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A Teófilo con amor
Lucas 1:1–4
“Me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas
desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo” (Lucas 1:3)
AUTOR Y FECHA
Es así como Lucas, autor humano del tercero de los cuatro evangelios, presenta su
propósito y plan. Es cierto que no empieza como muchos libros de la Biblia, porque el
escritor no menciona su nombre ni al principio ni en el resto de su obra. Sólo aparece el
término “Lucas” en algunas de los escritos de Pablo (Colosenses 4:14; 2 Timoteo 4:11;
Filemón 24). Sin embargo, esas referencias y otras, estableciendo su relación íntima con el
gran apóstol de los gentiles, nos ayudan a identificar la paternidad literaria del tercer
evangelio.
Parece que no hay quien niegue la relación que existe entre el libro de los Hechos y el
que estamos por estudiar. En primer lugar, se nota que los dos se dirigen a una misma
persona, Teófilo (Lucas 1:1; Hechos 1:1). Además, en múltiples versículos, el autor de los
Hechos se identifica como compañero de Pablo, utilizando la primera persona plural
“nosotros”. Obviamente hubo otros que acompañaron a Pablo, pero la mayoría de ellos se
eliminan como autores, debido a lo que dice Hechos 20:4–5. Lucas es el preferido por la
mayoría de los eruditos bíblicos.
Se cita también la semejanza que hay entre los vocablos que se usan en los dos libros.
Incluso, nos llama la atención el vocabulario médico, el cual va completamente de acuerdo
con el título de “el médico amado” que le da Pablo al autor en Colosenses 4:14. La
deducción consiguiente es que Lucas fue el autor humano de los dos libros. Siendo gentil,
sus libros son los únicos en toda la Biblia no escritos por un judío. Se dice, sin mucha
evidencia que lo apoye, que Lucas era pintor. Aunque no lo estampó en lienzo, lo cierto es
que supo describir muy acertadamente con palabras la bella historia de Cristo.
Puesto que el libro de los Hechos fue el segundo tomo proveniente de la pluma de
Lucas, probablemente escrito a finales del año 61 d.C., el evangelio que nos ocupa debe
haberse escrito antes, alrededor de 58 d.C. Esta fecha más o menos concuerda con el tiempo
del encarcelamiento de Pablo en Cesarea (Hechos 27:1). Entonces, el médico amado no
contaba con el manuscrito de Marcos, quien no terminó su libro, sino hasta el año 67 o 68,
después de la muerte de Pedro.
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PROPÓSITO Y PLAN
Lucas tenía el deseo de confirmar en la fe a su amigo Teófilo, hecho que dio origen al
tercer evangelio y al libro de los Hechos. Aparentemente el destinatario era un alto oficial
griego y, lo que es más importante, creyente.
Su propósito principal al escribirle, y por ende a nosotros, era presentar a nuestro Señor
Jesucristo como el Hijo del Hombre. Esa frase clave aparece veintiséis veces en el libro. Su
importancia está en que hace hincapié en la humanidad perfecta de la segunda persona de la
Trinidad. En contraste, la frase “Hijo de Dios” enfatiza su deidad. (Véase la nota del Dr.
Scofield en su Biblia anotada, p. 808.) Los estudiantes de la Biblia acostumbran distinguir
los cuatro evangelios por el énfasis que hacen en determinado aspecto de la personalidad
del Señor. Es decir, Mateo presenta a Cristo como el prometido “Rey de Israel”, Marcos
como el gran “Siervo de Jehová”, Juan, con la frase “Hijo de Dios”, hace hincapié en su
deidad, mientras que Lucas lo considera “Hijo del Hombre”. Este último quiere hacernos
ver al Hombre perfecto que rescata a los hombres imperfectos (19:10).
JESUCRISTO:
VERDADERO HOMBRE,
VERDADERO DIOS.
El tema del rescate o redención es parte importante del enfoque que presenta el médico
Lucas, quien muestra un gran interés en mostrar la gloriosa obra de nuestro Redentor. Es en
su evangelio donde encontramos por primera vez en el Nuevo Testamento el término
“redimido” (1:68).
RASGOS DISTINTIVOS
De acuerdo con la dirección del Espíritu Santo, la personalidad y el propósito del autor
humano, cada libro de la Biblia tiene características distintivas. Cabe aquí hacer una breve
consideración de este evangelio.
La humanidad de Cristo
Es de esperarse que este evangelio, reconocido como el de la humanidad perfecta de
Cristo, presente detalles muy específicos acerca del nacimiento de nuestro Señor. Además,
ofrece más información que los demás sinópticos acerca de su juventud, desarrollo, y vida
doméstica y social. El relato de su natividad y los eventos asociados con ella (1:26–2:38) es
bien conocido. Menciona la sujeción ejemplar del Salvador a la autoridad de sus padres
(2:51). Hay evidencias de que mostraba gozo (10:21) y tristeza (19:41). En repetidas
ocasiones comió con: Simón (7:36–50), Marta y María (10:38–42), otro fariseo (11:37–52),
el gobernante fariseo (14:1–24), Zaqueo, en su casa (19:1–10) y al final, en un evento
posterior a su resurrección, pescado con sus discípulos (24:41–43).
La oración
En nueve diferentes pasajes (3:21, 5:15–16; 6:12; 9:18, 29; 10:17, 21; 11:1; 22:39–46;
23:34, 46), Lucas cita las oraciones que nuestro Señor Jesucristo hizo en tiempos críticos de
su vida. Siete de las nueve ocasiones se encuentran solamente en este tercer evangelio.
Además, el autor relata que el Señor dijo a Pedro: “pero yo he rogado por ti” (22:32).
De acuerdo con ese énfasis en la oración, Lucas cita las exhortaciones que nuestro
Señor hizo con respecto a ella. La parábola del fariseo y el publicano (18:9–14), citada
solamente en este evangelio, enseña la importancia que tiene.
ORAR SIEMPRE,
Y NO DESMAYAR.
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¡PENSEMOS!
En Cristo y la oración. Es conveniente reflexionar en la
gran importancia que tiene la oración, ya que Cristo mismo
la practicaba, enseñanado y exhortando a sus discípulos
para que también lo hicieran. Observe las exhortaciones que
hace el Señor en los siguientes pasajes:
6:28:____________________________________________
10:2:____________________________________________
11:9–13:_________________________________________
18:1:____________________________________________
22:40, 46_________________________________________
Alabanza
Debido a las múltiples ocasiones en que menciona la frase “glorificando y alabando a
Dios” (2:20), parece que Lucas es el primer gran himnólogo del cristianismo. No es que
fuera músico, sino que como instrumento del Espíritu Santo, preservó en los capítulos 1 y
2, cinco importantes canciones sagradas. Se ha dicho que son a la vez los últimos salmos
hebreos y los primeros himnos cristianos. A través de sus veinticuatro capítulos, se aprecia
en su evangelio el doble hilo del gozo y la alabanza, el cual principia en Lucas 1:9, donde
se hace referencia al sacerdote que ofrecía el incienso y termina su libro con una nota final:
“y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén” (24:53).
Vida social
Con palabras, Lucas “pinta” la vida social de aquellos días y la participación de nuestro
Señor en ella. Las ocasiones que pasó en casa de los tres hermanos de Betania (10:37–42),
con Zaqueo (Lucas 19:1–10) y en el camino a Emaús (24:13–32) reflejan ese énfasis.
Muchas de las parábolas contenidas en este evangelio describen detalles de la vida
cotidiana.
Es notable la atención que el autor pone en los temas de escasez y abundancia, pobreza
y riqueza. No es su propósito enseñar el supuesto mérito de ser pobre ni la inconveniencia
de ser rico. Sin embargo, parece comunicar que aunque la pobreza no constituye una
desventaja espiritual, es posible que la riqueza, sí lo sea (14:16–24; 18:18–25).
Como artista que pintaba con palabras, son muchos los retratos que nos presenta de las
mujeres que aparecen en el relato bíblico de los tiempos de Jesucristo. Elisabet y la Virgen
(Lucas 1 y 2), Ana (Lucas 2), Marta y María (Lucas 10), María Magdalena, Juana y Susana
(8:2–3). La palabra “mujer” aparece más de 40 veces, y es de notarse que no haya ninguna
indicación histórica de que alguna se haya opuesto a Cristo durante su ministerio terrenal.
Es impresionante que en una época en la que los gentiles por lo regular degradaban a la
mujer (los rabíes, líderes religiosos del judaísmo, daban gracias a Dios porque “no habían
sido creados como mujeres”), Cristo la elevó a su debido lugar social y espiritual.
Vocabulario médico
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Como es de esperarse, la obra literaria de alguien a quien se llama “el médico amado”
(Colosenses 4:14), contiene muchos términos médicos. Esta es otra indicación de que el
Espíritu Santo usó la personalidad, preparación y profesión de los autores humanos de las
Sagradas Escrituras, y sabemos que Dios los guió en la selección de palabras para evitar
que cometieran errores. El resultado es que nuestra Biblia es inspirada e infalible,
totalmente libre de errores.
Un buen ejemplo del uso de términos relacionados con su profesión, lo encontramos en
el relato del buen samaritano (10:25–37). Solamente Lucas narra esta historia y la presenta
mostrando gran interés y atención profesional. Considere las expresiones “medio muerto”
(10:30), “vendó sus heridas, echándoles aceite y vino” y “cuidó de él” (10:34).
Igual tendencia se nota en Lucas 16:19–28 donde cuenta la historia del rico y Lázaro.
Se observan frases y términos como “lleno de llagas”, “refresque”, y “atormentado”. Las
últimas dos palabras eran comunes en la literatura médica de esa época, la última
refiriéndose al dolor y la primera al alivio. Bastan estos ejemplos para indicar que Lucas
tenía mentalidad médica.
BOSQUEJO BÁSICO DEL LIBRO
Perfacio 1:1–4
A. Advenimiento del Hijo del 1:5–2:52
B. Hombre 3:1–4:13
C. Preparación del Hijo del Hombre 4:14–19:27
D. Ministerio del Hijo del Hombre 4:14–9:50
E. 1. En Galilea 9:51–19:27
2. En Judea 19:28–23:56
Sufrimiento y muerte del Hijo del 24:1–53
Hombre
Resurrección y ascensión del Hijo
del Hombre
PREFACIO 1:1–4
Un prefacio es una introducción. En breves palabras, el autor presenta las circunstancias
que le impulsaron a escribir. Esta sección se puede resumir en tres palabras: pensamiento,
procedimiento, propósito.
Pensamiento
Por la frase: “me ha parecido también a mí” (1:3), es obvio que el autor había pensado
mucho en el asunto. Refleja que había considerado Io que otros habían expuesto y decide
“poner en orden la historia” (1:1). Reconoce que ni él ni otros habían inventado la historia,
sino que procedía de testigos fidedignos: “Lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la
palabra” (1:2).
Procedimiento
Lucas escribe que había averiguado y comprobado su veracidad: “después de haber
investigado con diligencia” (1:3). No se basó en rumores. Además, declara que su relato se
presentará no en forma confusa, como “ya muchos han tratado” (1:1). A propósito, esa
frase no hace referencia a los demás evangelios que incluye nuestra Biblia (Mateo, Marcos
y Juan), sino a otras “historias” que andaban circulando en aquel entonces. Lucas promete
escribir metódicamente.
