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AUTORES
CONTENIDO
RESUMEN 6
ABSTRACT 8
INTRODUCCIÓN 10
1 GENERALIDADES 12
1.1 Localización 12
1.2 Hidrografía 14
1.3 Población 15
1.4 Atractivos turísticos en el área del volcán Sotará 17
1.4.1 Molino del sabio Francisco José de Caldas 17
1.4.2 Cascada de San Roque 18
1.4.3 Cascada La Alazana 20
1.4.4 El cerro Cierra Puertas y su leyenda 21
1.4.5 El Llano de Sotará 23
1.4.6 Cima del volcán Sotará 24
1.5 Acceso y vías de comunicación 26
1.6 Objetivo 26
1.7 Estudios previos 26
4 METODOLOGÍA DE TRABAJO 69
CONCLUSIONES 138
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 142
ANEXOS 151
RESUMEN
La actividad actual del volcán Sotará, estratovolcán con 4420 msnm, se manifiesta por
una moderada actividad sísmica y la presencia de un campo fumarólico y fuentes
termales. Hasta el momento, no se ha encontrado evidencias contundentes de actividad
eruptiva histórica del volcán, sin embargo y de acuerdo con la información del registro
geológico conocido y sus edades obtenidas hasta ahora, se evidencia que este volcán ha
generado erupciones explosivas importantes en los últimos 3460 años A.P., distribuidas
casi a todo su alrededor, cuyos depósitos alcanzaron distancias hasta de 19 km. Toda
esta actividad explosiva registrada en este intervalo de tiempo, evidencia la
potencialidad de amenaza asociada al volcán Sotará. Por lo tanto, para este volcán se
han enfocado esfuerzos para realizar los estudios de evaluación de amenaza volcánica y
para la elaboración de su respectivo mapa de amenaza volcánica, que será el primero
elaborado para este volcán.
Para la evaluación de la amenaza volcánica del volcán Sotará (ss), se tuvo en cuenta la
actividad registrada durante su desarrollo, principalmente la actividad explosiva más
representativa de los últimos miles de años, correspondiente a la Etapa III (o más
reciente) de su formación, en la que se emplazaron y destruyeron domos entre
aproximadamente 3460 y 1100 años A.P., que produjeron importantes fases explosivas
vulcanianas con generación de CDPs concentradas y diluidas de diferentes magnitudes y
alcances; al final de dicha etapa, también se emplazó un conjunto de domos localizados
entre el cráter y el inicio del anfiteatro que quedó después del colapso del cono volcánico
formado en la Etapa II, los cuales son los que actualmente se encuentran en la cima.
También se analizó la estratigrafía más reciente, con base en las nuevas y más
abundantes dataciones disponibles, lo que llevó a una reorganización de ésta y de la
historia eruptiva inicialmente presentada por Pulgarín et al. (2010), se realizó nuevo
trabajo de campo sobre algunos de los depósitos que se tendrían en cuenta para la
Entre los depósitos volcánicos que fueron analizados como representantes de los
escenarios máximos y más recientes ocurridos en la historia eruptiva del volcán y que
fueron escogidos de acuerdo a la evaluación de la amenaza volcánica del Sotará, se
encuentran domos, CDPs (concentradas y diluidas), lahares, flujos de lava, avalanchas de
escombros y caídas piroclásticas, estas últimas, normalmente presentes en las
erupciones explosivas (entre éstas las vulcanianas, que son las dominantes en el Sotará),
sin embargo, en este volcán el registro de las caídas no se han preservado bien, pero es
necesario tenerlas en cuenta, al igual que las ondas de choque, debido a que
acompañarían a una eventual erupción explosiva. Las características de todos estos
depósitos, chequeados en campo (excepto las caídas), se han tomado como parámetros
de entrada para la simulación computacional del comportamiento de dichos fenómenos
a través de la topografía actual, y sus resultados, junto con el análisis de ellos y de la
información geológica y geomorfológica conocida hasta el momento, son la base para la
construcción del mapa de amenaza volcánica del volcán Sotará (ss), considerando como
centro de emisión la parte somital del cono actual, donde se encuentran emplazados los
domos.
ABSTRACT
Sotará volcanic complex (SVC) is located in the Colombian Central Cordillera in the
borders of Cauca and Huila departments. This complex is formed of several almost
concentric volcanic structures, being identified remnants of an ancestral edifice (Pre-
Sotará) over 2,3 Ma, which mainly generated lava flows, pyroclastic density currents
(PDCs) and, lahars; also on its northern flank, two minor eruptive centers were
developed. This edifice was destroyed reaching a caldera stage, possibly more than 43
500 years B.P. Inside of these remnants the Sotará volcano (sensu stricto - ss), a
stratovolcano with 4420 m.o.s.l., is developed through three stages during the Holocene,
generating lava domes and short-length lava flows, as well lithic PDCs mainly, and two
small debris avalanches. Another minor volcanic structure developed over the southeast
limit of Pre-Sotará caldera. The current volcanic activity of the Sotará manifests by
moderate seismic activity, fumaroles and, hot springs. So far, no strong evidence of
historical eruptive activity has been found. However, and according to the geological
record and ages obtained, it is evident that the volcano has generated significant
explosive eruptions in the last 3460 years B.P., whose deposits have distributed almost
all over, and reached distances of up 19 km. That explosive activity shows the potential
hazard associated to Sotará volcano, and therefore efforts have focused to carry out the
volcanic hazard assessment and its volcanic hazard map, which will be the first one
prepared for this volcano. For the volcanic hazard assessment of Sotará volcano (ss) the
activity recorded during its construction was considered, mainly the most representative
activity of the last thousands of years, corresponding to the Epoch III (most recent one),
when lava domes emplaced and destroyed between 3460 and 1100 years B.P., through
several important vulcanian explosive phases. This activity generated concentrated and
diluted PDCs of various magnitudes and lengths. At the end of this epoch, a set of lava
domes emplaced between the crater and the amphitheater left after the cone formed
during Epoch II collapsed; these lava domes remain at the top of the volcano to these
days. An analysis based on both new geochronological data and geomorphology led
reorganizing the most recent stratigraphy as well as the eruptive history of the volcano
initially presented by Pulgarín et al. (2010). New fieldwork was carried out on some dated
deposits considered for the hazards assessment, along with the analysis of the current
morphology and its possible impact on the paths of the eventual volcanic emplacements.
Volcanic deposits selected from the eruptive volcanic history as representatives for
recent and maximum scenarios for the hazards assessment, include lava domes, PDCs
(concentrated and diluted), lahars, lava flows, debris avalanches and, pyroclastic falls.
Although the latter are frequently present in explosive eruptions (like vulcanian
eruptions as those predominant in Sotará volcano) its record has not been well preserved
in this volcano, nevertheless pyroclastic falls were also taken into account as well as
shock waves for the hazards assessment since they usually would accompany an
eventual explosive eruption. Information about the characteristics the deposits found at
field are of importance and some of them were used as input parameters for
computational simulations of these phenomena behavior through the current
topography. The results obtained along with the geological and geomorphological
information available, are the basis for both the simulation of volcanic events and the
construction of volcanic hazard map for the Sotará volcano (ss).
INTRODUCCIÓN
En términos generales, se puede definir amenaza como un hecho o condición que puede
producir daño a las personas, equipos o estructuras, afectando su salud, su condición, o
su funcionamiento (Larson, 1990). En la temática específica de desastres, amenaza es la
probabilidad que, en un área y un período de tiempo específico, un evento
desencadenado por un fenómeno natural, o la actividad humana produzca un impacto
negativo en los bienes físicos, económicos o culturales y/o afectar la sociedad, el
ambiente o las instituciones. Las amenazas constituyen peligros latentes y futuros, y se
caracterizan con base en su ubicación, magnitud, frecuencia o probabilidad (Wanczura
et al., 2011).
En el mundo hay relativamente pocos volcanes cuyo registro histórico es adecuado para
la evaluación de amenazas volcánicas, y en la mayoría de ellos debe ser necesario
complementar el registro histórico examinando los productos de erupciones
prehistóricas, pero su registro debe ser usado casi exclusivamente en volcanes que han
tenido pocas o ninguna erupción en el tiempo histórico (Crandell et al., 1984a). Una vez
encontrados y correlacionados todos los depósitos de los productos generados por la
actividad del volcán, en principio, se conocería cómo ellos han registrado la historia
eruptiva de este volcán y su comportamiento.
Por lo tanto, de acuerdo con los autores citados, hay tres etapas principales en este tipo
de estudios: i) establecer la secuencia de capas o depósitos; ii) determinar la génesis de
los depósitos para reconstruir los eventos eruptivos que los originaron; iii) datación de
los depósitos para establecer la secuencia cronológica de los eventos eruptivos. Sin
embargo, después de estos aspectos mencionados por estos autores, se deberá realizar
un análisis de toda esa información para llevar a cabo la evaluación de la amenaza que
representa ese volcán en su entorno y posteriormente realizar simulaciones
computacionales sobre los diferentes eventos volcánicos escogidos en esa evaluación y
posteriormente, mediante su análisis, realizar la elaboración del respectivo mapa de
amenaza volcánica.
Con base en los anteriores postulados, del volcán Sotará hasta ahora, no se conocen, con
claridad, registros escritos o narraciones contundentes de actividad eruptiva histórica,
que son la fuente primaria de información fundamental para los estudios de amenaza
volcánica (Crandell et al., 1984a); por lo tanto, se consideró entonces, para realizar la
evaluación de su amenaza volcánica, la actividad representada en el desarrollo del volcán
Sotará (ss) (o Sotará actual, formado adentro de la caldera del volcán Pre-Sotará)
conocida a partir del estudio geológico, estratigráfico y evolutivo de éste, realizado por
Pulgarín et al. (2010), además de nuevo trabajo geológico de campo, con el apoyo de un
mayor número de dataciones por 14C, y de otras por Ar-Ar, lo cual permitió reorganizar
la estratigrafía más reciente y complementar la historia eruptiva del volcán inicialmente
presentada por los autores citados.
1 GENERALIDADES
El volcán Sotará hace parte del Complejo Volcánico Sotará (CVS) definido por Pulgarín et
al. (2010), como el edificio más joven del complejo y construido sobre las ruinas de otro
anterior, de mayor tamaño. Se ha considerado un volcán activo por varias evidencias:
manifestaciones superficiales de actividad, como fuentes de aguas termales y fumarolas,
registro de actividad sísmica y por presentar evidencias de actividad eruptiva en los
últimos 10 000 años (Holoceno), registrada en los depósitos piroclásticos generados en
erupciones que han sido datadas principalmente de la segunda mitad de este intervalo
de tiempo por 14C.
1.1 Localización
Alrededor del volcán Sotará existen al menos cuatro estructuras volcánicas adicionales
(figuras 2 y 3), de sur a norte, respecto al volcán Sotará, las cuales se localizan de la
siguiente manera: volcán Sucubún (2°01’N; 76°34’W; 4100 m.s.n.m.; a 10 km al sur),
volcán Cerro Gordo (2°05’N; 76°34’W; 3925 msnm; a 3,5 km al sureste), volcán Cerro
Negro (2°08’N; 76°36’W; 3760 m.s.n.m.; a 4,4 km al noroeste) y volcán Cerro Azafatudo
(2°09’N; 76°35’W; 3420 msnm; a 6 km al norte). Las localizaciones de estos edificios
volcánicos se pueden visualizar en las planchas topográficas escala 1:100 000 (363,
364,365, 386, 387 y 388 del IGAC - Instituto Geográfico Agustín Codazzi), con origen de
coordenadas Oeste.
