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FICHA DE CÁTEDRA HISTORIA Y PROSPECTIVA DE LA EDUCACIÓN

PROF. VALERIA SAGARZAZU

EDUCACIÓN DESDE LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES A LA INDEPENDENCIA


ARGENTINA

Esta es nuestra primera clase a través de la historia de la Educación Argentina, a partir de


aquí iniciaremos juntos la tarea de trabajar con los contenidos de historia. Para ello, la
propuesta que vamos a desarrollar nos presenta el desafío de abordar un largo período, que
incluye hechos y procesos históricos diversos. En ellos deberemos poder reconocer
rupturas y también continuidades que influyen en la organización e institucionalización del
sistema educativo y que, tienen como objetivo llegar a reconocer en esos procesos los
cambios y continuidades y observar los efectos que estos producen en el campo de la
educación.

Se trata, indudablemente, de un trabajo que presenta un cierto nivel de complejidad. Sin


embargo, buscaremos ir resolviéndolo a través de distintas propuestas que apuntaran a
delimitar los ejes sobre los que sostendremos nuestra tarea a lo largo de la cursada. Si bien,
como ya sabemos, estos aspectos son únicamente divididos para lograr una mayor
comprensión de cada período, pero en el devenir histórico se relacionan, integran e influyen
mutuamente. Recordemos a su vez que, la división de cada período es también artificial y
construida con el único propósito de lograr un mejor entendimiento.

Teniendo esto presente, arranquemos…

¿CONQUISTA, INVASIÓN O GENOCIDIO?

El acontecimiento histórico ocurrido en 1492 cuando Colón llega al actual continente


Americano que, según cada perspectiva, puede denominarse como Descubrimiento,
Conquista, Invasión, Genocidio… implicó un “choque” entre dos mundos completamente
diferentes y desconocidos entre sí.

Desde la mirada Europea, puntualmente para el caso de nuestro actual país, los
colonizadores fueron los españoles, que llegaban al “nuevo”???? territorio portando
concepciones, ideología propia y formas de ver y entender el mundo… Acá podemos
resaltar que el acontecimiento del 12 de octubre de 1492 es considerado por muchos
historiadores como el inicio de la Modernidad…

La Edad Moderna tiene características marcadas que podrán servirnos para comprender
mejor lo acontecido… Recordemos que todos los hechos enunciados son parte de un
proceso amplio y complejo que no se produce en un determinado momento, sino que son
procesos entrelazados multicausales. Recuperemos algunos de ellos:

Se impuso en Europa un sistema de pensamiento antropocéntrico, concepción que confía


en el poder de la razón humana para acceder al conocimiento del mundo, a través de la
actividad intelectual y la experiencia (Humanismo y Renacimiento)
Se profundizó el proceso de exploración ultramarina europea (posibilitados por el gran
avance en los conocimientos sobre la náutica, la cartografía y la astronomía). Motivado
por la necesidad de encontrar rutas alternativas para llegar a las preciadas islas de las
especies en las denominadas Indias Orientales. Especialmente España y Portugal
iniciaron viajes a través del océano Atlántico y luego del Índico y del Pacífico en busca de
nuevas rutas comerciales. También Inglaterra se embarca en esta tarea. Estas
exploraciones tuvieron como consecuencia que los europeos descubrieran territorios
desconocidos para ellos hasta el momento.

Entraron en contacto y comenzaron a interactuar sociedades de distintas regiones del


mundo que eran desconocidas entre sí.

A partir del descubrimiento de nuevas regiones geográficas y sociedades, los europeos


comenzaron un proceso de invasión, conquista y colonización de amplios territorios
de América y Asia.

Se inició el comercio de esclavos africanos que eran capturados en África y


transportados hacia América para ser vendidos allí. Este comercio permaneció a lo largo de
toda la Edad Moderna.

La crisis de la iglesia católica que culminó con la Reforma protestante y luego la


Contrarreforma provocó la ruptura de la unidad religiosa de Europa. A partir de la Edad
Moderna convivieron, muchas veces con graves conflictos, distintas religiones cristianas.

Se desarrollaron y comenzaron a convivir diferentes sistemas de pensamiento y distintas


líneas filosóficas, por ejemplo, el racionalismo y el empirismo. Gracias a la invención y
difusión de la imprenta, se editaron millones de libros que contribuyeron con la divulgación
de las nuevas ideas.