Propósito
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No le cabía duda alguna en cuanto a la razón que tenía para escribir el libro. Quería que
su amigo Teófilo conociera la verdad por escrito (1:4). Con el libro en la mano, por decirlo
así, Teófilo podría repasar sus bellísimos detalles. ¡Gracias a Dios por alguien como Lucas,
que quiso instruir a su amigo Teófilo! Somos nosotros, los lectores modernos, los que
podemos ahora aprovechar esta fuente de información divina.
“PARA QUE CONOZCAS BIEN
LA VERDAD”.
¡PENSEMOS!
¿Cómo recibimos el mensaje de Dios? La Biblia, la
Palabra divina, no nos cayó del cielo ya como un libro. Claro
que como su nombre lo indica, es “de Dios”. Lea 2 Timoteo
3:16. Por otra parte, 2 Pedro 1:21 indica que los
instrumentos humanos que Dios usó fueron controlados por
el Espíritu Santo. Lucas, el médico amado no escribió
solamente sus propios pensamientos o ideas, sino que fue
guiado por el Espíritu Santo, quien preservó y presentó lo
que Dios deseaba que tuviéramos. Lo mismo sucedió con los
demás autores humanos de las Sagradas Escrituras; el
resultado es un libro totalmente confiable.
2
Primer anuncio importante
Lucas 1:5–25
“No temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer … te dará a luz un hijo. (Lucas 1:13)
Es evidente que nuestro Dios se complace en revelarse al hombre. Este es precisamente
el propósito de la Biblia. A través de ella, él se ha comunicado con los hombres de todas las
épocas, aun con nosotros, los del siglo veinte.
A fin de que hubiera una fuente fidedigna, consecuente y universal que contuviera el
conocimiento del Ser Supremo, él escogió usar palabras escritas, las cuales son producto
del Espíritu Santo y describen los eventos históricos que Dios decidió que conociéramos.
Entre ellos están algunos casos del Antiguo Testamento en que él se comunicó
directamente con el hombre, como por ejemplo cuando habló con Abraham, el joven
Samuel y Gedeón. Por supuesto que en aquel entonces no existía la palabra de Dios por
escrito ni la Biblia tal como la conocemos hoy. En la actualidad, todo lo que sabemos de
Dios y de su voluntad para nosotros lo conocemos a través de la revelación que contiene la
Biblia.
El primer capítulo del evangelio de Lucas presenta dos ejemplos de la intervención
directa de Dios, y ambos se relacionan con dos eventos milagrosos.
JUAN EL BAUTISTA
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El autor nos proporciona varios detalles interesantes. En primer lugar, cuando cita al rey
Herodes, establece la época en que sucedieron los eventos. Herodes el Grande fue rey de
Judea durante casi 45 años. Por su nombre sabemos que era judío, pero en realidad su
familia era idumea. Su largo reinado se mantuvo gracias al apoyo del imperio romano. Es
muy conocido por la infame orden que dio de degollar a los infantes de su época.
Pero son de mayor importancia las observaciones que se hacen respecto a los padres de
Juan. Se nos informa que Zacarías, el padre, era sacerdote de “la clase de Abías” (1:5).
Hacía muchos años que el rey David había dividido a los sacerdotes en veinticuatro grupos
(1 Crónicas 24:7–18). Cada uno de ellos tomó el nombre de su líder y se turnaban para
trabajar en el templo. Al parecer, era así hasta los tiempos del Nuevo Testamento. Por su
lado, su madre Elisabet era descendiente de Aarón y por lo tanto, también pertenecía al
linaje de los sacerdotes.
Gracias a Dios que esa pareja no era religiosa sólo de nombre: ”Ambos eran justos
delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del
Señor” (1:6). ¡Qué ambiente familiar tan ideal, ambos padres viviendo a la luz de lo que
Dios había dicho! Obviamente, el hecho de vivir en semejante comunión con el Señor no
elimina que existan los problemas.
AMBOS ERAN JUSTOS
E IRREPRENSIBLES
Al igual que sus famosos antepasados Abraham y Sara, esta pareja había llegado a edad
bastante avanzada sin tener familia. Debido a las costumbres de aquella época, sin duda que
esto les era bastante penoso.
¡PENSEMOS!
No, el andar cerca de Dios no descarta la posibilidad de
tener problemas y tensiones en la familia. Sin embargo,
andar con él nos da poder para resolver las situaciones
difíciles. El Señor nos da los recursos para enfrentar las
dificultades. Uno de ellos es la oración, como veremos
enseguida (1:13).
Cabe notar aquí la manera en que Dios arregló los detalles para cumplir su perfecto
plan. Ya vimos que Zacarías era sacerdote y que el líder de su orden en la época del rey
David había sido Abías. En el decurso del tiempo y según la rutina que se observaba, tocó
precisamente a su orden servir en el templo el día que Dios decidió hablar con él.
Pero hay un detalle adicional: le tocaba “ofrecer el incienso” (1:9). Debido a la gran
cantidad de sacerdotes, este privilegio se asignaba por medio de “suertes”. Parece que esta
práctica era la acostumbrada para conocer la voluntad divina. Posiblemente se usaban
piedrecitas, una denominada “sí” y la otra “no”. No se sabe a ciencia cierta, pero se cree
que el famoso Urim y Tumim (Exodo 28:30) conocido como “el pectoral del juicio”,
contenía esos objetos. Aunque ya hacía muchos años que había desaparecido, persistía la
costumbre de echar suertes.
“LA SUERTE SE ECHA EN EL REGAZO; MAS
DE JEHOVÁ ES LA DECISIÓN DE ELLA”
(Proverbios 16:33).
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Podemos hacer dos observaciones al respecto. La primera, que Dios controla todas las
cosas.
La segunda, es que en la actualidad no tenemos que usar semejantes métodos. En aquel
entonces no existía la palabra de Dios por escrito tal y como nosotros la conocemos hoy. En
la actualidad, ella es nuestra fuente de instrucción, dirección y guía. Juntamente con la
oración, se combina para ofrecernos todo lo que necesitamos para conocer la voluntad de
Dios.
DIOS CONTROLA TODAS LAS COSAS
Ahora bien, regresemos a Zacarías y al tema del control divino sobre todas las cosas.
Debido al gran número de sacerdotes que había, el honor de ofrecer incienso les tocaba una
sola vez en la vida, y eso era por suerte. Zacarías jamás había tenido esa oportunidad ni la
tendría otra vez. El hecho de que le tocara el turno es un detalle adicional que confirma el
plan de Dios. Esta confluencia de eventos ocurrió justamente cuando Dios había decidido
hacerle un importante anuncio.
Fue así que cumpliendo con sus responsabilidades en el templo, se le apareció un ángel.
Más tarde se identificó como Gabriel (1:19). Como era de esperarse, Zacarías se asustó.
Hacía mucho tiempo que no se había dado este tipo de comunicación de parte de Dios al
hombre; no era un evento común y corriente. Sin embargo, en vez de ser una voz
condenatoria, lo primero que hizo el mensajero fue alabar la devoción de Zacarías.
La oración es un recurso que está a disposición del pueblo de Dios y puede usarse aún
en medio de tensiones y problemas. Evidentemente, Zacarías era hombre de oración.
Sin duda que la aparición y saludo del ángel espantaron al anciano sacerdote, pero no se
compara con la sorpresa que le causaron sus palabras, las cuales le anunciaron la venida de
un hijo a quien llamaría Juan, y añadió: “será grande delante de Dios” (v. 15). Además le
dio detalles del tipo de ministerio que ejercería su hijo.
Sería nazareo
Los nazareos se dedicaban a Dios. Parece que la palabra significa “separarse o
abstenerse” y se distingue del término nazareno, que significa “procedente de Nazaret”. Las
evidencias visibles de un nazareo era que nunca se cortaba el pelo y jamás comía uvas.
La Biblia menciona únicamente a dos hombres que fueron nazareos desde su
nacimiento: Sansón (Jueces 13:7) y Samuel (1 Samuel 1:11).
Sería lleno del Espíritu Santo
Todavía restaba a Gabriel mencionar otra cualidad más de Juan el Bautista. Le dijo que
desde el vientre de su madre, sería lleno del Espíritu Santo. Por supuesto que debido a esto,
sería grande delante de Dios y tendría un ministerio importantísimo. Más adelante,
observamos que “Elisabet fue llena del Espíritu Santo” (1:41) y “Zacarías su padre fue
lleno del Espíritu Santo” (1:67). ¡Toda la familia participaba de la misma bendición!
Este caso fue muy especial y diferente a como nosotros disfrutamos de la presencia de
esa divina persona en nuestra vida. Actualmente, el que es verdadero creyente, que ha
nacido de nuevo, que ha aceptado a Cristo como su Salvador, tiene al Espíritu Santo
(Romanos 5:5; 8:9). Nosotros tenemos el mismo poder de Juan: aquél desde el vientre de su
madre (debido a la soberana voluntad de Dios), pero nosotros, gracias al nuevo nacimiento.
¡PENSEMOS!
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3
Segundo anuncio importante
Lucas 1:26–80
“… Y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESUS. Este será grande, y será llamado Hijo
del Altísimo”. Lucas 1:31–32
¡Importantísimos versículos! Ni hablar del impacto que han tenido en el mundo
cristiano; el mundo entero ha tenido que tomar nota de ellos, y no solamente porque a fines
de diciembre celebramos una gran fiesta. Aun los que no quieren aceptar el mensaje de
Cristo, tienen que reconocer que él vino en carne. Cada año, los almanaques proclaman que
con el nacimiento de Cristo, empezaron a contarse los años de nuestra era.
LA HISTORIA DE CRISTO EN TRES FRASES:
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1. CRISTO VIENE
2. CRISTO VINO
3. CRISTO VIENE OTRA VEZ
ANUNCIO DEL NACIMIENTO DE JESUCRISTO, EL HIJO
DE DIOS 1:26–38
En el sexto mes del embarazo de Elisabet, el ángel Gabriel comunicó otros anuncios.
Aparentemente, su ministerio principal es hacer anuncios específicos de los planes de Dios.
Lucas nos presenta los que transmitió a José y María.
Después de identificar el sitio geográfico de su siguiente aparición como un lugar
distante que se encontraba al norte de donde había hablado con Zacarías, Lucas hace una
breve descripción de la virgen María, diciendo que estaba “desposada con un varón” (1:27).
Por la cultura judía de aquel entonces, entendemos que no había tenido intimidad sexual
con él. Ellos pensaban que esa etapa del enlace era más importante, fuerte y restringida que
el concepto moderno de “compromiso”. La pareja se consideraba marido y mujer, aunque
no vivían juntos hasta después de la ceremonia de boda.
¡BENDITA TU ENTRE LAS MUJERES!
Las palabras con las que el mensajero saluda a María se han hecho famosas: “¡Salve,
muy favorecida!” Es obvio que desde el principio el ángel quería comunicarle que Dios le
había otorgado un honor muy especial. ¡Por supuesto que fue “muy favorecida”! A
continuación dijo: “el Señor es contigo” (1:28). Esa en sí misma sería una razón suficiente
para apoyar sus primeras palabras, pero aún hay más: “Has hallado gracia delante de Dios”
(1:30). Debido a su desobediencia, Adán, padre de la raza humana, hizo que todos los seres
humanos necesitaran de la misericordia y gracia de Dios. María, habiendo hallado gracia,
en verdad podía considerarse muy bienaventurada.