1.2 Hidrografía
La red hidrográfica del área, está conformada por las amplias cuencas de los ríos Quilcacé
al nor-noreste, Guachicono al oeste-suroeste y Majuas al sureste. Específicamente, el río
Quilcacé nace en el volcán Sotará y desemboca luego de un recorrido de 76 km en el río
Patía; en este tramo recoge varios afluentes, entre ellos la quebrada Flautas, cerca de la
población de Chapa (Municipio de Sotará), que a su vez nace en el flanco nor-noroeste
del volcán y recorre cerca de 12 km hasta su desembocadura. El río Guachicono nace
entre los volcanes Sotará y Sucubún, desemboca igualmente en el río Patía, después de
recorrer 100 km desde su origen y capturar, entre otros, el río Blanco, que nace en el
flanco oeste del Sotará. Este último recorre unos 11 km hasta su desembocadura y se
une a su vez, con las aguas del río Negro, que nace así mismo en el flanco oeste del volcán
Sotará. El río Majuas nace en el flanco sur del Sotará y recorre aproximadamente 30 km
hasta desembocar en el río Magdalena. A lo largo de los recorridos de estos ríos,
numerosas corrientes de diferentes tamaños, que nacen cerca al volcán Sotará o fuera
de éste, son involucradas como sus afluentes, densificando la red de drenajes (figura 2).
1.3 Población
Poblaciones caucanas como Río Blanco, Guachicono Frío, Las Vegas, Coconuco, Paletará,
Puracé, Poblazón y Valencia, entre otras, albergan en su mayoría personas de diversas
etnias indígenas como los pueblos Yanacona, Coconuco y Nasa (estos últimos reubicados
luego de la ocurrencia del sismo de Páez de 1994). Además, se encuentran ciudades de
tamaño considerable, aunque más lejanas como Popayán, la capital del Departamento
del Cauca, y poblaciones campesinas como San Agustín e Isnos en el Departamento del
Huila. De aquí que el número aproximado de habitantes que viven en áreas de posible
influencia del volcán Sotará, teniendo en cuenta población total, estaría alrededor de
unas 642 700 personas (DANE, 2018).
Varios son los sitios de interés turístico del Complejo Volcánico Sotará, principalmente
en el municipio de Sotará, algunos de ellos, que se describen más adelante, son el Molino
del sabio Caldas, las cascadas de San Roque y La Alazana, el cerro Cierra Puertas, el Llano
de Sotará, la cima del cono del volcán Sotará y algunas pequeñas lagunas. Existen
muchos otros atractivos turísticos o geopaisajísticos como La Truchera, sobre el puente
del río Quilcacé, antes de llegar a Chapa, donde se disfruta de la pesca deportiva o de la
compra de este pescado fresco. Algunas de las poblaciones ubicadas cerca al volcán
Sotará son también de interés turístico por la presencia de etnias indígenas y sus
expresiones artesanales, musicales o culinarias, o por su rica producción agrícola, como
son Paletará (Municipio de Puracé), Paispamba y Rioblanco (Municipio de Sotará) y
Guachicono Frío (municipio de La Vega), entre otras.
Además, hacia la cima volcánica, en la base noroeste del cono del Sotará se encuentran
las aguas termales que, por sus agradables temperaturas, son aprovechadas por los
turistas. Por otra parte, hacia su flanco norte, en uno de los afluentes en los nacimientos
del río Quilcacé, se encuentra la cascada de San Roque (en la vereda del mismo nombre,
en el municipio de Sotará), y la Cascada La Alazana, hacia el oeste, antes de llegar a la
población de Río Blanco, estas dos caídas de agua naturales son sitios emblemáticos
culturales de la región y se organizan peregrinaciones o romerías hacia ellas.
Esta es una obra arquitectónica de estilo colonial, ubicada en la vereda El Molino, cerca
de Paispamba. En la primera mitad del siglo XX funcionó movido por la fuerza de las
aguas canalizadas desde el río cercano, y los campesinos llevaban el trigo cosechado para
molerlo, sacar harina para la venta y el consumo de sus familias. Infortunadamente,
debido al bajo precio de este producto en el país, su producción dejó de ser rentable y
fue abandonado. Los pobladores de la zona comentan que en esta edificación vivió el
sabio Francisco José de Caldas y tuvo allí su observatorio astronómico, por esta razón
lleva el nombre en su honor y en la historia aparece que Francisco José de Caldas y
Francisco Antonio de Ulloa fueron capturados en esta área en el año 1816
(http://fundacionproess.blogspot.com/2008/02/aspectos-generales-del-municipio-de.html).
Es una cascada natural de unos 40 m de altura (figura 5), formada por una de las
corrientes de las cabeceras del río Quilcacé, que nace en el flanco norte del volcán
Sotará. Está localizada aguas arriba del río en la vereda San Roque, cerca de las
poblaciones de Chapa (comunidad campesina) y Las Vegas (comunidad indígena
Yanacona).
Esta cascada llamada anteriormente “Cascada de Cerro Negro” (nombre de uno de los
pequeños volcanes del Complejo Volcánico Sotará, en el sector norte), fue nombrada
“Cascada de San Roque”, después de que el sacerdote Tomás Majín hiciera colocar sobre
una roca cercana al lugar, una pequeña imagen del santo San Roque (de unos 30 cm de
alto), cuya fiesta se celebra el 16 de agosto.
Esta festividad se celebró por primera vez en el año 1989, el día 6 de agosto y consistió
en una peregrinación desde Paispamba y otras veredas, hasta el lugar para la celebración
anual de la misa, frente a la imagen del santo, en la base del Cerro Negro.
Existen numerosas cascadas en los alrededores del volcán Sotará. Una de las más
espectaculares por su gran caída cercana a los 150 m, es la llamada La Alazana (figura 7).
Puede observarse en el recorrido por la carretera entre las poblaciones de La Sierra y
Rioblanco (Cauca), al oeste del volcán. Sus aguas atraviesan esta carretera y continúan
cayendo por lo menos otro tanto, hasta desembocar en la vertiente derecha del río
Guachicono.
Este cerro, frente del depósito de un flujo de lava del antiguo edificio volcánico del Sotará
(Pre-Sotará) (Pulgarín et al., 2010), está localizado al sur-sureste del corregimiento de
Chapa, y más cerca aún de la vereda El Diviso (figura 8). Hacia su cima se puede ascender
desde esta vereda, para tener una panorámica espectacular de los alrededores,
incluyendo los valles del río Quilcacé y quebrada Flautas, así como de la cima del volcán
en días despejados.
Decían los mayores que una vez viajaba un hombre desde la población de Rioblanco,
(Sotará, Cauca), hacia la ciudad de Popayán. El camino en ese tiempo, era pasando por
los siguientes sitios: el Molino de Rioblanco, las Minas, La Cuchilla, Turupamba, El
Arbolito (en el páramo), El Romeral, La Quebrada de Flautas, Chapa, El Molino en el río
Quilcacé, El Llano de Sotará, Pueblo Viejo, Paispamba, El Molino (del sabio Caldas), Las
Estrellas, Chiribío, Los Dos Brazos y Popayán, se viajaba a caballo y también a pie.
Entonces cuando el viajero iba a Turupamba, vio que del cementerio en Rioblanco, salía
un grupo de gente junto o detrás de una chacana, que al parecer llevaba un cadáver
cubierto con tela de color blanco. Continuó observando a esta distancia
(aproximadamente 7 km en línea recta), y vio que ese grupo de gente con el cadáver se
dirigió hacia el río Blanco, cosa que le pareció extraño. Siguió su camino y cuando iba
llegando al páramo en el Arbolito, vio que esta gente y su chacana iban en Turupamba,
lo que era sorprendente y le produjo miedo o nerviosismo; echó a correr lo más que
podía, ya hacia abajo cuando iba al otro lado de la quebrada de Flautas, vio que tal
fenómeno iba muy cerca de él, o sea, al otro lado de la quebrada de Flautas donde se
sentía alcanzado y más nervioso, cuando más abajo, cerca de Chapa donde está el cerro
Cierra Puertas, escuchaba el murmullo de la gente, sin entender nada y que al llegar a la
base de una peña, parecía que llegaban a un gran portón, que una vez se internaron,
como dentro del cerro, se escuchó el chirrido del cierre del portón. Hasta allí la historia
y el susto de aquel viajero, originándose así, el nombre de este cerro.
(http://fundacionproess.blogspot.com/2008/02/aspectos-generales-del-municipio-de.html).
Entre los ríos Quilcacé y Molino, pasando por la carretera Paispamba-Chapa, llegando a
este último corregimiento, se encuentra el sector llamado el “Llano de Sotará”, planicie
alargada de cerca de 2 km de longitud (figura 9). Es un sitio reconocido porque allí
tuvieron lugar algunas batallas durante la Guerra de los Mil Días (Administración
municipal de Sotará, 2012-2015). Además, su travesía, por senderos y caminos, entre
Chapa y Rosas (Cauca) se ha convertido en atractivo para los amantes de la caminata y
el ciclomontañismo, por la variedad del paisaje, ya que de estar arriba disfrutando del
paisaje en la planicie se pasa luego a la incursión en el cañón profundo del río Quilcacé
(si va de Chapa a Rosas) o viceversa (si el recorrido es de Rosas a Chapa).
Desde el punto de vista vulcanológico es una gran planicie alargada, con varias decenas
de metros de espesor, formada por rellenos de flujos de materiales volcánicos
provenientes del volcán Sotará. Esta planicie, se encuentra tallada y profundizada
lateralmente por los dos ríos mencionados.
Para los caminantes y montañistas, el ascenso a la cima del volcán Sotará se puede
realizar desde varios sitios: desde el norte, partiendo del corregimiento de Chapa
(municipio de Sotará); desde la población de Rioblanco (Municipio de Sotará) al oeste, o
bien puede emprenderse el acenso desde la población de Paletará (municipio de Puracé),
al este.
Siempre será más conveniente y seguro iniciar estos recorridos con guías conocedores
de dichas regiones y de los caminos de más seguros y utilizados. De estos últimos, se
considera el ingreso por Chapa el más conveniente, porque el ascenso toma menos
tiempo y es un camino más despejado. Sin embargo, si se quiere subir hasta la cima
misma, se debe saber que hay que amanecer en la base del cono antes de proseguir a la
parte alta, donde se encuentran los domos de lava (figura 10). En todos los accesos, a
medida que se asciende, se podrán tener excelentes vistas panorámicas.
Siguiendo la ruta de ascenso por Chapa y rodeando la base del cono, hacia el oeste, se
encuentran las fuentes termales asociadas a este volcán, de temperaturas agradables,
localizadas en los nacimientos del río Blanco. Así mismo, continuando por la base del
cono, hasta el flanco sur y subiendo por uno de los nacimientos del río Majuas, el que
limita la margen este del domo colada que se encuentra en este sector de volcán, se llega
al campo fumarólico del Sotará.
Tanto en las fuentes termales como en las fumarolas, se debe tener extrema precaución
al caminar sobre ellos, por el riesgo de hundirse en el barro y por la exposición a los gases
peligrosos emanados y sus altas temperaturas.
El acceso al volcán Sotará se puede realizar desde Popayán, por la carretera Popayán-
Paispamba-Chapa (al norte del volcán) y de allí por caminos o a caballo hasta la base del
cono del volcán. Otro acceso puede realizarse por el flanco oeste, por la carretera
Popayán-La Sierra-población de Rioblanco (Cauca), y de allí, a pie o en caballo, por
caminos hasta la base oeste del volcán. Otra posibilidad es por la carretera Popayán-
Coconuco-Paletará (Cauca), esta última población localizada hacia el noreste del volcán,
continuando desde ésta, a pie (o parcialmente en caballos) por caminos y trochas hasta
la base noreste del cono volcánico.