Se fortaleció la monarquía como sistema político. Los reyes desarrollaron estrategias que
les permitieron concentrar en su persona cada vez más el poder.

En Europa, principalmente a partir del siglo XVII, se produjo una explosión demográfica que
amplío la población y si bien, la mayor parte de la población continuó siendo rural, fue
importante el crecimiento de las ciudades. Comienzo de una nueva clase social: la
Burguesía.

En América se dio un proceso demográfico inverso. Como consecuencia de la conquista


española, la población originaria descendió producto de la explotación en trabajos
forzosos, el genocidio y las nuevas enfermedades que traían los europeos, para las
cuales no contaban con defensas los pueblos originarios.

Para el Siglo XVIII, surgen las ideas de la Ilustración o Iluminismo, difundidas entre la
Burguesía en ascenso y sectores de la aristocracia. Sus cuestionamientos sobre los
privilegios de sangre fueron los principios de la Revolución Francesa (1789 - Fin de la
Modernidad) que terminó con la monarquía absolutista. La difusión de sus
cuestionamientos al poder político vigente y de la idea de igualdad de las personas
ante la ley fue una influencia importante para los criollos americanos, quienes tomaron
estos principios como estandarte para guiar las revoluciones independentistas de las
colonias europeas.

Se produjeron numerosos y largos conflictos armados entre los Estados europeos a


causa de la intolerancia religiosa, la búsqueda de control del territorio y las crisis sucesorias
de las monarquías.

Revolución Industrial en Inglaterra (1760 aprox) que posibilitó el desarrollo del comercio a
nivel mundial (debido a la gran capacidad de producción y a las innovaciones en el
transporte por tierra y marítimo). Esta revolución dio paso a las revoluciones agrícolas,
demográficas y burguesas.

Y por estos lugares, qué ocurría??? El actual territorio americano estaba habitado por
diversas sociedades y culturas, organizadas de distintas maneras, algunas más
estructuradas y otras no tanto… Es decir, organizadas en distintos grados de
complejidad sociocultural, desde simples grupos nómadas hasta imperios militaristas,
pasando por tribus, señoríos y estados. Para el siglo XV, la vida cultural en el territorio era
intensa pero podía observarse algunas diferencias. Puntualmente, podemos ver tres
grandes imperios que se habían establecido en ciudades y tenían una gran
organización política, económica y cultural: Mayas (últimos vestigios de esta población),
Aztecas (ambos en la zona de Mesoamérica, que abarca en la actualidad los territorios que
van desde México hasta parte de Centroamérica) e Incas (zona Andina: Chile y parte del
Noroeste Argentino). Estos imperios se habían ampliado por medio de la colonización de
territorios y la incorporación de nuevas poblaciones, imponiendo (en muchos casos) su
propia cultura e idiosincrasia, de esa forma alcanzaron un alto grado de organización de sus
estructuras e instituciones y un gran desarrollo cultural. En este sentido, estos pueblos
desarrollaron prácticas educativas sistemáticas y lograron institucionalizar sus
procesos educativos. Tanto en el caso de los aztecas como en el de los Incas, hay una
importante participación del estado. En el caso azteca, esto se evidencia en la existencia de
establecimientos que sirven para formar, por un lado, una elite dirigente y por el otro,
atender las necesidades de los grupos sociales mayoritarios. En el caso de Los Incas,
existía un sistema de enseñanza rígidamente organizado y estratificado que respondía al
modelo de valores y requerimientos del propio sistema incaico al que asistían solo los
sectores privilegiados. La gran mayoría de la población participaba del sistema educativo
informal, recibiendo a través de sus padres una enseñanza práctica.

Por otro lado, los pueblos de América del Sur, poseían un conjunto de saberes
importantes, no tan estructurados como los habitantes de los grandes imperios, pero estos
conocimientos eran transmitidos de forma sistemática sin llegar a institucionalizarse.
Una transmisión de conocimientos que se realiza de manera informal pero que cumple el
sentido que posee cualquier otro sistema educativo. Poco a poco, estos pueblos
comenzaban a complejizar sus prácticas educativas debido al paso del nomadismo al
sedentarismo.

