Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ningun Copo de Nieve Cae en El Lugar Equivocado Anna Garcia
Ningun Copo de Nieve Cae en El Lugar Equivocado Anna Garcia
INDICE
ANTES DE EMPEZAR A LEER…
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS
ANTES DE EMPEZAR A LEER…
Esta historia pretende unir dos culturas tan diferentes que no parecen tener nada en común.
Dos personas que no deberían haberse conocido jamás, pero cuyo destino está unido aunque
ellos tarden en darse cuenta de ello.
Ha sido un viaje maravilloso para conocer una cultura hasta ahora extraña para mí, pero que
me ha cautivado hasta el punto de hacerme disfrutar como nunca de ese, normalmente, duro
trabajo de documentación previo a enfrentarme a la temida página en blanco. En el formato en
papel de este libro, hay varias frases escritas en hangul (el alfabeto tradicional coreano) pero el
formato digital no me lo permitía. Aquí, todo lo que se supone que se dice en coreano, está en
cursiva para poderlo diferenciar.
PRÓLOGO
Le estoy muy agradecido a Jane por devolverte los sueños que yo te robé . —Se humedece los
labios, agachando la cabeza. Respiro profundamente y trago saliva sin dejar de mirarle—. No
permitiré que nadie te haga daño. A ninguno de los dos. Y estoy dispuesto a morir por ello.
Frunzo el ceño y agacho la cabeza. Siento un nudo en la garganta y cierto escozor en los ojos.
Sé lo que sus palabras significan. Sé que quiere decirme que sabe a lo que se expone y que está
dispuesto a dar su vida por nosotros, para protegernos. Para hacer algo que nunca hizo. Y sé que
prácticamente no he abierto la boca, que quizás no le he reprochado nada, que no he soltado
todas esas palabras que retenía en mi interior y que dañaban mi corazón, pero, como me dijo
Jane, yo soy mejor, y no necesito hacerlo. Me sirve saber que me protegerá y sé que está
dispuesto a cumplirlo a toda costa.
Así que asiento con la cabeza y entonces, con los brazos rectos a ambos lados del cuerpo, me
inclino hacia delante para dedicarle una respetuosa reverencia, justo antes de darme la vuelta y
salir de la sala.
» » »
—¿Qué celebramos? —le pregunto cuando la veo aparecer en el salón con dos botellines de
cerveza, una de ellas sin alcohol.
—Qué no celebramos, dirás… —contesta, acercándose hasta el sofá. Se sienta a mi lado,
sobre una de sus piernas y me tiende mi cerveza—. Celebramos muchas cosas… Que he
desempaquetado la última caja de la mudanza, que sólo hemos tardado cinco meses en
mudarnos, que por fin hemos acabado de pintar las habitaciones de las niñas, que te han dado el
alta médica, que estás totalmente recuperado, que te quiero, que estoy muy orgullosa de ti, que
mañana van a obligar a este renacuajo a salir de aquí dentro… Por fin, porque ya te vale, ¿me
oyes, amiguito? Te has pasado dos semanas, colega… —dice, tocándose la barriga con cariño—.
¿Qué más? Ah, sí. Lo más importante… Escucha.
Ella levanta dos dedos al aire y mira el techo. Yo la imito y, aunque hago un verdadero
esfuerzo, no consigo averiguar a qué se refiere.
—¿Qué se supone que debo oír?
—Nada. Esa es la respuesta. Han caído fulminadas… No se oyen gritos, ni peleas, ni sus
voces chillonas… —Aprieta los puños frente a su cara y me mira muy sonriente, achinando los
ojos, mientras yo río a carcajadas.
—¿Y qué se te ocurre que podríamos hacer…? —le pregunto, mirándola con picardía.
—Justo eso que estás pensando.
—¿Sí? —Le quito la botella de la mano y la dejo en el suelo, junto a la mía, mientras
empiezo a inclinarme lentamente sobre ella—. Qué casualidad, ¿no?