Para tomar todos estos accesos hacia la base del cono volcánico del Sotará, se
recomienda ir acompañado de personas locales, que conozcan los accesos ya que todos
estos recorridos son largos y, según sea la experiencia y agilidad de los excursionistas, la
jornada de ascenso hasta la base, puede tardarse hasta todo el día. Para el acceso desde
las ciudades de La Plata y Neiva, en el Departamento del Huila, o desde Pasto (Nariño) y
Cali (Valle del Cauca), se deberá llegar directamente hasta Popayán o algunas de las
poblaciones antes mencionadas, siguiendo alguna de las alternativas de acceso ya
descritas.
1.6 Objetivo
- Stübel (1906) distinguió un edificio antiguo que se destruyó y el volcán que hoy existe;
menciona que están compuestos principalmente de andesitas porfiríticas con piroxeno
y un poco de cuarzo, diabasas porfiríticas, además de andesitas anfibólicas. Describió
que en el profundo lecho socavado por el río Quilcacé, se ve una diversidad de rocas
volcánicas: andesitas anfibólicas, andesitas de biotita y anfíbol, andesitas de piroxeno y
anfíbol, andesitas de piroxeno, dacitas pumíticas y dacitas obsidiánicas. Destaca lo bello
del paisaje con los empedrados de dacitas de piedra pómez y obsidiana por las laderas
del lado izquierdo el río Quilcacé, alrededor de la Hacienda Sotará, en la quebrada
Flautas.
- Una misión del Gobierno japonés (Minakami et al., 1969), solicitada por el Gobierno
colombiano para realizar estudios sismométricos en el volcán Sotará, con el fin de tratar
de predecir erupciones volcánicas, realizó estudios enfocados en muestreos sísmicos y
de aguas de corrientes del volcán Sotará en 1966. Para ello establecieron dos sitios de
estaciones para los muestreos sismométricos: uno en Popayán y el otro en Paispamba;
para las mediciones de temperaturas en las aguas y el aire, tomaron mediciones desde
Paispamba hasta la cima del volcán. Luego de sus mediciones y observaciones durante
menos de un mes (entre enero y febrero de 1966), concluyeron que posiblemente
asociados al volcán se registraron muy pocos sismos (menos de seis) y sus magnitudes
fueron tan pequeñas, que solo fueron registrados por los sismómetros de alta
sensibilidad, por lo que juzgaron, que en ese período el volcán no estuvo sísmicamente
activo, sino en estado normal. De igual manera, desde el punto de vista de análisis de
temperaturas de las aguas que midieron y de la temperatura del aire y del suelo en la
zona, no observaron un estado anormal en el volcán, que indicara una preocupación para
la población y recomendaron establecer una red de monitoreo permanente, no solo para
el Sotará, sino también para el Puracé, al no le registraron actividad sísmica en el tiempo
de su estadía en la zona.
- Acevedo y Cepeda (1982), realizan un estudio preliminar del volcán Sotará, con trabajo
de campo, en donde identifican también varios estadios o etapas de su desarrollo y
describen dos calderas y un cráter como características morfológicas notorias.
- Méndez (1989) en su catálogo de los Volcanes Activos de Colombia, hace alusión a los
diferentes tipos de depósitos del volcán Sotará: avalancha de escombros, flujos de lava,
flujos piroclásticos y lahares.
- Torres et al. (1999) realizan un trabajo geológico acerca de la fuente de las ignimbritas
de los departamentos de Cauca y Huila, y sugieren que el volcán Sotará es producto del
vulcanismo resurgente externo, asociado a la Caldera de Paletará.
- Pulgarín et al. (2010) recogen en su trabajo los estudios geológicos anteriores en el área
de estudio, realizan la identificación y caracterización de los depósitos, estructuras
volcánicas e historia eruptiva y evolutiva del que denominan Complejo Volcánico Sotará
(CVS), en el que incluyen un volcán ancestral (Pre-Sotará) y el volcán actual (Sotará),
además de otras estructuras volcánicas menores asociadas o a su alrededor, como son
los volcanes Cerro Negro, Cerro Azafatudo, Cerro Gordo y además describen otro estrato
volcán llamado volcán Sucubún, ubicado unos 10 km al sur del Sotará. Este último
trabajo, junto con nueva información de campo e interpretación geológica y
geocronológica, ha sido la base para realizar la evaluación de la amenaza volcánica que
aquí se presenta, aclarando que la amenaza se enfoca únicamente al volcán Sotará (ss),
sin considerar los demás centros eruptivos de este complejo volcánico.
Durante el primer semestre de 1893 estuvo circulando una noticia sobre una supuesta
erupción del volcán Sotará en ese año, en la que además se produjo un terremoto que
ocasionó el desprendimiento de una montaña llamada Cruz Loma (o Loma de La cruz),
en un sector de la vereda Pueblo Quemado, sobre el valle del río Guachicono, sin
embargo, no se presentó la ubicación del sector en un mapa. Esta noticia fue publicada
en fechas diferentes, en varios medios escritos de comunicación (principalmente diarios)
de diferentes países, sin embargo, algunas de ellas parecen contener algo de información
que no fue correctamente interpretada o quizás distorsionada de los hechos pudieron
haber ocurrido, esto, debido tanto al estilo de la transcripción de los escritores y
periodistas de entonces, como posiblemente a las pocas facilidades de comunicación que
existían en esa época mientras la información pasaba de mano en mano, como se verá
más adelante.
2.1 Erupción del volcán Sotará (¿) y deslizamiento en 1893: The New York Times
Dos noticias publicadas en inglés por el diario The New York Times (figura 11), una el 25
de marzo de 1893 y la otra a los 19 días de la anterior, es decir, el 13 de abril del mismo
año, las cuales contienen, en general, la misma información.
- De la noticia con fecha 25 de marzo de 1893 en The New York Times (figura 11A) se
presenta una traducción a continuación:
- De la noticia del 13 de abril de 1893 en The New York Times (figura 11B), se presenta
también la traducción correspondiente:
PANAMÁ, Abril 5.- La Unidad Nacional de Popayán, Cauca, da los siguientes detalles del
hundimiento de una cresta de una montaña llamada Cerro de Cruz Loma, cerca de Pueblo
Quemado, a una y media millas del pueblo de Río Blanco, y así describe el fenómeno
geológico:
Por unos días antes fueron escuchados sonidos subterráneos prolongados -una especie
de rugido ronco y retumbante- indicando que algo serio estaba cerca de ocurrir. Y
finalmente la parte superior de la colina se derrumbó de repente, la enorme cantidad de
tierra desciende y obstruye el curso de los ríos Guachicono y Molino. Se teme que el
desbordamiento ocasionará una inundación extensiva o que al romperse la presa de
tierra se destruirán aldeas enteras y propiedades valiosas.
Como un resultado inmediato de esta ocurrencia, doce personas murieron junto con un
gran número de caballos y de ganado. Parece solo natural atribuir este fenómeno a la
erupción del volcán Sotará, el cual por algún tiempo ha sido observado cubierto como
de nieve, vapor y nubes.
El Gobierno Departamental, precisamente alarmado por esta ocurrencia ha nombrado
una comisión de ingenieros conformada por los Señores Rafael González y Augusto
Aragón, para hacer un estudio científico del caso y rendir un reporte en cuanto al Cauca.
Mientras tanto, los prisioneros han estado trabajando quitando la tierra y haciendo
tantas reparaciones a las propiedades dañadas como sea posible. (Archivo Histórico The
New York Times).
Con respecto a las dos noticias anteriores publicadas por el diario The New York Times,
parecen haber sido las primeras publicaciones del suceso a nivel Internacional. Son
emitidas desde Panamá por éste diario, pero la información primaria debió emitirse
inicialmente desde Colombia en días anteriores a la fecha de la primera publicación
(marzo 25 de 1893) y seguramente, como se menciona en la segunda noticia, tenían
como fuente el periódico “La Unidad Nacional de Popayán”. Sin embargo, de acuerdo
con indagaciones en archivos históricos, realizadas por los autores del presenta trabajo,
este periódico circuló en Bogotá sólo en 1893, pero hasta el momento no ha sido posible
encontrar un ejemplar en formato impreso o digital, en dichos archivos.
Los fenómenos descritos como “humo a gran altura”, así como el “retumbar de la tierra”
son fenómenos que también pueden generarse por el gran desprendimiento de una
ladera, causado quizás por un sismo, puesto que describen que “desde hacía varios días
se escuchaban sonidos subterráneos…”, o simplemente, debido a que la montaña se
agrietaba lentamente generando sonidos, hasta debilitarse completamente y se deslizó
o se hundió, como fue mencionado en ambos artículos.
Una explicación al fenómeno descrito, podría tener relación con actividad tectónica en
el área. Para ello se hizo una búsqueda del posible sitio de origen del evento, con
imágenes Google Earth, y se obtuvo una posible localización, de acuerdo con la
morfología y cercanía a Pueblo Quemado, a menos de 1 km al suroeste de este poblado
y a unos 10 km al suroeste de la cima del volcán Sotará y de Rioblanco y Guachicono Frio,
se localiza a unos 3,7 km al sur-sureste y 2,6 km al noreste, respectivamente (figura 12).
Figura 12. Posible localización del sector donde ocurrió el evento de hundimiento
del cerro Cruz Loma (año 1893)
El sitio se muestra en el óvalo amarillo y está localizado al suroeste de Pueblo Quemado (Rioblanco). Las
fallas geológicas regionales, están ajustadas de la Plancha Geológica 364 -Timbío
Fuente: base, Google Earth (www.Google-Earth.com). Interpretación del contenido: autores
Siguiendo con este análisis e interpretación, existe la posibilidad de que las enormes
polvaredas que pudieron levantarse y elevado durante un hundimiento de la montaña,
quienes lo hayan presenciado, las hayan descrito y asociado a columnas de erupción
volcánica (además por su cercanía al volcán), cuando quizás no ocurrieron. Permanece
sin embargo la incógnita de las llamaradas descritas, que pudieron haber sido
exageraciones de las polvaredas levantadas.
Figura 13. Decreto mediante el cual se nombra la comisión de ingenieros (año 1893)
El Gobernador del Departamento Nacional del Cauca, Sr. Primitivo Crespo nombra a Rafael González
Concha y Augusto Aragón para que visiten y el evalúen el hundimiento ocurrido en el sector de Cruz
Loma, según Decreto Número 47 de 1893, del 25 de febrero del mismo año
Fuente: archivo histórico de la Gobernación del Cauca
De otro lado, el volcán Sotará se observa desde la cuidad de Popayán en días despejados,
si el fenómeno se tratara de una columna eruptiva, habría sido avistada desde la ciudad
y mencionada en el decreto de atención de la emergencia, redactado el 25 de febrero
de 1893, tres días depués de ocurrido el fenómeno.
2.2 Las réplicas noticiosas del evento del volcán Sotará en 1893 en otros diarios
internacionales del Ecuador, México, Canadá y Estados Unidos
Durante el año de 1893 hubo otras cuatro publicaciones internacionales de esta misma
noticia (Figuras 14, 15, 16).
Figura 14. Noticias del evento natural en el sector de Cruz Loma (Sotará)
publicadas por los diarios de Ecuador y México
Los Andes de Guayaquil, del 13 de mayo de 1893 (izquierda), con fecha de emisión de la noticia el 23 de
marzo y El Tiempo de Ciudad de México, del 13 de junio de 1893 (derecha), con fecha de emisión
también del 23 de marzo de 1893. Ambos textos iguales
Fuente: archivos digitales de la Biblioteca Nacional de Quito
que en realidad circuló en ese año, pero en la ciudad de Bogotá), fuente original de la
información. Sin embargo, estas réplicas noticiosas, fueron publicadas con fechas
posteriores a aquellas del diario estadounidense, incluso algunos meses después.