Podemos observar que, a lo ancho y largo del territorio americano podíamos encontrar un
gran mestizaje cultural. La llegada de los españoles al continente americano, implicó el
comienzo de una etapa de exploración y “conquista” del continente. A lo largo de todo el
siglo XVI y XVII, no dejaron de llegar a América misiones exploradoras y de fundación.
En un tiempo, que podemos considerar relativamente corto, los “hombres blancos”
lograron someter a casi todos los pueblos originarios que habitaban el continente
americano. Es cierto que muchos de esos pueblos resistieron el avance español; sobre
todo, aquellos que no poseían una organización social tan compleja y que se trasladaban de
un lugar a otro ofreciendo constante pelea.

La superioridad militar y bélica ayudó a concretar el objetivo de los europeos pero


existieron otros factores que facilitaron las cosas. Las diferencias culturales y de
creencias, la transmisión de nuevas enfermedades, el aprovechamiento por parte de los
invasores de las disputas que dividían a los pueblos indígenas y así lograron conformar
alianzas entre los europeos y los mismos nativos, fueron algunas de las posibles
explicaciones de la causa de la derrota.

La trascendencia de estos episodios para las sociedades nativas fue enorme. Su visión del
mundo se modificó a partir de estos hechos. Los españoles se propusieron la destrucción
de las creencias de los pueblos conquistados y su reemplazo por la religión cristiana.

La “conquista y la colonización” fueron un período de la historia de América signada por el


dolor y el sufrimiento. El pensamiento y la cultura europea triunfaron por la fuerza y la
imposición.

Proceso de organización del “nuevo territorio”

A la hora de organizar el imperio colonial, la acción quedó en manos de iniciativas


individuales. Tras la conquista de los imperios Azteca e Inca (en 1519 y 1531
respectivamente), la Corona española dispuso organizar estas sociedades de acuerdo a
las leyes y a las costumbres españolas. La extensión territorial contribuyó a que se
adoptaran distintas divisiones organizativas y administrativas para las “Indias” por medio
de la formación de Virreinatos. Así, la zona que formaba parte del estado azteca pasó a
constituir el Virreinato de Nueva España, mientras que la había integrado el estado incaico
pasó a constituir el Virreinato del Perú.

Hasta el siglo XVIII estos fueron los únicos virreinatos dentro del extenso imperio español
en América pero desde aquel entonces se sumaron el de Nueva Granada , que incluyó los
actuales países de Colombia, Panamá y parte de Perú; y el Virreinato del Río de la Plata
(1776) que incluyó los actuales territorios de Argentina, Bolivia, Paraguay, parte de Perú,
parte de Chile, Uruguay y sur de Brasil .

Con el objetivo de reservarse el absoluto control del comercio con las colonias y excluir de
él a los otros países europeos, España impuso un régimen comercial de tipo monopólico. El
encarecimiento de los precios de las mercaderías, la excesiva tardanza en llegar a los
lugares más alejados, su deterioro y la avidez de las potencias enemigas de España
(Inglaterra y Portugal) por capturar sus mercados contribuyó al fracaso del sistema y al
mismo tiempo favoreció la práctica generalizada del contrabando.

La implantación física de la ciudad constituyó un hecho decisivo para la ocupación del


territorio americano por los invasores/conquistadores europeos. El ciclo de las
fundaciones es un proceso que nace con muchas similitudes, sin embargo y a la vez, uno
de los aspectos más importantes del desarrollo urbano en Latinoamérica consiste en la
progresiva diferenciación. En esa diferenciación juegan un papel muy importante la
geografía y las culturas locales.

La dominación de las poblaciones originarias tuvo muchos matices y diversas perspectivas


sobre estos sujetos: someterlas para que sirvieran como mano de obra en el plan de
producción de riquezas económicas o protegerlas y evangelizarlas... Pero en última
instancia, ningún europeo dudó en que era un conquistador, con todos los derechos que da
la victoria y con la certidumbre de la absoluta e incuestionable posesión de la verdad. La
verdad cristiana no significaba solamente una fe religiosa, era la expresión radical de un
mundo cultural y civilizado.

