigo de la vida. Esa falta de vitalidad científica se
palpa en los congresos, donde el ponente lee o expone su texto como una especie de
extraterrestre que no tiene nada que decirle al público asistente, porque cada uno tiene
su propio mundo, su objeto de investigación y sus fuentes.
En buena hora Edgar Morin, Richard Feynman, Georges Balandier, Ilya Prigogine,
entre otros pensadores, invitan a considerar el dinamismo histórico, a redefinir el objeto
de la física e invitan a las ciencias sociales a hacer lo mismo. Este ensayo intenta
recoger algunos de los elementos teóricos y epistemológicos de la "nueva ciencia"
desarrollados por dichos pensadores con el fin de encontrar nexos posibles y
experiencias exitosas de la física, que pueden ser apropiados, redefinidos y enriquecidos
por el análisis historiográfico. No sobra recalcar la provisionalidad de este primer
borrador, el cual se ciñe, por demás, a los autores en mención, y que sólo pretende
empezar un camino de encuentro con aquellos, con miras a una revisión de la
historiografía profesional en nuestro país.
Uno de los olvidos más frecuentes entre las personas que se dedican a las ciencias
sociales es sobre lo que en esencia define el concepto de ciencia. A veces se confunde
con un método sustentado en la experimentación y la comprobación, y se le atribuye
como objetivo básico la de establecer leyes. Esta ha sido por mucho tiempo la principal
objeción para aceptar la cientificidad de la historia.
Por el contrario, los mismos científicos de lo físico-natural tienen una noción mucho
más amplia de ciencia. El físico Richard Feynman pone como fundamento de la ciencia
la capacidad de "dudar de la veracidad de lo que nos es transmitido del pasado". En vez
de admitir las experiencias del pasado tal como nos llegan, busca nuevos caminos y
vuelve nuevamente a los hallazgos más firmes, incluso para echarlos por tierra. Asegura
Feynman:
El profesor Feynman hace otro llamado interesante cuando exige distinguir la ciencia de
las formas y procedimientos que se utilizan para desarrollarla. Eso es seudociencia, -
dice-, la idolatría del laboratorio, del experimento, de la forma tradicional en que se
hacen las cosas, de donde proviene una especie de tiranía intelectual a nombre de la
ciencia. Algo similar dirá Edgar Morin al referirse a la obsesión por la manipulación
tecnológica. Para Feynman solamente la ciencia "… contiene en sí misma la enseñanza
del peligro que reside en creer en la infalibilidad de los grandes maestros de las
generaciones anteriores".2
El doctor Feyman apenas intuía lo que los teóricos de la complejidad han concluido al
respecto. Georges Balandier, por ejemplo, plantea que la ciencia actual vive un
momento de incertidumbre, a pesar de sus éxitos instrumentales. La ciencia se encuentra
en un proceso de desmenuzación y multiplicación de las representaciones del mundo;
concomitante con una progresiva expansión de las preguntas -más que de las
respuestas-, y la identificación de posibles más que de la formulación de explicaciones
verdaderas. Los resultados del conocimiento científico se han vuelto más parciales y
precarios. Se admite que es imposible llegar a una descripción absolutamente lógica de
la totalidad del mundo y que siempre existirá la incompletud; se admite lo arbitrario del
que formula los conceptos (sus convenciones) y se vuelve a recuperar el valor de la
analogía y la metáfora. 3
Finalmente, la ciencia actual tiene una mayor interacción con su exterior; sus
proposiciones están ligadas a un medio, y ella misma es inseparable de una forma de
cultura determinada; la ciencia empieza a reencontrar los espacios de la tradición y del
mito. No se satisface con sus palabras y formalizaciones, sino que presta y contribuye a
la circulación de las metáforas y los símbolos; antropomorfiza, recurre a un animismo
de conveniencia. La epistemología es reavivada, se renueva la filosofía de las ciencias;
se interrogan los lenguajes, se efectúan itinerarios cruzados; se pierden los paradigmas.5
1
Feynman, Richard. Qué es la ciencia?. Charla del profesor Feynman en la Decimocuarta cinvención
anual de la Asociación Nacional de Profesores de Ciencias de los Estados Unidos, en 1966.