—Sí… —Se muerde el labio inferior mientras me observa quitarme la camiseta por la
cabeza. Trago saliva a propósito y sonrío de medio lado—. Cómo sabes lo que me gusta…
—Pues sé algunas cosas más que te gustan… —susurro en su oído mientras ella se estremece
bajo mi cuerpo. La escucho jadear mientras recorro su cuello con mis labios, haciéndome perder
la cabeza. Pero Jane pone sus manos en mis hombros, intentando apartarme. Enseguida me doy
cuenta de ello y la miro—. ¿Estás bien?
—Creo que he roto aguas.
—¿Qué?
—Que acabo de romper aguas.
—¿En serio? ¿Ahora? —Jane asiente con la cabeza—. ¿Quiere decir que… ha llegado la
hora?
—Eso parece. Así que, a lo mejor, necesitaría que te quitaras de encima y me llevaras al
hospital…
—Sí, sí. Claro. —Me pongo en pie de un salto y la miro con los ojos muy abiertos. Hundo
los dedos en mi pelo y me muevo nervioso—. ¿Qué hago?
—Despertar a las niñas e irnos. La bolsa para el hospital está en el maletero del coche desde
hace semanas, ¿recuerdas?
—Sí. Voy. No te muevas —le advierto señalándola con un dedo.
—Tae.
—Dime.
—Ven.
—Pero voy a… —digo, señalando escaleras arriba.
—Ven. —Cuando la obedezco, me agarra de la mano y tira de mí hasta que me pongo a su
altura. Entonces me da un beso—. Tranquilo. Disfruta del momento.
—Vale —contesto sonriendo, justo antes de volver a besarla y subir hacia las habitaciones de
las niñas para avisarlas.
Milagrosamente, en sólo quince minutos estamos todos en el coche.
—¿Pero no era mañana? —pregunta Lin, frotándose los ojos—. ¿Qué le costaba esperar un
poco?
—¡Ay! ¡Qué ganas! —grita Macy con su característica voz chillona, dando incluso palmas
—. ¿Y crees que me dejarán entrar para verle nacer?
—Ya te digo yo que no. Tú te quedarás en la sala de espera con Lin —le informa Jane, justo
antes de empezar a hacer de nuevo los ejercicios respiratorios cuando sufre otra contracción.
Sin apartar los ojos de la carretera, acerco una mano y ella me la aprieta enseguida.
—Eso es… Lo estás haciendo muy bien… —le susurro para darle ánimos, a punto de llegar
ya al hospital.
—Mamá, eres una campeona —añade Lin.
Ella nos mira a los tres sonriendo, contagiándonos enseguida su calma y serenidad. A su
lado, todo parece sencillo.
—¿Vas bien? —le pregunto cuando aparco en el hospital y la ayudo a salir del coche.
—Voy genial —contesta agarrando mi mano—. Vamos allá…
» » »
—Es… es… una maravilla… —susurra Lin, incapaz de apartar los ojos de él.
Macy le acaricia uno de los mofletes con cuidado, sonriendo de oreja a oreja.
—Chiquitín… Hola… —le susurra.
Jane lo sostiene sobre su pecho mientras él duerme tranquilo. Ha sido un parto fácil y rápido,
y Jane ha estado en todo momento muy relajada, consiguiendo contagiarme su estado,
haciéndolo todo más fácil. Como siempre.
—He avisado a tu madre —le digo.
—Se ha vuelto loca, ¿verdad?
—Así es. Están viniendo ya para aquí. —Jane niega con la cabeza, chascando la lengua—.
Hemos recibido decenas de mensajes… De tus hermanos, Elaine y Bridget, de Kathy, de tus
compañeros de trabajo, de la señora Kang… No me ha dado tiempo a contestar, pero…
—¿Ni siquiera a la señora Kang? —me corta, y yo niego con la cabeza—. Envíale una foto
de Jung Se. Corre, que lo estará deseando…
Nada más hacerlo, mi teléfono empieza a sonar.