El rol de la iglesia

El propósito declarado de la colonización española en América era la evangelización de los


pueblos originarios. Junto con los conquistadores llegaron los religiosos de las distintas
órdenes, y con el propósito de alcanzar los distintos rincones del continente en la tarea de
la evangelización, y de proteger a los “indígenas” que carecían de organizaciones
comunitarias, comenzaron a establecer lo que se llamó misiones.

Si bien la corona debía autorizar su establecimiento, una vez otorgado el permiso, los
religiosos tomaban todas las decisiones para organizar la vida social, económica y cultural
de los aborígenes. Las misiones se ubicaron en zonas de frontera, como en el norte de
México o en el límite entre Hispanoamérica y el Brasil, en lo que es hoy territorio argentino,
uruguayo y paraguayo.

Aunque muchas órdenes establecieron misiones, las que más se destacaron fueron las de
la Compañía de Jesús (Jesuitas), que llegó a ejercer el control sobre amplios territorios. En
1767, los jesuitas fueron expulsados de España y de las colonias americanas, por
decisión del monarca español Carlos III quien consideraba que los misioneros habían
acumulado demasiado poder.

Durante todo el período colonial, la Iglesia desempeñó un papel fundamental en el


campo de la educación. Desde las escuelas de gramática hasta las universidades,
estuvieron a cargo de eclesiásticos, especialmente dominicos y jesuitas. Los jesuitas
fundaron en Córdoba el Colegio Máximo que luego se transformó en Universidad en el año
1622. Hacia mediados del siglo XVI, los franciscanos dirigían unos 200 colegios en el actual
territorio de México y los dominicos unos 60 en el actual Perú. Los que más utilidad
tuvieron fueron los colegios que sirvieron para enseñar oficios: allí se enseñaba sastrería,
zapatería, herrería, carpintería, etc.

Procesos de emancipación e independencia

Veremos cómo el cambio de clima en el territorio americano provocó reformulaciones en el


mundo de la educación y como parte de esta transformación está asociada al sentido que
las ideas que la ilustración le otorgan a la educación, vinculadas a formar ciudadanos
capaces de ejercer la soberanía política. La responsabilidad de formar estos ciudadanos
deberá recaer en el estado que es quien, a partir de la expansión de este ideario político,
será el encargado de tomar a su cargo la educación de las mayorías sociales.

Los procesos de independencia en Latinoamérica recorrieron diversos caminos. Las


diferencias tuvieron que ver, entre otras cosas, con el tipo de relación existente entre la
metrópoli y las elites locales, con la estructura social de las colonias, y con el tipo de
estructura económica que sostenía el funcionamiento de las mismas. Estas diferencias
incidirán en la formación de los Estados nacionales en cada uno de los antiguos territorios
coloniales.

Gran parte de estas ciudades latinoamericanas habían crecido asociadas a la


expansión comercial y junto con ella creció una burguesía de características
diferentes a la europea…el impacto mercantilista estimulaba el desarrollo de las ciudades,
la sociedad se acriollaba y sus diversos grupos cambiaban en consistencia, en número y
consecuentemente en sus relaciones recíprocas. Fue así que la estructura social de la
colonia, adquirió distintos matices y en ellos surgió una sociedad nueva.

En este panorama, y a pesar de las diferencias mencionadas, los movimientos


revolucionarios tuvieron un origen común, relacionado con los conflictos europeos:
la monarquía absoluta había funcionado como modelo de gobierno a lo largo del tiempo.
Sin embargo, la mayoría de la población cada vez más veía con desagrado el crecimiento
del poder del rey y de aquellos que estaban vinculados a él. La presión impositiva recaía
especialmente sobre los campesinos y los burgueses y estos últimos comenzaron a
reclamar mayor participación dentro del poder. Por un lado, los funcionarios de gobierno, no
estaban preparados para resolver la crítica situación; por el otro, y a medida que pasaba el
tiempo, el poder de la burguesía se iba consolidando y eso hizo que este sector de la
sociedad cuestionara con energía la representatividad del rey, impulsando nuevas formas
de gobierno que fueran capaz de incorporarlos como protagonistas.

