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Tribuna

ADOLESCENTES, VÍCTIMAS DE UN DELITO VIEJO CON FORMAS NUEVAS1


Existen estrategias perversamente actualizadas para introducir a niñas y jóvenes en la
prostitución, una lacra mucho más extendida de lo que se cree.

Por Eva Giberti.2

Las adolescentes actuales son muy distintas de aquellas que conocimos en décadas anteriores.
La reiteración de descripciones que aparecen en el consultorio advierte acerca de un estilo que
algunas adolescentes ensayan imprudentemente.

Los padres dicen: "La nena, de dieciséis años, empezó a comprarse ropa para la cual nosotros
no le dábamos dinero. Ella decía que se la ganaba haciendo apuestas con sus compañeras.
Hasta que revisamos sus mensajes de texto y llamamos a un número de teléfono que se
repetía. Nos encontramos con la voz de un tipo..."

Empezaba la desconfianza familiar acerca de las amistades de la adolescente. Por fin


rastrearon una dirección: la hija posaba para fotografías "artísticas", sin duda utilizadas en
pornografía.

Cuando -tiempo atrás- escuché la primera consulta, supuse que el sistema debía haberse
instalado exitosamente siguiendo una estrategia habitual de los rufianes, para involucrar a
niñas y adolescentes.

Otros padres lograron que sus hijas contaran cómo se produce el acercamiento, cuando
diariamente las adolescentes salen de sus escuelas. Aparece un sujeto que se acerca a una que
camina sin compañía y le explica que es promotor de un programa de TV que está por
comenzar y para el que están buscando "caras perfectas" como la de ella. Entrega su tarjeta
con un nombre supuesto y un número de celular al cual la adolescente deberá llamar; a partir
de allí, la invitan al estudio para hacer las pruebas. En otras oportunidades se las cita en un
departamento, preparado como una oficina: desde allí se la trasladará a la zona dedicada a la
serie de fotografías.

La necesidad de contar con la confianza de la adolescente determina que le paguen por cada
sesión de fotos. Paulatinamente van detectando si están ante una muchacha que transigirá con
encuentros sexuales "presentada a personas importantes y confiables".

Enfrentamos la estrategia del engaño a partir de la vulnerabilidad del psiquismo de algunas


adolescentes, copado -en el cabal sentido de la palabra- por el anhelo de disponer de dinero o
seducidas ante la promesa de iniciarse como modelos eludiendo la carrera profesional.

1
Publicado en Diario Clarín. “Opinión”. Jueves 12 de octubre de 2006.
2
Coordinadora del Programa Las Víctimas Contra Las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación.

Programa Las Víctimas Contra las Violencias


Av. España 2591 - 4° piso (011) 4132-3450
1
Estos procedimientos existieron en el pasado y se diferencian de los actuales por la consulta
psicológica, ya que los padres preguntan "por qué aceptó hacer eso si nosotros le inculcamos
valores morales".

Pero las adolescentes no sólo han sido orientadas según las pautas familiares, sino por la
educación informal de los medios de comunicación, de la naturalización de los cuerpos
exhibidos provocativamente, de los diálogos con las compañeras y de los propios hogares
admirados ante los éxitos que el dinero fácil propicia y los halagos que la femineidad
atilingada obtiene.

Este delito puede ser el inicio de la denominada trata de personas, que antiguamente se
conocía como trata de blancas. Entre 1870 y la Primera Guerra Mundial, Buenos Aires era
conocida internacionalmente por la presencia de mujeres europeas que poblaron sus burdeles.
Años más tarde, Raquel Lieberman, huyendo de una de las redes prostibularias, planteó su
denuncia ante el Comisario Julio Alsogaray, quien en 1926 desmanteló una de las
organizaciones más poderosas de la trata conocida como la Zwi Migdal, o Gran Fuerza. Las
mujeres habían sido "importadas" desde Europa mediante promesas de matrimonio y de
trabajo y una vez en nuestro país, incorporadas en la trata, es decir, víctimas de captación,
secuestro, traslado a otro país o provincia, privación de libertad y obligación -mediante la
violencia- de prostituirse. En 1915, la sanción de la ley contra la trata de blancas lograda por
Alfredo Palacios y la prostitución de niñas y adolescentes y el rufianismo, se incorporaron en
el Código Penal.

¿Por qué se denominó "trata de blancas"? En el siglo XVII se comenzó a hablar de "tráfico de
negros" debido al secuestro y traslado de los pobladores tribales provenientes de África,
esclavizados por los mercaderes que arrasaban aquellas comunidades. Por extensión del
lenguaje, se impuso la expresión "trata de blancas" para clasificar a las mujeres destinadas a
ser prostituidas por los rufianes que las esclavizaban. Continúan utilizando esta expresión
quienes discriminan a las personas de etnias "negras". La expresión "trata de blancas"
actualmente transparenta el ejercicio de poder simbólico que ensayan determinados varones
que mediante el lenguaje asocian a las mujeres con aquellas "blancas”.

El delito se denomina trata de personas, sin referencia al color de la piel, y los documentos
internacionales son explícitos: hablan de trata de personas, especialmente mujeres y niñas.

Las adolescentes curiosas, anhelantes de novedades y seguras de sí mismas, arriesgan


involucrarse en la trata puesto que carecen de recursos mentales y emocionales para discernir
el riesgo de su proceder.

Estamos frente a un segmento de la adolescencia que se insertó en un mundo de donde


provienen peligros nuevos para ellas, acusaciones contra los jóvenes, falta de oportunidades,
el individualismo como modelo cronificado, las sustancias o drogas preparadas para que se
intoxiquen y el incremento de expertos en prostituir. Es posible explicarles qué significa ser
víctima de prostitución -de la cual los rufianes obtienen el máximo provecho económico- y de
la trata de personas, que constituye uno de los negocios más significativos del mundo actual y
contra el cual luchan coaliciones internacionales.

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Las que arriesgan "probar" obtener dinero de la mano de falsos promotores de espectáculos o
actividades artísticas de origen desconocido, no imaginan a qué mundo de horror se acercan.

Antes de conversar preventivamente con las adolescentes, será preciso asumir que el caudal
de víctimas que hoy forman parte de la esclavitud que este delito impone constituye una
realidad insoslayable, aunque algunos lectores piensen que esta advertencia constituye una
exageración.

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