Las notas en los periódicos Los Andes de Ecuador y El Tiempo de México (figura 14),
tienen exactamente la misma redacción y el mismo contenido; la redacción es igual a la
nota publicada por el diario The New York Times del 13 de abril de 1893 (figura 11B). El
diario Los Andes la publica en español el 13 de mayo, pero con fecha de emisión el 23 de
marzo de ese mismo año (figura 14), es decir, un mes después de la segunda nota del
The New York Times. De otro lado, el diario mexicano El Tiempo reprodujo la misma nota
(con igual redacción e información), el 13 de junio de 1893 (un mes después que lo hace
Los Andes), con párrafos copiados textualmente de este último diario. Esto indica que
las noticias de aquellas épocas eran “recicladas y reproducidas” en ocasiones como fiel
copia conteniendo la misma información, pero con fechas diferentes, ocasionando
confusión en los tiempos en los que debieron haber ocurrido los hechos. De otro lado, la
fuente de información que citan estos dos diarios es el periódico La Unión Nacional
(nombre parecido a La Unidad Nacional, que fue citado por The New York Times), el cual,
según resultados de búsqueda en archivos históricos digitales, circuló en Popayán en
1893 y luego en Honda (Tolima) en 1894, pero tampoco se han encontrado hasta ahora
ejemplares de esta edición en archivos históricos digitales o análogos.
les environs du volcan, qui vomissait depuis quelque temps la flamme avec une vio'ence
extraordinaire, jusqu'aux nues, quand le sol s'affaissa soudainement, engloutissant dans
cette affaissement toute la rangée de hauteurs de Cruz Loma et le pays environnant.
Le Sotara, où ce désastre est arrivé, a une altitude de 17,034 pieds au-dessus du niveau
de la mer. Depuis longtemps, on croyait ce volcan éteint, vu que dans les environs la lave
s'était couverte de verdure et de son cratère il ne s'échappait que de faibles vapeurs
sulfureuses.
Les habitants des environs n'appréhendaient plus rien de ce gouffre enflammé quand
la catastrophe est venue leur démontrer, une fois de plus, que les volcans éteints
reprennent souvent leur activité et sont alors les plus violents et les plus dangereux. Ces
éruptions de volcans éteints sont invariablement accompagnées de tremblements de
terre et d'effondrements, provenant du vide causé par la sortie des gaz et de la lave que
vomit le cratère. Tout de même, l'effondrement de toute une chaîne de montagnes aussi
considérable que celle de Cruz Loma est un phénomène dont il y a peu d'exemples.
La population qui vient d'être frappée par ce malheur habite un pays où il y a plusieurs
autres volcans et elle est pour ainsi dire habituée aux éruptions volcaniques. En sus du
Sotara, il y a dans cette région le Pasto et le Chiles, qui sont aussi d'une grande force.
Près de Popayan, capitale du département de Cauca, il y a le Puracé et le Huila, le pic le
plus élevé des Cordellières; un peu plus bas, il y a l'Azutral et le Chiriqui, que l'on
considère éteint.
La région dévastée par l'éruption du Sotara est sillonnée par un grand nombre de rivières,
tributaires de la Cauca, qui coule du sud au nord sur une distance de 600 milles et se jette
dans la Magdalena un peu plus bas que Pinillos. Dans la partie supérieure de son cours,
la Cauca traverse une región volcanique et son eau est teilement impreignée de vitriol et
d'autres acides provenant des laves volcaniques, qu'aucuns poissons ne peuvent y vivre.
Ceseaux acidulées viennent en bonne partie de la branche partant de la source de cette
grande artère et que l'on appelle la rivière du Vinaigre, à cause de l'amertume de son
eau. Elle origine dans le Puracé, un volcan sujet à de fréquentes éruptions.
La castastrophe du Sotara a plongé dans la ruine une des parties les plus populeuses et
les plus riches de la Colombie. Ceux des habitants qui ont échappé aux flammes du volcan
ou aux torrents de l'inondation ont perdu propriétés, qui ont été engouffrées dans cette
immense abîme, occupant des centaines de milles d'étendue. (L’Avenir).
Figura 15. Noticia del evento natural ocurrido en Cruz Loma, cerca al volcán Sotará
publicada en Canadá
Journal L´Avenir, del sábado 27 de mayo de 1893, página 2, columnas 4 y 5 (Québec)
Fuente: archivos históricos
Esta es otra noticia internacional del evento ocurrido en Cruz Loma (Sotará), publicada
por el Journal L´Avenir (1893), el sábado 27 de mayo de 1893, en Quebec (Canadá). Tiene
una redacción un poco diferente y más amplia que las demás, con alguna información
similar, complementada con datos geográficos de la zona y de otros volcanes, no sólo
del sector afectado sino de otras regiones del Cauca y Nariño. De manera similar a
algunas de las noticias anteriores, menciona una erupción volcánica, y un terremoto que
hizo hundir el cerro de La Cruz Loma y el desastre que causó.
El texto parece tener varias contradicciones cuando menciona:
El Sotará, uno de los volcanes más importantes de esta región, había estado en erupción
durante algún tiempo con más fuerza que nunca; un ruido sordo, como el de un trueno,
se escuchó en las proximidades del volcán, que durante algún tiempo había estado
vomitando llamas con extraordinaria violencia, hacia las nubes. (L’Avenir).
Figura 16. Reseña sobre el evento natural ocurrido cerca del volcán Sotará,
publicada en The cyclopedic review of current history
En la sección de América Central, bajo el título de “Colombia” (publicación norteamericana)
Fuente: Johnson (1893) - archivos digitales
Allí también se hace alusión a la hambruna que azotó la región debido al fracaso de los
cultivos. La noticia debió aparecer publicada en los periódicos ya mencionados, en fechas
posteriores a aquella en la que realmente ocurrieron los eventos, mientras que este libro
era editado, durante el resto del año y posiblemente la información haya sido tomada
de alguno de los periódicos.
- Traducción al español de la nota en el libro The cyclopedic review of current history bajo
el título “Colombia” (figura 16):
HISTORIA RECIENTE
Una terrible hambruna ha azotado por meses el valle del Cauca debida al fracaso de los
cultivos. Un terremoto debido a una erupción del volcán Sotará el 24 de marzo [de 1893],
causó la muerte de al menos 12 personas y la destrucción de mucho ganado, y se ha
sumado a la angustia de la hambruna. El Sotará, el cual está a 228 millas de Bogotá, es
uno de los volcanes más altos en Los Andes del norte. (The Cyclopedic review of current
history).
Esta reseña es básicamente una síntesis de las noticias ya mencionadas sobre el mismo
fenómeno de Cruz Loma. Sin embargo, fecha la ocurrencia del evento el 24 de marzo de
1893. Coincidentemente, esta es la misma fecha que aparece en The New York Times en
su nota emitida desde Panamá (figura 11B). Siendo ambas publicaciones
norteamericanas, esto podría indicar que la información fue copiada y transcrita de esta
fuente.
About 1,5 miles from the town of Rio Blanco, state of Cauca, Colombia, a remarkable
geological phenomenon has recently created great excitement. A mountain ridge, called
Cerror de Cruz Loma, suddenly cast a large part of its upper levels into neighboring rivers,
carrying death and destruction in its wake.
For some days before prolonged subterranean sounds - a sort of hoarse rumbling and
roaring - were heard, indicating that something serious was about to occur, and on the
date mentioned the upper part of the hill suddenly caved in, the enormous quantity of
earth descending to and obstructing the course of the rivers Guachicono, Molino and
others. It is feared that the overflow of the rivers will occasion an extensive inundation,
or that, breaking away the earth dam, whole villages and valuable properties will be
destroyed. As an immediate result of this occurrence 12 persons were killed, besides a
large number of horses and cattle. It seems only natural to attribute this phenomenon
to the eruption of the Sotara volcano, which for some time has been observed to be
covered with snow-like vapor and clouds. The departmental government, justly alarmed
by this occurrence, has appointed a commission of engineers to investigate the matter.
(The DeKalb Chronicle).
LA MONTAÑA PARIÓ
Y trajo muerte y desolación a un estado de Colombia.
Alrededor de una y media millas del pueblo de Río Blanco, Estado del Cauca, Colombia,
un fenómeno geológico notable ha creado recientemente una gran agitación. Una cresta
de la montaña, llamada Cerro Cruz Loma, de repente arrojó una gran parte de sus niveles
superiores a los ríos vecinos, llevando consigo muerte y destrucción a su paso.
Durante algunos días antes, fueron escuchados sonidos subterráneos prolongados –una
especie de bramidos roncos y estruendosos-, que indicaban que algo serio estaba por
ocurrir, y en la fecha mencionada la parte alta de la montaña súbitamente colapso, la
enorme cantidad de tierra descendió y obstruyó el curso de los ríos Guachicono, Molino
y otros. Se teme que el desbordamiento de los ríos ocasione una extensa inundación, o
que, con el rompimiento de la presa de tierra, poblaciones completas y valiosas
propiedades sean destruidas. Como resultado inmediato de este hecho, 12 personas
murieron, junto con una gran cantidad de caballos y ganado.
Parece natural atribuir este fenómeno a la erupción del volcán Sotara, que durante algún
tiempo se ha observado que está cubierto de vapor y nubes similares a nieve. El gobierno
departamental, justamente alarmado por este hecho, ha nombrado una comisión de
ingenieros para investigar el hecho. (The DeKalb Chronicle).
Al analizar el contenido de esta noticia es claro, de nuevo, que ha sido copiada casi
textualmente de las noticias anteriormente publicadas del mismo evento, que publicó el
Diario The New York Times (figura 11B) y otros, pero en esta oportunidad, con más de un
año de diferencia, por lo tanto, ya se han hecho comentarios al respecto.
Las publicaciones antes referidas, parecen tener en común la información del diario The
New York Times, el que a su vez menciona al periódico local de aquella época La Unidad
Nacional, como su fuente y que al parecer fue el responsable de la difusión de esta
noticia desde la provincia. Este periódico solo circuló en el año 1893 y no se han hallado,
hasta ahora, ni originales ni digitales de éste, en los archivos históricos revisados. De otro
lado, la última noticia citada, publicada por el periódico The DeKalb Chronicle de Illinois
(Estados Unidos), exactamente un año y medio después de ocurrido el evento, es una
copia completa de la segunda nota presentada por The New York Times, y por los diarios
Los Andes (Ecuador) y El Tiempo (México), lo que realmente evidencia la importancia de
esta noticia para pasar a nivel internacional y a lo largo del tiempo, siendo reproducida
casi con la redacción inicial, sin embargo, los últimos dos diarios mencionados colocan
como fuente a otro periódico de Colombia llamado La Unión Nacional (nombre muy
parecido a La Unidad Nacional), el cual según consultas en los archivos históricos,
también circuló en 1893, pero éste sí en la ciudad de Popayán (y en 1894, en la Ciudad
de Honda, Tolima) y del cual tampoco se ha encontrado aún el ejemplar de la fecha, en
archivos históricos digitales o análogos, .
En la memoria colectiva de las personas que habitan el área, no hay recuerdos de una
erupción volcánica como tal del volcán Sotará, sin embargo sí existen recuerdos entre
algunas personas locales, de narraciones parciales transmitidas por tradición oral, sobre
Al buscar información sobre algunos sismos históricos que ocurrieron cerca de la zona
de Sotará, para tratar de asociarlos con la ocurrencia del gran hundimiento en el sector
de Cruz Loma, en época cercana a 1893, el sacerdote Jesús Emilio Ramírez en su libro
“Catálogo de los terremotos en Colombia” publicado en 1975, menciona la frecuente
ocurrencia de terremotos en el año 1893, aunque carece de descripciones sobre sismos
en el mes de febrero de ese año, cuando ocurrió el evento de Cruz Loma, cita la
publicación la Semana Religiosa, No. 33 del 18 de noviembre de 1893, donde se informa
sobre dos terremotos ocurridos en septiembre 11 y 14 del año 1893 y sus efectos en la
comarca (figura 18).