—Hola… —contesto la llamada sonriente y Jane me observa satisfecha.
—Hola.
—¿Qué hace despierta a estas horas? Mañana tiene una reunión temprano…
—Tonterías. Nada es más importante que esto… Es precioso, Tae Hyun.
—Lo sé…
—Ha ido todo bien, supongo.
—Sí. Todo muy rápido y fácil. Jane es alucinante…
—¿Cuánto ha pesado?
—Tres quilos y medio, y ha medido cincuenta y un centímetros…
—Alto como su padre. —Sonrío dejándome caer en el sofá de la habitación—. Desde allí
arriba, seguro que estará viéndote, y estará exultante de felicidad…
—Ojalá.
—Cuando estéis en casa, me pasaré a verle. ¿Os parece bien?
—Por supuesto.
—No te robo más tiempo. Disfruta de tu familia, cariño.
—Gracias.
En el momento en el que cuelgo, Jung Se empieza a llorar.
—Oh… No llores… —susurra Lin mientras Jane le intenta calmar, aunque en su cara se
refleja el cansancio acumulado.
—Ven. Dámelo. Yo le intento calmar y le pongo en la cuna a dormir. Tú descansa —le digo
mientras lo cojo y empiezo a caminar por la habitación, meciéndole mientras le susurro—: ¿Estás
enfadado? ¿En serio? ¿Con quién? Dímelo y se las verá conmigo…
Le guiño un ojo a Jane, que nos observa acurrucándose en la cama con Lin estirada a su lado.
Sigo meciéndole y susurrándole al oído. Incluso le canto una canción que recuerdo de mi
infancia. Poco a poco, parece que se va calmando e incluso empieza a cerrar los ojos.
—Eso es… Papá jamás te va a dejar solo… —susurro, justo antes de dejarle con cuidado en
su cuna.
Cuando por fin consigo apartar los ojos de él, me fijo en Macy y la descubro llorando.
—¿Macy? —le pregunta Jane—. ¿Qué te pasa, cariño?
—Nada —contesta esta mientras corre hacia la puerta con la cabeza agachada.
—Eh… Macy… —Consigo atraparla antes de que salga de la habitación. Me pongo a su
altura y la abrazo con fuerza—. Macy, ¿qué pasa? ¿Por qué lloras?
—Por nada…
—¿Ha pasado algo, cariño? —insiste Jane, a la que se le ilumina el rostro de golpe y parece
entenderla—. Macy… tú también tienes un papá…
—Lo sé, pero… no me acuerdo de él y… no sé si alguna vez me cogió en brazos… —solloza
sin parar—. Yo nunca he llamado a nadie papá.
La miro con el corazón en un puño, incapaz de permitir que se sienta así de desamparada.
Daría lo que fuera porque me considerara su padre, así que me pongo en pie y, cogiéndola en
brazos, la estrecho con fuerza contra mi pecho.
—Mírame. —Cuando me hace caso, la miro sonriendo y sigo hablando—: Yo voy a estar a
tu lado siempre. No voy a dejarte sola jamás. Y seré para ti quién tú quieras que sea, ¿de
acuerdo? Quién tú quieras. Si quieres que sea tu papá, lo seré. De hecho, sería un honor serlo. Te
lo prometo.
—Yo… sé que no tenemos los mismos ojos, ni el mismo color de pelo, pero…
Algo avergonzada, esconde la cara en mi cuello y yo, sonriendo, la abrazo y empiezo a
mecerme, como si estuviera bailando con ella. Apoyo los labios en su frente mientras siento sus
manos en mi nuca.
—Papá no va a dejarte sola jamás… —le susurro entonces al oído—. Sabes que tú y yo
tenemos algo especial, ¿a que sí? ¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas de ese día? Juntos hacemos magia.