2
Ibid.
3
Balandier, Georges. El desorden, la teoría del caos y las ciencias sociales; elogio de la fecundidad del
movimiento. Barcelona: Gedisa, 1994. p. 56
4
Morin, Edgar. El método I. La naturaleza de la naturaleza. 3a Ed. Ediciones Cátedra, 1993. p. 412
?
Sennet, Richard. El declive del hombre público. Barcelona: Alfonso Impresores, 1978. p. 421
5
Balandier, Georges. Op. Cit. p. 40-41
Visión del mundo y ciencia
Regularmente se asocian las teorías científicas con algún tipo de opción epistemológica,
de una manera categórica. Así lo hace Alexandre Koiré al estudiar la revolución
científica de los siglos XVI y XVII, específicamente al estudiar las obras de Copérnico,
Kepler, Galilei y Newton. Koiré trata de clasificar a estos autores como racionalistas o
positivistas, entendiendo por racionalismo el ideal científico que hace énfasis en la
explicación de los fenómenos y sus causalidades, mientras que la segunda limita el
objeto de la ciencia al establecimiento de los hechos (fenomenalismo-empirismo) y el
establecimiento de leyes. Para Koiré, lo que permitió a estos pensadores renacentistas
llevar a cabo aquella revolución científica fue su lucha contra la concepción positivista.6
Según Gustavo Valencia, Newton se preocupó durante toda su vida por rebatir esta
forma de entender la gravitación universal y en los años finales de su vida excluirá
totalmente la atracción como efecto de una fuerza ejercida, sea mecánica o no mecánica
y propone una explicación basada en la presión que ejerce el éter, el cual llena los
espacios entre los cuerpos y del cual existen diferentes calidades. Así pues, Newton no
propuso una concepción de la gravitación como fenómeno real y verdadero.
Una y otra vez Newton intentará aclarar su concepción sobre la atracción hasta llegar a
considerar el término como intercambiable con el de “impulsión” o “propensión” y a
explicar que entendía aquélla sólo desde el punto de vista matemático. Su determinación
matemática de los efectos de la fuerza gravitacional jamás se vio comprometida por la
ausencia de una legitimación racional. Newton no se preocupó por explicar
racionalmente este fenómeno, sino de su cálculo matemático. De esta manera se rebate
la idea de un Newton racionalista. Pero asimismo la visión según la cual Newton es un
paradigma del positivismo es errónea, pues Newton negaba que la atracción fuera un
fenómeno real y verdadero. De esta manera se concluye que Newton no se puede
enmarcar en una otra opción epistemológica. Lo mismo podría decirse de cualquier
científico en cualquier época: sus logros en el ámbito científico poco tienen que ver con
sus posiciones epistemológicas, pues en general, el científico no es consciente, de las
implicaciones de sus teorías, las cuales desbordan sus propósitos iniciales, ni elabora
aquéllas para ratificar sus posiciones filosóficas, pues de hacerlo así tendría que hacerlo
a costa de distorsionar su objeto de estudio.
Como puede verse, las teorías científicas no logran desligarse del contexto social y
cultural en el que surgen, ni son del todo ingenuas en los aspectos político y religioso.
En determinados casos pueden llegar incluso a reforzar determinadas representaciones
no científicas del mundo.
Por su parte, Edgar Morin ha señalado cómo la física occidental viene cumpliendo un
papel de desencantamiento del universo, pues su método ha consistido en aislar los
fenómenos, sus causas y sus efectos. Al mismo tiempo, la física ha racionalizado todo
por la prueba y la verificación, y, manipulado la naturaleza, para arrancarle sus secretos,
produciendo un efecto de desnaturalización del universo. Según Morin: "La reducción y
la simplificación, necesarias para los análisis, se han convertido en los motores
fundamentales de la investigación y de la explicación, ocultando todo lo que no era
simplificable, es decir, todo lo que es desorden y desorganización". Más aún, se ha
privado al objeto observado de su entorno y de su observador, para eliminar las
perturbaciones, y las cosas se hicieron objetivas, inertes, inmóviles, inorganizadas,
irreales y abstractas. La materia terminó convertida en una unidad “indivisible”: el
átomo. El universo físico fue uniformizado, atomizado y anonimizado.7
Richard Sennet, considera que el siglo XIX, caracterizado por una secularización
drástica, se basaba más por un código de lo inmanente que de lo trascendente. En sus
palabras: "Lo inmanente, el instante, el hecho, constituían una realidad en sí misma y de
sí misma". Los hechos se hicieron más verosímiles que el sistema, abandonando el
esquema del siglo XVIII, para el cual la Naturaleza trascendía los fenómenos. Esta
forma de concebir el mundo rigió tanto para el estudio de los fenómenos sicológicos,
como los objetos físicos.8 Esto implicó un fetichismo de los objetos, una objetivación y
aislamiento de lo particular, que permitiría la manipulación.
