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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LUJAN

MAESTRIA EN CIENCIAS SOCIALES CON MENCION EN HISTORIA SOCIAL

TESIS DE MAESTRIA

EL DELTA DEL PARANA:


Territorio, producción, población y gobierno en un área de frontera
(1750-1870)

Autor : Sergio Daniel Robles

Director : Raúl O. Fradkin

Buenos Aires. Marzo de 2 0 16

I
A Raúl O. Fradkin p o r honrar la dirección de esta tesis con generosidad y paciencia
infinita.

2
Indice
Introducción. Problemas e hipótesis. Itinerario expositivo. Estado de la cuestión. Objetivos.
Fuentes. 9
Capítulo 1. El Delta geográfico. 19
1.1. El Delta delParaná 19
1.2. Las islas 23
1.3. Elbioma 26
1.4. El río Paraná 28
Conclusión del capítulo 30
Capítulo 2. Las visiones históricas sobre el Delta 32
2.1. El aporte cartográfico 33
2.1.1. La cartografía como herramienta de organización y control del territorio: la labor de los
ingenieros militares 34
2.1.2. La labor del Departamento Topográfico 37
2.1.3. Descripción y análisis de la cartografía del Delta 39
2.2. Las fuentes literarias 63
2.2.1. Los textos que tuvieron al Delta como tema accesorio 64
2.2.3. Los textos que tuvieron al Delta como tema principal 68
Conclusión del capítulo 75
Capítulo 3. Navegación fluvial, circuitos mercantiles y explotación de los recursos del Delta
78
3.1. La navegación 78
3.2. F.I tráfico fluvial 88
3.3. La comercialización de los recursos naturales 96
Conclusión del capítulo 113
Capítulo 4. La ocupación del espacio 116
4.1. Los pobladores indígenas 116
4.2. La conquista española y la desestructuración de la organización indígena. 121
4.3. Los pobladores durante el período hispano-criollo. 123
4.4. Procedencia geográfica y étnica. 129
4.5. Los pobladores de las islas se hacen visibles. Un análisis de padrones y censos 134
4.6. Los pobladores ocultos: bandoleros, desertores y resistencia social 138

3
Conclusión del capítulo 150
Capítulo 5. Los derechos de propiedad y el acceso a los recursos 152
5.1. Estado de la cuestión 152
5.2. La etapa colonial 155
5.2.1. Concepciones jurídicas sobre la propiedad y disposiciones legales sobre propiedad de las
islas y bañados. 155
5.2.2. Prácticas sociales y disputas por la propiedad y usufructo de los recursos 160
5.3. La primera transición: la etapa de posturas vacilantes (1810-1852) 169
5.3.1. Concepciones jurídicas sobre la propiedad y disposiciones legales sobre propiedad de las
islas y bañados. 169
5.3.2. Prácticas sociales y disputas por la propiedad y usufructo de los recursos 175
5.4. La segunda transición: consolidación de la propiedad privada ( 1853-1870) 184
5.4.1. Concepciones jurídicas sobre la propiedad y disposiciones legales sobre propiedad de las
islas y bañados. 184
5.4.2. Prácticas sociales y disputas por la propiedad y usufructo de los recursos 191
Conclusión del capítulo 194
Capítulo 6. El control del territorio 200
6.1. El Territorio: Región y frontera 201
6.2. El control simbólico 203
6.3. El control de las vías comerciales y de los recursos 207
6.4. El control por el poblamiento 210
6.5. El control mediante las instituciones eclesiásticas 2 12
6.6. El control político-militar 213
6.7. El proceso de incorporación jurisdiccional del Delta 226
Conclusión del capítulo 228
Conclusión general 231
Bibliografia 240
Fuentes éditas 250
Periódicos 251
Fuentes inéditas 251
Imágenes 253

4
Im ágenes
Imagen N° 1 - Mapa que muestra la extensión actual del Delta del Paraná extraído del Plan
estratégico para la conservación y aprovechamiento en el Delta del Paraná-PIECAS-DP.
20
Imagen N° 2- División política del Delta del Paraná 23
Imagen N° 3- Corte de una isla típica del Delta Superior 25
Imagen N° 4. Mapa (A) Plano de Alonso de Santa Cruz (siglo XVI) 40
Imagen N° 5. Mapa (B) Archivo General de Indias, Mapas y planos, Buenos Aires, 1683 41
Imagen N° 6. Mapa (C). Detalle del mapa realizado por Miguel Ciera, en 1755 42
Imagen N° 7. Mapa (D) Mapa del Río de la Plata, Paraguay y afluentes, hecho para inteligencia de
la entrada general contra los indios infieles del Chaco y para establecer la comunicación entre el
Paraguay y el Tucumán, que se pretendía hacer en 1759” 43
Imagen N° 8. Mapa (E) Descripción de las provincias del Chaco y confinantes según las relaciones
modernas y noticias adquiridas por diversas entradas de las misiones de la Compañía de Jesús que
se han hecho en este siglo de 1700. (General) Realizado en 1733 por los sacerdotes jesuítas
Giovanni Petroschi y Pedro Lozano. 45
Imagen N° 9. Mapa (El) Descripción de las provincias del Chaco y confinantes según las
relaciones modernas y noticias adquiridas por diversas entradas de las misiones de la Compañía
de Jesús que se han hecho en este siglo de 1700. (General) Realizado en 1733 por los sacerdotes
jesuítas Giovanni Petroschi y Pedro Lozano, (detalle) 46
Imagen N° 10. Mapa (F) Plano del Rio de la Plata (1771 ) de F. Becerra y Juan A. González 47
Imagen N° 11. Mapa (G) Parte del mapa de Falkner, año 1774 49
Imagen N° 12 Mapa (I I) "Plano en que se representa el camino carretero desde el Río Salado hasta
el Fierro, por el Teniente de Fragata de la Real Armada D. Miguel Rubín de ( ’elis. comisionado al
reconocimiento de la expresada mina, por el Exento. Señor D. Juan José de Vertiz. Virrey Rítenos
Aires. Amule !?H3 " 50
Imagen N° 13. Mapa (I) “Mapa esférico (detalle) de las provincias septentrionales del Río de la
Plata desde Buenos Aires hasta el Paraguay, con los grandes bosques que separan las misiones
españolas de los establecimientos portugueses y los marcos que se pusieron desde la costa del mar
hasta la Laguna Merin%y desde Santa Tecla al Monte Grande o Sierra de Tape; en conformidad al
Tratado Preliminar de 1777 entre España y Portugal: Construido según las observaciones y
reconocimientos hechos hasta 1796: La línea roxa que sigue por los marcos occidentales señala el
límite del dominio de España; y la amarilla por los orientales, el de Portugal: considerándose el
espacio comprehendido entre ambas por terrenos neutrales, y quedó indeterminado el demás tramo
de linea divisoria por las dudas suscitadas en la execución. ” 51
Imagen N° 14. Mapa (J) Fragmento de la Cana Esférica de la parte interior de la América
Meridional para manifestar el camino que conduce desde Valparaíso a Buenos Aires confeccionada
por José de Espinosa y Felipe Bauzá. 53
Imagen N° 15. Mapa ( K ) " Mapa que demuestra las situaciones de las Estafetas, y Postas de la parte
Sep[tenJtrional del río de la Plata, Subalternas de la Administración principal de Correos de
Montevideo: Establecidas por Don Félix de la Roza. siendo Administrador de ella". 54
Imagen N° 16. Mapa (L) Carta de la Provincia de Buenos Aires, de Doroteo Muñoz 55
Imagen N° 17. Mapa (M). Fragmento de la Carta por donde debía correr la frontera proyectada en
1826 56
Imagen N° 18. Mapa (N) Detalle del Mapa de la Provincia de Buenos Aires confeccionado por
César Hipólito Bacle. 57
Imagen N° 19. Mapa (Ñ) United Provinces of La Plata, Banda Oriental, Chile. John Arrowsmith.
London, 1834 (Sector Centro) 58
Imagen N° 20. Mapa (O) A map o f the Delta o f the River Parana. London, 1862 59
Imagen N° 21 Mapa (P) Curte des provinces d'Entre-Rios, de Santa-Fe et de la Bande Oriéntale.
Par le Dr. V. Martin de Moussy 1865. (parcial) 60
Imagen N° 22. Mapa (Q) Carta de las Pampas del Sud realizada por el coronel Alvaro Barros
(1872) 61
Imagen N° 23. Canoas monóxilas realizadas en madera de timbó existentes en el Museo Naval
Nacional de Tigre 80
Imagen N° 24. Dibujo de una garandumba 85

Cuadros

Cuadro N° I. Cartas y mapas que muestran la evolución del Delta del Paraná 62
Cuadro N° 2. Zonas proveedoras del Río Paraná 108
Cuadro N° 3. Zonas proveedoras del Río Uruguay 108
Cuadro N°4. Bienes introducidos desde las islas a los puertos de Zárate y San Femando (1856)
112
Cuadro N° 5. Etnias indígenas con diferentes grados de vinculación con el área del Delta 121

6
Cuadro N° 6. Distribución de las principales ocupaciones económicas de la población en el Partido
de Cañada de la Cruz, año 1813 129
Cuadro N° 7. Partido de Cañada de la Cruz: Procedencia geográfica de los indios de acuerdo a la
actividad desarrollada. 131
Cuadro N° 8. Partido de Cañada de la Cruz: Pertenencia étnica de los principales grupos
ocupacionales. 132
Cuadro N° 9. Pertenencia étnica de montaraces. 133
Cuadro N° 10. Padrón de San Femando (1815): Procedencia geográfica indígena. 134
Cuadro N° 11. Presencia de isleños en los padrones de 18 13 y 18 15. 135
Cuadro N° 12. Composición de la población insular del Partido de Zárate según nacionalidad,
estado civil y alfabetización (censo 1869) 137
Cuadro N° 13. Composición de la población insular del Partido de San Nicolás según procedencia
geográfica, estado civil y alfabetización (censo 1869) 138
Cuadro N° 14. Disposiciones legales sobre acceso a la posesión y/o propiedad de la tierra (1810-
1852) 174
Cuadro N° 15. Disposiciones legales regulando el acceso a ciertos recursos (1810-1852) 175
Cuadro N° 16. Disposiciones legales sobre la apropiación de tierras y recursos de bañados e islas
(1810-1852) 190
Cuadro N° 17. Autoridades dependientes del Gobierno Superior y del Cabildo con incumbencia
sobre la región del Delta durante la etapa colonial 217

7
Abreviaturas

Archivo General de Indias (AGI)


Archivo General de la Nación (AGN)
Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires (AHPBA)
Archivo Histórico de la Provincia de Entre Ríos (AHPER)
Archivo General de la República Oriental del Uruguay (AGROU)
Archivo Histórico de Zárate (AHZ)
Biblioteca Nacional de Francia (BNF)
Biblioteca Nacional de Río de Janeiro (BNR)
Registro de Escribanos (RE)

8
INTRODUCCIÓN
Problemas e hipótesis
Superados los antiguos paradigmas, el debate historiografía) en tomo a cuestiones
relacionadas a los sistemas de producción, la categorización de los ocupantes, la
apropiación de la tierra, la formación y funcionamiento de las elites y la participación de los
sectores populares en la vida política, ha permitido en las últimas décadas conocer mejor la
complejidad social, económica y política del mundo rioplatense de los siglos XVIII y XIX,
conocimiento que se ha ido profundizando con la formulación de nuevas preguntas y
problemas. Las investigaciones históricas, sin embargo, no han avanzado en forma
uniforme sobre este amplio y diverso espacio, estando pendiente de estudio un área muy
peculiar, el Delta del Paraná, que nos sirve de laboratorio para conocer con mayor
profundidad algunos de los aspectos señalados. En ese sentido, nuestra hipótesis de trabajo
apunta a demostrar que el Delta del Paraná fue una región de frontera interna de
características porosas de difícil visibilidad que se fue construyendo trabajosamente a lo
largo del período estudiado y que, al mismo tiempo, su control fue vital para el desarrollo
del comercio y la guerra.
Ello está relacionado, entre otros factores, a su ubicación en los márgenes geográficos
de tres provincias surcadas por el Paraná: Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos.1. En ese
sentido, señalaremos el papel central que ocuparon los ríos en la dinámica de un espacio en
movimiento, ya que su frente ha venido avanzando continuamente, alimentado por la
provisión de sedimentos producidos en la parte superior de la cuenca, cuyo ritmo de avance
pudo ser estimado gracias al estudio comparativo de cartografías.
Sin embargo, la marginalidad del Delta no debe ser percibida solo desde lo geográfico
sino también desde lo social y político, es decir, entendida como la periferia de un territorio
en el que el Estado aún debe penetrar.2

1 El Delta se encuentra delimitado por las barrancas o taludes naturales que definen el valle del río Paraná y
que se extiende, al Norte, por una línea imaginaria que une las ciudades de Puerto Gaboto (Santa Fe) y
Diamante (Entre Ríos) y, al Sur, por San Fernando (Buenos Aires).
DAS, Veena y POOLE, Deborah (2008) “El F.stado y sus márgenes. Etnografías comparadas”, en:
Cuadernos de Antropología social. FFyL-UBA, N° 27, pp. 19-52.

9
En efecto, a lo largo del período estudiado veremos cómo se desenvolvió el proceso de
ocupación y control territorial. En ese sentido, es oportuno señalar que uno de los objetivos
implícitos de este trabajo es cómo hacer observable un fenómeno histórico que no lo es a
simple vista, y que puede serlo desde los márgenes del Estado.
Para ello, pretendemos avanzar en el análisis de dos ejes centrales: el de la dinámica de
acceso y apropiación a ciertos recursos naturales y sus articulaciones económicas y el de las
modalidades que adoptó el proceso de control territorial.
Itinerario expositivo
El trabajo está organizado de la siguiente manera: en el presente punto introductorio
formularemos nuestro itinerario expositivo, objetivos, hipótesis y estado de la cuestión. En
el capítulo I brindaremos al lector una descripción detallada de las características bio-
geográficas del Delta tratando de resaltar la importancia económica de este ecosistema
como la importancia estratégica de su ubicación.
En el capítulo 2 presentaremos las distintas visiones históricas del Delta. Ello nos
permitirá pensar el espacio geográfico como un producto histórico a través de los modos de
su representación en cada momento del período estudiado. Para ello utilizaremos dos tipos
de fuentes, la cartográfica y la literaria, que nos irán mostrando los cambios que se fueron
operando hacia la construcción de un espacio regional con identidad propia.
En cuanto a la cartografía, por cierto poco aprovechada en los trabajos historiográficos.
tiene la ventaja de ofrecernos una secuencia que puede seguirse a lo largo de más de dos
siglos, permitiéndonos observar tanto las modificaciones físicas del espacio analizado como
también el gradual proceso de incorporación simbólica del territorio a dominar a partir de la
identificación de la existencia de poblados, de capillas y reducciones y de las presencias (o
ausencias) de los diversos grupos étnicos.
En cuanto a las fuentes literarias, nuestra selección apunta a la producción de cronistas,
viajeros y científicos que complementarán, en paralelo, las percepciones que cada
observador tuvo de la región en los distintos momentos históricos. En ese sentido, resulta
significativo señalar que a partir del siglo XIX surgirá una literatura específica sobre las
islas del Delta como producto del interés que comenzó a despertar la región por su
ubicación estratégica como por la valorización de sus recursos naturales.

10
En el capítulo 3 nos referiremos a dos cuestiones estrechamente vinculadas entre sí:
por un lado señalaremos el papel que cumplió el tráfico fluvial en la consolidando de los
circuitos mercantiles de las economías locales y en la integración intra e interregional; y,
por el otro lado describiremos las características que asumió la explotación económica de
ciertos recursos del Delta, tales como la leña -cuya importancia dentro del comercio
regional fue puesta de relieve por Djenderedjian-’, el carbón, los duraznos y las naranjas.
Esta espacialización de las relaciones económicas nos permitirá precisar las notas que
caracterizaron a esta región en cuanto a la definición de los usos del espacio y de los
recursos, destacando el papel que desempeñaron los ríos en su integración.4
En el capítulo 4 trataremos el proceso de ocupación del espacio desde los tiempos
prehispánicos hasta mediados del siglo XIX, lo cual nos posibilitará observar las diferentes
relaciones establecidas entre los pobladores y el Delta.
En ese sentido, otro punto que trataremos está referido a las características y los modos
que asumieron la ocupación del Delta histórico, tratando de responder, entre otras
cuestiones, ¿cuál era la procedencia social y geográfica de los actores?
Para ello nos ocuparemos, en primer término, de las formas que organizaron el
espacio las diferentes parcialidades indígenas que lo habitaron; asimismo describiremos el
impacto biológico que produjo en aquellas comunidades nativas la llegada del conquistador
español, al desestructurar sus formas de organización económica y social, permitiéndonos
responder el interrogante de qué pasó con las poblaciones indígenas de esta región.
Posteriormente, nos ocuparemos de la población durante la etapa hispano-criolla y las
modalidades de cómo se fue desenvolviendo la ocupación del Delta desde las riberas del
área continental, en las que aparecen distintos actores sociales, como labradores, pastores y
ciertas órdenes religiosas. Durante esta etapa podremos observar el proceso de visibilidad
que fue adquiriendo la región objeto de nuestro estudio, para lo cual recurriremos al análisis
de los padrones y del censo nacional de 1869 que nos proporcionarán datos acerca de la
movilidad geográfica y la pertenencia étnica.

DJENDEREDJIAN, Julio (2001), “Leña y madera a fines de la época colonial: producción y comercio de un
recurso vitar' en Ciencia Hoy, Buenos Aires, vol. 17 N° 63 junio/julio 2001.
BOSCH, Beatriz (1975) “Notas sobre la navegación fluvial 1843-1853" en Academia Nacional de la
Historia. Investigaciones y Ensayos N° 19 julio de I975.pp. 325 y 327.
Al respecto, los padrones de los pagos de la campaña norte bonaerense como San
Nicolás, San Pedro y San Fernando del siglo XVI11 y principios del siglo XIX dan cuenta
de estas situaciones, que incluyen nuevas categorías ocupacionales como las de
“montaraz”, “gaucho de las islas”, “isleño” o “nutriero”, tal como lo ha señalado Mariana
Cañedo.5
Dentro del referido capítulo nos ocuparemos, en particular, de los pobladores
marginales, integrados por desertores y bandoleros. Para analizar este tipo de población
recurriremos a los fondos documentales provenientes de los Juzgados de Paz y de la Policía
con el propósito de explicar las motivaciones que llevaron a su presencia en las islas y
cómo ésta influyó en el imaginario colectivo.
En el capítulo 5 trataremos uno de los temas centrales de nuestro trabajo que se refiere
a los derechos de propiedad y el acceso a los recursos. Para ello realizaremos un estado de
la cuestión intentando explicar la construcción historiográfica sobre el tema, para luego
tratar las concepciones jurídicas sobre la propiedad y las disposiciones legales referidas a la
propiedad de las islas y bañados y las prácticas sociales y disputas por la propiedad y
usufructo de los recursos a lo largo del período estudiado de modo de responder a nuestros
interrogantes principales.
Tratar estas cuestiones nos permitirá responder algunos interrogantes planteados como,
por ejemplo: ¿Cuál fue la dinámica de acceso a los recursos naturales explotados en las
islas?
En el capítulo 6 explicaremos como operó el largo y complejo proceso de control
territorial del Delta y su organización jurisdiccional.
Para ello, tomamos como punto de partida la conceptualización de dos términos que
son necesarios precisar para nuestra investigación: la región y la frontera.
Esta peculiaridad que advertimos será abordada a lo largo de la presente investigación
de modo de ir mostrando en sus diversos aspectos aquel proceso constructivo para
finalmente, en la primera parte del último capítulo, presentar las consideraciones

5 CAÑEDO, Mariana (1999), “La colonización de los Arroyos ¿un modelo de poblamiento en la campaña de
Buenos Aires?” en: Raúl O. Fradkin, Mariana Cañedo y José Mateo (comps), Tierra, población y relaciones
sociales en la campaña bonaerense (siglos XVIIIy XIX), Mar del Plata. GIHRR-UNMDP. p. 105.

12
conceptuales de “región” y “frontera”. Para ello nos apoyaremos en autores muy diferentes;
los conceptos de soberanía territorial, de Foucault; de frontera, de Luiz y de región, de van
Young. de modo de poder adecuar sus definiciones a nuestro objeto de estudio. En ese
sentido, el concepto de región adquiere sentido en cuanto escenario donde se asienta un
grupo humano que organiza su espacio y le imprime una forma específica de configuración,
entendida como una realidad compleja de tránsito social conformada por una multiplicidad
de actores y de relaciones dinámicas de variada índole (económicas, comerciales,
culturales) en donde se van construyendo vínculos e intereses comunes y singulares a lo
largo del tiempo. Así presentada, más que una perfecta delimitación en el mapa, debe
entenderse como una hipótesis a confirmar. 6
En cuanto a la noción de frontera trataremos de explicarla a partir de las ¡deas de
soberanía territorial y regulación de las poblaciones, que formulara Foucault, cuyos rasgos
principales estarían dados por la estructuración del espacio a partir de garantizar distintos
tipos de circulación. Se trata, como sostiene el autor ¿de marcar un territorio o de
conquistarlo... de disciplinar a los súbditos y hacerles producir riquezas o de constituir
para una población algo que se asemeje a un medio de vida...? 7
Estas ¡deas nos permitirán articular con mayor precisión y comprender el concepto de
frontera sostenido por Luiz. entendido como un espacio transicional de procesos
económicos y de estructuración institucional y social.8
Posteriormente nos ocuparemos de los distintos instrumentos de control que se
ejercieron: el simbólico, en donde se retomarán algunas consideraciones vinculadas con la
cartografía y la topografía; el relacionado a los circuitos comerciales, al poblamiento, a las
instituciones eclesiásticas y a las político-militar, donde nos detendremos en el papel que

6 YOUNG Eric van (1991) “Haciendo historia regional. Consideraciones metodológicas y teóricas" en
PEREZ HERRERO, Pedro (comp.) Región e historia en México (1700-1850). Métodos y análisis regionales.
México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, p.259.
FOULCAULT, Michel (2011) Seguridad, territorio, población. Curso en el College de France (1977-
1978). Bs. As.. FCE. pp.45-46.
8 LUIZ, María Teresa (2003), “Consideraciones entorno al concepto de frontera ¿objeto de investigación,
instrumentos del análisis o procedimiento de interpretación?. Una mirada a la producción referida a los
territorios meridionales de Chile y el Río de la Plata durante el período colonial” en: Trocadero Revista de
historia moderna y contemporánea. Universidad de Cádiz, N° 14-15, p. 127.

13
desempeñaron las guerras. Todo ello nos conducirá al último punto del capítulo que analiza
cómo se desenvolvió el proceso de incorporación jurisdiccional del Delta.
Finalmente, a modo de cierre, presentaremos las conclusiones a las que hemos llegado.
Estado de la cuestión
La primera gran obra sobre arqueología de la región fue "Los primitivos habitantes del
Delta del Paraná" de Luis M. Torres, que se publicó en 1911.9 A partir de allí nuevos
investigadores se ocuparon de estudiar la región desde las disciplinas nombradas y otras
que se incorporaron luego, como la antropología y las ciencias naturales. Sirvan de
ejemplos los trabajos de Félix Outes, La cultura guaraní en la cuenca del Paraná inferior
(1918), Antonio Serrano (1931) "Arqueología del Litoral ", Amanda Caggiano y otras.
Nuevos aportes para el conocimiento antropológico del Delta del Paraná (1978) y Daniel
Loponte, Arqueología del humedal del Paraná inferior (bajíos ribereños meridionales)
(2008), entre otros. Los mismos forman parte de una abundante bibliografía sobre la
arqueología del Delta que permite un conocimiento más cabal sobre el pasado prehispánico
en la región.
Por otra parte, desde mediados del siglo XX, se han incorporado investigaciones desde
una perspectiva geo-ambiental. En el campo de la botánica cabe citar al ingeniero
agrónomo Artuto E. Burkart. '‘'Ojeada sinóptica sobre la vegetación del Delta del Paraná”
(1957); en lo que se refiere a los suelos sobresalen como antecedentes los trabajos
realizados por Constante G. Bonflls, Los suelos del Delta del río Paraná. Factores
generadores, clasificación y uso (1962) y organismos oficiales encontramos una
publicación del Ministerio de Economía de la Nación un Estudio integral del desarrollo del
Delta Bonaerense (1972) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA),
Carta de suelos del Della de Entre Ríos, (1982).
El tema de los humedales se incorporó a la agenda científica desde que en la década de
1990 se formó en la Facultad de Ciencias Exactas el primer grupo de investigadores bajo la
dirección de Ana Inés Malvárez, quien realizó valiosos aportes a través de sus trabajos, Las

“ TORRES, Luis M. (1911), Los primitivos habitantes dei Delta dei Paraná. Bs. As., Universidad Nacional
de la Plata, tomo IV.

14
comunidades vegetales del Delta del Río Paraná. Su relación con factores ambientales y
patrones de paisaje (1997) y El Delta del río Paraná como mosaico de humedales (1999).
Por aquella misma década aparecieron algunos trabajos referidos a la historia de la
región como el de Juan Ornar Cerviño 10 quien hizo una incursión general en un breve
artículo publicado en 1997; pero fue Guido P. Galafassi, quien realizó un análisis más
minucioso aunque orientado a cuestiones más bien económicas en su artículo
''‘Aproximación al proceso histórico de asentamiento, colonización y producción en el
Delta del Paraná” (1996). En dicho texto remarcó asimismo el estado de la cuestión del
momento señalando que “los pocos estudios referidos a esta zona consisten
predominantemente en diagnósticos sincrónicos que no contemplan la trayectoria de la
dinámica social, o en trabajos focalizados en temas específicos de realidades parciales"
que constituyen “solo una aproximación inicial a la complejidad de situaciones que se
articulan en esta original r e g i ó n 11 en otros textos posteriores como “Historia
económico-social del Delta del Paraná" (2004) y “¿ íí pampeanización del Delta.
Sociología e historia del proceso de transformación social, productiva y ambiental del
Bajo Delta del Paraná" 12 el autor retomó y profundizó muchos de los aspectos trabajados
en el primero de los textos citados.
Como se puede apreciar en este recorrido bibliográfico las investigaciones
provenientes del campo de la historia han sido visiblemente escasas, hecho que pone en
evidencia el desinterés mostrado hasta el presente por estudiar esta región desde nuestra
disciplina.
Probablemente, esta ausencia en la agenda de los historiadores pueda explicarse, entre
otras razones, por las dificultades que ha tenido la región para su visibilidad como un

10 CERVINO, Juan Omar (1997) “La tierra pública en el Delta Bonaerense y su efecto condicionante en el
desarrollo socio-económico de la región, 1856-1934 en: Revista de Historia bonaerense del Instituto
Histórico del Partido de Morón, Año III, N° 12. pp.8-11.
" GALAFASSI, Guido (1996) “Aproximación al proceso histórico de asentamiento, colonización y
producción en el Delta del Paraná” en Estudios sociales, vol. 11, N° 1, disponible en:
http://theomai.uiio.edu.ar/ar armuido002.htm.
'■ GALAFASSI, Guido P. (2004) “Historia económico-social del Delta del Paraná” en: Investigaciones
Histórico Sociales, Universidad Veracruzana, Cuadernos de trabajo, México, vol. 17. GALAFASSI, Guido P.
(2005) La pampeanización del Delta. Sociología e historia del proceso de transformación productiva, social
y ambienta! del Bajo Delta del Paraná, Extramuro Ediciones, Bs. As.

15
espacio social con entidad propia; en ese sentido es necesario tener presente que el Delta
del Paraná, como ya se expresó, es compartido por tres provincias y su delimitación
jurisdiccional definitiva recién se concretó en 1966; y quizás, también por una larga
tradición de negación, tal como lo sostuvo Liborio Justo, en 1974, quizás un poco
exageradamente, al decir: '‘durante siglos, el Delta fue para la capital del país, a pesar de
su vecindad, una tierra incógnita en la que jam ás puso su atención, ni se preocupó en
conocer ni ocupar, no obstante los beneficios que de ella recibía Ij
Objetivos
Para conocer con mayor profundidad aquella realidad histórica dentro del contexto de
las complejas relaciones políticas, económicas y sociales del área rioplatense nos
proponemos: analizar el proceso de construcción de una región de frontera interna a través
de las variables económicas, sociales y políticas entre 1750 y 1870 a partir del caso del
Delta del Paraná; reconocer las dinámicas de acceso y apropiación a las tierras de islas y a
ciertos recursos naturales; analizar la pertenencia social y geográfica de los actores sociales
involucrados en el proceso de ocupación del territorio; establecer el status legal de las
tierras de islas a lo largo del período analizado; reconocer las articulaciones económicas,
sociales y políticas del Delta con las demás regiones del área rioplatense y analizar los
alcances del proceso de control sobre el territorio estudiado.
Para lograr estos objetivos hemos escogido una escala de observación mixta: la
reducida o local, de manera que la reconstrucción lugar por lugar nos permita dar cuenta
con minuciosidad de las particularidades dentro del espacio regional objeto de estudio.
Asimismo, la incorporación de información más general nos permitirá proyectar un
panorama más complejo y amplio dentro del espacio rioplatense, al mismo tiempo que el
estudio en profundidad del Delta nos aportará singularidades que pueden ser incluidas en
desarrollos más generales que enriquecerán la mirada ínter e ¡ntrarregional.
Las razones que delimitan el período responden a varios motivos: por un lado, a
mediados del siglo XVIII el área rioplatense comienza a jerarquizarse teniendo a la ciudad
de Buenos Aires como centro burocrático y como un mercado que irá demandando de

|J JUSTO, Liborio (2011) “Introducción a la primera edición" en SARMIENTO, Domingo F., El


Carapachay, Bs. As., Eudeba - Municipio de Tigre, p. 19.

16
modo creciente productos provenientes del Delta. Por otra parte, el fin de nuestro recorte
temporal corresponde a que hacia 1870 comienza a consolidarse una legislación tendiente a
garantizar el régimen de la propiedad privada de las tierras y de los recursos, limitando
aunque no eliminando totalmente antiguas prácticas sociales sobre el acceso a los mismos;
además, asistimos a los últimos conflictos armados que involucraron a la región y que
marcan el proceso de consolidación del Estado argentino moderno; asimismo, se comienza
a transitar el camino de profundas transformaciones sociales, producto de la gran
inmigración, que tendrá un impacto directo en la organización del espacio argentino en
general y del Delta en particular, que permiten visualizar un proceso de colonización de las
islas y de su incipiente ordenamiento jurisdiccional. Junto con ello, la expansión ferroviaria
que modifica la centralidad que tenía el tráfico fluvial. Por último, sostenemos que el
período delimitado nos permitirá realizar una evaluación de larga duración donde estarán
visibles las continuidades y rupturas ocurridas.
Fuentes
Con respecto al corpus documental con el que hemos trabajado comprende cuatro
grupos de fuentes. El primero está constituido por las fuentes éditas, dentro de las cuales
están los textos literarios, formados por relatos de cronistas y viajeros y ensayos. Estos
textos tienen la ventaja de ofrecernos distintas visiones del Delta en cada momento
histórico a lo largo del período estudiado, permitiendo observar las continuidades y
rupturas producidas; en ese sentido constituye una las series documentales más completas
de las que hemos utilizado; desde otra perspectiva aunque los Acuerdos de los Cabildos de
Buenos Aires y Montevideo también nos han permitido obtener información secuencial
hasta la primera década revolucionaria, de alguna manera, la podemos continuar a través
del Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires, Registro Estadístico del Estado de
Buenos Aires de 1855, Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires; Registro Oficial
de la República Argentina integrado por los documentos expedidos desde 1810 hasta 1873
y Recopilación de Leyes de la Provincia de Entre Ríos. En lo que se refiere al tráfico de
cabotaje, como nuestro propósito es solo dejar en evidencia la mercantilización de los
recursos del Delta hemos tomado la información proveniente de la Gaceta Mercantil del
año 1827 como representativo de aquella situación.

17
Un segundo grupo de fuentes proviene del relevamiento de información producida por
distintos tipos de autoridades y organismos -locales, provinciales o nacionales-. En especial
se trabajará con los informes producidos por las Alcaldías de Hermandad, Comandancias
de Frontera, Comandancias Militares. Resguardos y Juzgados de Paz, existentes en el
Archivo General de la Nación. Asimismo se dispondrá de la información procedente de
otras dependencias públicas, como el Tribunal Civil, la División Colonia, el Ministerio de
Gobierno, Departamento General de Policía, Ministerio de Guerra y Marina (Archivo
General de la Nación), Escribanía Mayor de Gobierno (Archivo Histórico de la Provincia
de Buenos Aires) Fondo Gobierno de la Provincia de Entre Ríos, (Archivo Histórico de la
Provincia de Entre Ríos). Este tipo documental ha sido utilizado fundamentalmente para
analizar los capítulos vinculados con las relaciones sociales y políticas, los modos de
acceso a los recursos y a la propiedad de la tierra y al proceso del control territorial.
Un tercer grupo está formado por los padrones del siglo XVIII (éditos) y los padrones
correspondientes a la primera mitad del siglo XIX. correspondientes a los años 1813 y 1815
y el primer censo nacional de población de 1869, (inéditos) que nos suministran
información sobre las características de la población; aunque no es uniforme, es lo
suficientemente elocuente como para brindar un panorama que nos permite dar cuenta de
los diferentes modos de relación de los pobladores con el Delta a lo largo de los siglos
XVIII y XIX, pudiendo complementarlas con los datos proporcionados por algunas
testamentarias.
Por último, el cuarto grupo está integrado por las fuentes cartográficas integradas por
mapas elaborados entre los siglos XVII y XIX que, en paralelo, con los textos literarios nos
permite constituir sendas series que dan cuenta de las percepciones del Delta durante el
periodo analizado.

18
Capítulo 1
EL DELTA GEOGRÁFICO

“Entonces las islas cerrarán el horizonte de la ciudad de Buenos Aires, que las descubrirá finalmente en
la forma amplia y profunda que merecen”

Liborio Justo

El Delta del Paraná es una región eco-geográficas que posee ciertas peculiaridades en
la que el río ha vertebrado la organización de los pobladores tanto antes como después de la
conquista española. Esta íntima relación del medio con la sociedad nos obliga a describir y
analizar con detenimiento diferentes aspectos que lo caracterizan desde la mirada de otras
disciplinas, como la geografía y las ciencias naturales, con el objetivo de destacar la
peculiar dinámica de este espacio para comprender, en los sucesivos capítulos, de qué
manera influyó en el desenvolvimiento de las relaciones económicas, sociales y políticas
que se establecieron allí. Por lo tanto, en el presente capitulo describiremos las
características biogeográficas del Delta del Paraná. Para ello lo hemos dividido en cuatro
apartados: el Delta, las islas, el bioma y el río Paraná, ordenando la información relevada
procedente de la bibliografía disponible de diversas disciplinas como geología, hidrología,
ciencias naturales e historia. En primer lugar destacaremos la dinámica de sus límites y el
encuadre territorial del Delta; en segundo lugar abordaremos el proceso de formación y la
conformación morfológica de las islas; en tercer lugar presentaremos las características
bióticas del Delta que lo convierten en una zona de alta biodiversidad; y, finalmente
describiremos el régimen del río Paraná y su importancia como vía navegable y de
integración interregional.

1.1. El Delta del Paraná


El Delta del Paraná 14 es, desde el punto de vista de su conformación geográfica, la
franja de territorio que se inicia a la altura de una línea imaginaria que une las ciudades de

14 El delta es la desembocadura del río en varios brazos entre islas en constante modificación. La formación
del Delta del Paraná data de hace unos 6000 años hasta las actuales formaciones. Marcos Sastre en El tempe
argentino o el delta de los ríos Uruguay, Paraná y Plata, segunda edición gratuita, Bs. As. Consejo Nacional
de Educación. 1943 dice que su denominación de debe a "su figura triangular semejante a la letra griega de
ese nombre... Es un vasto triángulo isósceles envuelto por el Paraná, el Uruguay y el Plata'', p.72.

19
Diamante (Entre Ríos) y de Puerto Gaboto (Santa Fe) y se extiende hasta la confluencia de
los ríos Paraná y Uruguay en el estuario del Plata.1' tal como se puede apreciar en la
imagen N° 1 Se trata de una sub-región dentro de la llamada llanura piálense, de formación
reciente, caracterizada por un suelo anegadizo. Desde una mirada ecológica puede ser
encuadrado como un mosaico de humedales (Malvárez, 1999) ya que es el régimen
hidrológico el principal condicionante de los procesos ecológicos que se desarrollan en esta
área. 16
Imagen N° 1
M apa que m uestra la extensión actual del Delta del P aran á

o se

Fuente: http://deltanativo.blogspot.com.ar/2013/09/planos-del-delta-del-parana.html*10

15 El estuario es la desembocadura de un río libre de islas, debido generalmente a la poca acumulación de los
sedimentos en ese sector. Bajo la superficie del Río de la Plata, su fondo constituye un delta subfluvial,
prolongación natural del delta del Paraná, con el mismo sistema de islas, arroyos y canales que aparecen como
10 MALVÁREZ. Ana Inés (1999): “El Delta del río Paraná como mosaico de humedales” en: A I. Malvárez
(Editor. UB A) Tópicos sobre humedales subtropical y templados de Súdame rica, Montevideo, Oficinal
Regional de Ciencia y Tecnología de la UNESCO para América Latina y el Caribe -ORCYT, pp.35-54.

20
En la actualidad posee una longitud aproximada de trescientos veinte kilómetros, con
un ancho que varía desde los dieciocho kilómetros a la altura de Baradero (Buenos Aires)
hasta los sesenta kilómetros entre los ríos Luján y Gutiérrez, haciendo una superficie
estimada en unos veintiún mil kilómetros cuadrados, casi equivalente a la que posee la
provincia de Tucumán.17
Por su geomorfología, siguiendo la clasificación de Bonfils (1962), la cuenca del Delta
puede ser agrupado en varios sectores: el Delta Superior, también llamado Antiguo o Pre­
delta se ubica al sur de Diamante- Puerto Gaboto hasta Villa Constitución; el Delta Medio
comprende el sur de las islas las Lechiguanas, entre la línea imaginaria que une las ciudades
de Victoria (Entre Ríos) y de Rosario (Santa Fe) hasta la que une las poblaciones de Ibicuy
(Entre Ríos) y Baradero (Buenos Aires); el Delta Inferior, se extiende desde los puntos
antes citados hasta la desembocadura; es el sector más extenso y joven y avanza
progresivamente sobre el estuario del Plata como consecuencia de las arenas y los limos
depositados que van formando las nuevas islas. Estudios recientes apoyados en la
comparación de la cartografía histórica de los últimos tres siglos han permitido mensurar el
ritmo de avance actual, indicando valores medios del orden de entre setenta y cien metros
por año. Esto indica que el Delta del Paraná continuará avanzando hasta alcanzar a la
propia ciudad de Buenos Aires. Según la tasa indicada, la distancia de once kilómetros en
línea recta que separa el frente actual del Delta (Tigre) de la Avenida General Paz, límite de
la ciudad de Buenos Aires, será recorrida por el frente en alrededor de ciento diez años. I8.
Teniendo en cuenta estas proyecciones, el Delta ha venido creciendo unos treinta
kilómetros en los últimos trescientos años, por lo cual, a finales del siglo XVII, su frente se
habría ubicado aproximadamente a la altura de lo que es hoy el límite sur del actual Partido
de Escobar.

1 PITTAU, Marcos, Alejo Sarubb, Ángel Menéndez (s/f) Análisis del avance del frente y del incremento
areal del Delta del Río Paraná, Instituto Nacional del Agua (1NA) disponible en:
http:// laboratorios.ti.uba.arVImm conuresos/cc delta frentes conauua mav05.pdf. pp. 2-15.
18 INSTITUTO NACIONAL DEL AGUA. Subsecretaría de Recursos hídricos. Secretaría de Obras y
Servicios Públicos (2005) Proyecto “Simulación y predicción del crecimiento del frente del Delta del río
Paraná- Delta del Paraná Análisis cartográfico. Proyecto LHA 235, p. 2. Disponible
en:http://www.redmodelacion.com.ar/modelacion/images/pdf/publicac¡ones/¡nformes/it_delta_avance_frente_
may06.pdf.

21
Lo señalado anteriormente nos sitúa en una dinámica geográfica muy peculiar que es
necesario tener presente al analizar cada momento histórico y a la cual nos referiremos más
adelante, al cotejar las descripciones de viajeros con la cartografía histórica.
El último sector incluido dentro de la región del Delta es el que integran los bajíos
ribereños bonaerenses que recorren la franja norte de la provincia y los arenales del
sudeste de la provincia de Entre Ríos, que conforman un corredor natural de gran
importancia para el mantenimiento de la biodiversidad regional.1'1'
Los primeros están formados, principalmente, por los bajos de Otamendi y del río
Luján y. sujetos a una fuerte influencia deltaica. Los segundos corresponden al sector
arenoso del sur entrerriano. con epicentro en la localidad de Médanos, que formaron parte
de las playas del viejo mar entrerrianense que alguna vez ocupó toda la depresión donde
hoy se desarrolla el Delta*1'
Por último diremos que, desde el punto de vista de su organización político-
administrativa, a partir de mediados del siglo XX el Delta del Paraná está dividido en
sectores insulares que forman parte de diferentes departamentos y partidos de las provincias
de Entre Ríos (Paraná. Diamante, Victoria, Gualeguay, Gualeguaychú e Islas del Ibicuy),
Santa Fe (Capital, San Jerónimo, San Lorenzo y Rosario) y Buenos Aires (San Nicolás,
Ramal lo. San Pedro, Baradero. /.árate. Campana. Escobar, Tigre y San Fernando), (imagen
N° 2).

BONFILS. Constante (1962) “Los suelos del Delta del Rio Paraná. Factores generadores, clasificación y
uso" en: Revista de Investigaciones Agrícolas, INTA. Bs. As., Tomo XVI, N* 3, pp. 257-370.
•»Q
PEREVRA, Femando X. et al. Génesis de suelos y evolución del paisaje en el delta del río Paraná. Rev.
Asoc. Geol. Argent. [online], 2004. vol.59, n.2 [citado 2014-08-10], pp. 229-242 . Disponible en:
<http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sc¡_arttext&p¡dr S0004-
48222004000200007&lng=es&nrm ¡so>. ISSN 0004-4822.
Imagen N" 2
División política del Delta del Paraná

La Capital
DEPARTAMENTOS

San Jerónimo'-t"'

San Lorenzo

Gualeguay
Rosario
San Nicolás Gualeguaychu
Ramallo-
San Pedro1 Islas del Ibicuy
Bar ad ero'
San Fernando
Campana , _^
Escob'ar ^Tigre

Fuente: Plan estratégico para la conservación y aprovechamiento en el Delta del Paraná -PIECAS-
DP.

1.2. Las islas


El Delta está constituido por unas cinco mil islas que se han ¡do formando a lo largo de
los siglos por el aporte del material aluvial’ 1, transportado y depositado por el río Paraná,
que es el principal agente modelador de la superficie de las islas.
El proceso de formación de las islas se inicia cuando en épocas de bajante las arenas
que transporta el río se depositan en su fondo y continúan avanzando pero a un ritmo más
lento; al arrastrarse por el lecho se van adosando a otros depósitos hasta formar un banco de

*>|
Se trata de materiales sueltos, especialmente arena, limo y arcilla, producidos por el agua de los ríos que se
desbordan. Las llanuras formadas por sedimentos que arrastran los ríos son llamadas aluviales

23
arena. A medida que el agua pasa por encima de ese banco, se reduce su velocidad y las
arenas y otros sedimentos en suspensión caen, acumulándose en una secuencia que se repite
periódicamente. Cuando se producen nuevas bajantes del rio, en la superficie del banco
comienza a crecer vegetación que se nutre de los limos y arcillas que deposita el rio. Se
trata, inicialmente, de vegetación con una red de raíces y rizos, como los juncales,
(Schoenoplectus californicus) que tienen un efecto estabilizador sobre los sedimentos, al
prevenir su resuspensión y facilitar con ello el nacimiento de una isla y su posterior proceso
de acreción.22*
Este proceso formativo puede transcurrir en algunas décadas, tal como surge del
análisis de la cartografía levantada durante el siglo XX, para el caso de las islas Oyarvide,
Timoteo Domínguez y el islote El Matón (I926-!969).2j
Debido a que las islas se fueron formando en distinto tiempo, las mismas presentan
diferencias en su geomorfología. Las más antiguas, ubicadas en el Delta Superior, son
alargadas de norte a sur, donde son comunes las lagunas interiores de gran extensión Estás
poseen forma de cubeta, generalmente con una concavidad o laguna central muchas veces
ocluida por pajonales. A continuación de la laguna central le sigue un bañado o pajonal
normalmente anegado y un área perimetral más alta o albardón 24 ubicado a orilla de los
canales y arroyos, tal como aparece en la imagen N° 3. En dicha imagen podemos apreciar
los lugares apropiados para el asentamiento humano, a resguardo de las crecientes
regulares.
Las islas del Delta Superior son de relieve chato, por lo general inundables,
caracterizadas por tener, aguas arriba, sus bordes levantados, debido a los albardones
desarrollados por las crecientes. Suele haber depresiones y médanos y gran cantidad de
lagunas ya que, si bien hay gran cantidad de riachos, el drenaje es malo.2i

22 PEREYRA, Fernando...ob.cit.
PITTAU. Marcos... ob. cit.
24
Los albardones son franjas estrechas de terreno más elevadas que corren paralelos a ríos y arroyos y se
forman como producto de los sedimentos que deposita el río en cada creciente.
DEPARTAMENTO de Publicaciones de la Biblioteca Popular C. Vigil (1973), Paraná. el pariente del
mar, Bs. As., Editorial Biblioteca, p. 68.

24
Imagen N° 3
Corle de una isla típica del Delta Superior

Fuente: http//about ime/parquenacional predel ta

Las islas del Delta Medio se caracterizan por su disposición en forma de platos, con
bordes levantados y sus albardones incompletos y con mal drenaje, mientras que las del
Delta inferior tienen un aspecto cuneiforme, con un borde elevado que
recibe sedimentos frescos en forma espaciada, y en una parte central, semianegada, con
aportes más frecuentes. Los albardones que representan aproximadamente el veinte por
ciento de la superficie total, eran originalmente más altos, y eso favoreció la instalación
humana ya que solamente eran afectadas por las crecientes extraordinarias.
Las islas ubicadas en el Delta inferior se asemejan a una compleja red, formada por
gran cantidad de ríos y arroyos; y las islas se hallan poco influenciadas por el empuje de las
crecientes del Paraná, dado que llegan a ellas atenuadas en su dinámica. En cambio, el
rechazo de las aguas fluviales producido por la marea alta y la influencia del oleaje hacen
que sean totalmente anegadizas. Frente al río Uruguay, el delta está detenido en su

25
crecimiento, pues las aguas de este río, aunque no son muy veloces, impiden la
acumulación de sedimentos.26
A corta distancia entre sí, se alternan suelos orgánicos de humedales, suelos con alto
contenido de sodio (natracualfes), suelos hidromórficos -saturados en forma permanente o
temporal por exceso de agua- no alcalinos, de alta permeabilidad y textura gruesa en los
cordones o barrancas no anegadas y albardones arenosos. Los albardones y bañados están
cubiertos por una densa capa de materia orgánica poco descompuesta, de color negro.2' La
inmensa mayoría de sus islas pertenecen a la Provincia de Buenos Aires y son las más
pobladas.

1.3. El bioma
El Delta del Paraná, constituye una región natural de características biogeográficas y
ecológicas únicas dentro del territorio argentino, en razón del componente de especies que
lo habitan.28 Se trata de una eco-región formada por un mosaico de humedales en la que los
ríos Paraná y Uruguay permiten la llegada y coexistencia de especies de distintos linajes
que pertenecen a los climas tropical-subtropical y templado dando al área un perfil
diferencial, conformando un patrón típico de comunidades vegetales y animales (Ringuelet.
1961)
La humedad del suelo permite el desarrollo de una profusa y variada vegetación
integrada por comunidades acuáticas como juncos y camalotes y las terrestres, que forman
campos y praderas en los interiores húmedos de las islas en los que se distinguen
cardasales, canutillares y gramillares y las formaciones leñosas, de hoja pequeña con
espinas, como los espinillares y talares; de hoja grande, sin espinas, como los ceibales,
sauzales, pindosales (palmares de Arecastrum) y, por último, el monte blanco, también
llamado selva en galería, que es la más compleja formación vegetal de las islas, formada en
los albardones altos y anchos. Allí se encuentran especies como sauces criollos (Salix
humboldtiana), ceibos (Erythrina crista galli), álamos criollos, (Populus nigra itálica),

> DEPARTAMENTO de Publicaciones de la Biblioteca Popular Constancio Vigil, ob. cit., p.36
:7SOCIEDAD ARGENTINA DE ESTUDIOS GEOGRÁFICOS (1975): Geografía de la República
Argentina. Hidrografía. Tomo Vil, 2a Parte. Bs. As. Editorial Gea, 630pp.
28 PEREYRA, ob. cit.

26
canelones (Myrsinespp.), palmeras pindó (Arecastrum romanzoffianum) y el timbó
colorado (Enterolobium contortisiliquum). Este último es el árbol de mayor altura de esta
selva, llegando alcanzar los veinte metros siendo afectado por la tala ya que desde los
tiempos prehispánicos, las etnias canoeras que habitaban las islas del Delta los emplearon
para construir sus canoas y, posteriormente, durante la etapa colonial, su madera sirvió para
construir tirantes para techos. Durante el siglo XX, la destrucción de su ecosistema en
general, lo ha vuelto un ejemplar raro fuera de las áreas de reserva.

Estos montes fueron característicos de los alrededores del Delta interior y de las islas
del Ibicuy, contando en otros tiempos con mayor extensión, pero al desarrollarse sobre
albardones. también sobre ellos se asentaron las construcciones y la mayor parte de las
actividades antrópicas (cultivos forestales y frutales), por lo que hoy día son bastante raros
de encontrar. En los suelos más firmes y sujetos a periódicas inundaciones, en cambio, las
formaciones arbóreas son prácticamente inexistentes.

Existe una variedad de arbustos, como el glaucum, utilizado en la construcción de


techos de casas y ranchos y numerosas plantas y árboles que han sido empleadas desde
antaño para uso medicinal, como la márcela (Achyrocline satureloides), la zarzaparrilla
blanca (Smilax aspera), el oreganito (Lippia origanoides), la cola de caballo (Equisetaceae)
y la manzanilla (Matricaria chamomilla).2y

La fauna abarca mamíferos, como ciervos de los pantanos (Blastocerus dichotomus),


carpinchos (Hydrochoerus hydrochaeris) y quiyás (Myocastos coipus) -mal llamados
nutrias-; pumas (Puma concolor) y pécaris (Tayassu); aves, como perdices montaraces
(Nothoprocta cinerances), biguás (Phalacrocorax olivaceus), garcillas, (Egretta thula) y
diversas variedades de patos (Familia Anatidae) y unas trescientas especies de peces, entre
las que se encuentran surubíes (Pseudoplatystoma spp), lenguados (Solea vulgari),
pejerreyes (Odontesthes bonariensis), manguruyúes (Pimelodus zungaro), dorados
(Salminus brasiliensis), sábalos (Prochilodus lineatus), tarariras (Hoplias malabaricus) y29

29 TORRES, Luis, Los primitivos habitantes ... ob.cit., p. 46.


27
pacúes (Piaractus mesopotamicus), éstos últimos, hoy, desaparecidos prácticamente por la
sobrepesca.

1.4. El rio Paraná


El régimen hidrológico del Delta del Paraná es complejo y está determinado por
inundaciones periódicas de distinto origen: crecientes de los ríos Paraná, Uruguay y
Gualeguay y mareas y sudestadas del Río de la Plata (Mujica, 1979).
El río Paraná 3(1 nace en las faldas de las sierras del Brasil en la confluencia de los ríos
Paranaíba y del Grande y, luego de realizar un recorrido de cuatro mil quinientos
kilómetros desemboca en el estuario del Plata, con varios brazos, de los cuales son los
principales el Paraná Guazú al norte, el Paraná Vliní en el centro, y el Paraná de las Palmas
al sur. Su curso se divide en Superior, Medio e Inferior. En éste último tramo -el Delta
propiamente dicho- sus aguas erosionan las barrancas santafesino-bonaerenses que se
oponen a la corriente y van dejando los sedimentos desprendidos en la parte opuesta -la
entrerriana- de pendiente suave. A partir de la ciudad de Diamante y hacia el sur de la
Provincia de Entre Ríos, el río invierte su fisonomía: la orilla entrerriana se vuelve muy
baja y anegadiza, mientras que su opuesta santafesina. a la altura de San L.orenzo se eleva y
no le afectan las inundaciones.
A la altura de Villa Constitución, el Paraná se divide en dos brazos: el que sigue del
lado bonaerense, y el que se dirige hacia Ibicuy. sobre el lado entrerríano, conocido con el
nombre de Paraná Pavón y luego Paraná Ibicuy.
En las inmediaciones del puerto de Baradero, el Paraná se bifurca nuevamente en dos
cursos: el Paraná de las Palmas, al Oeste y el Paraná Guazú. al Este. Entre éstos se
distribuye una red anastomósica de varios brazos constituidos por pequeños y grandes
canales.*

Nombre que los guaraníes dieron al río hasta su desembocadura en el Atlántico. Desde tiempos de Gaboto.
comenzó a llamarse también Rio de la Plata en toda su extensión. Sin embargo el nombre Paraná "se
conservó husta el Deha y el Rio de la Piala solo se dio a su desembocadura El Paraná fue para el oidor
Matienzo, "el mayor que se ha visto en el mundo y más hondable”. Una carta anónima atribuida a Barco
Centenera y escrita al Rey desde las Provincias del Rio de la Plata, alrededor de 1578, lo llama "postigo
abierto” poniendo de manifiesto el grave problema que planteara a la Corona española, esta singular
geografía. Véase ZAPATA GOLLAN, Agustín (1942), El Paraná y tos primeros cronistas, Publicaciones del
Departamento de Estudios Etnográficos y coloniales N° 2, Ministerio de Gobierno e Instrucción Pública, p. 5.

28
Los principales de norte a sur son: Paraná Bravo, Río Sauce. Paraná Guazú, Barca
Grande, Paraná Miní, Carabelas, Paraná de las Palmas y Río Luján, éste último que
desemboca en el banco denominado Playa Honda en el estuario del Plata.31
De los brazos citados, el Paraná de las Palmas fue durante mucho tiempo la vía
navegable preferida, y es muy probable que Sebastián Gaboto y la mayoría de los
conquistadores que ascendieron el río Paraná lo hicieran remontando aquel. Sin embargo,
con el paso del tiempo, algunos tramos se fueron obstruyendo, siendo necesario emplear el
curso del Paraná Guazú y Paraná Bravo.32
El lecho del Paraná, dada la acumulación sedimentaria, puede presentar a menudo
cambios de su cauce debido a la formación de bancos de arena y otros obstáculos.33
Estos inconvenientes que dificultan la navegación fueron observados, entre otros, por
D'Orbigny quien hacia 1827, indicaba que el lecho del Paraná de las Palmas "tiene
bastante hondura, pero el gran número de bancos de arena situados en su embocadura
impide por lo general la entrada de los barcos, que prefieren pasar por el Guazú ”. Por lo
tanto, aquel recorrido obligaba a los grandes navios a "pasar frente a la isla granítica de
Martín García, que presenta un grado de mayor elevación con respecto al grupo de islas
bajas, a menudo inundadas ”.
El Paraná presenta un régimen regular: las bajantes ocurren normalmente durante los
meses de setiembre a diciembre y a partir de este último mes se inicia su etapa de creciente,
que es cuando empieza la estación de las lluvias en la región entre el trópico de Capricornio
y el Ecuador. Para ajustar sus mayores o menores caudales el rio modifica su ancho,
avanzando sobre las márgenes que ofrecen menos resistencia y son más fáciles de
erosionar.

’’ La trayectoria del río Luján ha sido modificada en los últimos siglos por la prolongación del Delta, que
desvió su trayectoria de dirección E.N.E. a E.S.E. Si nos atenemos a algunos de los registros cartográficos del
siglo XVIII, podemos observar su desembocadura, directamente sobre el Paraná de las Palmas poco más allá
del Rincón del Canchillo (Partido de Campana). Así lo consigna el Registro Estadístico de la Provincia de
Buenos Aires del año 1822 : ""su agua solo sirve para los animales, porque es salobre... nace a dos leguas de
la Guardia de Luján. y desagua en el Paraná en el Rincón de Canchillo " (Registro Estadístico de la Provincia
de Buenos Aires, N° 1, Año 1822, p.49)
32 SOCIEDAD ARGENTINA DE ESTUDIOS GEOGRÁFICOS, ob. cit.
33 Dicha cuenca es una zona joven desde el punto de vista geomorfológico, con una gran dinámica de
transformación, es decir que posee una gran capacidad potencial de aporte.
'4 D'ORBIGNY, Alcide (1998) Viaje por América meridional i . Bs. As., Emecé Editores, p. 103.

29
La extraordinaria dinámica de la geografía del Delta está dada por la destructora y, a la
vez creadora, acción del río Paraná, que presenta crecientes extraordinarias a intervalos
variables. Algunas de ellas alcanzaron gran magnitud, como las ocurridas en 1748, 1812,
1825. 1826, 1833 (que fue de tal proporción que “la avalancha extraordinaria de las aguas
permitió que las embarcaciones" pasaran “sobre la superficie de las islas del Paraná", 35
1858, 1867 (que facilitó a los acorazados brasileños pasar el salto de Apipé y llegar hasta
Posadas durante la guerra de la Triple Alianza) y 1878.’6

Conclusión del capítulo


De lo expuesto en el presente capítulo podemos advertir varias cuestiones: en primer
lugar, se trata de un espacio joven con un extraordinario dinamismo geográfico que alberga
una biodiversidad alta y muy peculiar ya que conviven especies correspondientes a los
climas subtropical y templado. Esto convierte al Delta en un ecosistema que permite la
sustentabilidad económica de grupos humanos, no obstante los límites que representa para
su asentamiento permanente, la fuerte influencia hidrológica.
En segundo lugar, su posición geográfica lo ubica en un área de enorme importancia
estratégica, ya que el río Paraná es la vía navegable por excelencia que permite la
vinculación de las distintas regiones que conforman la cuenca del Plata.
Estas características que señalamos, no han sido ajenas, como veremos en los
capítulos siguientes, para enmarcar el complejo proceso histórico de ocupación y
apropiación de sus recursos, descriptos temprana pero parcialmente, por trabajos
cartográficos, relatos de viajeros y científicos de diversas disciplinas que permitieron darle
visibilidad a este espacio.
Por último, no podemos dejar de señalar que las características geográficas (y los
procesos sociales desarrollados) enunciadas anteriormente fueron uno de los factores que

° BOSCH. Beatriz, ob.cit. p. 326. La citada autora recuerda que las inundaciones extraordinarias se producen
a intervalos. En el siglo XX se recuerdan las de los años 1905, 1914, 1922, 1940, 1958,1959, 1966, 1973 y
1982-83.
Durante el siglo XX las inundaciones extraordinarias ocurrieron en 1905, 1914, 1922, 1940. 1958, 1959,
1966, 1973, 1977, 1982-84, 1989 y 1998, destacando que la inundación de 1982/84 tuvo consecuencias
demográficas dramáticas ya que coincidieron altos niveles de agua en el Paraná y Uruguay, manteniéndose
elevados durante ocho meses, generando uno de los mayores éxodos poblacionales y productivos de la
historia del Delta.

30
influyeron en el tardío proceso de antropización e intento de control del territorio, situación
que también está vinculada al ordenamiento territorial de las islas y a la resolución del largo
litigio por los límites insulares entre las Provincias de Entre Ríos y Buenos Aires, resuelto
recién en 1966, cuando Las Lechiguanas pasaron a formar parte de la provincia
mesopotámica.

31
CAPITULO 2
LAS VISIONES HISTÓRICAS DEL DELTA
"Cruzamos el Paraná para dirigirnos a Santa Fe-Bajada, ciudad sita en la opuesta orilla. El paso nos
cuesta varias horas, pues el rio consiste aquí en un laberinto de pequeños brazos, separados por islas
bajas cubiertas de bosques”

Charles Darwin

En el presente capítulo nos ocuparemos de reconstruir cómo fue percibido el Delta del
Paraná a través de las visiones de dos grupos diferentes de fuentes históricas: por un lado,
la cartografía histórica y, por el otro lado, las producciones literarias, entendidas éstas en el
sentido amplio del término, ya que hemos incluido dentro de esta clasificación los registros
de cronistas, los diarios de viajeros, los ensayos y las obras de carácter científico. La
ventaja de haber trabajado con estos dos tipos de fuentes documentales reside en que nos
permitió abordarlas de una manera secuencial, lo cual resultó de gran utilidad para un
período de estudio que abarca más de un siglo.
Para cumplir con nuestro propósito procederemos, en primer término, a resaltar el
papel desempeñado por los cartógrafos en las distintas etapas propuestas en el presente
trabajo: posteriormente procederemos a describir y analizar una selección de mapas que
fueron producidos entre finales del siglo XVII y el segundo tercio del siglo XIX que
incluyen el área rioplatense. intentando mostrar el papel que desempeñaron los mapas para
conocer y controlar el espacio. En segundo lugar nos ocuparemos de las fuentes literarias.
Esta producción sumamente heterogénea fue ordenada en dos grandes grupos: textos
accesorios y textos específicos sobre el Delta, que a su vez fueron subdivididos en ejes
temáticos. Para ello analizaremos fragmentos de diferentes autores que se ocuparon de
describir el Delta durante los siglos XVIII y XIX y, desde finales del mismo hasta el
presente, algunas de las producciones científicas.
Esta clasificación será de utilidad para identificar las diferentes miradas según el
contexto histórico en que fueron concebidas a fin de poder establecer durante el período
estudiado los cambios y rupturas producidos en este espacio.

32
2.1. El aporte cartográfico
Una de las fuentes históricas de inestimable valor para reconstruir el pasado de un
territorio es la cartografía histórica, ya que partiendo de la idea general de que los mapas
permiten la apropiación simbólica del territorio que se pretende dominar, mediante ellos
podemos acceder al estudio de los diferentes modos en que el espacio “es pensado y
valorado a partir del estado del conocimiento, los componentes del imaginario y las
disciplinas simbólicas que configuran el universo cultural en el que se inscribe la
elaboración y circulación de los mapas". ,7
Entendidos como expresión de una compleja construcción social que contiene un
discurso que los ubica en un contexto político y cultural de la sociedad que los produjeron,
los mapas no deben ser tomados como simples imágenes decorativas o neutras sino como
productos históricos y, por lo tanto, fuentes de información que ayudan a construir y
describir las relaciones espaciales y, por ello, deben ser cuidadosamente analizados. Como
señala Carmen Martínez Martín, es importante conocer "‘cómo y para qué fu e levantado el
mapa o de dónde proceden las informaciones que plasma el geógrafo" \ es decir, que la
lectura de un mapa debe realizarse teniendo en cuenta el contexto histórico en que fue
producido.
En ese sentido, también pone de relieve las numerosas producciones realizadas por los
religiosos jesuítas durante el siglo XVIII donde “la representación del medio natural pasa
a ser un factor importante ofreciendo especial interés... los ríos” porque “fueron la
principa! vía de penetración en sus áreas de evangelización, sin descuidar otros aspectos,
como la geografía humana, centrada en el interés por la localización de las poblaciones y
“las denominaciones y localizaciones de los pueblos indígenas y sus misiones, para
conocer los sucesivos traslados a que se vieron sometidos a lo largo del siglo".^ *

LASA, Luis I. de y LUIZ, María Teresa (2011) ‘'Representaciones del espacio patagónico. Una
interpretación de la cartografía jesuítica de los siglos XVII y XVIII”, en: Cuadernos de Historia N° 35 die.
2011. Universidad de Chile, Departamento de Ciencias Históricas, (versión on-line). Disponible en:
:http:/Avvvw.scielo.cl/scielo.php?script=sci arttextpidS0719 -12432011000200001.
* MARTINEZ MARTIN, Carmen (2013) “ La investigación sobre el mapa histórico de América (s. XVIII)
en las cartotecas del Ministerio de Defensa de España”, en: Anuario Americanista Europeo, N° 11 pp.25-48.
(http://dialnet.un¡r¡oja.es/servlet/articulo?codigo=4627350.)