Las descripciones sobre estos eventos sísmicos, aunque no son de febrero de 1893,
podrían evidenciar de alguna manera la “frecuencia de ocurrencia de terremotos” o
sismos, a la que hace referencia dicho autor en ese año.
Además, por la manera en que el evento de Cruz Loma (del 22 de febrero de 1893) es
descrito por los diarios internacionales de la época, es posible que pudiera estar asociado
a la ocurrencia de un sismo en ese año y esta nota del sacerdote Ramírez podría
respaldar, al menos parcialmente, dicha interpretación. Teniendo en cuenta estas causas
tectónicas, no se descarta, como se mencionó anteriormente, que el evento también
haya estado asociado a la debilidad e inestabilidad del terreno.
Para el año 1801, el naturalista alemán Alexander Von Humboldt, quien estuvo viajando
y realizando varios estudios a lo largo y ancho de Colombia, visitó los volcanes Sotará y
Puracé. Algunos apartes sobre sus anotaciones de varias ciudades y regiones de
Colombia se encuentran (traducidas al español) en Banco de la República, Colombia
(2007), entre estas regiones está la de Popayán, en donde menciona las siguientes
descripciones e historias sobre los volcanes Puracé y Sotará:
Hasta los nevados volcanes de Puracé y Sotará. Estos volcanes tienen un carácter muy
distinto. Sotará en el sureste de Popayán aparece como cono truncado, cuya cumbre está
cubierta de poca nieve. Su negrura y curiosa forma de ruina le atribuyen algo
tremendamente grande. En su pie hay piedra pómez nacida de pórfido quemado de
sienita y lavas de distintos tipos. También existe la leyenda que, poco antes de la
conquista, había vomitado fuego, desbastando el terreno alrededor, botando su cumbre
cónica en la erupción.
Yo pienso que eso, lo de poco antes de la conquista, no hay que entenderlo literalmente.
Todos los eventos naturales estaban heredados en la mitología de los indios. Los indios
que guardaban en la tradición los más antiguos acontecimientos, contaban a los
españoles lo que han escuchado de sus padres, pareciendo todo eso nuevo a aquellos,
de tiempos recién pasados, por malentendido del idioma. Quizás contuviese la tradición
india cosas que estaban más allá de toda tradición, sucesos mas viejos que la raza
humana. El simple aspecto del Llano de Bogotá y del Salto de Tequendama podría haber
creado la idea de un antiguo lago, que se escurrió por el Salto. El mito del Bochica, tal vez
se haya formado localmente. En Cumaná corre la leyenda que el Golfo de Cariaco se
había formado poco antes de la conquista por un terremoto. Tal vez tuviese lugar ese
terremoto antes del género humano, y el aspecto del golfo y la frecuencia de los
temblores produjeron entre los indios una hipótesis que se comenzó a tratar como hecho
histórico, lo mismo como la rotura de las columnas de Hércules y el diluvio ogígico o la
leyenda sacerdotal de la antigua posición del eje terrestre que son hipótesis geológicas
y astronómicas que han ido penetrando en la historia y los mitos. Lo mismo, quizás,
pueda haber ocurrido con la erupción en la que el Sotará tiró su cumbre. El aspecto del
cerro, su forma descabezada, indica lo que le hace falta y quién, con indios, que lejos de
los españoles viven entre si, ambulaba por las selvas (como nosotros), se habrá dado
Las indicaciones de Humboldt sobre las pómez del volcán Sotará concuerdan con las que
se observan en la actualidad en la parte baja del edificio, al norte, correspondiente a las
veredas Chapa y Llano de Sotará, donde es común encontrar este tipo de materiales
asociados a la actividad de un edificio antiguo del Sotará, de acuerdo con los estudios
geológicos realizados por Pulgarín et al. (2010), también corroborados en el presente
estudio. Sin embargo, Humboldt mismo, duda sobre la erupción que destruyó el antiguo
volcán Sotará mencionada por los indígenas de la época y que según ellos ocurrió antes
de la conquista. Él considera, según su análisis sobre las memorias indígenas locales y su
comparación con otras leyendas en el mundo, que esa erupción y destrucción del Sotará
debieron haber ocurrido mucho antes de la conquista y quizás antes de la existencia de
la raza humana. Sin embargo, mediante el estudio de Pulgarín et al. (2010) y la
interpolación de las dataciones que actualmente se tienen del volcán Sotará y de sus
antecesores, estos eventos destructivos se han podido acotar de una mejor manera en
el tiempo y en su historia eruptiva, como se verá en el Capítulo 5 de este trabajo.
Stübel visitó el volcán Sotará en el año 1869 y en su obra hizo algunas anotaciones sobre
este volcán, algunas de las cuales se presentan en la nota de la figura 19 (en alemán), la
cual se refiere a los abundantes vestigios de actividad volcánica y la naturaleza
petrográfica mucho más variada de sus rocas que las de otras montañas volcánicas vistas
por él y presenta una lista de la clasificación de las rocas encontradas y de su mineralogía.
Menciona, además, que no se han conocido erupciones de la época histórica y realiza
varios dibujos del volcán, entre ellos uno con vista desde una zona proximal al noroeste
de dicho volcán (figura 20).
La arista que separa las aguas superiores del Patía y el Cauca soporta en su extremidad
septentrional al volcán de Sotará (4,417 metros)(1), de grandioso aspecto debido a su
aislamiento y al sombrío color de sus rocas, que contrastan admirablemente con las
demás montañas cubiertas de bosques. Este volcán está en reposo; sin embargo, los
indígenas sostienen que cambió de formas a fines del último siglo: en vez de un pico
muestra un cono de extremidad roma y hendida(2) (Reclus, 1893, p. 48).
Y sobre la altura del volcán: “4,435 metros (Apéndice Alturas Sistema Andino)”
(mencionada en la p. 454), se observa que es diferente a la mencionada en la página 48
(figura 21), que corresponde a la mostrada en el párrafo anterior.
Sobre este texto, el traductor F.J. Vergara y Velasco hizo las siguientes anotaciones:
En el comentario (1) Vergara y Velasco hace una precisión que él considera válida sobre
la posición geográfica del volcán Sotará con respecto a la arista que separa las aguas altas
de los ríos Patía y Cauca; sin embargo, analizando la geografía de la zona en un modelo
digital de elevación, el volcán está localizado hacia la parte sur de esta “arista”, de tal
forma que los cursos altos de los ríos Quilcacé y Negro (este último, del lado este del
Sotará) son algunos de los brazos nacientes de los ríos Patía y Cauca, respectivamente,
los cuales en esta zona salen hacia el noroeste y noreste, respectivamente, enmarcan
dicha arista.
Respecto al cometario (2) de Vergara y Velasco, es posible que, si la causa por la cual el
volcán dejó de mostrar su cobertura glaciar durante esos 11 años (1849-1860), hubiese
sido el aumento de la temperatura interior, causado por una mayor actividad térmica,
este sólo factor no necesariamente sería causante de generación de erupciones. Por otra
parte, el aumento de la temperatura también pudo haber sido externo, explicándose
quizás por un cambio climático con el aumento de la temperatura ambiental o cerca del
sector, lo que comenzó a diezmar el glaciar existente, que muy probablemente era muy
delgado y se aceleró dicha pérdida.
Un estudio de Flórez (1989), sobre retroceso glaciar en varias de las cumbres nevadas de
Colombia, muestra que el Sotará perdió totalmente su masa glaciar hacia el año 1958.
Así mismo, de acuerdo con las dataciones de 14C hasta ahora realizadas en los depósitos
de este volcán, aún no se han encontrado evidencias de eventos eruptivos, al menos
representativos, entre 1849 y 1860, ni tampoco entre los años 1730 a 1830 si se tiene en
cuenta que la referencia que dice “a finales del último siglo”, tomada a partir de la época
de la narración en la que Reclus indica que los indígenas mencionaron un posible cambio
en la forma del volcán. Según las dataciones disponibles en la actualidad para este
volcán, el evento volcánico más reciente conocido data de 1110 años Antes del Presente
(A.P.), es decir, de hace alrededor de unos 1179 años atrás, como se mostrará cuando se
esté haciendo alusión a las dataciones (Capítulo 5). Algo importante para resaltar en este
escrito de Reclus es que le otorga al Sotará una categoría de “volcán en reposo” para la
época en la que realizó el estudio.
Pasto and Popayan, both on elevated plateaux, are towns of some importance. Both are
in the centre of interesting mountain groups, belonging to one or the other range. Near
Pasto there is a notable group of volcanoes and snow-clad mountains: near Popayan are
the picturesque volcanoes of Purace and Sotara—perpetually emitting smoky clouds
from their snowy caps—a few leagues northward is one of the highest mountains in
Colombia, Huila (17,700 feet), dominating the smiling Cauca Valley. (Eder, 1913, p. 8).
Popayan, one of the famous Spanish towns where old aristocratic traditions of culture
have been preserved, and where is spoken perhaps the best Spanish in the New World,
is the capital of the Department of Cauca. It is an interesting town, but commercially
moribund. Situated at an altitude of 5,900 feet, it is blessed with a perpetually cold and
healthy spring climate, but troubled by violent electrical storms and frequent
earthquakes, due to being in the heart of a volcanic region. 'Of the nearby volcanoes,
Sotara (4,850 metres) is apparently extinct. Some 17 miles east of the town is Purace
(4,908 metres), with a crest of snow beautiful against the flames and multicoloured
smoke-clouds it emits. (Eder, 1913, p. 206-207)
Popayán, una de las famosas ciudades españolas donde se han conservado antiguas
tradiciones culturales aristocráticas, y donde se habla quizás el mejor español del Nuevo
Mundo, es la capital del Departamento del Cauca. Es una ciudad interesante, pero
comercialmente moribunda. Situada a una altitud de 5.900 pies, es bendecida con un
clima de primavera siempre frío y saludable, pero con tormentas eléctricas violentas y
frecuentes terremotos, debido a que se encuentra en el corazón de una región volcánica.
De los volcanes cercanos, el Sotará (4,850 metros) parece estar extinto. A unas 17 millas
al este de la ciudad está Puracé (4,908 metros), con una cresta de nieve hermosa contra
las llamas y nubes de humo multicolor que emite. (Eder, 1913, p. 206-207).
De los dos párrafos anteriores, se hace evidente que, para la época de estas
observaciones, tanto el volcán Puracé como el Sotará, presentaban coberturas glaciares
(aunque no se especifica espesor ni área) y fumarolas, denotando, para este último un
estado de actividad (activo en reposo). Sin embargo, debido a que este autor
posiblemente no había escuchado o tenido referencias de erupciones históricas del
Sotará, por eso lo consideraba inactivo, además presenta alturas que están muy por
encima (entre 300 a 400 m) de las alturas que realmente presentan en la actualidad estos
volcanes y las cuales debió haberlas tomado de otras fuentes no mencionadas.
Históricamente, al menos para el Sotará no han ocurrido eventos destructivos que le
hayan hecho perder parte de su cima, en cambio en el volcán Puracé parece que sí han
ocurrido, aunque parcialmente, a mediados del siglo 19 (Puerta, 1991; Monsalve y
Pulgarín, 1993; Monsalve, 2014).
Victor Oppenheim estuvo en el volcán Puracé en los años 30´s y 40´s del siglo pasado, y
fue testigo de varias de sus erupciones, a las que hace alusión en una de sus
publicaciones sobre este volcán en 1950; menciona que de las tres cumbres que
sobresalen en la región, como son el Puracé, el Pan de Azúcar y El Sotará, el Puracé era
el único activo en ese momento y que el Sotará y Pan de Azúcar, estaban latentes o
dormidos (Oppenheim, 1950).