Georges Balandier, de acuerdo con Morin considera que la "dinámica no lineal" tiende a
convertirse en la llave que dé acceso a otra comprensión de las cosas: “La naturaleza no
es lineal”. En lo sucesivo, la naturaleza, el mundo, no son considerados bajo el aspecto
de un orden en el seno del cual actúa el desorden, sino bajo el aspecto inverso: el de las
turbulencias, los movimientos en apariencia erráticos. Ya no se trata del proyecto de
captar la secuencia orden-desorden-orden, sino de interrogar al desorden (o al caos) en
cuanto tal, independientemente de su apoyo, de hacer comprensible lo imprevisible y, si
es posible, ulteriormente previsible.10
9
Morin, Edgar. Op. Cit. p. 415
10
Balandier, Georges. Op. Cit. p. 55
11
Real Academia de la Lengua. Diccionario de la lengua española. Vigésima primera edición. Madrid,
1992.
12
Balandier, Georges. Op. Cit p. 49-50
Boltzmann innova al proponer una definición probabilista de la entropía: hace de la
probabilidad el principio explicativo. La física de los gases le permite definir la entropía
de cada macroestado por el número de microestados correspondientes, a través de un
método estadístico. Según Balandier:
Con la "termodinámica no lineal" la cuestión cambia, pues esta última aborda los
sistemas lejos del equilibrio; se reconocen las llamadas "estructuras disipativas". La
disipación de energía y materia -generalmente ligadas con las ideas de pérdida de
rendimiento y de evolución hacia el desorden- llega a ser, lejos del equilibrio, fuente de
orden. “La disipación se encuentra en el origen de lo que podríamos denominar nuevos
estados de la materia”. Hay creación de orden a partir del desorden; el caos se ha vuelto
fecundo. Para Balandier: "La fluctuación actúa por amplificación: de origen local, en
lugar de experimentar una regresión, invade el sistema y termina por engendrar una
nueva estructura de orden; el punto crítico a partir del cual ese estado cualitativo es
posible recibe el nombre de bifurcación". Los puntos de bifurcación son los puntos de
inestabilidad de un sistema. Las fluctuaciones actúan tanto más en el seno de un sistema
cuanto más débil sea la integración de este; las fluctuaciones pueden extenderse y poco
a poco afectar el sistema en su totalidad. 14
Más allá del acrecentamiento del desorden, es necesario pues postular la formación de
un nuevo orden, de un pasaje a una mayor complejidad. Ha ahí una afirmación de la
autonomía del sistema, capaz de crear orden (organización) y sentido por sí mismo y
para sí mismo, afirmación que debilita la dependencia con respecto al medio. 15
Orden y desorden remiten a la relación entre el todo y las partes, entre lo uno y lo
múltiple, en los conjuntos de elementos. Hay desorden cuando los elementos de un
conjunto, formando parte de este conjunto, se comportan como si no formaran parte”;
introducen la contradicción. El desorden remite al elemento, donde reside su principio;
y las posibilidades de desorden aumentan en la proporción del grado de autonomía, de
individualidad, del que disponen las partes. El desorden puede ser destructor cuando los
elementos se disocian y tienden a no constituir más una estructura, una organización; el
desorden se vuelve creador cuando produce una pérdida de orden acompañada de una
ganancia de orden, que es generador de un orden nuevo reemplazante del antiguo y
puede ser superior a él. 16
13
Ibid. p. 51
14
Ibid. p. 51
15
Ibid. p. 53-54
16
Ibid. p. 44
De esta manera, la física ha llegado a plantearse incluso el problema histórico, y ofrece
lecciones sobre la importancia de introducir el problema del tiempo, para hacer una
historia dinámica, de cambios y permanencias:
Mario Bunge mostró cómo existen dos posiciones sobre la causalidad. Una que niega el
azar y asegura que mirando el pasado con atención y astucia se puede leer el futuro. La
segunda encabezada por economistas y físicos es la de que el comportamiento de la
Bolsa, los electrones, fotones, átomos y moléculas es probabilista. Según Bunge: "En
otras palabras, estas cosas se comportan legalmente, pero sus leyes no son del tipo de
las leyes de la mecánica celeste ni de los proyectiles, sino probabilistas. Por lo tanto, no
nos permiten predecir con certeza qué va a pasar, sino sólo la probabilidad de que algo
pase". Algo similar sucede con los genetistas: las combinaciones de los genes de dos
progenitores durante el proceso de fertilización del huevo se combinan al azar. De estos
ejemplos concluye Bunge que "… el azar no es un mero nombre que damos a la
ignorancia o incertidumbre, sino un aspecto del mundo real".18
¿Transposición de método?