33
Hasta el siglo XVIII los mapas presentaban un aspecto más bien artístico y el mundo
físico representado era principalmente de bordes, producto de un conocimiento que se
limitaba a la circunnavegación de las costas; pero a mediados de aquel siglo, cuando ya se
había puesto en marcha la revolución científica, el mejoramiento en las técnicas
cartográficas permitió una elaboración más precisa, a la vez que se iba ampliando el
conocimiento hacia los interiores terrestres. ’9

2.1.1. La cartografía como herramienta de organización y control del territorio: La


labor de los ingenieros militares.
Con la llegada de los Borbones al trono de España, la realización de planos, mapas y
sus relaciones quedaron en manos del Real Cuerpo de Ingenieros Militares, organizado en
171 I e integrado por hombres con una notable formación académica. En 1768 se dispuso el
envío a la metrópolis de los mapas y planos realizados en las colonias, acompañados de
detalladas descripciones sobre la disponibilidad de los recursos naturales y humanos del
territorio americano. La labor desarrollada por los ingenieros militares fue de enorme
importancia ya que, como afirma Moncada Maya, "respaldaron la organización del
territorio que promovió la nueva casa reinante en el siglo XVIII" 4,1 y, muy especialmente,
en lo que se refiere a la definición de los espacios de frontera.
Esta etapa de profundización del conocimiento geográfico coincidió, por una parte,
con el crecimiento económico del área rioplatense y su valorización estratégica; y por otra*40

sK) El cronómetro de John Harrison (1767) resolvió el problema de la longitud geográfica y calcular la
posición en alta mar y el perfeccionamiento del teodolito de Ramsden (1787) permitió obtener ángulos
verticales y horizontales y con ello la triangulación de los mapas. Para el desempeño de la partida
demarcatoria que actuó en 1780 en el área rioplatense se mandaron desde Londres once colecciones de
instrumentos entre los que figuraban: un péndulo astronómico de Grahan, dos anteojos acromáticos de
Dollon, dos tubos de oculares para objetos celestes y terrestres, un iluminador de marfil para estrellas, un
espejo de reflexión de acero con plomo , dos teodolitos de faltriquera con bastones para fijarlos en tierra y
marcar objetos, un sectante de ébano de doce pulgadas de radio, en: Luisa Martín-Merás, « Fondos
cartográficos y documentales de la Comisión de Límites de Brasil en el siglo XVIII en el Museo Naval de
Madrid », Terra Brasilis [Online], 7 - 8 - 9 | 2007, posto online no dia 05 novembre 2012, consultado o 03
octobre 2014. URL : http://terrabrasilis.revues.org/402 ; DOI : 10.4000/terrabrasilis.402, p. 50.
40 MONCADA MAYA, José Ornar,(201 l ) “La cartografía española en América durante el siglo XVIII. La
actuación de los ingenieros militares” en: Cartográfica Histórica. Paraty, Anais do I Simposio Brasileiro de
Cartografía Histórica, disponible ( en
httn: www.u fm ü.bvireded e muse us. c ich, s im pos io MON C AD A VI AY AJOS E OMAR.pdf.

34
parte con la agudización de las tensiones entre España y Portugal por la disputa fronteriza
que ambos estados tenían sobre la región nombrada. La firma de los tratados de Madrid
( 1750) y de San Ildefonso ( 1777) tuvieron por objetivo zanjear aquellas diferencias.
Como consecuencias de ellos se crearon comisiones mixtas que tuvieron por misión
realizar una delimitación exacta del terreno. Fruto de aquella tarea fue la acumulación de
valiosa información sobre ciencias naturales, etnografía, historia y cartografía del área
rioplatense.
Entre los miembros de aquellas partidas nos interesa destacar aquí los nombres de dos
integrantes del Cuerpo de ingenieros militares: Félix de Azara y Andrés de Oyarvide.
cuyos trabajos cartográficos revistieron gran importancia para la región objeto de nuestro
estudio.
Durante los veinte años que permaneció Azara en el Río de la Plata acopió
información de diversa naturaleza que le permitieron la publicación de varios libros:
Memoria sobre el estado rural del rio de la Plata. (1801); Viajes por la América
Meridional. (Paris, 1809); Historia del Paraguay y del Rio de la Plata, (Madrid. 1847).
Estos trabajos fueron sumamente valorados en Francia a inicios del siglo XIX y
sirvieron de referencia a Charles Darwin para sus trabajos y, en el Río de la Plata, fueron
considerados señeros por los estudiosos argentinos de la segunda mitad del siglo XIX. tal
como lo destacó Bartolomé Mitre en la introducción de la edición de 1873 de '‘'‘Viajes
inéditos de D. Félix de Azara " .41
En cuanto a su labor topográfica, el mismo Azara hizo mención de cuál era su
principal propósito: "levantar la carta exacta de aquellas regiones, porque ésta es mi
profesión " *1' Fue así que pudo confeccionar una carta del “Río Paraná hasta el río de la
Plata" que fue una valiosa contribución al conocimiento de la geografía del interior y
particularmente de la navegación de un río vital para el comercio y el control del Litoral.4,

"AZARA. Félix (1873): Viajes inéditos de D. Félix de Azara, desde Santa Fe a la Asunción, al interior del
Paraguay y a tos pueblos de Misiones. Edición de la Revista del Río de la Plata. Bs. As. Imprenta y Librería
de Mayo. p.2.
J" AZARA. Félix de (1998): Viajes por la América meridional. Bs. As.. El Elefante Blanco, Tomo I, p. 40.
1' Z WEIFEL. Teresa (2014) Medir lo inconmensurable. Los cambios en los procedimientos para relevar la
pampa anterior (1796-1895). Rosario, Prohistoria Ediciones, p.35.

35
Pero, sin dudas fue la confección de la “Caria esférica de la frontera sudoreste de Buenos
Aires... " la tarea más reconocida por las autoridades.
La realización de este ambicioso trabajo solo fue posible gracias al concurso de un
equipo de colaboradores, ya que como hiciera mención solo: ‘''observando la enorme
extensión de mi carta se comprenderá que no ha podido ser levantada en el espacio de
veinte años por un hombre solo, encargado al mismo tiempo de otras muchas ocupaciones
muy serias. Diré, pues, lo que he tomado de los trabajos de otros y nombraré con gusto a
los amigos y compañeros que me han ayudado en la parte que es propiamente mía". 44
Lo dicho por Azara pone de manifiesto lo ambicioso del trabajo realizado y lo difícil
de llevar a buen puerto la misión sin los instrumentos técnicos perfeccionados durante el
siglo XVIII y sin un equipo de hombres calificados que trabajaron durante largos años en la
región que exploraban.
La otra figura que hemos destacado por su contribución al conocimiento del área
rioplatense fue el teniente de fragata Andrés de Oyarbide. Llegó al Río de la Plata en la
expedición de Pedro de Cevallos y desde 1784 durante más de dos décadas reconoció el
territorio rioplatense, cosechando buenos frutos en lo científico pero con escaso éxito en el
campo político debido a las dificultades originadas por las tácticas dilatorias de los
portugueses.
Oyarbide fue autor de unas “Memorias geográficas de los viajes practicados desde
Buenos Aires hasta el Salto Grande del Paraná” y de las cartas del río Uruguay, producto
de los relevamientos que efectuó durante los años 1796 y 1801-1802. En 1800 hizo el
relevamiento del río de la Plata entre la Ensenada de Barragán y el puerto de Montevideo;
y en 1803 inició la tarea de elaborar una Carta Esférica del Rio de la Plata que fue
finalizada al año siguiente. Luego de ello, en 1812 el Depósito Hidrográfico de Madrid
decidió publicarla bajo la firma de su compilador.
Es de destacar que antes de Oyarbide las cartas del rio Uruguay eran de descripción
geográfica; y es él quien le imprime el carácter eminentemente hidrográfico, haciendo más
previsible su navegación. Tal fue la importancia de su tarea que sus descripciones y planos

AZARA. F., Ob. cit., pp. 42-43.

36
fueron de lectura obligada en las cámaras legislativas y cancillería argentina y uruguaya en
la segunda mitad del siglo XX, durante la discusión por la controversia fronteriza fluvial
sostenida entre Argentina y Uruguay hasta las firmas de los tratados de 1961 y 1973. 4:>
Estas descripciones facilitaron a la administración colonial una vasta información del
territorio, lo cual significó convertir a la cartografía en un instrumento básico de gobierno,
por esta razón y dado que la realización de estos trabajos no tuvieron una vocación de
difusión pública, no salieron a la luz. sino muchos años después.40
Lo señalado pone de manifiesto el papel asignado al Cuerpo de Ingenieros en el
ejército y en el desarrollo de una burocracia más profesional, la importancia que tuvo la
introducción de tecnologías para el control del territorio, el interés por inventariar recursos
naturales explotables por influjo de las nuevas ideas económicas y el papel que tuvieron las
partidas demarcadoras de límites con Brasil en el conocimiento del territorio.

2.1.2. La labor del D epartam ento Topográfico


Transcurrida la primera década revolucionaria, en 1820. la provincia de Buenos Aires
se erigió en entidad política autónoma que a través de la administración de Martín
Rodríguez y su ministro Bernardino Rivadavia, se llevó adelante una serie de reformas para
el funcionamiento del Estado; entre ellas merece considerarse el papel del Departamento
Topográfico que desempeñó un papel destacado en la organización territorial, delineando
pueblos e identificando las tierras privadas y públicas, poner en ejecución la ley de
enfiteusis y expandir la frontera.**4647
Así, por ejemplo, durante la expedición de reconocimiento de la nueva línea de
frontera (fines de 1825 y comienzos de 1826), Senillosa fijó el nuevo contomo de la
Provincia desde la Ensenada de Samborombón hasta Mar Chiquita.
En la década de 1830 la Comisión Topográfica mensuró las nuevas tierras que se
incorporaron a Buenos Aires a consecuencia de la expansión de la frontera productiva

BERTOCCHI MORAN, Alejandro N. (2009): “El piloto Andrés de Oyarbide y su labor en el Rio de la
Plata”, en Revista de Estudios Marítimos de! País Vasco, 6 Untzi Museoa-Museo Naval, Donostia-San
Sebastián. 2009, pp.747-762.
46 MONCADA MAYA, José O. ob. cit.
4’ ZWEIFEL. ob. cit. pp. 71-74.

37
durante la campaña militar de 1833 y cuando Juan Manuel de Rosas dictó un decreto que
permitió la renovación de los contratos enfitéuticos (marzo de 1838) que posibilitaron el
acaparamiento de tierras a favor de los sectores dominantes.
Llegado a este punto, es de destacar el papel que desempeñó por aquella misma época
el primer cónsul británico en Buenos Aires, Woodbine Parish. quien durante el tiempo de
su estadía reunió material topográfico que luego entregó al reconocido cartógrafo
londinense John Arrowsmith. Con ese material, Arrowsmith realizó una serie de mapas de
la región, entre ellos, el de la Provincia de Buenos Aires, publicado en Londres en 1836 y
que Parish dedicó a R osas.48
Luego de la caída de Rosas el organismo continuó desempeñando un rol de
importancia cuando se sentaban las bases del proceso de construcción del Estado moderno,
ya que una de las cuestiones más espinosas por resolver fue el de la expansión territorial
sobre áreas controladas por diversas parcialidades indígenas. El control de aquellos
territorios fue asimismo vital para esgrimir derechos de soberanía ante las pretensiones de
los países vecinos.
En consonancia con aquella política de expansión territorial surgió una literatura
proveniente de intelectuales-políticos y militares que se ocuparon de la cuestión territorial.
Entre ellos merece ser citado el coronel Alvaro Barros quien, en 1872, publicó "Fronterasy
territorios federales de las pampas del Sur” fi jando su postura sobre cómo abordar un plan
de seguridad interior en las fronteras.

2.1.3. Descripción y análisis de la cartografía del Delta


En el presente punto nos ocuparemos de describir y analizar la cartografía ríoplatense
que incluye al Delta del Paraná. Para cumplir con nuestros objetivos se seleccionaron una
serie de cartas y mapas desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XIX. Algunos de estos
registros fueron refocalizados haciendo un recorte que permite apreciar con mayor detalle4

4* La dedicación decía: “La topografía de esta carta ha sido lomada de los trabajos del Departamento
Topográfico de Buenos Aires y la configuración de las Costas del Mar se ha arreglado a los últimos
reconocimientos del cap. Fitz Roy de la Marina Inglesa por John Arroesmith-Londres 1836“. La nota inserta
en el mapa citado resulta de interés ya que constituye una suerte de cita bibliográfica de la época donde se
destaca el papel desempeñado por el Departamento Topográfico. Ob. cit. MARTINEZ SIERRA, Tomo 11, p.
187.

38
el área de nuestro interés, de manera de observar las variaciones operadas, tanto en la forma
en que fueron concebidas como en los aspectos de interés en cada momento histórico.
El primero de los mapas seleccionados, identificado con imagen N° 4 (A) corresponde
a “ La desembocadura del Río de la Plata y la Banda Oriental del mismo río”, incorporado
al Islario General de todas las islas del mundo, realizado por Alonso de Santa Cruz (1505-
1563) durante la primera mitad del siglo XVI, conservándose un ejemplar de esta obra en la
Biblioteca Nacional de Madrid. Santa Cruz participó como veedor designado por los
armadores en la expedición de Gaboto al Río de la Plata (1527) siendo un observador
directo de la geografía que posteriormente trazó en su cartografía. Como todos los mapas
de aquella época temprana de exploración del territorio americano presenta un aspecto más
bien “artístico” en su elaboración y poca precisión en sus descripciones. En él aparecen
grupos de islas inexistentes extendidas a lo largo de la margen derecha del Plata; en
cambio, están delineados los grandes ríos, Paraná y Uruguay, cuya importancia ya era
destacada a principios del siglo XVI, por ser considerados las rutas que conducirían hacia
las fuentes de los codiciados metales preciosos.

39
Imagen N° 4
Mapa (A) - Plano de Alonso de Santa Cruz (siglo XVI)

Fuente:
google.com.ar/imgres?imgur=http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4M3/Rio_de_la_plat
aAlonso_de_Santa_Cruz.jpg&¡mgrefurl=http://es.wikipedia.org/wiki/Banda_Oriental&h=6508w=4
998tbnid=mgquprfxc49)

El segundo mapa, indicado con imagen N° 5 (B) y titulado Delineación de la Boca del
Rio de la Plata, Uruguay y Rio Negro fue confeccionado en 1683 y fue reproducido por
Moutoukias en su libro Contrabando y control colonial en el siglo XVII, J,'de donde hemos
obtenido el mismo. El autor, desconocido para nosotros, privilegió la delineación de las
bocas de los ríos Uruguay, Negro (Banda Oriental) y Paraná y los accidentes náuticos en el

MOUTOUKIAS. Zacarías (1988). Contrabando y control colonial en el siglo XVl!t Bs. As.. Centro Editor
de América Latina, p. 44.

40
río de la Plata, como los bancos de arena presentes, que constituían verdaderos peligros
para la navegación. En ese contexto, aparece retratado el Delta del Paraná, cuyo frente es
situado bastante distante de la desembocadura del río de las Conchas, punto que hemos
tomado como referencia para observar en los sucesivos registros cartográficos su
proyección hacia el Plata.
Otro punto visible y por lo tanto considerado de importancia para los colonizadores fue
la identificación de las áreas donde estaban situados los montes (ubicados al norte y al sur
de la ciudad de Buenos Aires y en el sur de Entre Ríos, pero no los existentes en las islas),
que proveían ciertos recursos fundamentales, como la leña, que era bastante escasa en la
región, tema del que posteriormente nos ocuparemos en el capítulo referido a la
producción.
Imagen N° 5
Mapa (B) - Delincación de la boca del Río de la Plata, Uruguay y Río Negro. Año 1683

'$k>Y'"

Fuente: AGI, Mapas y planos, Buenos Aires, 1683.Reproducido en Zacarías Moutoukías,


Contrabando y control colonia! en el siglo XVII, p. 44)

41
El siguiente mapa (parcial) identificado con imagen N° 6 (C) sn fue realizado en 1755
por Miguel A. Ciera.51. En él se puede observar una descripción bastante detallada del
Delta inferior y de las riberas occidental y oriental que se extienden por el estuario del Plata
donde se encuentra identificadas la zona habitada por los charrúas, la población de Santo
Domingo Soriano y los cursos de agua. En lo que se refiere al Delta se observan los
distintos brazos que sirven de entrada al Paraná: Paraná Guazú, de las Palmas, Paraná Miní,
Paraná Largo, de la Barca y Rio de la Paloma (Bravo).
Imagen N° 6
Mapa C- Detalle del mapa realizado por Miguel Antonio Ciera, en 1755.*5

Fuente: Biblioteca Nacional de Río de Janeiro en:


http://www.alestuariodelplata.com.ar/archivos2.html

Se trata de: Mapa en que los ríos de Argentina. Paraná y Paraguay se describen por primera vez con todo
detalle, cuando la nueva colonia se estableció, extendiéndose hasta la desembocadura del rio Jaurú.
5 Éste fue un matemático italiano al servicio de la Corona de Portugal que participó en la tercera partida de la
Comisión de delimitación de las fronteras portuguesa y española de la región sur, iniciando sus trabajos en
1753

42
En la imagen N° 7 (D) que corresponde a un mapa confeccionado en 1759 encontramos
identificados diferentes tipos de asentamientos humanos: población de españoles, fuertes,
pueblos de indios, tolderías de infieles. Esta clasificación nos remite a una noción
estratégica vinculada con la consolidación del dominio territorial a través de las
poblaciones establecidas en tiempos en que estaban expuestas a la amenaza de ataques de
los pueblos indígenas rebeldes.

Imagen N° 7
Mapa (D) - “Mapa del Río de la Plata, Paraguay y afluentes, hecho para inteligencia de la
entrada general contra los indios ínfleles del Chaco y para establecer la comunicación entre el
Paraguay y el Tucumán, que se pretendía hacer en 1759”.

Fuente: AGI [1759], MP-Buenos Aires, 62 Bis.

43
Otro de los mapas analizados, identificado con las imágenes N° 8 (E) y 9 ( E l ) 32 fue
realizado en 1733 por los sacerdotes jesuítas Giovanni Petroschi y Pedro Lozano. En é se
indican una serie de descripciones que muestran los aspectos de interés de los autores
jesuítas. En primer lugar podemos destacar que en tierras entrerrianas aparecen dos etnias:
los martidanes y los manchados, parcialidades indígenas que formaban parte de la nación
charrúa. Mientras que los martidanes ocupaban el centro de la provincia, los manchados,
aparecen ocupando posiciones en el sur del territorio. Sin embargo, para Benigno Martínez
y Antonio Serrano podría tratarse de la etnia que los portugueses y españoles denominaron
minuán y los jesuítas llamaron guenoa.
Al respecto cabe señalar que las fuentes a veces resultan imprecisas o contradictorias
cuando se refieren a las sociedades indígenas, especialmente hasta principios del siglo
XVIII cuando la mayor parte de la documentación producida por los europeos se refería a
un espacio de bordes. Sin embargo, a medida que la penetración española se fue
extendiendo, acompañada por el proceso de expansión del ganado, la sociedad colonial
multiplicó su conocimiento de los espacios interiores comenzando a develar la complejidad
oculta de las relaciones sociales de las diversas etnias.
En segundo lugar se pueden apreciar distintos tipos de poblados que aparecen
clasificados en ciudades, pueblos de cristianos y pueblos de infieles. Así, entre el primer
grupo se encuentran Buenos Aires, Santa Fe, Santo Domingo Soriano y Colonia de los
portugueses (del Sacramento); y entre los pueblos de infieles, Atalaya, al sur de Magdalena,
probablemente por la reducción Tubichaminí.SÍ
Los aspectos mencionados están vinculados a la estrategia de conquista que tenía la
Corona Española basada en el establecimiento de una red de ciudades y poblados523

52 Se trata del mapa Descripción de las provincias del Chaco y confinantes según las relaciones modernas y
noticias adquiridas por diversas entradas de las misiones de la Compañía de Jesús que se han hecho en este
siglo de 1700.
53 Este lugar tuvo importancia debido a que fue un punto de vigilancia de la frontera sur, desde el siglo XVII,
cuando en 1663 el gobernador Martínez de Salazar hizo levantar torres en la costa del río de la Plata que
sirvieron de atalayas para detectar los buques enemigos. Posteriormente, como consecuencia del ataque a la
Colonia del Sacramento, se reforzó el lugar con una fuerza de milicianos y puestos de observación para
impedir el contrabando con la Banda Oriental y en menor medida para control de avance de indios. En 1735
el gobernador dio carácter definitivo de “Guardia Fluvial y Terrestre” siendo puerto natural para
embarcaciones de escaso calado.

44
(reducciones) que facilitaron la apropiación de los recursos existentes y dominar mediante
la fe y la autoridad real a las personas que se iban incorporando.54

Imagen N° 8
Mapa (E) Descripción de las provincias del Chaco y confinantes según las relaciones modernas y
noticias adquiridas p o r diversas entradas de las m isiones de la Compañía de Jesús que se han
hecho en este siglo de 1700. (Detalle) Realizado en 1733 por ios sacerdotes jesuítas Giovanni
Petroschi y Pedro Lozano.

Fuente: Archivo General de Simancas Signatura MPD, 6, 31 en: http://aportesde la


historia.com.ar/category/mapas.

54
ARECES, Nidia, (2000) “Las sociedades urbanas coloniales”, en Tandeter, Enrique (comp.) Nueva
Historia Argentina. La sociedad colonial, tomo II, Bs. As., Ed. Sudamericana, 148.

45
Imagen N° 9
Mapa (E l) Descripción de las provincias dei C h aco... “ . (Detalle)

El mapa Plano del Rio de la Plata, identificado con imagen N° 10 (F) fue confeccionado en
1771 por Francisco Becerra y Juan A. González y se encuentra en el Archivo General de
Indias. Se trata de una detallada carta que muestra los principales cursos de agua en la
Banda septentrional del río de la Plata, pero que centra su atención en la navegación de
aquel río, ya que se destacan en los peligrosos obstáculos que representaban los bancos de
arena: el de Ortíz, Chico y el “ Inglés”, este último, el más temido por los navegantes de
estas regiones.55

El banco inglés, en realidad, es un afloramiento rocoso o islote de piedra granítica que quedó sumergido
entre las aguas y está coronado por un banco de arena. Está ubicado a unas diez millas náuticas al Sudeste de
la isla de Flores y tiene un perímetro de setenta y cinco kilómetros. Fue bautizado con ese nombre desde el
siglo XVII, luego que naufragara, en febrero de 1583, el marino inglés John Drake. probablemente hermano o
sobrino de Francis.

46
Imagen N° 10
Mapa (F) - Plano del Rio de la Plata (1771) de Francisco Becerra y Juan A. González. F.I
banco inglés domina el centro de la imagen

Fuente: Copia coloreada existente en el AGI. Extraído de


http://annandolveira.blogsDot.com/2010/1 Q/isla-de-flores.html.

Nos referiremos, ahora, al Mapa de Patagonia, Chile y Río de la Plata imagen N° 11


(G) (que hemos extraído de Martínez Sierra)56 publicado originalmente en Descripción de
la Patagonia y de las partes contiguas de ta América del Sur, en 1774, por el sacerdote
jesuíta Thomas Falkner. En lo que se refiere al Delta, su límite extemo se ubica en
inmediaciones de la desembocadura del Arroyo de la Cruz, en jurisdicción que actualmente
pertenece al Partido de Campana; vale decir que no se registraron formaciones insulares
aguas debajo de aquel punto que rectificarían el curso del río Luján.
Por otra parte, en el trabajo de Falkner están indicados los distintos cursos de agua,
ríos y arroyos y las ciudades, pueblos y capillas del sector nord-bonaerense y el sur

56 MARTINEZ SIERRA. Ramiro, El mapa de las pampas. Mapa XXVI A.

47
santafesino. En lo que se refiere a Entre Ríos, no se mencionan a los grupos indígenas
existentes, salvo una referencia toponímica, el Río de Charrúas -actual río Gualeguay- que,
según Trelles, en sus orígenes se llamó Yaguarí (rio del jaguar). El nombre actual apareció
documentado por primera vez en el mapa del padre José Quiroga, en 1749. En cambio
aparecen mencionados los pueblos indígenas del oeste pampeano, tehuelches y puelches,
donde fue puesta la atención de su realizador.
En otro trabajo posterior de Falkner que no hemos incluido pero merece mencionarse,
titulado la Chart o f Rio de la Plata in South America, fue analizado por el padre Guillermo
Furlong en su trabajo “Tomas Falkner y su Acerca de los Patagones (1788)". En dicha
carta consigna la población de “ Paredes” (Palmas) en la desembocadura del río Areco y se
dice: "(belongs) to the jesuits”. Se trata posiblemente de la estancia de las Palmas o de
Areco perteneciente al Colegio Jesuítico de Buenos Aires cuya extensión llegaba frente a
las islas Lechiguanas. Es muy probable que Falkner la visitara y desde allí pasara a algunas
de las islas del Delta, las que, según nos informa ”algunas de las islas del Paraná tienen
dos o tres millas de largo con gran porción de madera, sirviendo de pasto o abrigo a están
a crecido número de leones, tigres, venados, capivaras o sea chanchos de rio. lobos del
agua ”. 57

FURLONG, Guillermo (1954) Tomas Falkner y su “Acerca de los Patagones" 11788), Bs. As.. Librería
del Plata SRL., p. 153.

48
Imagen N° 11
Mapa (G) - Parte del mapa de Falkner, año 1774.

Fuente: MARTINEZ SIERRA, Ramiro, El mapa de las pampas. Mapa XXVI A.

El mapa confeccionado por el teniente de fragata Miguel Rubín de Celis, en 1783, e


identificado con imagen N° 12 (H) centra su atención en los caminos hacia Córdoba y el
interior. En lo que se refiere al área de nuestro interés se identifican, sin mucha precisión,
los diferentes arroyos y ríos que desembocan en el río Paraná, que aparece como un eje
vertebral de aquella geografía. No se identifican los poblados ribereños de la campaña
nord-bonaerense, sí, en cambio, Rosario. En Entre Ríos aparecen registrados los charrúas
entre el río Gualeguay y el Paraná, cuando el territorio carecía de poblados.

49
Imagen N° 12
Mapa (H) - "Plano en que se representa e l camino carretero desde el Rio Salado hasta el Fierro,
p o r el Teniente de Fragata de la Real Arm ada D. M iguel Rubín de Celis, comisionado a!
reconocim iento de la expresada mina, p o r el Excmo. Señor D. Juan José de Vertiz, Virrey
Buenos Aires. Año de 1 783. ”

El mapa (detalle) identificado con imagen N° 13 (I) se encuentra en el Archivo


General de Indias.38 En él se describe el ya citado banco “ Ortiz” y las principales bocas de
acceso al Paraná, la del Guazú y la de las Palmas y el arroyo Brazo de la Tinta. Están
detallados los cursos de agua de ambas márgenes del Plata, aparecen, asimismo, algunos de
los principales poblados existentes. Buenos Aires, San Isidro y Conchas.

50
En la Banda Oriental se ubica sobre el río Negro, la Capilla nueva, actual ciudad de
Mercedes; Santo Domingo Soriano, Estancia de la Virgen, Espinilio, Real de San Carlos y
Colonia.
Imagen Nu 13
Mapa (I) - “M apa esférico (detalle) de las provincias septentrionales dei Rio de la Plata desde
Buenos A ires hasta el Paraguay, con los grandes bosques que separan las m isiones españolas de
los establecim ientos portugueses y los m arcos que se pusieron desde la costa del m ar hasta la
Laguna M erin, y desde Santa Tecla al M onte Grande o Sierra de Tape; en conform idad al
Tratado Prelim inar de 1777 entre España y Portugal: Construido según las observaciones y
reconocim ientos hechos hasta 1796: L a línea roxa que sigue p o r los m arcos occidentales señala
el lim ite del dom inio de España; y la amarilla po r los orientales, el de Portugal; considerándose
e l espacio com prehendido entre ambas p o r terrenos neutrales, y quedó indeterminado el demás
tram o de línea divisoria p o r la s dudas suscitadas en la execu ción ",

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IV

Fuente: AGI. MP-BUENOS_AIRES,2l4.

A continuación nos referiremos a uno de los mapas realizados por Felipe Bauzá y José
de Espinosa, integrantes de la Real Armada. En 1794, los nombrados realizaron
reconocimientos y mediciones entre Valparaíso y Buenos Aires y fruto de este itinerario fue
la confección de la Carta Esférica de la parte interior de la América Meridional para
manifestar el camino que conduce desde Valparaíso a Buenos Aires construidas por las

51
observaciones astronómicas que hicieron en estos parages, publicada en Madrid en 1810,
la cual hemos identificado con imagen N° 14 (J); en 1798 grabaron una carta de América
meridional con la primera versión completa y ajustada del Litoral, que fue publicada en
Londres en 1810. En dicha carta el Delta del Paraná aparece con una construcción más
precisa en sus perfiles.39
Recién con los relevamientos cartográficos efectuados a partir de la segunda década
del siglo XIX pueden apreciar trabajos que tienen mayor precisión en lo que hace a la
descripción de las islas del Delta. Esta circunstancia no solo obedeció a la mayor
importancia asumida por la región del litoral dentro de la política rioplatense sino también
por la creación de instituciones topográficas dentro del estado bonaerense que estuvieron
inspiradas por Rivadavia como parte del programa de modernización estatal que perseguía
“la formación del Plano Topográfico de la Provincia”. *60

Por su parte, en 1812, Bauzá publicó una Carta esférica del Rio de la Plata”, cuando era director del
depósito hidrográfico de Madrid En: SILVESTRI, GRACIELA (201 \) El lugar común. Una historia de las
figuras de paisaje en el Río de la Plata, Bs. As., Edhasa. p.56.
60 En 1822, Rivadavia proyectó el dragado del arroyo Carapachay que conectaba el Paraná de las Palmas
con el río Las Conchas con el objeto de evitar las demoras y los altos costos que implicaba tener que salir al
estuario del Río de la Plata por el Paraná de las Palmas.en UDAONDO, Enrique (1942) Reseña histórica del
Partido de las Conchas, Publicaciones del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, La Plata,
pp..26-27.

52
Imagen N° 14
Mapa (J) - Fragmento de la Carta Esférica de la parte interior de la América Meridional para
manifestar el camino que conduce desde Valparaíso a Buenos Aires confeccionada por José de
Espinosa y Felipe Bauza (1810)

Fuente: Martínez Sierra, Ramiro: El mapa de las pampas, Ilustración XXXV).

En el detalle del mapa de Félix de la Rosa, realizado en 1804, identificado con imagen
N° 15 (K) aparecen poblados y parroquias en el extremo sudoeste de la Banda Oriental que
dan al rio Uruguay; del mismo modo aparecen en la ribera entrerriana que parecieran
integrarse en un circuito que se completa con los poblados del sur entrerriano y
norbonaerense y sur santafesino.

53
Imagen N° 15
Mapa (K) - "M apa que dem uestra las situaciones de las Estafetas, y Postas de la parte
S e p te n tr io n a l del río de la Plata, Subalternas de ¡a Adm inistración principal de Correos de
M ontevideo: Establecidas po r Don F élix de la Roza, siendo A dm inistrador de ella ", 11804]

El siguiente mapa identificado con imagen N° 16 (L) fue confeccionado por el


sacerdote español Bartolomé Doroteo Muñoz, radicado en Buenos Aires desde 1776.
Adherido a la causa revolucionaria fue capellán del Regimiento N° 6 del ejército de
Rondeau y realizó trabajos cartográficos trazando varios mapas, entre ellos, la carta de la
provincia oriental, que fue editada en Londres en 1824. Murió en Montevideo el 28 de
mayo de 1831.61
El mapa seleccionado muestra con precisión la región noreste de Buenos Aires, sur de
Entre Ríos y el Delta inferior, con los brazos en que se abre el río Paraná en su
desembocadura hacia el estuario del Plata. Se aprecian los ríos, arroyos y lagunas y los
diferentes poblados y las guardias y fortines como también los montes al sur del río Salado
sobre la costa Atlántica, cuando ya se había realizado la campaña militar de la frontera sur
bonaerense al mando de Martín Rodríguez.

AGUERRE CORE, Fernando (2006) “ Lealtad, riqueza y autonomía en el Montevideo de las invasiones
inglesas’' en: Revista Humanidades Año VI, \j° l die ,2006
(http://www.um.edu.uy_upload/_descarga/web_descarga_86-AGUERREJealad.pdf.

54
Imagen N° 16
Mapa (L) -Carta de la Pr°v'nc'a Buen<>s Aires, de Doroteo Muñoz (1824)

Fuente: Martínez Sierra, R. ob.cit. Ilustración XLVI

La Carta confeccionada en 1826. que hemos identificado con imagen N° 17 (M). tenía por
objetivo principal mostrar el trazado de la frontera sur de la provincia de Buenos Aires: esto
es, la expansión de la frontera ganadera sobre un territorio que sería dado en enfiteusis para
beneficio de una élite: sin embargo, es de notar que no se ha restado importancia a la región
del Delta, a la que lo que hemos identificado a lo largo de este trabajo como otra área de
frontera. En efecto, la prolija delincación cartográfica del Delta del Paraná no hace sino
confirmar la importancia que empezaba a tener para los gobiernos como un espacio a
controlar para asegurar el tráfico fluvial con el Litoral.

55
Imagen Nw17
Mapa (M) - Fragmento de la Carta por donde debía correr la frontera proyecta a en 1826

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Fuente: Martínez Sierra, R, ob. cit. Ilustración XLVIII)

Otro de los mapas seleccionados es el que realizó, en 1833, el cartógrafo y litógrafo César
Hipólito Bacle (1794-1838) que hemos identificado con imagen N° 18 (N). En dicho
trabajo se resalta el Delta inferior, donde aparecen identificadas algunas de sus islas, como
las Lechiguana y las poblaciones ribereñas de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y
Entre Ríos. El mapa aparece como un territorio con identidad propia, ya que la sensación
que deja al observador es de un área que no ha sido incorporada a ninguno de los territorios
provinciales delineados y, por lo tanto, podríamos decir de él que se trata de un territorio en
disputa o un área de frontera, de tránsito.

56
Imagen N° 18
Mapa (N) - Detalle del Mapa de la Provincia de Buenos Aires confeccionado por César
Hipólito Bacle. Año 1833.

Fuente: http://www.swaen.com/item.phpñd=l 1103

El siguiente mapa (parcial) que hemos identificado con imagen N° 19 (Ñ) pertenece al
prestigioso cartógrafo inglés John Arrowsmith. Se titula United Provinces o f La Plata,
Banda Oriental, Chile y fue editado en Londres en 1834 gracias al material cartográfico
que logró reunir el cónsul británico en Buenos Aires Woodbine Parish. Se trata de un mapa
con precisiones de los cursos de agua y poblaciones. Este y otros planos del territorio
sudamericano realizados por Arrowsmith alcanzaron un importante grado de precisión que
hizo que fueran utilizados con correcciones no sustanciales por criollos y extranjeros hasta,
al menos, 1880.62

62 SILVESTRI. ob.cit. p. 75.

57
Imagen N° 19
Mapa (Ñ) - United Provinces of La Plata, Banda Oriental, Chile. John Arrowsmith. Londres,
1834. (Sector Centro)

Fuente: http://www.davidrumsev.com/luna/servlet/detail/RUMSEY-8-l-33898-1 l70050:United-


Provinces-of-La-Plata-Banda.

El siguiente mapa identificado con imagen N° 20 (O) se titula A map o f the Delta o f the
River Pararía. y fue editado en Londres, en 1862. Es uno de los primeros mapas donde el
Delta inferior aparece descripto con minuciosidad, identificándose numerosos ríos y
arroyos que surcan sus islas. El avance de su frente sobre el río de la Plata difiere
notablemente respecto de los mapas confeccionados durante el siglo XVIII, por la precisión
en que fueron reproducidas las islas, como consecuencia del mejoramiento de las técnicas
topográficas y el cúmulo de información acumulado hasta entonces producto de trabajos
anteriores. Por otra parte, es necesario destacar que en este como en otros registros
cartográficos de la época aún no aparece la demarcación jurisdiccional interprovincial,
referencia no menor, en un contexto político en que el país se encaminaba a su organización
definitiva luego de los años de secesión de Buenos Aires. Esta indefinición de los límites
entre Buenos Aires y Entre Ríos, tienen su origen en el litigio sostenido por ambas
provincias con respecto a la jurisdicción de las islas del . Delta, situación que recién se
resolvió en la segunda mitad del siglo XX

58
Imagen N° 20
Mapa (O) - A map o f the Delta o f the River Parana. London, 1862

Fuente: Bibliothéque Nationale de France. Source gallica.bnf.fr Gentileza María Elena Barral.

El mapa siguiente, identificado con imagen N° 21 (P) Carte des provinces d'Entre-
Rios, de Santa-Fe et de la Bande Orientale fue editado en 1865 y pertenece al naturalista
francés Martin de Moussy, (1810-1864). En 1854 fue contratado por Urquiza como
geógrafo acumulando información sobre historia natural, geología, geografía y
meteorología de la región. Su trabajo Description Géographique et Statistique de la

59
Confederation Argentine fue publicado en tres volúmenes en Paris entre 1860 y 1864 y un
atlas publicado en 1869 con treinta cartas físicas y políticas.
En cuanto a lo que se refiere al mapa analizado, aunque persiste la indeterminación
jurisdiccional, es identificado como Delta del Paraná, afirmando el carácter antes señalado
en otros trabajos, de un espacio geográfico con identidad propia.

Imagen N° 21
Mapa (P) - Carte des provinces d'Entre-Rios, de Santa-Fe et de la Bande Orientale. Par le Dr. V.
Martin de Moussy 1865. (parcial)

Fuente:http://ww w.davidrumsey .com/l una/servlet/detai l/RU MSEY-8-1 -20536-510062 :Carte,-


Entre-Rios-SantaFe,-Bande

Finalmente, el mapa que hemos identificado con imagen N° 22 (Q) Carla de las Pampas
del Sud fue realizado por el coronel Alvaro Barros (1827-1892), en 1872, y fue extraído
del trabajo de Martínez, Sierra. Dicho mapa fue acompañado de un informe publicado bajo
el nombre Indios, fronteras y seguridad interior. Pampas del sur: fronteras y territorios
federales. La zona de interés en el mapa está centrada en la frontera oeste, donde están
identificados los pueblos como Chivilcoy, Navarro, Lobos conectados por el trazado de las
nuevas líneas férreas. Por su parte el Delta inferior es presentado con menor fortuna que los

60
trabajos anteriores realizados durante el siglo XIX, donde aparecen resaltados los ríos
Paraná de las Palmas y Paraná Guazú pero aún no se encuentra identificada jurisdicción
provincial alguna.
Imagen N" 22
Mapa (Q) - Carta de las Pam pas del S u d realizada por el coronel Alvaro Barros (1872)

Fuente: Martínez, Sierra, R. ob.cit.

Ibidem.

61
Cuadro N° 1- Cartas y Mapas que muestran la evolución del Delta del Paraná

Fecha Autor Título del mapa Fuente


s.XVl Alonso de Santa Cruz La desembocadura del Río de la Plata... B.N.M.

1683 desconocido Delincación de las bocas de los ríos Uruguay, Negro y Paraná A.G.I.

1755 M. Ciera Tabula nova... B.N.R

1759 desconocido Mapa del Río de la Plata, Paraguay y afluentes. A.G.I.


1771 F. Becerra y otro Plano del Río de la Plata A.G.I
1773 G. Petroschi Descripción de las Provincias del Chaco A.G.S.
1774 Falkner Mapa de Patagonia, Chile y Rio de la Plata...

1783 Rubín de Celis Plano en que se representa el camino carretero...

1796 desconocido Mapa esférico de las provincias septentrionales.... A.G.I.


1804 Félix de la Rosa Mapa que demuestra las situaciones de las estafetas A.G.I.

1810 J.de Espinosa- F. Bauzá Carta esférica de la parte interior....


1824 B. D. Muñoz Carta de la Provincia de Bs. As.
1826 desconocido Carta por donde debía correr la frontera proyectada

1833 C. H. Bacle Mapa de la Provincia de Bs. As.

1834 J. Arrowsmith United Provinces of La Plata, Banda Oriental

1862 desconocido Map of Delta of River Píate B.N.F.

1865 M. de Moussy Carte des provinces d’Entre R ío s

1872 Alvaro Barros Carta de las Pampas del Sud

Fuente: elaboración del autor en base a Martínez Sierra el mapa de las pampas y otros
textos.

62
2.2. Las fuentes literarias
Las primeras informaciones escritas sobre la geografía y los habitantes del Delta
proceden de los diarios de viaje de los integrantes de las primeras expediciones
conquistadoras que llegaron al Río de la Plata en el siglo XVI, como la Relación de viaje de
Luis Ramírez y el Viaje al Río de la Plata de Ulrico Schmidel.
Estas descripciones además de constituirse en derroteros para la navegación brindaron
información sobre las características culturales de los pobladores. Durante el siglo XVIII el
pensamiento racional fue un incentivo para que los hombres ilustrados reunieran
información para alcanzar un conocimiento más pleno, orientándose especialmente hacia
las ciencias naturales; en ese nuevo clima de época, el Delta fue uno de los lugares que fue
retratado por los viajeros y naturalistas aunque sin llegar a ser abordado en los relatos de
manera particular. En esta etapa y hasta la primera mitad del siglo XIX encontramos
múltiples descripciones donde aparecen menciones referidas a la geografía, al inventario de
la fauna y flora y a los recursos económicos, en numerosos textos como El lazarillo de
ciegos caminantes (Concolorcorvo), Viaje por América meridional (D'Orbigny), Un
naturalista en el Plata (Darwin), La escuadra anglo-francesa en el Paraná, 1846
(Mackinnon), El rio Paraná. Cinco años en la Confederación Argentina 1857-1862 (Beck-
Bernard), Viaje por los Estados del Plata (Burmeister), Cartas de Sudamérica (Parish
Robertson) y Buenos Aires y Montevideo (Essex Vidal).
En un segundo momento, que ubicamos a mediados del siglo XIX, encontramos los
primeros escritos que se refieren específicamente al Delta y tienen intereses diversos:
histórico, geográfico y natural en Apuntes sobre las islas del Delta del Paraná (Muñiz),
económico y natural en El tempe argentino (Sastre), o como un espacio a “conquistar"’ para
la “civilización” en El Carapachay y otros escritos (Sarmiento); o en su complejidad
geográfica y social, como un territorio fuera del control del Estado, desde la narrativa
propiamente literaria, en El país de los matreros (Fray Mocho).
Finalmente, hacia finales del siglo XIX y principios del siguiente se empiezan a
publicar los primeros trabajos de carácter científico, primeramente en el área de la
arqueología Los primitivos habitantes del Delta del Paraná (Torres) y, muy

63
posteriormente, ya finalizando el siglo XX, en lo histórico y social con un enfoque
ambiental Historia económica social del Delta del Paraná (Galafassi)

2.2.1. Los textos que tuvieron al Delta como tema accesorio


Dentro de la producción de textos generales que se refieren al Delta de modo
accesorio, existe un grupo que tuvo un abordaje que incluyó aspectos geográfico-
naturalistas. A él corresponde la obra del francés Alcide D 'O rbigny quien en su recorrido
por el Delta durante el año 1827 describió a las islas expresando que: “por lo general, en su
centro, cuando son grandes, (poseen) uno o varios lagos rodeados de plantas acuáticas y
de gran número de pájaros de río que se reúnen en la estación de sequía Pudo distinguir,
además, dos tipos de islas, las ubicadas en el Paraná Guazú que eran “bajas y libradas a
frecuentes inundaciones, por lo que están cubiertas de plantas pantanosas y algunos
árboles que favorecen la humedad”, y las situadas entre el Paraná de las Palmas y las
barrancas de San Isidro o del Tigre que se reconocían “más elevadas que las primeras,
cubiertas de montes de durazneros o naranjos, entre las cuales corren muchos canales
denominados caracoles, debido a los innumerables meandros que describen, hasta San
Isidro o al poblado de las Conchas". Asimismo, realizó consideraciones sobre las
consecuencias que sufrían las mismas debido al régimen de crecidas: “Las islas de aluvión
del Paraná, todas muy bajas, se inundan en época de crecientes; muchas permanecen bajo
las aguas una parte del año, lo que impide utilizarlas para el cultivo o para la cría de
ganado". D'Orbigny remarcó este fenómeno señalando que “todos los años, las crecidas
del río traen algún cambio en la form a y en el número de islas: algunas desaparecen y
otras surgen del seno de las aguas. 63
Pocos años después, otro naturalista, el inglés C harles Darwin, apuntó sus
observaciones en el mismo sentido, destacando el poder destructivo y constructor del río:
“el Paraná está lleno de islas destruidas y renovadas constantemente. El capitán del barco

63 D'ORBIGNY, A. ob.cit. pp.104, 107 y 453.

64
recuerda haber visto desaparecer algunas de las mayores, formarse otras luego y cubrirse
de rica vegetación 64
Estas descripciones sirvieron de antecedente para publicaciones oficiales posteriores,
como la que contiene el Registro Estadístico del Estado de Buenos Aires del año 1855. En
la referida obra se hizo mención sobre la gran inundación de 1812, cuya magnitud fue tal
que cuando las aguas bajaron permitiendo descubrirse las islas se pudo observar que “sus
cúspides estaban llenas de tigres, zorros, capiguaras y otros animales ahogados, o muertos
de hambre ”.65
Con una formación profesional distinta a los antes citados, aparece otro atento
testigo, el oficial británico Lauchlan M ackinnon. que integró la escuadra bloqueadora
anglo-francesa durante el conflicto con Buenos Aires, a mediados de 1840. Su relato sobre
el Delta transcurre a partir de los cambios observados en un paisaje de contrastes:
"después de haber navegado con las máquinas unas dos horas, nos acercamos a una tierra
que aparecía muy baja, bien arbolada y singularmente verde, pero no dábamos con
ninguna entrada...todo lo que veíamos era un arroyo de unas trescientas yardas de ancho.
Pusimos proa directamente hacia él, y en un instante...¡a escena cambió completamente,
convirtiéndose de desolada que era, en el más hermoso y ferido paisaje que pueda
imaginarse ”.66
Dentro de este mismo grupo temático debemos incluir los escritos realizados por Lina
Beck-Bernard. una culta alsaciana que arribó al Río de la Plata, en 1857. En su diario de
viaje dejó anotado su mirada sobre el proceso de formación de las islas, que como se
advierte más adelante, era motivo de gran interés. En uno de los párrafos expresó: “de
tiempo en tiempo, algún trozo de isla, desprendido por el empuje de tas aguas, sobrenada
en el Paraná con sus urbustos y sus flores... detenido al fin por algunos árboles
sumergidos, se convierte pronto en una nueva isla que se agranda sucesivamente con todos
los despojos y residuos acumulados en sus bordes. De ahí que los pilotos sean testigos de

f'HDARWIN, Carlos (1977) Un naturalista en el Plata, p.85.


M REGISTRO ESTADISTICO DEL ESTADO DE BUENOS AIRES DE 1855, primer semestre, Bs. As.,
imprenta porteña, p.67.
66 MACKINNON, L. B. ( 1957) La escuadra anglo-francesa en el Paraná, 1846. Bs. As., Hachette, p. 47.

65
transformaciones continuas porque mientras así se form an nuevas islas, otras desaparecen
cubiertas por la subida de las aguas ". *7
Los relatos aquí expuestos dan testimonio, una y otra vez, sobre la dinámica de una
geografía con una capacidad transformadora intensa y un paisaje de exuberante vegetación
que contrastaba con los pastizales de los llanos de la tierra firme circundante.
Pocos años después, el naturalista y paleontólogo alemán G erm án B urm eister refería
otros aspectos de la naturaleza cambiante del Delta. Señalaba las dificultades que estaban
presentes en las tres principales vías navegables debido a los constantes cambios que se
producían en el régimen del río: ‘‘el del sur o Paraná de las Palmas, el intermedio Paraná
Guazú y el del norte, Paraná Largo, éste último en su mayor extensión se encuentra
obstruido por arena y se seca algunas veces. El Paraná Miní...es simplemente un canal de
comunicación entre el Paraná Guazú y el estuario común del Plata, el cual desemboca al
norte del Paraná de las Palmas. Entre éste último y el Paraná Guazú, otro canal largo y
angosto, conocido como Paraná de las Carabelas forma la comunicación ”.68
La identificación de las vías navegables fue de gran importancia tanto para el tráfico
mercantil como para el control político del área rioplatense que, por entonces, estaba sujeta
a las tensiones de sucesivos conflictos.
En cuanto a los aspectos económico y social, podemos encontrar numerosas
referencias desde el siglo XVIII. Los relatos refieren, básicamente, al aprovechamiento
económico de dos recursos: la leña, para venderla como tal o para su transformación en
carbón, y los frutales durazno y naranja. Concolorcorvo, en el último tercio del siglo
XVIII, afirmaba al respecto que los primeros montes de duraznos situados en cercanías de
Buenos Aires fueron los del Delta utilizados para la comercialización de su madera como
leña, la cual “se conduce a la ciudad”, siendo “mucha leña en rajas que traen las Lanchas
de la parte occidental del Paraná, y muchas carretas que entran en los montezuelos de las
Conchas". 69

1,7 BECK-BERNARD, Lina (2001), El rio Paraná. Cinco años en la Confederación Argentina 1857-1862. Bs.
As., Emecé, p.72.
6I> BURMEISTER, Germán (2008), Viaje por los Estados del Plata. Bs. As., Academia Nacional de la
Historia, Tomo I, p. 138.
69 CONCOLORCORVO (2007), El lazarillo de ciegos caminantes., Bs. As., Emecé Editores, p. 37.

66
Hacia las primeras décadas del siglo XIX, los hermanos Ju an y Guillerm o Parish
Robertson ratificaron la importancia de estas actividades dentro del circuito de las
pequeñas economías de los pueblos ribereños y aún de las familias pobres de la ciudad de
Buenos Aires: "estas islas están cubiertas de naranjos, duraznos y otros árboles. Las
frutas se llevan a Buenos Aires en gran cantidad, y las ramas sirven para hacer carbón
que, lo mismo que los frutos, se derivan al mercado de la ciudad”.70
En el mismo sentido se pronunció D’Orbigny quien apuntaba que en las épocas de
cosecha de los duraznos, muchas familias se trasladaban “diariamente” a las islas con
“infinidad de canoas” con el propósito de “cargarse de fruta que luego van a vender en
Buenos A ires”.
En cuanto a las naranjas silvestres, de sabor amargo, eran recolectadas por ‘familias
enteras”, y luego cortadas en trozos para exprimirle su jugo, que se conservaba en barriles
"para procurarse... una bebida refrescante muy estimada en el p a ís ”. Según el naturalista
francés, algunos europeos intentaron llevar adelante también "un negocio provechoso
recolectando las flores en su estación, para destilarlas y extraer agua de azahar ” pero esta
actividad no prosperó entre los criollos.7172
Otros autores observaron que muchas 'fam ilias pobres" de Buenos Aires, solían
recolectar duraznos para disecarlos, enteros (pelones) o en lonjas (orejones) para ser
consumidos en invierno, o preparados como mermelada; e indicaba que algunos extranjeros
trataron de aprovechar "la inmensa cantidad de duraznos que se pierde cada año en las
islas, extrayéndoles aguardiente por fermentación, y aunque lograron obtener un producto
de excelente calidad”, no pudieron proseguir con la empresa "por fa lta de previsión o
medios, o por efecto de las trabas que opone a todas las explotaciones industriales que se
emprenden en el país, la carestía de mano de obra y la pereza de los obreros".12
Otro de los recursos que tenía una gran demanda en el mercado local fue el carbón
vegetal, fabricado en las islas desde el siglo XVIII. D'Orbigny resaltó los problemas que

70 ROBERTSON, J.P. y W.P. (2000) Cartas de Sudaméríca.. Bs. As., Emecé, p. 197.
71 D'ORBIGNY, ob. cit. p.104

72 SASTRE, MARCOS (1943) El tempe Argentino. Consejo Nacional de Educación, Bs. As, 2a edición,
p.248.

67
generaba su producción debido a que “gran número de carboneros acude todos los años a
hacer su provisión de carbón, llegando a ahumar el país a veinte leguas a la redonda ".
Asimismo advertía que esta manera de fabricación era sumamente viciosa porque “se
pierde mucha cantidad de madera...sin que los torpes explotadores se preocupen
mayormente por el daño”, adjudicando el origen de esta desafortunada explotación a la
circunstancia de que las islas fueran “de dominio público, de manera que cada cual puede
disponer de la madera como le plazca ”.7>
Tanto el citado D'Orbigny como Emeric Essex Vidal realizaron una completa
enumeración sobre otros productos elaborados a partir de los recursos naturales de las islas;
así, por ejemplo, del laurel miní se aprovechaba su corteza “para curtir los cueros” ; del
ceibo, para construir "mangosy otros utensilios semejantes”; de la corteza del guenbé, que
es una planta parasitaria se confeccionaban los cables y cordajes “empleados en la
navegación del Paraguay1'1que además es “barato, no se echa a perder en el agua ni en el
barro, pero como no es tan fuerte como el de cáñamo, se hace algo más grueso ", y de la
ibirá, que también suministra material para cordaje se utilizaba para calafatear
embarcaciones “con preferencia al cáñamo, porque esta clase de estopa no se afloja, ni se
pudre en el agua ”. 7374

2.2.3. Los textos que tuvieron al Delta como tema central


Hacia finales de la primera mitad del siglo XIX el Delta comenzó a tener visibilidad
como espacio con entidad propia a través de una serie de textos que tuvieron gran difusión
en el público, ejerciendo, a la vez, una notable influencia en el modo en que el imaginario
social lo concibió posteriormente.
En ese sentido, los viajeros europeos que ¡ncursionaron por el territorio rioplatense,
con su aguda capacidad de observación y sus concepciones novedosas acerca de la
naturaleza, ejercerán su influencia en autores como Sastre y Sarmiento en cuanto al papel
que jugaba el escenario físico para juzgar el carácter de la población. Ello quedó

73 D’ OBIGNY, A. ob.cit. p. 105


74 ESSEX VIDAL. Emeric (1999), Buenos Aires y Montevideo, Bs. As. Emecé, pp.47 y 48.

68
patentizado en el Delta, cuyo escenario conjugaba "la belleza desbordante del paisaje y el
potencial de explotación económica que revelaba ”. 75
El punto de partida de esta nueva etapa lo podemos ubicar en el año 1844 cuando
M arcos Sastre, desde su retiro en San Fernando, publicó en la Ilustración Argentina sus
Impresiones sobre las islas del Paraná. Se trató, hasta donde hoy sabemos, del primer
escrito editado que tiene por tema las islas del Delta del Paraná, que sirvió de antecedente
de Impresiones y cuadros del Paraná, publicado en 1858 y luego reeditado con el nombre
El Tempe Argentino o El Delta de los ríos Uruguay, Paraná y Plata. Esta publicación,
destinado a difundir la geografía, la fauna y flora de las islas del Delta inferior, obtuvo una
gran recepción por parte del público, que obligó a realizar al año siguiente, una segunda
edición, con el agregado de que el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, a cargo de
Bartolomé Mitre, lo declarara “texto de lectura” y “ libro de premio para las escuelas
Argentinas”.767
En este trabajo, Sastre, observaba entre otros aspectos que "los árboles, son, en cierto
modo, una parte constitutiva del Delta; sin ellos no se habría formado éste; y suprimidos,
desaparecería..., por ello advertía que “es pues, de la mayor importancia...para la
conservación de las islas, que el poder público reglamente el corte de sus montes, que
hasta hoy están sin limitación de período ni estación a merced de la imprevisión de los
9t 77
cultivadores y de todo el que se presente con una hacha
Asimismo, destacaba las múltiples posibilidades de explotación económica que
ofrecían los árboles de duraznos ya que con sus frutos se fabricaba aguardiente, utilizando
"alambiques establecidos en el D elta”', con el carozo infundido en aguardiente, se producía
un licor “conocido bajo el nombre de agua de noyó, de virtud e s t o m a c a l de la parte
leñosa del carozo se preparaba "un hermoso negro muy usado en la pintura al óleo bajo el

7,1 PRIETO, Adolfo (1996) Los viajeros ingleses y la emergencia de la literatura argentina, 1820-1850., Bs.
As., Editorial Sudamericana, p. 48.
76 D’ALKAINE, María del Carmen Alonso “Biografía de Marcos Sastre” en: El Tempe Argentino. Consejo
Nacional de Educación, Bs. As. 1943, 2 edición gratuita, p. 24.
77 SASTRE, ob.cit., p.295.

69
nombre de negro de albérchigo”, mientras que del tronco y ramas se empleaba su sabia
7R
gomosa "que tiene mucha analogía con la goma arábiga ”.
Por aquella misma época, Domingo F, Sarm iento, que supo tener una vivienda en el
Delta del Tigre, se dedicó a escribir numerosos artículos periodísticos, publicados en El
Nacional entre 1855 y 1883, referidos a la vida de los habitantes, el derecho de propiedad y
otras cuestiones como la conservación de los montes existentes en las islas.7879
Entre los muchos temas que el sanjuanino abordó sobre el Delta, merece citarse el
referido al control del territorio, aunque tratado secundariamente en un texto donde
criticaba una antigua práctica depredatoria que consistía en la deforestacíón que sufrían las
islas, alentando al Estado para preservar sus montes. En el mismo expresaba que ’’decretos
anteriores a los que aseguraron la posesión de las islas a los que las cultiven, prohíben y
persiguen la extracción de leña, estacones y raíces de duraznos, con el laudable fin de
conservar los bosques naturales de este árbol fructífero, los cuales serian aniquilados en
poco tiempo, si el Estado no vigilase su preservación. La disposición es buena, y debe
conservarse y hacerse observar en todas las islas que no están habitadas. Hoy mismo la
Comandancia de resguardo de San Fernando ha sorprendido y decomisado el producto
de merodeos y destrucción de bosques ”.80
El fragmento, aunque breve, nos acerca a la aguda mirada que tenía Sarmiento sobre
la región y la necesidad de garantizar un mejor control territorial por parte de los poderes
públicos. Para ello apelaba a dos instrumentos: uno se vinculaba a la acción del Estado a
través del poder de policía de uno de sus organismos: la Comandancia de resguardo, que
como se verá en el capítulo respectivo, formó parte del entramado institucional encargado
de asegurar la presencia del Estado en una zona social y políticamente porosa; el segundo
de los instrumentos referidos descansaba en una política de tierras que debía facilitar el
acceso a la propiedad a laboriosos colonos de las islas, cuya actividad descansaría
principalmente en el cultivo de mimbres y sauces; éstos últimos, considerados de gran

78 SASTRE, ob.cit. pp.248 y 249.


79 SARMIENTO, Domingo F. (s/f) Obras Completas, Editorial Luz del Día, Tomo XXVI. p. 62.- Con
posterioridad a la muerte de Sarmiento, su nito Augusto Belin reunió sus escritos bajo el título El Carapachay
formando parte del tomo XXVI denominado El Camino del Lacio, que publicó en 1899.
80 SARMIENTO, D, ob.cit, p. 62.

70
estima por la diversidad de usos de su madera, a tal punto que Sarmiento refiriere del caso
de un señor de apellido Acuña que “en el arroyo Luján. (Tigre) ha plantado así trescientos
mil. “ 8182
Aunque Sarmiento haya, quizás, exagerado el número de las plantaciones realizadas,
muestra su peculiar mirada sobre el complejo proceso de ocupación territorial y su
optimismo desmedido sobre las potencialidades económicas del Delta, que contrastaba con
el folleto que escribiera hacia 1860, su pariente lejano Santiago J. A lbarracín. En base a
su experiencia con aquella naturaleza difícil de doblegar -poseyó también un terreno de isla
donde ensayó diversos emprendimientos- escribió Apuntes sobre las islas del Delta
argentino. En dichas páginas, luego de reconocer su entusiasmo inicial que siguió al
"descubrimiento” del delta (del Tigre) que permitió su poblamiento vertiginoso, le siguió
una etapa de desilusión posterior, cuando “vimos que no se prestaba al cultivo ni aun de los
arboles que gustan de aquellos t e r r e n o s y que solo después de un nuevo intento de suerte
en otra isla y con mucho esfuerzo y gastos consiguió “form ar un pequeño establecimiento
agrícola"}1
En este recorrido bibliográfico merece destacarse el trabajo del médico Francisco
Jav ier M uñiz quien escribió Noticia sobre las islas del Paraná, un breve relato sobre
aspectos geográficos, naturales e históricos sobre una parte del Delta- las islas ubicadas
sobre el Paraná de las Palmas y el Miní-. Este manuscrito fue producto del relevamiento
que efectuó Muñiz, en 1818, por encargo del Directorio, cuyo informe oficial se extravió,
tal como lo señaló el propio autor: “Habiendo registrado ¡as islas situadas entre los brasos
de este rio, denominados de las palmas, y del guazú por orden del gobierno en el año 18...
pero haviendose perdido esa relación en las revoluciones que acaecieron desde esa fecha,
solo expondré en esta noticia las particularidades que tengo bien presentes en la
memoria ”.83
Aunque el texto no ejerció influencia entre sus contemporáneos dado que
permaneció inédito hasta 1924, constituye un antecedente de relevancia para este trabajo ya

8| SARMIENTO, ob.cit. p. 33.


82 Citado en el prólogo que escribiera Liborio Justo en: SARMIENTO, D. F. (2011) El Carapachay. Bs. As.
Eudeba, p.41.
8:1 MUÑIZ, Francisco Javier (1924), Noticias sobre las islas del Paraná, Bs. As., Impresora Coni, p. 15.

71
que fue el resultado de la primera disposición oficial tendiente a conocer con detalle el
Delta inferior como paso previo a su control.
A finales del siglo XIX aparecen algunos autores de la literatura costumbrista, como
José S. Álvarez (Fray Mocho), que se ocuparon de describir el Delta a través de su
geografía y de las formas de vida de sus habitantes. Resulta de interés destacar que, en
1887, Álvarez recorrió el Delta entrerriano como funcionario reclutador de marineros para
la Armada Nacional, en tiempos en que la leva implicaba la incorporación a los registros y
por ende a la ciudadanía nacional. Fruto de aquel viaje publicó diez años después Un viaje
al país de los matreros, libro que marca un punto de inflexión en el abordaje narrativo del
Delta. El autor presenta a esta región como un territorio de frontera que no debe ser
concebido como una línea divisoria sino más bien como un espacio de intercambio y
tensión dado por su carácter marginal: “la civilización no llega aún, sino como un débil
resplandor". Se trata del “país de lo imprevisto, de lo extraño; en la región que los
matreros han hecho suya por la fuerza de su brazo y la delgadez de quienes debieron
impedirlo". La descripción nos remite a un orden social pre-estatal, en cierto sentido
hobbesiano, basado en el derecho del más fuerte, que no es ni anárquico ni anómico, y que
se reafirma en el siguiente párrafo: "pensar aquí en la constitución, en las leyes sabias del
país, en los derechos individuales, en las garantías de la propiedad o de la vida, si no se
tiene en la mano el Smith Wessson... pues solo impera el capricho del mejor armado. ” 8485
Más adelante, el autor resalta el carácter marginal de los hombres que viven en el
Delta, al decir, por uno de ellos, que "supe cómo se hacían los contrabandos de las
mercancías que traían al Rosario los buques de ultramar, cómo las desembarcaban y
cuánto convenía al comercio de las costas entrerrianas y santafesinas que las islas y los
bañados estuvieran sumidos en la barbarie más primitiva". 8:>
Estos párrafos resultan sumamente elocuentes acerca de las representaciones que, al
menos los sectores cultos de la sociedad de aquella época tenían de las islas y de sus
habitantes, como un territorio ganado por el delito, refugio de todo tipo de marginados

84 ALVAREZ, José S. (fray Mocho) (1920), Un viaje al país de los matreros. Bs. As., Vaccaro Editorial, p. 19
85 ALVAREZ, ob. cit. p. 31.