Acompañando estas demandas, un flujo de nuevas ideas comenzó a surgir, reclamando


por un orden social y político diferente. Los hombres que se dedicaban a la ciencia y a la
filosofía, recuperando gran parte del pensamiento intelectual de los siglos anteriores,
buscaron hallar respuestas a las nuevas circunstancias sociales y políticas. Estos
pensadores trataban de aplicar la razón y la experimentación como mecanismos
privilegiados a partir de las cuales intentaron examinar y cuestionar tanto las ideas como
los valores recibidos.

La Ilustración creció como movimiento intelectual y penetró en todo el continente europeo.


Especialmente, en Francia, estas ideas alcanzaron un importante desarrollo. Se
destacaron el filósofo, político y jurista Montesquieu, Voltaire y Jean Jacques Rousseau ,
entre otras figuras que alcanzaron un importante prestigio. El pensamiento ilustrado buscó
reformular la organización de la sociedad aunque sus preocupaciones no giraban en torno a
los sectores populares. Para el pensamiento ilustrado, los individuos, más allá de su
origen o pertenencia de clase, son, por principio, iguales y libres. Ese fue el punto de
partida que permitió reformular las prácticas políticas y crear espacios de encuentro como
las asociaciones, los clubes, en los cuales se comienza a debatir la política.
En el Río de la Plata, la situación política que se produjo en España luego del avance
de las tropas napoleónicas fue el origen del movimiento revolucionario de mayo.
Podemos observar la emergente politización de las ciudades como parte de los
significativos cambios que empezaban a producirse. La nueva sociabilidad permitió una
rápida difusión, a fines del siglo XVIII y comienzo del siguiente, de las ideas liberales que
modificarían aún más la relación entre el poder político y la sociedad. Se trataba, entre otras
cuestiones, de llegar a implementar reformas educativas que no significaran solamente
alfabetizar a grandes masas sino que, la finalidad de la educación debía ser la ampliación
de las minorías selectas, impregnadas de los nuevos conocimientos científicos, con el
propósito de lograr el tan anhelado progreso. El cambio que se promovía buscaba más la
instrucción, esto es el aprendizaje de nociones modernas y cosas útiles, que la educación
en el sentido más amplio del término.

Estas nuevas ideas se circunscribían a un ámbito muy limitado y si bien las nuevas elites
dirigentes propiciaban desde los gobiernos revolucionarios que las leyes, constituciones y
reglamentaciones las incluyeran, se producía una frecuente contradicción entre las
propuestas legales y la realidad.

Esto era particularmente evidente en la definición de ciudadanía que figuraba en los


documentos y en la incorporación limitada de derechos civiles y políticos que efectivamente
se daba en la vida cotidiana. De todas maneras, la sustitución de la idea de súbdito por
la de ciudadano dio como resultado la estimulación de la participación de un número
más amplio de individuos en la estructura educativa. En este sentido, se alentó la
incorporación en el sistema educativo de la mujer o de los “indios” (en algunos casos) y,
junto con esta nueva preocupación, aparece la necesidad de darle un significado político
diferente al educador que ahora tendrá en sus manos una nueva tarea.

Los largos años de enfrentamientos y luchas ocasionaron enormes gastos a la nueva


estructura política surgida del proceso revolucionario. La guerra implicó la necesidad de
reclutar hombres para el ejército, sumada a las contribuciones forzosas en ganado, dinero y
alimentos para las milicias. La mayor parte de las veces estos costos eran trasladados
directamente a la comunidad; a veces en forma de contribuciones voluntarias y la mayoría
de las veces de forma compulsiva. El dinero obtenido a través de la recaudación de
impuestos nunca era suficiente; sobre todo, teniendo en cuenta que, como consecuencia de
la revolución los circuitos económicos, en general, y comerciales, en particular, se habían
modificado notoriamente. Las “expropiaciones del enemigo”, las contribuciones de ganado
y hombres realizadas por los sectores poderosos de la campaña nunca eran suficientes y la
demanda constante del Estado provocó situaciones de mucha tensión entre grupos
políticos y los poderosos sectores comerciantes y productores de la campaña.

Los procesos de independencia en América Latina no condujeron automáticamente a la


formación de estados que respetaran las jurisdicciones coloniales existentes hasta ese
momento. Por el contrario, lo que se produjo fue el desmembramiento de esas grandes
unidades políticas y organizativas, representadas por los Virreinatos, en entidades menores.
Aún así, tampoco fue sencillo organizar políticamente las nuevas regiones independizadas.