En seguida, el ángel mencionó el motivo principal de su mensaje. María había sido
seleccionada como instrumento para introducir al mundo la forma humana del prometido
Mesías: iba a tener un hijo. ¡Y qué hijo! A continuación lo describe en forma
impresionante:
1. Sería grande.
2. Sería llamado Hijo del Altísimo.
3. Tendría el trono de David su padre.
4. Reinaría sobre la casa de Jacob para siempre.
5. Su reino no tendría fin.
El carácter mesiánico del anuncio es muy evidente. El que iba a nacer había sido
prometido a Israel en la antigüedad y todos lo esperaban con ansia.
¡PENSEMOS!
Aparentemente, María no se sorprendió al saber que el
Mesías estaba por llegar. Su sorpresa consistió en darse
cuenta de que ella era el instrumento escogido de Dios. ¿Por
qué? Ella misma dijo: “¿Cómo será esto? pues no conozco
varón” (1:34). Es notable ver que el ángel no le hizo
reproches al hacer su pregunta como en el caso de Zacarias.
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¡PENSEMOS!
No. La voluntad de Dios no siempre es fácil de entender
y muchas veces no nos gusta. A primera vista, la revelación
de la voluntad divina para Maria era una ocurrencia
desagradable, porque venía a romper sus buenas relaciones
y tranquilidad. Pero para ella, si Dios decía que así debía
ser, así sería, porque estaba dispuesta a ser instrumento en
manos de su Señor. Hoy la recordamos y admiramos porque
como descendiente de Adán también había heredado la
naturaleza pecaminosa y requería de la gracia divina que se
le ofreció. La vemos en el pasaje totalmente sumisa a la
voluntad divina, dispuesta a cumplir su papel en la venida de
su Salvador.
¿Cómo ha recibido usted la voluntad de Dios? ¿Con
sumisión, aceptando lo que venga, o protestando por ella?
¡PENSEMOS!
El himno de María expresa una actitud de reverencia y
confianza absoluta en su Señor. Aunque no entendía todos
los detalles del plan divino, sí descansaba confiadamente en
la misericordia y sabiduría divinas. Esto fue lo que le
permitió decir: “Hágase conmigo conforme a tu palabra”.
Analice los versículos de Lucas 1:46–55 y medite en la
manera en que esta alabanza refleja las actitudes de un
carácter sencillo y ferviente como el de María.
¡PENSEMOS!
El texto dice que lleno del Espíritu Santo, Zacarías
cantó lo que por nueve meses no había podido decir, a lo
menos en voz alta. Su tema principal es de alabanza a Dios
por la salvación que iba a proveer al pueblo. Este siervo del
Señor tuvo un atisbo del plan divino y en su alabanza
reconoce que Dios es el Dios de la historia, en cuyas manos se
encuentran la salvación, la misericordia, la santidad y la
justicia. Asimismo, comprendió que su hijo Juan sería el
precursor del Mesias y dio gracias al Señor por una
salvación tan grande. ¿Podemos nosotros cantar a Dios
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4
Nacimiento del Hijo del Hombre
Lucas 2:1–38
“Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16)
En este pasaje tenemos los detalles de un nacimiento. Traer una nueva vida al mundo es
de por sí un acontecimiento maravilloso, pero cuando vemos que “Dios fue manifestado en
carne”, se convierte en un milagro. Las bendiciones que trajo al mundo el nacimiento del
Señor son innumerables, porque abrió al hombre la puerta de la vida eterna. Lucas presenta,
en forma simple, pero con interesantes detalles, la historia de la encarnación del Hijo del
Hombre.
EL NACIMIENTO DE CRISTO 2:1–7
La época
La expresión “en aquellos días” (2:1) proporciona al lector cuando menos dos
importantes ideas
1. Es evidente por lo que sigue, el autor emplea la frase para colocar los eventos del
capítulo en su debido lugar dentro de la historia secular. Como comentamos antes, la
veracidad del nacimiento de Cristo y su relación con la historia han impactado al mundo,
porque nuestro calendario se basa en ese acontecimiento.
“EL MUDA LOS TIEMPOS Y LAS EDADES;
QUITA REYES, Y PONE REYES”
Daniel 2:21.
Augusto César fue emperador de Roma durante 44 años (del año 30 a.C. hasta el 14
d.C.), tiempo durante el que propició, o mejor dicho, impuso al mundo un reinado de
progreso, prosperidad y paz. Organizó el imperio de tal forma, que ayudó en gran manera a
los que más adelante se encargaron de diseminar el evangelio. Eso y el empadronamiento
que ordenó poco antes del nacimiento de Jesucristo (2:1), mismo que forzó a José y a María
a viajar a Belén, ilustran muy bien Proverbios 21:1, “Como el repartimiento de las aguas,
así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina”.
AUGUSTO CÉSAR FUE INSTRUMENTO
EN LAS MANOS DE DIOS
2. Esto comprueba la observación que hemos hecho en el sentido de que toda la historia
es y ha sido controlada por el Señor. Sus muchos, variados e intrincados eventos forman
parte de una red de “caminos” que condujeron a Belén en tiempos del emperador Augusto,
cuando Cirenio era su gobernador. Pablo lo comenta así: “pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley”
(Gálatas 4:4).
“Aquellos días” que cita Lucas 2:1 se refieren al “cumplimiento del tiempo” de Gálatas
4. Dios lo había arreglado todo, porque tiene control total. probablemente César pensaba
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que era el personaje más importante del mundo conocido de aquel entonces, pero la verdad
es que Dios lo controló de tal manera, que el emperador arregló los detalles para que Cristo,
el verdadero personaje importante, naciera en Belén de judea.
Circunstancias que rodearon su nacimiento
Al emperador no le importó que su decreto causara muchísima incomodidad a los
pobres súbditos de palestina. No concía a José ni a María, quienes eran totalmente
insignificantes para él. No sabía que el Dios de toda la tierra lo estaba usando para cumplir
la profecía del Antiguo Testamento:
“PERO TÚ, BELÉN EFRATA, PEQUEÑA PARA
ESTAR ENTRE LAS FAMILIAS DE JUDÁ, DE TI
ME SALDRÁ EL QUE SERÁ SEÑOR EN ISRAEL”
(Miqueas 5:2).
La Biblia no dice mucho acerca de José. Sabemos que era del linaje de David (2:4), que
era carpintero (Mateo 13:55), que respondió al mensajero de Dios (Mateo 1:20–24) y que
actuaba con responsabilidad en asuntos familiares. Esto último se demuestra porque llevó
consigo a María cuando viajó a Belén.
Según la ley, ella no tenía por qué hacer ese viaje tan arduo. Por otro lado, quedarse en
Nazaret, en semejante condición y con el parto inminente, la hubiera dejado expuesta al
vituperio cruel de sus vecinos. José, cuando menos por razones de cariño y caballerosidad,
no la sujetó a semejante sufrimiento. Quién sabe cuánto lo había influenciado su
conocimiento del Antiguo Testamento. De todos modos, aquí hay otra evidencia más del
control de Dios. El hombre actuó de acuerdo a lo que consideraba eran las exigencias del
momento, pero detrás de todo ello estaba la mano de Dios.
Cabe notar algunos detalles de Lucas 2, capítulo que normalmente se estudia sólo cuado
se celebran las fiestas navideñas.
Estando ellos allí (2:6).
La construcción gramatical parece indicar que José y María habían llegado a Belén
unos cuantos días antes del nacimiento. Llegaron con anticipación.
Lo envolvió en pañales (2:7).
La frase describe la ropa del bebé. Lucas no quiere insinuar que no hubo nadie que
ayudara a María.
Lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón (2:7).
Por razones de tradición, se ha considerado este lugar como una posada o una venta,
especie de hotel antiguo. Sin embargo, esta misma palabra se traduce en Lucas 22:11 como
“aposento”, para designar un lugar bien presentado. Por lo tanto, es posible que tenga el
mismo sentido en Lucas 2. Tal vez la pareja se hospedara durante su estancia en Belén con
algunos parientes de José que tenían una casa propia, pequeña, pero adecuada. Junto a la
casa, probablemente con entrada aparte, tal vez había un cuarto más rústico donde los
dueños guardaban sus animales y donde estaría el pesebre. Ningún “mesón”, “posada” o
“venta” de aquel entonces tenía pesebre para los animales. ¡A duras penas poseían espacio
para sus huéspedes! La probabilidad de que fueron alojados por sus parientes también
apoya la idea de que alguna mujer le ayudó en parto.
LA ADORACIÓN DE LOS PASTORES 2:8–20
Los ángeles anunciaron el nacimiento de Cristo, pero no a los líderes políticos, ni a los
sacerdotes, fariseos o escribas, sino a unos pastores. ¿Por qué? El oficio de cuidar ovejas no
se consideraba vocación muy elevada. Más bien, el Sanedrín había establecido que quien
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pastoreaba ovejas no era digno de confianza y no podía aceptarse como testigo. ¿Por qué,
entonces, llegaron los mensajeros celestiales a los pastores? Parece ser que Dios, quien sabe
todo, incluyendo el corazón humano, encontró en aquellos hombres, pobres y humildes, un
corazón dispuesto a creer.
“¿NO HA ELEGIDO DIOS A LOS POBRES DE
ESTE MUNDO, PARA QUE SEAN RICOS EN FE Y
HEREDEROS DEL REINO QUE HA PROMETIDO?”
(Santiago 2:5).
¡PENSEMOS!
¿Quiénes está más dispuestos a creer? ¿Por qué será que
el pobre está más inclinado a tener fe en Dios? Hablando del
otro extremo, Cristo mismo dijo que es muy difícil para un
rico entrar en el reino de los cielos. ¿Por qué? ¿Qué piensa
usted de la influencia que tienen las cosas materiales en la fe
de un individuo?
¡Por supuesto que los pastores tuvieron miedo! ¿Desde cuándo un ser celestial se
comunicaba con los pastores? O, ¿cuándo habían visto “la gloria de Dios” los hombres
sencillos del campo? (2:9) Sin lugar a duda, ellos reconocieron que el acontecimiento era
de procedencia sobrenatural. Su fe sencilla los convenció de inmediato que venía de su
Dios, y su reacción está de acuerdo con la de unhombre pecador que recibe una
comunicación divina por primera vez.
LA VERDADERA NAVIDAD:
“¡OS HA NACIDO UN SALVADOR!”
Pero el mensaje no era para provocar miedo, sino gozo. “¡Os ha nacido un Salvador!”
(2:11) Y como para confirmarlo, apareció una multitud de mensajeros celestiales alabando
a Dios. El versículo 13 no dice que cantaron, pero es posible que lo hayan hecho.
La evidencia de la fe de los pastores la vemos en que fueron a Belén para ver con sus
propios ojos lo que el ángel les anunció. Y lo hicieron “apresuradamente”, no para
comprobar el dicho del ángel sino dijeron: “veamos esto que ha sucedido, y que el Señor
nos ha manifestado” (2:15).
ADORACIÓN DE SIMEÓN Y ANA 2:21–38
Cambia ahora la escena a la ciudad de Jerusalén. Los padres llevaron al niño al templo
para presentarlo al señor. Habiéndole circuncidado de acuerdo a la ley, seguía la obligación
de presentar al primogénito en el templo.
La circuncisión era señal del pacto abrahámico, símbolo de la fe. A esas alturas para
casi todos, exceptuando a un remanente fiel, la circuncisión había perdido su verdadero
significado y se había convertido en un rito y nada más. No cabe duda que José y María
pertenecían a ese remanente fiel.
En efecto, el niño vino a cumplir con las promesas hechas a Abraham muchos siglos
antes. Con cuánta razón le pusieron el nombre que el ángel les indicó antes de su
concpeción: “Llamarás su nombre JESUS” (1:31) “porque é1 salvará a su pueblo de sus
pecados” (Mateo 1:21).
