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La 

Convención para la Protección de los Bienes Culturales en Caso

de Conflicto Armado , adoptada en La Haya (Países Bajos) en


1954 como consecuencia de la destrucción masiva del patrimonio
cultural durante la Segunda Guerra Mundial, es el primer tratado
internacional con vocación mundial dedicado a la protección del
patrimonio cultural en caso de conflicto armado.

La Convención fue adoptada al mismo tiempo con

un Protocolo  destinado a prevenir la exportación de bienes


culturales de un territorio ocupado, y exige el retorno de dichos
bienes al territorio del Estado de donde fueron exportados.

Para la UNESCO la conservación del patrimonio cultural representa


una gran importancia para todos los pueblos del mundo y que
conviene que ese patrimonio tenga una protección internacional. 
Los daños ocasionados a los bienes culturales pertenecientes a
cualquier pueblo constituyen un menoscabo al patrimonio cultural
de toda la humanidad, puesto que cada pueblo aporta su
contribución a la cultura mundial.

Se consideran bienes culturales, muebles o inmuebles, aquellos


que tienen gran importancia para el patrimonio cultural de los
pueblos, como los monumentos de arquitectura o de historia, los
campos arqueológicos, las obras de arte, los libros, y los edificios
cuyo destino principal y efectivo sea contener bienes culturales.

La propia Convención estableció un sistema de identificación y un


sistema de protección donde se protegerán los bienes situados
dentro de los territorios de los Estados Partes, hayan ratificado o
no dicha Convención.

Cuenta con 133 Estados partes que, de común acuerdo, han


decidido atenuar las consecuencias que podría tener un conflicto
armado en los bienes culturales mediante la aplicación de las
siguientes medidas:
 adopción de medidas de salvaguardia en tiempo de paz,
como la preparación de inventarios, la planificación de
medidas de emergencia para la protección contra
incendios o el derrumbamiento de estructuras, la
preparación del traslado de bienes culturales muebles o
el suministro de una protección adecuada in situ de esos
bienes, y la designación de autoridades competentes que
se responsabilicen de la salvaguardia de los bienes
culturales;
 respeto de los bienes culturales situados en sus
respectivos territorios así como en el territorio de otros
Estados Parte, absteniéndose de utilizar esos bienes, sus
sistemas de protección y sus proximidades inmediatas
para fines que pudieran exponer dichos bienes a
destrucción o deterioro en caso de conflicto armado, y
absteniéndose de cualquier acto de hostilidad respecto a
ellos;

 estudio de la posibilidad de registrar un número


restringido de refugios, centros monumentales y otros
bienes culturales inmuebles de importancia muy grande
en el Registro Internacional de los Bienes Culturales bajo
Protección Especial con objeto de colocar esos bienes
bajo protección especial;

 estudio de la posibilidad de marcar determinados


edificios y monumentos importantes con el emblema
distintivo de la Convención;

 establecimiento de unidades especiales de las fuerzas


armadas encargadas de la protección de los bienes
culturales;

 sanciones por violación de la Convención;

 amplia promoción de la Convención ante el público en


general y grupos destinatarios como los profesionales del
patrimonio cultural, los militares o los organismos
encargados de la aplicación de la ley.
La destrucción de bienes culturales con motivo de los conflictos
que tuvieron lugar durante los años 80 y principios de los 90 puso
de relieve la necesidad de un cierto número de mejoras que habría
que llevar a cabo a la hora de poner en práctica la Convención de
La Haya. En 1991 se inició un proceso de análisis de la Convención,
lo que se materializó en un Segundo Protocolo de la Convención de

La Haya  en 1999.


El Segundo Protocolo define las condiciones que se puede aplicar la exención
de "necesidad militar", que incluyen:

Necesidad militar imperativa respecto de los bienes culturales bajo protección


general
 Las medidas adoptadas por un comandante militar para dirigir un acto de
hostilidad contra un bien cultural cuando y durante el tiempo que ese
bien cultural, por su función, ha transformado en un objetivo militar.
 No hay otra alternativa viable para obtener una ventaja militar
equivalente a la ofrecida por dirigir un acto de hostilidad contra ese
objetivo.
 Las medidas que tienen por el defensor utilizar los bienes culturales con
fines que puedan exponerlo a la destrucción o daño cuando y durante el
tiempo que no se pueda elegir entre esa utilización de los bienes
culturales y otro método factible para obtener una ventaja militar
equivalente.
 Necesidad militar imperativa puede ser establecida únicamente por el
oficial al mando de una fuerza equivalente a un batallón a menos que las
circunstancias de la intervención militar no lo permiten.
 En caso de un ataque, una advertencia efectiva se da cuando las
circunstancias lo permitan.
La necesidad militar respecto de los bienes culturales bajo protección reforzada
 Los bienes culturales bajo protección reforzada sólo perderán esa
protección si es suspendido o cancelado (si ya no cumple los criterios
para el registro), o se ha convertido en un objetivo militar. Sólo se puede
llegar a ser un objetivo militar si:
o los ataques son el único medio factible de poner fin a la utilización
de la propiedad.
o todas las precauciones posibles se toman en la elección de
medios y métodos de ataque, con miras a la terminación de esa
utilización y evitar, o en cualquier caso reducir al mínimo, daños a
los bienes culturales.
o a menos que las circunstancias lo impidan, por exigencias de
legítima defensa inmediata:
o El ataque se ordenó en el nivel alto del mando operativo.
o Advertencia previa y eficaz se emite a las fuerzas de
oposición que exigen la terminación de la utilización.
o Plazo razonable se da a las fuerzas adversarias para
regularizar la situación.

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