72
(prófugos de la justicia, autoexiliados, resentidos sociales) que se hallaban excluidos del
nuevo orden social que se estaba imponiendo.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX se inició en el país una política destinada a
cimentar el conocimiento científico con la creación de diversas instituciones y la difusión
de publicaciones que sirvieron de estímulo para los primeros trabajos de arqueología y
paleontología en la región del Delta durante las últimas décadas del siglo.
Estos primeros estudios académicos fueron realizados por Estanislao Zeballos y Pedro
Pico quienes realizaron excavaciones en las barrancas del Paraná iniciando la
sistematización de las investigaciones arqueológicas en el país.
La identificación de yacimientos arqueológicos en el Delta llevó a nuevas
investigaciones sobre el área. Como producto de ellas, en 1911, salió a la luz la primera
gran obra sobre arqueología de la región: Los primitivos habitantes del Delta del Paraná.
de Luis M. Torres y editada por la Universidad Nacional de La Plata.
En la “ Introducción” del citado texto. Torres señalaba que "siempre fu e el Delta
motivo de ensayos literarios e historias asi como medio de arriesgadas empresas de
reconocimientos hidrográficos... que aun conservan tanta riqueza inexplotada".
De esta manera se refería a la larga historia literaria desde los tiempos de los cronistas
de las expediciones conquistadoras y a la que posteriormente proporcionaron su mirada los
viajeros ingleses. Sin embargo reconocía que "desde la aparición del libro de Marcos
Sastre, El Tempe argentino...no se habían repetido hallazgos arqueológicos en el Delta,
hasta que se inició una nueva época con mis descubrimientos de paraderos y túmulos y, lo
que es más importante, de restos humanos ".w>
En efecto. Los primitivos habitantes del Delta del Paraná, se constituyó en un libro
fundamental que inspiró a posteriores investigaciones arqueológicas en el Delta, como las
que llevaron adelante durante el siglo XX hasta el presente, Samuel Lothrop, Alberto Rex
González, Amanda Caggiano y Daniel Loponte, entre otros.
En lo que se refiere a los estudios geográficos, la región del Delta fue tratada en varios
de los nueve tomos que integraron la colección La Argentina. Suma de Geografía,*

“6 TORRES, Luis M. ( 1911), Los primitivos habitantes del Della del Paraná. Universidad Nacional de La
Plata, p.388.

73
publicada entre 1958 y 1963 por la Editoral Peuser bajo la dirección de Francisco De
Aparicio y Horacio Difrieri. La obra se concibió para llenar un vacío en la literatura
científica y dentro de un contexto histórico que pretendía afirmar a la geografía como
ciencia autónoma.
Recién en los últimos años, el Delta se ha ido aproximando a ser objeto de un análisis
histórico aunque desde una mirada económica y ambiental, a través de los trabajos de
G uido P. Galafassi, como Aproximación al Proceso Histórico de asentamiento,
colonización y producción en el Delta del Paraná ( 1999), Historia económico-social del
Delta del Paraná (2004) y La pampeanización del Delta. Sociología e historia del proceso
de transformación social, productiva y ambiental del Bajo Delta del Paraná (2005).
En el primero de los mencionados, Galafassi refiere la casi ausencia de investigaciones
sobre el pasado histórico del Delta y su importancia para comprender este espacio en el
presente: “Los pocos estudios referidos a esta zona consisten predominantemente en
diagnósticos sincrónicos que no contemplan la trayectoria de la dinámica social, o de
trabajos focalizados en temas específicos de realidades parciales... Es a través del análisis
del proceso histórico, rastreando las... form as de subsistencia, estructuras productivas,
etc. que puede aproximarse a una comprensión más global de la trama de hechos sociales
que dan form a a esta región
Para ello dividió la historia regional del Delta en tres grandes etapas: desde los
primeros pobladores y la conquista que modeló la sociedad hispano-criolla caracterizada
por la ausencia de establecimientos permanentes; un segundo periodo que lo ubica a fines
del siglo XIX y principios del XX donde se inicia el proceso de transformación del medio
natural con asentamientos permanentes y el cultivo intensivo de frutales por parte de
pequeñas unidades familiares; y un tercer y último período que comienza a mediados del
siglo XX donde se modifica el tipo de producción primaria, pasando a la producción casi
exclusiva de forestales con mayor transformación del ecosistema.87

87
GALAFASSI, Guido P. (1999) “Aproximación al Proceso Histórico de Asentamiento, Colonización y
Producción en el Delta dei Paraná (Argentina)” disponible en: http:/7theomai.unq.edu.ar/ar/art^uido002.htm
pp. 1-33.

74
Conclusión del capitulo
Como se intentó demostrar en la exposición del presente capítulo, la cartografía
histórica, por un lado, y los registros literarios integrados por los relatos de cronistas,
viajeros, publicistas y las publicaciones científicas constituyen dos grupos de fuentes que,
ordenadas sistemáticamente, se convierten en una serie documental singular y de gran
utilidad al permitirnos observar y comparar a lo largo de varios siglos las continuidades y
rupturas en el espacio del Delta.
En cuanto al primer grupo de fuentes, la cartografía fue concebida por los Estados
como un instrumento utilizado para el control del territorio. Ello ha quedado de manifiesto
desde los primeros tiempos de ocupación europea y continuada durante el período de
formación del Estado argentino, donde los mapas confeccionados registran información útil
para los gobiernos en el sentido ya apuntado.
En ese sentido, el análisis de los mapas seleccionados para este trabajo nos permitió
dar cuenta, al menos, de dos cuestiones básicas: la primera de ellas fue evidenciar la
extraordinaria dinámica geográfica del Delta, referida particularmente a su avance sobre el
estuario del Plata a lo largo del período estudiado. Las comparaciones de las construcciones
cartográficas indican el ritmo y las características y modificaciones del espacio. Una de
ellas se refiere a la modificación del curso del río Luján, visible en los registros
cartográficos desde mediados del siglo XIX, cuya desembocadura pasó del Paraná de las
Palmas al Río de la Plata; otra de ellas es la mayor precisión que fueron adquiriendo la
identificación de los elementos constitutivos del Delta, como las islas y los cursos de agua,
especialmente las bocas de ingreso para la navegación por los ríos Paraná y Uruguay y los
bancos de arena existentes en el río de la Plata, causa de frecuentes inconvenientes y
accidentes.
La segunda cuestión se centró en la identificación y análisis de puntos de referencia
sobre aspectos tales como ubicación, distancias, ocupación del territorio, y sitios
estratégicos, como rutas, poblaciones y recursos naturales, vinculados directamente a las
políticas de los gobiernos colonial y postcolonial para ejercer el control del territorio. Así,
por ejemplo, la identificación de las poblaciones indígenas fue de interés en tiempos en que
se llevaron adelante procesos de expansión territorial o de tensiones interétnicas.

75
Lo dicho, nos refiere a un proceso de avance del conocimiento del espacio (cada una
de las islas, los cursos de agua navegables, la existencia o ausencia de núcleos de
población) y de su capacidad de representarlo que probablemente exprese no solo los
mejoramientos de las técnicas sino también del interés por este espacio, que también
quedaron expresadas en el análisis de las fuentes literarias.
Por otro lado, pensando en las articulaciones de ese espacio hay cuestiones claves que
son necesarias subrayar como la presencia de charrúas en Entre Ríos hasta mediados del
siglo XVIII y su desplazamiento al otro lado del río Uruguay, lo cual constituye un dato
central para fundamentar nuestro argumento para presentar al área como una zona de
frontera. Otros mapas, como el de Bacle del año 1833 nos permitió ver los núcleos de
población representados a ambas márgenes del río Paraná, lo cual ratifica la identificación
de un espacio fronterizo
Por último debemos tener en cuenta que el conocimiento geográfico construido avanzó
desde el mar y con técnicas marítimas y ello condicionó de alguna manera lo que se
privilegió y lo que se descartó en las representaciones cartográficas.
En lo que se refiere al análisis de las fuentes literarias provenientes de los diarios de
cronistas y de viajeros, íiteratos y hombres de ciencia, ello nos permitió observar las
diferentes miradas de los autores seleccionados y los momentos históricos en que fueron
producidos los textos. En ellos pueden remarcarse ciertos aspectos que mantienen una
continuidad, como es la dinámica y la descripción geográfica y el aprovechamiento de sus
recursos naturales, en los textos del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX, mientras
que el Delta como un espacio de frontera, aparece a partir de los relatos producidos en la
segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Asimismo, en éste último
período aparecen, por primera vez, producciones que tienen por tema central y excluyente
el Delta y sus islas, como son los casos de Sastre, Sarmiento y Albarracín Sarmiento, lo
cual constituye un indicio significativo en cuanto a dar visibilidad a un espacio geográfico
hasta entonces ignorado. El recorrido literario culmina con las producciones de carácter
propiamente científico, iniciados desde la arqueología, a finales del siglo XIX y principios
del XX y continuados en las décadas siguientes por estudios geográficos y más tarde, por
los ambientales e hidrológicos.

76
La riqueza informativa que contienen estas fuentes nos permite observar una
percepción del espacio que reconocía diversos grados de intensidad en la dominación de un
territorio cruzado por circuitos comerciales. En ese sentido, existen dos cuestiones que, de
alguna manera, no pudieron ser resueltas en el período estudiado en este trabajo: por un
lado, la demarcación jurisdiccional y, por otro, los asentamientos humanos en el Delta. Ello
estaría expresando las dificultades y los límites del control estatal porque si algo muestra el
cotejo de los dos tipos de fuentes que hemos utilizado en el análisis del presente capítulo es
que el registro cartográfico no dio cuenta de los procesos de asentamiento y explotación de
los recursos que atestiguan reiteradamente las descripciones literarias.

77
Capítulo 3
NAVEGACIÓN FLUVIAL, CIRCUITOS MERCANTILES Y EXPLOTACIÓN DE
LOS RECURSOS DEL DELTA

“...y en el camino se levantó un tiempo que nos tomó de noche en la mitad del rio de manera que yo
hube de echar al rio cuanta ropa llevaba y los indios sus pellejos y aportamos a una isla que estaba en
mitad del rio, la canoa llena de agua que el mayor misterio del mundo escapar”.

Carta de Luis Ramírez a su padre (1528)

El presente capítulo está centrado en los circuitos mercantiles y en la explotación de


los recursos del Delta y el modo en que se fueron articulando aquellos dentro del espacio
rioplatense. Para abordar estas cuestiones tomaremos como punto de partida la descripción
y análisis del sistema de navegación que se desenvolvió en el Paraná-del Plata desde la
época prehispánica hasta mediados del siglo XIX, su importancia como corredor fluvial y
las dificultades presentadas desde la época en que predominó la navegación a vela hasta el
establecimiento de la propulsión a vapor. Posteriormente nos referiremos a las
características que tuvo el tráfico fluvial y su importancia en el mantenimiento y desarrollo
de los circuitos comerciales de cabotaje destinado a la circulación de bienes producidos por
las economías locales de la región. Por último nos ocuparemos de las características que
asumió la explotación económica de los recursos primarios del Delta y la importancia que
tuvo como alternativa económica de ciertos sectores de los pobladores ribereños.
Nos ocuparemos del proceso de cambio que significó el aprovechamiento de los
recursos para satisfacer las necesidades domésticas a la explotación económica de esas
mismos recursos como mercancías.

3.1. La navegación
El conocimiento de la navegación en la cuenca del Río de la Plata se remonta a la
tradición prehispánica de diversas parcialidades indígenas clasificadas dentro de los grupos
canoeros del Litoral -mepenes, mocoretás, calchines, quiloazas, corondas, carcaráes,
timbóes, chanás, mbeguás- que utilizaron los ríos como parte esencial de su modo de vida.
Algunas de estas comunidades utilizaron como principal transporte de su hábitat un tipo de

78
embarcación que se denomina canoa monoxila por estar confeccionada mediante el proceso
de ahuecamiento de un tronco único.
Hasta nosotros han llegado unos pocos ejemplares de estas embarcaciones. Una de
ellas fue hallada en 1926, durante una excavación en proximidades de Zárate. Estaba
construida en madera de cedro del Chaco y sus dimensiones eran de 8,60 metros de largo,
43 centímetros de altura y 60 centímetros de ancho en su parte superior. Otra fue
descubierta en 1932 en la desembocadura del canal Gobernador Arias en el Delta del Tigre.
Estaba realizada en madera de timbó y sus medidas eran de 10,30 metros de largo, 70
centímetros de ancho y 55 centímetros de altura. Ambas canoas mantenían las
características del tronco, desbastadas solo lo necesario en el interior. Aunque resulta muy
difícil asignar estas canoas a un grupo étnico determinado, las características de los
hallazgos arqueológicos del litoral argentino sugieren su pertenencia a grupos de tradición
tupí guaraní, payaguas o chañas, todos pueblos navegantes.
En relación a las dimensiones y uso de las mismas, en el siglo XVIII, los padres
jesuítas Martín Dobrizhoffer y Florián Paucke, distinguieron dos tipos principales de
canoas a partir del tamaño y forma del tronco: a) las embarcaciones largas y estrechas,
utilizadas para la carrera y la guerra; b) embarcaciones más pequeñas y anchas, más lentas,
que fueron utilizadas generalmente para la pesca y el transporte.88
Estos hallazgos se corresponden con lo sostenido por autores como Márquez Miranda
y Cáceres Freyre que identificaron la región de los grandes ríos Paraná, Uruguay y
Paraguay con el hábitat de tribus que utilizaban la canoa asiduamente, tanto para el
transporte, como para la guerra y como medio para asegurar su alimentación.89
Según los relatos de los primeros conquistadores los indios navegantes que
encontraron a su paso colaboraron guiando las expediciones por el Paraná, como la que
lideró Caboto en 1527. Esta presencia indígena y su tradición marinera pudieron haber

88 ALDAZABAL, Verónica y María Agueda Castro (2000), “ La construcción de canoas monoxilas en la


cuenca del Plata”, en: Journal de la Societé des Americanistes, vol. 86, pp. 185-193. Disponible en: http:
www.persec.fr/doc/jsa_0037-9174_2000_num_86_ I_ 18 14.
89 Ob. cit. pp. 185-193

79
ejercido influencia en la adecuación europea a sus formas de navegación sobre los ríos de la
cuenca platense.
Lo cierto es que los españoles debieron adaptar tempranamente las características de la
navegación fluvial modificando sus pesadas embarcaciones hacia modelos más ligeros y
sencillos como los utilizados por los indígenas. De esta manera las modalidades de la
navegación fueron producto del conocimiento y experiencia acumulados por los navegantes
prehispánicos que luego adoptaron los españoles, permitiendo a éstos últimos alcanzar la
pericia necesaria para sortear las dificultades que solían presentarse.

I magen Nu 23
Canoas monóxilas realizadas en m adera de timbó existentes en el Museo Naval
Nacional de Tigre.

Fuente: Fotografía: B. Giacosa en: Municipalidad de San Pedro: Las poblaciones al momento
de la llegada europea, http://www.sannicolas.gov.ar.

Con respecto a las embarcaciones a vela, hasta mediados del siglo XIX la fuerza
empleada para impulsarlas aguas arriba fue la de los vientos que regulaba la duración de los
viajes. Si éstos eran desfavorables, obligaban a detenciones que podían prolongarse durante
varias jomadas "en cuyo caso, no quedaba otro recurso que armarse de paciencia y

80
esperar el cambio Je la brisa" 911 o bien recurrir al extenuante avance mediante el esfuerzo
de remeros o a la sirga, es decir, arrastrando el barco desde las orillas mediante largas sogas
tiradas por caballos o peones.
Por esa razón, una entre otras preocupaciones de los exploradores fue tratar de conocer
el régimen de los vientos. Domingo de Irala luego de evacuar a los habitantes de la primera
Buenos Aires, en 1541, dejó instrucciones en su “Relación" sobre la época más conveniente
para que los navegantes remontaran el Paraná hasta el Paraguay: “los tiempos más
dispuestos para ir Arriba e q. contynuan mas los vientos están desde mediados marzo hasta
mediado mayo, travajan en partvr en tiempo que puedan llegar alia hasta mediados julio
porque les servyra mas la vela que en otro tiempo según lo que ovemos v isto "/1
Los meses más propicios para salir de Asunción eran los de junio a agosto, en los
cuales se aprovechaban las crecidas. En un trayecto normal se podía tardar entre aquel
punto y el puerto de Las Conchas, unos dos meses aproximadamente.92
Cuando las embarcaciones navegaban rio abajo y sin la ayuda del viento el problema
no era grave pues la sola corriente los impulsaba en época normal a una velocidad de tres a
cuatro kilómetros por hora: en cambio, en tiempo de creciente el promedio se elevaba de
cinco o seis kilómetros por hora y, en ciertas ocasiones, con corriente y viento favorables,
podía alcanzar hasta los ocho y nueve kilómetros por hora.
A pesar de lo señalado, la navegación aguas abajo no siempre resultaba tan favorable
como parece. Los hermanos Robertson dejaron testimonio de las dificultades presentadas
en uno de sus viajes desde Corrientes a Buenos Aires del que inicialmente pensaban "como
en una simple excursión, a pesar de la distancia". Partieron en un bote abierto que hizo
construir uno de ellos, por falta de “una canoa de lapacho“ y "de los necesarios indios
payaguás al solo efecto de utilizarlo aguas abajo hasta Buenos Aires". De Corrientes a
Goya tardaron dos días y desde allí navegaron durante cuatro días sin dificultad pero un
viento pampero, que es del sudoeste, “llegó a nosotros con furia de huracán y nos empujó

“ BOSCH, Beatriz (1975) Notas sobre la navegación fluvial 1843-1853 en Academia Nacional de la Historia.
Investigaciones y Ensayos N” 19 julio de 1975, p.332.
n ZAPAT A GOLLAN, Agustín ( 1942), Et Paraná y los primeros cronistas. Publicaciones del Departamento
de Estudios etnográficos y coloniales, N° 2. Santa Fe, Ministerio de Gobierno e Instituciones Públicas, p. 24.
EDITORIAL BIBLIOTECA (1973) Paraná, el pariente del mar, Rosario, p. 163

81
violentamente sobre una de esas islas muy bajas y fangosas del rio, llevándonos muy
adentro entre ramas y matorrales", con lo cual decidieron interrumpir la travesía por río y
continuar por tierra.
En otro viaje desde Goya a Buenos Aires, en octubre de 1816, los Robertson se vieron
“favorecidos de continuo por el viento norte, el más conveniente para navegar aguas
abajo del Paraná. Pero ese mismo viento, cuando sopla con mayor rapidez que la
corriente, produce la bajante del rio y hace dificultosa la navegación" y “con ese
contratiempo perdimos dos días pero asimismo llegamos al Paraná Guazú, o sea la boca
principal del rio, a los nueve dias después de haber salido de Goya " .93
Denis, por su parte, nos dice que un viaje desde Corrientes a Buenos Aires que
comprendía una distancia de poco más de mil kilómetros, podía durar entre quince y veinte
días. Aunque aclaraba que la navegación aguas arriba era distinta y bastante irregular ya
que “era preciso detenerse cuanto faltaba el viento del sur y se intentaba ganar un poco de
terreno mediante la sirga ”9495
Otro ejemplo que nos permite tener una idea más completa sobre lo incierto que podría
resultar el tiempo de navegación surge del viaje del coronel Evaristo Carriego, en 1824,
quien tardó once días para cubrir el trayecto de Paraná a Buenos Aires donde representaría
a Entre Ríos en el Congreso General Constituyente.93
Los inconvenientes más graves se presentaban cuando rio arriba y sin vientos del Sud
y Sudeste las embarcaciones quedaban calmas y debían navegar a la sirga, a remo y a la
espía (atadas con un cabo a un objeto firme para hacer caminar la nave en dirección al
mismo) operaciones que fatigaban sobremanera a la tripulación. No obstante, en ocasiones
un viento favorable podía acortar el tiempo de manera sorprendente, como el que llevó al
gobernador Pascual Echague, en 1832, de Buenos Aires a Concepción del Uruguay en
veinticuatro horas.96

93 ROBERTSON, J.P. y W.P. pp.74, 84, 85,192 y 193


94 DENIS, Pierre (1987) La valorización del país. La República Argentina-1920. Bs. As., Ediciones Solar, p.
280.
95 BOSCH, ob. cit. p.332
96 Ibidem, p.332

82
A pesar de las dificultades señaladas, D ’Orbigny destacaba que el transporte de
mercaderías por agua era mucho más ventajoso que el trayecto por tierra en razón de los
menores costos y del tiempo empleado.9'
En cuanto a la navegación a vapor, introducida en el Plata en la década de 1820, al
principio, no redujo significativamente el tiempo de las travesías por una serie de
dificultades que más adelante referiremos. Resulta ilustrativo el caso del general Justo José
de Urquiza quien, en 1852, para trasladarse desde la ciudad de Buenos Aires hasta San
Nicolás -en ocasión de la firma del Acuerdo- tardó seis días a bordo del vapor de guerra
brasileño Paraense “por la poca barquía de los pilotos que lo encallaron 98
En lo que se refiere a las dificultades que podían presentarse en la navegación, los
marinos españoles también descubrieron la peligrosidad de las tormentas en el Paraná, que
solían ocasionar la pérdida de la arboladura de los navios y naufragios. Este conocimiento
del espacio obligó a adaptar los buques o construir embarcaciones de menor calado, como
lo hizo Caboto, ya que las naves que utilizaron al principio resultaron no siempre
apropiadas para desplazarse por el Paraná, con numerosos bancos de arena que podían
reducir la profundidad a menos de dos metros.
Para ello se inspiraron en los diferentes tipos de botes y balsas utilizados por los
indígenas canoeros, siendo fáciles de construir y permitían mejor desplazamiento. Furlong,
citando a Paucke, señala que los paraguayos construyeron con madera de cedro unas
lanchas alargadas “que llaman canoas y otras que son más cortas pero más anchas, con
una vela, y que denominaban garandumbas ”, las cuales alcanzaron hacia finales del siglo
XVIII amplia difusión para la navegación río abajo.
Las garandumbas también llamadas jangadas se asemejaban a una gran balsa, siendo
muy útiles para el transporte de maderas. Navegaban fácilmente llevadas por las corrientes,
debían embarcar una tripulación numerosa compuesta por un baqueano, quien era el
comandante, y 30 peones o marineros, pudiendo transportar hasta 30.000 arrobas de yerba
mate. Como se trataban de embarcaciones mixtas, es decir, de transporte de carga y*

D'ORBIGNY, ob. cit. tomo t, p.490


* ROSA, José María (1969) Historia Argentina. El Cisma (1852-1862), Bs. As., Editorial Juan Carlos
Granda, tomo V1, p.34.

83
pasajeros, “había en la parte central cabinas, que hacían de dormitorio, un comedor y sus
d e p e n d e n c i a s " Bosch nos informa que una garandumba fue adquirida en Entre Ríos en
1845 por quinientos pesos plata, mientras que en el mismo año, por una goleta, se abonaron
dos mil quinientos pesos plata.11"1 Aunque el precio de las garandumbas era mucho más
accesible que otro tipo de embarcación de transporte y carga, su preferencia estuvo dada
por la versatilidad para la navegación aguas abajo del Paraná.
De fácil construcción -con troncos entrecruzados- funcionaron como embarcaciones
temporales puesto que una vez arribadas a los puertos de destino eran desarmadas,
separándose sus troncos para ser vendidos como leña.Iul Resultaron tan eficaces por su
capacidad de carga para ese tipo de navegación que recién dejaron de usarse bastante
entrado el siglo XX. 91002

99 FLRLONG, Guillermo ( 1969), Historia social y cultural del Rio de la Plata 1536-1820. El trasplante
social., Bs. As., Tipográfica Editora Argentina, p. 498.
100 BOSCH, ob. cit. p. 333.
101 BOSCH, ob.cit.p. 175.
102 Algunos poetas como Jaime Dávalos y Ramón Gumercindo Cidade (Ramón Ayala) dedicaron a los
jangaderos hermosos versos para ser cantados, como en Canción del Jangadero (Rio abajo voy llevando la
jangada, rio abajo por el alto Paraná...) y El jangadero, (Por el Paraná jangadero va, madera y canción
hacia el confin del Litoral...). Dávalos, autor de la mencionada letra cuenta: '’'Tenia yo diecinueve años
cuando vi por primera vez el rio Paraná. Vine al sur en un tren de carga con tres changos más... Nos bajamos
del carguero en Campana... El rio nos manifestó su generosidad en aquellos marineros de remolcador que
nos regatonearon con todo lo que tenían. El río color puma, pasaba relamiéndose los cascos de las balsas y
canoas...Ahi debe haber nacido esta canción: nació en mi sangre como un diálogo mudo con el rio” citado
en: http://www.folfloredelnorte.com.ar/cancionero/c/canciondeljangadero.html.

84
Imagen N° 24
Dibujo de una garandumba

Fuente: htt:/blogparana.wordpress.com/2012/08/page/10

La difusión de este tipo de barcas también quedó reflejada en la toponimia colonial ya


que existió un puerto natural conocido como “de la garandumba” próximo a la
desembocadura del Arroyo de la Cruz en el Paraná de las Palmas, en la margen norte de la
actual ciudad de Campana.1"’
Otra de las embarcaciones de pequeñas dimensiones que fue muy utilizada para la
navegación de los ríos del Litoral fue la chalana, "sin punta... de unos veinte pies de
longitud y podía cargar ocho toneladas”, que podía ser adquirida en el sur de Corrientes
por unos cien pesos, que fue el precio que pagó D'Orbigny, en marzo de 1828.1"4 Con el*104

,0' Así surge del plano de mensura N° 2 del Partido de Campana, año 1826, existente en el Archivo de la
Dirección de Geodesia y Catastro de la Provincia de Buenos Aires.
104 D’ORBIGNY, Ob. cit. pp. 435 y 436.

85
propósito de abaratar los costos, algunas de ellas eran de una extrema sencillez ya que
carecían de ancla, cabos, amarras y botes auxiliares.
Las naves que se dirigían al Paraguay, en algunos casos, eran acompañadas por canoas
conducidas por indios payaguaes.105 Estos, que poseyeron un conocimiento ancestral del
río. se adelantaban e informaban a los barqueros sobre la existencia de canales bloqueados,
bancos de arena y otras dificultades para la navegación.
Uno de inconvenientes más frecuentes fue la varadura de las naves, debiendo los
marineros tirarse a las aguas para ayudar a remover la embarcación. Esto significaba
enfrentar el eventual peligro del ataque de las rayas que podían provocar parálisis o una
muerte dolorosa.106
El desarrollo del comercio fluvial en la cuenca del Plata alentó que a finales del siglo
XVIII y principios del XIX, surgieran astilleros en Buenos Aires, San Pedro, Santa Fe, La
Bajada, Corrientes y Asunción, contando, según Furlong. con un activo grupo de
“carpinteros de ribera'’ (dedicados a la construcción y reparación de barcos) que se
constituyeron “a lo menos -en Buenos Aires- desde 1775, si no am es" en "un gremio
disciplinado y prestigioso". El mismo autor nos dice, por ejemplo, que el movimiento de
los astilleros porteños debió ser muy importante a Unes del siglo XVIII ya que en 1780 se
hallaban en la ciudad hasta 162 carpinteros de ribera. 107
Chiaramonte, por su parte, señala que la construcción naval en Corrientes se vio
favorecida por la existencia de bosques con abundancia de excelentes maderas como el
timbó, lapacho, quebracho y espinillo y, con el bambú, para la construcción de mástiles “de
embarcaciones para la navegación del Paraná teniendo su industria artesanal una elevada

105 Los payaguá fue un pueblo del Chaco Boreal en el Paraguay que vivieron a lo largo del rio Paraguay.
Fueron pescadores que dominaron con sus canoas el rio y antes de la llegada de los españoles hostilizaron a
los guaraníes que vivían al oriente del mismo.
106 WHIGHAVt. Thomas, (1990) "Algunas observaciones sobre la vida ribereña. El caso nordestino (1776-
1880)” en: Folia H istórica det Nordeste. 9, Resistencia. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional del
Nordeste p. 144.
,0 FURLONG, G. ob. cit. p.499.- Por su parte, en los astilleros del Paraguay, por ejemplo, se construyeron en
1801, 5 fragatas, 8bergantines y 4 sumacas, sin contar las embarcaciones menores, BOSCH, B. ob.cit. y
FURLONG, G. ob. cit.p.501. Cabe agregar que entre las naves provistas con vela de un palo se encontraban
las tananas, balandras y cúter; de dos: sumacas, chalupas, bergantines, bombardas y polacas y, de tres:
goletas. Sus portes oscilaban entre cinco y ciento treinta toneladas y podían estar tripuladas hasta con seis
personas.

86
cantidad de carpinteros ”, l(ll< testimoniando un sorprendente pero fugaz crecimiento de la
industria de construcción naval, posible por la coyuntura favorable que se dio a principios
del siglo XIX.
Durante aquel siglo se aplicaron algunas mejoras para la navegación con barcos con
quilla y varios mástiles, como las goletas y balandras, reduciendo la cantidad de trabajo
necesario para el éxito de un viaje y, en consecuencia, la disminución del número de
tripulantes.
Pero la innovación más significativa fue la utilización del vapor para el impulso de las
naves, cambios que no se hicieron sustancialmente visibles sino hasta el último tercio del
siglo XIX.*109
Otra innovación que modificó las características del transporte fue la aparición del
ferrocarril que permitió, en ocasiones, la articulación entre el espacio terrestre y fluvial,
agilizando de modo notable el traslado de pasajeros y de la producción. A partir de 1865 los
viajeros provenientes del Litoral podía realizar el viaje por agua hasta el Tigre y de allí
trasladarse a la ciudad de Buenos Aires por el Ferrocarril Central del Norte: pocos años
después iniciaron su actividad varias compañías de vapores, la mayoría de propiedad
extranjera, que cumplían un servicio regular desde Buenos Aires a Rosario, con escalas,
trasladando pasajeros, cargas y encomiendas.

I0* CHIARAMONTE. José C. (1991) M ercaderes del Litoral. Economía y sociedad en la provincia de
Corrientes, prim era m itad del siglo XIX, Bs. As. FCE. pp. 123, 133 y 134. En el censo de 1820 figura
empadronado un solo aserrador en la capital de la provincia, mientras que en el año 1833 asciende a catorce,
de los cuales once corresponden a la ciudad de Corrientes y tres a la de Goya; asimismo, en la costa chaqueña
(norte de Santa Fe y actual Chaco) que Corrientes consideraba territorio propio, existían obrajes con
numerosos trabajadores.
109
En 1825 se realizó el primer viaje de un buque con propulsión a vapor que partió del puerto de
Buenos Aires a San Isidro pero tuvo una corta duración. En 1835 se estableció un servicio de pasajeros entre
Buenos Aires y Montevideo empleando tres días hasta llegar a destino. Hacia 1840 llegaron a Montevideo los
primeros buques ingleses de propulsión mixta (vela y vapor) con escala en Montevideo y Buenos Aires. Los
inconvenientes del vapor aplicado a la navegación al principio fueron variados. Las calderas resultaban
peligrosas para los cascos de madera de los barcos, tanto por el riesgo de incendio como por las consecuencias
de sus vibraciones. Asimismo se requería una gran carga de combustible resultando demasiado costosos como
transpone de carga por las particularidades de la región. Los adelantos técnicos que se incorporaron
posteriormente -en 1856 Henrv Bessemer inventa el convertidor de hierro a acero a partir del cual se empieza
a construir buques con casco de acero en vez de usar hierro, que significó reducir de un setenta a un quince
por ciento menos el costo que los construidos en madera y, en 1893, Rudolf Diesel inventa el motor que
elimina las calderas y simplifica las instalaciones propulsoras además de ser más seguro- que terminó
finalmente por reemplazar la navegación a vela con fines comerciales.

87
3.2. El tráfico fluvial
La difusión de las formas de navegación a pequeña escala estuvo vinculada a la
actividad mercantil desarrollada por los pequeños productores de la cuenca del Plata desde
los tiempos que siguieron a la fundación de Buenos Aires, convirtiendo al área del Delta del
Paraná en uno de los sitios de convergencia de estas actividades.
En ese sentido es necesario resaltar que las rutas tanto terrestres como fluviales
permitieron la conexión de un amplio espacio económico conformado por economías
regionales surgidas de "productos como yerba mate, tejidos de algodón azúcar, cera,
algunos de ellos apenas alcanzaban mercados locales, pero gracias a dichos excedentes, se
estructuró y funcionó la ruta Potosí- Buenos Aires 1,0
La ciudad de Santa Fe ocupó inicialmente un importante papel como nudo en la
circulación interregional hasta buena parte del siglo XVIII ya que unía al Paraguay con el
Tucumán mediante su puerto en el viaje Asunción-Buenos Aires. Esto llevó a que el
Paraguay dependiera de Santa Fe en la medida en que ésta última se transformó en depósito
y centro de redistribución de la mayoría de los productos de aquel. Productos como vino,
telas de algodón, azúcar, yerba mate y cera provenientes del Paraguay fue haciéndose
regular en los mercados regionales como Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires durante la
década de 1580-90, en buena medida gracias al desarrollo de una industria naval destinada
al cabotaje, de la que ya hemos hecho referencia. Posteriormente la posición de Santa Fe se
fue debilitando frente a Buenos Aires como consecuencia de las rivalidades surgidas entre
ambas por el control del comercio. A mediados del siglo XVIII la habilitación del Puerto de
Las Conchas y el posterior retiro de la prerrogativa que gozaba Santa Fe, provocó el
estancamiento de su comercio en benetlcio de Buenos Aires que comenzó a concentrar la
percepción de derechos y el control de la información del tráfico fluvial.
Moutoukias sostiene que el crecimiento de las economías regionales fue incentivado
por la demanda alto-peruana y se apoyó sobre los recursos locales producidos por la
economía rural. Potosí, al generar el crecimiento de las economías locales permitió que el
comercio interregional se abriera a las mercancías atlánticas.10

110 MOUTOUKIAS, p. 33

88
Los excedentes de la economía agraria no solo se integraron a los intercambios a gran
distancia, sino que los hicieron posible, favoreciendo el surgimiento de la actividad
portuaria rioplatense; asimismo la apropiación de estos excedentes y el control de los
medios de transporte consolidaron el dominio de un minúsculo grupo integrado por
encomenderos, hacendados y funcionarios. 111*
Otro aspecto que es necesario considerar es el papel que ocupó el contrabando en el
crecimiento de las pequeñas economías ribereñas rioplatenses.
Las referencias sobre las dificultades para controlar el contrabando debido a la
amplitud y complejidad de estas costas son innumerables."7 Así, por ejemplo, el
gobernador Andrés de Robles mandó establecer una guardia armada en la costas de
Ensenada, en las proximidades de la estancia de Martín Barragán y en 1678 ordenó que se
inspeccionasen las chacras y estancias ribereñas al Plata. Paraná y hacia el interior de los
ríos Luján y las Conchas pues se tenía noticias de desembarcos de mercancías traídas de
navios extranjeros.113
La intrincada geografía del Delta, ya descripta. permitió a los contrabandistas a
"burlar a las embarcaciones del resguardo, y bastaba un buen viento durante la noche
para salvar la distancia que existia entre la colonia y los laberintos del Paraná " 114
Estas características naturales facilitaron la articulación del contrabando entre ambas
costas que logró intensificarse luego de la fundación de Colonia del Sacramento por los
portugueses.
Al respecto. Galafassi señala que las características de la región fueron cambiando
lentamente gracias a la apertura ocasional del comercio y especialmente a la organización a
gran escala del contrabandol,; y, éste, fue bastante difícil de controlar, teniendo en cuenta
el gran movimiento de embarcaciones que se desplazaban hacia las islas para extracción de

MOUTOUKIAS, ob.cit, pp. 55,59 y 62.


1,2 Ob. cit. p. 24.
" J MOUTOUKIAS, ob. cit. p. 23.
1.4 VIUUAUOBOS R. SERGIO (1981) Comercio y contrabando en el Rio de ¡a Plata y Chile, Bs. As.,
Eudeba, pp. 21 y 22.
1.5 GALAFASSI, Guido (1996) “Aproximación al Proceso Histórico de asentamiento, Colonización y
Producción en el Delta del Paraná (Argentina)”, en: Red de Estudios sobre Sociedad, Naturaleza y
Desarrollo. p. 8. http:. theomai.unq,edu.ar/artguido002.htm- Revista Estudios Sociales Vol. 11 N° I, pp. 139-
160, Santa Fe ano 1996 Universidad Nacional del Litoral.

89
maderas y producción de carbón. Lo dicho se fundamenta, entre otras pruebas
documentales, en la denuncia que hizo el Cabildo de Buenos Aires en febrero de 1746
expresando "el mucho perjuicio que para este fin se experimenta en las canoas y votez que
ai en el Puerto de las Conchas y sirhen para el trajín de traer maderaz, leña y carvon para
el abasto de esta ciudad y son tan necesarios para el alivio de sus moradorez lo que se a
practicado dezde los principios de la fundación de esta ciudad”. Los cabildantes eran
conscientes que restringir la navegación hacia las islas podía ser causa de un grave perjuicio
para la ciudad ya que dificultaría el suministro de artículos indispensables de uso cotidiano,
como la leña y el carbón o para las construcciones de las sencillas viviendas de entonces,
como maderas y cañas: "a las canoas y votez no se puede ympedir su tráfico por resultar
inevitable el abasto y manutención de esta ciudad, pues en ellas se traen los efectos de
carvon, leña, maderaz y cañaz, para la fábrica de las cazas". Estas razones llevaron a que
el Cuerpo capitular dispusiera que "solo se prohíban las que hubiere en personaz
sospechosaz forasteros advenedisos, siendo sierto que las se asen comercio ilícito y
extracciones son votez ocultos o garandumbas que tienen los transgresores”. De esta
manera, el control del tráfico lluvial en aquel espacio quedaba direccionado hacia la figura
del “forastero” como “persona sospechosa” de contrabando y a su identificación con ciertas
embarcaciones, como botes y garandumbas que utilizaban para ello.
Dentro del grupo de embarcaciones “sospechosas” el Cabildo incluyó aquellas
procedentes del Paraguay, lugar donde habían prosperado diversos astilleros que se
dedicaban a construir las pequeñas embarcaciones que preocupaban a las autoridades y
comerciantes porteños. Según la denuncia de los cabildantes, aquellas iban agregadas a los
navios, y fueron utilizadas en el Delta para el contrabando. Por esta razón se solicitaba un
mayor control para que las mismas no fueran construidas para ser utilizadas en los puertos
de Buenos Aires y de Santa Fe, tal como quedaba expresado en los siguientes términos: “en
los muchos parajes y arroyos coviertos de maleza como se an aliado en barias ocasiones
y respecto de estos se fabrican en el Paraguai para su comercio para que cuide buelban a
ella los que vienen agregados a las embarcaciones mayores, y no permita se fabriquen
para traer a este puerto ni al de Santa Fe

90
No obstante, es sabido que el contrabando fue tolerado ampliamente por la sociedad
rioplatense y sus autoridades, aunque creemos que, probablemente, estuvieran menos
dispuestos a aceptar “el saqueo” de los recursos de las islas del Delta que realizaban los
portugueses desde Colonia del Sacramento. Al respecto, las autoridades consideraban que
se estaba realizando "el principal daño de yntroducir efectos... y extraer los frutos desde
aquellos parajez. y otros más sercanos", actividad difícil de controlar por la falta de
"fuerza para contenerlas con las cuales se an apoderado de el archipiélago de yslas, asta
Martin García, siendo dueños de ellas después de la tregua causando a mas de el comercio
ilícito el perjuicio de lleharse con dichas embarcaciones el carvon, leña, maderas que
tienen los vezinos echaz y trabajadas para el veneficio de esta ciudad". Tan compleja
situación originada por la falta de instrumentos de control obligó al Cabildo a establecer, en
1746, un sistema para identificar a la distancia las embarcaciones que salían del puerto de
Las Conchas, que consistió en marcar "las expresadas embarcaciones para que se sepa y
averigüe de esta suerte las que se añadieren sin licencia y sea castigados sus dueños 116
De esta manera los controles se centraron en la vigilancia de los sujetos, como la que
se refería a los forasteros, que eran tenidos por sospechosos; y en las embarcaciones.

Los jesuítas también fueron denunciados a finales del siglo XVII de utilizar su
estancia de Areco para comerciar clandestinamente, utilizando dos pequeños puertos -el del
Rincón de Cabrera en la confluencia con el rio Areco, y el de San Antonio- que poseían
sobre el Paraná de las Palmas, comerciando “sin que en Buenos Aires se sepa con todas las
personas que quisieren, así portugueses como de otras naciones que f recuentan aquel río ”.
Pero el obispo de Buenos Aires Azcona Imberto salió en su defensa, dirigiendo una carta al
rey fechada en 1683, en la que reconocía “la comodidad" de la estancia “de echar lanchas
desde donde dan fondo los n a v i o s 117

Los ejemplos seleccionados nos permite tener una idea sobre la intensidad del
contrabando y del papel dinamizador que pudo haber ejercido en el entramado de los

116 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN (1931) Acuerdos del extinguido cabildo de Buenos Aires. Sesión
del 11 de febrero de 1746, Bs. As., 1931, serie II, T. IX, p. 119.
117 BIROCCO, Carlos M. (2003) Cañada de la Cria. Tierra, producción y vida cotidiana en un partido
bonaerense durante la colonia. Municipalidad de Exaltación de la Cruz, p.61.

91
circuitos comerciales que formaban parte de las economías regionales, cuyo crecimiento
fue estimulado, a su vez, por la demanda alto-peruana y apoyado en la explotación de los
recursos locales.

Al decir de Carlos Birocco, el contrabando fue lo que “agregó proyección atlántica al


papel más modesto que desempeñaban" los "fondeaderos en el tráfico interregional, a
través de los cuales se suministraba carne fresca a las barcazas que traían yerba u otros
productos desde los pueblos de las misiones ". 118

Los jesuítas también tuvieron un papel destacado en el desenvolvimiento del tráfico


comercial interregional al organizar la explotación y comercialización de la yerba mate y de
otros recursos, como la piedra de cal extraída de las caleras entrerrianas y orientales, cuya
distribución se extendía por una amplia zona que abarcaba las ciudades del litoral, Buenos
Aires y Asunción y, desde mediados del siglo XVII, los religiosos introdujeron en las
Misiones el cultivo de la caña de azúcar.119120 Por otra parte, las exportaciones de cuero
crecieron sustancialmente para finales del siglo XVII, a la vez que se intensificó el
comercio interregional, articulando caravanas de carretas con diversos tipos de lanchas que
bajaban por el Paraná.
Pero fue durante el siglo XVIII cuando el aumento de la demanda externa, motivada
por notables transformaciones de la economía europea que repercutieron en todo el mundo
colonial, valorizó los cueros y creó una nueva relación de fuerzas entre las distintas
regiones de la cuenca del Plata.
Al mismo tiempo, las reformas borbónicas favorecieron la región y la importancia
creciente de Buenos Aires como un importante centro de consumo urbano resultó "decisivo
en la orientación productiva de una vasta área rural" 120 lo cual estimuló aún más el
tráfico aguas abajo.

"® BIROCCO, ob, cit. p.60.


ii9URQUIZA ALMANDOZ, Oscar (1976) “ Las primeras industrias entrerrianas (1600-1850) en:
Investigaciones y Ensayos 21, Academia Nacional de la Historia, julio-dic., I976,p. 234.
120 DJENDEREDJIAN, Julio (2008) “La agricultura pampeana en la primera mitad del siglo XIX” en:
Historia del capitalismo agrario pampeano, Bs. As., Universidad de Belgrano-Siglo Veintiuno, T.4, p.46.

92
De manera que el aumento de la demanda de bienes influyó de manera decisiva en el
desarrollo del comercio regional por la vía fluvial y los productos extraídos de las islas del
Delta debieron ser de interés para satisfacer las necesidades cotidianas.
La intensidad del tráfico mercantil de cabotaje de productos locales puede ser
percibido también, en ejemplos como los del pulpero-pastor de la Pesquería. Ángel
Olegario Sayas, quien, en el último tercio del siglo XVIII utilizó balsas para el acarreo de
maderas a Buenos Aires, señalando la baratura y celeridad que ofrecía este medio de
transporte ya que “por tierra es mucho el costo y el tiempo nos gana". 121 Pero no dejaba
por ello de quejarse de la escasez de embarcaciones a recurrir, viéndose obligado a hacerlas
construir él mismo.
Otro pastor y vecino del mismo pago, Simón de Olivera, era propietario de una barcaza
en la que transportaba maderas a la ciudad. Estos ejemplos nos muestran la utilización de la
vía navegable en la compleja trama comercial de los pequeños productores, aunque se debe
ser prudente sobre la idea de su generalización ya que, como dice Birocco, no resulta fácil
evaluar si una barcaza constituía un medio de transporte alternativo para la generalidad de
los hacendados.12223Aunque debemos pensar que en determinadas épocas del año, cuando los
arroyos desbordaban haciendo imposible el paso de las carretas, las embarcaciones fueron
una alternativa de transporte obligada.
La Revolución de Mayo abrió una nueva instancia en el comercio fluvial interregional
y el comercio exportador como consecuencia de la liberalización comercial promovida por
el movimiento emancipador. Aunque las guerras civiles rioplatenses y los bloqueos navales
afectaron en ciertos periodos el tráfico mercantil -de los volúmenes exportables de cueros
vacunos, lana y tasajo- no llegaron a constituirse en barreras para el intercambio regional y
atlántico: muy por el contrario, tanto Buenos Aires como el Litoral experimentaron un
notable crecimiento comercial, tanto Corrientes, con su producción de tabaco, yerba, caña
de azúcar, cítricos y las manufacturas y astilleros,12’ como Entre Ríos, que favoreció, desde

121 BIROCCO, Carlos (1995) “Una pulpería rural en el siglo XVIII" en: Revista de la Facultad de Filosofia.
Ciencias de la Educación y Humanidades. Morón, Universidad de Morón, Año I, N°l, p. 30.
122 Ibidem.
i23SCHMIT, ob. cit. p. 34.

93
la década de 1830, la habilitación de los puertos de Paraná, Diamante, Victoria,
Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Concordia y Federación.1' 4
Este proceso se dio, no obstante, en el marco de un tráfico fluvial condicionado por la
política impuesta por Buenos Aires como Estado depositario de las relaciones exteriores de
la Confederación que autorizaba solo la libre circulación para el comercio de cabotaje,
prohibiendo la libre navegación de los ríos a las naciones extranjeras, quedando "planteado
un gran desafio para las economías provinciales ” de la región 1¡toraleña.124125
Asimismo, es necesario tener presente que las tensiones económicas y políticas entre
Buenos Aires y el Litoral afectaron temporalmente el comercio, como en el caso de
Corrientes, que durante el predominio unitario en los años 1843 y 1844, estuvo prohibido y
solo se permitieron los viajes al Paraguay, pero sin tocar los puertos de aquella provincia; a
finales de 1847 se tomó similar disposición contra Montevideo y otros puntos dominados
por los sectores opuestos a Rosas.
Luego de Caseros la región rioplatense fue ampliando su desarrollo agropecuario al
insertarse en el mercado mundial como productor de derivados vacunos y el lanar que
motorizan las exportaciones nacionales.126
Por aquellos años, Entre Ríos continuó expandiendo las actividades agrícolas y
ganaderas que tuvieron consecuencias demográficas ya que aquel dinamismo económico
permitió además “absorber importantes contingentes humanos, provenientes tanto de
Europa como de otras regiones cercanas con dificultades ".127
Esto se tradujo, a su vez, en una ampliación de la demanda de bienes diversos,
permitiendo que durante ese período, algunos pueblos ribereños como Diamante (Entre
Ríos), San Nicolás, San Pedro, Baradero y Zárate (Buenos Aires) adquieran "visibilidad e
importancia como centros de consumo y de tráfico, lo cual se refleja en la diversidad de las

124 BOSCH, B. ob. cit. pp. 327 y 329.


125 SCHMIT, R. ob. cit. p. 131.
126 BARSKY, Osvaldo y GELM AN, Jorge (2009) Historia del agro argentino desde la conquista hasta
comienzos del siglo XIX, Bs. As., Sudamericana, p. 137.
127 BARSKY, O.ob.cit.p. 142.

94
pautas productivas y en la creciente subdivisión de la propiedad, que hacia fines del
periodo incluso es objeto de interés por parte de inversores de la ciudad 128
Tal como lo advirtió Paredes, se trataba de una eficaz funcionalidad entre puertos y
estancias señalando como ejemplo de ello la fundación de Zárate, en 1827, como producto
de la iniciativa de los hermanos Anta, hacendados-comerciantes que, dueños de un puerto
natural en sus tierras se beneficiaron con el establecimiento de un pueblo en ellas.129
I TA

Desde los improvisados atracaderos, que en su mayoría carecían de muelles, ‘ u las


embarcaciones transportaban cueros vacunos y de nutria, tasajo, sebo y lana con destino al
mercado externo; y yerba mate, naranjas, duraznos, maderas de distinto tipo y cal, para el
mercado porteño, lo cual permitió no solamente una usignificativa integración de zonas del
litoral al mercado m undial”, como sostiene Djenderedjian,1Jl sino también perfeccionar
una integración de aquellas zonas al mercado porteño.
A mediados del siglo XIX la activación del tráfico fluvial por el Paraná llevará a la
construcción de infraestructura portuaria en los pequeños poblados rurales bonaerenses. Así
resulta ilustrativo el caso de Zárate, que en 1854, año de su erección como partido
autónomo, entre las medidas que tomaron las autoridades con mayor celeridad fue la
construcción de un muelle y de una bajada para la ribera. Colaboraron en aquella empresa
vecinos, dueños de carros y los presos facilitados por la comisaría. Cuatro años después, en
1858, el propio gobierno de Buenos Aires dispuso la construcción de un muelle
adecuado.112
Whigham observa que las dimensiones y complejidades de la ruta comercial fluvial de
la cuenca del Plata exigieron una gran cantidad de mano de obra -ordinaria y especializada-
y muchos trabajadores dedicaron su vida a las tareas que se desarrollaron en el rio y sus
riberas.*132

|28 DJENDEREDJIAN, J. ob. cit. p. 166


i2sl PAREDES, Rogelio (2015) Campana, modernidad y crisis 1855-1930. Estudio local del cambio social y
político en la Argentina de los siglos XIXy XX. Rosario, Municipalidad de Campana, p. 51.
1,0 KROEBER, Clifton ( 1957), The growth o f the shipping Industry in the Rio de la Plata Región 1794-
/¿tófl.Madison, The University of Wisconsin Press, pp.30 y 75.
I3| DJENDEREDJIAN, J. Ob.cit. p. 165.
132 BOTTA, Vicente Raúl (1948) Historia de Zárate (1680-1909). Publicaciones del Archivo Histórico de la
Provincia dt Buenos Aires, La Plata, p. 172.

95
Durante la temporada de verano, generalmente con las aguas crecidas, la vía fluvial
experimentaba un ritmo laboral muy activo. Los trabajadores del puerto ganaban salarios
más altos que los del interior, pero las condiciones de trabajo eran duras. Pero aquellas
actividades y la presencia marinera fueron vehículo para el establecimiento en sus
inmediaciones de lugares de diversión como pulperías, casas de juego y prostíbulos. OJ
Este panorama que muestra la multiplicación y crecimiento de las áreas portuarias
sobre el Paraná y el tipo de bienes comercializados son un indicador del proceso de
integración de las economías locales con el Delta, como paso previo a la colonización de
las islas, tema del cual nos referiremos en el capítulo siguiente.

3.3. La comercialización de los recursos naturales


Desde los inicios de la colonización rioplatense existió un flujo mercantil entre el
Litoral y Buenos Aires. Esta tendencia hacia la integración de las economías regionales y el
crecimiento económico del Río de la Plata se acentuó a partir de la segunda mitad del siglo
XV111 debido a dos razones principales: por un lado, la colonización del oriente entrerriano
y de la Banda Oriental que llevó a una expansión de la cría del ganado vacuno y, por otro,
el crecimiento de la demanda de bienes por parte del mercado porteño y el creciente
poderío económico de la ciudad.
Este crecimiento fue coincidente con el proceso de decadencia de la economía
misionera, cuando ya se había operado la expulsión de los jesuítas. Las posibles causas de
ello se vinculan, siguiendo a Moraes, con "el avance de agentes privados y públicos sobre
los territorios y los ganados del espacio pastoril misionero" y "en la aparición de nuevas
formas de producción, nuevos circuitos de comercialización y nuevos negocios". En ese
sentido cabe mencionar el impacto que produjo el paso de una ganadería para el consumo
del mercado interno (básicamente de los guaraníes de las misiones) hacia una ganadería
especulativa y depredadora, volcada a los mercados atlánticos. Ello tuvo, asimismo.

' ” WHIGHAM, T.. ob. cit. pp. 143-153. El autor destaca que una de las actividades ribereñas más duras fue
la de estibar la carga que era casi un arte, particularmente en la época colonial, cuando los envases
inadecuados a veces hacían zozobrar las embarcaciones. Los capataces del puerto recibían un tratamiento
privilegiado por parte de comerciantes y contrabandistas quienes sabían que el funcionamiento cotidiano del
puerto dependía del ingenio, la habilidad y la discreción de los estibadores

96
consecuencias demográficas, ya que el proceso de desarticulación territorial y económica
misionera provocó la fuga de guaraníes de los pueblos hacia las áreas rioplatenses próximas
a Buenos Aires, 134135 tema al que nos referiremos en el capítulo siguiente, al tratar el
poblamiento del Delta.
De lo dicho puede observarse que en aquel espacio económico heterogéneo formado
por un mosaico de configuraciones productivas la crisis misionera pudo haber favorecido
las economías de otras áreas del Litoral, de Buenos Aires y del Delta del Paraná
incrementando la mano de obra disponible para las nuevas oportunidades económicas que
estaban surgiendo. En ese contexto de movilización de la producción que dinamizaron el
comercio interregional, ' ° el Delta del Paraná formará parte de los circuitos mercantiles
rioplatenses a través de la explotación de sus recursos naturales, constituidos
principalmente por leña, madera para postes, paja, cañas, duraznos, naranjas y pieles de
carpinchos y de nutrias.
Entre los recursos citados, la leña y el carbón ocuparon un lugar de privilegio entre los
artículos de abasto demandados por el mercado porteño. La escasez de árboles en el
territorio pampeano 136 constituyó un problema permanente para la obtención de aquellos
bienes obligando a las autoridades a tomar medidas para su provisión y adecuada
explotación. Galafassi, advierte que la única participación del Estado en relación con las
islas se reducía al cobro de derechos de leña, función asumida por el Cabildo.137 Sin
embargo, como veremos a continuación, las intervenciones del cuerpo capitular fueron
variadas, especialmente cuando se presentaban situaciones críticas que ponían en riesgo el
bienestar general de la población.

134 MORAES, María Inés (2007), “Crecimiento del Litoral rioplatense colonial y decadencia de la economía
misionera: un análisis desde la ganadería”, en Investigaciones de historia económica ,N° 9en
http://www.aehe.net/pubIicaciones/ihe/archivos/ihe9/AR_Moraes_Maria-lnes_N9 Ppl I -44.pdf., p.38.
135 CHIARAMONTE, José C. (1991), Mercaderes del Litoral. Economía y sociedad en la provincia de
Corrientes, primera mitad del siglo XIX. Bs. As., F.C.E., pp.29 y 30.
136 Debido a la escasez, muchos pobladores, realizaron plantaciones en sus quintas y estancias “en su
mayoría frutales y en especial durazneros para proveerse de leña. (Mayo, p.I25). Por su parte, Garavaglia
destaca el papel que tuvieron las inversiones en árboles y cercos sobre la masa total de bienes productivos en
las estancias bonaerenses y, especialmente en las chacras. Según este autor, en las primeras alcanzaban
alrededor del 9 por ciento, mientras que en las segundas constituían, junto con las construcciones, uno de los
dos rubros principales del valor. (Garavaglia, pp.126,161 y 162)
137 GALAFASSI, ob. cit., p. 9.

97
Así, al principiar el siglo XVIII el Cabildo de Buenos Aires, en su sesión del Io de
julio de 1707 solicitaba al Gobernador “permita vayan los vecinos de esta ciudad
libremente a los montes circunvecinos de ella, a hacer madera, carbón y leña, en
conformidad de las reales cédulas despachadas a favor de esta dicha ciudad”, resaltando
que “el buen despacho de tales géneros pende, en la maior parte, el útil y provecho del
bien público". Diez días después, el cuerpo capitular retomaba el problema solicitando
extraer los citados recursos de la Banda Oriental, señalando que “los montes de que
únicamente se puede cortar madera que sea de utilidad para los edificios públicos e
yglesias son solamente las que producen los ríos Uruguay, Negro y demás partes de la otra
costa ", en cambio “las que se crían en las referidas Yslas de la otra parte de las Conchas
son solo, algunas cañas, y esas pocas sauze, palo blanco, y lo mas, ramazón de durasno,
138
que solo sirve para leña, y otros palos de poca o ninguna suposición ",
Aunque del informe citado se advierte una limitación en la oferta de recursos del Delta
inferior, la leña fue vital para cubrir las necesidades domésticas de la época y su extracción
tuvo importancia para la economía familiar, a tal punto que el corte de maderas fue una
alternativa de sustentabilidad económica para muchos pobladores. Según Djenderedjian,
hasta mediados del siglo XVIII, el precio de la leña era elevado, llegando a un máximo de
siete pesos por carretada hacia 1754, para ir disminuyendo hacia principios del siglo XIX, a
medida que creció la explotación de los montes entrerrianos. *139
Sin embargo, en ocasiones, las oscilaciones en su precio respondieron a situaciones
especulativas, como las que se denunciaron en la sesión del cabildo del 17 de enero de 1775
en la que se atribuía “la mucha escases de leña y carbón y otros géneros de abasto que se
esperimentan por razón de que todo lo que viene por la bia del Riachuelo y de las
Conchas" al acaparamiento que realizaban los pulperos que “inmediatamente lo cogen...
para reportar las exorbitantes ganancias que sacan de ellos ”.
Para hacer frente a este grave perjuicio sobre la población el Cabildo dispuso una
medida de dudosa eficacia consistente en que “se mande bajo de aquellas penas que fueren

158 AGN, serie II, Tomo I, libros XIII y XIV, año 1701-1707. Bs. As., 1925, pp.649,650 y 666.
139 DJENDEREDJIAN, Julio (2001), “Leña y madera a fines de la época colonial: producción y comercio de
un recurso vital”, en: Ciencia Hoy, vol. 11, N° 63, p.35 y ss.

98
de su supuesta arbitrio contra los pulperos y carreteros que lo contrabinieron que toda
leña, carbón y demás géneros de abasto haian precisamente de venir a la plaza donde
deban mantenerse el término de cuatro horas para que los vecinos se provean de ello y que
hasta tanto no se pase este término no puedan salir de ella, a henderla a los pulperos y
regatones remitiendo en tanto del Bando a el Riachuelo y Conchas para que se imponga de
su contenido a los carreteros. ”140
Se trataba de una medida de carácter regulatorio en la comercialización de artículos de
gran demanda en sintonía con los valores de la sociedad de antiguo régimen que se
identificaban con la persecución del bien común a través del justo precio.
Meses después, y en atención a los fraudes que se cometían con la venta de carbón y el
cuerpo capitular estableció que "no se pueden aplicar otras que las de regular a cada
carretada por el peso de ciento y cincuenta arrobas que precisamente debe pesar y tener
pero por lo impracticable que es estas diligencia para muchos, lo molesta de ella, por no
tener peso o romana en que pezarla, y haverse de dilatar para los carreteros. Se puede
tomar el arbitrio de reconocer las mismas carretas, y si en efecto se han achicado los
lechos precisé a los dueños de ellas con agrandes y pongan en estado que deven estar
regulándoseles las ileras de leña, y hasta el altor con que las han de cargar, y siempre con
la consideración del peso de ciento y cincuenta arrobas ".
Finalmente dispuso para los infractores la pena "del perdimiento de las mismas
carretas y de un año de barraca... si se le descubriese el fraude del hueco, que debían en el
interior de la carreta sin llenarlo de leña y el de dejarla esparramada quando la conducen
a la ciudad".141
Como surge de la denuncia, junto con los abusos en los precios, algunos comerciantes
inescrupulosos realizaban fraudes adulterando el peso o el volumen del carbón y la leña
puestos en venta. La difusión de esta práctica obligó a las autoridades a establecer penas
consistentes en el decomiso del producto vendido y un “año de barraca”.
Por aquellos años, en Montevideo también se experimentaron precios abusivos sobre
la leña, como el que fijó un tal Claudio Márquez, en 1777, quien fue denunciado por

140 AGN, Acuerdos del extinguido Cabildo..., ob.cit. p. 227.


141 AGN, Acuerdos...ob.cit., sesión del 28 de junio de 1775, p. 388.

99
pretender vender a nueve pesos cada carro de leña de coronilla, en lugar de los ocho pesos
que había regulado el alcalde en atención a “/o benigno de la presente estación, es de
mucho menos fatiga y trabajo, que en el gobierno el apronto y conducción hasta esta
ciudad". I4‘
Para 1801. en Buenos Aires, la carretada de espinillo se cotizaba entre cuatro y cinco
pesos y la del delta del Paraná un poco menos, con lo cual, la leña continuó siendo un lujo,
si se compara con los siete u ocho pesos mensuales que percibía por su trabajo un peón de
estancia, quien se veía obligado a reemplazarla por paja, cardo, estiércol de animales y
huesos. U)
En cuanto al carbón, que era un artículo de cierto lujo pero indispensable para el
desarrollo de ciertas actividades valiosas para la sociedad de la época, como la herrería, el
Cabildo de Buenos Aires, una vez más, hizo suya la queja de los vecinos por los precios
abusivos que fijaban algunos especuladores en virtud de "¡os perjuicios que sufre en la
compra del objeto de maniobras especulativas. Así es que, en 1801, el Síndico Procurador
General presentó su informe al Cabildo amparando el reclamo del gremio de los herreros de
la ciudad, expresando que la actividad desarrollada por los integrantes de aquel sufrían los
perjuicios en la compra del carbón por falta de medidas, pues debiendo ser la carretilla de
cincuenta tipas, las que en el ha se les vende, muchas veces no llega a cincuenta, ni los
vendedores permiten ya se les mida, de que resultan disputas y altercación y siempre
perjuicio a los compradores y acordan que en atención a que el carbón está ya de
antemano ordenado se reciba medido se restablezca esta práctica... ordenando que cada
carretilla de carbón haya de tener precisamente doce fanegas o cuarenta y ocho quartillas1423

142 AGROLÍ. A C U ERD O S del extinguido Cabildo de Montevideo (1942). Sesión del 22 de noviembre de
1777. Anexo, Vol. 16, Montevideo, p. 61.
143 DJENDEREDJIAN, Julio, ob. cit. p.35 y ss.
144 El trabajo para la producción de carbón se dividía en dos etapas: la tala de madera y su transporte hacia la
zona de carboneo y el montaje de las pilas y control del proceso de carbonización. Para ello era necesario
cubrir totalmente enormes pilas de leña con musgo y ramas tiernas. Posteriormente se prendía la leña en su
parte inferior y se dejaba que se quemara durante días. Luego un carbonero se subía hasta la cima de la pila y
la pisaba. Si la capa estaba estable y no temblaba era señal de que todo estaba secado y endurecido.

IÜ0
colmadas midiendo estas por la de la ciudad como por tipa de cuero arreglada a ella
según les acomodase mejor a los compradores y vendedores" .l45146
De la lectura del documento podemos ver la preocupación de las autoridades por evitar
conflictos derivados de situaciones abusivas en la comercialización de estos artículos,
algunos de consumo masivo y, otros, utilizados en actividades que eran valiosas para la
sociedad colonial.
A pesar de estas medidas, surgieron otras irregularidades relacionadas con maniobras
especulativas para imponer mayores precios que los establecidos. Tal fue el caso que
involucró a Isidora Montiel y a su yerno, el Dr. José Miguel Díaz Vélez, quienes se
amparaban en el control que tenían sobre la producción y comercialización de carbón. En
efecto, Isidora Montiel quien contrajo matrimonio con el piloto de la armada Juan de
Inciarte, que participó de la partida demarcadora con la frontera del Brasil, fue propietaria
del célebre monte o “selva de Montiel”, un área rica en arboledas, ubicada en Entre Ríos. A
la muerte de Inciarte, su yerno José M. Díaz Vélez pasó a administrar las propiedades de
sus suegros y, en 1802, asociado a Miguel de Rojas, monopolizó la producción de carbón
en la ribera del Uruguay, generando su alza y el consecuente reclamo de la población.'41’
En mayo de 1803, el Cabildo se hizo eco de las quejas contra Montiel y Díaz Vélez a
través del informe realizado por el fiel ejecutor que expresaba que: “ha sabido hoy por las
quejas que varios individuos le han dado, de que dicha Montiel en lugar de cumplir con lo
mandado, ha procedido a cerrar su almacén, y si vendió alguno, ha sido al precio excesivo
de 4 reales o más ”. Por lo cual y atento a que se trataba de “un ramo tan privilegiado
como el de los abastos”, pasó el alguacil mayor por la casa de Montiel ordenándole “abra
su almacén de carbón y lo venda al precio de la taza, y escusandose a hacerlo, haga abrir
la puerta de dicho almacén con algún oficial y la prevenga a la Montiel que destine a su
mancebo a que esté allí efectivo para vender al público, y si reusase igualmente hacerlo
pondrá una persona de su satisfacción, que haga o presencie dicha venta con la

145 AGN, Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires (1925), Tomo 1, Serie IV, Libros LVII.LVIII y
LIX, 180l-l 804, Sesión del 9 de noviembre de 1801, Bs. As., p. 71
146 Según Urquiza Almandoz, la producción de carbón proveniente de este monte entrerriano generó
importantes ganancias, permitiendo a José Miguel Díaz Vélez adquirir varios campos en Entre Ríos y la
Banda Oriental, en URQUIZA ALM ANDOZ.O., ob.cit. pp. 229 y 230.