Aquí surge el problema del método. Quizás es el momento de realizar una espiral
semejante a la de Morin, para el caso de la historia. El método consiste primero en
negar, resistirse a las palabras clave, al pensamiento cerrado, a la reificación idealista en
la que la idea toma el lugar de lo real, a la racionalización, a toda reducción. Pero es
preciso no dejarse encerrar en nociones que, liberadoras en un principio deconstructor,
resultan aprisionadoras en el estadio reconstructor. "Todo lo que no lleva la marca del
desorden y del sujeto es insignificante y mutilante", elimina la existencia, el ser, la
creación, la vida, la libertad, y toda eliminación de estos elementos es demencia
racionalizadora. Organización sin desorden es el sojuzgamiento absoluto. En palabras
de Morin: "Es necesario temer no el desorden, sino el temor al desorden, no al sujeto,
sino a la subjetividad débil que se toma por objetividad".19
17
Ibid. p. 52
18
Bunge, Mario. “Azar, causalidad, caos y accidente”. En: Dominical. El Colombiano. Medellín,
domingo 25 de agosto de 1996. p. 11
19
Morin, Edgar. Op. Cit. p. 434
A la historia lo que le interesa es restituir a las sociedades la dimensión del tiempo,
porque el tiempo está en ellas, tiene una omnipresencia, y ejerce en ellas un acción
constante, identificable bajo dos aspectos contradictorios: por un lado, la tensión hacia
el equilibrio, la búsqueda de la conservación hacia el Estado; por el otro la apertura
hacia un futuro, la capacidad adquirida lejos del equilibrio, la parte aleatoria que
produce lo nuevo.20 En nuestra historia nacional y regional, por ejemplo es muy
frecuente estudiar el orden, es decir, el Estado, la sociedad y su normatividad, como
estadios perfectos, en donde no se inmiscuyen elementos disociadores o estructuras
disipativas, como la delincuencia, los locos, la falta de recepción de la norma, la
conflictividad cotidiana de la sociedad.