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De ese nido de incredulidad que era Jerusalén, surgió un hombre de carácter diferente.
Simeón no era un religioso profesional, pero Lucas lo describe diciendo: “…este hombre,
justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel: y el Espíritu Santo estaba sobre
él”(2:25). Este ancianito no se menciona en ningún otro lugar de la Biblia, pero tuvo uno de
los más altos privilegios. No sabemos cómo, pero Dios le había comunicado que no moriría
sin ver al Mesías prometido.
Justamente cuando José y María trajeron al niño Jesús para presentarlo en el templo, el
Espíritu santo derigió a Simeón al mismo lugar. Sus palabras demuestran más
entendimiento del plan de Dios que el que tenían los profesionales que frecuentaban ese
lugar santo: “Han visto mis ojos tu salvación” (2:30). Los pardres se quedaron
maravillados. Por la respuesta de Simeón pensamos que fue María quien hizo alguna
observación al respecto.
¡PENSEMOS!
La incredulidad no es privativa de aquella época.
También en la actualidad corre rampante. El mundo
cuestiona nuestra fe sencilla en la revelación que contiene la
Palabra de Dios. ¿Cómo podemos manejar el menosprecio y
burla hacia lo que nosotros consideramos sagrado? Medite
en este pasaje y busque cuál era el secreto que sostenía a los
siervos de Dios en aquélla época.
Pero existía otra persona bien sintonizada con las cosas de Dios en Jerusalén, una
ciudad que se caracterizaba por su ceguera espiritual. Ana, denominada aquí “profetisa”
(1:36) reconoció la importancia de la visita de la familia de Cristo. El sustantivo “profetisa”
no quiere decir que se dedicaba a predecir o pronosticar el futuro, sino que anunciaba el
mensaje de Dios.
En el Antiguo Testamento, Débora se describe de la misma forma (Jueces 4:4), y en el
Nuevo, de igual manera a las hijas de Felipe (Hechos 21:9). Ana estaba en el templo
cuando llegaron los padres de Jesús. Así fue como Dios guió a estos santos, personas
dispuestas a oirle y seguirle, y les dio el privilegio de estar presentes en el templo
justamente cuando estaba allí el niño. Ambos, reconociendo esta bendición especial,
rindieron alabanzas al Señor.
5
Vida preministerial del Hijo del
Hombre
Lucas 2:39–3:22
“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” Lucas
2:52
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¡PENSEMOS!
Cristo, fue el hombre perfecto. Mencionamos a
continuación algunas referencias que hace el Nuevo
Testamento en cuanto a Jesús y su relación con el pecado.
“Y no hay pecado en él” (1 Juan 3:5).
“No conoció el pecado” (2 Corintios 5:21).
“Tentado, … pero sin pecado” (Hebreos 4:15).
“No hizo pecado” (1 Pedro 2:22).
Por otro lado, parece que el mismo Jesús, ya en sus primeros años de juventud, estaba
completamente consciente de quién era y del papel que le correspondía realizar: “¿No
sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (2:49)
Lo poco que se nos dice en la Biblia acera de la niñez y juventud de nuestro Señor
Jesucristo ha originado una gran cantidad de cuentos extrabíblicos que tienen el afán de
satisfacer la curiosidad humana al respecto. Muchos autores no guiados por el Espíritu
Santo, sino por su imaginación, han procurado llenar el vacío de información en cuanto a la
infancia de Cristo.
La colección apócrifa resultante contiene historias absurdas que tratan de hacerse pasar
por verdad. Sin embargo, Lucas nos proporciona el único cuadro auténtico y autorizado de
lo que sucedió en esos años.
Es patente el gran abismo que existe entre la producción apócrifa y los libros canónicos
(que fueron escritos bajo el control del Espíritu Santo por autores que fueron testigos o que
entrevistaron a los testigos presenciales). Con excepción de lo que sabemos por Lucas 2,
estos fueron en verdad, años de silencio. Obviamente, Dios no quiso hacer hincapié en los
acontecimientos de esa época, sino destacar lo referente a nuestra redención por medio del
ministerio público de Jesús que la propició.
LA FAMILIA CELEBRA LA PASCUA 2:41–52
El Antiguo Testamento exigía que los judíos visitaran el templo de Jerusalén cuando
menos tres veces al año. En el período que nos ocupa, esto se había reducido a un sólo viaje
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para la fiesta de la pascua. Lucas nos relata que José y María tenían esta costumbre, pero
sólo nos da detalles del año en que Jesús cumplió doce años.
No se sabe si el Señor los había acompañado en otras ocasiones. Es posible que esta
visita la hicieran como un preparativo para cuando Jesús cumpliera 13 años, fecha en que
los jóvenes judíos se integraban a la comunidad religiosa y pasaban a ser miembros
responsables de ella. Se les llamaba “hijos del mandamiento”.
Esta historia es muy conocida. Sin embargo, algunos lectores se preguntarán: “¿Cómo
es posible que los padres pasasen tanto tiempo sin descubrir la ausencia de su hijo? Cómo
pudieron haber caminado una distancia de un día ignorando el paradero de Jesús?”
En primer lugar, no es evidencia de problemas familiares. No existe nada que indique
que los padres fueran descuidados. Más bien, se echa de ver su atención cuidadosa. Cuando
los peregrinos salían de Jerusalén para dirigirse a sus respectivas ciudades, lo hacían en
grupos grandes. Las mujeres formaban el primero y los hombres el segundo. Por su parte,
los jóvenes podían ir en cualquiera de ellos.
Después de un día de camino, cuando las familias se juntaron para comer y pasar la
noche, se dieron cuenta de que Jesús faltaba. Al siguiente día regresaron a la ciudad y al
tercero, lo encontraron en el templo platicando con los eruditos, a quienes hacía y
contestaba preguntas, que era el método de enseñanza de entonces. Los maestros de la ley
estaban asombrados de la inteligencia y respuestas del Señor (2:47). La observación que
hicieron confirma que la intención de Jesús no era alardear de sus conocimientos o
mostrarse superior; o no hubieran dicho lo que dijeron. Este intercambio nos da otra
evidencia de la manera en que el Señor iba aprendiendo y desarrollándose.
El encuentro con sus padres y la pregunta y lamentación de la madre dieron ocasión a
las palabras: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es
necesario estar?” (2:49) No lo dijo por rebeldía, aunque José y María no comprendieron sus
palabras sino hasta mucho tiempo después. En cambio, Jesús sabía perfectamente lo que
decía. Es interesante observar que éstas son las primeras palabras de nuestro Señor
Jesucristo que están registradas en la Biblia. Y con ellas, confirma ser Hijo de Dios.
El versículo final del capítulo indica cómo era el carácter y comportamiento del joven
Jesús en su hogar y en la comunidad. “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia
para con Dios y los hombres” (2:52).
¡PENSEMOS!
¿Qué influencia ejerce la vida familiar en los seres
humanos? Si admitimos que en el hogar se forjan los hijos
consagrados y los descarriados, ¿cómo afectará este
conocimiento al ambiente de su hogar? ¿Encuentra algún
área en que debe hacer cambios? Ore y actúe en
consecuencia.
6
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¡PENSEMOS!
Medite en sus propios antepasados y dé gracias Dios si
sus padres o abuelos fueron creyentes. Si con usted se inicia
la primera generación de cristianos, pida al Señor que le
permita alcanzar a sus hijos y nietos para que crean en
Jesucristo, el único Salvador y Redentor de nuestras almas.
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¡PENSEMOS!
El conocimiento de la Palabra de Dios nos ayuda a no
pecar contra él. Anote tres pasajes que puedan usarse
cuando nos encontremos en circunstancias difíciles:
________________________________________________
________________________________________________
________________________________________________
No se puede nogar el poder de Satanás. Esta vez llevó a Jesús a un monte alto. Esto
demuestra su poder, pero lo que hizo ahí lo manifiesta aún más: “…le mostró en un
momento todos los reinos de la tierra” (4:5). El panorama es menos geográfico que
histórico. Es decir, Satanás no le estaba mostrando solamente unos cuantos países cercanos,
sino “todos los reinos”, pasados, presentes y futuros. La capacidad de Satanás para ejecutar
semejante artificio es asombrosa.
En efecto, le estaba ofreciendo al Hijo del Hombre un reino mesiánico falsificado. Lo
interesante es que Cristo no discutió con el “dios de este siglo” (2 Corintios 4:4) su
supuesta potestad o derecho a hacerlo, porque sabía que era un derecho usurpado.
La oferta satánica no era gratis. ¿A costa de qué ofrecía a Cristo los reinos? ¡Qué
blasfemia! Quería obligar al Hijo de Dios a que se postrara delante de él! El, que cuando
era uno de los querubines que servían a Dios en los cielos, pecó diciendo: “Seré semejante
al Altísimo” (Isaías 14:14).
¡PENSEMOS!
Este caso es una buena indicación de que el maligno no
ha cambiado su meta inicial. No debemos dejarnos engañar.
Podemos estar seguros que todavía persigue el mismo fin,
tratando de recibir la adoración que sólo pertenece a Dios.
Sin embargo, Jesús sabía con quién trataba; conocía sus artimañas, y que de acuerdo
con el plan de Dios y a su debido tiempo, todo pasaría a sus propias manos. Pero primero
tenía que sufrir la cruz. Así que rechazó a Satanás con las palabras: “Al Señor tu Dios
adorarás, y a él solo servirás” (4:8)
Sobre el pináculo del templo 4:9–12
El reto siguiente fue decirle que se tirara de lo alto del templo, para que la gente al
verlo, reaccionara, aceptándolo. ¡Qué dramático hubiera sido! El lugar donde Satanás le
había colocado estaba más o menos a 130 metros de alto sobre el arroyo del Cedrón. Esta
vez el diablo también usó un versículo de las Escrituras, que aparentemente conoce muy
bien. No obstante, nuestro Señor sabía que Dios controla el tiempo y que la aceptación de
parte del pueblo no se podría llevar a cabo excepto por lo que él lograra en la cruz. Así que
contestó a Satanás: “No tentarás al Señor tu Dios” (4:12)
Así terminó el período de intensa tentación. Pero Satanás no se dio por vencido. Lucas
dice que: “se apartó de él por un tiempo” (4:13).
¡PENSEMOS!
¿Cómo se enfrenta usted a Satanás y a las tentaciones?
En esta sección descubrimos que el arma más fuerte que
tenemos es la Palabra de Dios. Cristo mismo la utilizó para
neutralizar los ataques satánicos al decir: “Escrito está…”
Analice los siguientes pasajes y anote lo que aprende de
ellos:
2 Corintios 10:4_________________________________
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Salmos 34:7____________________________________
Exodo 14:14____________________________________
Efesios 6:11____________________________________
Santiago 1:12___________________________________
Es lógico que la sección que trata de los tres años del ministerio público del Hijo del
Hombre sea la más extensa del libro (Lucas 4:14–19:27). También lo es que Cristo
empezara su trabajo en Galilea, que se encuentra al norte de Israel, porque entre sus amigos
podría haber oyentes dispuestos a creer en él. También nos parece muy buena su idea de
regresar a Nazaret, ciudad donde creció. Sin embargo, hubo problemas.
7
Ministerio en Galilea
Lucas 4:14–6:11
“Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque
para esto he sido enviado: Lucas 4:43
¡PENSEMOS!