101
intervención del que en calidad de acompañado nombrase la Monliel si quisiera, uno sino,
el que el nombrase... ” y "lo cumplirá dicho Sr Alguacil maior con la mayor prontitud
para que no recrescan los perjuicios que esta experimentando el publico por causa de!
manejo irregular en esta materia de la expresada Monliel y de su yerno don José Día:
V é le z " .'41
Una semana después, el Cabildo volvió a tratar la cuestión expidiendo "estrechas
providencias contra doña Isidora Monliel y su yerno don José M. Día: Vélez en la venta y
expendio de! carbón para abasto del público " y a la vez dispuso "que se reconozcan las
Islas, montes y arrotos, donde se fabrica, para evitar el que se consuman aquellos montes
en perjuicio de! público...comisionándose como se comisiona por lo tocante a las islas y
montes del Uruguay’ y Paraná en lo respectivo a esta jurisdicción a don Manuel del
Cerro" *148
Como se advierte, el Cabildo intervino contra Díaz Vélez y su suegra, quienes
pretendían obtener una renta extraordinaria como consecuencia de las ventajas que ofrecía
el control cuasi monopólico del carbón. Aunque no conocemos como terminó la apelación
presentada por Díaz Vélez, es necesario resaltar la posición mantenida por el cuerpo
capitular frente a una figura perteneciente a la élite.
Asimismo, los cabildantes fueron más allá de este caso particular y emprendieron
contra los excesos de los carboneros, disponiendo un relevamiento de los montes de las
islas sobre el Paraná y Uruguay donde se fabricaba carbón con el objetivo de regular su
explotación.
El problema del uso abusivo de los recursos para su explotación económica tenía
antigua data, ya que los leñadores realizaban una tala indiscriminada, sin diferenciar las
maderas blandas que proporcionaban las islas y aquellas de mayor dureza que podían ser
empleadas para construcciones de diverso tipo. Así lo había denunciado un lúcido
funcionario como fue Tomás de Rocamora, en 1784, quien se manifestó preocupado por la
conservación de los montes entrerrianos que "es cada dia más interesante", ya que "las
maderas blancas y el carbón que las islas y costas del Paraná y Uruguay dan a la capital

,4T AGN, ob.cit., sesión del 20de mayo de 1803. p. 243.


148 AGN, ob.cit., sesión del 27 de mayo de 1803. p. 246.

102
serán siempre continuadas, porque son de breve crecencia, pero las maderas firm es muy
tardas en criarse y muy precisas, corvas y rectas, para póstería, umbralería ,medios puntos
y construcción menor". Por último concluía que “antes de muchos años carecerá Buenos
Aires de estos auxilios, que sólo puede ahora recibir inmediatos del Gualeguay porque el
desorden de los faeneros casi arrasa los montes de los demás partidos ”. 149
Estas prácticas de depredación generaron consecuencias negativas en el
aprovechamiento de los durazneros, cuya fruta, era muy apetecida y demandada por los
porteños. El talado excesivo que se realizaba afectaba la producción de fruta disponible
para su comercialización, perjudicando a los recolectores. La permisibilidad de las
autoridades del puerto de las Conchas, facilitó estas situación- Así, es que en 1778, el
Síndico Procurador General del Cabildo denunció que la actividad de los leñadores de las
islas estaba amparada por "el oficial del Puerto de las Conchas" quien "en perjuicio del
público, ha introducido el abuso de permitir que por aquel puerto se introduzcan botes y
canoas en los montes de los paranás, para cortar no solamente la rama de los árboles de
durasnos, si no los troncos, por cuia rason se alia en el día esta ciudad careziendo de
aquella fruta ". 150
La competencia entre montaraces y recolectores por los mismos recursos pudo haberse
acentuado durante los períodos de escasez de maderas, pero nada indica que esta puja haya
alcanzado niveles desfavorables permanentes para los segundos. Por el contrario, existen
evidencias documentales que sugieren que el salario de un recolector de duraznos podía
resultar, en ocasiones, muy superior al de un peón conchabado para recoger trigo como lo
refiere un documento fechado en 1804, en el que se echa luz sobre el universo productivo
rioplatense. En el mismo, Pedro Gallego, alcalde provincial de la Santa Hermandad, en su
recorrida por los partidos de San Isidro y Las Conchas, se quejaba ante el virrey por la falta
de mano de obra para realizar la cosecha del trigo, ocasionada por “/a fuga que hacen
muchísimos por seguir en la holgazanería en que viven" y principalmente por estar
“ejercitados en clase de acerradores " y muy en especial "en el ejercicio de durazneros "

149 URQL'IZA ALMANDOZ, Oscar F. (1976), “Las primeras industrias entrerrianas (1600-1850), en
■.Academia Nacional de la Historia. Investigaciones y Ensayos 21, Julio Die., p. 225.
150 AGN., Acuerdos del Extinto Cabildo de Buenos Aires, sesión del 28 de enero de 1778, serie III, T. VI, p.
181.

103
en los que se hallaban empleados "el exorbitante número de más de trescientos hombres;
que por el desmedido lucro que tienen con este tráfico, visto el ningún arreglo que hai en
los precios de las cosas de abasto, prefieren una ocupación propia de gente bagamunda
En vano el virrey trató de limitar aquella actividad mediante el “apremio y privación
de licencias en los sujetos que se dirigen a los montes en buscar duraznos ”, ya que las
autoridades encargadas de hacer cumplir la medida eran conscientes de que solo lo podrían
hacer "con los vecinos de esta población y puerto (Las Conchas) por ser los únicos que
ocurren por licencia a esta Comandancia para la saca de dicha fruta, y alguno que otro de
la Costa de San Isidro”; en cambio, estaban imposibilitados de controlar a “los infinitos
que del mismo partido de San Isidro, Cañada de Escobar, Lomas, campañas fronterizas al
Puerto de Campana, varios botes que de esas valizas y riachuelos se conducen a los
montes sin más permiso que el advitrario 1s 1
Este testimonio nos permite observar una cuestión de sumo interés, ya advertida por la
historiografía reciente: la escasez crónica de mano de obra durante la temporada de las
cosechas, potenciada en aquellos pagos situados al norte de la ciudad de Buenos Aires por
la competencia que significó para el trigo la recolección de frutales en los montes del Delta.
En esa puja, la cosecha de cereal, al parecer, llevó las de perder, frente a la cosecha de
frutales, al menos, por dos razones: la primera se debe a que una parte de la mano de obra
empleada en la recolección de duraznos estuvo integrada por sectores “cuentapropistas”,
en la que podían participar familias enteras; la segunda razón está vinculada a los mejores
salarios percibidos. Las tensiones generadas por esta competencia obligó a los sectores
propietarios rurales a recurrir a distintas estrategias, que por cierto no fueron del todo
efectivas, para procurarse de mano de obra, que comprendían acciones coercitivas para el
reclutamiento de peones y la regulación restrictiva en el libramiento de las licencias para
extraer fruta de las islas.
Otro aspecto de interés es analizar cómo percibían los sectores dominantes a este
sector de trabajadores. En ese sentido, adquiere especial significación la valoración que
hace el alcalde provincial sobre los cosechadores de fruta, a los que no duda en llamarlos15

151 AGN. IX-32-6-6, Leg.51, exp.3.

104
“gente vagamunda". Esta asociación de la vagancia con personas sin una ocupación estable
y desarraigada muestra el grado de consideración social que las mismas tenían por parte de
las élites. Otra de las valoraciones que se extraen del análisis del texto es el que alude a la
actividad de estos trabajadores cuando se los intentaba desprestigiar social y moralmente
acusándolos de estar movidos por el "desmedido lucro que tienen con este tráfico''.
Por cierto, la comercialización de duraznos continuó siendo un negocio atractivo para
los sectores populares, a tal punto que, por ejemplo, en 1841 cuando el puerto de Zárate se
encontraba cerrado para el tráfico comercial, el vecindario de aquel pueblo ribereño solicitó
permiso al gobernador Rosas para "extraer duraznos de los montes cercanos del Paraná
para que con su producto de venta puedan ocurrir a las necesidades de la vida como
venían haciéndolo desde tiempo antes, comerciándolos por el rio ". I5‘
Otro de los recursos naturales de gran demanda fueron las cañas.' ' que se utilizaron
durante largo tiempo como material para el lechado de las viviendas, para el armado de las
paredes de los ranchos y en la edificación de fuertes y fortines. Cuando en el último tercio
del siglo XVIII comenzó a levantarse la primera línea de fortines a lo largo del Salado, su
construcción demandó ingentes cantidades de estacones, maderas y cañas que debieron
proveerse desde las islas, en operaciones no exentas de dificultades. Así, por ejemplo, en
1774 con motivo del traslado del fortín de Areco al paraje denominado Horqueta de la
Cañada del Arbolito, su responsable el sargento mayor Pascual Martínez prevenía al
gobernador Vértiz "que sin los tablones y más herramientas no se puede dar principio a ¡a
obra, necesitándose más de dos mil cañas para construir techos y paredes de las nuevas
dependencias". Con ese objetivo "se dispuso el envió de veinte indios del Baradero para
cortar las cañas necesarias en el Paraná de abajo". Después de dos meses, Martínez
escribió nuevamente al gobernador, informándole que: "acaban de llegar los montaraces
destinados al corte de cañas para la construcción del fuerte... y solamente se han sacado*13

152 AGN, Sala X. 22.1.1841/21.1.3, años 1831-1844.


131 Existen diversos tipos de cañas que crecen en matorrales, principalmente en los bajíos ribereños. La caña
brava es el bambú de los géneros bambusa y Guadua. La caña tacuara (de voz guaraní) es recia y consistente y
la picanilla. delgada, larga y maciza. En las riberas e islas del Paraná existieron obrajes que se dedicaban
únicamente al corte y extracción de éstas. (Diccionarios Enciclopédico Espasa Calpe, Madrid, 1974, Tomo II
p. 5l3.Tomo Vil, p. 400).

105
500 cañas por haber ido muy lejos a buscarlas y por las muchas crecientes, que no le han
permitido su regreso a tiempo, ni poder sacar el número que se les ha pedido " IS415
Los montes de sauces que crecían en las islas y los bajíos ribereños del Paraná también
fueron recursos aprovechados desde época temprana, utilizados como estacones para
construir corrales y cercar sembrados. Un ejemplo de ello lo ofrece Birocco, quien refiere
que los que existían a orillas del Paraná de las Palmas "gozaban de renombre en la región,
y atrajeron incluso a los faenadores de los pagos circundantes" como el caso de un tal Luis
Vallejos, que era “poblador del pago de la Choza y llegó en 1765 al pago de la Pesquería
con dos carretas a traer un poco de m a d e r a 10
Por último, la comercialización de frutales, como naranjas y duraznos, significaron un
importante incentivo en las economías familiares, como ya hicimos mención. Un informe
del Comandante de las Conchas, fechado en 1794, informaba a sus superiores sobre el
pedido de algunos vecinos de aquel puerto para que se les eximiera de los derechos de
extracción de duraznos en razón “a ser estos unos miserables, que tienen que hacer
crecidos costos, y exponer sus vidas, al manifiesto riesgo de perderlas, como
frecuentemente sucede”.156 Décadas después, tanto los hermanos Robertson como
D'Orbigny, entre otros, dieron cuenta en sus escritos sobre el papel que cumplieron en las
economías domésticas de los pobladores pobres. Así, los nombrados, destacaron el
aprovechamiento diverso que hacían de la fruta recolectada como de sus ramas utilizadas
como leña o bien para la fabricación de carbón, productos que tenían por destinatario el
mercado porteño.157
Por su parte, Marcos Sastre, observó que muchas "familias pobres” de Buenos Aires
recolectaban duraznos para disecarlos y prepararlos como pelones y orejones, de manera de
ser aprovechados para su consumo en la estación invernal. 158

,S4 MELLI, Oscar (1974), Historia del Carmen de Areco 1771-1970, La Plata, Publicaciones del Archivo
Histórico de la Provincia de Buenos Aires, pp. 33 y 34.
155 BIROCCO, C. “Una pulpería rural...” ob.cit. p.33.
156 AGN. Sección Colonia. Comandancia de Fronteras. Las Conchas, 1762-1809.
157 ROBERTSON, J.P. y W.P. Ob.cit, p. 197 y D'Orbigny cit. p. 104.
158 SASTRE, M. ob.cit. p.248.

106
Los recursos descriptos formaron parte del inventario de bienes que fueron extraídos
de las islas del Delta durante los siglos XVIII y XIX que se comercializaron a través de un
constante tráfico fluvial cuyo principal destino fue el mercado porteño.
Otra de las fuentes documentales que abonan lo sostenido hasta aquí acerca de la
explotación y comercialización de los recursos naturales de las islas y las zonas ribereñas
del área rioplatense procede del periódico la Gaceta Mercantil. Tomando como muestra
testigo el período agosto/ diciembre de 1827 hemos podido constatar que la leña, el carbón
y las cañas estuvieron entre los principales recursos embarcados en la totalidad de los
catorce puertos que se indican más abajo (Ver cuadros N° 2 y N° 3) .l:’9
l.a información obtenida es significativa ya que permite observar el desenvolvimiento
de estos circuitos comerciales de cabotaje con las zonas proveedoras de recursos por medio
de los ríos Paraná y Uruguay a través de diferentes puertos de las provincias de Corrientes
(con una participación significativamente variada de bienes primarios como de algunas
manufacturas), Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires y la Banda Oriental y entre ellos dos
sitios de jurisdicción por entonces disputada, como Ibicuy y Los Caracoles dentro del sector
Delta del Paraná
Esta dinámica mercantil a través de los ríos favoreció durante la primera mitad del
siglo XIX el surgimiento y crecimiento de otros pueblos ribereños cuyos puertos se
incorporaron en el entramado de este comercio de cabotaje de pequeña escala, ya referido.
Tal fue el caso del pueblo de Zárate, formado espontáneamente al principiar el siglo XIX.
En un documento fechado en agosto de 1805, el alcalde de la Santa Hermandad de la
Cañada de la Cruz, Juan de Asebey, le informaba al virrey Sobremonte que: "en el puerto
de Zarate de esta mi jurisdicción a orillas del Paraná puerto preciso de los barcos que
vienen y van del Paraguay, se ha formado un oratorio que se intitula el Salvador se han
poblado muchos vecinos y muchos más se poblarán facilitando allí inmediato que se
ofrece, una subida y bajada de carretas ".159160

159 GACETA MERCANTIL, números 1110, 1121, 1127, 1144, 1151, 1156, 1157, 1158, 1160, 1162, 1163,
1173, 1176, 1177, 1184, 1198, 1204, 1206, 1208 de fecha 1, 2, 9 y 31 de agosto, 13, 27, 28 y 29 de
septiembre, 2,4, 5, 17, 22, 23 y 3 1 de octubre, 17,24,27 y 29 de noviembre de 1827.
160 AGN, Comandancia de Fronteras. Sala IX, vol. 2, f °. 276.

107
Principales artículos del tráfico de cabotaje rioplatense durante el período
agosto/diciembre de 1827 registrado en Gaceta Mercantil.

Cuadro N° 2
Zona proveedoras del Río Paraná
Puerto de Procedencia Artículos
leña de espinillo, maderas, palmas, tirantes de urunday, tablas de
Corrientes birapitá, cueros de nutria, almidón de mandioca, maní, naranjas,
harina, cigarros, sebo, grasa, miel, quesos.
Santa Fe leña, pieles de nutria, harina, sebo, velas, grasas.
Gualeguay Leña, carbón, cueros de nutria, harina, cerda
Ibicui leña de espinillo
Los Caracoles leña, cañas
Goya tablas, palmas, cueros de nutria
La Bajada leña de espinillo, cal a granel, garbanzos, velas, jabón, grasa.
| San Nicolás cueros, plumas, crin, nutrias

Fuente: cuadro elaborado por el autor en base a la información proporcionada por la Gaceta
Mercantil agosto/diciembre de 1827.

Cuadro N° 3
Zonas proveedoras del Río Uruguay

Puerto de Procedencia Artículos


Gualeguaychú Leña
Soriano leña, carbón y postes
Mercedes carbón, leña, pieles de nutria
Las Vacas leña, madera, yerba, cueros vacunos, crines, sebo, tabaco colorado
Arroyo de la China Leña
San Salvador leña y cañas

Fuente: cuadro elaborado por el autor en base a la información proporcionada por la Gaceta
Mercantil agosto/diciembre de 1827.

Resulta evidente que las autoridades alentaban la construcción de accesos al río para
facilitar la salida para su comercialización de la producción rural y, como se verá
posteriormente, también de la procedente de las islas.

108
En 1829, dos años después de aprobarse el plano del primer trazado del citado pueblo,
el juez de Paz de Exaltación de la Cruz, José María de la Sota, quien mantenía su
jurisdicción sobre Zárate, brindó una interesante descripción en el sentido apuntado,
poniendo en evidencia el papel del puerto como articulador de la comercialización de la
producción rural y de las islas: "el pueblo de Zárate... sobre la costa del Paraná de las
Palmas y cuyo puerto es el mejor de toda la Costa del Norte, necesita construir una
espaciosa bajada hasta la orilla del agua en unos barrancos, que se elevan sobre el nivel
de estas veinte y dos varas, para facilitar la exportación de todo fruto, que en su puerto se
arroja de la borda de los buques de porte a tierra firme". Propone que, como en los
puertos de las Conchas y Tigre, se cobren 4 reales de licencia por uso del puerto e igual
por cada persona que se embarque a trabajar en las islas para evitar la minuciosidad de
examinar los cientos”. Las consideraciones del juez reflejaban el interés de los pequeños
productores de la zona por vehiculizar su producción a través de la vía fluvial. En su
posterior descripción nos informa, asimismo, sobre las fluctuaciones de la producción como
consecuencia de la estacional idad de ciertos trabajos y del impacto del clima sobre el ánimo
de quienes debían realizarlos "pues solo el mes de enero, que es el que menos maderas se
introducen, ya que las plagas de insectos y excesivos calores acobardan a los trabajadores,
ya porque se contratan a la extracción de frutas, que más las produce, en este mes digo se
han introducido más de seis mil piezas de maderas en Zárate ”. 161
Lo dicho viene a abonar una vez más lo señalado con anterioridad acerca del papel que
desempeñaron las islas como proveedoras de maderas y frutales, artículos sumamente
demandados por el mercado porteño.
Para la década de 1840, las evidencias encontradas nos hace pensar en un movimiento
comercial de gran dinamismo respecto a los productos extraídos de las islas con destino al
puerto de Zárate, según surge de los informes proporcionados por el alcalde del pueblo
Manuel de Noya: “habiendo descargado en este puerto el pailebot correntino "Feliz
Destino, procedente de Santa Fe, maderas de ñandubay" ( 15 die. 1848); “Roque Jiménez es
auxiliar de este Pueblo y solicita permiso de ese juzgado para ir a hacer una angada de

161 AGN. Sala X. Pueblo de Zárate, 2 de mayo de 1829.

109
madera de sauce de los montes de este Paraná en ¡a chalana que patronea y lleva dos
marineros ( I o marzo de 1849); Juan Leguizamón "solicitando un certificado ...para ir a
trabajar al Arroyo Largo en estacas, canas y otra clase de madera que se encuentran allí"
( 10 de marzo de 1849); en otra “habiendo recibido el infrascripto orden superior para
aprontar 600 palos de sauce para corral y 50 tijeras debiendo sacarlas de auxilio, es
necesario que Ud. de las balsas que lleguen a ese puerto hasta el I o de mayo entrante
saque cien palos a cada uno y para completar el número de los 650 tijeras, las pida a los
vecinos de ese pueblo" (21 de abril de 1849) , y Pedro Lanza solicita permiso para
embarcarse en la chalana de su propiedad con destino a los paranases de abajo con el
objeto de traer naranja en este puerto " (25 de agosto 1849). Ih:!
Aunque no disponemos de una serie completa que nos permita ver una evolución
sistemática del tráfico fluvial de estos productos, la información expuesta y la obtenida para
principios de la segunda mitad del siglo XIX nos proporcionan una idea sobre los alcances
del mismo, de modo que permite dejar por sentado la incorporación del Delta al circuito
comercial regional. En ese sentido, el Registro Estadístico de Buenos Aires de 1855 viene a
confirmar los datos anteriores al mencionar a Zárate como uno de los pueblos ribereños
“más importantes del Estado, tanto por su situación geográfica, cuanto por su comercio de
maderas, cal y carbón, de cuyos artículos provee generalmente a los partidos de
Exaltación de la Cruz. Areco. Fortín de Areco, Villa de Mercedes y Chivilcoy. Asimismo,
señalaba la conexión existente entre el comercio internacional y el regional ya que "por el
puerto se reciben todos los artículos de ultramar que consume el partido, y remite a la
capital sus frutos". Por último, destacaba el papel que desempeñó este puerto en la
comercialización, a pequeña escala, de los recursos de las islas, señalando que "hay
bastante concurrencia de buques de! cabotaje especialmente de pequeñas embarcaciones,
cuyos dueños se ocupan en el corte de madera en las islas" y "se refaccionan estas
embarcaciones, haciendo uso de tablas de sauce colorado con preferencia al pino, pues es
opinión general entre los montaraces, que aquella madera es de mayor duración que esta.
En las islas adyacentes existen algunas plantaciones de sauce formadas por estos mismos163

163 AHZ., Juzgado de Paz. Notas de la alcaldía de barrio de Zárate. Años 1848 y 1849.

110
montaraces de las que ai fin del año sacan gruesas sumas de dinero; y se dice con
generalidad que el modo de formarlas es de estacas de una vara de largo 16j
Los documentos citados permiten observar varias cuestiones. En primer lugar la
intensidad que tuvo la explotación del monte natural de las islas produjo consecuencias
negativas para el ecosistema dado su carácter depredatorio. Esta situación se vio favorecida
tanto más por las dificultades en el control que por la falta de regulación de aquellas
actividades. En segundo lugar nos muestra la gravitación ejercida por el mercado porteño
en la demanda de aquellos productos que se verá acentuada hacia mediados del siglo XIX,
como lo detallaremos a continuación.
Otro de los pueblos que debió su crecimiento a la actividad portuaria fue San
Fernando, fundado en 1805. El sostenimiento de una población estable sobre este punto fue
de gran importancia para el mantenimiento de un puerto alternativo a Buenos Aires, en el
que convergían buena parte del comercio litoraleño y, en ocasiones, el de ultramar. De allí
es que el virrey Sobremonte encomendara la elaboración de un proyecto para examinar el
posible sitio por donde pudiera abrirse un nuevo canal que facilitara la vinculación del
puerto con las vías navegables.163164
La importancia del sitio para establecer un puesto de control de la navegación,
significó que, en agosto de 1809, se estableciera allí una Subdelegación de Marina y de
matrículas con jurisdicción sobre el Delta.
Hacia mediados del siglo XIX, San Fernando acrecentó su comercio fluvial acudiendo
a su puerto ‘'los productos naturales de las islas, que es valioso” y los que recibía de

163 REGISTRO ESTADÍSTICO DEL ESTADO DE BUENOS AIRES de 1855 (corresponde al semestre I de
1855), Bs. As., imprenta porteña, p. 5.
164 UDAONDO, Enrique (1942) Reseña histórica del Partido de las Conchas. Publicaciones del Archivo
Histórico de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, pp. 26-27. Un proyecto similar fue retomado por
Rivadavia en 1822, proyectándose el dragado del arroyo Carapachay que conectaba el Paraná de las Palmas
con el río Las Conchas. Esta obra, que no llegó a concretarse por falta de capitales, revestía importancia para
la navegación fluvial, al evitar las demoras, los altos costos y los peligros que implicaba tener que salir al
estuario del Plata por el Paraná de las Palmas para luego hacer un giro hacia el sudeste bordeando la Boca del
Capitán, para recién alcanzar las costas de Las Conchas. Estaba proyectado que el dragado de este arroyo
permitiría la navegación de toda clase de buques dando un gran impulso al comercio entre la región con la
Mesopotamia.
"productores de todas clases al país" y “¡a competencia de capitales'' hizo "de este puerto
favorito de los montaraces y otros". 165
Para 1855 los puertos de Zárate y de San Femando articulaban gran parte del comercio
con las islas, formado por: frutales y derivados (duraznos, naranjas y agrio de naranjas),
tirantes, estacas, postes y palos (algarrobo, ceibo, ñandubay, palo blanco, sauce y urunday);
leña y carbón (carbón y espinillo) y un rubro novedoso, la arena, tal como lo muestra el
cuadro número 4, que a continuación se exhibe.

Cuadro N° 4
Bienes introducidos desde las islas a los puertos de Zárate y San Fernando (1856) 166

_______________________________ Tipo de producto_______________________________


agrio de naranja________________________________________________________________
algarrobo (camas, palos largos y umbrales),________________________________________
Arena________________________________________________________________________
cañas y cañas bravas___________________________________________________________ _
Carbón_______________________________________________________________________
ceibo (bancos y postes)_________________________________________________________
Duraznos_____________________________________________________________________
espinillo (carradas y estacas)_____________________________________________________
Naranjas______________________________________________________________________
ñandubay (estacones, postes y medio postes)_______________________________________
paja colorada__________________________________________________________________
palo blanco (estacas)___________________________________________________________
Pican ilias_____________________________________________________________________
sauces (palos, tijeras, tijerones. latas, latones, orcones. cumbreras, timones, de arado,
cortes de yugo, cabeza de arado, morteros, postes y carradas)_________________________
Tacuarillas____________________________________________________________________
urunday (tirante)_______________________________________________________________

Fuente: Elaboración del autor en base al Registro Estadístico del Estado de Buenos Aires, 1856.

Por último, cabe destacar la importancia del puerto de San Nicolás, que fue habilitado
en 1823 y posteriormente, en 1852 fue declarado puerto mayor de tránsito con depósito

165 REGISTRO ESTADÍSTICO DEL ESTADO DE BUENOS AIRES. Ob.cit. p.5


166 REGISTRO ESTADÍSTICO, ob.cit. p. 6.

112
habilitado para el comercio exterior. Este punto del norte bonaerense tuvo una temprana
vinculación con las islas ya que como quedó expuesto en el trabajo de Mariana Cañedo, la
presencia de isleños durante la primera mitad del siglo XIX constituyó un porcentaje nada
despreciable sobre el total de habitantes empadronados con el consecuente impacto
económico de sus actividades.Ih7

Conclusión del capítulo


En el presente capítulo hemos tratado de mostrar el papel que desempeñaron las
pequeñas economías locales en el complejo entramado de la producción y el comercio
rioplatense durante el siglo XVIH y los notables cambios que se fueron produciendo al
promediar el siglo XIX. Nuestro punto de partida fue la descripción de las características de
la navegación, dado que en una geografía condicionada por los ríos, las rutas fluviales
desempeñaron un papel articulador de un amplio espacio económico conformado por una
heterogeneidad de economías regionales.
En ese sentido, debemos destacar las particulares modalidades de navegación que se
dieron en la cuenca platense como resultado del conocimiento acumulado desde los tiempos
prehispánicos, permitiendo a los colonizadores españoles replantear el modo de llevarlas
adelante. Tal circunstancia promovió la difusión de algunos tipos de embarcaciones, como
la garandumba o jangada, cuya practicidad y bajo costo lograron tal grado de adaptación a
las necesidades del medio que estuvo vigente nada menos que hasta mediados del siglo XX,
cuando hacía ya décadas que se había impuesto el sistema de navegación a vapor.
Uno de los factores que dinamizaron tempranamente las actividades productivas de la
región fue el contrabando, al establecer intercambios directos con los productores locales, a
los que se demandaba además de los valiosos cueros, un conjunto de productos destinados
al consumo de las tripulaciones. Por otra parte, las reformas borbónicas implementadas
durante el siglo XVIII privilegiaron la región rioplatense a la vez que se iniciaba el proceso
de expansión de la ganadería bonaerense en el sur entrerriano y en la Banda Oriental y el167

167 CAÑEDO Mariana (2000) Propietarios, ocupantes y pobladores. San Nicolás de los Arroyos, 1600-1860.
Grupo de Investigación en Historia Rural Rioplatense. Facultad de Humanidades-Universidad Nacional de
Mar del Plata, pp. 176 y 178.
crecimiento de Buenos Aires como centro consumidor, contribuyendo a expandir las
actividades mencionadas.
Las economías locales se sustentaron desde los primeros tiempos de la ocupación
europea en la explotación de sus recursos naturales y se vertebraron a través de un tráfico
fluvial a pequeña escala. Los excedentes de aquella economía Litoral-deltaica, permitieron,
asimismo, el funcionamiento de la ruta comercial Potosí - Buenos Aires a través de la
articulación con las rutas terrestres. Ello habilitó una serie de ocupaciones permanentes,
como las realizadas por carpinteros de las riberas, leñadores, carboneros y otras de tipo
estacional, como las que desempeñaron los recolectores de fruta, entre otros. De esta
manera, las economías locales llevaron a la conformación de circuitos comerciales de
cabotaje a pequeña escala que estuvieron alentados por la valorización de los recursos, de
modo tal que los recursos de autoconsumo se fueron transformando en bienes de consumo
mercantil izado.
Por otra parte, pueden advertirse los intentos de algunos propietarios de monopolizar
algunos recursos, lo cual generó tensiones entre especuladores mercantiles y trabajadores.
En ese sentido podemos observar la participación activa del Cabildo en cuestiones
referidas a la explotación de los recursos naturales en el Delta y no simplemente, como
sostiene Galafassi, a un aspecto puramente recaudatorio.
A partir de la Revolución de Mayo la intensidad del tráfico de cabotaje de productos
locales fue creciendo al abrirse una nueva instancia en el comercio fluvial y el despegue
económico entrerriano y correntino que se manifestó con la habilitación de nuevos puertos.
Esto es observable a partir de la diversificación de la demanda de productos
provenientes del Litoral como cueros vacunos, yerba mate, maderas y de la región del Delta
del Paraná, como leña, carbón, cañas, paja y frutales, producción que tenía por objetivo
satisfacer las crecientes demandas del mercado porteño, tal como ya lo ha señalado
Galafassi, al destacar que la proximidad al centro metropolitano ejerció una notable
influencia sobre las áreas productivas cercanas.
Asimismo, la ampliación del espacio agrícola y de la demanda permitió la formación
de nuevos poblados ubicados en las riberas del Paraná, (Entre Ríos y Buenos Aires) que
adquirieron visibilidad como centros de producción y consumo.

114
En ese contexto general, la ciudad de Buenos Aires jugó un papel claramente
articulador entre el Litoral, la Banda Oriental y el Delta en función de su capacidad
creciente para atraer circuitos de intercambio y multiplicar la demanda de bienes para su
consumo. En esas condiciones el tráfico a través del Delta se fue incrementando y se
valorizan los recursos que allí había.
En efecto, a partir de la Revolución y a pesar de las guerras, el tráfico de cabotaje
interregional, aunque con oscilaciones, fue creciendo. Estas circunstancias contribuyeron a
definir los usos del espacio y de sus recursos, en una región en la que los ríos, lejos de
constituir un obstáculo, sirvieron para integrarla y configurarla paulatinamente.
La sustancial modificación que se fue operando a lo largo de la primera mitad del siglo
XIX y como un antiguo circuito de bienes desde las islas al mercado de Buenos Aires
parece haberse convertido a mediados de ese siglo en una práctica regular y generalizada
que abasteció no solo a la ciudad sino también a los pueblos rurales, y ello se apoyó en una
serie de puertos y embarcaderos ribereños. De manera que resulta claro que, para entonces,
tanto el gobierno como los sectores mercantiles eran conscientes de la importancia que
habían adquirido las islas del Delta al valorizarse sus recursos y, probablemente, también
sus tierras, como se verá en el capítulo siguiente.
Capítulo 4
LA OCUPACIÓN DEL ESPACIO
“Quedó, pues, en esas islas, que son grandísimas, el que hacía cabeza de esta gavilla o reunión con el
nombre del “Correntino’1y sobre cuyo héroe se han escrito fantasias, dándole las dimensiones que
cada uno ha querido darle revistiéndolo con actos de un valor que asombra y haciendo novelas como
las de Moreira, Cuello, etc."

Antonino Reyes

En el presente capítulo nos referiremos a las características y modos que asumió la


ocupación del Delta histórico. Para ello nos ocuparemos, en primer término, de las formas
de organización del espacio por parte de las diferentes parcialidades indígenas que lo
habitaron; asimismo describiremos el impacto biológico que produjo en aquellas
comunidades nativas la llegada del conquistador español, al desestructurar sus formas de
organización económica y social, permitiéndonos responder al interrogante sobre qué
destino tuvieron las poblaciones indígenas de esta región.
Posteriormente, nos ocuparemos de la población durante la etapa hispano-criolla y las
modalidades que tuvo la ocupación del Delta. Durante esta etapa podremos observar a
partir del siglo XIX el proceso de visibilidad que fue adquiriendo la región para lo cual
recurriremos al análisis de los padrones y del censo nacional de 1869 los cuales nos
proporcionarán datos acerca de la movilidad geográfica y la pertenencia étnica. Por último,
nos ocuparemos de los pobladores marginales, integrados por desertores y bandoleros, para
las cuales utilizaremos los fondos documentales provenientes de los Juzgados de Paz y de
la Policía de las décadas de 1830 y 1840.
Por último, debemos consignar la enorme dificultad que significó la limitación
documental y su fragmentación para abordar de manera sistemática el tema del presente
capítulo. Aquella dificultad ha condicionado los alcances del análisis al problema del
poblamienlo en las islas del Delta del Paraná durante el período estudiado.

4.1. Los pobladores indígenas


El Delta fue poblado tardía y gradualmente por el hombre como consecuencia de su
compleja geomorfología. Mientras que el sector del Delta superior estuvo emergido y en
condiciones de ser habitado hace unos diez mil años, el sector medio, por su parte, fue
cubierto por las aguas de la última ingresión marina que finalizó hace unos cinco mil años;
en tanto que el sector inferior comenzó a formarse hace unos mil años cuando el cambio de
las condiciones climáticas llevaron a un aumento en la capacidad de transporte de
sedimentos del río Paraná.. I6S
Las poblaciones se establecieron en los albardones próximos a los cauces activos,
posición que favoreció las comunicaciones y el control diario del río. Una amplia zona que
comprende el Delta inferior y medio, el bajo rio Uruguay y ambas márgenes del Río de la
Plata estuvo ocupado entre los años 800 y 1000 por grupos humanos relacionados, cuya
alimentación se basaba en el aprovechamiento de los recursos del medio, combinando
distintas estrategias alimentarias que incluían la recolección, la caza de una fauna similar a
la actual, constituida principalmente por ciervos de los pantanos, corzos y nutrias, y en
menor medida, por pecaríes, hurones, carpinchos y lobitos de río y la pesca.168169
Poco antes de la llegada de los españoles se incorporaron a este hábitat grupos
guaranizados que practicaban una agricultura basada en el cultivo de maíz, calabaza y abatí.
Los primeros relatos europeos que describieron aquellos habitantes proceden de cronistas
de la primera mitad del siglo XVI como Luis Ramírez, Diego García, Sebastián Gaboto,
Lopes de Souza, Martínez de Irala y Oviedo; de acuerdo a los mismos, las islas más
pobladas se encontraban sobre el Paraná Guazú, Bravo y Paraná de las Palmas,
corroborados posteriormente por la arqueología, al constatar la existencia de numerosos
túmulos. 17017
A medida que estos grupos fueron ocupando las áreas próximas al Paraná medio e
inferior se fueron generando relaciones interétnicas, complejizadas posteriormente por la
llegada de “guaraníes reducidos” con los españoles. Aquellos se convertirán en la principal
fuerza de trabajo en las ciudades y en las áreas rurales formando parte, además, de los
contingentes guerreros que salieron a “pacificar la tierra".'1'

168
CERUTI, Carlos N. (2000) “Cazadores y pescadores el ecosistema fluvial. (Ríos y praderas: los pueblos
del litoral” en: Myriam N. Tarrago (dir.) Historia Argentina. Los pueblos originarios y la conquista. Bs. As.
Ed. Sudamericana, Tomo I.pp. 107-146.
169 CERUTI, Carlos (2000), “Ríos y praderas: los pueblos del Litoral” en TARRAGO, Myriam N. (dir.)
Nueva historia argentina. Los pueblos originarios y la conquista, Tomo l, pp. 138 y 139.
170 TORRES, L. Ob. cit., pp.415 y 4 16.
171 Ob. cit., p. 107.
De esta manera, el corredor fluvial del Paraná pasó a desempeñar un papel articulador
tanto para las diversas etnias como para los asentamientos de españoles que se
establecieron con posterioridad. I7‘
La propia conformación de las islas fue uno de los condicionantes para su hábitat ya
que las islas más bajas al ser fácilmente inundables estuvieron casi siempre deshabitadas,
ocupándose generalmente en el verano cuando tenían “en ellas sus sembrados" .172173
Entre mil doscientos y mil años atrás grupos humanos que descendieron por los
grandes ríos fueron ocupando las islas del Delta medio e inferior y ambas márgenes del Río
de la Plata. En un medio predominantemente acuático desarrollaron habilidades como
navegantes utilizando canoas en sus desplazamientos para pescar, cazar, realizar
intercambios de bienes e información y combatir. Su alimentación se orientó básicamente
hacia el consumo de peces, coipos y lobitos de río, que complementaron con la caza de
ciervos de los pantanos, comadrejas coloradas, entre otros y el consumo de los frutos de
palmeras, principalmente de la variedad de yatay y pindó ,174

Los pueblos que ocuparon las islas del Delta presentaron un menor nivel de
nomadismo en relación a sus vecinos ribereños y de las llanuras, estableciendo sus aldeas
en elevaciones artificiales (los llamados cerrillos) o naturales, principalmente en los
albardones perimetrales, próximos a los cauces activos. El dominio de esta posición
resultaba de una enorme importancia estratégica ya que facilitó las comunicaciones y
permitió el control permanente del río, fuente de los preciados recursos pesqueros.175

172 CAÑEDO, Mariana (1999), “La colonización de Los Arroyos ¿un modelo de poblamiento en la campaña
de Buenos Aires”, en: FRADK1N, Raúl, Mariana Cañedo y José Mateo, Tierra, Población y relaciones
sociales en la campaña bonaerense (siglos XVIIIy XIX, Universidad Nacional de Mar del Plata, p. 106.
173 ZAPATA GOLLAN A., ob.cit. p. 26.
174
POLiTIS, Gustavo G. (2012) “Las poblaciones prehispánicas” en: Otero Hernán (dir.) Historia de la
Provincia de Buenos Aires. Población, ambiente y territorio. Bs. As- UNIPE Editorial Universitaria-Edhasa
p. 239.211-248.
175 POLITIS, ob.cit. p.243.
Por otra parte, la sustentabilidad económica de las poblaciones indígenas se realizó
manteniendo una relación armónica con el territorio que permitió el aprovechamiento de los
recursos durante todo el año sin llegar a comprometer el equilibrio natural.
Este espacio común, vertebrado por el uso social de los ríos Paraná y de la Plata llevó
a que las diversas poblaciones indígenas estuvieran integradas a través de un complejo
entramado de redes de interacción cultural e intercambios comerciales que permiten dar
cuenta de la dinámica de los sistemas sociales establecidos, no siempre fáciles de
clasificarlos dentro de una tipología determinada. Hecha esta aclaración, seguiremos la
clasificación empleada por las fuentes españolas para la descripción de los distintos grupos
étnicos que ocuparon la zona de nuestro interés, que hemos representado más abajo en el
cuadro N° 4
Los querandíes o tehuelches septentrionales fueron los que tuvieron una relación
menos intensa con el Delta ya que al tratarse de una cultura nómade-cazadora- recolectora
incorporó la pesca solo de manera complementaria. Para ello utilizaron redes aunque no se
han encontrado evidencias del uso de canoas. Su hábitat se extendía desde el cabo San
Antonio en la costa atlántica de la provincia de Buenos Aires y las sierras Centrales
(Córdoba) incluyendo las orillas del Paraná- Rio de la Plata y la zona del río Carcarañá. La
mención a los adornos de oro indica que estos grupos intercambiaron productos de la caza.
Los chaná ocuparon la margen derecha del Paraná en lo que hoy son el sur de la
Provincia de Santa Fe y el nordeste de la Provincia de Buenos Aires desde Rosario hasta el
Rio Lujan. Vivían de la caza de nutrias, carpinchos y ciervos y de la pesca y para ello
utilizaron canoas monóxilas. Poco antes de la llegada de los españoles estuvieron sometidos
a un proceso de aculturación en su contacto con los guaraníes, lo cual se vio reflejado, entre
otros aspectos, en la adopción de numerosas palabras que incorporaron de aquellos.
Diversas fuentes los citan interactuando con los españoles durante los primeros tiempos de
la conquista siendo luego repartidos por Juan de Caray, como indios de servicio por Juan de
Garay, poco tiempo después de la fundación de Buenos Aires.

I7<i GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo E. (2002) La pequeña aldea. Sociedad y econom ía en Buenos Aires
(1580-1640). Bs. As. Editorial Biblos, pp. 32-35.
Los mbeguás se establecieron en la ribera izquierda del Paraná, ocupando el delta
entrerriano un poco más al norte que los guaraníes. No fueron muy numerosos y se
trasladaban hacia el interior y al sur cuando las crecientes impedían la vida a orillas del rio;
se desplazaron en canoas monóxilas y hay indicios de que habrían adoptado la agricultura.
Llevados a la tierra firme en la margen derecha del Paraná para empadronarlos, se
entremezclaron con los diversos grupos pampas o se mestizaron y fueron perdiendo su
identidad. La presencia de adornos de metal y ciertos tejidos de algodón descriptos por
algunos cronistas certifican que este grupo, como todos los del litoral, tenían frecuentes
contactos con los guaraníes y aun. aunque tal vez de manera indirecta, con las culturas
andinas.
Los guaraníes, también conocidos como "guaraní de las islas’' o "chandules". se
establecieron unos dos siglos antes de la llegada de los españoles en las islas al sur del río
Paraná Guazú y, posteriormente en la isla Martín García y las franjas ribereñas del Rio de
la Plata.
Vivían en comunidades relativamente estables que estaban integradas hasta por unos
cuatrocientos individuos. Su régimen de subsistencia se basó en una agricultura incipiente,
mediante la apertura de campos a través del sistema de roza y quema y, la caza y la pesca.
Sin embargo, para evitar el agotamiento de los recursos en la zona explotada, debían
desplazarse por las diferentes islas a través de sus canoas monóxilas.
Tuvieron un ascendiente cultural sobre las demás etnias vecinas que se expresó en la
utilización de palabras de su lengua para comunicarse entre sí. Posteriormente, durante la
ocupación española, ejerció una clara influencia en la visión que se hicieron los propios
conquistadores españoles que utilizaron intérpretes guaraníes en sus expediciones,
transmitiendo en su traducción la forma en que veían al mundo y a los otros grupos.
Los guaraníes fueron quienes mantuvieron un mayor grado de conflictividad con los
demás grupos indígenas vecinos debido a su instalación tardía en el Delta. Tal circunstancia
probablemente fue el motivo que los llevó a pelear por un espacio que ya estaba habitado
generando una mayor densidad demográfica en la región y una competencia por los
territorios de pesca y las áreas productivas.

120
La llegada de los españoles a la región representó una nueva amenaza para los
intereses de las comunidades guaraníes de las islas, razón por la cual se vieron obligadas a
hacer un frente común con otras etnias para enfrentar al invasor. Luego de un siglo de
enfrentamientos, muchos indígenas murieron en combate o por las nuevas condiciones
culturales a las que se vieron sometidos y otros se refugiaron en regiones inaccesibles, fuera
del alcance del conquistador, de manera que para finales del XVII el Delta se había
convertido en un espacio prácticamente sin pobladores guaraníes. Esta fue la situación
como encontró Francisco Javier Muñiz a las islas del Delta inferior en su reconocimiento de
1818.177

C uadro 5
Etnias indígenas con diferentes grados de vinculación con el área del Delta

Etnia Ubicación geográfica Organización económica Tecnología fluvial

Queraní llanura pampeana caza-pesca-recolección redes

Chaná ribera derecha del Paraná caza-pesca canoa monóxila

Mbeguá ribera izquierda del Paraná caza-pesca-agricultura canoa monóxila

Guaraní delta del Paraná caza-pesca-agricultura canoa monóxila

Fuente: Elaboración del autor en base a González Lebrero, R. (2002)

4.2. La conquista española y la desestructuración de la organización indígena

La llegada de los españoles impuso un nuevo modelo de organización social y


económica, generando un proceso sostenido de deculturización que tuvo graves
consecuencias en el modo de vida indígena. Estos cambios provocaron en menos de dos
siglos el quiebre de la estructura demográfica que llevó a la desaparición de buena parte de
la población nativa de la región, como lo demuestran los estudios de arqueología histórica y
forense realizados en las dos últimas décadas. Los mismos permitieron dimensionar el

ir> Ob.cit. González Lebrero pp. 25-35.

121
alcance del impacto biológico y cultural de la conquista hispana y los desequilibrios que
produjo sobre los pobladores indígenas en la región. Entre los trabajos realizados cabe
mencionar los llevados adelante por Alicia Tapia, quien ha destacado las consecuencias
producidas por la instalación de los primeros asentamientos coloniales -las suertes de
estancia cercanas a las riberas del Paraná- que al fragmentar la movilidad de los grupos
indígenas, impidió el acceso a los variados recursos costeros en los que se apoyaba su
subsistencia. A su vez, la imposibilidad de elaborar formas de subsistencia alternativas ante
la alteración generada en el ambiente por las nuevas formas de apropiación y
aprovechamiento de la tierra, habría conducido a una creciente dependencia de los recursos
que proporcionaban los europeos y a una profunda crisis cultural provocado tal
desequilibrio que actuaron en el proceso de extinción de gran número de aborígenes hacia
el final del siglo XVII y principios del siguiente.1'8

Otro de los factores de desequilibrio de las sociedades indígenas fue su relocalización


en reducciones; con ello se trató de impedir su dispersión geográfica para garantizar la
utilización de su fuerza de trabajo. Ello produjo una desestructuración en el modo en que
estaba concebida su organización social.179

Estos cambios tuvieron consecuencias culturales profundas en la vida de las distintas


parcialidades indígenas ya que, como advierte Wilde, la vida en las reducciones facilitó los
contactos interétnicos, dentro y fuera de las mismas, permitiendo “romper con las fronteras
entre el espacio interno y el espacio externo misional" dando un sentido móvil de
espacialidad. Esta permeabilidad social y cultural en las fronteras fue promovida por las
deserciones originadas por las duras condiciones de vida y se desenvolvió en un amplio
espacio territorial que permitió complejas interacciones tanto con españoles como con otros
grupos indígenas.I8|>*180

I78
TAPIA, Alicia Haydée (2002), Indicadores biológicos y culturales de la conquista en la desembocadura
del río Paraná (siglos XVH y XVIU), Bs. As., Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXVII,
pp.357-364-365.
GONZALEZ LEBRERO, Ob.cit. p. 52.
180 WILDE, Guillermo (2011) , « De las crónicas jesuíticas a las “etnografías estatales”: realidades y
ficciones del orden misional en las fronteras ibéricas », Nuevo Mundo Mundos Nuevos (En ligne], Débats.

122
En ese contexto, el Delta del Paraná se presenta como parte de aquella espacial ¡dad
fronteriza, territorio común objeto de disputas indígenas en tiempos prehispánicos y, luego
también, por los conquistadores y colonizadores españoles. Mientras se afianza el proceso
de ocupación hispano-criolla mediante el establecimiento de reducciones, capillas y
poblados establecidos a ambas márgenes del Paraná, la presencia, otrora dominante, de las
parcialidades nativas va desapareciendo. De estas modalidades de colonización europea dan
cuenta las reducciones, los oratorios particulares, capillas y algunos poblados ubicados en
una y otra banda del Paraná.

De este modo, el Delta irá cobrando una nueva dimensión de frontera como ruta
predilecta para el funcionamiento de circuitos formales e ¡legales de intercambio y, a partir
del siglo XIX, será una zona de refugio de perseguidos por la justicia y de marginales, tema
que desarrollaremos en el punto respectivo del presente capítulo.

4.3. Los pobladores durante el período hispano-criollo


Hemos encontrado muy pocas constancias documentales sobre eventuales pobladores
europeos en forma permanente en las islas durante los primeros tiempos que siguieron a la
ocupación del territorio rioplatense. Las referencias que se remontan al siglo XVII son
fragmentarias y nos hablan del otorgamiento de algunas mercedes reales, que si bien tenían
como contraprestación la obligación de ser pobladas, no han quedado constancias
fehacientes al respecto.
Muñiz refiere en sus Noticias sobre las islas del Paraná, que los jesuítas estuvieron
entre los primeros europeos que ocuparon las islas con carácter permanente. Al parecer,
realizaron en ellas algunas construcciones y llevaron adelante tareas agropecuarias y
plantación de frutales: “dos leguas más hacia el Miní se ven las reliquias del
establecimiento de los jesuítas, que consisten en restos de tapiales; y cerca ellos se hallan
cidra real (citrus medica o toronjo), membrillos, cañas de castilla y otra clase de

mis en ligne le 30 novembre 2011, consulté le 3 1 août 2014. URL : http://nuevomundo.revues.org/62238 ;


DOI : 10.4000/nuevomundo.62238

123
duraznos".'*' Probablemente se trate de las islas que actualmente pertenecen al actual
Partido de Zarate dado que aquellos religiosos tuvieron allí un latifundio conocido como
estancia de Las Palmas o de Areco.
Por su parte, Carlos Mayo, documentó la presencia permanente de los betlemitas en las
islas del Paraná.1811821834A poco de establecerse dicha orden en Buenos Aires (junio de 1748),
obtuvieron autorización para poblar una isla del Paraná por merced que realizó el teniente
general y juez de tierras baldías Florencio Antonio Mosquera, en octubre de 1749, ubicada
sobre "el rio de las Carabelas tirando el Paraná arriba... como de 18 leguas poco más o
menos de largo que hay del Paraná de las Palmas al Paraná Guazú 1*'
En aquellas tierras los religiosos criaron ganado vacuno y equino y realizaron
plantaciones de frutales y cultivos pero que "habiendo acaecido la fatalidad de una
avenida del que en parte la inundo por cuya causa retiraron aquella hacienda... quedando
porción de ganado vacuno y otros animales que escaparon"
Hacia 1760, luego de aquella catastrófica inundación, Francisco Álvarez Campana,
que poco antes había adquirido tierras en una rinconada sobre la Cañada de la Cruz y el
Paraná de las Palmas, intentó comprarles a los sacerdotes aquellas tierras que estaban
ubicadas frente a su puerto.185*
En lo que es hoy el Delta entrerriano, encontramos otro documento sobre otras
adjudicaciones a finales del siglo XVIII en la isla del Pillo, aunque desconocemos si la
misma fue ocupada. I8<>

181 MUÑIZ. F. ob. cit., p 20.


18° MAYO, Carlos Alberto (1992) Los betlemitas en Buenos Aires: convento, economía y sociedad (1748-
1822), Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla, 275 páginas.- La presencia de estos religiosos en la zona es
recordada en la toponimia lugareña, al designarse a uno de los meandros del Paraná de las Palmas con el
nombre de la Vuelta de los Barbones (km 112,4/121,3), asi llamados por su costumbre de usar barbas
voluminosas.
183 AGN. RE l-l 759-f.505v. 18 de octubre de 1760.
184 Ob. cit.
185 Alvarez Campana ofreció dieciséis mil pesos por el derecho de todo el ganado “desde el arroyo de las
Carabelas que es el que la divide, siguiendo el rumbo al Nordoeste hasta donde se divide los paranaes el
Guazú del de las Palmas que son los dt)s que circunvalan dicha isla (cuya ) merced está en trámite ”, en:
AGN-REI 1759-60 ÍM55 de fecha I I de agosto de 1760.
,8Í’ AHPER. Fondo de Gobierno. Serie VIII, 1778-1897. Tierras-Gobierno VIII, Carpeta 11. legajo 2, Suprema
Corte Nacional. Autos seguidos entre Antonio Mareehal y la Provincia de Entre Ríos. Isla del Ceibal,
correspondiente a la isla del Pillo denunciada por D. Joaquín Otaño como de propiedad fiscal.

124
Durante el período ¡ndependentista las solicitudes de mercedes de tierras de islas
continuaron siendo más bien discretas. Hemos hallado una, formulada en 1818 ante el
Cabildo de Buenos Aires por el ciudadano francés Matías Dupin, quien pretendía un terreno
de chacra sobre la costa del arroyo Paycarabí. En su resolución el cuerpo capitular dejó
expresado su parecer en cuanto a la importancia que daba a estos terrenos en los siguientes
términos: “que distribuidos estos preciosos terrenos entre los más activos y laboriosos con
una igualdad savia". 187
Por lo dicho hasta ahora, podemos establecer que hubo un interés temprano por la
posesión de las islas, especialmente por los religiosos citados, quienes estuvieron entre los
primeros en establecerse de modo permanente levantando construcciones, realizando
plantaciones de frutales y cultivos, apacentando ganado y explotando sus montes. Sin
embargo, ha sido difícil establecer quienes efectivamente las ocuparon de modo
permanente teniendo presente, especialmente, el efecto desmoralizador que ejercieron las
inundaciones extraordinarias.
El crecimiento económico que experimentó el área rioplatense durante el siglo XVIII,
centrado en la expansión ganadera y el tráfico atlántico, permitió poner en movimiento las
pequeñas economías locales y el tráfico de cabotaje a pequeña escala. Esta situación fue
acompañada por un aumento significativo de la población en la ciudades de Santa Fe y
Buenos Aires y su campaña, originada por movimientos migratorios internos provenientes
de distintas regiones del virreinato, atraídos por el aumento en la demanda de trabajo.188
Este proceso, que prosiguió durante el siglo XIX, involucró de manera particular al
Delta a través de la explotación de sus recursos y de su poblamiento, sin que ello
comportara un régimen de tenencia de la tierra, del que luego nos ocuparemos in extenso.
En cuanto a la relación establecida entre pobladores y el Delta en aquella época, según
nuestra mirada, tiene su punto de partida en los residentes rurales próximos a las riberas del
Paraná, quienes aprovechando los recursos de aquel ecosistema, no tuvieron necesidad de
habitar las islas de modo permanente. Acudían con regularidad a ellas con el propósito de

187 AGN, Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires (1931), sesión del 24 de noviembre de 1818 y 27
de abril de 1819. Serie IV, Tomo 8, Títulos LXXIX a LXXXIII, 1818-1819, Bs. As., Kraft.
188 SUAREZ, Teresa y Tomay, María Laura (2003) “Población, vecinos y frontera rioplatense. Santa Fe a
fines del siglo XVIII, en: Anuario de Estudios americanos, tomo LX, N° 2 pp.52l -555.

125
proveerse de ciertos recursos, ya bien para satisfacer sus necesidades domésticas o con
finalidades mercantiles. Esta característica transformó a algunas zonas del Delta en una
suerte de prolongación “de hecho” del territorio rural al extender las explotaciones
económicas tradicionales a otras modalidades de carácter extractivas.
La proximidad y facilidad de acceso a los recursos del Delta pudo, entonces, haber
alentado a pobladores, que eran básicamente pequeños pastores y labradores de medio
tiempo, a una complementación y reorientación de labores. Esto surge a través del análisis
de dos fuentes documentales que hemos utilizado: los padrones y las testamentarias del
siglo XVIII. Así, por ejemplo, en el padrón levantado en 1726 en el Pago de la Costa (San
Isidro) encontramos registrado el caso de Bárbara Casco de Mendoza, titular de una unidad
censal, quien era poseedora de una chacra. Al parecer las actividades productivas de la
pequeña propiedad no eran suficiente para el mantenimiento familiar puesto sus seis hijos
trabajaban, “tres en la otra banda en faena propia y tres en el monte, en fa e n a ”', en otros
ejemplos encontrados en el padrón de 1744 correspondiente también a vecinos de la costa
del Paraná, las actividades vinculadas con las islas debían resultar atractivas, como en los
casos del capitán Don Mateo Herrera, quien era un modesto labrador con tierras propias,
complementaba su economía familiar de crianza de “ganados mayores y menores" con la
de extracción de “ maderas de las islas”; por su parte Lázaro Henríquez, del mismo pago,
vivía de "sembrar mucho trigo” y maíz, criar su ganado vacuno y yeguas y de "sacar
cantidades de maderas de las Y s l a s otros, en cambio, como Tomás Salguero, integraban
su economía familiar, viviendo de "pescar pescado a la caña, andar con una carreta
traficando y cuidar algunos animales", o, el caso de Lorenzo Ramallo quien lograba su
sustento de "conchabarse y pescar pejerreyes”; o, como Pascual Ponce, quien trabajaba, al
parecer, con dedicación plena en el sacando maderas de las islas “sin tener otro trajín ". I8y
Naturalmente, esta relación con las islas y el río estaba trazada por la presencia de
pequeñas embarcaciones que figuran entre los bienes declarados por los pobladores rurales
de la campaña nordbonaerense y del sur santafesino. Así, por ejemplo en el padrón del189

189 MINISTERIO DE EDUCACIÓN. Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofìa y Letras.


Publicaciones del Instituto de Investigaciones Históricas (1955), Documentos para la Historia Argentina.
Padrones de la ciudad y campaña de Buenos Aires ( 1726-1810)., Bs. As., Peuser, Tomo X, pp.526 y ss.

126
Pago de los Arroyos de 1738, encontramos a un grupo de individuos, en su mayoría
labradores, como poseedores de canoas. Algunos de ellos ocupaban una posición
económica de cierta relevancia, como es el caso del capitán Juan de Meló, quien era titular
de una chacra y de una tahona; en cambio otros, como el soldado Juan de Acosta, quien se
declaraba propietario solo de una canoa, era sin dudas un individuo pobre. 19019
Asimismo, en un relevamiento que hemos realizado de nueve testamentarias de
vecinos del Pago de la Pesquería correspondientes al último tercio del siglo XVIII, pudimos
constatar que al menos en una de ellas, la que correspondió a Pablo Zárate, -quien era un
próspero labrador al momento de fallecer en 1770- figuraba entre sus bienes, además de
400 varas de tierra y tres esclavos, “una canoa inservible tasada en ocho pesos”. 1,1 En
otro caso, como el de Ventura Carrasquedo, aunque no se refiere en forma directa, podría
haber sido poseedor de una pequeña embarcación, ya que se hallaba “ausente en los
Paranaes” al momento en que se hizo inventario de los bienes dejados por la muerte de su
padre, en 1795.192
Estos indicios son por demás significativos porque lo que nos están mostrando es la
existencia de un vínculo mucho más fluido del que se pensaba entre los pobladores de las
riberas de la tierra continental (campaña) y el Delta, percibido por unos pocos trabajos
historiográficos sobre la región. Si nos detenemos en el caso del ya referido labrador Pablo
Zárate, cuya subsistencia familiar giraba en torno a la producción de la propiedad que
poseía, constituida por 400 varas de frente sobre el Paraná de las Palmas, cabría
preguntarnos ¿qué necesidades domésticas movieron a este vecino reputado como
%
“hacendado” para utilizar un bote como parte de sus actividades regulares?. Al menos,
podemos imaginarnos que podría tratarse del conjunto de recursos extraíbles del río y de las
islas, ya citados, como maderas de sauce, para fabricación y reparación de las estructuras de
ranchos y corrales; juncos y cañas para la techumbre y paredes de las viviendas; maderas

190 Ob. cit., pp. 320 y 321.


191 AGN. Sala IX. Testamentarias de Gonzalo de Zárate (8821), Ramón Zárate (8821), Pablo Zárate (8821),
Pascual de Zárate (8412), Petrona Salinas (8412), María Josefa Zárate (8412), Joaquín Cabrera (5343),
Manuel Carrasquedo (5343) y AHPBA. Testamentaria de María Zárate (5-1-9-1).
192 AGN. Sala IX-5343. Testamentaria de Manuel Carrasquedo. Año 1795.

127
para leña y frutas, peces y animales de caza que permitirían con ello enriquecer la dieta
familiar de todos los días.
Un segundo modo de vinculación con el Delta estuvo referido al grupo de individuos
que sin posibilidad de acceso legal a la tierra, se establecieron en áreas marginales
constituidas por los bajíos ribereños, que formaban parte de las tierras de uso común.
En efecto, estos pobladores pobres utilizaron la estrategia del **arranchamiento,’, es
decir la de establecerse levantando rancho, para lograr la vecindad y los beneficios que
conllevaba ésta, encontrando en las actividades vinculadas al tráfico lluvial o en la
explotación de los recursos económicos de las islas una fuente de ingresos alternativos para
el mantenimiento familiar. Sobre este tema volveremos al ocuparnos de los derechos de
propiedad y el acceso a los recursos.
Estas relaciones y el aumento en la demanda de bienes de la región, tal vez. expliquen
por qué razón hacia la primera mitad del siglo XIX los vínculos entre los pobladores rurales
ribereños y las islas se hicieran más intensos, de manera tal que ocupaciones como las de
montaraz (leñador), tuvieron cada vez mayor presencia dentro de las diversas actividades
que registraban los padrones de la época. Así por ejemplo en el padrón de la Cañada de la
Cruz (1813), pago que por entonces comprendía los puertos de los Rincones de Zárate y de
Campana, la extracción de maderas se encontraba dentro de las tres primeras ocupaciones
realizadas, detrás de la labranza y el peonazgo. Aunque su número es muy inferior al de las
otras dos actividades, los montaraces pasaron a ocupar un grupo destacado, especialmente
si se tiene en cuenta que las cifras y porcentajes, que se exhiben en el cuadro número 5. son
relativas, al no poder distinguirse entre los pobladores de las riberas, donde se concentraron
aquellos que realizaban las faenas en las islas, y los del interior del pago, dedicados
mayoritariamente a la labranza y el pastoreo. |,J’

AGN. Sala X-7-2-4-. Padrón de Cañada de la Cruz, añol 8 13.


C uadro N° 6.
Distribución de las principales ocupaciones económicas de la población en el Partido
de C añada de la C ruz, año 1813.

Actividad Cantidad
Labradores 348
Peones 179
Montaraces 22
Pulperos 13
Jornaleros 12
Hacendados 10
Zapateros 10

Fuente: Elaboración del autor a partir del Padrón de Cañada de la Cruz, 1813.

4.4. Procedencia geográfica y étnica


El río Paraná fue una excelente vía de comunicación que facilitó las migraciones
internas desde el Litoral. Muchos de estos desplazamientos tuvieron un carácter temporal
que se vinculaban a la demanda de mano de obra estacional. Al respecto, Djenderedjian,
sostiene que "estas migraciones temporarias podían transformarse en definitivas, sobre
todo si el interesado lograba afincarse en la tierra de su elección y construía allí una
familia y un patrimonio. "I94
En cuanto a la procedencia geográfica de los individuos que desarrollaron distintas
actividades, en pagos como en el de la Costa, próximo al puerto de Las Conchas, de gran
importancia para el comercio de cabotaje con el Paraguay, encontramos durante el siglo
XVIII gran cantidad de migrantes provenientes del Litoral; en general se trataban de
hombres jóvenes “españoles, correntinos y paraguayos" que realizaban tareas como
leñadores que en la mayoría de los casos, probablemente, fue resultado de una tradición
cultural adquirida en sus lugares de origen. En el padrón del citado pago, encontramos los
casos de varios poseedores de chacra, como Estevan Santos, quien se retiraba al "monte en
faena” donde estaban "sinco españoles...que son del Paraguai", Miguel Sánchez con “su

DJENDEREDJIAN, J„ La agricultura pampeana, ob.cit, pp. 76-77.