Porque tú y yo conseguimos que los paréntesis se vuelvan eternos.
» » »
Por primera vez en la vida, tengo un sitio al que llamar hogar. Un sitio en el que pienso
constantemente y hacia el que corro al salir de trabajar. Un sitio lleno de conversaciones, de
risas, de alguna pelea, de gritos, de correrías, de anécdotas…
En cuanto cierro la puerta a mi espalda, oigo la voz de Jane.
—Estamos aquí arriba…
Subo las escaleras de dos en dos, quitándome la americana, que dejo sobre el cambiador de
Jung Se en cuanto entro en su dormitorio. También aflojo el nudo de la corbata y desabrocho el
botón del cuello de la camisa.
Están los cuatro tumbados sobre la alfombra: Jane, Lin, Macy y Jung Se. Macy y Lin mueven
muñecos alrededor del enano, que parece estar pasándoselo pipa, riendo y moviendo brazos y
piernas sin parar. Entonces Macy empieza a cantarle la canción que le he estado enseñando, una
canción infantil coreana muy famosa titulada Tres osos. Yo me uno enseguida y la cantamos los
dos a la vez, gesticulando para hacer reír a Jung Se.
—Bieeeeeen… —aplaude Macy con suavidad al acabar.
—Hola… —les saludo entonces—. Os he echado de menos…
Le doy un beso a Macy primero mientras tiro de Lin para acercarla a mí y estrujarla en un
abrazo. Luego me arrodillo y miro a Jung Se, mirando embelesado su carita, con esa perfecta
mezcla de los dos. Tiene la misma nariz y la misma boca que Jane, aunque tanto los ojos como el
color oscuro de su pelo los ha heredado de mí. Le doy un beso en la frente y luego le hago
cosquillas en la barriga.
—Hola. ¿Cómo estás? —Jung Se ríe y balbucea—. Te quiero, pequeño.
Y entonces, por fin, me centro en Jane. Gateo hasta ella, que me espera estirando los brazos.
—Hola… —digo mientras la beso.
—¿A mí también me has echado de menos? —me pregunta, justo antes de morderme la oreja
y hacerme estremecer.
—No sabes cuánto… —digo mientras apoyo la espalda en la pared y la atraigo hacia mí.
Jane se sienta a mi lado y apoya la cabeza en mi hombro. Es algo que siempre me hace
sonreír, que me trae demasiados buenos recuerdos, que me hace soñar. Levanta un brazo y me
muestra su mano, palma arriba. Poso la mía sobre la suya y entrelazo los dedos.
—Cheot nun… —me descubro susurrando para mí mismo, sin dejar de mirar nuestras manos
entrelazadas, como un pensamiento que ha cruzado mi mente de repente.
Jane sonríe, consciente de la importancia que esa expresión tiene en nuestra relación.
—Le quiero, señor Park —dice.
—La quiero, señora Campbell.
No dejo de pensar en lo que han cambiado nuestras vidas por culpa de unos simples y
volátiles copos de nieve. Algo tan inofensivo que el destino se empeñó en poner de nuestra parte.
Y es que ya se sabe lo que se dice: ningún copo de nieve cae en el lugar equivocado.
FIN
EPÍLOGO
Mi cabeza maquina todas las historias a partir de un suceso, una conversación, una noticia, o
un lugar. A veces son vivencias que he experimentado en primera persona, otras me las han
contado o inventadas por mi perversa mente. Pero esta vez ha sido distinto. Esta vez me planté
frente a la libreta, bolígrafo en mano con sólo una imagen en mi cabeza. La de él. No sabía de
qué iba a tratar, ni cómo empezar o cómo acabarla, qué papel le iba a dar, quién iba a ser ella, si
iba a ser una comedia romántica o me iba a decantar más por el drama… Lo único que sabía es
que tenía que escribirle una historia. Así que, aunque jamás tendrá idea de esto, GRACIAS Hyun
Bin por ayudarme a escribir esta historia que me ha mantenido en vela y que me ha costado tanto
soltar.