Satanás y sus huestes nos atacan por doquier
provocando enfermedades y haciendo que los creyentes nos
alejemos del Señor. ¿Cómo debemos prepararnos para
combatir las fuerzas invisibles del mal? Lea y medite en
Hebreos 2:18 y 2 Pedro 2:9 y descubra la seguridad que Dios
nos da.
¡PENSEMOS!
Cabe indicar aquí que ni la alegría desbordante es
motivo para desobedecer las órdenes de Dios. En este caso, la
fama presionó mucho a Cristo, porque la gente empezó a
llegar de todas partes buscando ser sanados. Por supuesto
que no existe ninguna circunstancia que justifique la
desobediencia. Analice su vida para ver si existe en ella algo
en lo cual esté desobedeciendo al Señor y corrija lo que sea
necesario.
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¡PENSEMOS!
Aun el verdadero creyente puede caer en el error de los
fariseos. ¡Qué fácil es leer y hasta dominar el contenido de la
Palabra de Dios sin prestar la debida atención a lo que dice!
En tal caso, dominamos la Biblia, pero ella no nos domina a
nosotros. ¡Esto es fariseísmo puro! Deténgase y medite por
unos momentos en alguna ocasión en que usted haya actuado
así y propóngase no hacerlo más.
La misma reclamación surgió otro sábado cuando el Señor sanó al hombre que tenía la
mano tullida. En esa ocasión los escribas y fariseos vigilaban a Jesús, sabiendo que el
enfermo estaba presente. También conocían el poder de Cristo y su compasión. Sin
embargo, sus duros corazones, en vez de reconocerlo como Mesías, buscaban atraparlo:
“Mas él conocía los pensamientos de ellso” (6:8). Esa pobre gente autoengañada no sabía
con quién se enfrentaba. ¡Hasta sus pensamientos los conocía Jesús!
Su pregunta breve y sencilla los dejó callados:
“¿ES LÍCITO EN DÍA DE REPOSO HACER BIEN, O
HACER MAL? ¿SALVAR LA VIDA, O QUITARLA?”
Parece que les quería comunicar que cuando uno tiene la oportunidad de hacer el bien,
debe hacerlo sin importar qué día de la semana sea. Más bien, es malo refrenarse de
hacerlo. Dicha lección también los dejó callados y muy enojados (6:11)
8
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¡PENSEMOS!
La oración es una de las prácticas más necesarias de la
vida cristiana. ¿Cuánto tiempo pasa usted orando? ¿Está
acostumbrado a hacer conocidas sus peticiones delante de
Dios en toda oración y ruego (Filipenses 4:6)? La fe aumenta
cuando nuestras peticiones son contestadas. Si no lo está
haciendo, propóngase orar al Señor siempre, pidiendo su
dirección en cualquire toma de decisiones.
En la lista también aparece “Bartolomé” (6:14), que quiere decir “hijo de Tolomeo” y
no es propiamente un nombre. Se cree que su verdadero nombre era Natanael.
JESÚS ENSEÑA A LOS APÓSTOLES 6:20–49
En Mateo capítulos 5 al 7 tenemos el discurso titulado “El Sermón del Monte”, porque
fue expuesto en una montaña. Si la misma técnica fuera empleada para poner nombre al
mensaje de Lucas 6, tendríamos que encabezarlo “El Sermón del Llano” (6:17). El tiempo y
el lugar de los dos mensajes son diferentes, aunque la enseñanza es muy semejante. La
parte que Lucas presenta se puede dividir en cuatro partes.
Bienaventuranzas y ayes (6:20–26)
El término “bienaventurado” es bastante común en la Biblia. Su sentido básico es
“feliz”, pero la felicidad bíblica es diferente a la que anhela el mundo y así tiene que ser. El
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¡PENSEMOS!
¿Cuál es la necesidad espiritual básica del hombre?
Medite en los pasajes de Juan 5:24; Romanos 5:8 y Efesios
2:1–10 y déle gracias al Señor porque ha prometido la vida
eterna a todos los que creemos en Jesucristo.
La gente que le estaba escuchando, y en especial los doce apóstoles, habían dejado todo
por seguirle. Lo que el Señor está diciendo es: “¿Feliz aquél que hace esto!” Por otro lado,
Jesucristo no condena la riqueza. Según 1 Timoteo 6:10, el amor al dinero es la raíz de
todos los males. El problema surge cuando el amor dinero excede al amor que tenemos por
Cristo. Esta es la razón que mueve a Jesús a pronunciar los ayes.
El amor es la evidencia del discipulado (6:27–38)
Jesús sigue haciendo hincapié en las altas normas que ha mencionado. Por fuerza, el
discípulo tiene que marchar al compás de lo que dice la Biblia y no al del mundo. Por
ejemplo, el seguidor de Cristo no solamente ama a los amigos (como hacen los paganos),
sino a los enemigos también. ¡Noble sentimiento! En términos generales, el versículo 31
expresa la conducta correcta de un verdadero discípulo del Señor:
“Y COMO QUERÉIS QUE HAGAN LOS
HOMBRES CON VOSOTROS, ASÍ TAMBIÉN
HACED VOSOTROS CON ELLOS”.
Lucas 6:31
Sin embargo, existe una norma más elevada. Jesús dice que el comportamiento de sus
discípulos debe reflejar a Dios mismo: “…porque él es benigno para con los ingratos y
malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (6:35–
36). Esa norma excede al noble sentimiento del versículo 31. Así que lo que ha de
identificar al discípulo no es solamente ser diferente del mundo, sino ser semejante a Dios.
¡PENSEMOS!
¿Amar a los enemigos? Parece imposible. ¿Cómo
lograrlo? En primer lugar, conviene aclarar que el Señor no
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¡PENSEMOS!
“¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que
yo digo?” Con estas palabras, Jesucristo nos lanza el reto de
obedecer sus mandamientos si queremos llamarnos sus
discípulos. Analice su vida por un momento y piense si está
desobedeciendo alguno de ellos. Si así es, decida hoy mismo
en oración corregirlo y obedecer a Cristo sin objeciones.
9
Actividades y asociados de su
ministerio
Lucas 7:1–8:56
“Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el
evangelio del reino de Dios, y los doce con él” (Lucas 8:1)
La vida del Hijo del Hombre aquí en la tierra es un vívido tapiz de eventos y
entrevistas. En la porción que tenemos por delante, Lucas presenta la última parte de su
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ministerio en Galilea, pero lo más importante es que nunca descuida el incluir sus
enseñanzas.
MILAGROS 7:1–17
La curación del siervo del centurión (7:1–10)
El autor sigue presentando las evidencias que debían haber identificado al Hijo del
Hombre ante cualquier testigo. Desafortunadamente, por la ceguera espiritual que había en
la nación, pocos respondieron de corazón. No obstante, de vez en cuando alguien daba
muestras de tener una gran fe; aun entre los gentiles, a quienes los judíos consideraban
religiosamente marginados.
Varios puntos del siguiente encuentro nos llaman la atención:
1. Por lo regular, el Nuevo Testamento presenta a los centuriones romanos como
personas, si no finas, cuando menos mejor que otros.
2. El de esta narración era reconocido por los mismos judíos como “digno” (término
que se empleaba para indicar que tenía cierto valor), el autor cita la razón: “porque ama a
nuestra nación, y nos edificó una sinagoga” (7:5).
3. Algo de su carácter se revela en que quería mucho a su siervo (7:2) y al reconocer:
“No soy digno” (7:6). Esta palabra significa “no llegar a la medida” o “deficiente”, dando
muestras de humildad.
¡PENSEMOS!
¡Dichoso su siervo! El ambiente de su hogar debe haber
estado controlado por la fe del centurión. Las ventajas de
semejante relación son obvias. El soldado tenía interés en el
siervo, lo cuidaba en lo material y, por lógica, se preocupaba
de su bienestar espiritual. Alguien ha dicho: “El futuro de la
sociedad está en las familias piadosas”. Si por “piadoso” se
entiende “obediente a lo que Dios ha dicho”, es cierto. ¡Ojalá
que así sea nuestra familia!
4. Lo más importante es que el soldado demostró tener una fe muy grande: “Dí la
palabra, y mi siervo será sano” (7:7). Jesús mismo quedó muy impresionado: “Os digo que
ni aun en Israel he hallado tanta fe”(7:9). La fe y la humildad son dos ingredientes
indispensables para recibir las bendiciones de Dios. Cabe notar que la misma fórmula sigue
vigente hoy.
LA FE SE APROPIA DE LAS PROMESAS DE
DIOS. LA HUMILDAD RECONOCE QUE NO LAS
MERECE.
Cristo sigue demostrando su autoridad, esta vez no estando presente al momento de
realizarse el milagro, lo cual es una evidencia más en la lista de acontecimientos que
prueban que es el Mesías.
La resurrección del hijo de la viuda de Naín (7:11–17)
Este milagro pone de manifiesto el corazón misericordioso del Hijo del Hombre.
Observó que se acercaba un cortejo fúnebre y, como de costumbre, es probable que fuera
delante la madre, mucho más apesadumbrada por haber perdido primero al marido y
después al hijo.
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Simón el fariseo invitó a Jesús a su casa. ¿Por qué? Bueno, el contexto indica que no
fue por amor ni porque estuviera dispuesto a creer en su mensaje. Tal vez por curiosidad, o
peor aún, para descubrir algo qué criticar. Si este último era su propósito, sin duda pensó
que había logrado su meta al ver la interacción de Jesús con la mujer no invitada.
Se nota que este es un caso muy especial. La mujer estaba catalogada como de la calle,
porque se encontraba sumida en las profundidades del pecado (7:37). Semejante clase de
persona nunca hubiera sido convidada a la casa de un fariseo. Pero ella entró y llegó hasta
donde estaba Jesús.
Es evidente que algo muy significativo la impulsó a correr ese riesgo social. Por lo que
hizo al encontrar a Cristo, se ve que había oído y creído en el mensaje que predicaba. Sí,
había sido pecadora, y lo sabía, y también a quién debía acudir en tales condiciones. El
ungimiento fue una muestra de gratitud. A propósito, el pasaje dice que se colocó a los pies
de Jesús: “estando detrás de él”(7:38) porque Jesús seguía la costumbre de reclinarse de
lado para comer.
El fariseo, considerando que tanto ella como lo que hacía era repugnante, “dijo para sí:
Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es
pecadora” (7:39).
Como nada sucede a escondidas de Dios, Jesús tomó la palabra y relató a Simón la
parábola de los dos deudores. Uno de ellos debía mucho y el otro poco, pero los dos fueron
perdonados por igual. Para Simón era obvio que el individuo a quien más se le había
perdonado amaría más, y Jesús le hace ver las muchísimas faltas sociales o culturales que
había cometido al no atenderlo como debiera. En cambio, la mujer había venido a servirle
en gratitud por sus pecados perdonados.
Ahora bien, Cristo no estaba enseñando que sus pecados fueron perdonados porque lo
amó, sino que ella lo amaba porque había recibido el perdón. “Tu fe te ha salvado”
(7:50).Uno entra en esta clase de relación con Cristo por fe, por creer. El amor es producto
de la fe.
¡PENSEMOS!
¡Perdonado! El corazón que ha experimentado el amor
perdonador de Cristo lo ama y quiere vivir una vida
agradable a él. Valdría la pena meditar sobre este tema.
¿Están presentes en su vida los dos resultados normales, el
amor y la obediencia a Cristo? ¿Qué evidencias tiene de
haber sido perdonado de sus pecados?