129
faena en el monté" contaba “entre sus peones dos españoles de Paraguai”, o en la
anteriormente citada Doña Bárbara Casco de Mendoza que tenía entre sus peones tres
"paraguaios españoles que no sabe dha. Señora si son casados o solteros". Otros, como el
santafesino Tomás Salguero, vivía en tierras ajenas con esposa, suegra y cuñada
correntinas y “una moza agregada “ también de Corrientes y casada con un correntino
ausente. 195
Durante las primeras décadas del siglo XIX este flujo migratorio continuó activo,
haciéndose visible en distintos pagos ribereños, como está reflejado en los casos de San
Femando -en cuyo padrón de 1815 trabajó María Selva Señor- y Cañada de la Cruz, cuyo
padrón levantado en 1813 presentamos aquí. Respecto al primero de los casos, la citada
autora pudo establecer que en San Fernando el peso de la migración es notable, ya que el 35
por ciento de la población no era nativa del lugar. Asimismo, en cuanto al tipo de
ocupaciones desarrolladas, aparecen los montaraces en segundo lugar ocupacional con 56
unidades censales, apenas por detrás de los labradores con 59 unidades. Por otra parte el
66,1% de aquellos eran migrantes y utilizaban la fuerza de trabajo de su grupo familiar.*196
Esto nos habla de la importancia que tuvieron los leñadores en el Delta más próximo a la
ciudad de Buenos Aires.
Con respecto a Cañada de la Cruz, que por entonces era un extenso partido ribereño al
Paraná, podemos señalar, en primer lugar, que la mayoría de sus actividades económicas,
con excepción de la labranza, eran desempeñadas en más de un 50 por ciento promedio, por
individuos que no eran naturales del lugar; esto nos habla del alto grado de movilidad
geográfica existente; en segundo lugar, una buena parte de los montaraces o leñadores -
actividad vinculada con el espacio ribereño e insular-, procedían del Paraguay en una
cantidad de 6 individuos sobre un total de 22. (ver cuadro N° 7) lo cual nos habla que más
de un cuarto del total de individuos dedicados a esta actividad, procedían de una región
fuertemente vinculada a la tradición hachera. Por último, cabe preguntarse si aquellos
montaraces empadronados como nativos de Cañada de la Cruz, en realidad pudieron haber

1,5 PUBLICACIONES., ob. cit. pp. 526. 529. 530, 531 y 544.
196 SEÑOR. María S. ( 1998) “Trabajo. familia y migraciones: San Fernando 1815” en Anuario / :E:H:S .. 13,
p 247-262.

130
sido vecinos del Rincón de Zárate como descendientes, en primera o segunda generación,
de individuos procedentes de Corrientes y el Paraguay, y poseedores de la misma tradición
laboral que habíamos señalado

Cuadro N° 7
Padrón de Cañada de la Cruz: Procedencia geográfica de los individuos de acuerdo a
la actividad desarrollada

Procedencia
Actividad Ca. De la Buenos 1 Total
Cruz Areco Aires San Isidro Paraguay Otros
Labradores 241 37 12 11 0 47 348
Peones 87 9 0 0 10 73 179
Montaraces 8 0 0 0 6 8 22
Pulperos 8 0 0 0 0 5 13
Jornaleros 5 4 0 0 0 3 12
Hacendados 4 1 2 0 0 3 10
Zapateros 3 0 3 0 0 4 10

Fuente: Elaboración del autor a partir del Padrón de la Cañada de la Cruz (1813)

Probablemente, una proporción de los desplazamientos geográficos ha estado


vinculada al proceso de la llamada emigración y dispersión guaraní, originada en las fugas
que protagonizaron desde las reducciones de pueblos y que se acentuaron después de la
expulsión de los jesuítas. Los destinos elegidos fueron los montes y “las ciudades de
Buenos Aires, Montevideo, Santa Fe, Asunción, Corrientes y varias localidades de Entre
Ríos y a las úreas rurales donde les era más fá cil pasar desapercibidos 197
Wilde observa que el aumento de la opresión económica dentro de los pueblos y el
decaimiento de la vida ceremonial probablemente llevaron a los guaraníes “a ver la vida en
la campaña como un ámbito de “libertad” en el manejo del tiempo, las relaciones sociales
y el movimiento de un sitio a otro". Asimismo, el citado autor refiere el comentario de
Francisco de Doblas, un militar de destacada actuación en la provincia de Entre Ríos
durante las primeras décadas del siglo XIX, quien indicaba “que los guaraníes eran

|l,' WILDE, Guillermo (2009), Religión y poder en ¡as misiones guaraníes. Bs. As., SB., pp. 276 y 277.

131
ocupados en todas partes pagándoseles jornal y que eran valorados como muy buenos
peones " de manera que “en una ciudad como Buenos Aires y otras de españoles se los
z u 198
prefería antes que a peones de otros orígenes .
Rastrear la presencia de este grupo étnico entre los pueblos ribereños del Delta medio e
inferior excede el marco de nuestro trabajo; sí, en cambio, podemos tener una idea
aproximada sobre la participación de indios y pardos libres dentro de la fuerza de trabajo en
partidos como Cañada de la Cruz (1813) y San Femando (1815) que hemos elegido para
nuestro muestreo. En el padrón del primer pago, por ejemplo, es observable que sobre un
total de 189 peones. 63. es decir el 33,33 por ciento correspondía a indios y pardos libres;
este porcentaje llegaba a un 13,63 por ciento entre los montaraces y a un 6.32 por ciento
entre los labradores (ver cuadro 8)

Cuadro N° 8
Padrón de Cañada de la Cruz: Pertenencia étnica de los principales grupos
ocupacionales

Actividad Españoles indios pardos libres

Labradores 326 5 17

Peones 126 31 32

Montaraces 19 2 1

Fuente: Elaboración del autor a partir del Patrón de Cañada de la Cruz ( 1813)

Como se puede apreciar en el cuadro citado, existe un predominio de pobladores de


origen hispano-criollo clasificados como “españoles” que encabezaron las principales
actividades del pago, mientras que en un número muy inferior se encuentran los gmpos
étnicos de pardos e indígenas.
Con respecto al origen étnico de los montaraces, si nos remitimos al padrón de San
Fernando de 1815, sobre un total de 105 individuos, 70 de ellos (66.66 por ciento) eran
españoles. 25. eran indígenas y 10. pardos y mulatos. (Ver cuadro N° 8) De ellos, cabe198

198 Ob. cit. p. 279.

132
aclarar que la totalidad de la mano de obra indígena existente en aquel pago, se inclinó por
aquella actividad, probablemente por contar con una tradición que lo vinculaban a aquellas
faenas, dado que muchos de ellos procedían tanto del Paraguay y las Misiones como de San
Fernando y Las Conchas.(ver cuadro N° 9) Todo hace pensar que buena parte de la
población indígena existente en los puertos de San Femando y Las Conchas tenía su origen
en migrantes guaraníes que se establecieron en aquella zona, especialmente desde la
segunda mitad del siglo XVIII. tal como lo observa Wilde en su trabajo, ya citado.

C uadro N° 9
Pertenencia étnica de m ontaraces

G rupo Étnico Individuos


Españoles 70

Indios 25

Pardos y mulatos 10
Total 105

Fuente: Elaboración del autor en base al Padrón de San Fernando (1815)

En efecto, como se aprecia en el cuadro precedente, los individuos clasificados como


indígenas constituyen en San Fernando, un número significativo dentro de los leñadores,
vinculados, probablemente, a una vieja tradición laboral originada en las densas áreas
boscosas del Paraguay y Misiones, que pudo con posterioridad ser desarrollada en las islas
del Delta inferior, cercanas a aquel Partido bonaerense, tal como se aprecia en el cuadro
siguiente.

133
Cuadro N° 10
Padrón de San Fernando (1815): Procedencia geográfica indígena

Procedencia Individuos

Paraguay/Misiones 13

San Fernando/Conchas 8

Santiago 4

Total 25

Fuente: Elaboración del autor en base al Padrón de San Fernando (1815)

La información proporcionada por estos padrones nos habla de una movilidad


geográfica de importancia a lo largo del período colonial y durante los primeros años que
siguieron a la revolución, que tuvo como eje de comunicación privilegiada la ruta fluvial
del Paraná, que vinculó comercial y socialmente al Litoral con el espacio bonaerense.

4.5. Los pobladores de las islas se hacen visibles. Un análisis de padrones y censos.
La explotación de los recursos naturales del Delta permitió que una proporción cada vez
más creciente de pobladores ribereños pudieran sustentarse de aquellas actividades. Estos
pobladores de las islas fueron alcanzando visibilidad en las fuentes históricas durante las
primeras décadas del siglo XIX en diversos partidos bonaerenses y santafesinos, cuando los
incorporaron dentro de los padrones en nuevas categorías ocupacionales. Así aparecieron
en los padrones levantados en 1815 en los Partidos de Rosario, Arroyo del Medio, Arroyo
Seco, Arroyo Pabón, San Nicolás, San Pedro, categorías como “islero” e “islero libre”
mientras que en San Fernando persistió la antigua denominación de montaraz que resulta
un tanto ambigua, dado que una proporción de ellos podrían ser isleños propiamente dicho
(ver cuadro número 11).199

199 AGN. Sala X- 8-10-4.

134
C uadro N° 11
Presencia de isleños en los padrones de 1813 y 1815

Partidos isleños m ontaraces Hombres Total de habitantes

Rosario 5 327 763

Arroyo del Medio i 335 682

Arroyo Seco i 209 526

Arroyo Pabón 4 687 1451

San Pedro 13 8 1712

San Nicolás 83

San Fernando 105 2402

Cañada de la Cruz 22

Fuente: Elaboración del autor en base a los Padrones de 1813 (Cañada de la Cruz) y 1815 para los
restantes partidos.

En lo que se refiere al Partido de San Nicolás, Mariana Cañedo, al analizar el padrón


de 1815 encontró que entre los isleños había un alto porcentaje de naturales del lugar
siendo, además, el único grupo dentro de las diversas categorías ocupacionales estudiadas
conformado exclusivamente por hombres.2nu
La inclusión en los padrones levantados durante la primera década revolucionaria junto
con otras medidas como, por ejemplo, el primer relevamiento geográfico oficial llevado a
cabo por Muñiz, nos sugiere la ¡dea de que las islas del Delta del Paraná estaban siendo
objeto de atención del Estado en virtud de su importancia como proveedora de recursos y
por su posición estratégica. No es casual que tiempo después se intentara reglamentar la
explotación de aquellos y la posesión de tierras en las islas, quedando su control en manos
de los jueces de paz. 20201 Un ejemplo de lo afirmado nos lo ofrece Baradero donde a
mediados del siglo XIX se había instalado una colonia de origen suizo; parte de sus

200 CAÑEDO, Mariana, Ob.cit. p. 174


201 REGISTRO OFICIAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, Libro 35, año 1856, decreto del 23dc
julio de 1856.

135
integrantes comenzaron a ocupar terrenos de islas para la agricultura, solicitando su
posesión a las autoridades en 1858.202 Este proceso de colonización del Delta fue señalado
por Schmit para el caso de Entre R íos.203
La presencia de colonos en las islas también se advierte en el primer censo nacional de
población ( 1869) donde se registró el prim er recuento de la población de islas separada
de la urbana y rural y con ello, el reconocimiento conceptual de una región con
características distintivas. Así se constata en los Partidos de Zárate y San Fernando en los
que se incluyó las categorías '‘población de las islas” y “sección las islas de San
Fernando” respectivamente. En el caso del Partido de Las Conchas aparece el rótulo
“Sección islas. C orresponde a población ru ral”. Probablemente, esta asimilación de los
habitantes de las islas como pobladores rurales se haya debido a que la mayoría de ellos
eran labradores.
Analizando estos Partidos encontramos, por ejemplo, que en el caso de Zárate sobre un
total de 3764 individuos, 1543 correspondieron a la población urbana, 2191 a la población
rural y tan solo 18 a la insular. Es de destacar que esta comunidad ribereña tenía por aquella
época una importante diversificación de actividades, y algunas de ellas, como la
practicaban los montaraces y pescadores estaban vinculadas directamente al Delta
Pero, como ya se dijo anteriormente, la novedad fue que, por primera vez, la población
de las islas apareció clasificada dentro de su propio espacio geográfico, sin confundirse con
las áreas urbana o rural. Entendemos que el dato no es menor, ya que ello está expresando
el reconocimiento de un espacio con identidad propia que va tomando visibilidad para el
Estado y la misma sociedad. Siguiendo con el análisis del censo de Zárate, encontramos
relevados en las islas dieciocho individuos de los cuales trece eran varones y cinco eran
mujeres. Aunque se trata de una cifra reducida, la información obtenida nos permite
observar que del total de residentes, la mayoría pertenecían a dos familias con hijos siendo

202 SALABERRY, Ignacio (2009) Brazos poderosos. Inmigración, agricultura y municipio en el Estado de
Buenos Aires: creación de la Colonia Suiza del Baradero, Bs. As., De los Cuatro Vientos Editorial, p.2l.
203 SCHMIT, Roberto (2009), “Los límites del progreso: expansión rural en los orígenes del capitalismo
rioplatense, en: BARSK.Y. Osvaldo (dir.) Historia del capitalismo agrario pampeano, Bs. As. UB. Siglo XXI,
tomo 5.

136
el total de menores de edad. Es decir que estamos en presencia de grupos familiares que nos
remite a un proceso colonizador, más que a ocupantes transitorios.
Otro indicio que nos muestra los cambios que se estaban operando en el Delta es la
presencia de extranjeros registrada por el censo de referencia. Así encontramos que sobre
un total de dieciocho individuos, siete eran naturales del Partido, tres procedían de Buenos
Aires, uno fue identificado como argentino, dos sin especificar y cinco eran extranjeros,
(ver cuadro N° 12) 204

Cuadro N° 12
Composición de la población insular del Partido de Zárate según nacionalidad, estado
civil y alfabetización (Censo 1869)

Patria N2 Casados Solteros Lee Escribe


Argentina 13 4 9 3 3
1
Banda Oriental 1 1 0 0
Suiza 2 1 1 2 2
Francia 1 - 1 1 1
Portugal 1 s/d s/d 0 0

Fuente: Elaboración del autor en base el Censo Nacional de Población, año 1869, Partido de Zárate.

En otro de los pueblos ribereños analizados, como es el caso de San Nicolás, aparecen
también un conjunto de actividades relacionadas con el Delta, como las de pescador,
barquero, practicante de los ríos, pero quizá lo más destacado es que la categorización de
“islero” quedó incluida dentro de la población urbana y rural, (ver cuadro N° 13)205

204 A.G.N. Censo Nacional de Población, año 1869. Provincia de Buenos Aires. Zona Norte- Zárate. 132.
205 AGN. Censo Nacional de Población 1869. Provincia de Buenos Aires-Zona Norte. San Nicolás 102-119-
120.
137
Cuadro N° 13
Composición de la población insular del Partido de San Nicolás según procedencia
geográfica, estado civil y alfabetización (Censo 1869)

Patria N9 Casado Soltero Lee Escribe


Buenos Aires 1 29 7 22 5 5
Santa Fe 1 1 0 0 0
Córdoba 3 3 0 0 0

Fuente: Elaboración del autor en base al Censo Nacional de Población del Partido de San Nicolás.
Año 1869.

En otros partidos, como el de Las Conchas, puede señalarse que a las tradicionales
actividades relacionadas con las islas, existieron colonos dedicadas a las tareas de labranza,
tal como aparecen en el censo de 1869. Esto constituye una verdadera novedad que se
vincula con la promoción que realizaban algunas personalidades de la época sobre las
bondades de aquel territorio. Tal es así, que para 1880 cuando Sastre realizó una nueva
edición del Tempe Argentino, agregó un comentario a pie de página en el que dejaba
reflejadas las transformaciones experimentadas en las islas: ‘‘Hoy se hallan ocupadas todas
las islas del bajo Delta y por un considerable número de hijos del país y de extranjeros que
han acudido de Buenos Aires y de los pueblos circunvecinos”. 206
Lo dicho está vinculado, asimismo, al proceso de privatización de las tierras
públicas que se estaba operando por entonces. Las islas, que formaban parte de aquellas,
comenzaron a ser adjudicadas mediante la expedición de títulos de propiedad, lo que alentó
el poblamiento permanente del Delta, especialmente con inmigrantes. Las posibilidades de
acceso a la propiedad de la tierra y la incorporación de nuevas explotaciones productivas en
base a los recursos naturales existentes fueron modificando las características sociales y
económicas del Delta en el último tercio del siglo XIX.

206
SASTRE, M. ob.cit. p. 85.
4.6. Los pobladores ocultos: bandoleros, desertores y resistencia social

Durante las guerras internas y externas que atravesaron la región rioplatense, los ríos
de su cuenca inferior se convirtieron en lugares inseguros debido a las acciones de corsarios
y piratas. La guerra contra el Brasil y los posteriores conflictos rioplatenses favorecieron la
inseguridad en la navegación por la región. Durante la guerra con Brasil, D'Orbigny, fue
testigo presencial de aquellas acciones dejando plasmado su relato de la siguiente manera:
"Me impresionó, al llegar, (San Nicolás) el gran número de navios que encontré; pero no
tardé en informarme que, por prudencia, se reunían para formar un convoy y defenderse
mutuamente de los piratas, los cuales, con patentes dobles del Brasil y Buenos Aires,
hacían alternativamente de corsarios de las dos naciones. Numerosos robos y navios
apresados motivaron esos temores ",2()7
Asimismo, durante la década de 1840 han sido bien conocidas las acciones de corso en
el Paraná y Uruguay llevadas adelante por José Garibaldi y sus legionarios al servicio del
gobierno de Montevideo.
En ese marco altamente conflictivo, algunas islas del Delta sirvieron de refugio de
bandoleros y desertores. Esa presencia marginal fue recogida por algunos viajeros que
recorrieron la región durante la primera mitad del siglo XIX; uno de ellos fue el inglés
William Mac Cann, quien en su libro Viaje a caballo por las provincias argentinas, relata
su azarosa travesía desde Gualeguay hasta Buenos Aires atravesando las islas del Delta a
finales de 1847. En uno de los párrafos de la citada obra el autor relata acerca de la
disyuntiva presentada referida a la elección de uno de los dos caminos que se le ofrecían
para llegar desde Gualeguay a Buenos Aires: ’’se me ofrecía una, por agua, hasta algún
punto cercano de la provincia de Buenos Aires; para seguir la otra ruta tenia que
procurarme un baqueano y atravesar lodos los arroyos, islas y ríos, que nos separaban de
la costa del Paraná, frente al Tonelero, lugar donde podría cruzar el rio en una balsa ". El
viaje por agua aparecía más largo pero seguro mientras que el otro camino se presentaba
"no sólo como muy peligroso, sino como irrealizable ” ya que “uno de los riesgos a que me
exponía era el de ser atacado por los desertores, que infestan ese distrito y roban siempre 207

207 D'ORBIGNY, ob.cit., tomo I, p.506.

139
que se Íes presenta la oportunidad. Pocos dias antes, una banda compuesta por siete de
ellos, había sido apresada y todos ejecutados de inmediato’'. Probablemente esta
circunstancia y el hecho de que el viaje por agua “significaba un molesto retardo de varios
d ias”, al final se decidió por atravesar las islas acompañado por “dos baquiano bien
armados y bien montados- como lo iba yo mismo-, ”208
El testimonio de Mac Cann resulta valioso porque, al parecer, tuvo información de
primera mano sobre la presencia de desertores devenidos en bandoleros; por otro lado, este
relato formará parte de la lista de textos que contribuirán a crear en el imaginario colectivo
la idea de un Delta como territorio marginal fuera del alcance del poder del Estado.
Este tema será retomado a su modo por el escritor entrerriano José S. Alvarez (Fray
Mocho), quien en su libro Viaje al país de los matreros describió la vida de aquellos
pobladores esquivos de la ley que se habían refugiado en las islas del Delta entrerriano.
El libro de Alvarez no solo recoge las experiencias de su misión como oficial mayor
del Ministerio de Marina por las islas del delta entrerriano y santafesino durante la década
de 1880 sino que además se nutre de las historias que circularon por entonces sobre los
bandoleros que habitaron las islas.
El abordaje de este tema nos lleva a considerar, previamente, algunas nociones sobre
Estado y criminalidad, ya que ambas están estrechamente vinculadas. Para ello, en este
trabajo, seguimos la definición de Estado formulada por Weber, que lo concibe como un
entramado de relaciones sociales de dominación institucionalizado en un poder separado de
la sociedad, que es coercitivo, aunque la dominación se traduzca como un sometimiento
voluntario a la norma.209
En esta dinámica, dentro del proceso de formación de las entidades estaduales
aparecieron resistencias de ciertos sectores de la población cuando éstos vieron vulnerados
lo que consideraban sus derechos basados en costumbres ancestrales que rigieron aún
después de caído el antiguo régimen.

208 MAC CANN, William (1985), Viaje a caballo p o r las provincias argentinas,. Bs. As., Hyspamérica, p.
266.
209 WEBER, Max (2005) Economía y sociedad. Esbozo de sociologia comprensiva, México, Fondo de
Cultura Económica, p. 1057.

140
Para nuestro caso, apelamos a lo que dice Yangilevich en cuanto a que parte de la
dinámica que atravesó el proceso de consolidación del Estado provincial bonaerense “se
reflejó en las definiciones en torno a la criminalidad” como "el producto de un proceso
histórico... ” en el cual “ciertas acciones que en un momento determinado fueron
calificadas como delitos o crímenes, en otros pudieron dejar de serlo o viceversa ”.210
De igual modo se pronuncia Gelman, quien afirma que algunos trabajos
historiográficos muestran que desde el siglo XVIII se observa una evolución en la
construcción de figuras delictivas asociadas a las familias pobres de labradores que eran
vistos como vagos que obstaculizan el crecimiento económico y son perseguidos como
criminales.2" En tal sentido resulta ilustrativo las apreciaciones del alcalde Provincial de la
Santa Hermandad Pedro Gallego, en 1804, a las que hicimos referencia oportunamente en
un capítulo anterior, cuando en busca de brazos para recolectar trigo, tildó de holgazanes a
los recolectores de fruta de las islas, que “prefieren una ocupación propia de gente
bagamunda”.212
Algunos otros ejemplos referidos a la criminalización de ciertas prácticas ocurridas en
Europa a finales del siglos XVIII y la primera mitad del siglo XIX nos pueden echar luz
para comprender lo que estaba sucediendo más o menos en la misma época en la región
rioplatense; recordemos que en Europa, a medida que avanzaba el sistema de propiedad
privada se prohibió la recolección que hacían los campesinos de los granos caídos durante
las cosechas y de la leña en los bosques comunales; como consecuencia de ello surgieron
formas de resistencia social que aparecieron como respuesta a la nueva concepción sobre
los derechos de propiedad que conllevaba el proceso de formación del Estado liberal, tema
al que nos referiremos con mayor profundidad en el capítulo siguiente.
Eric Hobsbawm fue uno de los primeros en entender el fenómeno del bandolerismo
social surgido como una forma “primitiva de protesta social organizada”, con el que se
identificaba la opinión local; en cambio, esas mismas acciones aparecieron como “criminal
ante los ojos del Estado o de los grupos rectores de la localidad". En esa tensión de

210 YANGILEVICH, Melina (2012), Estado y crim inalidad en la frontera sur de Buenos Aires (1850-1889),
Rosario, Prohistoria Ediciones, pp. 16 y 17.
211 GELMAN. p. 469
2,2 AGN.Ob cit.

141
intereses contrapuestos los sectores subalternos de la sociedad se manifestaban protegiendo
a los bandoleros contra la autoridad.21 ’
Esta percepción del historiador británico acerca de los fenómenos de protesta social
resulta de sumo interés para tratar de entender ciertas dinámicas sociales consideradas
criminales dentro del proceso histórico de poblamiento de las islas del Delta.
El sistema normativo fue el medio por el cual las autoridades y los sectores
dominantes rioplatenses no solo procuraron proveerse de mano de obra en un contexto de
escasez crónica sino como el medio más palmario de control social.
La emergencia revolucionaria y las guerras civiles ejercieron su influjo con la
movilización armada de la población masculina durante las primeras décadas del siglo XIX.
lo cual afectó profundamente la actividad de la población rural: por un lado, limitó su
disponibilidad para la época de cosecha y. por el otro, produjo un aumento en las
deserciones debido a los métodos de reclutamiento y a los rigores de la vida militar. Al
respecto, Fradkin, advirtió que la secuencia leva-evasión del servicio y deserción-
bandolerismo fue más que evidente, al menos para la opinión de los sectores dominantes.254
En ese sentido, la sanción de la ley Militar de 1822 y luego el sistema de reclutamiento
para la guerra con el Brasil endurecieron las condiciones del servicio miliciano, siendo uno
de los aspectos más sensibles de los cambios, la asimilación de las fuerzas milicianas a las
regulares. Ello significó la ruptura del vínculo establecido entre el vecino y el lugar donde
vivía, de modo que "muchos paisanos pasaron asi de ser vecinos y milicianos de su
partido a convertirse en destinados at contingente". Se cambiaban así las condiciones en
que los paisanos debían prestar el servicio dentro de su “unidad natural" modificando su
estatus social.21'
Esta situación repercutió de tal modo en la organización social de los pobladores
especialmente de la campaña que influyó tanto en el aumento significativo del número de
desertores como en la difusión del bandolerismo. Tal es así que a mediados de la década de

213
HOBSBAWM, Eric J. (2010) Rebeldes primitivos. Estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos
sociales en los siglos X IX y XX. Barcelona, Crítica, biblioteca de bolsillo, p.30.
214
FRADKIN, Raúl (2006) La historia de una montonera. Bandolerismo y caudillismo en Buenos Aires,
1826, Bs. As. Siglo XXI editores, p. 124.
2,5 Ob. cit. p. 136.

142
1820 se habían formado gavillas en distintas zonas de la provincia, alarmando al jefe de la
policía quien, en julio de 1826 se quejaba de estar "toda inundada de desertores y que ellos
mismos forman gavillas de ladrones y asesinos *»216
Los puntos de concentración de estos individuos marginados se encontraban en los
montes del Tordillo y las islas del Paraná. *217
Por su ubicación -el corazón de las tensiones rioplatenses por donde transitaban los
ejércitos- las islas del Delta del Paraná ofrecieron a los eventuales desertores-salteadores
diversas ventajas: el fácil acceso para ocultarse y las grandes dificultades para su detención:
asimismo, ponían a disposición una serie de recursos que permitían la subsistencia. Esta
situación convirtió a las islas en el refugio preferido para quienes evadían la ley, tal como
lo señalaba, en enero de 1841, el juez de paz de San Fernando en un informe en el que
decía “que hay mucha gente desertara en las islas ”.218219
Muchos de los desertores se convirtieron, a su vez, en bandoleros cuyas acciones
criminales comprendían el cuatrerismo y la piratería y, en ocasiones, una combinación de
ambas. La evidencia documental de la que disponemos respecto a ellas es abundante,
especialmente en la década de 1840. Entre los numerosos casos se encuentra el de Valentín
Basualdo, quien era un desertor "que se fue a las islas y que de las islas salió al Rosario ”.
Luego se amparó en la casa de un cuñado para finalmente ser apresado por el teniente de
alcalde de San Nicolás, en diciembre de 1842, en ocasión de haberse llegado hasta aquel
pueblo.:iy
Otro de los casos que ilustran el itinerario recorrido por los desertores es el de un joven
nicoleño, de veintidós años, quien luego de ser aprehendido por el Juez de Paz de aquel
partido fue remitido a Santos Lugares, donde fue interrogado. De su testimonio surgió que
se trataba de un desertor reincidente. Cuando tenía dieciséis años de edad había sido
incorporado a la Compañía de Infantería de línea de la que desertó después de haber estado
sirviendo año y medio. Permaneció preso dos o tres meses hasta que fue remitido por el
juez de Capilla del Señor al batallón al que pertenecía. Sin embargo, poco duró su nuevo

210 FRADKIN, R. La historia de ... ob.cit., p. 136.


217 Ob. cit. p. 139.
2 A.G.N. X-21 -6-. Juzgado de Paz de San Femando, 1841-1852.
219 A.G.N. X-21-7-1. Juzgado de Paz de San Nicolás 1830-1851.

143
servicio ya que “desertó por segunda vez, ganó las islas del Paraná y allí trabajaba en
maderas que vendía a los mismos montaraces, pero sin conjiar a nadie que era
desertor ”.220
Otro ejemplo es el que nos ofrece el caso de Polinario Gómez, un marinero del
Bergantín Republicano quien, con fecha 31 de julio de 1845, alegó haber desertado upor lo
muy oprimido que lo tenían ” y se ocultó durante dos meses “en un bañado en Punta de
Diamante" y luego de estar oculto en casa de una hermana se presentó en la comandancia
de San N icolás.221
Si nos atenemos a los ejemplos citados podemos observar un itinerario llevado
adelante por los desertores que se replicaba de modo más o menos constante, caracterizado
por el ocultamiento en las islas por algún tiempo; posteriormente se buscaba la protección
familiar o de algún conocido para finalmente, intentar reinsertarse en el ámbito social de
alguna comunidad rural, lo cual implicaba correr el riesgo de ser identificados y detenidos.
Ante esta situación, muchos de estos desertores optaban por convertirse en bandoleros.
En ese ambiente que describimos, no fueron pocos los trabajadores en las islas que
debieron comparecer ante las autoridades para aclarar su verdadera situación y no ser
confundidos con desertores. Durante los años del bloqueo anglo-francés se produjeron
numerosas detenciones de residentes de Montevideo que acudían a las islas para obtener
fruta, leña o carbón para vender. En febrero de 1846, Domingo Olivan, un joven de origen
sardo fue aprendido “por los corsarios argentinos” en las islas del Paraná. En el
interrogatorio al que fue sometido relató: "que el día 16 del corriente se embarcó en la
ballenera Burra de Montevideo para las islas del Paraná y con el objeto de tomar fruta y
conducirla a Montevideo”, y "que no recuerda si la noche del 24 o 25 del corriente vieron
atracar a la isla algunas embarcaciones y que temiendo fuesen desertores dispararon dos
armas de fuego, que como también fuesen contestados y les intimasen que se rindieren lo
verificaron en el acto. Que fueron conducidos presos a la Capitanía del Puerto, de la que
los remitieron al Departamento de Policía pasándolas en seguida a la cárcel pública ”. 222

220 A.G.N. X-21-1-3.Juzgado de Paz de Exaltación de la Cruz, 1831-1844.


221 A.G.N. X-21-7-1- Ob.cit.
222 A.G.N. X-33-5-1. Policía.

144
En otro caso, Andrés Rainmundo, expresaba que "como en Montevideo no hubiese en
que trabajar, ni como ganar un peso, ni menos tuviese como subsistir determinó
embarcarse en un lanchón de su propiedad y dirigirse a las islas del Paraná con el objeto
de conducir fruta a Montevideo a fin de ganar algunos pesos. Que hace nueve días que
estaba en las islas esperando sazonara la fruta cuando fueron apresados por unos
balleneros corsarios argentinos y conducidos a la comandancia de Marina...Oue hará
como siete meses sacó licencia de la capitanía del puerto para pasar a las islas del Paraná
a hacer agrio de naranja que como no pudiese venir a Buenos Aires se dirigió a
Montevideo de donde salió por segunda vez al Paraná en la que fue aprendido
Similares fueron los testimonios de Juan Bautista Sirombra y Manuel Delepiano, que
salieron a las islas, el primero "a traer duraznos para ser vendidas en Montevideo y que a
los nueve dias de estar en el monte” fue aprendido, mientras que el segundo se había
embarcado en el lanchón San Pedro “con el objeto de traerlo cargado de fruta de las islas
del Paraná para venderla en aquella ciudad, (Montevideo) prometiéndose hacer repetidos
viajes mientras la hubiere en aquel destino. Que hacía algunos días que esperaba allí el
que se sazonase la fruta cuando fue aprehendido".223
Estos ocupantes ocasionales tuvieron un vínculo económico con las islas a través de la
explotación de los recursos a los que accedían libremente, tema del que nos ocuparemos en
el próximo capítulo.
Como se dijo anteriormente, las islas también fueron refugio de bandas de salteadores,
que en algunos casos, llegaron a formar parte de una extensa red que comercializaba los
productos robados que estaba integrada por comerciantes de los pueblos ribereños, bajo el
amparo y connivencia de autoridades locales. Mediante esta articulación se lograba dar
viabilidad y continuidad a aquellas actividades. Así surge de ejemplos como en el caso de
Paulino Sánchez, un joven santafesino que habiendo quedado sin ocupación se conchavó
en la misma clase de marinero con el patrón prófugo José Antonio Tiva" con destino al
puerto de Las Vacas (Banda Oriental) en donde se cargó trigo y algunos cueros; en un
segundo viaje, se dirigió *‘a/ Paranacifo altura La Tinta en donde al momento de su llegada21

221 A.G.N. Ob. cit.

145
cargaron como 400 c u e r o s En otro viaje por el Paraná de las Palmas se “había dejado
alguna gente preparando una cargada, la que concluida hizo viaje a San Lorenzo
Provincia de Santa Fe habiendo tomado a su bordo 5 cueros; de los que uno de ellos le fue
entregado por el alcalde del Palmas llamado Dionisio cuyo apellido no recuerda y los
otros cuatro eran de las reses consumidas en el trabajo de la cargada que a su llegada a
San Lorenzo cargaron algunos cueros que Manuel Leiva hermano de su patrón Dn Antonio
le tenia acopiados, los que condujeron a este puerto y que ignora quién los recibió ”.:!24
Muchos de estos artículos, al parecer, procedían de actividades sospechadas de ¡lícitas, que
tenían por radio de acción una amplia zona del Delta y de los pueblos ribereños del Paraná,
Uruguay y el Plata.
Pero, sin duda, uno de los casos más resonantes de su tiempo, por la cantidad de
personas involucradas fue el que protagonizó una gavilla que habitaba en las islas del
Ibicuy, donde cuereaban haciendas robadas en Entre Ríos. Además se les acusaba de
piratería, asaltando a las embarcaciones que navegaban por el Paraná, actuando con total
impunidad por contar con la complicidad de una extensa red de conexiones integrada por
vecinos y algunas autoridades de los partidos ribereños.
Esta banda actuó, al parecer, durante varios años y pudo ser desbaratada en 1847
gracias a la intervención conjunta de las autoridades entrerrianas y porteñas. El caso fue
relatado por Antonino Reyes, edecán de Rosas, durante el proceso judicial al que fue
sometido luego del levantamiento del sitio de Buenos Aires, en 1854. En su declaración
refirió que en el año 1846 o 1847 el juez de paz de Capilla del Señor por medio de uno de
sus comisionados aprehendió a cuatro individuos “encontrados en la costa en un bote,
como desertores de Entre R íos o del Estado Oriental, y también un niño que estaba con
ellos... y este me descubrió la verdadera procedencia de estos individuos... que
pertenecían a una reunión grande que habia en las islas del Ibicuy, en el Paraná, donde
estaban cuereando hacienda de Entre Ríos, y que los cueros los vendían a los chalaneros,
lancheros y botes de los traficantes en las islas, de Zárate, el Tigre, San Fernando y San
Isidro ",24

224 A.G.N. Policía, ob. cit.

146
Finalmente los sospechosos confesaron que hacía tiempo se atacaban los buques
cargados de efectos que pasaban por aquellos sitios, “que los tomaban, los robaban,
mataban la tripulación y los echaban a pique; que esto ya lo habia hecho con dos o tres;
que los que capitaneaban esta gavilla, eran: uno que le decían el Correntino, un Gauna
jugador, los Leivas, los Blancos y otros ”. Enterado el gobernador Rosas de estos hechos
"no le quedó duda que eran los ladrones que estaban en las islas, y que habiendo sido
sentidos y perseguidos por el general Urquiza, habían huido en distintas direcciones".
En el sur de Entre Ríos, la banda operaba robando las haciendas para luego cuerear y
charquear en las islas, cuyos productos vendían “en los pueblos de la costa desde Zárate
hasta San Isidro, a vista y paciencia de las autoridades establecidas en estos puntos y
hasta en negocios y de acuerdo con los ladrones ".
Según lo indicaba Reyes, los cuatro prisioneros formaban parte de la banda, "que
venían huyendo de la persecución que se les había hecho por fuerzas mandadas al efecto
por el general Urquiza". Y Rosas sospechó de una connivencia con las autoridades por esa
razón "ordenó... prendiese al juez de paz de Capilla del Señor, tenientes alcaldes más
inmediatos, a las autoridades todas que hubiese en Zárate, y que hiciese lo mismo, en las
Conchas y San Isidro y a más a todos los comerciantes o individuos que hubiesen
comprado cueros como a todos los patrones chalaneros que se encontrasen en el puerto,
para interrogarlos con escrupulosidad... Resultaron presos como unos cuarenta y tantos
entre jueces de paz, alcaldes y tenientes, guardas, patrones, conductores y compradores de
cueros. Y todavía tuve que tener muchas consideraciones, y particularmente en San
Fernando, donde lodos eran compradores a sabiendas, muy particularmente los Rosas,
Duarte, etc. sobre quienes tuve que hacerme el ciego ',.22'‘
Las acciones cometidas por esta gavilla fueron considerados de tal gravedad criminal
que los cuatro acusados fueron ajusticiados en la plaza de San Femando. Sin embargo su
cabecilla, conocido como “el Correntino”, permaneció prófugo por algún tiempo hasta que
terminó siendo capturado y ultimado de un lanzazo luego de que fuera engañado por un
supuesto indulto decretado por el gobernador Urquiza. Estos hechos “ y otros negocios que

22^ BILBAO, Manuel (1998) Vindicación y memorias de don Antonino Reyes, Bs., .As.. El Elefante Blanco,
pp.187, 188.

147
se hacían en el Tigre y San Fernando, con Montevideo y otros puntos de la costa Oriental,
ocupados por fuerzas enemigas, decidieron al gobierno a nombrarme ju e z de paz de san
Fernando en marzo 3 de 1H4H ”.
Por otro lado, las guerras civiles facilitaron las acciones de corso, que en
oportunidades podían ser conceptuadas de piratería por las fuerzas adversarias. Así, por
ejemplo, el marino griego, Jorge Cardassi, -al servicio de Corrientes y de las autoridades
unitarias de Montevideo- fue aprehendido junto a otros siete marineros, por una partida
federal que recorría el Ibicuy el 25 de enero de 1847. Para el gobierno de Buenos Aires, en
boca del ministro Felipe Arana. "los antecedentes notorios del malvado Cardassi. las
infames piraterías, robos y asesinatos que ha cometido, y la cooperación que ha prestado
contra la independencia y soberana de estas Repúblicas, por sus servicios inicuos a las
órdenes de las fuerzas navales de Inglaterra y Francia que penetraron en el Paraná..."
eran causa para solicitar su remisión de las autoridades entrerrianas con los mayores
recaudos, "bien asegurado con una barra de grillos ”.226
En aquellos tiempos de guerras civiles, donde el saqueo era una forma habitual de
obtención de botín, las actividades de los bandoleros apenas podían distinguirse de las
realizadas por las montoneras o el ejército regular.
En ese sentido se pronunció Sarmiento, al decir que "el carapachayo (isleño) no ha
sido extraño a nuestras terribles luchas civiles. El General Lavalle reunió en las islas más
de cuatrocientos que formaron el núcleo del ejército libertador. Las islas son un asilo en
tiempo de revueltas, y por tanto un antemural contra la tiranía, el orden. La policía y la
autoridad. El gaucho perseguido por la justicia apunta hacia las islas, y cruzando a nado
un arroyo puede decirse que ha salvado la frontera del reino del sable y del caballo.”227
En otros casos, las bandas de salteadores se organizaron para emprender acciones de
piratería sobre las embarcaciones que quedaba a su alcance y, en algunas ocasiones,
llegaron a la osadía de intentar saquear algún poblado ribereño, tal como sucedió en 1841.
cuando una ballenera comandada por un italiano de nombre Francisco Sarda "después de

^ A.G.N.-X-33-5-3. Año 1847.


SARMIENTO, Domingo F. (2011) El Carapachay. Bs. As., Eudeba-Municipio de Tigre, pp. 56-57.

148
haber andado algunos dias en las islas en busca de presas " planearon "desembarcar en el
pueblo de Sarate y saquearlo " **
Lo dicho anteriormente, nos refiere a una capacidad y modo de acción que nos permite
pensar en un aspecto que Fradkin vincula con la acción colectiva popular. Estas relaciones,
que en última instancia se vinculan con el protagonismo popular, comprendieron
fundamentalmente a los sectores populares rurales y que se desarrollaron en un territorio
donde la capacidad de las autoridades de ejercer la autoridad se vio limitada, debiendo
repensarse a través de diversas formas de "mediación y articulación que ofrecían los dos
dispositivos institucionales existentes, los judiciales y ¡os milicianos
De este modo, el bandolerismo de las islas, se presenta como una adaptación geográfica
del bandolerismo rural cuya vitalidad se vincula, según Fradkin. con algunas coyunturas,
“particularmente cuando se multiplicaban las deserciones o se producía la dispersión de
las tropas", debiendo inscribirse aquellas prácticas dentro de un repertorio más amplio de
experiencias de resistencia y antagonismo con la autoridad, sobre todo, porque dejaron su
impronta en las tradiciones culturales. En la literatura, se hizo visible a través de autores
como el ya referido Fray Mocho, donde el escenario geográfico no parece casual: "en las
tierras altas están los hombres de responsabilidad, los diablos que se hacen santos, los que
lucran con el esfuerzo de los nómades sin techo...; en las bajas, habitan los desheredados,
los que recién llegan a la tierra de promisión donde no hay piquete de seguridad ni
comisarios, donde a nadie se pregunta su nombre ni la causa que lo trae al desierto, ni
cómo va a vivir o m o rir" “ 9 Con ello. Fray Mocho trataba de explicar la marginalidad
desde una geografía sin control estatal. Como señala Fradkin. se trataba de "las tierras que
todavía no estaban plenamente bajo el dominio del estado o del capital... los bañados del
sur entrerriano o las islas del Paraná... que sirvieron de refugio y supervivencia”.230

AGN- X 20-10-6- Juzgado de Capilla del Señor. Abril 9 de 1841


2y> ALVAREZ, José S. (Fray Mocho) (1997) Un viaje al país de los matreros, Bs. As., Editorial Emecé.
p. 105.

lM> FRADKIN, Raúl O. (2013) “La participación política popular en el litoral rioplatense durante el siglo XIX.
Notas y conjeturas. En DI MEGLIO, Gabriel y Raúl O. Fradkin (coord..) Hacer política. La participación
popular en el siglo XIX rioplatense. Bs. As., Prometeo Libros, pp.239-272

149
Conclusión del capítulo
En el presente capítulo hemos tratado de profundizar sobre el proceso de poblamíento
del Delta, poniendo atención en las relaciones económicas y sociales de sus habitantes. Para
ello abordamos las formas de organización del espacio teniendo como punto de partida la
ocupación de los pueblos indígenas. Durante este período se observa la adaptación
armónica que tuvieron las diversas parcialidades aborígenes al medio natural que
proporcionaba los recursos necesarios para el sustento de las familias durante todo el año.
Sin embargo, la competencia, principalmente por los recursos pesqueros fueron un factor de
tensiones entre las distintas etnias. Con la llegada de los españoles, aquellas formas de vida
fueron desestructuradas llevando a la crisis y la desaparición casi total de aquellos primeros
pobladores del Delta. Durante la etapa de poblamiento hispano-criolla hemos podido
observar un primer vínculo que se estableció entre los pobladores de la campaña y el Delta,
apareciendo éste como una suerte de extensión “de hecho” del territorio rural, del que se
aprovechaban ciertos recursos para satisfacer necesidades domésticas o bien pequeños
pastores y labradores de medio tiempo, que fueron complementando y reorientando sus
labores hacia el Delta. Así lo demuestran las fuentes documentales utilizadas en los casos
de vecinos de los Arroyos o de la Pesquería que explotaban sus chacras y poseían canoas.
Mientras operaba este proceso, dos órdenes religiosas llevaron adelante un política pionera
de asentamientos permanentes en las islas, que fue interrumpida posteriormente debido a
diversos factores, uno político, que fue la expulsión de los jesuítas y otro de carácter
económico, como fue la destrucción que provocaron las inundaciones extraordinarias en las
construcciones betlemitas.
En un segundo momento, pudimos comprobar cómo los vínculos de la población
criolla con el Delta se fueron haciendo más estrechos y dependientes, en la medida que la
explotación de recursos permitió la sustentabilidad económica de los individuos y los
grupos familiares, como el caso de Pascual Ponce quien trabajaba maderas de las islas “sin
tener otro trajín”. Estos factores alentaron la multiplicación de actividades que fueron
siendo incorporadas como categorías ocupacionales en los padrones del siglo XVIII, como
las de pescador y montaraz.

150
En un tercer momento, que podemos situarlo a principios del siglo XIX, vemos cómo
va tomando visibilidad el poblador de las islas ya que aparece por primera vez en los
padrones la categoría de “ islero” . De todas maneras habrá que esperar hasta el censo
nacional de 1869 donde aparece, por primera vez, la población insular separada de la
urbana y rural. Este punto resulta significativo si lo comparamos con los padrones de 1815
que hemos analizado, porque esta inclusión está dando una pauta acerca de la importancia
que van adquiriendo las islas para las autoridades de la nación, no solo desde el punto de
vista económico sino estratégico para toda la cuenca del Plata.
Por otra parte, hemos visto que las características del Delta como espacio de frontera
durante los cambios sociales producidos durante las guerras de revolución y civiles facilitó
la proliferación de un tipo de pobladores marginales constituidos por desertores, muchos de
los cuales devinieron en bandoleros de las islas, una particular adaptación geográfica del
bandolerismo rural.
Aquellos salteadores que tuvieron por escenario el Delta del Paraná se nos presentan
entonces, como los actores de prácticas delictivas que en el fondo encubrían experiencias
de resistencia con la autoridad, situación que ha dado cuenta la historiografía a través de
trabajos como los realizados por Fradkin, quien señala que esas prácticas de bandolerismo
debieran inscribirse dentro de un repertorio más amplio de experiencias de resistencia y
antagonismo con la autoridad, sobre todo, porque dejaron una impronta indeleble en las
tradiciones culturales, entre ellas la literatura, a través de autores como el ya referido Fray
Mocho, donde el escenario geográfico no parece casual, ya que está vinculado a una
geografía y un espacio social donde la capacidad de acción del Estado se vio limitada a tal
punto que todavía a Fines del siglo XIX existían zonas que no lograron ser apropiadas.

151
Capítulo 5
LOS DERECHOS DE PROPIEDAD Y EL ACCESO A LOS RECURSOS

“la posesión es la base natural de la propiedad, pues la ley no hace más que
consagrarla”

D. F. Sarmiento

En el presente capitulo centraremos nuestra atención en el proceso de constitución de


la propiedad privada como relación social de producción, es decir que trataremos de
explicar cómo se desenvolvió el proceso de ocupación y privatización de las tierras de
bañados y de las islas y la apropiación de sus recursos. Para ello intentaremos responder a
dos preguntas fundamentales: ¿de quienes eran las islas y sus recursos? y ¿quiénes tenían
en cada momento derechos para usufructuarlos?.
Con ese propósito, luego de referirnos al estado de la cuestión, dividiremos el
tratamiento del capítulo en tres etapas, a fin de ordenar la información seleccionada
proveniente tanto de la bibliografía disponible como de las fuentes inéditas. La primera
etapa comprende el período colonial; la segunda abarca desde 1810 hasta 1852 y, la tercera,
se extiende desde 1853 hasta 1870. A su vez, en cada uno de éstos períodos abordaremos
dos ejes relacionados aunque diferentes: por un lado, el integrado por las disposiciones
legales sobre propiedad de las islas y bañados y las concepciones jurídicas sobre la
propiedad; por el otro, el de las prácticas sociales y las disputas por la propiedad y
usufructo de los recursos.

5.1. Estado de la cuestión

El abordaje conceptual sobre los derechos de propiedad ha estado inmerso en el


estudio de las sociedades agrarias y la distribución de la tierra y apareció insinuado desde la
década de 1920 en trabajos de Marc Bloch. Este autor mostró la importancia de los planos
parcelarios y el catastro como instrumentos de investigación para analizar las sociedades
agrarias y se detuvo en el análisis de las formas de las propiedades rurales para explicar

152
prácticas ancestrales.2' 1 Pero es a partir de las contribuciones de Pierre Vilar y
posteriormente de Rosa Congost. que el tema ha comenzado a instalarse en los debates
historiográticos. Así. por ejemplo, en Economía. Derecho. Historia (1982) Vilar analiza los
artículos periodísticos de Marx referidos a la transformación de la noción de propiedad y el
valor que asume el derecho como cristalizador de las nuevas relaciones sociales alrededor
de los bienes naturales y da como ejemplo lo instituido por la Dieta renana que al
criminalizar la recolección de leña y de bayas silvestres (grosellas, arándanos, moras, etc.)
en los bosques comunales y señoriales, en realidad estaba realizando un cambio
fundamental que se vinculaba al surgimiento de las sociedades modernas: "la
transformación de ¡a noción de propiedad" mediante “la desarticulación progresiva de
todo aquello que Marx llamaría “el modo de producción feudal', convirtiendo en
mercancías lo que hasta ese momento habían sido bienes naturales".232
Por su parte, Congost en Tierras. Leyes. Historia. Estudios sobre "la gran obra de la
propiedad" (2006) pretendió desmitificar la idea de la propiedad, entendida como algo
inmutable y estático que se define al margen de las relaciones sociales y examina cómo se
produce en la realidad cotidiana un proceso continuo de construcción en las formas de
acceder a los recursos y en las prácticas de distribución de la renta.23>
En nuestro país, los trabajos sobre la propiedad de la tierra cuentan con una tradición
que se remonta a Nicolás Avellaneda 23\ Miguel Ángel Cárcano 233 y Jacinto Oddone 236
que se caracterizaron por su abordaje normativo y centrado en la transferencia de tierras
fiscales a particulares.
A partir de la década de 1970 se introdujeron nuevas dimensiones para los análisis
históricos del mundo rural que tuvo su impactó sobre la cuestión de la tierra especialmente

11 BLOCH. Marc (2002) La tierra y el campesinado. Agricultura y vida rural en los siglos X V IIy XVIII.
Barcelona, Crítica.
*)** VILAR. Pierre(1983) Economía. Derecho. Historia. Barcelona. Ariel, p. I I I .
CONGOST. ob.cii. p. 19.
'“ l A V ELLA N E D A , Nicolás (1915) Estudio sobre las leyes de tierra pública
2,3 C ARCANO. Miguel A. ( 1917) Evolución histórica del régimen de la tierra pública 1810-1916.
ODDONE, Jacinto (1930) La burguesía terrateniente argentina.

153
en el espacio bonaerense del siglo XIX. Desde esa nueva perspectiva surgieron los aportes
de Tulio Halperín Donghi,2’7 y Roberto Cortés Conde238*240, entre otros.
En las dos últimas décadas se desarrollaron estudios, la mayoría de ellos desde un
ámbito micro-regional, que ofrecen una visión de la ocupación, los derechos de propiedad
de la tierra y los recursos y sobre los sistemas de tenencia de la tierra. En ese repertorio
caben citarse los trabajos realizados por María Elena Infesta Marta Valencia 2*u; Raúl
Fradkin, Mariana Cañedo y José Mateo,241; Mariana Cañedo,242; Guillermo Banzato,24'
Jorge Gelman 224*A y Raúl Fradkin 245 y, más recientemente, María Fernanda Barcos 246
Algunos de los autores citados -Gelman, Fradkin, Banzato y Barcos- han sido
especialmente sensibles en detener su mirada en las prácticas y usos sociales como
generadoras de derecho para acceder a la tierra y a los recursos. Ello ha permitido observar
que a pesar de las transformaciones operadas a lo largo del tiempo en el campo de los
derechos de propiedad, en el sentido de haberse dado un paso decisivo en la consagración
de la propiedad privada de las tierras y los recursos, se conservaron prácticas de ocupación
y uso coloniales hasta buena parte del siglo XX. 247. Esta larga convivencia de derechos
emanados de distintas fuentes debe tenerse en cuenta para explicar la enorme complejidad

:‘17HALPERjN DONGHI, Tulio ( 1969) La expansión ganadera en la campaña de Buenos Aires 1810-1852
“'8 CORTES CONDE, Roberto (1979) El progreso argentino. 1880-1914
2V) INFESTA, María Elena (1991) Usufructo y apropiación de tierras públicas. Buenos Aires, 1820-1850;
( 1993) La enfiteusis de Buenos Aires 1820-1850.
240 VALENCIA, Marta (1999) Conflictos p o r la ocupación y propiedad legal de la tierra en Bragado 1850-
1870; y (2005) Tierras públicas, tierras privadas, Buenos Aires, 1852, 1878.
241 FRADKIN, Raúl, CAÑEDO, Mariana y MATEO, José (1999) Tierra, población y relaciones sociales en
la campaña bonaerense siglos XVIII y XIX.
242 CAÑEDO, Mariana ( 2000) Propietarios, ocupantes y pobladores. San Nicolás de los Arroyos, 1600-1860.
241 BANZATO, Guillermo (2002), Ocupación y acceso a la propiedad de la tierra en la región nordeste del
Rio Salado. Chaseomús, Ranchos y Monte 1780-1880 ; y (2013) ( Tierras rurales. Políticas, transacciones y
mercados en Argentina, 1780-1914 , 2013).
244 GELMAN, Jorge (2005) Derechos de propiedad, crecimiento económico y desigualdad en la región
pampeana, siglos XVIIIy XIX, en Historia Agraria, N° 37, pp.467-488.
245 FRADKIN, Raúl (1995) Según “la costumbre del pays ”, arriendo y costumbre en Buenos Aires del siglo
XVIH\ y ( 1997) Entre la ley y la práctica. La costumbre en la campaña bonaerense de la prim era mitad del
siglo XIX.
246 BARCOS, María Fernanda (2013) Pueblos y ejidos de la campaña bonaerense. Una historia sociojuridica
de los derechos de p ropiedad y la conformación de un partido, Mercedes, 1780-1870.
2Ht BANZATO, Guillermo (2013) Tierras rurales. Políticas, transacciones y mercados en Argentina, 1780-
1914 , Rosario, Prohistoria ediciones, p. 11.

154
del asunto que, como dice Fernanda Barcos, no puede subsumirse “en un concepto unívoco
factible de remitir al concepto actual de propiedad". 248*
En efecto, no podremos comprender este tema si partimos de categorizaciones actuales
que están vinculadas exclusivamente con el derecho de tradición liberal vigente entre
nosotros; de modo que la multiplicidad de formas de acceder a la tierra y los recursos
durante el período estudiado en este trabajo se explica por la existencia de diferentes
derechos de propiedad que detentaron un conjunto de categorías integradas por poseedores,
meros ocupantes, arrendatarios, enfiteutas, donatarios y propietarios, términos que
incluyeron una relación particular de dominio entre el sujeto y la cosa (la tierras y sus
recursos), a la cual haremos referencia a continuación.

5. 2. La etapa colonial
5.2.1. Concepciones jurídicas sobre la propiedad y disposiciones legales sobre
propiedad de las islas y bañados.
Desde la ocupación española las tierras americanas con sus montes, aguadas y pasturas
fueron consideradas realengas, es decir, pertenecientes al rey, señorío que solo se
extendía sobre los baldíos.24g
La Corona fue organizando el acceso de los colonizadores hispanos a la tierra
estableciendo diferentes procedimientos de reparto, sin perder por ello la propiedad
eminente que tenía el rey, habilitando una forma de propiedad privada limitada y por tanto
reversible, como en el caso de la merced real.
Las necesidades económicas de la Corona y la valorización de la tierra llevaron a
finales del siglo XVI a la implementación de otra forma de acceso a la propiedad de la
tierra: la composición. Mediante ésta se autorizaba a que una persona que ocupaba tierras
realengas sin título pudiera subsanar el hecho mediante el pago de una suma de dinero.

■48 BARCOS, María Fernanda (2013) Pueblos y ejidos de la campaña bonaerense. Una historia sociojuridica
de los derechos de propiedad y la conformación de un partido: Mercedes. 1780-1870, Rosario, Prohistoria
ediciones, p. 17.
MARILUZ URQU1JO, José M. (1968) El régimen de la Tierra en el derecho indiano, Bs. As. Facultad de
Derecho y Ciencias Sociales. Instituto de Historia del Derecho “Ricardo Levene”. Editorial Perrot, pp.20-21

155
La venta fue otra vía de adquisición de tierras realengas pero no llegó a establecerse
como un sistema ágil y en la práctica el costo y la demora en los trámites significaron un
verdadero obstáculo para la colonización.250
Existió otro tipo de derecho que, en principio, estuvo reservado para un colectivo, los
vecinos de un lugar, o bien para las ciudades y pueblos de indios, consistente en el
usufructo de ciertos recursos de las denominadas tierras comunales o de uso común.2SI.
De esta manera los vecinos tenían libre acceso a bienes considerados de interés
general, como la leña de los montes y pasturas. En lo que fue la jurisdicción de Buenos
Aires, Mariluz Urquijo dice que la importancia de los mismos hizo que la explotación de
los montes fuera regulada desde los tiempos tempranos que siguieron a la fundación de la
ciudad, de modo que se exigió licencia previa, se fijaron épocas y zonas en las no se
permitía actuar a los leñadores.
En ese sentido, en abril de 1608, el cuerpo capitular estableció el criterio de que los
montes serían comunes solo para los vecinos de la ciudad.2’2 Con este reconocimiento el
Cabildo ejerció facultades de reglamentar el aprovechamiento de los montes en su
jurisdicción, a veces en conflictos con los gobernadores, quienes a principios del siglo
XVIII pretendían ejercer su autoridad sobre el asunto.
A partir de estas breves consideraciones sobre algunos de los tipos de derechos de
propiedad que rigieron en el derecho indiano trataremos de abordar el problema específico
de nuestro trabajo que, como ya se ha dicho, se centra en responder las siguientes

250 Mariluz Urquijo, ob. cit. p. 56.


251 Sus antecedentes los encontramos en las normas castellanas de los tiempos medievales, como la ley IX de
las Siete Partidas de Alfonso X que identificaba como de uso común: "las fuentes e las placas...e los
arenales que son en las riberas de los ríos, e los otros ex idos... e los montes, e las dehesas, e todos los otros
lugares semenjantes destos, que son establecidos”. Los montes y las dehesas fueron de gran importancia para
el mantenimiento de los ganados y la provisión de leña, paja y frutos silvestres para las familias campesinas.
En cuanto a sus destinatarios, la norma establecía que el usufructo de dichos recursos estaba reservado
únicamente a los vecinos del lugar: "puede usar de todas estas cosas a los pobres como a los ricos. Mas los
que fuesen moradores en otro lugar, non pueden usar deltas contra voluntad, o defendimiento de los que
morasen” LOS CODIGOS españoles, concordatos y anotados ( 1872): Código de las Siete Partidas, Madrid,
Antonio de San Martín, Tomo II, p. 336. Posteriormente, en 1541, Carlos V, hizo aplicar aquellas normas en
Indias
2>2 MARILUZ URQUIJO, José M. (1972) “La comunidad de montes y pastos en el derecho indiano” en:
Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires, Número 23, Bs. As., pp. 107a!09.

156
preguntas: ¿de quién eran las islas, quién podía asignar legalmente el usufructo de sus
recursos o entregarlas en propiedad privada?
Comenzaremos por decir que las tierras de islas inicialmente fueron propiedad
realenga y por lo tanto, objeto de transmisión a particulares por vía de merced real. Al
respecto hemos encontrado algunas referencias documentales que sostienen nuestra
afirmación. La más antigua procede de una querella tramitada en 1865 sobre una solicitud
de posesión pero cuyos antecedentes se remontan a la primera mitad del siglo XVII. En
dicho litigio, Manuel Trelles, como archivero general de gobierno, por pedido de la justicia
debió proporcionar los fundamentos histórico-jurídicos sobre la cuestión. En su búsqueda
de títulos antecedentes encontró una solicitud de merced de tierras de islas por parte del
alcalde de Buenos Aires Manuel de Frías Martel, fechada en el año 1635. Referida a la
misma cuestión, halló además una manifestación del sargento mayor Francisco Velázquez
Méndez sobre una isla “en el río grande del Paraná ” cuyo "título y merced.... le hizo el
Señor Gobernador (Pedro Esteban Dávila) en 8 de noviembre de 1634” .... “que estará en
principio de la dicha isla 10 leguas (de la ciudad de Buenos Aires) en su districto y
jurisdicción, que se entra a la dicha isla por el rio que se llamó de las Carabelas". 253
De la lectura de dicho documento surgieron los nombres de otros poseedores de
terrenos de isla, ya que la merced que recibió Frías Martel -sobre un islita que tenía por
nombre Las Dos Cruces con una legua de frente al Rio Grande (Paraná)- era lindera con
Gonzalo Álvarez, con el capitán Diego Ruiz y con Gómez de Galloso.
Esta evidencia nos habla que existió un reparto temprano de terrenos de islas que al
menos se remonta al segundo tercio del siglo XVII, aunque desconocemos su alcance y las
proporciones en que fueron efectivamente ocupados. Dichos repartos formaban parte de
otros existentes en tierra firme, probablemente con la ¡dea de articularlos con los del Delta
como potencial proveedor de recursos, especialmente si se tiene en cuenta que, por
entonces, se trataba de un área ausente de conflictos cor. las etnias nativas.

TRELLES, Manuel Ricardo ( 1879) “Las islas del Paraná” en: Revista de la Biblioteca Pública de Buenos
Aires fundada bajo la protección del gobierno de la Provincia. Bs. As., Imprenta y Librería de Mayo, tomo I,
pp. 155 a 190.

157
Para el siglo XVIII y como se vio en un capítulo anterior, también los betlemitas
poseyeron una isla sobre el Paraná, concedida por merced que realizó el teniente general y
juez de tierras baldías Florencio Antonio Mosquera, en octubre de 1749. Dichas tierras
estaban ubicadas sobre el río Carabelas.214
Sabemos con certeza que dicha donación se acompañó con la ocupación efectiva de las
tierras, ya que los religiosos criaron ganado vacuno y equino y realizaron “plantíos de
árboles frutales y cepa de viña, sementeras y otros usos".~J''
La prosperidad que ofrecieron estas actividades se vieron interrumpidas en 1760 por
una inundación extraordinaria, que destruyó los emprendimientos realizados y desanimó a
los religiosos en la continuidad de aquella posesión. Poco tiempo después, Francisco
Álvarez Campana, que por entonces había adquirido tierras en una rinconada sobre la
Cañada de la Cruz y el Paraná de las Palmas, intentó comprarles a los sacerdotes las suyas
ubicadas frente a las que poseía.256
En otro caso, hemos encontrado un documento que registra una transferencia de
terrenos de islas mediante subasta pública. En lo que es hoy el Delta entrerriano, a
principios del siglo XIX se adjudicó en propiedad un terreno en la isla del Pillo (actual
Departamento de Victoria), adquirido a las autoridades “en subasta pública ” por "D.
Manuel Ferreira Braga de Couto... cuya posesión se dio, en 1806, a D. Francisco
Belgrano, quien satisfizo el precio y a cuyo favor se extendió el correspondiente título de
propiedad". 2i7
De modo que las referencias citadas dan cuenta indubitable sobre la condición realenga
que revestían las tierras de islas durante el período colonial.
Sin embargo, la cuestión no quedó agotada allí. Acabamos de ver que algunos terrenos
de islas fueron dados en merced; también hemos visto en distintos momentos del desarrollo
de este trabajo que ciertos recursos de las islas fueron explotados, al parecer, sin mayores
restricciones que las establecidas durante el siglo XVII. Esta circunstancia nos llevó a
preguntarnos si efectivamente las islas fueron tierras realengas, como lo mostraban las

254 AGN. REI-1759-f.505v, 18 de octubre de 1760.


255
Ob. cit.
256
Ob.cit. AGN-REI 1759-60 f° 455.
257
Ob. cit. A.H.P.E.R. Fondo de Gobierno.

158
evidencias documentales o estaban dentro de un tipo especial de terrenos de uso común,
entre los que se encontraban los bañados o bajíos ribereños.
Desde mediados del siglo XVIH los terrenos de bañado fueron objeto de frecuentes
disputas entre terratenientes y vecinos, originados en virtud de las pretensiones que tenían
los primeros de extender sus dominios sobre aquellas tierras, y los segundos por reclamar lo
que consideraban derechos ancestrales sobre el usufructo de los recursos allí existentes,
tema a los cuales nos referiremos en el punto siguiente.
Retomando el planteo anterior, la respuesta a las preguntas que formuláramos al
principio del capítulo aparecía solo parcialmente y con más interrogantes que afirmaciones,
dado que partíamos de considerar a las islas como un territorio único, homogéneo y, a la
vez, distinto de la tierra continental. La clave para esclarecer la condición legal de las islas
se encuentra en una disputa por los recursos en la isla de Morán, jurisdicción del Partido de
las Conchas, presentada en 1823, y tratada por Agustín Casagrande en un artículo
publicado recientemente.258*
Aunque el litigio data del período postcolonial, viene a iluminar cuál era la situación
durante el período anterior. En el informe del Procurador General de la Provincia de
Buenos Aires se sostenía que "es necesario considerar dos clases de terrenos en las islas
del Paraná; la una, donde la naturaleza produce por si madera de varias especies, y
cañas; y la otra unos albardones, o espacios de terreno donde jam ás llegan las aguas, y
que están indicados para la agricultura. Sobre la primera sería conveniente dejarla en
estado común, en que ha estado desde tiempo inmemorial; que con estos frutos se
mantienen una infinidad de familias pobres y se hacen introducciones de ellos a la
campaña del norte; ”.25g
Este párrafo es de gran significación ya que hecha luz sobre la cuestión planteada,
estableciendo que en las islas se podían reconocer dos tipos diferentes de terrenos: los
anegadizos o bañados y los altos formados por los albardones y, por lo tanto, ambos
alcanzados con derechos de propiedad diferentes. Los primeros estaban librados al uso

258 CASAGRANDE, Agustín E. (2014) “La isla de Morán entre el dominio privado y el estado del común”
(Buenos Aires, 1823), en: Revista de Historia del Derecho. n° 48, die..
2WAGN, X 13.2.4., f.l vta.