Los volcanes, cerros, lagunas, ríos, cascadas, fenómenos meteorológicos, así como
algunos animales y personajes míticos, están involucrados en la cosmovisión de los
pueblos indígenas y por lo tanto hacen parte de su concepción del territorio y por lo
tanto es importante que aprendamos a conocer y a entender estos conceptos,
especialmente en lo relacionado con los volcanes que se estudian, en este caso, los
volcanes Puracé y Sotará. Entre las relaciones de algunos de estos elementos,
principalmente los que tienen que ver con los volcanes, ríos, lagunas y fenómenos
meteorológicos, se pueden apreciar situaciones que de alguna manera podrían indicar
manifestaciones de la actividad volcánica pasada que estuvo relacionada a estos
volcanes, en lo cual influye también el sector desde donde alguna comunidad observa el
volcán o los volcanes, sus interacciones con estas montañas y sus manifestaciones
ambientales y de la actividad volcánica.
En el caso de los volcanes Puracé y Sotará, los pueblos indígenas que habitan cerca y en
los alrededores de estos dos volcanes son los pueblos indígenas Coconuco y Yanacona.
Los Coconuco están asentados entre las poblaciones de Puracé y Coconuco y el valle de
Paletará, una gran área con topografías variadas desde planas hasta montañosas,
enmarcada desde el norte y noroeste del volcán Puracé hasta el suroeste de éste, y a
partir de este eje, hacia el este del volcán Sotará, región donde llegan a unirse muchas
de las cabeceras de corrientes hídricas, provenientes de ambos volcanes, para formar el
río Cauca. En este gran territorio también se encuentran las lagunas de San Rafael, El
Buey, Río Negro y la ya desaparecida laguna localizada en Paletará que los habitantes de
la región conocen actualmente como Laguna Seca, que geológicamente es un antiguo
volcán tipo maar, de unos 2 km de diámetro, llamado maar de Yerba Buena (Monsalve
y Pulgarín, 1993).
Al otro lado, principalmente al norte, oeste, noroeste y suroeste del volcán Sotará, se
encuentra parte del pueblo indígena Yanacona. De estos sectores se desprenden
cabeceras hídricas iniciales que van a alimentar los ríos Quilcacé, Blanco, Guachicono y
se encuentran además las lagunas Pujuyacu (en la parte alta oeste del volcán Sotará) y
Sucubún (en la parte alta norte del volcán Sucubún, localizado a 10 km al S del volcán
Sotará).
Desde las actuales poblaciones de Coconuco y Puracé, el volcán Puracé se localiza hacia
el sureste de éstas y el volcán Sotará hacia el suroeste. Desde Paletará, el volcán Puracé
se localiza hacia el noreste, mientras que el Sotará, hacia el suroeste. Con respecto al
pueblo de Rioblanco, de población indígena Yanacona dominantemente, el Sotará, está
más cerca que el Puracé, ubicándose el primero hacia el este y el segundo, hacia el
noreste.
El antropólogo alemán Franz Faust, quien vive en Popayán hace varias décadas, y que ha
estudiado la cosmovisión de varios de los pueblos indígenas de Colombia, entre ellas las
del Cauca, menciona lo siguiente en su libro “Un viaje por los paisajes míticos de
Colombia” (Faust, 2004):
La historia del origen del mundo está inscrita en el territorio en mayor o menor medida:
la pareja cósmica Mamá Dominga y Jucas está en todos los cerros, las lagunas, los ríos,
las piedras grandes, las cascadas y otros eventos del paisaje. Para los que saben ver, el
territorio es el libro sagrado de los Coconucos y cuenta las historias desde el principio del
mundo. (Faust, 2004).
En la figura 24A, se aprecian los volcanes Puracé (el macho, de color negro) y Sotará (la
hembra, de color rojo), los cuales son seres acuáticos se atraen con rayos y centellas
enviados del macho hacia la hembra. La figura 24B, muestra los volcanes de la Cadena
Volcánica de Los Coconucos (con cimas blancas por el glaciar, extintas en la actualidad)
y en sus extremos, los volcanes Puracé en primer plano, Pan de Azúcar al fondo y del
lado derecho, el volcán Sotará, la hembra, intercambiando rayos y centellas con los
primeros y pariendo los primeros hijos del pueblo Coconuco; demás, la laguna de
entrada al inframundo (Laguna de La Batida). La figura 24C, presenta el mosaico de la
cosmovisión indígena del pueblo Coconuco (exhibido en la casa del Cabildo de Paletará),
el cual muestra la relación entre los volcanes Puracé (macho) y Sotará (hembra) por
medio de centellas de fuego. Se observan también otros elementos y personajes míticos
como el arco iris (la fuerza del agua y de la tierra), la laguna del Buey, el sapo, la serpiente
(madre del agua, generadora de vida), el diablo, el guando, el duende, el cazador, la vía
láctea y las fases lunares, así como los hijos del agua y el jardín botánico con las riquezas
de la cueva del Sabio Caldas. En la figura 24D, se aprecia el mosaico de la cosmovisión
del pueblo Yanacona, desde el pueblo de Rioblanco, en el Macizo Colombiano; en éste
están incluidos el cerro Punturco (macho, emitiendo rayos hacia el Sotará) (izquierda
superior), el cerro Quinquina (izquierda inferior), el volcán Sotará (hembra, en el centro)
con sus cinco puntas en la cima que representan vírgenes del pueblo Yanacona; además,
las cascadas Auca y Alazana que fluyen del Sotará, el río Guachicono, la laguna y el volcán
Puracé (último plano, derecha superior). Se evidencian también las bombas de fuego
(color rojo) entre el Puracé y el Sotará.
3.2 Las relaciones de los pueblos indígenas con el territorio, según su cosmovisión
Los siguientes son apartes tomados de Faust (2004), de su recorrido o viaje por los
paisajes míticos de los territorios de los pueblos Coconuco y Yanacona, en los
alrededores de los volcanes Puracé y Sotará. En ellos se alcanza a dimensionar la fuerte
relación de estos pueblos con su territorio, con los volcanes, cerros y sus lagunas, según
los aspectos mencionados en cada sitio, y trata de referenciar estos aspectos con los
mosaicos de la figura 24.
La relación que tienen los campesinos con el manto blanco de la nieve que presentaban
los volcanes Puracé y los Coconucos (figura 24A), atestigua su filosofía dialéctica: dicen
que los volcanes tienen nieve y son montañas de fuego que expulsan la nieve y las
granizadas. El retroceso de la nieve en los cerros de Los Coconucos lo atribuyen a un
amansamiento de la cordillera por los turistas que la escalan y por los agricultores que
talan sus bosques.
En su mitología, la laguna del Buey está conectada con el inframundo; por eso en ella
puede ascender la dueña de esa esfera, la sierpe, un ser entre culebra y pescado que se
parece a un dragón (figura 24C), también es una forma de Mamá Dominga, el espíritu
femenino de la naturaleza, que vive como una mujer atractiva en las faldas de los
volcanes, como una culebra en los ríos o como una sierpe en el inframundo. Después de
haberse convertido en una roca del río Cauca regresó a esta zona acompañada de un
burro rojo cargado de oro. Sus pasos se convirtieron en los nacimientos del río Cauca a
pocos kilómetros de la laguna del Buey. Después Mamá Dominga se sumergió en la
laguna con sus tesoros.
La laguna del Buey es el lado femenino acuático que encuentra su contraparte masculina
en el cerro nevado de Pan de Azúcar (figura 24C). Los dos son la pareja de Mamá
Dominga y Frunza (femenino y masculino, respectivamente). Esta pareja se puede
encontrar al otro extremo de la cadena volcánica, entre el Frunza del volcán Puracé y la
mujer culebra de la laguna de Andulvío o San Rafael.
El Pan de Azúcar es un ser vivo que consigue su vitalidad de las ánimas que habitan en su
interior. Esa energía es tan grande que el volcán lanza rayos al aire (figura 23B), incluso
cuando el cielo está despejado; con esos rayos protege a la sierpe de la laguna del Buey.
La cadena volcánica de los Coconucos es el hábitat de las ánimas que forman los guandos
cuando salen en procesión de su territorio, acompañados de los vientos helados que
soplan desde las alturas. Por eso todos los volcanes son coco urcos (coco es espíritu y
urco, cerro con entrada al inframundo). Este término dio nombre a los cerros volcánicos
de Los Coconucos.
En Paletará, la cosmovisión indica que el volcán Puracé y el volcán Sotará son hombre y
mujer y se comunican a través de la vía Láctea del arco nocturno y se tiran bombas de
fuego (figura 24C); cuando tienen relaciones sexuales tiembla la tierra. Los Coconucos
y Pan de Azúcar son hijos de la pareja Puracé-Sotará. La mitología convirtió a Francisco
José de Caldas, el sabio payanés, en un indígena asesinado por los españoles en la
conquista. En Piedra de León escondió sus tesoros y allí está localizado su jardín botánico.
Piedra de León está conectada por un túnel subterráneo con el molino que el sabio
Caldas tenía cerca de Paispamba.
En los ríos del valle de Paletará se encuentran la pareja de Mamá Dominga y Frunza en
menor escala; se trata de una ninfa con su amante, el ahogado, que persigue a las
muchachas y come brasas. Hacia el este de Paletará se encuentra la Piedra del Ganado,
donde Frunza hizo un pacto con un terrateniente para que Mama Dominga, que también
está en esa piedra, pariera un toro que andaba libre por las faldas de los volcanes. Ese
toro va a mantener la raza de ganado que resiste el frío de Paletará, siempre y cuando
se deje el ganado en las alturas de los páramos.
Hacia el norte de Paletará, se pasa a Coconuco, rico en aguas termales, pasando por las
cascadas de Calaguala y San Bartolo. San Bartolo vivía con Mamá Dominga en un bosque
cerca de Coconuco y tenía dos culebras como hijos. Las culebras se le escaparon y se
enfrío el clima, que antes era tan caliente como el del valle del Patía. Mamá Dominga
pasó por el río Cauca persiguiendo a sus hijos, convirtiéndose en una roca que da origen
al río. San Bartolo, triste por haber perdido a su mujer y a sus hijos, se convirtió en la
Peña de San Bartolo.
De las faldas de los volcanes brotan, de vez en cuando, avalanchas de agua y lodo, que
ocurren cuando Mamá Dominga oprime sus senos llenos de leche; de esa avalancha
Llegando al pueblo de Puracé, bordeando el impresionante cañón del río San Francisco,
que nace con el nombre de río Cocuy, llaman la atención los cerros Pusná y La Torre, y a
veces se avistan los cóndores. La Torre es un cerro rocoso en el cañón, una iglesia
encantada con sus tesoros. Una serpiente lo vigila y debajo hay una columna de oro que
lo sostiene sobre la laguna del inframundo. Pusná es el hermano pequeño del Puracé y
concentra, en menor escala, todo lo que tiene el gran volcán. También tiene un tesoro
vigilado por una serpiente y en su interior vive una pareja de oro; de sus faldas brota
mucha agua. Desde Pusná se extiende una columna de oro al río San Francisco para
convertirse en la mujer culebra o madre agua.
En la iglesia de Puracé se encuentra San Miguel, para los indígenas muy ligado al volcán
y a los estados del tiempo; por eso le piden que no haya accidentes en la mina de azufre
que se encuentra en las faldas del volcán. San Miguel es un santo receloso que puede
vengarse con un incendio en la mina cuando no le celebran sus fiestas debidamente. San
Miguel también reina sobre la lluvia; por eso se saca en procesión cuando hay veranos o
inviernos prolongados.
2. En el mundo todo es masculino y femenino: la gente, los animales, las plantas, los
cerros, las aguas, los tiempos. Los volcanes tienen a Mamá Dominga y a Jucas, aspecto
sólido y pareja acuática (figura 24A). En el caso del volcán Puracé se trata de la culebra
ninfa de la laguna de San Rafael o Andulvio; la pareja del gran Coca Urco o Pan de Azúcar
es la sierpe Mamá Dominga de la laguna del Buey.