Según Morin, en la teoría social actual se intenta construir una sociología dinámica,
generativa; que presta mayor atención a las transformaciones, el movimiento y la
incertidumbre. La historia tiene aquí un lugar privilegiado: pone de manifiesto
configuraciones sociales trastocadas, reorganizaciones en marcha, apariciones de lo
inédito; rompe la ilusión de la larga permanencia en las sociedades, las cuales son
tomadas como obras colectivas jamás logradas y siempre por continuar; muestra los
efectos de las relaciones externas, del ambiente, en los ordenamientos internos de las
sociedades. La dinámica del adentro y del afuera se presentan como inseparables. 22
Cuando se percibe que lo social entra en la physis y que esta a su vez es determinada por
el observador, la ciencia social se convierte en una ciencia física y la ciencia física se
convierte en ciencia del hombre. No se puede continuar con la simplificación, se hace
preciso elevarse a un megasistema de pensamiento; se está constreñido a la
complejidad, "… es decir al duro trabajo de la elaboración de una ciencia que a partir de
ahora tiene una doble o múltiple entrada ( de la que siempre hay una entrada física y una
entrada antropo-sociológica), un doble foco (el objeto y el sujeto)". 26
24
Balandier, Georges. Op. Cit. p. 60
25
Bunge, Mario. Op. Cit. p. 11
26
Morin, Edgar. Op. Cit. p. 423
27
Balandier, Georges. Op. Cit. p. 61
conjunto de muñecos o títeres, ordenados para cumplir con un guión. El ser
humano también se plantea nuevamente, como un sistema físico, un sistema
biológico y térmico, que forma parte de un megasistema que es la sociedad
y como un instante de la especie humana. Somos seres organizados de
forma comunicacional/informacional, sapiens y demens a la vez, que trata
de organizar el desorden en orden y el ruido en información, pero
atravesado por pulsiones, deseos, éxtasis, fervores, adoraciones y
esperanzas. Hay sensatez en la locura y locura en la sensatez. La humanidad
no aparece como desligada de la naturaleza, pues a pesar de miles de años
de regulación, en la historia humana hay demasiada turbulencia; la historia
no se asemeja a la repetición biológica, sino al desorden físico y las
cosmogénesis.28
28
Morin, Edgar. Op. Cit. p. 416-419
29
Balandier, Georges. Op. Cit. p. 64
30
Ibid. p. 64
31
Morin, Edgar. Op. Cit. p. 430
El paradigma de complejidad es difícil de comprender a los ojos del viejo paradigma
simplificador, porque el principio sobre el que se erige el nuevo paradigma, acoge lo
que era evidentemente repulsivo, mezcla lo que estaba separado, y rompe con la lógica
establecida. El antiguo paradigma niega por ejemplo, la evidencia de que somos seres a
la vez físico-biológicos y humanos, y a partir de ahí no puede acceder a la
complejidad.32
Existen suficientes motivos para intentar captar los conceptos biofísicos para el análisis
histórico. Algunos han sido mencionados anteriormente. Quizás vale la pena también
advertir, que dichos conceptos deben ser resignificados, dentro de un paradigma de
complejidad, so riesgo de cosificarse, como ha sucedido con prestamos anteriores. Debe
recordarse la palabras de Morin cuando señala que: "… al unir conceptos dispares y
antagónicos, el pensamiento complejo procura transformar una disyunción o alternativa
en una unión o unidad compleja, sin tratar de simplificarla".
Se trata de pensar conjuntamente sin incoherencias dos ideas que sin embargo son
contrarias. Para ello no basta con asociar lo antagónico, sino considerar el carácter
mismo de la asociación; no sólo relativización de los términos, sino su integración a un
meta-sistema:
32
Ibid. p. 431
33
Ibid. p. 426
34
Ibid. p. 427-429
Se puede aplicar a las sociedades el principio de "entropía" en su forma
estadística: todo sistema tiende hacia su estado más probable y este estado
corresponde al desorden máximo para el sistema, utilizable en los casos de
poblaciones numerosas, en razón de su carácter probabilista. La idea de
"orden por fluctuaciones" es adaptable al campo de lo social que se muestra
como realización por aproximación, por el juego de equilibrios y ajustes
precarios. El poder (el centro) no tiene nunca un dominio completo. La
institución sustenta en su exterior la impresión de una capacidad de orden
que no posee plenamente. La idea de "bifurcación" también puede ser
traspuesta y ya se ha utilizado. Esta idea limita la influencia de los
determinismos sociales, permite situar puntos de libertad, identificar
posibles.
Pero quizás la mayor lección de la ciencia actual es que hay que interrogar más el
conocimiento que produce y definir mejor lo arbitrario a partir del dialoga con la
naturaleza. Las ciencias sociales deben definir su propia arbitrariedad, para situar mejor
el trabajo del desorden. Con la certidumbre de que ningún poder podrá abolir el
desorden por una política de las cosas (racionalidad totalmente dominadora del mundo),
una política de los seres (gobierno absoluto y total), una política de las ideas
(despotismo de la conformidad).35
35
Balandier, Georges. Ibid. p. 74
36
Ibid. p. 52