159
común, mientras que los segundos podían ser objeto de apropiación privada. De este modo,
podemos observar que de la misma manera que en el área continental existían distintos
tipos de tierras, se reproducían similares categorías en las islas, lo cual nos permite explicar
los diferentes derechos y usos existentes.
Volviendo a la cuestión de los recursos, pensamos que en la generalidad y hasta
mediados del siglo XIX las islas fueron “de hecho” tierras de libre acceso y sus recursos
aprovechados de igual manera por todos aquellos que así lo quisieren, dada la imposibilidad
de ejercer un efectivo control sobre la compleja y extensa franja de territorio que
comprendía el Delta.
Definido este punto que nos sitúa en el campo de la esfera normativa nos resta conocer
cuáles fueron las prácticas sociales y las disputas surgidas por la propiedad y usufructo de
los recursos, temas que trataremos a continuación.

5.2.2. Prácticas sociales y disputas por la propiedad y usufructo de los recursos.


Durante la etapa colonial existieron distintas prácticas, usos y costumbres de acceso a
los recursos que regularon las relaciones sociales, permitiendo establecer un orden social.
Estas prácticas institucionalizadas socialmente bajo la denominación de “ la costumbre del
pays” formaron parte del derecho consuetudinario que se invocó a la hora de resolver
litigios y reclamar derechos, ocupando un papel primordial en el funcionamiento de las
comunidades rurales. Como dice Fradkin. una historia atenta a los procesos de cambio no
debiera pasar por alto el valor de las normas consuetudinarias en sociedades gobernadas por
la costumbre, sobre todo cuando se refiere a relaciones sociales en contextos coloniales/0"
Se trata de comprender un sistema de regulación social que excede el campo del
derecho positivo porque "si sólo nos atenemos a las definiciones de carácter jurídico
difícilmente podremos seguir la evolución histórica de las prácticas de propiedad". Son los
usos cotidianos reiterados los que hacen que sea "posible acercarse a una descripción más260

260 FRADKIN, Raúl O. (1995) “Según la costumbre del pays: Costumbre y arriendo en Buenos Aires durante
el siglo XVIII” en: Boletín del Instituto de historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, tercera
serie. N° II, Io semestre, p. 41.- FRADKIN. Raúl O. (2009 ) “Ley, costumbre y relaciones sociales en la
campaña de Buenos Aires (siglos XVIII y XIX) en: Fradkin. Raúl (comp.) La ley es tela de araña. Ley,
justicia y sociedad rural en Buenos Aires. 1780-1830, Bs. As., Prometeo libros, p. 124.

160
realista de los comportamientos humanos que reconozcan sus márgenes de libertad a
través de los intersticios y las contradicciones que presentan los sistemas normativos.
De ahí la importancia de detenernos en las diferentes prácticas y costumbres que rigieron
las relaciones sociales de la campaña bonaerense durante los siglos XVIII y XIX ya que
aquellas supieron expresar un “código cultural compartido" que modeló la noción de
propiedad de la época.261262
Uno de los aspectos donde se hizo más visible la influencia de la costumbre en las
relaciones sociales está referido al acceso a ciertos recursos que podían usufructuar los
pobladores avecindados. El reconocimiento de la vecindad en el pago garantizaba el acceso
a derechos de uso común de las aguas de los ríos, arroyos, bañados, las pasturas y los
montes realengos; incluso en las tierras privadas los propietarios podían llegar a autorizar el
acceso de aquellos recursos aunque solamente si se trataba para un uso doméstico. Esta
vinculación entre la tierra y la vecindad permitió a los pobladores durante el período
colonial acceder a diferentes derechos civiles y políticos.
Para acceder a la tenencia de la tierra, una de las prácticas empleadas fue el “permiso”
de instalación que solía ser presentado como un “préstamo” e incluso como una “gracia”
del propietario. Ello se vinculó a otra práctica, a la que Fradkin llamó “arranchamiento”,
que se convirtió en una estrategia bastante eficaz de ocupación empleada por familias
pobres sin tierra propia, que solían establecerse en terrenos de uso común, generalmente
bañados. Como lo sostiene el citado autor, “los bajíos desempeñaron un papel destacado
en el proceso del poblamiento rioplatense de finales del siglo XVIII debido a que se
convirtieron en puntos de atracción de la población rural más humilde. Con el arraigo,
estos pobladores pudieron alcanzar la vecindad, generando derechos de ocupación que no
siempre fueron reconocidos por los propietarios de tierras lindantes a bañados a los que
pretendían incorporar a su dominio ”.263
Sirva de ejemplo el caso ocurrido en 1786 cuando los herederos de Juan Agustín Cueli
deseando realizar la partición hereditaria de unos terrenos de chacra en el "monte de Cueli"

261 CONGOST, Rosa (2007) Tierras, leyes, historia, Barcelona, Crítica, p. 122.
262 FRADKIN, ob.cit. p. 42.
263 FRADKIN, Raúl Ob.cit. pp.133, 135.

16!
-hoy Palermo- no pudieron verificarlo “sin esclarecer primero el derecho... que poseemos
en el parage “ y debido a que habían arrendado “en las riberas de nuestras tierras parte de
ellas a Benito Francisco Fernández y a Félix Lagos" y considerándose dueños de las tierras
de bañado que habían ocupado éstos y otros individuos, solicitaban a la justicia su desalojo
de las mismas. Sin embargo, los moradores declararon que "¡os terrenos de la naturaleza,
que es el presente son y se han tenido siempre por independientes de las suertes principales
y como reputados valdíos, atento lo infructuoso de ellos por su frecuente anegación".
Asimismo, manifestaron que los más de veinte individuos que habitaban aquel bañado -
algunos desde hacía siete años- lo venían haciendo “sin oposición, ni reconvención la más
leve de particular alguno 264265
El episodio narrado nos muestra que el corrimiento de los límites de las propiedades
hasta las riberas y no hasta las barrancas como era costumbre, muestra la intención de
apropiación de los recursos o bien de someter en arrendamiento a quienes ocupasen dichas
tierras.
En efecto, durante aquella época surgieron con relativa frecuencia disputas entre los
hacendados y sus vecinos por los terrenos de bañados a los que los primeros intentaban
agregar como una extensión de sus dominios. En el Rincón de Escobar durante la segunda
mitad del siglo XVIII, encontramos litigios seguidos contra importantes terratenientes
como Pesoa, de la Quintana, Pinazo y los betlemitas, quienes trataron de impedir al
vecindario el acceso a los recursos de las tierras comunales y fueron demandados ante el
Cabildo, tema al que nos referiremos posteriormente.
Resignificadas aquellas prácticas durante el período independiente, permitieron dar
“legitimidad para que toda clase de hombres... que se hallaran instalados en los campos
de pastoreo mediante la prestación de servicios reconocidos al Estado, pudieran recibir
como contraprestación la tolerancia y aun el reconocimiento oficial sobre sus derechos de
posesión de la tierra ”.26:>

264 PUBLICACIONES DEL MINISTERIO, ob. cit. pl42 y ss.


265 SCHMIT, Roberto (2008) “Los límites del progreso: expansión rural en los orígenes del capitalismo
rioplatense”, en: BARSKY, Osvaldo: Historia del capitalismo agrario pampeano, Bs. As. Universidad de
Belgrano, Siglo veintiuno editores, tomo 5, pp. 58-59.

162
Esto se dio al mismo tiempo en que se intentaron restringir usos y costumbres que
entraban en contradicción con los derechos de propiedad individuales, los cuales se
consagraron jurídicamente recién en el último tercio del siglo XIX.266
Junto a estos derechos coexistieron una serie de prácticas y usos reiterados en el
tiempo que alcanzaron jerarquía de fuente del derecho que sobrevivieron hasta buena parte
del siglo XIX. Estas prácticas admitían el uso colectivo por parte de los vecinos de las
llamadas tierras del común y la utilización de ciertos recursos existentes en tierras
particulares. Estos usos fueron posibles hasta la afirmación del derecho de propiedad
privado y absoluto en un proceso signado por las tensiones propias de la transición entre el
antiguo y el nuevo modelo de propiedad.
La separación de la titularidad del suelo de los recursos, permitió que las aguadas, la
leña y la paja existentes en tierras particulares fueran aprovechadas para uso doméstico por
el vecindario. Sin embargo, como veremos luego, algunos de aquellos recursos fueron
explotados económicamente por pobladores pobres.
Analizar este proceso sobre los derechos de propiedad en el Delta reviste interés para
nuestra investigación, ya que nos permite interrogarnos sobre algunas cuestiones tales como
las características que tuvieron aquellas prácticas que regularon el acceso a los recursos
naturales en las islas.
Nuestro punto de partida es centrar la atención en aquellos márgenes territoriales
integrados por los bajíos ribereños y las islas, donde las tensiones por la propiedad de
terrenos y sus recursos entre propietarios y vecinos fueron más frecuentes de lo que
pensábamos durante el período estudiado en este trabajo. En efecto, el derecho al usufructo
de los recursos fue una fuente de conflictos cuando involucró a terrenos de bañados.
Durante el siglo XVIII hubo una línea de decisiones ambigua con respecto a la
comunidad de pastos y montes, ya que hasta mediados de aquel siglo las pretensiones de
los terratenientes fueron correspondidas por el Cabildo porteño Esto se ve reflejado en
diferentes litigios que hemos incluido a continuación. Así, en la demanda presentada en
1724 por Mateo de Avalos, estanciero de la Cañada de Escobar, contra varios labradores

266 B A R C O S , o b . cit. p. 17.

163
vecinos que aprovechaban de sus pastos y de la leña de sus montes, el alcalde de primer
voto resolvió intimar a aquellos a abstenerse de dichas prácticas sin el consentimiento de su
propietario "a quien le pertenecen en fuerza de la merced hecha por el Señor Diego de
Góngora " 267
En este caso, la tendencia fue hacer prevalecer los derechos de propiedad privada por
sobre los derechos del común. Sin embargo, esta postura se modificó hacia la defensa del
bien público, ya que veremos que en casos posteriores hubo una resolución diferente. Así,
por ejemplo, cuando el poderoso hacendado y alcalde provincial de la santa hermandad
José Ruiz de Arellano quiso impedir, en 1735, que un grupo de horneros fabricantes de cal
sacaran de sus tierras (en la otra banda del río Santiago) “leña y junquillo de ¡os vañados",
fue denunciado por aquellos, que consideraban a los recursos nombrados “libre a todos
según el contexto de esta ley'. Similar conflicto involucraron a los padres betlemitas
quienes, en 1751, fueron acusados por los vecinos de Luján y la Cañada de Escobar de
impedirles “cortar leña, paja y estaca en la costa del rio Paraná": o, al del hacendado
Fermín de Pesoa quien, en 1755, fue denunciado ante el Cabildo de Buenos Aires por un
grupo de vecinos del Pago de Luján porque les impedía "pasar a los montes de El Paraná
a cortar leña, para cañaz, maderas y lo demás que fructifican los montes realengos".
En el primero de los casos el argumento sostenido por los horneros remitía a la ley que
permitía el libre acceso de la leña y el junco por ser “libre a todos”; mientras que en el
segundo de los casos citados los vecinos se amparaban al hecho de cortar leña, cañas y
maderas de “los montes realengos” . Ambos litigios nos muestras las diferentes vías por las
que podían transitar los vecinos para proveerse de los recursos que necesitaban para ayudar
a la subsistencia familiar, incluso cuando se trataba de la apropiación de los mismos
ubicados en terrenos privados y destinados a fines abiertamente comerciales.
La presencia de estos conflictos nos advierten sobre la complejidad en las que estaban
inmersos los derechos de propiedad y las pujas por la apropiación de las tierras de bañados
y los recursos que involucraron a terratenientes y a vecinos.

261 MARILUZ URQUIJO, ob.cit. p. 111.

164
Cuando en 1751 Nicolás de la Quintana vendió sus dos suertes de estancia sobre el
Luján y Cañada de Escobar al convento Betlemítico de Buenos Aires los habitantes de las
inmediaciones pretendieron continuar con la antigua práctica del libre usufructo de los
recursos sobre terrenos comunales, lindantes con la de los religiosos. Sin embargo, los
nuevos propietarios trataron de impedir aquella práctica, lo cual motivó que en diciembre
de aquel año, los vecinos recurrieran en queja al Cabildo de Buenos Aires. El cuerpo
capitular respaldó a los peticionantes reconviniendo a los religiosos para que no estorbaran
el corte de leña en las aguas bajas del rio.
Cuatro años después los vecinos del mismo Partido padecieron una situación similar
por parte del hacendado Fermín de Pesoa, quien les impedía pasar a los montes del Paraná a
cortar leña, paja y cañas para el abasto de sus hogares, pretextando que tal actividad
generaba perjuicio a sus haciendas. En esta situación, el Cabildo reiteró su posición en
defensa de las costumbres, ordenando al hacendado que no obstaculice el acceso de los
vecinos a los recursos por convenir al bien público. En 1756 Pesoa vendió a Manuel de
Pinazo, una parte de sus tierras en el Rincón de Escobar, reiterándose una vez más la
O
disputa sobre los terrenos de bañados. iUO
Con respecto a San Fernando, Fradkin refiere que al ser una región de temprana
ocupación, la totalidad de las tierras estaban ya apropiadas para finales del siglo XVIII, por
lo cual los nuevos pobladores solo podían acceder a ellas mediante la compra o el arriendo;
la apropiación y el cercamiento habían abarcado tierras originariamente destinadas a ejido y
también las aguadas y los bajos de los ríos Paraná y Conchas. De este modo, los
propietarios impidieron a los pescadores el acceso a los pasos, aguadas y pastos comunes,
quedando los labradores imposibilitados de utilizarlos. Esta apropiación de bienes comunes,
incluso llegó a comprender tierras ejidales de la capital.268269
Aquellos litigios se inscriben dentro de los debates dados en España sobre la
importancia que se adjudicaba a la propiedad privada para el progreso económico.

268 BIROCCO, Carlos M. (1995) “Propiedad de la tierra y conflictos sociales en el Escobar colonial” en:
ACTAS DE LAS TERCERAS JORNADAS DE HISTORIA DEL PARTIDO DEL PILAR, Junta de Estudios
Históricos de Pilar, Pilar, Editorial Sol, p.90-92.
269 FRADKIN, p. 63

165
Según lo manifiesta Mariluz Urquijo, estas situaciones correspondieron al avance de
los principios individualistas que encarnaban los sectores propietarios que deseaban obtener
el completo control del suelo.2,n
Aclarada esta cuestión, es necesario detenernos sobre ciertas prácticas y costumbres
sobre la explotación de los recursos que sirvieron de marco de regulación social en las islas
Partimos de la afirmación de que los bañados de las islas revestían el carácter de tierras
de uso común. Sin embargo, durante los primeros tiempos de ocupación hispana
caracterizada por una bajísima densidad de población en la franja nordbonaerense, en la
práctica, aquellos terrenos fueron de uso exclusivo de los escasos pobladores existentes. Por
otra parte, dada la importancia que asumían ciertos recursos existentes en las islas, como
leña y frutales, que fueron considerados de interés general para el abasto de la ciudad de
Buenos Aires, su explotación alcanzó pronto un carácter mercantil. Las numerosas
evidencias expuestas en el presente trabajo nos muestran que dichos recursos fueron no
solo para satisfacer las necesidades para uso doméstico sino también un medio económico
para la subsistencia de muchas familias pobres desde finales del siglo XVI11 y hasta buena
parte del siglo XIX. Las autoridades procuraron generar, entonces, una fuente de recursos
fiscales para aquellas explotaciones económicas acordando licencias mediante el pago de
un canon.
Asimismo, aquellas actividades estuvieron regidas por ciertas prácticas sociales, cuyo
uso reiterado pretendió regular las relaciones económicas en un espacio que era de difícil
control por las autoridades; sirva de ejemplo, aquellas referidas a la producción de leña
mediante el corte de árboles. Para evitar superposiciones, se estableció como recurso la
práctica del volteo y señalamiento de árboles, que sirvió para ordenar la apropiación de
aquel recurso tan codiciado. Un ejemplo de cómo operaban estas prácticas lo proporciona la
disputa planteada entre Dn Joseph de Inchaurandiera y Don Pedro Joseph de Achaga,
originada por la extracción de “distintas especies de madera, carbón, leña y cañería para
el abasto de esta ciudad” sobre un monte que se halla mas arriba que el parage que
llaman de Caracoles ” en las islas del Paraná.

270 M A R IL U Z U R Q U IJ O , ob.cit. p. 114.

166
Este conflicto se inició en mayo de 1774 cuando Martín de Gorostegui y el sargento
Dure (ayudante del corregidor del Pueblo de Santo Domingo Soriano, en la Banda Oriental)
‘'con la gente necesaria y licencia del cavo de la Guardia del Puerto de las Conchas" y por
cuenta de Inchaurandiera encontraron "algunos árboles señalados y volteados y hallándose
en esta faena, el día veintiocho o veintinueve de junio siguiente llegó a dicho monte Don
Pedro Joseph de Achaga con su gente y valiéndose de él y de su propia autoridad diciendo
que dho. monte el havia señalado". Al parecer, Achaga era hombre de acción y sin atender
explicación alguna, primero “maltrató con palabras” a Gorostegui y a Dure y luego
"propasando como dizen abonar la justicia por su mano, queriendo amarrar a los dos
como si fueran reos de algún crimen grande, amenazándolos para esto con la arma de
fuego que traía en la mano. ”
Lo que se observa en este fragmento del documento son dos cuestiones fundamentales:
por un lado, un conflicto que tiene su origen en prácticas sobre la apropiación de un recurso
de gran demanda en las islas, como era la extracción de maderas para ser empleadas como
leña y carbón, cuya valorización era creciente, y por el otro lado, la vigencia en las islas de
un ordenamiento social de concepción hobbesiana basado en la ley del más fuerte ya que el
mencionado Achaga se valió “de su propia autoridad' y "la justicia por su propia mano,
queriendo amarrar a los dos como si fueran reos” y “amenazándolos ...con la arma de
fuego ".
En otro fragmento, Inchaurandiera argumentaba que su gente "aunque encontró
algunos árboles señalados y otros volteados, no halló ninguna tropa ni gente en dho
monte, en cuia inteligencia" empezaron a trabajar “sin tocar aquellos palos que encontró
señalados y volteados”. La decisión de cortar los árboles en el sector que otros habían
dejado señalado con anterioridad podía ser cuestionada, como lo hizo oportunamente
Achaga, ya que se oponía a los usos y costumbres que regían las faenas en las islas,
estableciendo una serie de pasos que consistían en que "el descubridor (del monte) debe
ser preferido y assi acostumbrado y en esto esta indicados y lo tienen por practica ” y que
“lo que informa que la común practica antigua sobre el corte y beneficio de las maderas
de los montes del Paraná quando un faenero intenta hacer corte de maderas suele hoy

167
antes de conchabar la gente necesaria por no pagar jornales en balde y con poca gente lo
primero a buscar montes, y encontrándolo, lo señala volteando algunos palos
El relato resulta por demás interesante, ya que describe los pasos seguidos en esta
antigua práctica, cuya lógica respondía a razones económicas. Así, con unos pocos
individuos se buscaban los montes y luego se procedía a señalarlos “volteando algunos
palos", de manera de dejar indicado que los mismos tenían su ‘‘descubridor".
Posteriormente se regresaba con la gente necesaria con la que se realizaba el corte de
maderas evitando de esta manera “pagar jómales en balde”.
Con esta práctica también se evitaba situaciones enojosas con otros hacheros ya que
conchabadas "las gentes necesarias y en este intermedio si otro solicitando monte,
encuentra aquel ya señalado se retira a buscar otro; también sucede que un faenero esta
concluyendo el corte de un monte v antes que se acave va a buscar otro, lo señala
volteando algunos palos, y aunque después baya otro, aunque no halle gente no se
introduce a aprovecharse de aquella porque lo considera ya con dueño ”.
Sin embargo, Inchaurandiera entendía que aquella práctica debía tener un límite
porque
"siguiendo este método contra los exemplares y a expuestos antecedentemente puede
apoderarse de todo el Paraná v hir trabajando quanto se le antoja como está haciendo
años, los grandes perjuicios de los demás fayneros". Por ese motivo solicitaba a las
autoridades que "licencie para que todos los fayneros que trabajen en los montes de las
islas del Paraná en aquellos parajes donde no encontraron tropa, aunque se hallen
señalados. “ ' 7I
La posición de Inchaurandiera resultaba razonable en sus argumentos ya que pretendía
evitar situaciones abusivas bajo el amparo de la antigua costumbre, de modo que quedaran
liberados aquellos sitios "donde no encontraron tropa, aunque se hallen señalados".
El documento precedente es de gran importancia para nuestro tema ya que deja en
evidencia ciertas prácticas sociales desarrolladas en las islas que han pasado desapercibidas
en los trabajos historiográficos referidos a la región aquí estudiada.

^7 !
AGN, IX-41-4-1. 1 José de Vncharradieta c/Pedro Achaga s/derecho a corte de leña en los montes.
Tribunales» leg. I 2, exp. 16 (Año 1764)

168
Estas prácticas devenidas en costumbre "que la común practica antigua sobre el corte
y beneficio de las maderas de los montes del Paraná"272 suplieron la falta de leyes
regulatorias, intentando establecer un mecanismo que diera respuesta a la cuestión sobre la
apropiación de estos recursos que aún mantenían el carácter de libre accesibilidad.

5. 3. La primera transición: una etapa de posturas vacilantes (1810-1852)


5.3.1. Concepciones jurídicas sobre la propiedad y disposiciones legales sobre
propiedad de las islas y bañados
Dentro de las ideas que acompañaron al proceso revolucionario de Mayo de 1810 se
encontraban aquellas que pretendían conformar un nuevo modelo de derechos de propiedad
basado en la propiedad privada plena de las tierras y sus recursos. Sus antecedentes los
podemos encontrar en el programa de reformas borbónicas llevadas adelante por Jovellanos
y en el Río de la Plata desde instituciones como el Consulado de Comercio o el Gremio de
Hacendados que apuntaban al libre uso de los bienes por sus titulares
Esta vertiente ideológica se ubica en torno a los postulados fisiocráticos y liberales en
boga por entonces, y se encuadra dentro del proceso de difusión de aquellas ideas
sostenidas por viajeros, hijos de familias locales y algunos funcionarios formados en
Europa, como en el caso de Belgrano.
La tarea para imponer ese nuevo modelo no fue fácil para aquellos que los impulsaban,
puesto que la modificación del sistema proveniente de los tiempos coloniales significaba
trastocar la organización social y económica de una porción importante de sectores sociales
que buscó, asimismo, formar un mercado de trabajo, ya bien cercenando las alternativas de
supervivencia autónoma a los pobladores más pobres de la campaña o mediante sistemas de
control, tema que abordaremos en detalle en el capítulo siguiente al tratar sobre la cuestión
del control territorial.
Así es que durante los primeros tiempos de vida independiente se mantuvieron las
composiciones (denuncias de terrenos baldíos) y las mercedes (donaciones).

272 A G N . ob. cit.

169
En 1819, el Directorio inició una política de donaciones 27j en beneficio de pequeños y
medianos propietarios para poblar la frontera otorgando tierras bajo aquel último sistema*274
y, en 1832, Rosas hizo lo mismo en Azul.2'5276
Sin embargo, a principios de la década de 1820 se produjo un importante cambio en el
modo de acceder a la tierra cuando se estableció el régimen de enfíteusis y poco tiempo
después se inmovilizó la tierra fiscal hasta la sanción de la ley sobre terrenos". ~ Los
motivos de esta medida respondían a las necesidades del Estado de contar con una garantía
para hacerse de recursos mediante un empréstito, que fue autorizado por la legislatura en
agosto de ese año.
Paralelamente a ello se fueron creando una serie de instrumentos administrativos que
apuntaron a consolidar la presencia del Estado en la sociedad y asegurar los derechos de
propiedad de los particulares, como fue el caso del Departamento Topográfico que tuvo,
entre otras funciones, registrar las medidas de los terrenos de manera científica y conformar
un archivo catastral.
En efecto, el Departamento Topográfico cumplió un importante papel en el
ordenamiento de la propiedad dentro de las políticas del control territorial que impulsó
Rivadavia.
En 1837 el gobierno reglamentó la venta de tierras en enfíteusis y baldías de propiedad
del Estado estableciendo que "no se concederá en venta menor estension de tierras de las
dadas en enfíteusis”. 277

: ! Estas donaciones podían ser de dos tipos: las condicionadas, que se otorgaban con la obligación de ocupación y
población y las incondicionadas que se adjudicaban como premio a quienes habían combatido contra los indígenas o por
fidelidad política.. VALENCIA, Marta, (2005) Tierras públicas tierras privadas. Buenos Aires 1852-1876La
Plata, Editorial de la Universidad de la Plata, p. 17.
274
GARAVAGLIA, Juan Carlos (2004) “La propiedad de la tierra en la región pampeana bonaerense:
algunos aspectos de su evolución histórica (1730-1863)" en: FRADKIN, Raúl y Garavaglia, Juan Carlos
En busca de un tiempo perdido. La economía de Buenos Aires en el país de la abundancia
1750-1865. Bs. As. Prometeo libros, p.83.
275 GARAVAGLIA, ob.cit., p. 84.
276 MUZLERA, Joaquín M. (s/f) Tierras públicas. Recopilación de leyes, decretos y resoluciones de la
provincia de Buenos Aires sobre tierras públicas desde 1810 a ¡845. La Plata, Isidro Sola Suárez, Tomo 1, p.
23 y 24.
277 MUZLERA, ob.cit. p. 117.

170
Ello se complementó, en 1838, cuando el gobierno puso en venta todas las tierras
públicas disponibles, incluyendo las que habían sido dadas en enfiteusis. Con ello Rosas
llevó adelante una política de tierras que favorecía la privatización por medio de la venta,
ya que se consideraba que la iniciativa privada estimulaba más la producción.278*
Este proceso de apropiación privada llevado adelante por los diferentes gobiernos
durante el período independiente comprendió, además, las tierras ejidales.27<<
Los ejidos existieron a la salida de los poblados como tierras de pan llevar, es decir,
para destinarlo al cultivo de cereales, como terrenos comunes de pasto y leña e, incluso,
como medio de obtención de rentas para el Cabildo, por ese motivo se llevaba un registro
de arrendatarios de aquellas tierras, por lo cual esta cuestión fue fuente de disputas.
Luego de la independencia, la legislación despojó al término del "carácter comunal
que llevaba implícito históricamente y denominó ejido a las tierras que rodeaban a los
pueblos destinados exclusivamente a establecer población y cultivo 280
A partir de finales de la década de 1820 los jueces de paz, los comandantes de frontera
y las comisiones de solares serán las autoridades encargadas de efectuar los primeros
repartos de terrenos ejidales y, posteriormente, a partir de la segunda mitad del siglo XIX,
dicha función estará a cargo de las municipalidades.281
Recién en el año 1858 se dictó la ley 135 bis que autorizó la venta de terrenos del
Estado fuera de la traza de los diferentes pueblos pero dentro de sus ejidos.282
Por último, dentro de aquella política general de tierras, nos referiremos puntualmente
a los bañados, que integran el grupo de tierras objeto de nuestro estudio.

278MIGUEZ, Eduardo (2009) “Tierra, ñscalidad e instituciones. El Río de la Plata en la temprana


independencia” en: Academia Nacional de la Historia, Investigaciones y Ensayos N° 58, Bs. As, p. 364.
2,9 En España, los ejidos eran las tierras ubicadas a la salida de los pueblos destinada a reserva de espacio para
ampliación de la población, donde no se plantaba ni se cultivaba y era común para todos los vecinos. En
América tuvo otra significación, distinguiendo los usos de estos terrenos entre los pueblos españoles y los
indígenas; no obstante su noción está directamente vinculada a los poblados. En la campaña de Buenos Aires
la preocupación por la frontera y por consolidar el dominio sobre los territorios marcaron una política
orientada a la reunión de la población en torno a pueblos y al establecimiento de sus ejidos.
380 BARCOS, María Fernanda (2013) Pueblos y ejidos de la campaña bonaerense. Una historia socio jurídica
de los derechos de propiedad y la conformación de un partido: Mercedes, 1780-1870. Rosario, Prohistoria
ediciones, p.87.
281 BARCOS, ob.cit. p. 99
282 MUZLERA, ob.cit. p. 211.
Durante la gobernación de Manuel Dorrego se dictaron las primeras disposiciones que
favorecieron su apropiación privada, como el decreto del 15 de mayo de 1828 que
estableció que los bañados sobrantes de terrenos de propiedad pública, adyacentes a los de
particulares, debían ser mensurados y entregados en enfiteusis.28’ De manera que podemos
situar en ésta época el primer planteo legal tendiente a romper con una larga tradición
basada en la protección de los terrenos de bañado como reservas de uso común, como ya se
vio en páginas anteriores.
Aunque la cuestión sobre el destino de los bañados no estuvo definida por entonces,
abrió el camino a la discusión y a planteos sobre la conveniencia del mantenimiento de los
antiguos usos o su reemplazo por nuevos derechos que llevaran a su apropiación particular.
En efecto, la apropiación de estas tierras marginales, en ocasiones, suscitaron
conflictos entre los propietarios de las tierras linderas con pretensiones a ellas, lo cual pone
en evidencia la importancia económica que desempeñaron dentro de las comunidades
rurales y en segundo lugar, su creciente valorización dentro del mercado de tierras, temas
que nos ocuparemos en el punto siguiente de este capítulo.
Paralelamente al dictado de estas normas sobre apropiación de tierras, durante el
mismo período se pusieron en vigencia otras tantas que pretendieron reglamentar el libre
acceso a ciertos recursos. Un ejemplo de ello fue el decreto del 22 de noviembre de 1821
del gobernador Martín Rodríguez que intentó regular la matanza de nutrias, disponiendo los
meses y lugares en que se podía efectuar ya que consideraba que “el libre uso de la
propiedad influye tanto en su aumento, cuanto la seguridad de la posesión; y al aprovechar
los productos de un fruto público sin destruir su reproducción ”.2R4
Con esta medida se pretendía restringir la práctica difundida hasta ese momento que
habilitaba la caza en terrenos ajenos y del común, con el propósito de ejercer un control2834

283 MUZLERA, ob. cit. p. 80.


284 ZAPPIA, Paulo Antonio (2004) “Un documento sobre la caza de nutrias en la Provincia de Buenos Aires,
1842” en: ¡ushistoria Investigaciones. Centro de Estudios e Investigaciones de Historia del Derecho.?acuitad
de Ciencias Sociales, Historia, Geografía y Turismo, Universidad del Salvador., Documento N° 6. Esta
disposición se enmarcaba dentro de las ¡deas difundidas por entonces, entre ellas las del economista británico
William Forster Lloyd (1794-1852) quien sostenía que los recursos de uso común terminarían siendo
destruidos porque los individuos, al procurar en todo momento maximizar su utilidad inmediata, los
depredaban. Por esta razón, también se dispuso que ningún individuo podría cazar en terrenos de propiedad
particular, sin licencia del poseedor.

172
social sobre los sectores que integraban la peonada al reforzar su dependencia como mano
de obra disponible, ya que era conocido que muchos de ellos, especialmente al convertirse
en desertores, buscaban refugio en las islas del Tordillo o en las Paraná, dos lugares de
nutrieras por excelencia.
Durante la época de Rosas el asunto sobre este recurso volverá a presentarse con
frecuencia, adoptándose una política pragmática, al establecerse, de modo alternativo, la
autorización y prohibición de cazar nutrias.
Así, por ejemplo, por un decreto del Io de agosto de 1842, Rosas prohibió la matanza
de nutrias como un modo de ejercer el control social ya que argumentaba que la
explotación de aquel recurso “contribuye actualmente a la escasez de peones en las
haciendas y demás elaboraciones rurales”2*5
Según Gelman, la posibilidad de que los terratenientes aprovecharan plenamente sus
bienes chocaba con las antiguas prácticas de herencia colonial muy difundidas entre los
pobladores de la campaña. Así, por ejemplo, la caza de nutrias, como la de ‘‘avestruces”, y
el aprovechamiento de la leña de los montes existentes en tierras ajenas fueron actividades
que intentaron ser criminalizadas por las leyes en distintas oportunidades sin llegar a
cristalizarse y solo mantenidas durante un breve período.
Como queda visibilizado en el presente capítulo, los intentos por regular los derechos
de propiedad sobre los diferentes tipos de tierras y los recursos tuvieron su expresión en
una serie de disposiciones legales que nos muestran las marchas y contramarchas sobre la
materia en cuestión. Para su mejor ordenamiento y comprensión presentamos a
continuación los cuadros números 14 y 15.

285
Ob.cit.

173
Cuadro N° 14
Disposiciones legales sobre acceso a la posesión y/o propiedad de la tierra (1810- 1852)

Fecha Disposición Asunto


17/04/1822 Prohibiendo la venta, denuncia y expedición de títulos de propiedad
fiscal
20/5/1826 1994 Concediendo tierras públicas en enfiteusis (20 años)
30/6/1826 2014 Creando el Gran Libro de la Propiedad Pública
5/8/1826 2042 Concediendo en enfiteusis de terrenos de quintas de propiedad pública
25/10/1826 2063 Prohibiendo de denuncia de tierras en enfiteusis que comprendan
bosques o montes de propiedad pública
15/05/1828 Decr 65. Obligando mensurar los bañados sobrantes de terrenos públicos,
adyacentes a los particulares para darlos en enfiteusis.
10.05.1836 ley Prohibiendo la venta a terceros de las tierras ocupadas por enfiteutas y
renovación del canon por diez años.
28/05/1838 decreto Estableciendo una fecha límite en el derecho de preferencia en la
compra de tierras a los enfiteutas.
9/11/1839 decreto Premiando con tierras a los servidores del gobierno (merced)

Fuente: elaboración del autor en base a información extraída del Registro Nacional de la República
Argentina

174
Cuadro N° 15
Disposiciones legales regulando el acceso a ciertos recursos (1810-1852)

Fecha Disposición Asunto

22/11/1821 decreto Reglamentando la caza de nutrias


12/10/1829 2353 Prohibiendo el corte de árboles frutales para extracción de leña en
las islas del Paraná “ por ser de interés general”.
14/03/1836 decreto Permitiendo la caza de nutrias para lo que resta de aquel año
22./12/1838 decreto Permitiendo la matanza de nutrias en las islas del Paraná
01/08/1842 decreto Prohibiendo la caza de nutrias “hasta la conclusión de la presente
guerra”

Fuente: Elaboración del autor en base a información extraída del Registro Oficial de la Provincia de
Buenos Aires

5.3.2. Prácticas sociales y disputas por la propiedad y usufructo de los recursos.


Durante la etapa iniciada por la Revolución de 1810 se pueden observar las tensiones
emanadas por la definición de los derechos de propiedad y, en particular, sobre las prácticas
sociales y las disputas por el acceso a los recursos. Se trata de un largo período transicional
donde se hace visible la puja entre los sectores que defienden el mantenimiento de las
antiguas prácticas y aquellos que desean borrarlas a fin de establecer la propiedad absoluta
de los derechos de propiedad de la tierra y de los recursos que existen en ellas, ün ejemplo
de ello, nos lo ofrece el conflicto suscitado en 1812, que tiene por protagonistas a un
notable local del Pago de Cañada de la Cruz, el presbítero Cayetano Escola terrateniente del
Rincón de Campana, y a Cirilo Vera, comandante de aquel puerto, acusado por el primero
de faenar ganado de sus rodeos y de '‘‘'cortar madera de sus m ontes”, ubicados en las
proximidades del arroyo de la Cruz. En defensa del acusado se presentó un superior suyo,
el teniente coronel Marcelo de la Colina, a cargo de la comandancia militar del puerto de
Zárate, quien argumentó respecto de la segunda acusación, “que solo se había aprovechado
la leña de unos arbustos secos que crecen a orilla de un arroyo ” y que Escola no tenía "el

175
menor derecho para apropiarse aquellos arbolitos que baña el referido arroyo, como que
siempre se han considerado de uso común los árboles que la naturaleza colocó en las
márgenes de Ios ríos y arroyos 286287
El argumento esgrimido por de la Colina es muy importante para el tema que aquí
tratamos porque está expresando las ideas que estaban presentes en una época de cambios
revolucionarios, referidas a prácticas ancestrales de los tiempos coloniales sobre el libre
acceso a ciertos recursos básicos conceptual izados de “uso común". También cabe destacar
que en su argumentación expresaba que se trataba de bienes que "la naturaleza colocó en
las márgenes de los ríos y arroyos”, léase esto, para ser aprovechados libremente por todos.
Este tipo de conflicto, como ya hemos visto, no era nuevo pero estaba indicando un
proceso de cambios en la concepción de la propiedad que comenzaba por "confrontar el
antiguo principio colonial de ocupación espontánea con usufructo de tierras, pastos y
aguadas, con el nuevo derecho de propiedad mediante títulos", que terminaría consagrando
el dominio privado.
Estas mismas tensiones por la apropiación de los recursos se reflejaron en las islas
dentro del proceso de cambios que se estaba operando en la concepción de los derechos de
propiedad.
En ese sentido recurrimos al caso de la isla de Morán que citáramos anteriormente
donde en fecha 14 de mayo de 1823 en el que juez de paz del Partido de las Conchas
sostenía la necesidad de mantener las islas como tierras de uso común para el usufructo que
"de cañerías y maderas con que se sostienen infinidad de fam ilias pobres de la costa y de
m *>87
la campaña ya que "el dominio particular les privará de este recurso ", *
El juez de paz no solo describía la situación de conllicto presentada sino que además
tomaba una clara posición en defensa de los usos y costumbres que garantizaban a las
familias pobres el acceso a los recursos de las islas que ayudaban a su sustento económico
pero que el “dominio particular" podría privarlos.
Los considerandos del Procurador de la Provincia deja planteada una postura de
defensa de las tierras del común que viene a rivalizar con las pretendidas políticas

AHPBA. 12-2-9-28 Demanda del D r Cayetano Escola contra Cirilo Vera y Marcelo de la Colina.
287 AGN, X-13.2.4. f. 3

176
tendientes a la consolidación del derecho de propiedad privada de la época; e incluso su
valoración es negativa a la privatización de los terrenos del común, advirtiendo sobre las
posibles consecuencias que la búsqueda de lucro desmedida produciría, dado que “m s
dueños harían de sacar de allí todas las ventajas posibles y cegaría la fuente en breve
tiempo”.
Sin embargo, las opiniones estaban divididas ya que el propio Rosas, trató de llevar
adelante su programa de restablecimiento del orden teniendo entre sus objetivos consolidar
los derechos de propiedad privada de los ganaderos sobre los recursos y la tierra.
Las ideas generales de este programa ya habían sido esbozadas en las Instrucciones a
los mayordomos de Estancias que escribiera hacia 1825 donde trató de darle un sentido
capitalista a la explotación ganadera. Gelman, concluye que a pesar de ello, estas
propuestas fueron difíciles de ejecutar y no lograron desterrar del paisaje social bonaerense
la pequeña propiedad y las explotaciones familiares..288
Lo expuesto reviste importancia dentro del análisis de las prácticas y, al respecto,
resulta sumamente sugerente iniciativas privadas como las que representaron las
instrucciones citadas dadas por Rosas, que fueron fruto de su íntimo contacto con el mundo
rural y las costumbres de su gente.
Al asumir el gobierno de Buenos Aires, Rosas volvió sobre este asunto, pretendiendo
modificar algunos de los usos arraigados entre los pobladores de la campaña, en verdad con
poco éxito.
No fue sino hasta mediados de siglo cuando las élites gobernantes porteñas llevaron
adelante una serie de cambios institucionales tendientes a establecer las condiciones
económicas y políticas para liberar al mercado las tierras públicas disponibles. Al mismo
tiempo se trató de imponer nuevos derechos de propiedad de tipo liberal que garantizaran el
crecimiento económico. Según Gelman, los nuevos derechos no lograron desplazar de

288 GELMAN, ob. cit., pp.472 y 473. Entre las disposiciones que estableció se encontraban algunas destinadas
a disciplinar la fuerza de trabajo y a "liberar las tierras que administra el estanciero de todo compromiso con
terceros, haciendo respetar la plena propiedad de sus titulares". Esto se complementa con la prohibición "de
pobladores (agregados) ocupantes más o menos informales en terrenos ajenos, quienes se permitían instalar
y desarrollar actividades productivas propias, con algún sistema de reciprocidad en relación con el titular de
la tierra". Por último, estas medidas se completan con la persecución de las antiguas prácticas que permitían
el acceso a ciertos recursos, como la caza de ñandúes y nutrias “sin autorización expresa del propietario”,
impidiendo además "Ia utilización de la leña de sus montes u otros recursos. "

MI
inmediato las antiguas prácticas, pero esta limitación no impidió que hubiera "un
crecimiento sostenido de la economía" lo cual llevó a pensar al citado autor "que la
disputa por los derechos de propiedad reflejaba más una querella por la distribución de
los beneficios de ese crecimiento que una discusión sobre las posibilidades del crecimiento

en si.• » 289
Lo cierto es que las tensiones por la apropiación de las tierras y los recursos se fueron
profundizando en la medida que se intentaba avanzar en una legislación liberal, que
contemplaban la privatización de tierras marginales como los bajíos ribereños y las islas.
En cuanto a las tierras de bañados, resulta por demás ilustrativo un documento de 1837
que muestra una disputa por unas tierras ubicadas entre los actuales Partidos de Zárate y
Campana, en las riberas del Paraná de las Palmas. Se trata del caso del comerciante de
Buenos Aires, Federico Massot, con tierras en el Partido de Exaltación de la Cruz quien
solicitó adquirir los bañados linderos a su propiedad que poseía en el paraje del Rincón de
Zárate, Partido de Exaltación de la Cruz "a fin de dar más estensión a mi establecimiento...
que estoy dispuesto a comprarlos" entre las barrancas y el cauce del río hasta dar con el
arroyo de la Cañada de la Cruz.
En el expediente intervino el Departamento Topográfico con el informe de sus
miembros José Arenales y Juan María Gutiérrez quienes recomendaron al gobernador se
realizara la mensura previa de dichos terrenos y de los linderos, de acuerdo a lo establecido
por la ley del 10 de mayo de 1836.
Las pretensiones de Massot lesionaban los intereses de otros propietarios linderos
como en el caso de Juan de Dios Díaz y así lo hizo saber el informe del Departamento
Topográfico que sostuvo que todos los titulares de las tierras altas con bajíos ribereños
linderos, gozaban de ¡guales derechos sobre los mismos pudiendo adquirirlos “ es decir que
de accederse a lo solicitado por el peticionante quedarían despojados de sus respectivos
bañados D. Juan de Dios Díaz como ya se ha advertido y D. Luis Zarate, que se halla entre
las dos suertes de Massot... ”.289

289 GELMAN, Jorge (2005) “Derechos de propiedad, crecimiento económico y desigualdad en la región
pampeana, siglos XVIII y XIX” en: Historia Agraria Revista de agricultura e historia rural, N° 37, enero
p.468.

178
De modo que el informe oficial lejos de satisfacer el pedido del solicitante, reducía sus
pretensiones a la extensión lindante a la de su propiedad. Esta situación lo llevó a Massot
a exponer una serie de argumentos para defender su petición. Entre ellos, sostenía que
“que, si se adopta contra mi esperanza viene a reducir la area del terreno que quiero
comprar a una extensión que por su estrechez no puede servir a los destinos que tuve en
mira al hacer mi proposición ”. En otra parte acometía contra los eventuales derechos de su
vecino Díaz, del que decía que había perdido la única acción reservada a los enfiteutas, ya
que en virtud del artículo cuarto del decreto del 27 de julio de 1837 se otorgaba un plazo de
dos meses para que pudiese adquirir de manera preferente los terrenos ocupados y “Díaz no
se ha presentado a comprar el bañado de que se trata, ni dentro ni fuera de aquel plazo,
según lo acredita la relación de la Coléctura....Fuera de esto tenemos la mejor prueba de
esta verdad en el silencio del Departamento Topográfico, pues habiéndose manifestado su
juicio favorablemente a Díaz, no habría omitido recordar una circunstancia que valdría
seguramente más que las reflexiones que ha hecho en su informe citado. Asi pues, Díaz, no
es enfiteuta, porque perdió su carácter por el no pago del canon, no tiene derecho de
preferencia al bañado que pretendo comprar". La falta del canon enfitéutico por parte de
Díaz, permitió a Massot preguntarse ¿es todavía enfiteuta D. Juan de Dios Díaz?
¿Conserva los derechos que le reconoce el Departamento Topográfico?. De ningún modo.
El artículo 5 del decreto de 8 de noviembre declara terminantemente que el enfiteuta que
falte al cumplimiento del articulo I operderá el dominio útil que hubiera obtenido, si dentro
de los tres primeros meses siguientes al día último de marzo no pagare el canon devengado
hasta fin del año anterior". El interés de Massot por la posesión de las tierras resulta más
que evidente, al punto de esgrimir fuertes argumentos que apelaban a disposiciones que
habían sido dictadas recientemente por el gobierno, de modo de sostener que “los decretos
de VE deben cumplirse religiosamente ....teniendo el Gobierno el deber de aceptar mis
propuestas desde que no hayan otras mejores... agregando únicamente que ni Díaz ni
Zárate tienen necesidad de estas porciones de bañado, porque carecen de ganados que
puedan aprovecharlos ”.
Por su parte Martín Domato, quien asumía la representación de Díaz en el expediente,
sostuvo que ‘jo s perjuicios que ha causado Massot con todo el vecindario con la absoluta

179
ocupación que ha pretendido de dicho bañado, privando de sus ventajas, no solo a ios
vecinos del Partido que gozaban de la leña y paja que el producía, sino también a los
mismos propietarios de tierra firme a que están adyacentes, como es justo presumirlo ”.
Lo que queda de manifiesto con la apelación de Domato son las tensiones emergentes
de una sociedad en pugna entre sectores partidarios de los antiguos derechos y prácticas,
que defendían el interés general, y los nuevos derechos de corte liberal que pretendían
imponerse y estaban encarnados, en este asunto, por Massot. Dicho de otro modo, lo que
estaba en discusión era la política de privatización de aquellos terrenos.
Sin embargo, Domato sostuvo el derecho de preferencia que tenía Díaz como poseedor
o propietario de los terrenos altos para que éste pudiera adquirirlos por vía de la enfiteusis.
En este asunto fue decisiva la posición asumida por el Departamento Topográfico
quien además de considerar que su dictamen estaba de acuerdo "a las disposiciones
vigentes sobre adjudicación de bañados” resaltó el derecho de preferencia que poseían los
propietarios de terrenos firmes para la adjudicación de los bañados adyacentes, originado,
entre otras situaciones, por la utilidad que representaban éstos en ciertas épocas del año “la
urgente necesidad de su exclusivo dominio por los mismos, para el descanso de las
haciendas, y el necesario e indisputable acceso a las aguas; y sobre todo, los gravísimos
perjuicios que se les seguirían con la interposición de otros pobladores en más espacios
tan pequeños”. Además reconoció que “aunque es cierto que se fijaron plazos para
obtenerlos en enfiteusis, también lo es que, hasta ahora no ha sido despojado de ellos
ningún propietario; al menos no recuerda el Departamento caso alguno de este
- .. 290
genero .
Con ello, las autoridades reconocían el alto grado de morosidad existente en el pago de
los gravámenes establecidos sin que ello fuera causa de interrupción de los derechos que
hasta entonces gozaban los enfiteutas.
Por último recomendaba al Gobierno sancionar una ley para evitar futuros conflictos al
recomendar que se “sirva lomar en consideración una medida general que ponga a

‘90 AHPBA. Escribanía Mayor de Gobierno. Federico Massot sobre tierras que pretende comprar. Leg.153.
Expte. 12172.

180
cubierto de toda controversia y despojo los derechos de los propietarios de tierra firme a
los bañados que le sean accesorios por sus frentes "
El Departamento Topográfico no dejaba dudas en otorgar preferencia de compra a los
propietarios de las tierras linderas. Sin embargo, después de dos años de haberse iniciado
esta solicitud una ley posterior de fecha 9 de noviembre de 1839 prohibió la venta de tierra
de propiedad pública con lo cual la petición perdió sentido.
Con esta última disposición se dio marcha atrás, al menos temporariamente, al proceso
de enajenación de las tierras públicas en la provincia de Buenos Aires y los terrenos de
bañado continuaron bajo su antiguo status.
El documento descripto es un claro ejemplo que refleja de manera cabal las tensiones
abiertas entre antiguos usos y derechos que continuaban vigentes y los nuevos derechos de
propiedad que pretendían abrirse camino durante una etapa de transición caracterizada por
las idas y vueltas sobre un tema sumamente sensible en las comunidades rurales de la
provincia de Buenos Aires de la primera mitad del siglo XIX.
Este posicionamiento ideológico llevó a reglamentar el modo en que debía realizarse la
caza de esos animales; en ese sentido, se habilitó su matanza entre los meses de abril a
julio. Asimismo determinó que ningún individuo podría '‘‘'hacer correrías de género alguno
en terrenos de propiedad particular sin licencia del poseedor' . 291
Con ello se trataba de establecer el principio que vinculaba la propiedad de la tierra
con la de los recursos existentes en ella, lo cual constituía un claro avance del derecho de
propiedad privada. Sin embargo, tuvo que transcurrir bastante tiempo hasta que dicha
posición fuera consagrada en el Código Rural de la Provincia, dictado en 1865.
En cuanto a la disputa por los recursos de las islas, resulta útil retomar el litigio
suscitado en la isla de Morán, al cual ya nos referimos en un punto anterior del presente
capítulo.
Allí el juez de paz de las Conchas decía: "he sido informado por algunos montaraces
de los que trabajan en la isla de Moran, se les ha hecho conocer el dominio particular de
ella por el D. D. Bernardo Vélez” pero que "pobladas las islas por sus dueños

291
REGISTRO OFICIAL... ob. cit.
particulares seria un abrigo conocido al contrabando..., que la prohibición por et
gobierno para no cortar naranjo, ni durazno que abundan en dichas islas, que
abandonando tas islas de cañerías y maderas con que se sostienen infinidad de familias
pobres de la costa y de la campaña, el dominio particular ¡es privará de este recurso, que
circundadas las islas por los parajes de terreno anegadizo es inútil a la cria de ganados y
a las sementeras.
Y el Procurador General de la Provincia de Buenos Aires retomaba algunos
argumentos del juez de paz sosteniendo que en las islas existían terrenos donde "la
naturaleza produce por si madera de varias especies y cañas" los cuales "seria
conveniente dejarla en estado común, en que ha estado desde tiempo inm em orial" ya
"que con estos frutos se mantienen una infinidad de familias pobres y se hacen
introducciones de ellos a la campaña del norte”. ng3
Lo que señalan estos argumentos era la existencia de ciertos bienes que ofrecía la
naturaleza, como las maderas y cañas, que fueron necesarios mantener bajo el "estado
común*’ como lo venían siendo “desde tiempo inmemorial”; es decir que para justificar el
mantenimiento de una situación legal se apeló al valor que tenía la costumbre en aquella
sociedad, como su impacto económico al permitir el sostenimiento de “infinidad de
familias pobres”.
En dicha información, además, se puede observar una toma de posición a favor de los
usos y costumbres que garantizaban a las familias pobres el acceso a los recursos de las
islas que ayudaban a su sustento económico pero que el "dominio particular" podría
privarlos. Y luego expresaba: que esta es una riqueza para todos los individuos de la
provincia, que reducida a dominio particular acabaría en breve, porque sus dueños
harían de sacar de allí todas las ventajas posibles y cegarían la fu en te en breve
tiempo .
Analizando este párrafo surge una afirmación que pone en discusión la cuestión del
acceso a los recursos o más precisamente, sobre quienes recaía el derecho para apropiarse2934

292 AGN. X -13.2.4. f. 3


293 AGN, X 13.2.4.. f.l vta.
294 AGN, X 13.2.4.. f.l vta.

182
de ellos; y aquí aparece la afirmación de que se trata de “una riqueza para todos los
individuos de la provincia”. Al parecer, ya no se trataba de los vecinos del lugar quienes
podían usufructuar los recursos de las tierras del común sino que tal derecho se extendía a
todos los pobladores de Buenos Aires. Probablemente esta mirada se correspondía a los
cambios que se estaban operando en la esfera política al estar en cuestión el antiguo status
del vecino colonial que fue siendo desplazado por el ciudadano en la medida que se iba
afianzando el Estado provincial.
Volviendo a los considerandos del Procurador de la Provincia, ellos nos muestran una
postura en defensa de las tierras del común que viene a rivalizar con las pretendidas
políticas tendientes a la consolidación del derecho de propiedad privada de la época; e
incluso su valoración es negativa a la privatización de los terrenos del común, advirtiendo
sobre las posibles consecuencias que la búsqueda de lucro desmedida produciría, dado que
“sus dueños harían de sacar de allí todas las ventajas posibles y cegaría la fuente en breve
tiempo". Esta valoración negativa que hace el alto funcionario provincial sobre el avance
de la propiedad privada en tierras del común confronta con otras argumentaciones, que
como hemos visto anteriormente, eran favorables a la apropiación privada de las tierras y
los recursos, no haciendo más que poner en evidencia un período de transición que nos
indica que la cuestión no estaba resuelta para mediados del siglo XIX y no había consenso
en la élite al respecto sobre los diferentes usos de los terrenos.
En ese sentido retomemos el caso de la caza de nutrias. El decreto del 22 de noviembre
de 1821 dictado bajo el influjo del ministro Bernardino Rivadavia, expresaba la filosofía
del gobierno al considerar que “el Ubre uso de la propiedad” influía “tanto en su aumento
como en la seguridad de la p o s e s i ó n y permitía el aprovechamiento de “los productos de
un fruto público sin destruir su reproducción ”295

295 REGISTRO OFICIAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (1821), decreto del gobernador Martin
Rodríguez del 22 de noviembre de 1821. Bs., As., N° 15, imprenta de la Independencia, pp. 125-126.

183
5.4. La segunda transición: consolidación de la propiedad privada (1853-1870)
5.4.1. Concepciones jurídicas sobre la propiedad y disposiciones legales sobre
propiedad de las islas y bañados.
Después de la caída de Rosas los distintos gobiernos se abocaron a garantizar la libre
disposición de la propiedad retomando las propuestas pendientes. En ese sentido, se
impulsó el ordenamiento y la regularización del régimen de la tierra pública
establecimiento un marco jurídico para garantizar los derechos de propiedad privada que se
correspondió con la nueva estructura económica. Pero la implementación de reglas de
consolidación de derechos de propiedad perfectos, como ya se explícito anteriormente, no
fueron implementados de una vez y para siempre sino que se trató de una larga marcha con
avances y retrocesos que tuvo una estrecha relación con la evolución política de la región y
las dificultades por construir un orden legítimo que tuviere este programa como cierto.
El marco general fue la Constitución del Estado de Buenos Aires de 1854 que prohibió
la expropiación de propiedades privadas y la confiscación por motivos políticos. Con ello
se buscaba dar tranquilidad a los propietarios de tierra estableciendo la propiedad pública y
privada sobre bases inamovibles.2"’ A partir de allí encontramos una serie de disposiciones
que formaron parte del nuevo corpus normativo, como la ley del 21 de octubre de 1857
sobre arrendamientos rurales que puso fin a todos los efectos de la ley de enfileusis.
En cuanto a la posesión de las tierras de islas, hemos visto en el punto anterior del
presente capítulo, que en la década de 1820 los gobiernos de Las Heras y Dorrego tendieron
a facilitar la cesión de las mismas dentro de lo establecido por las normas de enfiteusis;
pero a partir de la segunda mitad del siglo a medida que distintas personalidades de la
época, como Sastre y Sarmiento, difundían sus bondades y potencialidades económicas, las
islas comenzaron a ser pobladas por colonos que encararon diferentes explotaciones.
Este incipiente proceso de colonización y la ausencia de normas que regularan su
ocupación trajeron aparejado numerosos conllictos. Por esta razón se dictó el decreto
número 122 del 23 de julio de 1856, que fue el primer intento por regular la situación sobre
los derechos de propiedad en las islas. La misma disposición explicaba que "habiéndose*

** GELMAN. ob.cit. p.48l

184
suscitado litigios sobre la posesión de las islas de la embocadura del Paraná, con retardo
de su cultivo y entorpecimiento de los pobladores de buena fe. y no habiendo ley escrita
que determine tas condiciones de la posesión el gobierno acordó (que) las islas que están
bajo jurisdicción del subdelegado de marina de San Fernando " su "posesión se
determinara por población antigua, por plantaciones y concesiones hechas por el juez de
paz de San Fernando " , 2,7
De manera que la citada norma surgió ante la necesidad de limitar el número de litigios
que se estaban generalizando por entonces con la ocupación de colonos, muchos de ellos,
inmigrantes, que comenzaron a establecerse, principalmente, en las islas del Delta inferior.
En el artículo primero establecía que el órgano de control era el sub-delegado de
marina de San Femando, "a cuya jurisdicción están sometidas las islas", escuchará las
demandas sobre posesión “acompañado de dos vecinos elegidos de aquel partido". Por el
artículo segundo se estableció que la posesión se determinaría “por posesión antigua, por
plantaciones y concesiones hechas por el juez de paz de San Fernando, en los términos que
se están practicando actualmente". Sin embargo para que el título se perfeccionara era
necesario que dentro del año de otorgado debía levantarse "casa, rancho o plantío que
acrediten la posesión'.'"* Con lo cual se mantenía la antigua costumbre de los tiempos
coloniales de ocupación efectiva de las tierras concedidas.
Atento a aquellas cuestiones, Sarmiento se pronunció desde las páginas de El Nacional
sobre las nuevas disposiciones, expresando con claridad la situación de las islas del Delta
señalando que “pertenecen aún al dominio público... y ... las reglas que se dan están
fundadas en las costumbres establecidas en ¡as islas, y en principio de justicia y
derecho... Asimismo "tienen, pues, su comienzo de legislación peculiar. Registro de la
solicitud en San Fernando, una corte o jurado de vecinos presididos por el subdelegado de
marina, por jueces de hecho, y el trabajo por titulo de posesión. El que trabaja está seguro
de su propiedad". *298299

MUZLERA. ob.cit. p. 165.


298 Ibidem.
299 SARMIENTO, D. F. Et Carapachay, ob. cit. p.9l y 92.

185
De esta manera Sarmiento se posicionaba a favor de la posesión de la tierra a través del
trabajo como fundamento para alcanzar la propiedad.
Poco después, en 18 de febrero de 1857, por resolución 124 se autorizó a los jueces de
paz de los partidos ribereños del norte bonaerense: San Nicolás, San Pedro, Baradero y
Zárate "para conceder la posesión de las islas del Paraná, a los que la solicitasen en los
términos de la autorización dada al juez de paz de San Fernando, que se hallasen en frente
de sus respectivas jurisdicciones territoriales”.30°
Estas disposiciones permiten observar que la política tendiente a consolidar la
propiedad privada de la tierra y de los recursos en el Delta no siempre fue direccionada en
el mismo sentido sino que estuvo condicionada por negociaciones y por la contemplación
de intereses diversos que permitieron asegurar la permanencia de algunas de las antiguas
prácticas y derechos.
Por aquella misma época se le encomendó a Valentín Alsina elaborar el Código Rural,
en razón de la urgencia de atender “los valiosos intereses de la campaña” para que dicha
codificación permita “conocer con facilidad y determinar con claridad los derechos y
obligaciones respectiva para cortar los abusos e inconvenientes que retardan su
progreso".*301
Para llevar adelante esta ardua tarea, Alsina consideró los aportes que hicieron
propietarios y jueces de paz a través de una suerte de encuesta, que publicó en
Antecedentes del Código Rural.
El Código avanzó en la privatización de los recursos favoreciendo a los sectores
propietarios al establecer prohibiciones sobre antiguas prácticas. Así, por ejemplo, el
artículo 9 prohibió "penetrar en campo ajeno a recoger hacienda", y a “campear ni a
pretexto de bolear avestruces, venados u otros animales, sin previo permiso del dueño del
campo, bajo pena de multa... ”. Por esta disposición se trataba de limitar el libre acceso a

30uMUZLERA, Ob. cit. p. 169.


301 Decreto del gobernador de Buenos Aires Mariano Saavedra de diciembre de 1862, en: SERRES, José R.
(1950) Valentín Alsina y el Código Rural de Buenos Aires, Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria,
Bs. As.

186
las propiedades rurales impidiendo con ello la provisión de recursos provenientes de la caza
de animales.
Mediante otras disposiciones se reguló el acceso a las aguadas y las pasturas que
dejaron de ser recursos de libre disposición.302
Dentro de los recursos que finalmente fueron apropiados se encontraron un conjunto
que hemos mencionado reiteradamente en este trabajo, de gran utilidad para las familias
pobres campesinas como los juncos, totoras y paja "y demás productos espontáneos o
adherencias de la tierra" que pasaron a la exclusiva propiedad de los dueños o poseedores
de ella "y sólo con su licencia, o bajo el precio o condiciones que él establezca, pueden ser
tomadas o explotadas por otro. Lo contrario podrá ser reputado y penado por hurto ".
(art.269) y las aves y animales que se hallaren en un terreno particular (art.259). Por lo
tanto, “ Viola la propiedad particular, quien cazase o hiciese corridas en terreno ajeno, de
dichas aves o cuadrúpedos sin previa licencia de su dueño ” (art. 261)
Este cerco sobre la propiedad comenzaba a cerrarse en claro perjuicio de los sectores
menos favorecidos, limitando incluso el acceso a los bienes de propiedad pública, ya que el
artículo 265 establecía: ”viola la propiedad pública quien cazase o hiciera tales corridas
en tierras del Estado, sin licencia escrita de la municipalidad o del j u z g a d o De este
modo la paja, junco, biznaga, como los sauzales, bosques o árboles sueltos que nacieren o
se hallaran en tierra pública, pasaban a ser propiedad de la respectiva municipalidad o al
juzgado de paz en su falta, (art.270)
La apropiación de los recursos públicos por parte del Estado y la condena de todo
intento en acceder a ellos por parte de los particulares, al considerarlos como violación de
la propiedad pública muestra un verdadero punto de inflexión respecto a las etapas
anteriores, al establecer una clara voluntad privatista (aún cuando su poseedor sea el
Estado) de los recursos y de su control. Para ello se dispuso que cada autoridad local fuera
la encargada de reglamentar y "gravar con un pequeño impuesto el aprovechamiento de

10‘ Al establecerse un control de las aguadas naturales o artificiales en relación con el número de ganado
capaz de mantener, se pretendía ejercer un control sobre los pequeños propietarios tendiente a favorecer la
consolidación de la gran propiedad, ya que aquellos, privados del acceso a las tierras comunales y
mercantilizados los recursos para el mantenimiento de las haciendas, tendrían serias dificultades en el
mantenimiento de los pequeños patrimonios rurales.