4. La historia del origen del mundo está inscrita en el territorio en mayor o menor
medida: la pareja cósmica Mamá Dominga y Jucas está en todos los cerros, las lagunas,
los ríos, las piedras grandes, las cascadas y otros eventos del paisaje. Para los que saben
ver, el territorio es el libro sagrado de los Coconucos y cuenta las historias desde el
principio del mundo. (Faust, 2004).
3.2.1.1 La cosmovisión del Pueblo Coconuco narrada a partir del mosaico de Paletará
por uno de sus indígenas
El primer punto de la cosmovisión es acerca del origen de los volcanes. Según los
mayores, los volcanes se comunican correspondientemente entre la hembra (Sotará) y
el macho (Puracé), mediante centellas por medio de las fases lunares. Dentro de esta
área hay dos partes de ecosistemas: el arco iris, que dentro de la cosmovisión indígena
de Paletará es la fuerza del aire y la tierra. La otra parte de los ecosistemas es la que se
da en las faldas y riberas del Pan de Azúcar que también tiene referencia con la laguna
del Buey. De esta laguna, hay una historia narrativa de parte de los mayores, que no es
relacionada directamente con el nombre del buey, sino de la incursión ganadera que
tenía la zona y el cultivo del ganado (Normando) que empezó y luego se perdió y en
persecución de ese ganado concurrieron hacia la laguna, igualmente muchos de esos
animales cayeron a la laguna; por lo tanto, el significado de la laguna es la reunión del
ganado (representado por ese buey) a su alrededor. Pero esa laguna tiene también otra
interpretación cosmogónica: cuando venían los visitantes y la descubrieron, ésta rugía y
ese sonido se extendía hasta todo el valle de Paletará y entonces le atribuían ese rugido
al buey. Varios de los que estuvieron en la expedición miraron que cuando se acercaban
a la laguna se producían lavas, granizada o torrentes aguaceros. A las lagunas no les
gustaba cuando llegaban los visitantes y ellas se encrespaban o se nublaban, es decir, se
enojaban; cuando la gente iba de buena fe, ellas se despejaban y dejaban ver su
totalidad. Supuestamente la marquesa en su persecución con los españoles, cayó a la
laguna y ahí reposan los restos con la riqueza que ella llevaba.
Donde se aprecian los cinco picos de Los Coconucos, iniciando con el Puracé (macho) y
terminando en el Pan de Azúcar; más a la derecha está el Sotará (hembra). En las noches
de luna llena, los indios y caciques antiguos decían que pasaban centellas desde el Puracé
hacia el Sotará para darle fuego a este último y por ello se dice que el Puracé está activo
y el Sotará está inactivo. Cada una de esas fases de la luna se mira que en tiempos que
ella cambia es bueno para cortar el cabello, para castrar, para la agricultura, para la
ganadería, para las plantas, para purgar el ganado y al ser humano también, y para purgar
el espíritu, el alma y el corazón y por eso las fases lunares han traído grandes resultados,
porque en sí, en las fases de la luna si la persona no está purgada, está de mal genio,
pero si lo hace, entonces la persona cambia.
Acá se encuentra el jardín botánico del resguardo de Paletará: en la parte alta del volcán
Sotará hay una leyenda del Sabio Caldas, que dice que, en el Páramo de Peñas Blancas,
allí se encontraba la ciudad encantada, que era en oro y que posiblemente Popayán iba
a ser ahí. Cuenta un “cazador” que entró a la cueva de Caldas, pero que no supo cuándo
entró, pero tampoco cuando salió y cuando lo hizo, a los muchos años, salió el mismo
pero muy encantado de haber visto tanto oro en esa ciudad. Esto es el encantamiento
del sabio Caldas en Peñas Blancas y ese es el oro, en el jarrón amarillo, que
supuestamente se encontraba ahí en esa cueva.
Acá en la parte montañosa, donde se encuentra ya el duende, perseguido por las muchas
de Paletará, debido a su cabellera larga y bonita, hubo casos en que se las llevó y luego
fueron rescatadas. Allí también se ve al demonio estableciendo un pacto con un
terrateniente de la región para recuperar los famosos tesoros de la laguna del Buey, y
posteriormente en una finca cerca de la Mina de Azufre de Puracé (en la falda noroeste
del volcán Puracé) era donde reposaba la gran historia de que ahí tenía contacto el diablo
con algunas personas de Paletará, en una parte de la finca de San Isidro en Puracé. Se
aprecian también las figuras de algunos personajes míticos como el Guando, la Madre
Monte, la Viuda, El Cazador, que eran cosas que los mayores veían anteriormente ya que
toda esa zona era poblada y todos esos escritos de esas leyendas existían entonces; hoy
en día no tanto. Mayormente al “Guando” era al que veían cerca a las vías.
Parte inferior:
Aquí se tiene la serpiente, que figura así porque anteriormente una quebrada que hubo
en Paletará, bajó crecida por Coconuco y dicen que la quebrada parió un niño, un
cacique, al que le dieron el nombre de Calambás (el que está sentado cerca a la
cabeza de la serpiente), estos caciques son los Coconucos. Entonces esa serpiente
es la madre del agua, que genera vida, por eso el otro niño [al final de la serpiente], tiene
el jarro con agua limpia para sus alimentos, para los animales, para la agricultura. En sí,
esto es lo que más refleja el pueblo de Paletará, el potencial hídrico que se tiene dentro
del resguardo.
Otro de los aspectos que se pueden resaltar es que también mencionan que es el volcán
Puracé el que le envía fuego al Sotará, lo que posiblemente se podría interpretar, aparte
de entender que a este último lo consideran hembra, es que los indígenas ancestrales
hayan tenido la oportunidad de ver más veces al Puracé haciendo erupciones, que al
mismo Sotará.
de lo auca. A ellos pertenecen los niños auca, con dentadura larga y cuerpo esqueleto y
también asustan. En los costados de las cascadas anidan los gallinazos y gualas, las aves
en las que suelen transformarse los curanderos. También anida el búho cuscungo, cuya
presencia anuncia la muerte de una persona y cuyo aleteo nocturno asusta a los
caminantes.
En Mambiloma, cerca donde se une el río Blanco (que nace al oeste del volcán
Sotará) con el Guachicono, se saca el polvo de cal usado para mambear coca. En las
rocas del cañón del río Blanco apareció la virgen. Algunas personas dicen que el lugar se
ennegreció y dio lugar a Jucas. En ese lugar hay un pozo que suena y tiene aguas curativas
y una culebra de lomo dorado que migra entre el río y el charco. Cerca de allí hay
pequeños pantanos en los que viven los sapos, los animales de los cuiches o arco iris.
Desde Río Blanco, entre las faldas del volcán Sotará y el cerro Quinquina, se ve al norte
(realmente es al este-noreste) el volcán Sotará. Las Quinquinas son pájaros muy
bonitos que se escondieron en este cerro y se convirtieron en oro, viven allí y a veces se
dejan ver en las faldas junto con los indios pintados que también escondieron allá sus
tesoros. Algunas personas los describen como tapanos.
Estos lugares son peligrosos porque son sagrados, son auca. Cualquier sitio que regala
agua del mar subterráneo a la superficie es sagrado: el volcán porque tira hielo tan frío
que por eso el granizo proporciona agua y por su energía también abono; el Urco, porque
de sus rocas y cuevas brota el agua; los páramos y los bosques, porque son como
esponjas. En las lagunas del páramo nacen las aguas y son entradas y salidas de los
espíritus del inframundo; de ellas afloran las épocas míticas a la superficie; además
generan la neblina del páramo con la llovizna y las nubes negras de las tempestades. En
ellas circula el agua: descargan el agua en las alturas.
El cerro Punturco, del lado izquierdo del río Guachicono, es un verdadero templo del
inframundo y de los tiempos míticos, por eso de su cima brota agua de una laguna y las
cuevas de sus faldas atraen las estrellas fugaces y los rayos. Los rayos son culebras. Todo
lo del mundo auca puede manifestarse como serpiente. El Punturco genera y atrae las
nubes negras y es la mitología y la identidad cultural de los pueblos de sus alrededores.
(Faust, 2004).
Las cinco cimas del volcán Sotará (figura 24D) son las comunidades Yanaconas
representadas por sus vírgenes. En la cima de Río Blanco está su culebra mítica, que
también está en un pozo que canta. Los volcanes Sotará y Puracé se comunican con
bombas de fuego. La puma del páramo es el poder femenino de la naturaleza y jucas,
como hombre oso del cerro Punturco, es el poder masculino. Jucas protege a los venados
y produce y atrae rayos. En los abismos de las cascadas Auca y Alazana se encuentran los
niños auca y anida y el pájaro de los agüeros, el cuscungo. En el cerro Quinquina habitan
los tapanos, seres (que suben del inframundo), que se alimentan de vapor de la comida.
Las estrellas fugaces buscan los lugares míticos. Los espíritus del inframundo ascienden
de noche. (Faust, 2004).
De nuevo, como en la cosmovisión del Pueblo Coconuco, se relacionan los volcanes con
rayos y bombas de fuego entre ellos, que podrían indicar, entre otros, la interpretación
de la actividad eruptiva entre los volcanes Puracé y Sotará a través del tiempo, pero que
también se involucra el cerro Punturco, que, aunque no es un volcán, es uno de los cerros
más emblemáticos de esa región.
4 METODOLOGÍA DE TRABAJO
En varios de los paleosuelos se dató materia orgánica antigua y joven (en sus bases y
techos, respectivamente), lo que proporcionó datos de duración de formación de esos
suelos y, además, de épocas de reposo en la actividad o de no depositación de materiales
volcánicos en los lugares donde se encontraron. De otro lado, con las dobles dataciones
en materia orgánica (antigua y joven) de estos paleosuelos, se pudo también encontrar
edades próximas a las depositaciones de las capas que los infrayacían y suprayacían,
(respectivamente). Además, algunas dataciones Ar-Ar de lavas y domos, especialmente
de aquellos que morfológicamente se consideraban muy recientes, arrojaron edades
mucho más antiguas, pero se prefirió hacer caso a la evidencia geomorfológica y se
asignó para éstos, una edad holocénica (dentro de los últimos 10 000 años) evidenciada
por su morfología y su posición secuencial entre las estructuras volcánicas generadas
durante el desarrollo del volcán Sotará (ss).
Por lo tanto, con los nuevos resultados geocronológicos obtenidos de las dataciones, se
hizo necesario reorganizar parcialmente la estratigrafía que se conocía del volcán Sotará,
reagrupar algunas unidades eruptivas y por lo tanto, ajustar la historia eruptiva del
volcán.
De otro lado, se tomaron en cuenta además, las características para considerar un volcán
activo en nuestro medio, como son: 1) registro de erupciones volcánicas en los últimos
10 000 mil años (Holoceno, para lo cual, las dataciones de 14C brindan un gran apoyo), lo
que en la mayoría de los casos implica una relativa buena conservación morfológica del
edificio volcánico o de sus correspondientes depósitos respecto al tallado o erosión
glaciar producido por la Última Glaciación), 2) la presencia de indicios de actividad
Con los datos de monitoreo y vigilancia volcánica que realiza el SGC-OVS-Popayán desde
el año 1993 y el acompañamiento prestado por dicho grupo, se estableció el estado
actual de actividad del volcán Sotará. Con este conocimiento y el obtenido sobre la
geología y la historia eruptiva del volcán, se definió el estilo eruptivo dominante del
volcán aspecto de gran relevancia para adelantar la evaluación de la amenaza volcánica
y el establecimiento de algunos escenarios eruptivos que pudieran suceder en una futura
reactivación o fase eruptiva del volcán.