Las disputas entre liberales y conservadores, centralistas, confederacionistas y


federalistas, enfrentaron durante gran parte del siglo XIX a las élites locales. Podemos
observar diferentes concepciones en torno a la mirada independentista: algunos criollos
creían en la posibilidad de la autonomía real y otros no lo veían viable, pensando tan solo
en un cambio de cabezas dirigentes.

Por debajo de estas posiciones políticas se confrontaban intereses económicos


contrapuestos: muchas regiones que durante la época colonial ocuparon un lugar
secundario en la estructura administrativa, intentaron modificar su situación reclamando su
independencia frente a los intentos de subordinación ensayados por los centros
revolucionarios. Estos enfrentamientos se plasmaron, en algunos de los espacios
territoriales, en las guerras civiles que sucedieron a los procesos independentistas y que
llevaron al primer plano de la escena a los jefes militares (caudillos). Estos caudillos
dirigían milicias rurales que respondían más a sus jefes que al Estado lo que exacerbó el
sentimiento regional dificultando la unificación política.

En el Río de la Plata, al igual que en el resto de los ex territorios coloniales, el proceso de


independencia significó enormes pérdidas económicas y la aparición de nuevas tendencias
políticas que entraron en conflicto. Luego de la revolución y la guerra que atravesaron los
años que siguieron a los sucesos de mayo, se presentó una lucha entre Buenos Aires y el
resto de las provincias y fue necesario el paso del tiempo para lograr resolverla .

Entre 1810 y 1853, el conjunto de pueblos que luego formarían parte de la República
Argentina no contaron con un gobierno central, ni se pusieron de acuerdo en la
sanción de una constitución que los uniera.

Después de las guerras de independencia, y a partir de 1820, la organización autónoma


de las provincias llevó a que entre ellas se establecieran pactos y tratados que
regularan los contactos y relaciones uniéndolas a manera de una confederación. Es
decir, se conformó un sistema político donde cada parte mantenía una fuerte autonomía, y
se reservaba a un órgano central la resolución de asuntos vinculados a las relaciones con
los demás países.

Durante estos años, los enfrentamientos políticos expresaban problemas más profundos
que correspondían a las oposiciones que se generaban entre los grupos sociales, los
intereses provinciales o regionales y las diferencias que se producían entre el campo y la
ciudad. Los intentos por construir un Estado unificado resultaron en su gran mayoría
amplios fracasos.

En algunas provincias, junto a las estructuras de gobierno se destacó la figura de los


caudillos, líderes políticos que contaban con el apoyo masivo de importantes
sectores del ámbito rural. Hubo casos, como, por ejemplo, en el litoral donde estos
caudillos llegaron incluso a ser gobernadores de sus provincias. Como sucedió en Santa
Fe, gobernada por Estanislao López entre 1820 y 1838 o en Entre Ríos, donde se destacó
la acción de Francisco Ramírez, que gobernó desde 1820 hasta 1823.

A esta etapa, le siguió, a mediados de la década de 1820, un breve intento centralizador


que culminó en un fracaso. En la década de 1830, llegó al gobierno de la provincia de
Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Su política proclamaba un federalismo basado en
una posición autonomista que le permitía a la vez, reunir en su persona la representación
de las relaciones exteriores de la Confederación. Su acción política en el gobierno demoró
todos los intentos de organización nacional que pudieran significarle a la provincia una
pérdida de recursos y de mecanismos de control.

El desplazamiento político de Juan Manuel de Rosas del poder, luego de la batalla de


Caseros en 1853 que lo enfrentó con el caudillo entrerriano Justo Jose de Urquiza , hizo
que Buenos Aires iniciara su vida independiente separándose de la Confederación
Argentina. El rechazo a la nueva constitución y a las políticas que impulsaba Urquiza,
especialmente a aquellas que proponían eliminar el monopolio provincial sobre los recursos
aduaneros, dio origen a la existencia de dos entidades políticas autónomas. Esta decisión
significó el comienzo de una larga etapa de hostilidades entre ambos estados. La provincia
de Buenos Aires, en 1854, dictó su propia constitución e intentó establecer pactos de
convivencia con el estado confederado.