187
esos productos; salvo, empero, el perpetuo derecho del Estado para aprovecharlos o
extraerlos, con destino a obras u objetos de utilidad generar (art. 271)
No obstante lo categórico de estas normas en cuanto a su concepción sobre la
propiedad privada de las tierras y los recursos, se continuaron admitiendo algunos derechos
provenientes de las antiguas prácticas y derechos de propiedad coloniales, como los que
subsistieron en el artículo 272 que excluyó de la apropiación particular o del Estado a "las
arboledas y demás productos naturales de las islas del Paraná; a cuyo respecto
continuarán rigiéndolas disposiciones gubernativas, hasta que, obtenidos los competentes
planos y demás conocimientos, pueda la legislatura dictar las leyes de esta referencia M.303
Esta disposición se vincula con la enorme importancia económica que tuvieron los
recursos existentes en las islas para la sustentabilidad económica de los sectores populares
de las áreas ribereñas del Paraná.
Sin embargo, paralelamente a lo señalado, puede observarse que en el nuevo escenario
jurídico que se estaba cristalizando las islas fueron abandonando el carácter de “territorio
marginal y de tránsito” para ser miradas como un espacio “a colonizar”. Ello fue
acompañado con los instrumentos legales que trataron de dar seguridad jurídica al proceso
de ocupación de las tierras de islas. Por esta razón entre las disposiciones adoptadas por el
gobierno de Buenos Aires se encontraron dos decretos leyes dictados en 1856 y 1857, en
los que disponía que la posesión de los terrenos se otorgaría por población antigua,
plantaciones y concesiones hechas por los jueces de paz de los Partidos de San Fernando,
Zárate, Baradero, San Pedro y San Nicolás; sin embargo se estableció como condición que
el título de propiedad registrado no tendría valor alguno si un año después de otorgado no
se hubiese levantado en el terreno casa, rancho o plantío que acreditaran la posesión del
mismo.
Galafassi vincula la sanción de estas normas con la génesis de un marco legal para la
colonización de las islas, que recién se concretará en septiembre de 1888, cuando la

303 CODIGO RURAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (1865), edición oficial, Bs. As., imprenta
de Buenos Aires, en htpp://www.gob.gba.gov.ar/intranei;d¡gesto/PDF/00469.pdf, p.42.

188
Provincia de Buenos Aires sancionó la ley 2072, que autorizó a adjudicar en venta las
tierras ocupadas y las cedidas por los decretos antes mencionados.,u4
De este modo podemos señalar que durante este período se dictaron las primeras
disposiciones que abrieron el camino del proceso privatizador de las tierras de islas, hecho
que señala la importancia que fue adquiriendo este territorio al ser incluido dentro de la
política de tierras de los sucesivos gobiernos bonaerenses.
En cuanto a las tierras de bañados bonaerenses existentes sobre las riberas del Paraná,
en ocasión de una consulta del juez de Paz de Zárate sobre la posibilidad de proceder a su
venta, el asesor legal de la Provincia sostuvo que "sería lo más conveniente que los
bañados de los ríos no se enagenaran sin una necesidad imperiosa a lo menos de una
manera general. El bañado la costa baja no puede separarse del terreno superior porque
seria quitar la aguada que tienen las estancias del Paraná y también porla conveniencia y
necesidad de dejarlos para el uso público. Este pensamiento lo tuvo ya el fundador de
Buenos Airees cuando hizo las primeras mercedes señalando a la propiedad privada por
limites el filo superior de las barrancas del Paraná. Soy por lo tanto de dictamen, se diga
al ju ez de paz de Zárate que aunque la ley de 6 de agosto no ha esceptuado espresamente
dichos terrenos, los bajos en toda la costa del Paraná, no es por ahora, la mira del
gobierno proceder a su enajenación ”.*305
En tal sentido, la información expuesta sobre lo que sucedía a partir de 1856 muestra
los cambios que se estaban operando en las concepciones de la propiedad pero también las
enormes dificultades para ponerlas en práctica lo cual evidencia que por entonces no estaba
completamente resuelto un nuevo y definitivo marco normativo.
A continuación enumeramos algunas de las principales disposiciones referidas a la
propiedad de las islas y las tierras de bañados. (Ver cuadro N° 16)

j04 GALAFASSI, G., Aproximación al proceso histórico... Ob.cit. p. 14.


30í MUZLERA, ob.cit.
C uadro N° 16
Disposiciones legales sobre la apropiación de tierras y recursos de bañados e islas
(1810 y 1852).

Fecha Disposición Asunto

23/07/1856 Decreto 122 Sobre título de posesión sobre las islas del Paraná

25/10/1856 Decreto 123 bis Autorizando a la Municipalidad de Zárate a la


enajenación de los terrenos bajos de aquel partido sobre el Paraná

18/02/1857 Decreto 124 Autorizando a los jueces de paz de San Nicolás.


San Pedro.. Baradero y Zárate. para conceder la posesión de las islas del Paraná, a los que
la solicitasen en los términos de la autorización dada al juez de paz de San Femando

24/10/1857 Resolución 128 bis Prohibiendo la enagenación de los bañados sobre


la costa del Paraná
Fuente: Elaboración del autor en base a Joaquín MuzleraJOb

Por último diremos que a finales de 1869 se intentó uniformar el marco normativo con
la sanción del Código Civil Argentino que entró en vigencia en 1871. De este modo se
consagraron una serie de principios fundamentales entorno de los derechos de propiedad
que se basó en las ¡deas de la propiedad absoluta: el derecho de propiedad que permite usar,
gozar y hasta destruir la cosa y comprendió la superficie, el subsuelo y el espacio aéreo.
Asimismo se suprimieron algunos derechos reales, como el de superficie.'07 la enfiteusis,
las rentas, algunos censos y las vinculaciones y terminó con las prácticas de tolerancia
amplia o de negociación existentes en el mundo rural. Con ello, Dalmacio Vélez Sarsfield,
autor del Código, trató que la multiplicidad de los derechos reales sobre unos mismos
bienes no fuera una fuente de complicaciones y de pleitos, perjudicando la explotación de
esos bienes y la libre circulación de las propiedades, según lo explicó en la nota al articulo306

306 MUZLERA, Joaquín M. (s/f) Tierras públicas. Recopilación de leyes, decretos y resoluciones de la
provincia de Buenos Aires sobre tierras públicas desde 1810 a ¡895., La Plata. Isidro Sola Suárez, Tomo I
El derecho de superficie consistió en el derecho del superficiario de poder hacer obras, edificios,
plantaciones sobre los cuales tenia un derecho de propiedad independiente del que correspondía al propietario
del terreno

190
2502. De esta manera se procuró estructurar una propiedad fuerte para crear un poderoso
incentivo a la explotación de las propiedades.
Esta nueva embestida de vertiente liberal, no obstante, no anuló la diversidad de
formas e incluso siguió reconociendo el valor de la costumbre como derecho supletorio.
Asimismo, en los artículos 2339 y 2340 del Libro Tercero que trata sobre los derechos
reales, cuando se estableció que las cosas podían formar parte de los bienes públicos o
privados del Estado general (nacional) o de los Estados de los estados particulares
(provincias), los ríos y las islas, cuando éstas últimas no pertenezcan a los particulares,
integraban los bienes públicos del Estado.'08

5.4.2. Prácticas sociales y disputas por la propiedad y usufructo de los recursos


No debe creerse que la legislación de corte liberal se impuso sin contradicciones a
partir de 1853, ya que encontramos numerosos ejemplos que se adscribían al
mantenimiento de algunos aspectos del antiguo orden sobre la propiedad. Esto se hizo
especialmente evidente, en el caso de las tierras de bañado, cuya privatización fue diferida
por algún tiempo. Así surge en el caso del litigio entablado, en 1855, por unos terrenos de
bañado entre los herederos de las tierras altas donde se había formado el pueblo de Zárate y
la Municipalidad, creada en 1854, cuestión en la que el gobierno estableció como propiedad
pública municipal toda la superficie que se extendía entre la barranca y el río Paraná.
Para comprender el caso debemos remontarnos al tiempo en que los hermanos Pedro y
José Antonio Anta vendieron, en 1826, a Rafael Pividal el terreno para el trazado del futuro
pueblo, que comprendió la parte alta arrancando desde las barrancas. El agrimensor al
realizar la traza, lo hizo extendiendo una linea recta, dejando fuera los sobrantes dados por
la sinuosidad del borde barrancoso. Estas sobras y las tierras que se extendieron en la parte
baja hasta dar con el rio fueron objeto de reclamos posteriores, entre María Moure, viuda de
Pividal: Gumersinda y Carmen Anta, hijas y herederas de Pedro Anta, fallecido en 1830. y

'°H Esta disposición recogía la legislación indiana ya que en la nota del artículo 2340 Vélez remitía al Libro 6
titulo 28 de la Partida 3 y Libro 5, Titulo 17, Libro 4 de la Recopilación de Indias, que declaraba que los
montes, pastos y aguas en América que no estuvieran concedidos a particulares serían cosas comunes a todos
en: CODIGO CIVIL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA y legislación complementaria (1982), Bs, As. La
Ley S.A.. pp.421-422.

191
la Municipalidad de Zárate. Entre los argumentos citados por las partes intervinientes se
encuentra el de Gregorio Mota, en representación de su esposa Gumersinda Anta, quien
expuso que “los terrenos que se delinearon para la población de Zárate, en su primitivo
origen, fue una estancia que compró Dn Pedro Anta, con todos los bañados hasta la lengua
del agua
Por su parte María Moure consideraba que los terrenos vendidos por los Anta a su
esposo comprendían tanto la traza del pueblo como los sobrantes y los bañados hasta llegar
al rio, sitios que reclamaba, a su vez, la Municipalidad.
Pero fue Dn José Antonio Anta, el primitivo poseedor de las tierras, quien al tomar
vistas del expediente, en diciembre de 1855, echó luz sobre el asunto y desestimó las
pretensiones de la sucesión de Pividal sobre las tierras de bañada expresando que en los
terrenos de bañado “donde existen algunos ranchos de los montaraces ... dichos bañados,
no han sido jam ás propiedad particular de ios que han disfrutado los dueños de los
campos altos y que bajo ese concepto que el que se halla al frente del pueblo debe ser
una adyacencia a él porque los caminos de un pueblo hasta et agua son comunales” . Por
su parte el agente fiscal sostuvo que “cuando pretenden extender su dominio a la parte
baja de las barrancas al río, porque aun suponiendo que en los primitivos títulos de
propiedad se dice a los dueños del terreno del dominio hasta llegar al río, esto es porque
las riberas de los ríos son de aquellos cuyos son las heredades que están ju n to a ellos (ley
5, til.28, P.3°) y si bien fueron los Anta los dueños del terreno en otro tiempo, desde que la
parte próxima pertenece hoy al Pueblo de Zárate, es claro que la ribera que bajo al río
pertenece también al mismo dueño “.
Posteriormente decía “si se hubiese de verificar la mensura del terreno que perteneció
a los Anta, empezaría a constatarse su estención desde las puntas de la barranca y no
desde la orilla del río; de modo que cuando enagenaron la parte próximo en que está hoy
situado el pueblo enagenaron también el derecho a la ribera que disputaban solo en su
calidad de dueños del terreno inmediato ” y por lo tanto consideraba necesario que las
autoridades dispusiesen “como muy justa, la providencia que se sirvió dictar en 6 de
noviembre del año próximo pasado, declarando de propiedad pública toda la superficie

192
que se encuentra entre la barranca y el río Paraná y como tal con destino a la
Municipalidad del Pueblo de Zarate
En su carácter de fiscal y asesor de Estado, Dalmacio Vélez Sarsfield dictaminó no
hacer lugar a las solicitudes de las herederas de Anta y Pividal "desde que esos terrenos
están declarados de propiedad pública por los decretos del 16 de marzo de este año
(¡855) ”
Resuelta esta cuestión, el juez de Paz de Zárate consultaba a las autoridades sobre si
estaba entre sus atribuciones proceder a la venta de los terrenos de bañados sobre el Paraná.
El 25 de octubre de 1856 Vélez le respondía que se "ha tenido a bien declarar que dicha
Municipalidad puede según lo juzgue más conveniente dar o vender dichos terrenos
sacándolos a pública licitación o en la form a que mejor convenga a los intereses del
Municipio ” (resol. 123) 309
Sin embargo, la autorización para enajenar estos terrenos tuvieron, por el momento,
un carácter excepcional, el de “crearse fondos para ayudar a cubrir el crecido déficit de
sus egresos municipales”. La excepcionalidad de la medida está corroborada por otra
disposición posterior que se dictó el 24 de octubre de 1857 que dispuso, ante una consulta
del juez de paz de Zárate sobre la venta de las tierras de bañado sobre la costa del Paraná,
que se tenga por resolución el dictamen del asesor estableciendo "que Ios bañados de los
ríos no se enagenaran sin una necesidad imperiosa a lo menos de una manera general en
tanto que el bañado o costa baja no puede separarse en la propiedad del terreno superior
porque sería quitar la aguada que tienen las estancias del Paraná y también por la
conveniencia y necesidad de dejarlos para el uso público”. Asimismo el dictamen dejó en
claro cuál era la política que el gobierno tenía sobre las tierras de bañado de ese momento
al concluir que "los bajos en toda Ia costa del Paraná, no es por ahora, la mira del
Gobierno proceder a su enagenación. ” 310

AHPBA. Escribanía Mayor de Gobierno. Expte. 1240, leg. 27 añol855. Mota Gregorio sobre la
declaración hecha por el gobierno de ser de propiedad pública los terrenos que hubo entre los vendidos a
Pividal por Dn Pedro Anta en el Partido de Zárate.

310 MUZLERA, ob.cit. p. 182.

193
Lo que se advierte de la resolución citada es la ausencia de un criterio único sobre el
proceso de privatización de las tierras de bañado, ya que éstas desempeñaron un papel
económico de importancia tanto para el pastoreo de los propietarios lindantes como para los
sectores populares que podían acudir a ellas en busca de leña y paja; por estos motivos las
autoridades postergaron por algún tiempo su apropiación particular.
En cuanto a las islas, como ya se dijo el punto anterior, el proceso de colonización y la
ausencia de normas que regularan su ocupación trajeron aparejado numerosos conflictos en
las islas que trataron de subsanar, de alguna manera, los decretos del 23 de julio de 1856 y
del 18 de febrero de 1857.
Todo ello nos muestra la complejidad de la política de tierras de ese entonces, donde
puede observarse que las antiguas prácticas y costumbres no pudieron ser reemplazadas
inmediatamente sin afectar los intereses de diversos sectores sociales.

Conclusión del capítulo


En el presente capítulo nos hemos ocupado de analizar cómo se desenvolvió el proceso
de constitución de la posesión y la propiedad de los bajíos ribereños y de las islas como
relación social. Para ello intentamos responder a dos preguntas fundamentales: ¿de quienes
eran las islas y sus recursos? y ¿quienes tuvieron en cada momento histórico derechos para
usufructuarlos?.
Dada la importancia y complejidad que encierran dichos interrogantes creimos
conveniente ordenar nuestra exposición agrupando las cuestiones planteadas en tres etapas:
la colonial, la independent ista que va desde la revolución hasta la caída de Rosas y el
tercero desde la sanción de la Constitución (1853) hasta la sanción del Código Civil (1870).
Esta división diacrònica nos permitió observar con mayor claridad las continuidades y
rupturas de un largo y complejo proceso, por momentos contradictorio, que condujo hacia
el final del período estudiado en la conformación de un corpus normativo que impulsó la
apropiación privada de tierras y recursos pero que, no obstante, supo resguardar algunos
aspectos del antiguo derecho de propiedad colonial.
En ese sentido, uno de los aspectos que destacamos al abordar la etapa colonial, fue el
referido a la coexistencia de derechos de posesión y propiedad junto a prácticas y usos

194
vinculados con el acceso a ciertos recursos básicos que se obtenían tanto en tierras
comunales como de propiedad privada y fueron de una gran importancia para la
subsistencia económica de las familias del mundo rural colonial.
Esta situación nos habla, en efecto, de un régimen de propiedad que separó la
titularidad del suelo de los recursos, tema que ha sido uno de los ejes alrededor del cual giró
el presente trabajo.
En cuanto al acceso legal a la propiedad pudimos demostrar que durante la época
colonial las islas del Delta estuvieron dentro de las tierras que fueron dadas en merced real,
situando las primeras adjudicaciones de las que tengamos referencias hacia el primer tercio
del siglo XVII.
Entre estos primeros poseedores se encontraron los betlemitas, de quienes se sabe que
mantuvieron una ocupación permanente en las islas debido a las plantaciones de frutales,
cultivo y cría de ganado. En cuanto a los jesuítas, la información que poseemos es a través
de la tradición que recogieron los diferentes viajeros y exploradores de la zona que nos
habla de un estrecho contacto con las islas, en la que realizaron plantaciones y explotaron
sus montes.
Las evidencias empíricas que nos permitieron constatar adjudicaciones de tierras de
islas durante esta etapa son más bien escasas. En algunas de ellas, encontramos individuos
que ya habían sido beneficiados con tierras en la campaña norte y buscaron extender sus
propiedades sobre terrenos de bañados e islas, probablemente, con el propósito de disponer
en las cercanías, de terrenos alternativos para el pastoreo, con abrevaderos naturales y
recursos estimados, como leña, junco y paja.
En ese sentido, resulta de particular interés destacar que a medida que se fueron
ocupando las tierras de la franja norte bonaerense se fueron multiplicando las disputas por
los recursos citados, muchos de los cuales se hallaban en las tierras de bañados.
Aquellas disputas que tenían por actores a terratenientes y vecinos tenían su origen en
el hecho de que aquellos recursos podían ser objeto de usufructo para fines domésticos, sin
importar que estuvieran ubicados en tierras comunales (bañados) o de propiedad particular,
ya que como se dijo anteriormente, la titularidad de la tierra y los recursos se encontraba
separada. De manera que aquella puja por su apropiación puede observarse con bastante

195
frecuencia a partir de las primeras décadas del siglo XVIII. Así encontramos, por ejemplo,
el caso planteado en 1724 por Mateo de Avalos, en la Cañada de Escobar, quien obtuvo del
alcalde de primer voto que se intimara a sus vecinos, a fin de abstenerse de aprovechar los
pastos y leña existentes en su propiedad, sin antes obtener su previo consentimiento ya que
le pertenecían "en fuerza de la merced hecha por el Señor Diego de Góngorá’'. Desde otra
situación, aparecen los casos de terratenientes como Pesoa, de la Quintana y Pinazo, en el
Rincón de Escobar, quienes fueron reconvenidos por el Cabildo por tratar de impedir el
acceso del vecindario a los recursos de las tierras comunales.
Por lo expuesto, en esta primera etapa pudimos observar varias cuestiones: en primer
lugar, los bajíos ribereños, aunque estuvieron alcanzados por la legislación indiana que los
consideraba tierras de uso común, a partir del siglo XVIII fueron objeto de frecuentes
disputas entre terratenientes y vecinos; los primeros con el propósito de extender sus
propiedades sobre un área rica en aguadas y pasturas y, los segundos, para seguir
usufructuando de los recursos allí existentes, que contribuían en buen grado al
mantenimiento de las economías domésticas de las familias pobres.
En segundo lugar, las islas formaron parte de las tierras realengas, motivo por el cual
algunas de ellas fueron dadas en merced durante el primer tercio del siglo XVII. Sin
embargo, las áreas inundables por ser bañados, formaron parte de las tierras comunales, tal
como lo muestra el dictamen del Procurador General de la provincia de Buenos Aires en el
litigio que se suscitara en 1823. Pero, más allá de esta categorización jurídica, en la
práctica, todo nos lleva a pensar que las islas fueron un reservorio de recursos a los que se
tuvo libre acceso con el único requisito del pago de un derecho.
En tercer lugar, pudimos identificar un sistema de regulación social para el acceso de
algunos recursos, a través de ciertos usos y prácticas como, por ejemplo, el del volteo y
señalamiento de los árboles, costumbre que se mostró eficaz en el mantenimiento de un
orden social en las islas que, no obstante, no pudo evitar conflictos por la apropiación de las
maderas que eran utilizadas como leña o para la fabricación de carbón.
Por último, pudimos observar que este pequeño espacio de relaciones sociales y
económicas no escapó a las consecuencias de los debates sobre progreso y propiedad

196
privada que proponían las ideas ilustradas de finales del siglo XVIII, situación que se
tradujo en los primeros cuestionamientos acerca del libre acceso a los recursos.
Durante la segunda etapa que comprende el período 1810-1852, encontramos que a
pesar de los cambios políticos operados con la Revolución, durante la primera década se
mantuvo la continuidad jurídica a través del sistema de composición y mercedes y se
respetaron las antiguas costumbres y usos coloniales sobre el acceso a los recursos.
Sin embargo, hacia la década de 1820 con la implementación del sistema de enfiteusis
se crearon instrumentos administrativos que apuntaron a consolidar la presencia del Estado
en la sociedad y asegurar los derechos de propiedad de los particulares, a través del
Departamento Topográfico que cumplió una importantísima tarea en el ordenamiento de la
propiedad rural bonaerense. Asimismo, surgieron los primeros intentos por regular la
apropiación de los recursos, (leña, frutales, nutrias, etc.) tratando de limitar su libre
apropiación, tanto durante la administración rivadaviana como posteriormente durante el
rosismo, aunque con resultados inciertos.
En cuanto a las tierras de bañados, la legislación mantuvo un criterio de preservación
como tierras del común, no obstante algunos intentos por adjudicarlos en enfiteusis, ya que
aún gravitaba con peso los posibles perjuicios que ocasionarían tanto a los propietarios de
tierras linderas como a los sectores populares, la imposibilidad de acceder a aquellos
recursos.
En lo que se refiere a las islas, durante este período también persistieron los conflictos
por la apropiación de sus recursos. En torno a ello vimos que en un expediente judicial del
año 1823 encontramos una definición sobre la situación legal de las islas planteada por el
Procurador General de la Provincia de Buenos Aires. En su informe el funcionario
provincial advertía la existencia de dos tipos de terrenos, los albardones, aptos para la
agricultura y por lo tanto sujetos de apropiación privada y los bañados, que integraban las
tierras del común, ‘‘en que ha estado desde tiempo inmemorial”, advirtiendo, además, sobre
las posibles consecuencias que la búsqueda de lucro desmedida produciría, dado que “sus

197
dueños harían de sacar de allí todas las ventajas posibles y cegaría la fuente en breve
tiempo " de cuyos frutos se “mantienen una infinidad de familias pobres ”.311
Ello nos está indicando la ausencia de normas específicas sobre las islas, lo cual denota
que por entonces, continuaba siendo un territorio fronterizo donde persistían serios
inconvenientes para que el Estado ejerciera su plena autoridad.
Durante la tercera etapa, encontramos que hacia mediados de la década de 1850, la
valorización de los recursos de las islas del Delta abrieron camino para la ocupación de sus
tierras, representando una suerte de expansión de la frontera oriental, para lo cual se alentó
a colonizar aquel espacio, mediante la legalización de las ocupaciones a través del
perfeccionamiento de los títulos de propiedad.
Ello se tradujo en las primeras normas que regularon el acceso a la propiedad de las
tierras de islas tratando de dar seguridad jurídica al proceso de su ocupación. Entre las
disposiciones adoptadas por el gobierno de Buenos Aires se encontraron dos decretos leyes
dictados en 1856 y 1857, de gran importancia para nuestro tema ya que ellos disponían que
la posesión de los terrenos se otorgaría por población antigua, plantaciones y concesiones
hechas por los jueces de paz de los Partidos de San Fernando, Zárate, Baradero, San Pedro
y San Nicolás; sin embargo se estableció como condición que el título de propiedad
registrado no tendría valor alguno si un año después de otorgado no se hubiese levantado en
el terreno casa, rancho o plantío que acreditaran la posesión del mismo.
Asimismo, se promovió la apropiación de los recursos públicos por parte del Estado y
la condena de todo intento de acceder a ellos por parte de los particulares, al considerarlos
como violación de la propiedad pública, lo cual muestra un verdadero punto de inflexión
respecto a las etapas anteriores, al establecer una clara voluntad privatista de los recursos y
de su control aún cuando su poseedor sea el Estado. Para ello se dispuso que cada
autoridad local fuera la encargada de reglamentar y “gravar con un pequeño impuesto el
aprovechamiento de esos productos; salvo, empero, el perpetuo derecho del Estado para
aprovecharlos o extraerlos, con destino a obras u objetos de utilidad generar (art. 2 7 1)

311 C A S A G R A N D E , ob.cit. p.171.

198
Lo expuesto se inserta en la tradición historiográfica de las últimas décadas que
reconoció el papel que desempeñaron no solo los propietarios particulares sino también los
ocupantes, que eran pobladores que estaban asentados en un terreno “sin ser reconocidos
como propietarios legales o sin tener una relación de arrendatarios o agregados ”, ya que
"la ocupación de un terreno integró el menú de estrategias de reproducción social y de
^ I9
expansión territorial en la campaña”.
Por otra parte, lo descripto nos habla de un claro avance hacia la consolidación de los
derechos de propiedad. No obstante, como dice Cañedo “la pluralidad de derechos con la
tierra propios de una sociedad de antiguo régimen fue más persistente de lo que se
suponía, lo cual dilató la creación de un orden propietario liberal ”,313 que se expresó en el
mantenimiento de algunos derechos del antiguo régimen ya que el artículo 272 hizo una
curiosa excepción en su concepción privatista de los recursos, al excluir a “las arboledas y
demás productos naturales de las islas del Paraná; a cuyo respecto continuarán
rigiéndolas disposiciones gubernativas, hasta que, obtenidos los competentes planos y
demás conocimientos, pueda la legislatura dictar las leyes de esta referencia.314
Esta situación se enmarca dentro del proceso de consolidación del Estado liberal que
apuntó a una política de privatización de las tierras de islas, que se hizo más visible en el
Delta inferior a partir de 1870 y luego de la sanción de la ley de islas de 1888. Sin embargo,
no debemos perder de vista que este proceso que llevó a la privatización de las tierras fue
gradual, iniciándose primeramente en las islas de Tigre y San Fernando y luego a otras islas
en la zona del. Delta inferior; sin embargo hasta bien avanzado el siglo XX persistió una
importante proporción de tierras de propiedad fiscal.

^19
CAÑEDO, Mariana (2015) “Ocupantes espontáneos y derechos por la tierra en la formación de “pueblos
de españoles” (Rincón de San Pedro, Buenos Aires, 1740-1860)” en Quinto Sol, vol. 19 N° 2 mayo-agosto
2015 p.3.
3,3 Ob. cit. p. 3.
314 C O D IG O R U R A L ... ob.cit..

199
CAPITULO 6
EL CONTROL DEL TE R RITO R IO

“La población se manifiesta entonces, más que el poderío del soberano, como el fin y el instrumento del
gobierno: sujeto de necesidades, de aspiraciones, pero también objeto en manos del gobierno,“

M. Foucault

En el presente capítulo nos ocuparemos de analizar los diferentes mecanismos y


procedimientos que se desplegaron durante los siglos XVIII y XIX para buscar el control
del Estado sobre el Delta del Paraná. Para ello trataremos de examinar cómo operó el
proceso de regulación de la población vinculada a esta región y cuáles fueron sus alcances.
En ese sentido, Foulcault señalaba la función estructuradora de los soberanos del siglo
XVIII sobre el espacio y el territorio, a los que llamó ‘‘arquitectos del espacio”, al tratar no
solo de fijar los límites y las fronteras de sus dominios sino también el de garantizar
distintos tipos de circulación -gente y mercancías,-.’1*
Precisamente, nuestro propósito se encamina a examinar el proceso de conformación
de la región como una frontera interna de características sumamente porosas que se fue
construyendo históricamente. Para ello procederemos, en primer lugar, a precisar los
conceptos de región y frontera, para posteriormente ocuparnos de enumerar, describir y
analizar los distintos tipos de control que se desplegaron sobre aquella franja territorial.
Al abordar el tema del control simbólico nos referiremos al concepto de equipamiento
político del territorio que utiliza Darío Barriera y el papel desempeñado por la cartografía,
tema al que ya nos hemos referido anteriormente. Del mismo modo retomaremos algunos
ejes explicados en los capítulos anteriores sobre la importancia que tuvo la circulación
mercantil y el poblamiento en la definición de los usos del espacio y de sus recursos.
Finalmente, nos ocuparemos de la cristalización de ese proceso mediante la construcción de
un aparato burocrático y el modo en que influyeron en dicha arquitectura las guerras
rioplatenses del siglo XIX, de modo de responder otra pregunta que consideramos
significativa: ¿por qué los que confrontan se disputaban este espacio?. La respuesta nos

m FOUCAULT, Michel (2011), Seguridad, territorio, población. Bs. As. F.C.E., p.45.

200
conducirá a tratar de demostrar que el control de este territorio fue imprescindible para la
navegación, clave para comprender el nudo central de la política rioplatense.

6.1. El T erritorio: Región y Frontera

La creación del territorio a partir de la delimitación y definición del espacio y sus usos
fue un ejercicio de posesión que se llevó a cabo de dos formas: la ocupación física del
espacio geográfico y el reconocimiento de tal dominio por la autoridad.
Durante el siglo XVIII y buena parte del siglo XIX el Delta del Paraná integró una
región fronteriza socialmente porosa, donde las múltiples interacciones sociales que se
desarrollaron allí estuvieron enmarcadas dentro de una geografía compleja: estas
características fueron condicionantes para un efectivo control del espacio por parte del
Estado. Como consecuencia de ello tuvo una tardía demarcación jurisdiccional, ya que los
límites insulares entre Buenos Aires y Entre Ríos recién quedaron resueltos en la década de
1960.
Nuestro punto de partida es tratar de definir el alcance que tiene para nosotros los
conceptos de región y frontera. El término región es uno de los conceptos utilizados con
mayor diversidad de criterio y. en consecuencia, se trata de una construcción puramente
intelectual, de ordenamiento particular del territorio, en cuanto depende enteramente del
tipo de relación que uno decide considerar relevante. Por lo tanto, en este trabajo lo
utilizamos como un concepto relativo que responde a las necesidades de singularizar,
clasificar y distinguir variables del resto. Esto significa que la región adquiere sentido en
cuanto es el escenario (sección de un territorio) donde se asienta un grupo humano (parte de
una formación social más amplia) y una colectividad de elementos naturales, en estrecha
interrelación y con un cierto grado de autonomía que le permite constituir una formación
social distinta que imprimirá su sello particular a la organización de ese territorio.316
La región comprendida de esta manera toma como punto de partida el reconocimiento
de que cada sociedad organiza su espacio y le imprime una forma específica de16

116 PALACIOS, Juan José (1983), “El concepto de región: la dimensión espacial de los procesos sociales” en:
Revista Interamericana de Planificación, vol. XVII, N°66, México, junio, pp. 56-68.

201
configuración, entendida como una realidad compleja de tránsito social conformada por una
multiplicidad de actores y de relaciones dinámicas de variada índole (económicas,
comerciales, culturales) en donde se van construyendo vínculos e intereses comunes y
singulares. Así presentada, más que una perfecta delimitación en el mapa, debe entenderse
como una hipótesis a confirmar. ,l7
Por su parte, entendemos por frontera un área o franja de territorio en la que “/as
procesos de producción, de estructuración institucional y social, no se han integrado aún
en un continuo normal, pero que están en camino de formación o de transformación. " 318
Otras definiciones pretenden adaptarse a un territorio específico, como la que
estableció Eugenia Néspolo para el caso de la frontera oeste bonaerense, concebida como
un espacio políticamente concertado, constituida por universos de gobernabilidad para las
sociedades concurrentes que se construyen y se re-definen en el conflicto y en la
convivencia armónica con el “otro”, al igual que un espacio de pleno dominio territorial.,ISI
En lo que se refiere a la frontera noreste, durante el siglo XVIII (entrerriana) se fueron
estableciendo estancias dedicadas a la cría del vacuno y luego de la creación del virreinato
del Río de la Plata se fundaron varios poblados sobre la margen occidental del río Uruguay
dando origen, en 1782, a las villas de Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del
Uruguay.
Paralelamente a dicho proceso de ocupación de Entre Ríos se fue configurando una
frontera interior, constituida por las islas, ríos y arroyos y áreas ribereñas continentales que
en su conjunto correspondieron al Delta del Paraná, espacio que trató de ser controlado por
medio de distintos dispositivos, que a continuación referiremos.

YOUNG, Eric van (1991), "Haciendo historia regional: Consideraciones metodológicas y teóricas”, en:
Pérez Herrero, Pedro (compilador), Región e historia en México, Instituto Mora-UAM, pp.99-122.
1,8 LUIZ. María Teresa (2003), “Consideraciones entorno al concepto de frontera ¿objeto de investigación,
instrumentos del análisis o procedimiento de interpretación?. Una mirada a la producción referida a los
territorios meridionales de Chile y el Río de la Plata durante el periodo colonial” en: Trocadero Revista de
historia moderna y contemporánea. Universidad de Cádiz, N° 14-15, p. 127.
NÉSPOLO, Eugenia Alicia (2006) “La “Frontera” Bonaerense en el siglo XVIII un espacio politicamente
concertado: fuertes, vecinos, milicias y autoridades civiles-militares” en: Mundo agrario, v. 7 N° 13, La Plata,
jul./dic. Versión on-line issn 1515-5994.

202
6.2. El control simbólico
Una de las primeras acciones llevadas a cabo por la Corona española para ejercer el
control territorial fue mediante el relevamiento geográfico que realizaron los primeros
exploradores y colonizadores, asignando nombres o adaptando las denominaciones nativas
con los que podían identificar los lugares. Aquel acto de nominar fue el primer paso en el
camino para la apropiación del territorio ya que. como sostiene Barriera, las nominaciones
formaban parte del "repertorio lingüístico utilizado por los agentes que estaban haciendo
el proceso de organización política del estado, estaban realizando el equipamiento político
de! territorio". *
Este concepto de equipamiento político territorial es una herramienta de suma utilidad
para comprender el profundo alcance que tuvieron el conjunto de acciones que hemos
agrupado dentro de lo simbólico que se llevaron adelante a lo largo del período estudiado
tendiente a la apropiación y control del territorio.
Si nos detenemos en el área del norte bonaerense podemos encontrar múltiples
ejemplos de lo dicho provenientes de las adjudicaciones de las primeras mercedes de tierras
realizadas durante las primeras décadas del siglo XVII, como la del general Sebastián de
Orduña. en 1635. que dice: '*merced de un pedazo de tierra...linde con la estancia que al
presente tengo poblada en el rio y parage que llaman del Socorro catorce leguas de esta
ciudad poco más o menos ...corriendo su frente y rumbo desde el rio llamado de Lujan
doce leguas de esta ciudad por junto a donde entra en la mar y dos leguas de frontada la
tierra adentro hacia la cañada llamada de la Cruz ": 321 o la solicitud del general Juan de
Tapia de Vargas, en 1637. de tierras: "que corren desde donde desagua la cañada Honda
en el rio de los arrecifes el dicho rio abajo de esta banda hasta donde desagua en et rio
Paraná. *322

BARRIERA. Darío G. (2009) "Conjura de mancebos. Justicia, equipamiento politico del territorio e
identidades. Santa Fe del Río de la Plata. 1580”en: Justicias y Fronteras. Estudios sobre historia de la ju sticia
en el Rio de ¡a Plata. Siglos XVJ-XIX. Universidad de Murcia, p.45.
“I PROVINCIA DE BUENOS AIRES, Ministerio de Educación- Subsecretaría de Cultura (1979) Mercedes
de tierras hechas p o r los gobernadores a nombre del rey . La Plata, Archivo Histórico de la Provincia de
Buenos Aires "Ricardo Levene% \ p. 113.
322 Ob. cit. p. 95.

203
En cuanto al Delta, los europeos adaptaron voces indígenas para las denominaciones
topográficas como “Paraná”, “Paicarabí”, “Carapachay”, “Ñacurutú”, “Caraguatá”,
“Guazú”, “Miní” o bien nombres castizos que fueron acompañando el lento proceso de
conocimiento de la región. Así. en la manifestación sobre una isla que realizara el sargento
mayor f rancisco Velázquez Méndez, citada en un capítulo anterior, expresaba que: “en el
rio grande del Paraná... que estará en principio de la dicha isla 10 leguas (de la ciudad de
Buenos Aires) en su districto y jurisdicción, que se entra a la dicha isla por el rio que se
llamó de las Carabelas" . 323
Entre las referencias toponímicas de mayor relevancia en la región estuvieron los
cursos de agua ya que fueron utilizados como parámetros de organización territorial; en ese
sentido, no debe olvidarse que la repartición de terrenos entre los colonizadores se hizo
teniendo por referencia los mismos que sirvieron de limites de las tierras de cabezadas.
Sin embargo, no será hasta mediados del siglo XIX cuando ese conglomerado de islas
comience a adoptar una denominación común, “Delta del Paraná". Así lo empezaron a
denominar diversos escritores como Sastre y Sarmiento pero también la nominación oficial
como queda expresado en una resolución de 1865 del gobierno bonaerense que al referirse
al crecido número de islas decía: “ las que forman el delta del P a ra n á " .324
En igual sentido apuntaron los trabajos cartográficos ya que los mapas
complementaron y mejoraron el conocimiento del espacio geográfico, permitiendo una
apropiación simbólica del territorio que se pretendía dominar. En efecto, los mapas fueron
la expresión de una compleja construcción social que nos permite conocer cómo y para qué
fueron levantados dentro de un universo cultural de época y. en ese sentido, como
expresión del poder que los produjeron, contribuyeron a delinear las políticas de
dominación como paso previo al control efectivo de un territorio. 325
Producida la Revolución y luego de constituirse la provincia de Buenos Aires, el
Departamento General de Topografía y Estadística desempeñó un papel relevante en la

TRELLES. Manuel Ricardo (1879) "Las islas del Paraná'* en: Revista de la Biblioteca Pública de Buenos
Aires fundada bajo la protección de! gobierno de la Provincia. Bs. As., Imprenta y Librería de Mayo, tomo L
pp. 155 a 190.
TRELLES, ob.cit. p. 188.
GARAVAGLIA, Juan Carlos y Gautreau, Pierre, ob. cit. p. 19.

204
organización territorial, delineando pueblos e identificando las tierras privadas y públicas,
con el objetivo de poner en ejecución la ley de enfiteusis y expandir la frontera.''6 Para
cumplir con su cometido reunió información que permitió la confección del plano
topográfico de la Provincia y organizó un archivo para reunir los antecedentes topográficos
y las mensuras que en lo sucesivo se practicasen.'2'
En la década de 1830 ejerció su influencia en la difusión de una toponimia de origen
estatal al facultar a los agrimensores a nombrar los elementos topográficos sin nombre
propio, como ríos, cañadas y lagunas/28
Además, cumplió una importante tarea en la fijación de los límites departamentales de
la provincia al advertir a las autoridades, a finales de 1853. sobre los inconvenientes que
generaba la incertidumbre con que se hallaban las divisiones departamentales. Ello tuvo
importancia dentro del escenario político de la época, donde la construcción del territorio
provincial se vinculó con las cambiantes fronteras poblacional, agraria, mercantil, de
ocupación y apropiación de la tierra pero también con una frontera política y bélica que
evidenciaba las luchas de poder en los distintos proyectos de organización provincial y del
p aís.329
Esta tarea de organización fue llevada adelante junto a otros organismos como la
Escuela de Agrimensores y la Oficina de T ierras Públicas y Bienes del Estado, creados
en 1857 y 1859 respectivamente, que tuvieron por funciones indagar sobre los bienes y
tierras públicos, sustanciar todas las solicitudes de tierras y las cuestiones sobre dominio y
posesión de las mismas y de otros bienes públicos.
Estas instituciones buscaron profundizar el conocimiento sobre el territorio a través de
la construcción de una memoria administrativa de la propiedad y del ordenamiento
burocrático dentro del proceso de construcción del Estado.3^11*

ZWEIFEL, ob. cit. pp. 71-74.


* MARTÍNEZ SIERRA. El mapa de las pampas, ob. cit. p. 84.
’“ GAUTREAU. P., BOULIER. J.. CUENOT. J.F.. Ob. Cit. p. 126
*,v CAÑEDO. Mariana (2011)” Construyendo el territorio tras Caseros: los jueces de paz y la administración
pública en la formación del Estado de Buenos Aires”, en: Antítesis, v. 4 N. 8, p. 675-702jul.- dez. 2011.
pp.676-677.
,iWGAUTREAU, Pierre, BOULIER. Joel, CUENOT, Jean-Francois (2011) ‘"Catastro y construcción del
Estado en la provincia de Buenos Aires y Uruguay ( 1820-1870): pistas metodológicas desde la geografía” en:
GARAVAGUA, Juan Carlos y Pierre Gautreau editores, ob. cit, p. 98.

205
En lo que respecta al Delta del Paraná, si bien se realizaron trabajos cartográficos
durante el período colonial, la región apenas fue insinuada en ellos, apareciendo las islas,
más bien como un conjunto de representaciones imaginarias más que reales, concentrando
el interés en los principales cursos de agua que servían para la navegación como eje central
del comercio; pero recién durante la primera mitad del siglo XIX se encaró el relevamiento
del complejo insular con detenimiento.
Así es que durante la primera década revolucionaria el Directorio encomendó a Muñiz
el primer relevamiento oficial del Delta inferior, al que ya nos hemos referido, que incluyó
un mapa que desapareció de los archivos junto con el informe oficial que se elaboró.*11
La decisión de llevar adelante aquel relevamiento es un claro ejemplo del interés que
concitó el Delta como una región con entidad propia que se convirtió en una verdadera caja
de resonancia de las tensiones rioplatenses existentes por entonces; de allí la necesidad del
gobierno central por conocer y establecer su control.
Aquel conocimiento que va ir penetrando gradualmente en detalles en la geografía del
Delta, muestra un proceso de apropiación simbólica del espacio, que tiene su correlato en
la valorización de sus recursos naturales y en la posición estratégica que ocupó dentro del
convulsivo escenario rioplatense durante buena parte del siglo X IX .ÍJ*
Este proceso de construcción territorial se desenvolvió dentro de una compleja
situación de convulsión política y de limitaciones en la propia administración estatal. En lo
que respecta a la definición de los límites jurisdiccionales, "que permitiesen un mejor
control del territorio y su población implicaron, hacia mediados del siglo XIX, la
consolidación de las relaciones de apropiación de la tierra por particulares, y políticas por

1,1 Según Milciades A. Vignati, el mapa extraviado de Muñiz es el que se encuentra en el Instituto de
Investigaciones Geográficas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, aunque
no precisa autoría ni data alguna que lo avale.
En ese sentido es pertinente recordar la posición de Sarmiento sobre este espacio. En Argirópolis.
publicada en 1850. propone un proyecto de organización del Estado y elige el escenario de los grandes ríos
Paraná y Uruguay para establecer la capital de una confederación de estados rioplatenses, la isla Martin
García, llave de la navegación y el libre comercio. Desde aquella concepción, promovió luego, siendo
presidente de la República, los trabajos de cartografía detallada del Delta, consciente de su importancia
estratégica. No fue casualidad, entonces, que a finales de 1873, Sarmiento dispusiera construir el primer
Arsenal Naval del país en Zárate. sobre el Paraná de las Palmas, cuando la Armada era una fuerza
eminentemente fluvial, más que marítima.

206
parte de los poderes locales y las autoridades del Estado de Buenos A ires”;333 sin
embargo, esta política no comprendió el territorio del Delta ya que hasta bien avanzado el
siglo XX careció de una demarcación provincial lo cual sugiere que se trataba de un
territorio de frontera (interprovincial) en disputa, tema que abordaremos más adelante en el
punto referido al control político militar.

6.3. El control de las vías comerciales y de los recursos


La circulación comercial fue otro de los modos de ejercer control sobre el territorio
mediante el establecimiento de rutas terrestres y fluviales. Sirva de ejemplo la exhortación
del gobernador Francisco de Céspedes al Cabildo de Buenos Aires, en 1626, a mantener
reparados aquellos precarios caminos "de manera que los vecinos pudieran trajinarlos
pasando con la fruta de la tierra a otras provincias ...y asi mismo para que los de otras
provincias puedan venir con los frutos que faltan en esta... para lo cual se debe poner
mucho cuidado en allanar y disponer el paso del río de las Conchas y el de Lujan y
Arrecifes donde se pasa con mucho trabajo y riesgo " . ” 4
En efecto, las dificultades de la ruta terrestre dio preferencia a la ruta fluvial a través
del Paraná y sus afluentes, para vertebrar las comunicaciones y el comercio entre Asunción
y Buenos Aires. Ello fue posible gracias a la difusión de la navegación a pequeña escala
que canalizó la actividad mercantil desarrollada por los productores locales de la cuenca del
Plata.
Durante el siglo XVII la ciudad de Santa l e fue un centro de articulación comercial
interregional ya que unía al Paraguay con el Tucumán mediante su puerto. Posteriormente,
a mediados del siglo XVIII al habilitarse el Puerto de Las Conchas se retiró la prerrogativa
que gozaba provocando el estancamiento de su comercio en beneficio de Buenos Aires,
quien comenzó a concentrar la percepción de derechos y el control de la información del
tráfico fluvial.

CAÑEDO, ob.cit. p. 678.


BARBA. Enrique Mariano (2004) Rastrilladas, huellas y caminos. La Piala, Publicaciones del Archivo
Histórico de la Provincia de Buenos Aires. Estudios sobre la Historia y la Geografía Histórica de la Provincia
de Buenos Aires, p. 18.

207
La importancia económica del río Paraná permitió desde el siglo XVIII y primera
mitad del siglo XIX el surgimiento de una serie de poblaciones ubicadas en sus márgenes
con atracaderos naturales.
También el contrabando cumplió un papel de importancia en el crecimiento de las
pequeñas economías ribereñas rioplatenses que influyó, a su vez, en la dinámica de la
región. m Probablemente esta circunstancia, unida a la complicada geografía del Delta
donde se desarrollaban las operaciones clandestinas y la falta de medios, fueron factores
que condicionaron el éxito de los controles sobre el área.
Sirva de ejemplo, la disposición establecida en 1746 por el Cabildo porteño, ya
referida en el capítulo 3, de establecer una vigilancia selectiva que comprendía las
embarcaciones tripuladas. Dicho control trató de abarcar tanto el tráfico fluvial como la
explotación de los recursos de las islas del Delta como carbón, leña y maderas persiguiendo
con ese propósito a los portugueses de la Colonia del Sacramento que los extraían en
cantidad. Sin embargo, las limitadas posibilidades con que contaron las autoridades para
llevar adelante el control necesario de una región sumamente compleja desde lo geográfico,
probablemente tuvieron escaso éx¡to/3h
Sin embargo, lo señalado anteriormente pone en discusión lo sostenido por Galafassi.
en cuanto a que todo el accionar de las autoridades se limitó a la percepción de las licencias
de embarque y abona la hipótesis de una accionar mucho más amplio y activo por parte de
las autoridades coloniales que contemplaba funciones de policía (el control de la
navegación y la persecución del contrabando), gobierno (regulación de la explotación de
recursos) y fiscales (percepción de derechos sobre la extracción de leña y frutas).
A partir del proceso revolucionario de 1810 se inició otra instancia en el comercio
fluvial interregional y el comercio exportador como consecuencia de la liberalización
comercial y aunque los conflictos rioplatenses que se sucedieron afectaron de diferente
modo el tráfico mercantil no llegaron a constituir barreras para el intercambio regional y

" 5 GALAFASSI. Guido, ob. cit. p. 8.


516 ACUERDOS del Cabildo.... Ob. Cit. serie II. T. IX. p. 119.

208
atlántico: muy por el contrario, tanto Buenos Aires como el Litoral experimentaron un
notable crecimiento comercial.337
En Entre Ríos, la expansión ganadera vinculada al negocio de cueros y la habilitación
de varios puertos sobre el Paraná y el Uruguay también fueron elementos que favorecieron
la dinámica económica. '
Luego de Caseros la región fue ampliando su desarrollo agropecuario al insertarse en
el mercado mundial como productor de derivados vacunos y el lanar que motorizaron las
exportaciones nacionales.’31*' Esto se tradujo en que algunos pueblos ribereños al Delta
adquirieran importancia como puntos de embarque sobre el Paraná transportando cueros
vacunos y de nutria, tasajo, sebo y lana con destino al mercado externo; y yerba mate,
naranjas, duraznos, maderas de distinto tipo y cal, para el mercado porteño, lo cual permitió
una integración de aquellas zonas al mercado porteño.
Esta consolidación de la red comercial hizo necesario establecer mayores controles en
el área rioplatense. Así es que, en agosto de 1852, Urquiza, dispuso que se estableciera en
la isla Martín García una aduana de registros para los barcos extranjeros, y en Zárate, un
puesto de resguardo, dependiente de aquella, medidas que en razón del estado político
existente en el país, no pudieron concretarse.
En el caso de Buenos Aires, durante el gobierno de Pastor Obligado (1853-1858) se
llevó adelante un plan de reformas administrativas, dentro de las cuales se establecieron
controles vinculados con la explotación de los recursos del Delta, como el que dispuso en
julio de 1854, facultando al puerto de Zárate para que percibiera el cobro de derechos de
importación de productos procedentes de las islas.340
De lo dicho puede observarse hacia mediados del siglo XIX un marcado proceso de
mercantilización de los recursos del Delta, que se vieron favorecidos por la existencia de
una excelente vía navegable que facilitó su circulación hacia los mercados de la capital y de
los pueblos de la cuenca rioplatense. De este modo, el Delta fue capaz de ofrecer nuevas

337 SCHMIT, ob. cit. p. 34.


338 BOSCH. B. ob. cit. pp. 327 y 329.
3’g BARSKY, Osvaldo y GELMAN, Jorge (2009) Historia del agro argentino desde la conquista hasta
comienzos del siglo XIX, Bs. As., Sudamericana, p. 137.
34° BOTTA. ob.cit. p. 171.

209
oportunidades mediante la explotación de recursos que se fueron valorizando. Esto llevó a
que a partir de las primeras décadas del siglo XIX las autoridades pusieran su interés
desplegando distintas estrategias que intentaron regular y controlar progresivamente el área
mediante organismos de carácter político-militar, a los que nos referiremos más adelante.

6.4. El control por el poblamiento


La ocupación hispana del territorio rioplatense se realizó gradualmente desde los
bordes fluviales hacia el interior teniendo inicialmente como eje vertebrador la franja que
se extendía entre las ciudades de Santa Fe y Buenos Aires.
Hasta el siglo XVIII la campaña de aquellas ciudades permanecieron escasamente
pobladas, y el Estado colonial empleó como política de control la distribución de tierras
entre los vecinos de las élites locales para poblarlas con ganado y cultivo.
La ocupación territorial de la frontera oeste estuvo basada en dos ejes: la construcción
de una serie de fuertes, fortines y guardias a lo largo de una línea imaginaria que tenía por
referencia el río Salado;’41 y la concentración de la población rural dispersa en poblados
que sirvieran de contención y avanzada sobre el territorio a dominar. ’42 en la frontera este -
Banda Oriental y Entre Ríos- se tomaron medidas para fomentar el poblamiento,
concediéndose tierras a particulares para el establecimiento de estancias que permitió el

Entre 1736 y 1781 se establecieron el fuerte de Arrecifes (1736), la Guardia del Zanjón, en Magdalena
(1745); el Fuerte de Pergamino (1749), el Fortín de Salto de los Arrecifes (1752),la Guardia de San José de
Luján. hoy Mercedes (1752); y el Fortín Navarro o Guardia de San Lorenzo ( 1767) y, a partir de la década de
1770. como parte del plan del virrey Vértiz, se agregaron el Fortín San Claudio de Areco (1771), la Guardia
del Monte, hoy San Miguel (1774); la Guardia de Rojas (1777), el Fortín de San Pedro de Lobos (1777),el
fuerte de San Juan Bautista de Chascomús (1779) y el Fuerte de Nuestra Señora del Pilar de los Ranchos
(1781).
,42Marfany sostuvo su hipótesis de una frontera erigida como una línea defensivo-militar, en: MARFANY,
Roberto (1940) “Los pueblos fronterizos en la época colonial”, en: Levene, Ricardo: Historia de la Provincia
de Buenos Aires y formación de sus pueblos. La Plata, Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires,
Tomo I. Por su parte Carlos Mayo y Amalia Latrubeese vieron en las instalación de las fortificaciones, la
formación de poblados y el establecimiento de compañías a sueldo (blandengues) que se establecieron, una
militarización de la frontera, en: MAYO, Carlos y Amalia Latrubesse (1998) Terratenientes, soldados y
cautivos. La frontera, 1736-1815), Buenos Aires, Biblios. Por su parte Eugenia Néspolo, en un reciente
trabajo sostiene que los pequeños fortines, con insuficiente número de fuerzas regulares, solo pudieron ser
defendidos con mayor eficacia gracias a la participación de los pobladores rurales a través del servicio
miliciano y de la contribución económica de los mismos hacendados; en NÉSPOLO, Eugenia Alicia (2006)
“La “Frontera” Bonaerense en el siglo XVIII un espacio políticamente concertado: fuertes, vecinos, milicias y
autoridades civiles-militares” en: Mundo agrario, v. 7 N° 13, La Plata, jul. /die. Versión on-line issn 1515-
5994.

210
afianzamiento de rutas comerciales. Posteriormente, se fueron creando curatos, villas y
parroquias como parte de un diseño, aunque fluctuante, "de un orden institucional en la
región" ya que la concentración de la población en pueblos rurales que promovió la
administración colonial tuvo por objetivo sentar las bases de una administración local que
diera presencia al Estado. Con ello se buscó facilitar el proceso de ocupación territorial
alentado por ‘'la intensificación de la vida comercial y del consumo y la circulación del
dinero en efectivo " 343 dado por las exportaciones de cuero y un conjunto de actividades de
la región, en la que el Delta participó desde la explotación de los montes que proveían leña,
maderas y frutas al mercado local.
En el caso entrerriano, el plan llevado adelante por Tomás de Rocamora, partió de un
proceso de control del territorio delineado a partir de la concentración de la población rural
en las villas de Gualeguay, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú, que se fundaron
hacia 1783 y el establecimiento de milicias.
Por otra parte, el crecimiento económico que por aquella época experimentó el área
rioplatense centrada en la expansión ganadera y el tráfico atlántico permitió poner en
movimiento las pequeñas economías locales y el tráfico de cabotaje a pequeña escala. Esta
situación fue acompañada por un aumento significativo de la población en la ciudad de
Buenos Aires y su campaña, originada por movimientos migratorios internos provenientes
de distintas regiones del virreinato, atraídos por el aumento en la demanda de trabajo.
De tal modo, en las áreas ribereñas del Paraná se pudo observar, especialmente, un
proceso de ocupación territorial vinculado a un conjunto de actividades primarias y a la
consolidación del tráfico fluvial de la ruta Buenos Aires-Asunción.
Este poblamiento fue configurando en lo económico y social una espacialidad
fronteriza del Delta que se irá afianzando desde finales del siglo XVIII. Las características
de ocupación de esta región estuvieron vinculadas al comercio fluvial y a la explotación de
sus recursos siendo una de las primeras estructuras de control las instituciones de carácter
eclesiástico, tema que desarrollaremos a continuación.14

14, BARRAL. María Elena (2011) “Autoridad religiosa y conflictos jurisdiccionales en el suroriente
entrerriano a fines del período colonial” en: X'III Jornadas Interescuelas. Departamento de Historia. San
Fernando del Valle de Catamarca, 10 al 13 de agosto de 2011,p. I.
6.5. El control mediante las instituciones eclesiásticas
Una de las primeras estructuras de control establecidas en la campaña nord-bonaerense
estuvo vinculada a instituciones eclesiásticas que tuvieron notable prevalencia hasta finales
del siglo XVIII. Los primeros establecimientos que se establecieron fueron las reducciones
de pueblos indígenas: la de San José del Bagual, en 1611, y la de Santiago del Baradero, en
1615, que estuvieron ubicadas en los actuales partidos de San Antonio de Areco y
Baradero. La primera de las nombradas fue posteriormente trasladada a tierras que
pertenecen al actual Partido de Zárate y se extinguió en el último tercio del siglo XVII. La
segunda, en cambio, dio origen al pueblo homónimo, ubicado a la vera de un riacho.
Asimismo, en las tierras donde actualmente se encuentra San Nicolás, el capitán Diego
Ruiz de Ocaña levantó hacia 1660 un oratorio particular.
Posteriormente, durante el siglo XVIII, se establecieron una serie de conventos y
capillas, algunas de las cuales tuvieron su origen en oratorios particulares, como San Isidro
Labrador; San Antonio de Areco, San Pedro, Capilla del Señor, Zárate, Santa María de las
Conchas y la Capilla del Rosario todos establecidos en la banda oeste del río Paraná. Por su
parte, en las tierras entrerrianas vinculadas al mismo río se establecieron las parroquias de
Nuestra Señora del Rosario en la Bajada, (hoy Paraná) y San Antonio del Gualeguay. Ello
fue acompañado con un reordenamiento institucional, al erigirse en 1730 varios curatos que
cuya jurisdicción sirvió de modelo para identificar los pagos. Sin embargo, como sostiene
Barral, el mayor despliegue de la organización eclesiástica se ubicó en 1780 cuando se
crearon nueve parroquias.344
La importancia que tuvieron estas instituciones estuvieron dadas, por un lado, por su
función de mediación entre la autoridad real y la población y por otro lado, porque se
convirtieron en punto de atracción y sociabilización de las poblaciones indígena e hispano-
criolla, que en algunos casos llegaron a convertirse en sedes parroquiales, con las

BARRAL, María Elena y FRADKIN, Raúl O. (2007) "Los pueblos y la construcción de las estructuras de
poder institucional en la campaña bonaerense (1785-1836) en FRADKIN, Raúl (comp.): £/ poder y la vara.
Estudios sobre la ju sticia y la construcción detestado en el Buenos Aires rural, Prometeo libros, Bs. As., p 31.

212
consecuentes funciones pastorales y administrativas en el orden civil que favorecieron su
conversión en pueblos rurales.

6.6. El control político-militar


En este punto nos proponemos indagar sobre el proceso de control del territorio a
partir de la construcción de ciertas instituciones de carácter político-militar, dado que es a
través del análisis de las mismas que podremos tener un punto de observación que nos
informe sobre el ejercicio de poder, el grado de eficacia y sus alcances.
En ese sentido, Fradkin y Barral observaron que el proceso de construcción de poder
institucional en el mundo rural tuvo lugar mediante el despliegue de tres redes: la estructura
eclesiástica, la miliciana/militar y la estructura del poder judicial y policial. ’4"
Sin embargo, debemos ser cuidadosos a la hora de la ponderación sobre el papel que
pudieron desempeñar las estructuras institucionales, ya que como observan María Eugenia
Alemano y Florencia Carlón, el Estado durante el período colonial, incluso allí donde no
parece “evidente” su presencia, mantenía un modo de funcionamiento que dejaba amplio
espacio al accionar de grupos locales. ’46
De todas maneras, nuestro interés en este punto se circunscribe en tratar de reconstruir
la trama institucional emergente de los sucesivos conflictos que intentaron ejercer control
sobre el área que estudiamos.
Para el caso del Delta, partimos de la ¡dea de que la estructura político-militar que se
fue construyendo a lo largo del período estudiado se fue modelando a través de los
sucesivos conflictos rioplatenses; dicho de otro modo, la configuración de las instituciones
político-militares que tuvieron incumbencia en el Delta estuvieron estrechamente
vinculadas con el carácter conflictivo de la región.,47

545 BARRAL, María Elena y FRADKIN, Raúl ob. cit. “Los pueblos...
”16 ALEMANO, María Eugenia y CARLÓN, Florencia (2009) “ Prácticas defensivas, conflictos y autoridades
en la frontera bonaerense.los pagos de Magdalena y Pergamino (1752-1780), en Anuario del Instituto de
Historia Argentina N° 9. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de La
Plata.
u7 Durante el siglo XVII la mayor hipótesis de conflicto para el área riopletense provenía de una posible
invasión procedente de Francia, Holanda o Inglaterra. En sintonía con aquella probable amenaza el
gobernador Martínez de Salazar (1663-1674) estableció un plan de defensa que comprendía entre otros, el
emplazamiento de atalayas y baterías en puertos sobre la ribera occidental del Paraná y el Plata. Una de las

213
Durante el siglo XVIII los Borbones aprovecharon el perfeccionamiento de las
técnicas cartográficas para crear una estructura profesional, el Real C uerpo de Ingenieros
M ilitares, que cumplió una tarea de enorme importancia en el conocimiento y
ordenamiento del territorio colonial a través de su relevamiento y la confección de mapas y
planos, especialmente en lo referido a la definición de los espacios de frontera.
La disputa entre Portugal y España por los territorios sudamericanos llevó a la creación
de comisiones mixtas con el objeto de relevar el territorio a fin de fijar la línea demarcatoria
de sus respectivas posesiones. Ello permitió acumular copiosa información geográfica y
natural de las regiones exploradas, que fue utilizada por la administración colonial como
instrumento para llevar adelante las políticas de control territorial.
Otro aspecto que es necesario tener en cuenta fue el papel de la guerra en la
construcción de instituciones de control. Los conflictos con los portugueses y las guerras
contra los indígenas durante el siglo XVIII promovieron el control de los territorios
fronterizos, como la Banda Oriental y Entre Ríos. Ello llevó a la fundación de la ciudad de
Montevideo, que en diciembre de 1749 se erigió en Gobernación y ciudad Plaza de Armas
con Gobierno Político y Militar y, por último, como coronación de aquellas medidas, la
creación del virreinato del Río de la Plata con capital en Buenos Aires.
De lo señalado, uno de los aspectos que merecen nuestro interés es el que se refiere al
dispositivo institucional que se fue construyendo con el propósito de ejercer el control de
los principales ríos de la cuenca platense. En ese sentido, poco antes de la firma del Tratado
de Madrid, entre España y Portugal, se creó el G obierno político y m ilitar de
Montevideo, aunque subordinado a la Capitanía General de Buenos Aires en los asuntos
militares y del gobernador en las demás causas y pleitos.’48 .

atalayas se situó en el puerto de las Conchas, donde posteriormente surgiría un poblado activo. Asimismo se
establecieron baterías en Olivos, Rincón de San Pedro y los Arroyos., en: DE PAULA, Alberto (1993) “La
comarca bonaerense y su proceso urbano (1589-1774)” en: Instituto de Arte Americano e investigaciones
estéticas N°43, octubre 1993.
UH Hasta ese momento el mando político había estado a cargo del Cabildo de Montevideo y el militar del
comandante de armas, hasta que fue unificado al declararse ciudad Plaza de Armas y Gobierno Político y
Militar asignándole una jurisdicción de control directo dentro de los setenta kilómetros de distancia, en:
PENA, Carlos María de (1899) “ La administración local en el Uruguay” en: Anales d e la Universidad. Año
XIII, Montevideo, Tomo X., p.229.

214
Dentro de su jurisdicción correspondieron atribuciones para el control de la
navegación sobre el Plata, entre las cuales se encontraban las causas de arribadas de
embarcaciones y las licencias para cargar y retornar a sus destinos y permisos de carga y
descarga. Por esta razón se estableció un juzgado de arribadas a cargo del propio
gobernador, siendo sus funciones más bien administrativas y políticas, en defensa del Fisco
y de vigilancia en general, aunque ejerció atribuciones en materia de navegación del Río de
la Plata, atendiendo todos los asuntos de entrada, permisos de carga y descarga de los
buques.
Varios años después, en 1776, se creó el Apostadero Naval con asiento en
Montevideo. Su objetivo fue atender la defensa del área oceánica que se le había confiado y
la vigilancia del Plata. Su comandante y la Junta de Marina fueron competentes en materia
de navegación, lo cual provocó conflictos de jurisdicción con el gobierno de esa ciudad.
Esta situación se mantuvo hasta 1796 cuando el comandante general de la Armada José de
Bustamante y Guerra asumió el mando militar y político, con lo cual quedaron las
atribuciones civiles y castrenses concentradas en una misma autoridad. 149
Por otra parte, el servicio de vigilancia de los ríos se ejerció a través de un nuevo
organismo llamado C apitanía de Puerto que se estableció en Buenos Aires y en
Montevideo en 1756 y en 1783 respectivamente.
Las Capitanías ejercieron funciones de policía para la seguridad de la navegación y de
los puertos, aunque superpuestas con las del gobernador, como titular del juzgado de
arribadas y remplazando la que ejercieron con anterioridad los adelantados, gobernadores,
alguaciles mayores y otras autoridades capitulares. Durante algunos años, su accionar
estuvo regulado por un conjunto de disposiciones diseminadas en la Recopilación de leyes
de Indias y en normas posteriores. 0(1 Asimismo se fijaron las obligaciones de los capitanes
de Puerto y comandantes de Resguardo atendiendo la inspección de las condiciones de
seguridad de los buques, delitos y contravenciones, control de navegantes y pasajeros. Estas

DE VI ARCO, Miguel Ángel (2007) La historia contem plada desde el río. Presencia naval española en el
Plata, 1776-1900, Bs. As.. Editorial de la Universidad Católica Argentina/Librería Histórica, p. 19
,5° Especialmente en las normas contenidas en la Ley XIII, Título XV, Libro IX. A partir de 1793, fue
reemplazado por las Ordenanzas Generales de la Real Armada dictadas por Carlos IV, que en su capítulo
quinto título séptimo establecía las funciones de policía general de los puertos y fondeaderos.