SU PALABRA
OTROS MILAGROS 8:22–56
Jesús acababa de enseñar que es necesario escuchar sus palabras y obedecerlas. A
continuación apoya su mensaje con las obras que solamente el Mesías podía hacer.
Poder sobre la naturaleza (8:22–25)
El lago de Galilea era famoso por sus repentinas y furiosas tempestades. En una
ocasión, el Señor decidió cruzarlo con sus discípulos, pero se vieron amenazados por una
de ellas. Debido a su violencia excepcional, nos preguntamos: ¿podría deberse a la
intervención de Satanás? Los acompañantes de Cristo tuvieron gran temor, pero el Señor
hizo el milagro de calmar por completo el viento y las olas, e hizo una observación
importante cuando preguntó: “¿Dónde está vuestra fe?” (8:25)
El creyente que siente miedo cuando pasa por las aflicciones de la vida muestra que
tiene una fe débil. El punto más importante es que el temor al oleaje de los apóstoles cesó, y
quedaron maravilldos al contemplar al Hijo del Hombre demostrando su poder sobre la
naturaleza.
Poder sobre los demonios (8:26–39)
Un demonio es un espíritu maligno, siervo de Satanás, entonces un endemoniado es
alguien que está controlado por un espíritu así. En el caso que nos ocupa, había más de uno
que dominaban al gadareno. El término “legión” indica pluralidad de demonios. Los
siguientes detalles merecen ser comentados:
1. Parece que el grito del versículo 28 era una costumbre en casos parecidos según narra
el Nuevo Testamento.
2. Los demonios tuvieron miedo del Hijo del Hombre porque reconocían su autoridad a
pesar de que los líderes religiosos no querían hacerlo.
3. El hombre fue librado, y aunque quería seguir a Cristo de cerca como los apóstoles,
el Señor le ordenó que se quedara en su tierra dando testimonio de lo que había pasado.
4. Los demonios pidieron permiso para entrar en los cerdos, y éstos fueron destruidos.
A propósito, la crianza de cerdos no estaba de acuerdo con la ley mosaica.
5. Los que apacentaban los cerdos contaron en el pueblo lo que había pasado, y las
personas de aquel lugar imploraron a Cristo que saliera de su región. Ellos, como sucede
todavía, se preocupaban más de sus negocios, aunque fueran ilícitos, que por aquel pobre
hombre endemoniado.
¡EL TESTIMONIO MÁS FUERTE
QUE PODEMOS DAR
ES NUESTRA VIDA TRANSFORMADA!
Poder sobre la enfermedad y la muerte (8:40–56)
Entre los que esperaban a Jesús en Capernaum estaba Jaira, “principal de la sinagoga”
(8:41), que era el responsable de dirigir los servicios y dar mantenimiento al edificio. Su
hija de doce años se hallaba enferma, motivo por el cual Jairo buscó a Jesús. No cabe duda
que detrás de la motivación urgente del momento, tenía fe y confianza, porque cuando
menos reconocía lo que el Señor podía hacer, aunque no aceptara quién era en verdad. El
hecho de que un personaje de su categoría viniera a Jesús, es un indicio de fe personal.
En ese momento, hubo una interrupción. Una mujer que había estado afligida doce años
por una hemorragia, tuvo el valor de acercarse a Cristo y tocar el borde de su manto. Parece
que no hemos reconocido la difícil situación por la que ella pasaba.
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¡PENSEMOS!
Los milagros y maravillas que nuestro Señor Jesucristo
realizó eran más que suficientes para que la gente creyera en
él. No obstante, la mayoría lo rechazó, fenómeno que
también se observa hoy en día. ¡Qué podemos hacer como
creyentes, para que su mensaje sea escuchado y aceptado
por aquellos que no le conocen? ¿Teme usted al rechazo
cuando evangeliza? ¿Cómo puede animarnos el ejemplo de
nuestro Salvador?
10
El Hijo del Hombre visto en su
gloria
Lucas 9:1–50
“¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios”
Lucas 9:20
Hacia el final de su ministerio en Galilea, Jesús envió a sus apóstoles en un viaje corto
“a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos” (9:2). No hay que confundir este
encargo con la denominada “gran comisión” que viene después, la cual tiene que ver con el
encargo de evangelización que el Señor entregó a la iglesia después de ser rechazado por
Israel.
En esta ocasión debían proclamar el mensaje del Rey prometido a su pueblo. La oferta
era legítima, aunque por todos lados el Señor veía corazones endurecidos por la
incredulidad y el rechazo. En esta encomienda en particular, los apóstoles debían predicar y
realizar señales que autenticaran la persona y obra del Rey. Claro que no podrían hacerlo
por sí mismos. Por eso Jesús les dio poder y autoridad (9:1).
Las noticias de esta corta, pero fructífera campaña (¡sin duda por los milagros que en
ella se hicieron!) llegó hasta Herodes, quien habiendo escuchado el rumor de que Jesús era
Juan el Bautista resucitado, y sintiendo un temor supersticioso, quiso ver al hacedor de
milagros.
EL HIJO DEL HOMBRE DA DE COMER A CINCO MIL
HOMBRES 9:11–17
Este milagro es el único que se encuentra en los cuatro evangelios. Todos lo presentan
como el clímax del ministerio de Cristo. Lucas dice que las multitudes, con quienes tenía
una popularidad inmensa, lo seguían. Pero como veremos más adelante, eran volubles en
extremo.
Ese día, se congregaron en un lugar despoblado para escucharlo. Según la costumbre
judía para medir el tiempo, la frase “el día comenzaba a declinar” (9:12), se refiere a las
primeras horas de la tarde. Con poquísimos recursos humanos, el Hijo del Hombre proveyó
de comida para todos y hasta sobró.
¡PENSEMOS!
No cabe duda que el señor queria que la fe de sus
discipulos se engrandeciera. El santifica, bendice y aumenta
lo que tenemos cuando lo traemos a él.
¡PENSEMOS!
¿Quién es responsable de la muerte de Cristo? Ha
habido individuos y grupos que por interés propio echan la
culpa a otros, usualmente a los judíos. Sin embargo, las
Escrituras dicen claramente quiénes fueron responsables. En
el otro libro que escribió Lucas, se encuentra lo siguiente:
“Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu
santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato,
con los gentiles y el pueblo de Israel” (Hechos 4:27). La culpa
la tenemos todos, porque nuestros pecados lo clavaron en ese
madero cruel.
Posiblemente debido a la tristeza que los embargaba, comprensible por cierto, no
prestaron la atención debida al último anuncio del versículo 22: “y resucite al tercer día”.
Aquí tenemos la primer referencia a la resurrección de Jesús. El Señor continúa hablando
de su muerte y agregando indicaciones acerca del porvenir de los mismos discípulos. La
frase “tome su cruz” (9:23) no hace referencia a los sufrimientos comunes y corrientes
como popularmente se entiende. Más bien, tiene que ver con lo que sufre un creyente por su
asociación con y en el servicio de su Señor.
Sus apóstoles entendían muy bien lo que significaba la cruz en aquella cultura.
Humanamente hablando, no había nada agradable ni provechoso en identificarse con ese
odiado símbolo de vituperio y oprobio. Sin embargo, Cristo demandó que sus seguidores
aceptaran su cruz, es decir, su muerte.
Por eso les enseñó la gran importancia de ese evento. Bonito y fácil hubiera sido
asociarse solamente con el hacedor de milagros. Ser discípulo del gran Maestro que
enseñaba como ningún otro, hubiera complacido al filósofo más erudito. Sin embargo, es a
través de la muerte de Cristo que uno entra en buenas relaciones con Dios. El que quiera ser
discípulo, tendrá que hacer lo mismo. Tendrá que vivir y tal vez morir, siguiendo una
norma muy diferente a la del mundo.
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¡PENSEMOS!
“Y he aquí dos varones que hablaban con él” (9:30). ¿De
qué hablaban? ¿Del cielo? ¿De los ángeles? ¿Hicieron un
repaso de su vida? No, el versículo que sigue indica que
hablaron de la muerte de Cristo, el evento más trascendental
de toda la historia. Recordemos que nuestras conversaciones
usualmente giran alrededor de lo que tiene importancia para
nosotros y así fue en esa ocasión para ellos.
El que no es contra nosotros, por nosotros es. Siguiendo la misma idea, Jesús dice que
los doce no tenían por qué pensar que ellos eran los representantes exclusivos de Dios. Por
otro lado, tenemos que cuidar de no tolerar a falsos maestros.
¡PENSEMOS!
¿Ha analizado cuál es el significado de la
transfiguración? ¿Qué importancia tuvo para los discipulos
privilegiados que la observaron? ¿Qué hubiera hecho usted
si hubiera estado ahí? Los discípulos, como simples
mortales, quedaron tan impresionados por la experiencia,
que no se atrevieron a hablar a nadie de lo acontecido. Sin
embargo, sus actitudes básicas no cambiaron.
11
Ministerio en Judea
Lucas 9:51–11:13
Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a
Jerusalén” (Lucas 9:51)
El ministerio público del Hijo del Hombre duró relativamente poco tiempo. Su aparente
popularidad entre la gente común era más superficial que verdadera. Habiendo presenciado
algunos milagros, sus seguidores querían ver más. En realidad no veían más allá de sus
obras ni entendían su verdadero propósito, ni el sentido de su mensaje.
Por supuesto que todo esto había sido contemplado de antemano por Dios y formaba
parte de su plan redentor. El usó el rechazo de la nación para conducir a su Hijo a la cruz.
En el relato que sigue, Cristo dejó las regiones norteñas de Palestina para dirigirse a
Jerusalén y el Gólgota. El reloj de Dios marcó la hora, y los eventos se suceden de acuerdo
a su horario.
Convendría hacer un pequeño repaso del bosquejo general del libro. Así veremos el
luger que el presente estudio ocupa en el panorama histórico del evangelista.
Prefacio 1:1–4
El advenimiento del Hijo del 1:5–2:52
Hombre 3:1–4:13
La preparación del Hijo del 4:14–19:27
Hombre 4:14–9:50
El ministerio del Hijo del 9:51–19:27
Hombre
1. En Galilea
2. En Judea
RECHAZADO EN EL CAMINO A JUDEA 9:51–10:37
Cristo sabía dónde iba y lo que le esperaba, y que la actitud nefaria del pueblo sería el
instrumento que Dios usaría para llevarlo a la cruz romana, aunque esa no era la verdadera
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razón, sino parte de su causa. Aun sabiendo lo que le esperaba, “afirmó su rostro para ir a
Jerusalén” (9:51). No en actitud de mártir, sino porque estaba totalmente de acuerdo con el
plan de Dios.
Por los samaritanos
En primer lugar, los samaritanos, mostrando su antipatía tradicional hacia los judíos en
general, enfocaron su espíritu de hostilidad en Cristo y sus discípulos (9:51–56). Esto tuvo
su origen en la antigüedad y seguía vigenta en tiempos de Cristo. En especial, se
manifestaba contra quienes preferían adorar en el templo de Jerusalén, ya que los
samaritanos pensaban que se debía rendir culto a Dios en una montaña local. Por lo tanto,
no dejaron que los discípulos hicieran arreglos para el hospedaje de Cristo y su grupo
cuando pasaron por sus tierras (9:53).