Sin embargo, los enfrentamientos no cesaron. Las tendencias políticas autonomistas en los
primeros años de vida independiente lograron afianzarse ya que la realidad económica
bonaerense era más que beneficiosa. El Estado provincial contaba con los recursos que
provenían de la Aduana, lo que le permitió suscribir empréstitos y lograr que el público
acepte el papel moneda emitido por su propio banco. El clima de prosperidad económica
benefició a los sectores mercantiles y ganaderos de la provincia. Sin embargo, en 1859, se
produjo el previsible enfrentamiento entre ambos estados (la Confederación y la provincia
de Buenos Aires), en la batalla de Cepeda.

Las fuerzas confederadas, comandadas por Urquiza, negociaron con el ejército provincial
dirigido por Bartolomé Mitre la firma del Pacto de San José de Flores. En él se establecía la
incorporación gradual de Buenos Aires al resto de la Confederación. Recién en 1860,
Buenos Aires acepta la Constitución de 1853, aunque se deja en suspenso el tratamiento de
la nacionalización de la Aduana y la federalización de la ciudad de Buenos Aires.

El arreglo trajo nuevos conflictos que derivaron en un enfrentamiento armado que se


produjo en la batalla de Pavón, en 1861. Esta batalla significó el fin de los conflictos con
las provincias. En 1862, se reunió el Congreso Nacional en Buenos Aires y se decidió , a
través de un acuerdo legal, permitir la coexistencia del poder nacional y el poder provincial
en la ciudad de Buenos Aires. De esta manera, y lentamente, comenzó a forjarse la unidad
nacional.

Detengamos nuestra lectura aquí y reflexionemos sobre la información brindada.. He tratado


de reunir en ella una referencia general a los acontecimientos y a las tensiones políticas que
atraviesan estos años previos a la formación del estado nacional. Pueden ustedes ordenar
dicha información en una línea de tiempo que les permita ubicarse y ubicar en ella los
contenidos hasta ahora trabajados.

Y a nivel educativo….

Las fracturas propias del proceso revolucionario, las tensiones políticas y los
cambios institucionales atentaban contra la construcción de un sistema educativo
con un cierto nivel de estabilidad. La falta de recursos tanto económicos como humanos
van a permitir la implementación de un método educativo que busca resolver esas
dificultades: el método lancasteriano. Este método, permitió impartir educación básica a
un número de niñxs simultáneamente apelando a un solo docente, apoyado también en lxs
estudiantes monitores. Esto explica el éxito de este sistema durante un largo periodo de la
historia educativa latinoamericana.

La implementación del modelo político del liberalismo y su pretendida influencia en los


modelos educativos, presentó tensiones en una sociedad que no llegaba a desprenderse
de las instituciones y los modelos coloniales.

Entre 1800 y 1850, los independentistas americanos acentuaron la necesidad política de


la escolarización, la instrumentaron al servicio de la constitución del Estado, de la
mutación del súbdito en ciudadano y le dieron un contenido republicano que no tenía
en sus expresiones europeas pero que sí se desarrollaba en Estados Unidos desde 1776 -
aunque sin centralización- forma y contenido que tanto impresionarán a Sarmiento). Pero a
estas diferencias, los revolucionarios impondrán otra, cualitativamente distinta de la
tradición colonial la promoción de la enseñanza caracterizada como “popular” que
comenzó a gestarse, pero aún así fueron limitadas sus realizaciones prácticas.

Teniendo en cuenta que, luego de la etapa de evangelización, la política educativa española


se orientó hacia la educación superior y la escolaridad elemental no fue del interés de la
Corona, los revolucionarios apuntaron a la base de la población, por motivos
políticos, económicos y humanitarios. Necesitaban sumar al pueblo al nuevo
proyecto político, conquistar su adhesión y consenso y aún su protagonismo -militar
e institucional-, porque el eje de autoridad del Rey, se desplazaba a instituciones
-colectivas e individuales- sancionadas en una Constitución y fundadas en la
soberanía popular (la cual debía ser aprehendida y ejercida desde la ciudadanía);
porque desde la instrucción y la derrota de la ignorancia, se proveía al desarrollo
material (a través de las “artes y oficios” y el comercio); y porque la educación
convierte al sujeto en hombre.