215
disposiciones fueron transcriptas casi sin modificaciones por diversos reglamentos
nacionales dictados con posterioridad a la Revolución de Mayo y aplicadas durante la
mayor parte del siglo XIX. ’' 1
Sin embargo fue con el establecimiento de la Com andancia política y militar del
Resguardo de Las Conchas, en 1778, cuando se estableció por primera vez una autoridad
con competencia propia sobre el Delta. Su propósito fue controlar el tráfico de cabotaje
surgido de la red de pequeños circuitos comerciales que vehiculizaba la explotación de los
recursos económicos de la región, de manera que hacia 1790 fue dotada de funciones de
hacienda. Tiempo después se realizaron nombramientos para otros puntos, como San
Fernando y San Nicolás. Estas autoridades fueron las encargadas de expedir licencias para
el corte de maderas y extracción de otros recursos en las islas, como también la percepción
de los impuestos respectivos. En los años siguientes se crearon los Resguardos del Puerto
de Buenos Aires y de M ontevideo (1797), dependientes directamente del virrey y
conformados por un cuerpo militar integrado por oficiales y tropa al mando de un
comandante que fiscalizaba el puerto y las costas del Río de la Plata. Su función principal
fue perseguir el contrabando.
Por último, en 1809, en vísperas de la Revolución, se creó una Subdelegación de
M arina y m atriculas en el P uerto de San Fernando, con lo cual quedaba ratificada la
importancia de este punto geográfico para el control de la navegación de cabotaje y el
tráfico interno de la cuenca del Plata.
Cabe mencionar que junto a los funcionarios que integraron los organismos citados,
dependientes de la burocracia colonial, actuaron de manera concurrente los alcaldes de la
Santa H erm andad de los partidos ribereños, cuya autoridad emanaba de los Cabildos, que
los designaba anualmente entre la vecindad rural.
Por otra parte, el Cabildo de Buenos Aires trató de ejercer alguna regulación y control
sobre la región del Delta ya sea persiguiendo el contrabando o percibiendo el cobro de
derechos de embarque y de licencia para el corte de leña y recolección de fruta, aunque con

3>l SABIO. José Domingo ( 1976) Antecedentes históricos y evolución de la Prefectura Naval Argentina. Bs.
As. Prefectura Naval Argentina. Secretaria General. Sección Estudios Históricos. Historia Institucional. Serie
B N° I, pp. 20-26.

216
un grado de efectividad dudoso dadas las complejas características geográficas, la escasez
de personal y, muchas veces, la falta de voluntad en el cumplimiento de aquellas funciones.
Durante el período colonial y hasta los albores de la Revolución de Mayo surgieron
distintas instituciones de gobierno con jurisdicción directa o indirecta sobre la región del
Delta dependientes tanto del Gobierno Superior como del Cabildo, que estuvieron
vinculadas principalmente con el control del comercio fluvial y el desplazamiento hacia las
islas para explotación de recursos. Esto puede ser apreciado en el cuadro que antecede,
identificado con el número 17.
Cuadro N° 17
Autoridades dependientes del Gobierno Superior y del Cabildo con incumbencia
sobre la región del Delta durante la etapa colonial

Autoridades
Dependientes del Gobierno Superior Dependientes del Cabildo
Año
(Alcaldías de la Hermandad)

1749 Gobernación política y militar de Montevideo


1756 Capitanía del Puerto de Buenos Aires
1761 Areco
1766 San Nicolás
1776 Apostadero Naval de Montevideo
Comandancia militar y política del Resguardo
1778
en Las Conchas
1779 Resguardo del Puerto de Buenos Aires
1780 Resguardo del Puerto de Montevideo
1783 Capitanía del Puerto de Montevideo
1785 Cañada de la Cruz
1785 San Fernando
1809 Subdelegación de Marina y matrículas en San Fernando

.152
Fuente: Elaboración del autor en base a distintas fuentes

La Revolución de Mayo inició un período de guerras que se extendió durante décadas


y cuya influencia no debe ignorarse en la redefinición política de las identidades. La

,i: El cuadro fue realizado teniendo como fuente principal a: SABIO, José Domingo ( 1976) Antecedentes
históricos y evolución de la Prefectura Naval Argentina. Bs. As., Prefectura Naval Argentina. Secretaría
General. Sección Estudios Históricos, Serie B, Historia Institucional, N° I.-

217
sociedad rioplatense sufrió un proceso de militarización que, siguiendo a Halperín, produjo
cambios significativos en la consideración social al colocar a los militares en el "primer
estamento del estado" como consecuencia del ascenso de su prestigio “acelerado por el
estilo de movilización política popular". Estas circunstancias invistieron a sus líderes de
popularidad, de manera que "en ¡a nueva liturgia revolucionaria la representación de la
fuerza armada " adquirió "un papel que no había conocido en el pasado 353
Las guerras rioplatenses abrieron camino a nuevas formas de combate resultante de la
combinación de distintas experiencias de lucha que estuvieron condicionadas por los
recursos económicos.
La emergencia de la guerra llevó a la conformación de improvisados ejércitos, cuyos
integrantes estuvieron sometidos a las limitaciones materiales dadas por una paga irregular
y la falta de suministros de alimentos. Estas características llevaron a la generalización de
la guerra basada en el saqueo en busca de botín.
La guerra abrió un camino novedoso en la construcción de la estructura de nuevos
poderes para el primer proyecto de organización estatal, lo cual llevó a plantearse cómo
lograr el monopolio de la obediencia a partir de un sistema que había tendido a la
atomización.
Para ello dispuso subordinar bajo su autoridad a la C apitanía de Puerto instruyéndole
de "abstenerse de obedecer a ¡a Comandancia de Marina española de Montevideo Poco
después se nombró a Martín Jacobo Thompson como primer capitán de puertos de las
Provincias Unidas del Río de la Plata: éste elaboraría un Reglamento para los Capitanes de
Puerto que se convirtió en todo un plan de organización de la policía marítima pero que
solo tuvo aplicación en los puertos de Buenos Aires, Ensenada de Barragán, Las Conchas.
San Isidro. Carmen de Patagones, San Femando. San Cayetano (Campana) y
ocasionalmente San Nicolás.
Hasta la primera mitad del siglo XIX los capitanes de puertos, subdelegados, cabos
de resguardo o cabos de rentas, ejercieron simultáneamente tareas fiscales (resguardos de
aduana) y de policía portuaria y fluvial en Buenos Aires y las provincias del litoral

" HALPERIN DONGHI, Tulio (1972) Revolución y Guerra. Formación de una élite dirigente en la
Argentina criolla. Bs. As.. Editorial Siglo XXI, p. 212.

218
recayendo dichas funciones en jefes u oficiales de la armada o el ejército, e incluso civiles
y su nombramiento estuvo reservado hasta 1862 al gobernador provincial o en los
gobiernos que rigieron los destinos en diferentes épocas.
Durante los primeros cuatro años que siguieron a la insurgencia, Montevideo se
convirtió en una seria amenaza para Buenos Aires debido al dominio que ejerció su
Escuadra sobre el litoral fluvial.354 Por ello, los sucesivos gobiernos revolucionarios se
vieron obligados a adoptar un conjunto de medidas, tanto para proteger a las poblaciones
ribereñas como para disputar el dominio de los ríos, entre las que se encontraron la creación
de la Escuadra de Río (1810 y 1814), del Regimiento de G ranaderos a Caballo (1812)
y de las primeras com pañías cívicas guarda costas sobre el Paraná (I8 I4 ).313
Asimismo, a lo largo de la ribera del Paraná se establecieron puestos de observación y
se instalaron baterías en sitios estratégicos, como Punta Gorda, (Entre Ríos), Rosario,
Santa Fe (Santa Fe), Vuelta de San Antonio (Buenos Aires) e isla Martín García.
Las guerras de la revolución y luego los proyectos de organización antagónicos
supusieron un proceso de militarización de la sociedad bonaerense y particularmente de su
campaña. Este proceso se hizo visible en 1814, a través del establecimiento de una
Comandancia General de Campaña, separada de la Comandancia de Frontera y
comandancias militares en los pueblos que supuso un control sobre la población rural que
expresó una concepción del gobierno de los pueblos rurales que remitía a la idea del
gobierno político y militar de los Borbones.
Por otra parte, la intensidad de la lucha naval llevó a las autoridades a contar con
cuerpos permanentes de vigilancia ribereña; por tal motivo, en mayo de 1814, el Directorio
extendió el sistema de milicias creando las Com andancias cívicas guarda costas sobre el
Paraná, dependientes de la Comandancia de Marina, cuya oficialidad estuvo integrada por
un comandante, un teniente y un subteniente, designados entre los vecinos destacados de
cada lugar.

04 Esta situación fue advertida tempranamente por Mariano Moreno quien había prevenido que Montevideo
era el único baluarte que podía oponerse a la revolución especialmente ante la ausencia de una marina propia
que pudiera oponérsele.
PICCIRILLI, Ricardo (1967) Lecciones de historia navaI argentina. Bs. As., Secretaría de Estado de
Marina. Subsecretaría. Departamento de Estudios Históricos Navales, Serie B. Historia Naval Argentina, N°
7.

219
Las comandancias ejercieron una doble función: policial, en cuanto tuvieron a su cargo
la vigilancia de los ríos, y de hacienda, en tanto que otorgaban las licencias para la
explotación de los recursos de las islas. Sin embargo, al carecer de jurisdicción y
competencia precisa, en ocasiones, se vieron envueltas en graves conflictos. Tal fue el caso
que se originó en 1815 entre Mariano Escola, comandante del Puerto de San Cayetano
(Campana) y su par de Luján Abajo (Tajiber), el coronel Juan Ramón Urien y Basavilbaso.
Según la denuncia realizada por este último. Escola desconoció su autoridad para expedir
licencias para la extracción de duraznos de las islas a favor de uno de los soldados de su
compañía, habiendo expresando que "no había más Gobierno que él" y “que ha de hacer
pedazos quantas licencias les de yo (IJrien) en papel sellado ". Urien lo acusaba, además,
de expedir licencias en papel común -contraviniendo disposiciones vigentes- y de haber
"preso al soldado cívico Juaquin Muñoz al que no me ha querido entregar y lo tiene
incomunicado y en el cepo haviéndole volcado a el agua dos cargas que traía de duraznos
picado ". Estas afirmaciones fueron ratificadas por el propio Muñoz quien sostuvo que en
ocasión de regresar de las islas con licencia de "su dho señor mi Comandante " se presentó
Escola haciendo pedazos su licencia y diciéndole "que mi comandante no tenia facultades
para atender en aquel puerto de donde el era comandante”. Asimismo le exigió dos
pipas de duraznos pero "ya las havia vendido como lo presenciaba pues estaba todavía
el individuo a quien se los habia entregado y cargada ya la carreta ".
Por último. Escola "concluyó con decirme que tenga cuidado de embarcarme sin su
licencia pues me habia de ir mal". Informado Urien del episodio le dijo a Muñoz "que si
Dn Mariano Aseóla iba al puerto a quitármelas dos tipas de duraznos no le diera nada y le
dixera que decía el que ¡o que quería era un robo y que se contubiera puesto que daría
cuenta al gobierno de eso". Ante esto, Muñoz regresó a recoger fruta a las islas pero en
esta ocasión fue cuando Escola lo detuvo conduciéndole "a pie y atado con tanta tiranía
que no permitió que montara a caballo obligándome a que anduviera ligero... ".
En su defensa. Escola, argumentó que a Muñoz “que se ocupa en los trajines del
monte dio varias veces licencias para cortar sauces, estacas como también para sacar

356
Unidad de medida para líquidos equivalente a 6 u ocho barriles, aunque en este caso aplicado a frutales.

220
duraznos; pero sucede que habiéndosele cumplido la últimamente dada, hizo un viaje sin
ella, haciendo espresamente alarde de no necesitarla”, no obstante de haberlo prevenido
por medio de un capataz. Pero llegó "a este desembarcadero con dos canoas de duraznos”
y al querer amonestarlo le contestó "Dn Mariano no venga a calentarme la cabeza, yo no
tengo que ver con Vmd nada ” y cuando Muñoz pretendió atacarlo con un palo de naranjo,
"le presenté una pistola y mis soldados desembainaron sus sables". Luego de reducirlo lo
mantuvo dos días en el cepo de cabeza “para que purgase su insolencia e
insubordinación ",
Según Escola, la conducta de Muñoz estaba respaldada por Unen "quien lo había
imbuido para semejante atentado y dictándole las espresiones que antes y entonces virtió”.
Asimismo lo responsabilizó del conflicto por haber “usurpando mi jurisdicción”
entrometiéndose "con los que se embarcan y desembarcan en el Puerto de mi mando”.
Pero el comandante del Puerto de Campana fue más allá de la defensa de su
jurisdicción, ya que acusó a Urien de apropiarse de una parte de los ingresos por sellado de
las licencias expedidas al “exigir por cada licencia con papel sellado de 4 reales y 4 y
medio quedándole de provecho dos reales o dos y medio sobre el valor que entonces tenía
el papel sellado
Por su parte, el gobernador intendente de la Provincia de Buenos Aires y general en
jefe del ejército Miguel Soler condenó a Escola abonar a Muñoz "el valor que el alcalde de
la Hermandad de la Capilla del Señor regulase a las dos canoas de duraznos que Muñoz
conducía de los montes públicos"; sin embargo, el auditor de guerra, Pedro Sometiera
sostuvo que "nada tiene que ver con la jurisdicción militar para que se haya conceptuado
haber procedido en ella el gobernador Soler en virtud de las facultades, que como General
en jefe reunía entonces” ya que "Aseóla, según el artículo 5 cap. 3 sec. 6 del Estatuto
Provisional no goza fu e ro militar. La materia de la que quexa tampoco sale de la esfera de
aquella, de que deben conocer los gobernadores intendentes, a quienes corresponde dar
las licencias para los cortes de leña, colección y conducción de frutas de los montes
públicos, cuya conservación y aumento hacen uno de los objetos de su inspección
Asimismo señalaba que "los c o m a n d a n te s m ilita res tien en m u c h a s veces fa c u lta d
p a r a c o n o c e r en lo p e r te n e c ie n te a l trá fico in te rio r q u e se h a c e p o r lo s p u e rto s y calas de

221
los ríos. que caen en el distrito de su comandancia, pero en estos casos no proceden con
jurisdicción militar, sino en virtud de las que lo común te delegan los intendentes a quien
queda inmediatamente sujetos (...) por todo ello es de sentir el auditor exponente no
corresponder al generalato de armas'' debiéndose girar al gobierno de la Provincia para los
efectos que haya lugar. 07
Este tipo de disputa por la jurisdicción y competencia nos muestra varias cuestiones:
por un lado, los problemas de jurisdicción de un territorio que aún no estaba organizado
administrativamente, y por lo tanto sujeto a frecuentes conflictos entre distintas
autoridades con competencia superpuesta; y por otro lado, los diferentes criterios adoptados
indican un proceso de cambio que se estaba operando sobre las fuerzas milicianas que
tendían a ser asimiladas al ejército regular, de allí la postura de Soler, en tanto comandante
en jefe del ejército, de entender sobre el asunto.,58
Las fuerzas milicianas comprendieron a gran parte de la población masculina al
extenderse los derechos de ciudadanía que hizo el citado Estatuto al suprimir “la categoría
de vecino colonial al considerar ciudadano a todos los hombres libres mayores de 25 años
nacidos en el territorio ”.
Sin embargo, como observa Cansanello, el alcance real de la extensión de los derechos
cívicos continuó restringido por las normas electorales cuya aplicación tuvieron por eje el
Cabildo que insistió en jerarquizar a los vecinos.
La guerra permanente condujo a la organización de regimientos para distintas
campañas militares y que fueron integrados con milicianos llamados cívicos. De modo que357

357 AHPBA. 12-2-9-28 Demanda del Dr. Cayetano Escola contra Cirilo Vera y Marcelo de la Colina.
'ss En efecto, el Estatuto Provisional de 1815, confirmaba y ampliaba el proceso de milicianización de la
población al extender la obligatoriedad para el servicio de las milicias cívicas a “todo habitante del Estado
nacido en América, todo extranjero con dom icilio de más de cuatro años; todo español europeo con carta de
ciudadano; y todo africano y pardo libre... excepto lo s que se hallan incorporados en las tropas de línea y
Armada". De esta manera se establecieron dos clases de ejército, uno constituido por las “tropas veteranas”
(milicias provinciales) dependientes directamente del Director y el otro por las “milicias cívicas"
dependientes de los cabildos y por lo tanto de carácter municipal. Sin embargo, el fuero militar quedó
reservado para las fuerzas veteranas "para que no quede sin ejercicio la jurisdicción ordinaria, ni se recargue
indebidamente la militar, si se concediese et fuero a todos los que se comprenden en los artículos I y 4, sólo
disfrutarán el fuero militar los individuos veteranos, que actualmente se hallan sirviendo en los tercios
c ív ic o s... " COLAUTTI. Carlos E. (1983) Proyectos constitucionales patrios 1811-1826. Ediciones
Culturales Argentinas. Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. Bs. As. p.45.

222
algunos estuvieron afectados a la protección de la ciudad y de las fronteras provinciales y
otros a la guerra de Independencia.
Dado que la lucha con Montevideo fue sobre todo en los ríos, se establecieron fuerzas
milicianas y de artillería en determinados puntos ribereños considerados estratégicos,
como en los casos de Rosario, Santa Fe, La Bajada y sobre todo en Punta Gorda, con el
propósito de controlar el paso de las naves. Esta importancia de los ríos también será visible
durante la confrontación con el artiguismo, cuando las fuerzas directoriales, limitadas en
sus movimientos, tendieron a desplazarse por vía fluvial. Esta situación muestra que la
disputa por los puertos y embarcaderos del río Paraná y Uruguay pasará a ser una cuestión
decisiva. Ello motivó que algunos hombres partidarios de la revolución se mostraron
favorables a artillar las costas.’"'
En estos pueblos se establecieron fuerzas regulares y milicianas y sus comandantes
militares llegaron a alcanzar un gran ascendiente entre los pobladores, ejerciendo fuertes
liderazgos locales construidos sobre la base del prestigio militar y los consensos. Tal fueron
los casos de Gervasio Correa, en Gualeguay, Eusebio Hereñú. en Paraná, Justo Pastor
Hereñú, en Nogoyá. Gregorio Samaniego. en Gualeguaychú y Francisco Ramírez, en
Concepción del Uruguay. Estos nombres estuvieron vinculados a los primeros años de
lucha revolucionaria y de las guerras civiles donde pueden observarse las instancias
negociadoras de los poderes locales y el viraje de éstos, según las circunstancias militares y
políticas del momento.
Por otra parte, las duras condiciones de vida que conllevó la extensión de la
milicianización y militarización provocaron un aumento de la deserción y el bandolerismo.
Los individuos fuera de la ley encontraron en el territorio de frontera -para nuestro caso las
islas- un refugio de difícil alcance para la vara de la justicia. Para enfrentar estos males se
instituyó un poder de policía que dejó de depender del Cabildo para pasar a manos del
poder central, con la creación, en 1816, de un Comisario de campaña.

Hipólito Vieytes, al respecto, decía: "esta batería (Rosario) ha de ser et baluarte contra los insurgentes de
la Banda Oriental, y la barrera que se oponga al libre tránsito del rio y el comandante de marina
Francisco de Viana, quien sostenía que "el punto del Paraná (Punta Gorda) es de mucha importancia y
mucho más interesante con ¡a nueva batería “ .aunque veía su eficacia muy limitada y supeditada a que "ésta
no se la puede sostener como corresponde, sin una fuerza de infantería que la proteja en caso de ataque
AGN, Leg. 11 X 6.5.2.

223
Luego de la crisis de 1820 se intentaron abrir nuevos en la construcción institucional,
que impactaron particularmente en la vida de la campaña: al eliminar los cabildos,
reemplazar a los alcaldes de hermandad por los jueces de paz, imponer una justicia letrada
suprimir las comandancias militares en los puntos de la campaña (20 de marzo de 1822) y,
posteriormente ampliar el número de las comisarías y de partidos y de transformación de
pueblos en cabeceras. Los comisarios tuvieron influencia en el gobierno de campaña
debido a que fueron los encargados de elevar al jefe de policía las ternas de vecinos para ser
designados en los cargos de jueces de paz y tenientes alcaldes. En 1824 las comisarías
fueron suprimidas para volverse a instaurar en 1826 y progresivamente, desde la década de
1830 sus funciones van siendo asignadas a los jueces de paz. De este modo, al promediar
la década de 1830, hay comisarios que son los mismos jueces de paz quienes hasta 1883
detentarían los dos cargos pero con atribuciones diferenciadas.
En efecto, durante la época de Rosas, los jueces de paz de convirtieron en una
herramienta clave, especialmente durante el período crítico de su gobierno (1839/40), para
el sostenimiento de su régimen. Organizado bajo un sistema de redes clientelares muy
cercanas y politizadas para reestructurar el Estado, tanto en su faceta militar, como entre los
funcionarios más diversos.360
Barral y Fradkin han observado que los jueces de paz y comisarios expresaron dos
modos diferentes de vinculación entre el estado y la sociedad. Mientras que los jueces se
convirtieron en representantes del entramado de relación entre los poderes locales a la vez
que emisarios del poder central, los comisarios, en cambio, “pueden ser vistos como el
embrión de una burocracia estatal rural'' ya que a diferencia de los primeros, eran rentados
buscando cumplir una “agencia institucional coercitiva destinada a la seguridad y
diferenciada de las fuerzas militares y milicianas de defensa" . 361

Esta política de construcción del poder institucional tuvo por propósito lograr un control más efectivo del
espacio geográfico. La crisis que originó la Revolución de los Libres del Sur permitió una reformulación del
poder reemplazando una discreta presencia del Estado por otra basada en un "elenco estable de funcionarios
que garantiza de manera personal la obediencia al gobierno", recayendo en los jueces buena parte “del
entramado de poder en Ia campaña con el concurso de las milicias que conforman los vecinos de los partidos
y de algunos cuerpos de linea". En: GELMANI, Jorge (2009) Rosas bajo fuego. Los franceses, Lavalle y la
Rebelión de los estancieros, Bs. As., Sudamericana, p. 192.
M BARRAL. María Elena y FRADKIN, Raúl (2005) Ob.cit.. p.7-48.

224
La solución adoptada durante el rosismo de fusionar ambas funciones aparece en
consecuencia "como un intento de establecer un sistema de control directo pero
firmemente asentado en poderes locales socialmente construidos”.36236
Estos poderes locales se presentarán como un mecanismo de coerción y consenso,
dentro de un proceso de promoción para la formación de nuevos poblados y partidos,
recuperando la vieja noción colonial de control del espacio a través de la concentración y
organización de la población rural.
Durante este periodo, los jueces de paz de los partidos ribereños tendrán una clara
competencia sobre el área del Delta, corriendo a su cargo la vigilancia de los ríos y las islas.
En ese contexto, podemos observar distintas expresiones que llevaban a una presencia
del Estado tendiente a ejercer el control de la región del Delta como articuladora entre
Buenos Aires y el Litoral. Una pista nos la ofrece el testimonio proporcionado por Mac
Cann, quien al recorrer las islas Lechiguanas en 1847 se refirió al sistema de comunicación
oficial interprovincial que se había establecido: "Al atardecer del día siguiente, estuvimos a
la vista del Paraná Pavón y seguimos marchando por una de sus márgenes, durante dos
horas, hasta llegar al desembarcadero de la balsa. El servicio de esta balsa se ha
establecido para facilitar la conducción de los despachos gubernativos, entre las
provincias de Entre Ríos y Buenos Aires. Dos o tres soldados son los encargados de
hacerlo ”. 363 Esta referencia es sumamente interesante para la cuestión central que estamos
tratando en este capítulo ya que nos permite dar cuenta de la existencia de una vía oficial
de comunicación establecida por las provincias de Entre Ríos y Buenos Aires y garantizada
por personal militar asignado al efecto; ello nos habla, asimismo, de un aspecto que hemos
resaltado en distintos momentos de este trabajo, como era la necesidad de establecer un
control sobre los puntos de embarque y las vías navegables.

16; BARRAL y FRADKIN, Ob. cit.


363 MAC CANN, ob. cit. p. 266.

225
6.7. El proceso de incorporación jurisdiccional del Delta

Al promediar la década de 1850 se pueden observar un conjunto de disposiciones


legales fundamentales, como fueron la sanción de la constitución (1854) y la ley orgánica
de las municipalidades (1855) que sentaron las bases del reordenamiento político del
entonces Estado de Buenos Aires. Bajo aquel influjo de modernización administrativa y
con el propósito de evitar litigios sobre la posesión de terrenos en las islas del Delta del
Paraná se dictó el decreto del 23 de julio de 1856 364 sometiendo su jurisdicción al
subdelegado de marina de San Fernando; esta disposición se complementó poco después
con el decreto número 124 del 18 de febrero de 1857 que estableció que los jueces de paz
como presidentes de las municipales de los partidos ribereños serían los encargados de
conceder la posesión de terrenos insulares.’6536Asimismo se fueron definiendo de manera
general las jurisdicciones territoriales, al disponer, por ejemplo, que el juez de paz de
Zárate sería el funcionario autorizado para conceder la posesión de las islas que estuvieran
en ''frente del territorio que estaba comprendido desde el término de la jurisdicción del
juez de paz de Baradero hasta el Rio Lujan y desde este punto hasta la terminación de las
islas del rio de la Plata, continuaría bajo la jurisdicción del juez de paz de San
Fernando ”.j66
Dadas las dificultades que presentaba una geografía en movimiento, con formación
permanente de islas y rectificación de los cursos de agua se estableció que "cuando por
disposición de las costas, los limites en que se encuentran las islas, no fuesen preciso y
claros, se ocurrirá al Gobierno para que haga la concesión de la posesión”. En el mismo
sentido, se buscó mejorar la información que se poseía sobre la topografía y titularidad de
los terrenos, identificando las islas y los nuevos canales, para lo cual se dispuso que "los
pedimentos de posesión de ¡as islas que en adelante se hiciese, expresarán los límites,
frente a los canales, y el nombre de estos y de la isla si lo tuviese especial ”.367

’M www.gob.gba.gov.ar/inlranet/digesto/PDF/ley2072.pdf.
365 MUZLERA, ob. cit.
366 Ob cit. art. 2.
,B’ Ob.cit. art. 5. p. 169.

226
En 1865, el gobernador Mariano Saavedra reglamentó la ley 422 que dividió la
provincia en cuarenta y cinco partidos, al crearse ocho nuevos. Por dicho instrumento se
lijaron los límites de los municipios, estableciendo en su artículo tercero que “sin perjuicio
üe la designación que queda hecha de los nuevos límites de los Partidos al interior del río
Salado, los que están situados sobre el Paraná, conservarán Ia parte de las islas que
hasta hoy tienen asignadas". ,68
Con estas medidas las autoridades porteñas trataron de definir las jurisdicciones de las
islas del Delta del Paraná, que fue completada varios años después con la sanción de la ley
del 24 de septiembre de 1888 y su decreto reglamentario de diciembre del mismo año, que
dividió las islas en seis secciones y se autorizó la venta de terrenos y su mensura general.’69
Las islas Lechiguanas pasaron a formar parte de las secciones quinta y sexta; sin embargo
el 31 de julio de 1891 el gobierno de Entre Ríos dejó planteada su formal protesta
manifestando sus pretensiones sobre aquellas tierras, iniciando un largo litigio que recién
fue resuelto en diciembre de 1968.
En efecto, la Provincia de Entre Ríos sustentó su reclamo argumentando que había
ejercido actos de jurisdicción dentro del territorio en litigio, como por ejemplo, el servicio
de policía y se recordaba que don Máximo Bello que fue comisario de policía entre 1878 y
1885 había manifestado que "en el año 1847 y más adelante él había actuado en
recorridas por las islas cuestionadas como vaqueano y a las órdenes de autoridades
policiales de la Provincia de Entre R íos , quienes, en la mayoría de los casos procuraban
en esos lugares, la captura de varios criminales que se habían internado en esas zonas... "
370

Asimismo, sostuvo que el límite interprovincial estaba constituido por el brazo más
caudaloso y navegable del Paraná a partir de su bifurcación en Villa Constitución, que el

REGISTRO OFICIAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (1865), Bs. As. Imprenta de “El
Nacional”, p.61.
Ley N° 2072 sobre venta de tierras en las islas del 24 de septiembre de 1888 y su decreto reglamentario del
18 de diciembre del mismo año.
' {l Nota firmada por E.C. Crespo en el diario EL DEBATE, General Uriburu (Zárate) 7 de abril de 1943, p. 3,
Año

227
límite en consecuencia es el Paraná Guazú en todo su curso y que las islas al norte de ese
curso pertenecen a Entre Ríos.'71
Por su parte Buenos Aires fundamentó su jurisdicción basándose, entre otras
cuestiones, en que la Constitución del Estado de Buenos Aires de 1854 había consagrado
como territorio propio la isla Martín García y las adyacentes a sus costas fluviales y
marítimas; en los decretos de Vélez Sársfield que habían asignado jurisdicción sobre las
islas frente a los territorios respectivos a los jueces de Paz de San Femando, Zárate,
Baradero, San Pedro y San Nicolás, otorgándose concesiones de terrenos en islas y
adoptando como criterio que el límite interprovincial corría por el Paraná Pavón. Paraná
Ibicuy y Paraná Guazú hasta su confluencia con el río Uruguay y su desembocadura en el
Río de la Plata.'72

Conclusión del capítulo

En el presente capítulo hemos tratado de responder a un interrogante fundamental;


¿cómo operó el proceso de control de la región del Delta y cuáles fueron sus alcances?
Nuestro punto de partida fue considerar a este espacio como una región de frontera que se
fue construyendo históricamente a medida que se desplegaban las diferentes estrategias de
control sobre la misma durante los períodos colonial e independiente.
Ello nos obligó a retomar algunos ejes tratados en los capítulos anteriores que nos
permitieron dar fundamento a los sistemas de control que hemos expuesto. Partimos de las
características que asumió el control simbólico mediante herramientas aportadas por la
cartografía y los organismos topográficos en la definición de los usos del espacio y de sus
recursos. En ese sentido pudimos observar la importancia que tuvieron los mapas como
expresión de una compleja construcción social que nos permite conocer cómo y para qué
fueron levantados dentro de un universo cultural de época y. en ese sentido, como

EJÉRCITO ARGENTINO. Dirección general del Instituto geográfico militar. (1945) Litigio entre las
provincias de Buenos Aires y Entre Ríos (islas Lechiguanas). Bs. As., Publicación oficial, vol. I, p. 311
,7J Ob. cit. p.319.

228
expresión del poder que los produjeron, contribuyeron a delinear las políticas de
dominación como paso previo al control efectivo de un territorio.373
Otro de los recursos de control que hemos considerado fue el que se estableció
mediante la formación de un sistema comercial para el cual fue necesario establecer rutas
terrestres y fluviales. Así ha quedado en evidencia la importancia del río Paraná como una
hidrovia que facilitó el desplazamiento de mercancías desde el Litoral hacia el mercado
porteño. Dentro de ese circuito principal coexistió una compleja red de pequeños y
medianos productores de la región del Delta vinculada por el tráfico de cabotaje cuya
importancia quedó demostrada por las numerosas evidencias empíricas aunque sin poder
dimensionar su volumen numerario ya que muchas de estas actividades formaban parte de
una economía informal que escapaba al control del Estado.
Un tercer elemento fue el impacto del poblamiento en la construcción de un
ordenamiento social. En ese sentido se pudo advertir la relación establecida entre los
pobladores ribereños y el Delta a través de la existencia de embarcaciones, canoas y
pequeños botes, entre los bienes que aparecen registrados en los padrones y testamentarias
del siglo XVIII pertenecientes a la vecinos de la campaña nordbonaerense y sur santafesino.
Aquella relación de ocupación del territorio y el aumento en la demanda de bienes de
la región podrían explicar que hacia la primera mitad del siglo XIX los vínculos que
establecieron los pobladores rurales ribereños y las islas se hicieran más intensos, de
manera tal que actividades como las de montaraz y carboneros tuvieron cada vez mayor
presencia según lo registrado por los padrones de la época. El aumento de la población en
las áreas ribereñas tuvo impacto con la creación de nuevas instituciones de control.
Por su parte, las instituciones eclesiásticas estuvieron entre las primeras organizaciones
que acompañaron el poblamiento de las áreas de campaña próximas al Paraná. Su función
socializadora permitió que en ocasiones y bajo su impronta, evolucionaran poblados como
en el caso de la reducción de Santiago del Baradero, conformada por indígenas
provenientes de las islas.

' ’ GARAVAGLIA, Juan Carlos y Gautreau, Pierre, ob. cit. p. 19.

229
En cambio, la creación de organismos institucionales de carácter político-militar
estuvo vinculada no solamente con el comercio sino también con los permanentes
conflictos que se desarrollaron en el área rioplatense durante el período estudiado. Esta
situación nos llevó a planteamos una pregunta: ¿por qué los que confrontan se disputaban
este espacio?. La respuesta nos condujo a tratar de demostrar que el control de este
territorio fue imprescindible para la navegación, clave para comprender el nudo central de
la política rioplatense.
Sin embargo, debemos ser cuidadosos a la hora de la ponderación sobre el papel
que pudieron desempeñar las estructuras institucionales, ya que, como sostiene Carlón, el
Estado incluso allí donde no parece “evidente” su presencia, mantenía un modo de
funcionamiento que dejaba amplio espacio al accionar de grupos locales.
De todas maneras, nuestro interés en este punto se circunscribió en tratar de reconstruir
la trama institucional emergente de los sucesivos conflictos que intentaron ejercer control
sobre el área estudiada.
Para nuestro caso, pudimos dejar en evidencia la creación de distintos organismos de
carácter político-militar surgidos a mediados del siglo XVIII a partir de las instituciones
topográficas; y multiplicados notablemente desde los inicios del siglo XIX a partir del
influjo de las guerras de la independencia y de las guerras civiles.
No obstante los distintos instrumentos desplegados, que hemos citado, el territorio del
Delta continuó siendo un área porosa de frontera de difícil dominio durante el período
analizado en este trabajo.

230
CONCLUSIÓN GENERAL

De lo expuesto a lo largo del presente trabajo de investigación sobre “El Delta del
Paraná: Territorio, Producción. Población y Política en un área de frontera*’, hemos tratado
de abordar con detenimientos varias cuestiones con el propósito de demostrar:
a) La sustentabilidad económica alcanzada por los diferentes grupos humanos que
habitaron o estuvieron directamente relacionados con el Delta a lo largo del período
estudiado.
b) La necesidad de controlar los ríos como excelente vía de comunicaciones e intercambio
por parte de las sociedades indígenas e hispano-criollas
c) El rol que desempeñó el Delta dentro de las pequeñas economías locales ribereñas en el
complejo entramado de la producción y el comercio rioplatense durante el siglo XVIII y el
siglo XIX.
d) La dinámica del acceso y apropiación a ciertos recursos naturales y de las tierras del
Delta como leña y frutales que tuvieron un papel de importancia para el consumo del
mercado interno de la época.
e) Las formas de organización del espacio mediante la ocupación del territorio durante la
ocupación hispano-criolla que formalizó categorías ocupacionales como las de montaraz y
pescador y. desde principios del siglo XIX, la de “islero”. Por otra parte, como espacio de
frontera, durante la primera mitad del siglo XIX facilitó la proliferación de un tipo de
pobladores marginales constituidos por desertores, muchos de los cuales devinieron en
bandoleros de las islas, una particular adaptación geográfica del bandolerismo rural,
experiencia de resistencia con la autoridad donde el escenario geográfico no apareció de
manera casual, ya que estuvo vinculado a una geografía y un espacio social donde la
capacidad de acción del Estado fue limitada.
f) El status dado por la ley y la costumbre a las tierras de bañado y de islas como relación
social a lo largo del período analizado tratando de responder a dos preguntas
fundamentales: ¿de quienes eran las islas y sus recursos? y ¿quienes tuvieron en cada
momento histórico derechos para usufructuarlos?

231
g) El proceso de organización y control de un territorio definido como una región de
frontera interna a partir de factores simbólicos, económicos, sociales y políticos.
En la intrincada geografía del Delta, el río Paraná fue una vía de comunicación e
intercambio por excelencia, que lejos de separar regiones contribuyó a su integración social
y económica sostenida por las pequeñas economías locales dentro del complejo entramado
de la producción y el comercio rioplatense durante los siglos XVIII y XIX.
La optimización de una vía navegable compleja como el Paraná pudo ser posible
gracias al aprovechamiento de la experiencia acumulada desde los tiempos prehispánicos
que utilizaron posteriormente los colonizadores en la adaptación de sus navios a dicha
realidad. Esto fue visible a través de algunos tipos de embarcaciones, como las
garandumbas o jangadas, cuya practicidad y bajo costo hicieron posible que estuvieran
vigentes nada menos que hasta mediados del siglo XX.
La dinamización de las economías locales de esta región fue posible gracias al
desarrollo del contrabando, que habilitó los intercambios directos con los productores
locales y a la explotación de recursos naturales como leña, frutas y pieles, que fue
vertebrado a través del tráfico fluvial, que resultaba relativamente seguro y barato.
Esto permitió el crecimiento de las economías locales desde mediados del siglo XVIII
a la par que las reformas borbónicas ¡mplementadas privilegiaron la región rioplatense
convirtiendo a Buenos Aires en un importante centro consumidor. Ello, a su vez, habilitó
una serie de ocupaciones permanentes, como la de los carpinteros de las riberas, leñadores,
carboneros y otras de tipo estacional, como la que desarrollaron los recolectores de fruta,
actividades que se enlazaban con la salida de la producción agropecuaria a través de los
distintos atracaderos naturales existentes a lo largo del Paraná inferior. Estas economías
locales llevaron a la conformación de circuitos comerciales de cabotaje que estuvieron
alentados, a su vez, por la valorización creciente de sus recursos.
A partir de la Revolución de Mayo la intensidad del tráfico de cabotaje de productos
locales fue creciendo al abrirse una nueva instancia en el comercio fluvial y el despegue
económico entrerriano y correntino que se manifestó con la habilitación de nuevos puertos.
La funcionalidad entre puertos y estancias fue un factor que también ejerció su
gravitación en el espacio bonaerense con el surgimiento de algunos poblados, como Zárate.

232
Todo ello alentó la diversificación de la demanda de productos provenientes de la
campaña norbonaerense, del Litoral con cueros vacunos, yerba mate, maderas y de la
región del Delta del Paraná, con leña, carbón, cañas, paja y frutales, que tenía por objetivo
satisfacer al mercado porteño, lo cual gravitó sobre las áreas productivas de todo aquel
espacio.
Asimismo, la ampliación del espacio agrícola y de la demanda permitió la formación
de nuevos poblados ubicados en las riberas del Paraná, (Entre Ríos y Buenos Aires)
adquiriendo visibilidad como centros de producción y consumo.
En ese contexto general, la ciudad de Buenos Aires continuó jugando un papel
claramente articulador entre el Litoral, la Banda Oriental y el Delta en función de su
capacidad creciente para atraer circuitos de intercambio y multiplicar la demanda de bienes
para su consumo.
A pesar de las guerras desarrolladas durante buena parte del siglo XIX, el tráfico de
cabotaje interregional, aunque con oscilaciones, fue creciendo y estas circunstancias
contribuyeron a definir los usos del espacio y de sus recursos, en una región en la que los
ríos desempeñaron un papel en su integración y configuración.
La sustancial modificación que se fue operando a lo largo de la primera mitad del siglo
XIX y como un antiguo circuito de bienes desde las islas al mercado de Buenos Aires
parece haberse convertido a mediados del siglo XIX en una práctica regular y generalizada
que abasteció no solo a la ciudad sino también a los pueblos rurales, y ello se apoyó una
vez más en los pueblos ribereños que comenzaron a realizar obras de infraestructura en sus
embarcaderos naturales. De manera que, para entonces, resultó claro que tanto el gobierno
como los sectores mercantiles estuvieron conscientes acerca de la importancia que habían
adquirido las islas del Delta, al valorizarse sus recursos y, probablemente, también, sus
tierras.
Otro aspecto que hemos analizado fue cómo operó el proceso de poblamiento del
Delta, poniendo atención en las relaciones económicas y sociales de sus habitantes. Para
ello abordamos las formas de organización del espacio desde la época prehispánica.
Durante este período las tensiones existentes entre las diferentes etnias surgieron como
producto de la competencia por los recursos pesqueros. La llegada de los españoles

233
desestructuró su organización social y económica llevando a la crisis y la desaparición casi
total de aquellos primeros pobladores del Delta. Durante la etapa hispano-criolla pudo
observarse la conformación de un primer vínculo establecido entre los pobladores de la
campaña y el Delta, donde éste aparece como una extensión "de hecho" del territorio rural,
una suerte de despensa de ciertos bienes de los que se podía echar mano para satisfacer
necesidades domésticas o bien para la complementación y reorientación de las labores
realizadas por los pequeños pastores y labradores de medio tiempo. Así lo hemos podido
demostrar a través de la interpretación de los padrones de la primera mitad del siglo XVIII
que dan cuenta de actividades complementarias vinculadas al río y a las islas.
En un segundo momento, pudimos comprobar que los vínculos de los pobladores
rurales con el Delta se fueron haciendo más estrechos y dependientes, en la medida que la
explotación de sus recursos permitió dar sustentabilidad económica a los grupos familiares.
Estos factores alentaron la multiplicación de actividades que fueron incorporadas como
categorías ocupaciones en los padrones de finales del siglo XVIII, como por ejemplo, las
de pescador y montaraz, hasta entonces, prácticamente ausentes en dichos registros. De esta
manera pudimos observar el proceso de mercantilización de los recursos naturales.
En un tercer momento, situado a principios del siglo XIX, fue tomando visibilidad el
poblador de las islas al aparecer por primera vez en los padrones la categoría de "islero".
Sin embargo, fue necesario esperar hasta el primer censo nacional de población de 1869
donde apareció, por primera vez, la población insular separada de la urbana y rural. La
visibilidad adquirida por los pobladores de las islas desde los instrumentos oficiales nos
muestra un incipiente proceso de organización territorial a partir del poblamiento de
algunas áreas del Delta inferior y la importancia económica y estratégica.
Todo ello nos permitió mostrar la importancia que tuvieron un conjunto de actividades
mucho más cercanas a lo fluvial y a las islas de lo que se creía, circunstancia que nos obliga
a repensar, una vez más, acerca de la enorme complejidad del espacio rioplatense.
Por otra parte, pudimos establecer que durante las guerras que se desarrollaron durante
el siglo XIX en el área rioplatense, el Delta del Paraná, se convirtió en una zona que
albergó a pobladores marginales, constituidos por desertores, muchos de los cuales

234
devinieron en piratas y bandoleros de las islas, una particular adaptación geográfica del
bandolerismo rural.
Aquellos grupos de salteadores podrían inscribirse, tal como lo demostró Fradkin en su
análisis del bandolerismo rural, dentro del repertorio de experiencias de resistencia y
antagonismo con la autoridad que dejaron una impronta indeleble en las tradiciones
culturales, entre ellas la literatura, donde el escenario geográfico no fue ingenuo sino que
estuvo vinculado a un espacio social donde la capacidad de acción del Estado se vio
fuertemente condicionada.
Otra cuestión de especial importancia que se abordó en este trabajo estuvo referida a la
posesión y la propiedad de los bajíos ribereños y de las islas como relación social. Para ello
hemos intentando responder a dos preguntas fundamentales: ¿de quienes eran las islas y sus
recursos? y ¿quienes tuvieron en cada momento histórico derechos para usufructuarlos?.
Durante la etapa colonial coexistieron derechos de posesión y propiedad junto a
prácticas y usos vinculados con el acceso a ciertos recursos de interés general que podían
obtenerse en tierras comunales y privadas y que fueron de una gran importancia para la
subsistencia económica de las familias del mundo rural colonial.
Esta situación nos habla de un régimen de propiedad que separó la titularidad del suelo
de los recursos, de manera que la definición jurídica de los suelos condicionó el acceso a
ciertos recursos. Esto es clave para comprender que las tierras de islas también estuvieron
afectadas a diversas categorizaciones formando parte tanto de las tierras realengas como de
las de uso común. Esta dualidad permitió que fueran dadas en merced durante el primer
tercio del siglo XVII. Sin embargo, las áreas de bañados formaron parte de las tierras
comunales. Pero, más allá de esta categorización normativa, en la práctica, todo nos lleva a
pensar que las islas fueron un reservorio de recursos a los que se tuvo libre acceso con el
único requisito del pago de un canon.
Por otra parte, las evidencias empíricas nos permitieron constatar adjudicaciones de
tierras de islas como mercedes; asimismo encontramos individuos beneficiados con tierras
en la campaña norte y buscaron extender sus propiedades sobre terrenos de bañados e islas,
probablemente, con el propósito de disponer en las cercanías de terrenos alternativos para el
pastoreo, con abrevaderos naturales y recursos estimados, como leña, junco y paja.

235
En ese sentido, resulta de particular interés destacar que a medida que se fueron
ocupando las tierras de la franja norte bonaerense aparecieron las disputas por los recursos,
muchos de los cuales se hallaban en las tierras de bañados. De modo que los bajíos
ribereños, aunque definidos como tierras de uso común, a partir del siglo XVIII fueron
disputados por terratenientes y vecinos; los primeros con el propósito de extender sus
propiedades sobre un área rica en aguadas y pasturas y, los segundos, para seguir
usufructuando como bienes domésticos los recursos allí existentes.
Por otra parte pudimos identificar un sistema de regulación social para el acceso de
algunos recursos, a través de ciertos usos y prácticas como, por ejemplo, el del volteo y
señalamiento de los árboles, costumbre que se mostró eficaz en el mantenimiento de un
orden social en las islas que. no obstante, no pudo evitar conflictos por la apropiación de
maderas utilizadas como leña o para la fabricación de carbón.
Por último, pudimos observar que este pequeño espacio de relaciones sociales y
económicas no escapó a las consecuencias de los debates sobre progreso y propiedad
privada que proponían las ideas ilustradas de finales del siglo XVIH, situación que se
tradujo en los primeros cuestionamientos acerca del libre acceso a los recursos.
Durante la primera década revolucionaria encontramos que a pesar de los cambios
políticos operados con la Revolución, se mantuvo la continuidad jurídica a través del
sistema de composición y mercedes y se respetaron las antiguas costumbres y usos
coloniales sobre el acceso a los recursos.
Sin embargo, hacia la década de 1820 se crearon instrumentos administrativos que
apuntaron a consolidar la presencia del Estado en la sociedad y asegurar los derechos de
propiedad de los particulares. Esto fue posible, en buena parte, gracias al Departamento
Topográfico que cumplió una importantísima tarea en el ordenamiento de la propiedad rural
bonaerense Asimismo, surgieron los primeros intentos por regular la apropiación de los
recursos, (leña, frutales, nutrias, etc.) y tanto las administraciones de Rivadavia como de
Rosas fueron los primeros en intentar limitar su libre apropiación aunque con resultados
inciertos.
Por otra parte, la jurisprudencia de la época mantuvo el criterio de preservar los
bañados como tierras del común de modo de garantizar a los propietarios de tierras linderas

236
En ese sentido debemos destacar el papel que cumplió el Código Rural de la Provincia
de Buenos Aires en la definición de los usos de los recursos mostrando un verdadero punto
de inflexión respecto a las etapas anteriores, al establecer una clara voluntad privatista (aún
cuando su poseedor fuera el Estado) de los recursos y de su control, disponiendo que cada
autoridad local fuera la encargada de reglamentar y gravar con un impuesto su explotación
económica.
Aunque la política liberal sobre los derechos de propiedad pareció imponerse de modo
absoluto, no obstante, pudimos dejar en evidencia que se mantuvieron algunos derechos del
antiguo régimen referidos a los bienes del común, ya que el artículo 272 hizo una excepción
en su concepción privatista, al excluir a "las arboledas y demás productos naturales de
las islas del Paraná; a cuyo respecto continuarán rigiéndolas disposiciones gubernativas,
hasta que, obtenidos los competentes planos y demás conocimientos, pueda la legislatura
dictar las leyes de esta referencia”.375
Por último hemos tratado de responder a un interrogante fundamental: ¿cómo se
desenvolvió el proceso de control de la región del Delta y cuáles fueron sus alcances? Para
ello abordamos la cuestión central de nuestro trabajo que fue considerar a este espacio
como una región de frontera que se fue construyendo históricamente a medida que se
desplegaban las diferentes estrategias de control sobre la misma durante los períodos
colonial e independiente.
Para ello retomamos algunos ejes tratados en los capítulos anteriores, que nos
permitieron dar fundamento a los distintos sistemas de control desplegados, desde el papel
desempeñado por la cartografía y los organismos topográficos en la definición de los usos
del espacio y de sus recursos y en la delineación de las políticas de dominación como paso
previo al control efectivo de un territorio; ,76 el control de las vías de circulación comercial
mediante rutas terrestres y fluviales.
Pudimos observar una compleja red de pequeños y medianos productores de la región
ribereña del Paraná vinculada por el tráfico de cabotaje cuya importancia quedó demostrada

375 CODIGO RURAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (1865), edición oficial, Bs. As., imprenta
de Buenos Aires.
,76 GARAVAGL1A, Juan Carlos y Gautreau, Pierre, ob. cit. p. 19.

238
por las numerosas evidencias empíricas aunque sin poder dimensionar su volumen
numerario ya que muchas de estas actividades formaban parte de una economía informal
que escapó a los registros oficiales.
Por otra parte pudimos observar que durante el período colonial el Cabildo tuvo una
participación mucho más activa de la puramente recaudatoria al intentar regular la
explotación de los recursos como la leña y la fruta.
Otro aspecto que hemos considerado fue el impacto del poblamiento en la construcción
de un ordenamiento social. En ese sentido se pudo advertir la relación establecida entre los
pobladores ribereños y el Delta a través de la existencia de embarcaciones, canoas y
pequeños botes, entre los bienes que aparecen registrados en los padrones y testamentarias
del siglo XVIII pertenecientes a la vecinos de la campaña nordbonaerense y sur santafesino.
Aquella relación de ocupación del territorio y el aumento en la demanda de bienes de
la región podrían explicar que hacia la primera mitad del siglo XIX los vínculos que
establecieron los pobladores rurales ribereños y las islas se hicieran más intensos, de
manera tal que actividades como las de montaraz y carboneros tuvieron cada vez mayor
presencia según lo registrado por los padrones de la época. Así, el aumento de la población
en las áreas ribereñas tuvo impacto con la creación de diversas instituciones de control.
Precisamente, la creación de organismos institucionales tendientes a controlar la región
objeto de nuestro estudio se vincula con una etapa de permanentes conflictos en el área
rioplatense que plantean una pregunta clave ¿por qué los que confrontan se disputaban este
espacio?
En ese sentido, lo que pudimos observar fue que a partir de mediados del siglo XVIII
se fueron creando un conjunto de instituciones cuyas funciones fueron el control de la
navegación y de la explotación de los recursos de las islas, pero que visiblemente se
multiplicaron durante la primera mitad del siglo siguiente a partir de las guerras
rioplatenses. De modo que se hizo evidente la necesidad del control de la zona
especialmente, ciertos enclaves ribereños, como Punta Gorda, que fueron esenciales para la
movilización de los ejércitos a uno y otro lado del Paraná; pero también, el control de este
espacio significó nada menos que asegurarse la llave que abría o cerraba el comercio fluvial
sobre el litoral rioplatense.

239
Estas construcciones institucionales desplegadas, sin embargo, no fueron suficiente
para establecer un efectivo control sobre el territorio del Delta al final del período
analizado; lejos de ello, en muchos sentidos, continúa siendo hasta nuestros días una
frontera porosa.
Estas consideraciones, sin embargo, no nos impidieron mostrar el resultado final de
este largo proceso que concluyó con la visibilidad del Delta del Paraná a partir de su
configuración como una región con características propias.
Por último, diremos que muchas de las dudas e interrogantes surgidos a partir del
análisis de las fuentes consultadas en éste trabajo, solo podrán responderse con futuras
investigaciones.

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Bs. As., serie III, tomo VI, libros XL, XLI, XLII y XLIII, años 1777 a 1781.
ARCHIVO GENERAL DE LA NACION (1925) Acuerdos del extinguido cabildo de Buenos Aires.,
Bs. As., serie IV, tomo I, libros LVII, LVIII y LIX, años 1801 al804.
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Bs. As., Bs. As., serie IV, tomo VIH, libros LXXIX a LXXXIII, años 1818a 1819, Kraft.
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Compilación de referencias documentales demuestran que las reservas para ribera en la costa al
NO. de Buenos Aires son bien público del Estado, por la Dirección de Geodesia, Catastro y Mapas
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independencia.
REGISTRO ESTADÍSTICO del Estado de Buenos Aires de 1855 (corresponde al semestre 1 de
1855 Bs. As., Imprenta Porteña, 1855.
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REGISTRO OFICIAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (1865), Bs. As. Imprenta de “El
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250
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Tomo VIII 1862-1863, Año 1876. Uruguay. Imprenta de la Voz del Pueblo.

PERIODICOS:
GACETA MERCANTIL: l°de agosto de 1827, número 1110; 2 de agosto de 1827, número 112 1; 9
de agosto de 1827, número 1127; 31 de agosto de 1827, número 1144; 13 de septiembre de 1827,
número 1151; 27 de septiembre de 1827, número 1156; 28 de septiembre de 1827, número 1157; 29
de septiembre de 1827, número 1158; 2 de octubre de 1827, número 1160; 4 de octubre de 1827,
número 1162; 5 de octubre de 1827, número 1163; 17 de octubre de 1827, número 1173; 22 de
octubre de 1827. número 1176; 23 de octubre de 1827, número 1177; 31 de octubre de 1827,
número 1184; 17 de noviembre de 1827, número 1198; 24 de noviembre de 1827, número 1204: 27
de noviembre de 1827, número 1206; 29 de noviembre de 1827, número 1208.

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Sala IX
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41-4-1 José de Yncharradieta c/Pedro Achaga s/derecho a corte de leña en los montes. Tribunales,
leg. I 2, exp. 16 (Año 1764)
32.6.6. leg.51, exp. 3 el juez de paz Pedro Gallegos al procurador.
Sucesiones:
8821 Testamentaria de Gonzalo de Zárate (Año 1711)
8821 Testamentaria de Pablo Zárate (Año 1774)
8821 Testamentaria de Rosa Zárate
8412 Testamentaria de Petrona Salinas (Año 1774)
8412 Testamentaria de María Josefa Zárate
8136 Testamentaria de Roque Reynoso (Año 1790)
5343 Testamentaria de Joaquín Cabrera (Año 1793)
5343 Testamentaria de Manuel Carrasquedo (Año 1795)

SalaX

251
13.2.4., f I vta.
35-11-13 Partes de campaña (1825)
20 10-6
- Juzgado de Capilla del Señor (1841)
21-1-3 y 4 Juzgado de Paz de Exaltación de la Cruz (1831-1844)
22.1.3 Juzgado de Paz de Exaltación de la Cruz
21-6-3 Juzgado de Paz de San Fernando (1841-1852)
21-7-1 Juzgado de Paz de San Nicolás (1830-1851)

20-10-4 Juzgado de Paz Zárate (1831-1852)


7- 2-4- Padrón de la Cañada de la Cruz (1813)
8-10-4 Padrón de la campaña de Buenos Aires (1815)
25-2-4 Censo de Buenos Aires y su campaña (1836)
25-6-2 Censo de Buenos Aires y su campaña (1838)
33-5-1- Policía (1847)
33-5-3- Policía (1847)
8- 10-4
3.6.6. leg. 32
6.5.2. leg. 11
13,2,4, f33 nota del juez de paz de Las Conchas
Pueblo de Zárate, 2 de mayo de 1824.
Cédulas censarlas. Primer Censo Nacional de Población. 1869Provincia de Buenos Aires- Zona
Norte. Zárate, 132
Cédulas censarías. Primer Censo nacional de Población. 1869. Provincia de Buenos Aires. Zona
Norte. San Nicolás, 102, 119, 120.
Sala XIII 13-9-1 Pulperías de campaña (Baltasar Moure)
Registro de Escribanos I, 1759/1760, f° 505v,

Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires


12-2-9-28 Demanda del Dr. Cayetano Escola contra Cirilo Vera y Marcelo de la Colina
Escribanía Mayor de Gobierno, leg. 153, expte. 12172, año 1837. Federico Massot sobre compra de
tierras que pretende comprar,

252
Escribanía Mayor de Gobierno. Expte. 1240. leg. 27. año 1855. Mota Gregorio sobre la declaración
hecha por el gobierno de ser de propiedad pública los terrenos que hubo entre los vendidos a Pividal
por Dn Pedro Anta en el Partido de Zárate
Leg. 27 N° 1240 (Año 1855)
(5-1-9-1-) Testamentaria de María Zárate
Archivo de la Dirección de Geodesia y Catastro de la Provincia de Buenos Aires
Mensura N 2, año 1826. Partido de Campana.
Archivo Histórico Municipal de Zárate
-Juzgado de Paz. Notas de la alcaldía de Barrio de Zárate y del Juzgado de Paz de Capilla del Señor
(1846-1870)
-Libro de Actas de la Municipalidad (1864-1871)

Archivo General de la Provincia de Entre Ríos


Archivo Histórico
Fondo de Gobierno. Serie VIII
Tierras, Propiedad del Estado. Colonización (1778-1897) Carpeta II, legajo 2.
Leyes, Acuerdos y Decretos (1821-1910)

IMAGENES
IMAGEN N° 1 - Mapa que muestra la extensión actual del Delta del Paraná extraído del Plan
estratégico para la conservacióny aprovechamiento en elDelta del Paraná-PlECAS-DP. disponible
en (http://deltanativo.blogspot.com.ar/2013/09/planos-del-delta-del-Darana.htmn
IMAGEN N° 2- División política del Delta del Paraná
(Extraído de Plan estratégico para la conservación y aprovechamiento en el Delta del Paraná -
PIECAS-DP).
IMAGEN N° 3- Corte de una isla típica del Delta Superior disponible en:
http//aboutime/parquenacionalpredelta)
IMAGEN N° 4. Mapa (A) Plano de Alonso de Santa Cruz (siglo XVI) disponible en:
(google.com.ar/imgres?imgur=http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/43/Rio_de_la_pla
taAlonso_de_Santa_Cruz.jpg&¡mgrefurl=http://es.wik¡ped¡a.org/w¡ki/Banda_Oriental&h=6508w=4
998tbnid=mgquprfxc49).
IMAGEN N° 5. Mapa (B) Archivo General de Indias, Mapas y planos, Buenos Aires, 1683
(reproducido en Zacarías Moutoukías, Contrabando y control colonial en el siglo XVII, p. 44)

253
IMAGEN N° 6. Mapa (C). Detalle del mapa realizado por Miguel Ciera, en 1755, depositado en la
Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.
IMAGEN N° 7. Mapa (D) Mapa del Río de la Plata, Paraguay y afluentes, hecho para inteligencia
de la entrada general contra los indios infieles del Chaco y para establecer la comunicación entre el
Paraguay y el Tucumán, que se pretendía hacer en.1759”, [1759] AGI, MP-Buenos Aires, 62 Bis
IMAGEN N° 8. Mapa (E) Descripción de las provincias del Chaco y confinantes según las
relaciones modernas y noticias adquiridas por diversas entradas de las misiones de la Compañía
de Jesús que se han hecho en este siglo de 1700. (General) Realizado en 1733 por los sacerdotes
jesuítas Giovanni Petroschi y Pedro Lozano, Archivo General de Simancas Signatura MPD, 6, 31.
IMAGEN N° 9. Mapa (El) Descripción de las provincias del Chaco y confinantes según las
relaciones modernas y noticias adquiridas por diversas entradas de las misiones de la Compañía
de Jesús que se han hecho en este siglo de 1700. (General) Realizado en 1733 por los sacerdotes
jesuítas Giovanni Petroschi y Pedro Lozano, Archivo General de Simancas Signatura MPD, 6, 31
(detalle).
IMAGEN N° 10. Mapa (F) Plano del Río de la Plata (1771) de Francisco Becerra y Juan A.
González. El banco inglés domina el centro de la imagen. Copia coloreada existente en el AGI.
IMAGEN N° 11. Mapa (G) Parte del mapa de Falkner, año 1774 en: MARTINEZ SIERRA,
Ramiro, El mapa de las pampas. Mapa XXVI A).
IMAGEN N° 12. Mapa (H) uPlano en que se representa el camino carretero desde el Río Salado
hasta el Fierro, por el Teniente de Fragata de Ia Real Armada D. Miguel Rubín de Celis.
comisionado al reconocimiento de la expresada mina, por el Excmo. Señor D. Juan José de Vertiz.
Virrey Buenos Aires. Año de 17H3." Archivo: Archivo General de Indias. Signatura: MP-
BUENOS^ AIR ES, 155o.
IMAGEN N° 13. Mapa (I) “Mapa esférico (detalle) de las provincias septentrionales del Rio de la
Plata desde Buenos Aires hasta el Paraguay, con los grandes bosques que separan las misiones
españolas de los establecimientos portugueses y los marcos que se pusieron desde la costa del mar
hasta la Laguna Merin, y desde Santa Tecla al Monte Grande o Sierra de Tape; en conformidad al
Tratado Preliminar de 1777 entre España y Portugal: Construido según las observaciones y
reconocimientos hechos hasta 1796: La línea roxa que sigue por los marcos occidentales señala el
limite del dominio de España; y la amarilla por los orientales, el de Portugal; considerándose el
espacio comprehendido entre ambas por terrenos neutrales, y quedó indeterminado el demás tramo
de linea divisoria por las dudas suscitadas en la execución AGI. MP-BUENOS_AIRES,214.

254
IMAGEN N° 14. Mapa (J) Fragmento de la Carta Esférica de la parte interior de la América
Meridional para manifestar el camino que conduce desde Valparaíso a Buenos Aires confeccionada
por José de Espinosa y Felipe Bauzá (1810) (Martínez Sierra, Ramiro: El mapa de las pampas,
Ilustración XXXV).
IMAGEN N° 15. Mapa (K.) "Mapa que demuestra las situaciones de las Estafetas, y Postas de la
parte Sep[ten]trional del río de la Plata, Subalternas de la Administración principal de Correos de
Montevideo: Establecidas por Don Félix de la Roza, siendo Administrador de ella", [1804]
Archivo: AGI. Signatura: MP-BUENOS_AIRES,253
IMAGEN N° 16. Mapa (L) Carta de la Provincia de Buenos Aires, de Doroteo Muñoz (1824)
(Martínez Sierra, R. ob.cit. Ilustración XLVI).
IMAGEN N° 17. Mapa (M). Fragmento de la Carta por donde debía correr la frontera proyectada en
1826 (Martínez Sierra, R, ob. cit. Ilustración XLVIII)
IMAGEN N° 18. Mapa (N) Detalle del Mapa de la Provincia de Buenos Aires confeccionado por
César Hipólito Bacle. Año 1833.
IMAGEN N° 19. Mapa (Ñ) United Provinces of La Plata, Banda Oriental, Chile. John Arrowsmith.
London, 1834 (Sector Centro)
IMAGEN N° 20. Mapa (O) A map o f the Delta o f the River Parana. London, 1862. (Bibliothéque
nationale de France. Source gallica.bnf.fr.)
IMAGEN N° 21. Mapa (P) Caríe des provinces d'Entre-Rios, de Santa-Fe et de la Bande Oriéntale.
Par le Dr. V. Martin de Moussy 1865. (parcial)
IMAGEN N° 22. Mapa (Q) Carta de las Pampas del Sud realizada por el coronel Alvaro Barros
(1872) (Martínez, Sierra, R. ob.cit.)
IMAGEN N° 26 Canoas monóxilas realizadas en madera de timbó existentes en el Museo Naval
Nacional de Tigre. Fotografía: B. Giacosa en: Municipalidad de San Pedro: Las poblaciones al
momento de la llegada europea. Disponible en: http://www.sannicolas.gov.ar).
IMAGEN N° 27. Dibujo de una garandumba (htt:/blogparana.wordpress.com/2012/08/page/10)

255

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