A mis lectoras -1, porque esta vez he contado con la inestimable ayuda y ánimos de Iliana,
Isa, Luce, Mayte, y Sonia, que devoraban los capítulos uno a uno conforme los iba escribiendo.
GRACIAS por los consejos, por la ayuda, por las charlas, por las risas… por estar ahí siempre.
A mis lectoras 0, porque sin ellas, sin sus mails, mensajes y audios, esto no sería posible.
GRACIAS infinitas, Sara y Carmen.
A mis lectoras +1, todas esas que me escribís mensajes preciosos en cuanto acabáis el libro,
las que me dedicáis un tiempo de vuestras vidas, las que decidís dejaros acompañar por mis
chicos… GRACIAS por vuestro constante apoyo.
He descubierto una cultura fascinante, llena de tradiciones, de costumbres, de creencias y con
una historia espectacular. Así que he visto infinidad de documentales, he leído cientos de
reportajes y artículos, e incluso he hecho también una inmersión gastronómica. Así que quiero
dar las GRACIAS a esa gente que, sin saberlo, me han ayudado en este viaje.
No podéis pasar por alto a Beatriz y su web www.todosobreKorea.com (también tiene
cuenta de Instagram con el mismo nombre) porque, de su mano, descubriréis un país y una
cultura fascinantes. También escribe guías de viaje imperdibles… así que ya sabéis. GRACIAS
por toda la información y fotografías.
Tampoco podéis dejar de probar su comida. Por culpa de lo que nos ha tocado vivir,
descubrir restaurantes coreanos no nos ha sido posible, pero hemos podido saborearla de la mano
de la web www.koreatasty.es. GRACIAS por alegrarnos el paladar. ¡Espectacular!
No podía dejar pasar tampoco los tan famosos dramas televisivos, y para ello me han echado
un cable mis chingus del grupo de Facebook de Oppas. Sois muchas y no puedo nombraros una a
una porque seguro que me dejaría a alguna y no sería justo. GRACIAS por esas risas tan buenas
y necesarias que me pego con vosotras.
A mi hijo perruno, Connor (también conocido como el devorador de galletas María), que,
aunque se crea chihuahua y se empeñe en estirarse encima de mí hasta el punto de aplastarme, se
ha convertido en el mejor compañero de trabajo que podría soñar. GRACIAS, perrete mío.
Y finalmente GRACIAS a los de siempre, a los que siempre me acompañan. Los que siempre
están ahí, apoyándome: mis tres chicos. Esta vez, la inmersión coreana la han “sufrido” ellos
también, y me encanta poder decir que se han enamorado tanto o más que yo de este país hasta el
punto de empezar a hacer planes de futuros viajes… ¡Con lo que nos gusta a los cuatro una
maleta y un avión…! Ha sido una gozada ver las series juntos, aprender algunas palabras y frases
en coreano, verle a ÉL cocinando las maravillosas recetas que hemos descubierto y a ELLOS
bailando y cantando las canciones que desde ya permanecen en nuestra lista de Spotify.
Gomawo. Saranghae.
[1]
Licor de arroz
[2]
Kaesong es una ciudad norcoreana situada en extremo sur del país, cerca de la frontera con
Corea del Sur.
[3]
1 dólar son, aproximadamente, 1099 wones surcoreanos
[4]
Alfabeto nativo coreano
[5]
Proceso de preparación para la muerte
[6]
Vestido tradicional coreano que se caracteriza por tener colores llamativos y ser de líneas
simples y sin bolsillos
[7]
Brazalete que lleva el doliente principal en los funerales
[8]
Aeropuerto de Seúl
[9]
Mamá en coreano
[10]
Mamá
[11]
Papá
[12]
Barbacoa coreana