Por tres hombres
El Señor experimentó otra clase de repudio (9:57–62), por personas que ponen excusas
para no extregarse totalmente a él, pero él afirmó que nada tenía más importancia que el
Mesías y su mensaje. Lucas no nos cuenta qué pasó con los tres individuos aludidos, pero
es obvio que no fueron perseverantes. Personas así no hubieran aguantado lo que les
esperaba a Cristo y sus seguidores en Jerusalén. El verdadero discípulo no pone “peros” y
sus prioridades son las de Jesús.
CUANDO SE SIGUE A CRISTO, TIENE QUE SER
DE CERCA, NO DE LEJOS
La misión de los setenta
A primera vista, lo que a continuación se presenta no parece seguir el mismo tema. Se
trata de la comisón de los setenta, aunque las amonestaciones de Cristo indican que en
general el mensaje no iba a ser aceptado. Esta fue la segunda vez que el Señor encomendó
un ministerio especial a sus seguidores (9:1–9). Ninguna de las dos se debe confundir con
la llamada Gran Comisión en la que Cristo responsabiliza a la iglesia.
En Lucas 9 y 10 todavía estaba ofreciendo una oportunidad a la nación de Israel. Su
Rey prometido estaba presente y, por lo tanto, el reino mesiánico. Faltaba que la nación se
arrepintiera y lo aceptara. Tanto Cristo como sus discípulos daban el mensaje y hacían
milagros para autenticar su persona y obra. Esta vez tocaba a sus seguidores ir a todos los
lugares por donde tenía que pasar, para preparar a la gente.
Aunque no se refiere al mandato misionero tal como se desarrolla después, la presente
situación tiene ciertas características en común con él.
- Les advierte en cuanto a los malvados (10:3).
- El siervo de Dios tiene que evitar todo clase de impedimento (10:4).
- Los que reciban los beneficios sostendrán la obra (10:7).
- Habrá un castigo horrible para los que rechacen el mensaje (10:10–12).
- Habrá una condena especial sobre aquellas ciudades que aún habiendo experimentado
muchos de sus milagros, lo rechazan (10:13–16).
- A quien mucho se ha dado, mucho se le exigirá. El juicio más severo se reserva para
los que repudian al Señor habiendo oído su mensaje.
Todavía restan dos puntos en esta sección.
“Jesús se regocijó en el Espíritu”(10:21). Ninguno de los cuatro evangelios pretende
presentar todos los detalles de la vida del Hijo del Hombre cuando estuvo en la tierra. Es
muy probable que hubo otras ocasiones en las que Cristo manifestó gozo, pero no hay otra
cita en todo el Nuevo Testamento que lo mencione. Cristo mismo hace una referencia
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indirecta a su gozo en Juan 17:13, pero la porción de Lucas 10 es única La ocasión surgió
cuando los setenta rindieron su informe.
¡PENSEMOS!
¿Qué cuadro viene a su mente al pensar en Cristo?
Como usted sabe, ningún artista estuvo presente para captar
su imagen con pincel y óleos sobre una tela. Y ¡qué bueno
que no se hizo, porque conociendo la naturaleza humana, el
cuadro se hubiera convertido en ídolo! Los únicos retratos
que tenemos son a través de las palabras de la Biblia.
Aquívemos su gozo, y lo interesante es que fue resultado de
un informe positivo de sus seguidores. Nos hace recordar el
gozo que hay entre los ángeles del cielo cuando un alma se
arrepiente (15:10).
“Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis” (10:23).¡Claro! Los
verdaderos seguidores de Cristo, tanto de aquel entonces como hoy, llegan a ese estado
mediante la fe. Es decir, creemos lo que él enseña. Jesús acababa de decir que ese paso se
había logrado solamente por la obra divina (10:22, compare Juan 6:44).
De esto, se desprende que los discípulos se encontraban entre los más privilegiados,
habiendo oído y visto lo que los profetas y reyes de antaño hubieran deseado ver. Se puede
aplicar la misma bienaventuranza a nosotros. ¡En verdad somos privilegiados! Por obra de
Dios, no siendo mejores que los demás, recibimos y creímos el mensaje de la cruz y de la
tumba vacía. Debido a ello, tenemos la responsabilidad de compartirlo.
¡PENSEMOS!
A continuación escribo un pequeño corito que solíamos
cantar:
Después de “venid”
la Biblia dice “id”
Después de “oíd”
entonces es “decid”
Con cada privilegio,
responsabilidad nos dio.
Después de “venid”
la Biblia dice “id”
Finalmente, en esta sección el texto indica que un experto en la ley de Moisés quiso
probarlo. Sabemos que su pregunta no era sincera porque en el versículo 29, Lucas agrega
que quiso “justificarse a sí mismo”. Aunque el autor no lo dice, parece que éste no venía
dispuesto a creer o lo que es peor, salió dispuesto a no creer.
El religioso preguntó: “¿Haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?” Los términos
sugieren que el verdadero sentido de su inquietud era: “¿Qué acto heroico o que gran
sacrificio puedo hacer para ganar la vida eterna?” Siguiendo su forma de responder a las
preguntas capciosas, el Señor trató algo más profundo que la pregunta.
Cristo se refirió al área de conocimiento en que se suponía que el rabino era más
experimentado, preguntándole qué decía la ley, y el religioso contestó bien. Es decir, sabía
cuando menos intelectualmente lo que decía al respecto, porque ¡se acostumbraba leer el
mismo texto a diario en las sinagogas! “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”
(10:27). Después de una breve felicitación, Cristo le dijo: “Haz esto, y vivirás” (10:28).
Ahora sí, el religioso estaba acorralado.
Sabiendo que no había tratado a todos con amor, y picado en su conciencia, buscó
desviar la luz penetrante que lo estaba poniendo en evidencia: “¿Y quién es mi prójimo?”
(10:29) Cabe notar que el judaísmo de aquellos tiempos enseñaba que únicamente podían
considerarse vecinos a los mismos israelitas. La respuesta de Jesús fue en forma de
parábola, probablemente una de las más famosas.
La parábola del buen samaritano. El camino de Jerusalén a Jericó, aunque bastante
transitado, era muy escabroso. En primer lugar, en un trayecto de apenas 27 kilómetros, se
descendían unos 925 metros. Además, siempre había sido el lugar favorito de ladrones y
bandidos. Jericó era predominantemente una ciudad de sacerdotes, lo cual explica por qué
había tantos sacerdotes y levitas en la carretera.
En la parábola, ni el sacerdote ni el levita socorrieron al pobre damnificado. Sin
embargo, el odiado samaritano hizo todo lo posible por rescatarlo. De allí la pregunta de
Cristo: “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de
los ladrones?” (10:36). Por segunda vez el religioso contestó bien, aunque sus prejuicios le
impidieron pronunciar la odiada palabra “samaritano”. En todo esto, Jesús estaba
enseñando que uno debe considerarse vecino de cualquier necesitado.
¡PENSEMOS!
Cristo mismo es “el vecino ideal”, puesto que vino a
buscar y salvarnos a nosotros los pecadores (19:10), tan
necesitados espiritual y moralmente. Claro que él lo hizo
como el Salvador, pero a la vez su actuación ofrece un
modelo de servicio.
Principia esta sección con la visita del Señor a casa de unos amigos. El relato breve y
hogareño se encuentra exclusivamente en este evangelio. Lucas sólo menciona a las
hermanas Marta y María, así que no se sabe si su hermano Lázaro o alguno de los
discípulos estaban presentes. Otras porciones del Nuevo Testamento mencionan que vivían
en Betania, un pueblo situado cerca de Jerusalén en la ruta hacia Transjordania.
Las hermanas tenían mucho en común. Ambas eran creyentes, y amaban al Señor. Es
obvio que Cristo también las amaba. Las dos le rendían honor cuando muy pocos lo hacían,
y se regocijaron por su visita.
Pero así como citamos las semejanzas, debemos observar las diferencias. Es probable
que Marta fuera muy activa e impulsiva, así que expresó sus sentimientos en forma abierta.
Por otro lado, María era quieta, contemplativa y aunque sentía profundamente, no se
expresaba igual que su hermana.
En la ocasión que Lucas relata, María aprovechó la presencia de Cristo, y sentada a sus
pies: “oía sus palabras” (10:39). En cambio, Marta “se preocupaba con muchos quehaceres”
(10:40). No cabe duda que el amor que sentía por Cristo la motivaba a preparar lo mejor
para el Maestro. Sin embargo, el afán la dominó e hizo que se quejara de su hermana y del
Señor por no reprenderla por su indiferencia hacia los deberes domésticos.
Conociendo lo más íntimo del corazón, Cristo comentó con ternura: “Marta, Marta,
afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha
escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (10:41–42).
ES UNA PRIORIDAD ESTAR A LOS PIES DE
JESUCRISTO
El Señor establece aquí las prioridades; él no está contra la hospitalidad, la buena
comida, o las comodidades y arreglo de la casa. Sin embargo, lo que vale es la comunión
espiritual que ejemplifica María. Se podría decir que es el servicio más alto que uno puede
dar.
No hay que pensar que Cristo enseña que la vida de un creyente ha de ser quieta y
contemplativa, como la de un ermitaño evangélico. Tampoco que Jesús reprueba la vida
activa. Más bien, lo que censuró fue la actitud de Marta al criticarlo a él y a su hermana.
Ansiosa y agitada, descuidaba lo más importante, que es la íntima comunión con él, para
dedicarse solamente a los quehaceres de la casa.
El asunto se refiere a que todo es cuestión de prioridades, y Cristo quiere que las
tengamos en orden. ¡Difícil la lección! Cuesta mucho aprenderla y ponerla en la práctica.
Comunión a través de la oración (11:1–13)
La vida del Hijo del Hombre aquí en la tierra se caracterizó por la comunión que tuvo
con su Padre mediante la oración. Dedicaba noches enteras exclusivamente a ella, y ese
buen hábito no pasó desapercibido a sus seguidores. Reconociendo el valor de ese ejercicio
espiritual, uno de ellos le pidió que los enseñara “a orar, como Juan también enseñó a sus
discípulos” (11:1). Se deben hacer tres comentarios antes de entrar a considerar la oración.
No se menciona el nombre del discípulo. Es probable que fuera de los setenta y no uno
de los doce. Lucas hubiera dado su nombre si fuera del grupo íntimo. Los setenta no
estaban presentes cuando Cristo enseñó por primera vez acerca de la oración (Mateo 6:9–
16). En este pasaje, repite la enseñanza con algunos cambios.
Enséñanos a orar. No es que los judíos desconocieran la práctica, porque todo el
mundo veía las oraciones ostentosas de los fariseos. La petición no era que les enseñara el
hábito de la oración, aunque no hubiera estado fuera de orden. Sin embargo, los hábitos no
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se adquieren en el aula, sino con la constante repetición. Más bien, parece que pide un
ejemplo o modelo a seguir.
La petición era “como Juan también enseñó a sus discípulos”. Aquí está la única
referencia bíblica a que Juan instruyó a sus seguidores en ella. No cabe duda que él enseñó
a sus discípulos a que oraran de acuerdo a la revelación adicional que él dio; tal vez les
indicó que las oraciones de los fariseos demostraban hipocresía.
La oración ejemplar del Señor contiene seis peticiones:
1. Principia igual que todas las oraciones del Señor, es decir, con la palabra “Padre…
santificado sea tu nombre”. Pide que el Dios revelado a la humanidad sea reconocido y
venerado por su nombre.
2. “Venga tu reino”. Tanto Juan el Bautista como Jesús, habían estado anunciando su
advenimiento. Aquí el peticionario acepta lo dicho por ellos y desea lo mismo que Dios. A
propósito, la oración de poder es la que está de acuerdo con lo que Dios ha revelado.