En esta línea se encolumnaron tanto profesionales de la educación (como el Maestro


caraqueño Simón Rodríguez) como políticos (Belgrano, Moreno, Rivadavia) y militares (San
Martín, O’Higgins, Bolívar).

La educación política está en la base de la constitución de la sociedad, porque es


desde la educación que se construirán las nuevas costumbres y éstas sostendrán la
normatividad de la vida pública, porque las costumbres no se imponen, dependen del
conocimiento que el pueblo tiene de la COSA PÚBLICA.

Una de las manifestaciones inmediatas que tuvo la nueva política educativa estuvo en la
erradicación de los castigos corporales y también el reemplazo de los Catecismos: no
en su forma (recurso didáctico elaborado en base a preguntas y respuestas breves,
memorizables), pero sí en su contenido: a los religiosos/monárquicos sucedieron los
político/patrióticos.

En el período 1800-1850, fue intensa la promoción de la enseñanza popular (y no sólo en


materia de escolarización, sino también en cuanto a Bibliotecas, Academias, periódicos),
aunque muy limitadas sus realizaciones.
A su vez, podemos ver como poco a poco comienzan a implantarse las características de
Gratuidad y obligatoriedad, que luego se concretan en la sanción de la Ley de Educación
Común N° 1420 (1884).

Si bien en la primera mitad del Siglo XIX en los países independizados se mantuvo la
vigencia de los ideales iluministas y los líderes revolucionarios impulsaron la educación
escolar desde propuestas políticas, necesidades utilitarias y múltiples iniciativas que se
intentaron implementar, las condiciones de la realidad no eran propicias: las sociedades
hispanoamericanas no eran todavía sociedades suficientemente modernizadas, los
estados no habían alcanzado su plena configuración y los recursos pedagógicos eran
insuficientes.

Desde Europa y Estados Unidos llegaban las propuestas de sus incipientes sistemas
educativos. En Francia se desarrollaba un sistema educativo escolar de base y estructura
tradicional, piramidal, en donde las Universidades tenían el control y organización del resto
del sistema. Este sistema se articulaba y se sostenía desde la Iglesia y la Familia como
instituciones fundamentales de enseñanza. Pero la burguesía, que comenzaba a ocupar el
escenario social, político y económico, comienza a reclamar un sistema de educación para
intelectuales, profesionales y una educación que difunda la cultura del progreso. Comienzan
así, a gestarse los sistemas educativos que apuntan a una educación masiva, la
capacitación para el trabajo industrial, la paulatina separación de la religión y la educación
(proceso de secularización de la educación), la articulación entre escuelas, la figura del
Estado como garante de la educación pública… comienza una modernización pedagógica
tanto en Europa como en Estados Unidos, con alto impacto en latinoamérica.

A su vez, las perspectivas pedagógicas liberales, en nuestro país, tenían múltiples


vertientes y muchas voces e individualidades que buscaban ejecutar sus propias ideas. En
este sentido, podemos recuperar:

La pedagogía liberal radicalizada: con una visión antirracista, que apuntaba a la


educación del pueblo como base de un sistema educativo progresista, laico y anticlerical.
(Simón Rodriguez, Moreno, entre otros)

La Educación federalista popular con elementos liberales: de Artigas, Urquiza, entre


otros. Apuntaba a una educación moderna apoyada en la participación de la sociedad civil y
en la cultura de los pueblos.

La pedagogía de la generación liberal de 1837: Sarmiento, Alberdi entre otros. Querían


modernizar al país, propugnaron la europeización de la cultura, el sistema de educación
pública escolarizado para toda la población con criterios democráticos para su época.

La pedagogía liberal oligárquica: Rivadavia, Mitre, entre otros. Buscaban modernizar el


sistema, importando la estructura e ideología elitista de la experiencia educativa de Francia.

A estas posturas del liberalismo en educación, debemos sumarle:


La pedagogía tradicional colonial antiindependentista: sectores prohispánicos de la
Iglesia Católica que defendían la educación colonial-clerical y rechazaban la educación de
“indios” y mestizos. Facundo Quiroga y Rosas, entre otros.

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