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Por cierto tal especulación podría dar lugar a un cúmulo de tratados epistemológicos cuyo
carácter desborda este trabajo. Por eso adoptaremos en cambio lo que el psicólogo Edward de
Bono (1991) denomina "provocación operativa" o, también, "idea trampolín".
Una provocación operativa no es más que una idea arbitraria que se postula no ya por su
supuesto valor de verdad inicial sino por su potencialidad de conducir a otra idea cuyo valor
preliminar es, en principio, incierto. Nuestra provocación operativa resulta entonces la siguiente:
«La imaginación es la punta de la flecha que guía al proceso del pensamiento»
La actividad exploratoria de la imaginación construye el horizonte al cual se dirigen las potencias
intelectuales del pensamiento para su plasmación.
Esta particular "sociedad mental" a veces genera logros o productos variados más o menos
tangibles y a veces simplemente se agota en los juegos mentales del ensueño y la fantasía.
Pero siempre parecen exhibir un patrón común: la imaginación le "confiere norte" a las potencias
del pensamiento para ponerlo en acción.
A veces, la imaginación no solo confiere norte al pensamiento, sino también la inventiva necesaria
para que éste termine siendo operativo.
4. Más allá de las lógicas asociativas o de las ocurrencias caprichosas, lo cierto es que a
veces el pensamiento parece arribar a una zona en que nuestra atención interior parece
preferir continuar. Una de esas posibilidades está dada por los ensueños diurnos o el soñar
despierto, tema que se desarrollará con mayor detalle en la próxima sección.
5. Por último, la otra línea que parece estar implicada en el flujo del pensamiento es la
deliberada y/o propositiva, pero esta es -precisamente- la que correspondería a la
categoría de "proceso orientado a metas y sujeto a reglas", postulada en el texto del
Profesor Gustavo González, de la que ya se trató en detalle.
Con independencia del proceso interno de pensamiento en que los diferentes afluentes y
confluentes siguen su curso, algo de la estructura de esos procesos puede también advertirse de
un modo más objetivo a través del simple expediente de observar una conversación típica de un
grupo de amigos.
En efecto, si prestamos atención descubriremos que las conversaciones grupales suelen arrancar
con algún tema fortuito introducido por alguno de los participantes y progresar luego de diferentes
modos:
La conversación puede, por ejemplo, centrarse en profundizar el mismo tema bajo diferentes
modos. Pero también el decurso de ese tratamiento puede bifurcarse por vía asociativa hacia
cualquier otro asunto que venga a colación. Otra alternativa es que el flujo sea interrumpido por
algún hecho perceptual ajeno a lo que se viene conversando, tal como la irrupción o los dichos de
otra persona, o la emergencia de un ruido, música o cualquier otro hecho que aparezca en la
situación. Por último, también es dable observar que existen momentos en las tramas discursivas
grupales donde las conversaciones languidecen y ceden paso a un silencio grupal que suele ser
prontamente interrumpido por una nueva ocurrencia de algún participante, que instaura así un
nuevo ciclo conversacional.
Nótese entonces que en una conversación trivial de la vida cotidiana se verifican los mismos tipos
de afluencias y confluencias que acontecen en el pensamiento interior silencioso y solitario. Esto
es: la lógica asociativa perceptual e ideativa, la irrupción ocurrente del azar y la profundización en
un tema al que se decide sostener aplicando una mayor carga atencional.
Para finalizar, trascribimos un breve fragmento en clave psicoliteraria que ilustra algo de lo que se
ha venido tratando:
Tomo prestada la expresión “tráfico de la mente” de Gordon Rattray Taylor, quien la refiere en "El
cerebro y la mente: una realidad y un enigma". El tráfico de la mente sugiere calles y avenidas.
Pasadizos y atajos. Un microsistema circulatorio por donde se desplazan ideas, sensaciones,
recuerdos. O vaya a saber qué. Ideas que van y vienen. Como en los ríos: afluencias y
confluencias. Fusiones. Siempre parece un laberinto brumoso. No es posible saber si será como
un asfalto donde se despliegan partes sustantivas, o como ríos vírgenes donde las aguas se
mezclan. Pienso en solutos y solventes. En angustias que se fueron disolviendo. O se
evaporaron. O se enquistaron como callosidades y están a la espera de un removedor. Como si
la mente pudiera oxidarse. El hilo de los pensamientos. ¿Habrá alguna Ariadna en la mente
cuyos hilos permitan desandar el camino? ¿Por qué extrañas avenidas de la mente viajarán los
recuerdos que se guardan y que vuelven? ¿Los almacenes de la memoria? ¿Almacenes o bases
de datos? ¿O parcelas del inasible alma? El inasible tráfico de la mente (2014)
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