3. “Hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra”. En esta petición, el
Señor expresa la sumisión y aceptación que debemos mostrar hacia la voluntad divina
trabajando en nuestras vidas.
4. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. La frase pide el sostén diario,
reconociendo la dependencia que uno tiene del proveedor divino.
5. “Perdónanos nuestros pecados”. Dios es el único que puede perdonar pecados. La
Biblia enseña que lo hace por medio del sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario. El
hombre lo obtiene por la fe.
6. “No nos metas en tentación”. Según Santiago 1:13, Dios no tienta a nadie. El no es
autor del pecado. Sin embargo, según lo que el Espíritu Santo enseña, el verdadero creyente
reconoce que tiene una gran propensión a pecar. El que pide perdón por sus faltas y
reconoce su inclinación hacia la maldad, también pide a Dios que no permita que caiga en
tentación.
¡PENSEMOS!
Esta oración modelo conocida como el “Padre Nuestro”,
es parte de la enseñanza que Jesús dio a sus discípulos. Sin
embargo, no debe hacerse repetitiva. ¿Por qué? Un ejemplo
de Cristo practicando la oración correcta lo encontramos en
Juan 17, e ilustra mejor el carácter de nuestro Salvador
como intercesor (Hebreos 7:25).
¡PENSEMOS!
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12
El Hijo del Hombre condena la
blasfemia e incredulidad
Lucas 11:14–54
“Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” Lucas
11:10
¡Qué bueno hubiera sido que después de tantas enseñanzas y señales que daban
evidencia de quién era Jesucristo, el pueblo de Israel se hubiera arrepentido! Pero no fue
así. Ni su presencia, predicación y pruebas lograron convencer a esa nación ciega. Por eso
no debe de sorprendernos que en el día de hoy tampoco lo acepte el mundo.
De vez en cuando se oye el comentario: “Si Cristo estuviera aquí, si hiciera un milagro
hoy, la gente creería”. ¡No es cierto! Ya vino al mundo, hizo milagros, y su propio pueblo
lo rechazó por ceguera u obstinación. La porción de Lucas 11 es decisiva en la narrativa del
repudio del Hijo del Hombre porque relata que había algo más que mera indiferencia,
también blasfemaban contra él; lo calificaban como emisario del enemigo de las almas,
Satanás.
AUTORIDAD SOBRE LOS DEMONIOS (11:14–28)
En el ministerio del Hijo del Hombre hay abundante evidencia de la autoridad que tenía
sobre los demonios. Esta era una señal de su autenticidad mesiánica. Es más; aun los
enemigos de Cristo, incluyendo los mismos demonios, reconocían su poder.
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En Lucas 11, el autor relata que los líderes religiosos blasfemaron contra Cristo,
atribuyendo su poder no a Dios, ni al carácter mesiánico de Jesucristo, sino a Satanás. El
Señor refutó sus declaraciones en forma muy lógica: “Y una casa dividida contra sí misma,
cae” (11:17). Es decir, ¿Satanás contra Satanás? No sería prudente, lógico, ni productivo
para el diablo.
Hay una segunda consideración en la respuesta que dio Cristo. ¿En qué situación
quedaban los judíos que también exorcizaban? (11:19) Naturalmente, sus acusadores no
estarían muy dispuestos a aceptar que ellos también obraban por cuenta de Satanás.
A continuación, Jesús afirma que él tiene poder sobre el príncipe de los demonios
(11:22). Sin duda, su dicho es una referencia a que venció al diablo durante su tentación
(4:1–13). Pero el Señor no deja el tema nada más así. Agrega que no se puede ser indeciso
y neutral.
“EL QUE NO ES CONMIGO, CONTRA MÍ ES”
LUCAS 11:23
¡PENSEMOS!
En la actualidad, las fuerzas demoniacas están
moviéndose con una fuerza increible en todo el mundo.
Prueba de ello es la gran cantidad de peliculas con temas de
ultratumba que se estrenan cada año, el ocultismo,
adivinaciones, magia, etc. que mucha gente favorece.
Algunos seguidores de Satanás disfrazan la mentira con
palabras persuasivas con apariencia de religionsidad, pero
en el fondo son manifestaciones satánicas. ¿Qué podemos
hacer para resistir esos ataques e insinuaciones?
En términos más comprensibles, el versículo 23 quiere decir que aquellos que no se
deciden por Cristo, en realidad escogen estar contra él. No hay ningún “término medio”. De
clarísima manera esa frase explica las condiciones del mundo actual y, a la vez, la razón por
la cual debemos dedicarnos al evangelismo.
Para ilustrar el principio enunciado, el Señor cuenta la historia de una persona que fue
librada de un espíritu inmundo. No cabe duba que el hombre sintió gran alivio, pero como
no dejó que el Espíritu Santo tomara residencia en su corazón, cayó de nuevo bajo el
control de los demonios y al final resultó peor que al principio.
Jesús subraya la verdad de que no se puede ser neutral. Es imposible que exista un
corazón totalmente independiente. O bien uno depende de Dios y se entrega a él, o se está
bajo el dominio del enemigo de Dios.
Por ser corta, esta ilustración podría considerarse como de poca importancia. Pero no lo
es. Al contrario, habla de una verdad tan grande e importante, que causa escalofrío al
considerarla detenidamente.
Entre los oyentes había una mujer que quedó tan impresionada y entusiasmada con su
enseñanza tan directa y clara, que expresó su admiración en voz alta. De acuerdo av las
costumbres de entonces, bendijo a la madre del Maestro. Sin criticar a la mujer o denigrar a
María, Jesús aprovechó la ocasión para destacar una verdad:
“BIENAVENTURADOS LOS QUE OYEN
LA PALABRA DE DIOS, Y LA GUARDAN”
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Lucas 11:28
Para el Señor, la relación espiritual es de mucha más importancia que la física.
LA GENTE DEMANDA SEÑALES (11:29–32)
Los judíos pedían más señales, y usualmente lo hacían de mala fe. En el versículo 16
pidieron algo espectacular. Debido a su incredulidad, ignoraron lo que el Señor había hecho
hasta ese momento y pidieron algo ridículo, como que hubiera oscuridad al mediodía o
plena luz a medianoche. Querían ver las estrellas danzar, o a las nubes convertidas en
crema batida.
Los líderes solicitaron algo que a su modo de ver fuera tan extremadamente difícil, que
Jesús no lo haría. Entonces dirían: “Bien, ¿ya vieron? ¡No puede! Nosotros se los decíamos,
¡es un impostor!”
Conociendo el corazón del hombre, y en este caso la obstinada y perniciosa
incredulidad de los líderes, Cristo les recordó la señal del profeta Jonás (11:29), quien había
sido enviado a los ninivitas con el mensaje divino después de haber sido librado del gran
pez. Hay varios factores que deben notarse en esa historia:
1. Jonás era judío, los ninivitas, gentiles.
2. El mensaje demandaba arrepentimiento a la luz del juicio inminente.
3. Efectivamente, y para disgusto de Jonás, los de Nínive se arrepintieron y fueron librados
del castigo.
Asimismo les dijo que la reina de un país distante, habiendo escuchado de la sabiduría
de Salomón (11:31), quiso constatar personalmente si en efecto era tan sabio, e hizo un
viaje largo y costoso para visitarlo. Cuando llegó, creyó todo lo que había oído de él.
LA NACIÓN CIEGA,
A SU MESÍAS NIEGA
El Señor les aseguró que alguien mas grande que Jonás estaba entre ellos (11:32). Ya se
les había anunciado que el reino prometido estaba cerca y allí estaba el Rey. Pero aún
cuando aquellos gentiles de Nínive y la reina gentil del sur creyeron lo que les fue
comunicado, los judíos, a pesar de las abundantes evidencias que contemplaron, repudiaron
al Señor. ¡Qué castigo les esperaba! En el día del juicio, serían acusados por los ninivitas y
la reina gentil.
LOS OJOS QUE NO VEN (11:33–36)
Haciendo una comparación entre los ojos con la lámpara del cuerpo, el Señor les da la
razón por la que siempre buscaban señales. Se debía a que la incredulidad los tenía tan
ciegos, que no podían apreciar la luz que él les ofrecía por brillante que fuera. Esa luz no
disminuye, siempre brilla, pero no siempre es percibida por el hombre. Si hay oscuridad en
el alma, no se puede culpar a la luz del evangelio.
LOS LÍDERES CIEGOS (11:37–54)
Los fariseos y escribas eran los dirigentes religiosos en tiempos de Jesucristo. Como
tales, tenían la responsabilidad de velar por la condición espiritual de la nación. En general
se oponían a Cristo, y por lo que relata este capítulo, la cosa iba de mal en peor.
Cierto fariseo se asombró de que Cristo no cumplía con las tradiciones y ceremonias
establecidas (11:38), en especial, con el sistema de lavamientos instituido por los rabinos.
Se dice que algunos enseñaban que un demonio se sentaba en las manos que no se lavaban
siguiendo esa ceremonia. Esto produjo una de las respuestas más fuertes de parte del Señor
contra el fariseísmo.
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¡PENSEMOS!
Uno de los peligros de las religiones es que sus ritos, tal
vez concebidos como expresiones legitimas de culto a Dios, se
convierten en simple ritualismo. Viene a ser una lista de
cosas que se deben hacer, quién sabe por qué. El
cristianismo también es susceptible de cometer ese error,
creando liturgias y pensando que la forma externa es igual a
la veneración y obediencia que Dios pide.
De igual manera, el Señor confrontó a los llamados “intérpretes de la ley” (11:45). Jesús
los consideraba culpables porque habían agregado sus tradiciones a la ley de Moisés,
haciendo la vida religiosa de la nación demasiado pesada. Con sus “interpretaciones”
escondían la verdad, eliminando la posibilidad de entender el mensaje de Dios. ¡Ay de
ellos, y de cualquiera que agrega mandamientos a los dados por Dios!
El camino a través de Judea fue en todo sentido de rechazo, y el que condujo al Señor
Jesús a la cruz. De ahí en adelante, todo fue de mal en peor. Sin embargo, hay que tener
mucho cuidado de no echar toda la culpa a los judíos. Bien es cierto que ellos fueron los
instrumentos del rechazo, pero al fin y al cabo, fue también nuestro pecado el que clavó a
Jesús en el madero.
REPASO DEL LIBRO
Hasta aquí la narración de Lucas, el médico amado, nos ha llevado por el anuncio,
advenimiento, niñez, preparación, bautismo, genealogía, tentación y ministerio de
Jesucristo, el Hijo del Hombre, en Galilea y Judea. Hemos viajado con él y hemos
estudiado las señales y enseñanzas que caracterizaron su ministerio, las cuales fueron dadas
para autenticar que verdaderamente es el Hijo de Dios, y también verdadero Hombre.
Observamos el amor y compasión de Cristo por quienes padecían diversas
enfermedades y dolencias; su poder sobre los demonios y Satanás y sobre las fuerzas de la
naturaleza. Asimismo, conocimos a las personas, hombres y mujeres, que de alguna manera
estuvieron asociados con el Señor durante su ministerio terrenal y nos han conmovido con
sus reacciones humanas, falibles y de asombro al estar en presencia misma de Dios hecho
carne.
En el próximo tomo, estudiaremos a fondo los sermones y discursos del Señor en el
viaje que hizo a Jerusalén y que culminó con la última semana de su vida y la fiesta de la
pascua en la que dio su vida por nosotros.
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