La información generada en este trabajo sobre el volcán Sotará es la base para continuar
con los trabajos de simulaciones computacionales (y su análisis) de los eventos
volcánicos tenidos en cuenta en la evaluación de la amenaza volcánica y la posterior
elaboración del respectivo mapa de amenaza volcánica de este volcán y su respectiva
memoria, las cuales son presentadas por Pulgarín et al. (2019) y SGC (2019).
El volcán Sotará hace parte del Complejo volcánico Sotará (CVS), que se encuentra
ubicado en la Cordillera Central de Colombia, en el límite entre los departamentos de
Cauca y Huila. Este Complejo está conformado por varias estructuras volcánicas que han
tenido su desarrollo de manera casi concéntrica una sobre la otra, distinguiéndose
remanentes de un edificio ancestral (Pre-Sotará), al interior de los cuales se encuentra el
volcán Sotará (ss), desarrollado en tres etapas.
Sobre los flancos del Pre-Sotará se generaron dos estructuras volcánicas menores,
volcanes Cerro Negro y Cerro Azafatudo, y sobre el límite sureste de su caldera, se formó
otro volcán menor, el Cerro Gordo. Unos 10 km al sur de este complejo, volcánico, se
encuentra el Complejo Volcánico Sucubún, que ha tenido un desarrollo similar al del CVS,
es decir, con un volcán antecesor mayor ya destruido y la formación de por lo menos
otros dos centros volcánicos concéntricos sucesivos y más jóvenes en su interior, de los
cuales uno está destruido y el otro es un gran domo de 2 km de diámetro (Pulgarín et al.,
2010).
El estratovolcán antiguo (Pre-Sotará), comenzó a formarse hace más de 2,3 Ma, produjo
grandes emplazamientos de lava y depósitos de CDPs o corrientes de densidad
piroclástica (bloques y cenizas e ignimbritas), lahares, algunas caídas de ceniza, así como
al menos una avalancha de escombros hacia el norte. La destrucción de este edificio
antiguo, hace más de 43 500 años A.P., produjo una ignimbrita que se distribuyó
ampliamente alrededor de dicho centro volcánico, llevándolo al estado caldérico
(Caldera Pre-Sotará).
Los volcanes menores Cerro Negro y Cerro Azafatudo que a su vez generaron domos,
lavas y CDPs, se desarrollaron sobre el flanco norte del edificio Pre-Sotará, desde
aproximadamente el mismo tiempo de su formación hasta hace alrededor de 244 ka;
entre tanto, el volcán menor Cerro Gordo, con un domo y lavas, se formó sobre el límite
sureste de la caldera (Pulgarín et al., 2010).
La base inicial del conocimiento geológico del volcán Sotará, está consignada en el
trabajo de Pulgarín et al. (2010), con el apoyo posterior de nuevo trabajo de campo y un
mayor aporte de datos geocronológicos. El volcán Sotará más moderno (que incluye las
Etapas I, II y III) (tablas 2, 3 y 4) ha tenido un comportamiento principalmente extrusivo-
explosivo, en el que se han emplazado reiteradamente domos que se han destruido por
explosión o colapso, en cuyo proceso se han generado columnas eruptivas vulcanianas y
corrientes de densidad piroclástica concentradas y diluidas.
Tabla 2. Dataciones 14C de paleosuelos y material carbonizado asociados a los depósitos más
recientes del volcán Sotará
Edad en años A.P. Material
Lab. Muestra Unidad Eruptiva y Observaciones
(Antes del Presente) datado
617 ± 25
*** GVVS-005-E-3
POM (materia orgánica joven) Paleosuelo de La Unidad Eruptiva La Cima.
Paleosuelo
1053 ± 27 (E-III).
*** GVVS-005-E-3
H2O2 (materia orgánica antigua)
CDPs de la Unidad Eruptiva La Cima (parte
** LTVS-043-B-3 1100 ± 30 Carbón
superior). (E-III).
CDPs de la Unidad Eruptiva La Cima (parte
inferior). (Correlacionable con la unidad
** HMVS-021-A-3 1510 ± 30 Carbón
Las Amarillas, de Pulgarín et al., 2010). (E-
III).
1946 ± 27
*** GVVS-005-C-3 POM (materia orgánica joven)
Paleosuelo
Tabla 3. Dataciones Ar-Ar en biotita, de muestras de lavas y domos del volcán Sotará (ss)
Tipo de Edad Reinterpretada
Muestra Edad Ar-Ar material Unidad Eruptiva (Por Morfología)
datado
* La Corona, parte
inferior (borde
SNVS-033 41,2 ± 5,3 ka Lava (biotita) Holoceno (3) -E-II
sur del
anfiteatro)
* Domo Colada
SNVS-035 76,7 ± 8,1 ka Domo Colada Holoceno (5) – E-III
(biotita)
* SNVS-029 84,3 ± 6,7 ka Lava (biotita) La Línea Holoceno (4) - E-II
* HMVS-009 92,5 ± 5,5 ka Lava (biotita) El Triángulo (1) – E-I
* Domo
HMVS-014 92,8 ± 6,1 ka Domos Externos Holoceno (2) – E-I
(biotita)
* Domo Cerro Azafatudo
BPVS-050-AA-2 244,3 ± 3,4 ka 244,3 ± 3,4 ka (Pre-Sotará)
(biotita) (del Pre-Sotará)
Estas edades no fueron concordantes, al menos en las cinco primeras, con las edades reinterpretadas
que fueron usadas para estas lavas y domos según criterios geomorfológico y estratigráfico
Fuente: autores
Tabla 4. Reorganización cronoestratigráfica de las unidades eruptivas del volcán Sotará (ss)
Edad
Reorganización de Unidad Etapa del
Edades Interpretada Tipo de
Acrónimo Eruptiva o depósitos desarrollo del
Obtenidas por depósito
(nombre dado) Volcán Sotará
morfología
Cr Caídas de rocas
DL-PS Depósito de lahar Piedrasentada Lahar
Removilización de
Holoceno DL-SA Depósito de lahar Salinas Lahar materiales
DL-CA Depósito de lahar La Cruz Azul Lahar durante el
DL-LO Depósito de lahar La Orquídea Lahar desarrollo del
Sotará
DL-ET Depósito de lahar El Tablón Lahar
DL-RN Depósito de lahar Río Negro Lahar
Holoceno Unidad Eruptiva Domo Central y
76,7±8,1 ka1 UE-DC Domo Colada
~ 2000-1500 Domo Colada
años A.P (?) Unidad Eruptiva Lavas de los
UE-LD Domos
Domos Somitales
Unidad Eruptiva Domos
UE-DS Domos
Somitales
[617±25; 1053±27] Paleosuelo de La Cima
Paleosuelo
años A.P.2 (parte superior)
Unidad Eruptiva La Cima
1100±30 años A.P.2 CDP diluida
(parte superior)
No se encontró un paleosuelo
evidente (posiblemente se
erosionó). Es posible que la
unidad eruptiva La Cima (partes Sotará, Etapa III
superior e inferior) se haya (Dominantemente
generado coetáneamente o extrusiva-
cercanamente a alguna de las explosiva)
UE-LC unidades Domos Somitales,
Lavas de los Domos Somitales o
Domo Central y Domo Colada,
todas ellas emplazadas entre el
cráter y el inicio del anfiteatro
formados en la Etapa II
Unidad Eruptiva La Cima (parte
inferior) (correlacionable con la
1510±30 años A.P.2 CDP diluida
Unidad Eruptiva Las Amarillas, de
Pulgarín et al., 2010)
Paleosuelos de la Unidad
[1946±17; 1975±25;
Eruptiva La Piedra-Llano de
2040±30; 2650±30;
Sotará (de la parte superior), Paleosuelos
2770± 27] años
generados sobre CDPs
A.P.2
concentradas y diluidas
[2820±30; 2870±30;
2910±30; 2940±30 Unidad Eruptiva La Piedra-Llano CDPs
2970±20; 2970±30 de Sotará (parte superior), concentradas y
2989±27; 2990±15 unificada de las unidades La diluidas y
3000±30; 3020±30 Piedra, Llano de Sotará y Las lahares
UE-PDLS
3070±15; 3130±30] Vegas, de Pulgarín et al. (2010) asociados
años A.P.2
Unidad Eruptiva La Piedra – Llano CDPs
3460±27 años A.P.2 de Sotará (parte inferior), concentradas y
unificada de las unidades diluidas y
Edad
Reorganización de Unidad Etapa del
Edades Interpretada Tipo de
Acrónimo Eruptiva o depósitos desarrollo del
Obtenidas por depósito
(nombre dado) Volcán Sotará
morfología
Pujuyacu, Quilcacé, La Paila y La lahares
Cueva, de Pulgarín et al. (2010) asociados
Holoceno Avalancha de
Depósito de avalancha de
(~4000 -3500 DA-RN escombros y
Escombros y Lahar Río Negro
años A.P.) lahar
Unidad Eruptiva La Corona (lavas Lavas en
Holoceno UE-CO
superiores del cono) bloques Sotará, Etapa II
Unidad Eruptiva La Línea (Efusiva)
Lavas en
84,3±6,7 ka1 Holoceno UE-LL (emplazada en una delgada
bloques
franja al noreste del cono)
Unidad Eruptiva Lavas del cono
(parte media e inferior del cono)
41,2±5,3 ka1 Holoceno UE-CO Lavas masivas
o partes media e inferior de La
Corona
Depósito de avalancha de Avalancha de
Holoceno DA-PA
escombros Los Pajonales escombros
Paleosuelos de posibles
depósitos de CDPs asociadas a
explosiones de los Domos
Externos, que yacen sobre
depósitos de ignimbritas
asociadas a Pre-Sotará (uno de
[4890±15; 5362±30 cuyos carbones obtuvo una edad
5410±15; 5755±36 14C > 43 500 años A.P.) Podrían Paleosuelos y
De forma similar, con las dataciones más jóvenes de Ar-Ar, también fue necesario cotejar
los resultados con la morfología conservada de sus formaciones, pues las edades
obtenidas contradicen esta preservación, por lo que se decidió hacer caso a la evidencia
morfológica, que indica edades más jóvenes, para lo cual, al final de este capítulo se
presenta una discusión al respecto.
En esta etapa se dan los comienzos del volcán Sotará (ss), posiblemente a inicios del
Holoceno, con una actividad efusiva, generando flujos de lava en bloques que
conformaron la Unidad Eruptiva El Triángulo (figura 26), cuya datación Ar-Ar en biotita
arrojó una edad de 92,5 ± 5,5 ka (tabla 3), sin embargo, de acuerdo con el buen grado de
conservación de estas lavas, se hizo caso al criterio geomorfológico y se determinó
dejarlas como de principios del Holoceno (tablas 3 y 4).
Considerando esta última opción, en la parte media alta del sector norte, entre el Pre-
Sotará y la base del cono del Sotará, se encuentra un paleosuelo grueso con cerca de 1
m de espesor en su exposición más gruesa (que podría corresponder también una
secuencia edafizada), cuyas dataciones 14C (cinco de ellas), en diferentes sitios, arrojaron
una rango de edades entre 6193 (materia orgánica antigua) y 5362 años A.P, (materia
orgánica joven) (tabla 2) o sea 831 años, todas estas edades correlacionadas en la misma
posición estratigráfica.
Dentro de este paleosuelo, en el sector noreste, se encontró un leño que arrojó una edad
14C de 4890 años A.P. (tabla 2), lo que podría hacer extender el rango de formación de
éste en 1303 años, lo que representaría ese mismo rango de tiempo de relativa
tranquilidad en la actividad volcánica o de no depositación en dichos sectores. Este
paleosuelo (o paleosuelos) está cubierto por otros depósitos de CDPs asociadas a la
actividad explosiva de domos generados en la Etapa III (Unidad eruptiva La Piedra-Llano
de Sotará, que se verá más adelante) y ellos mismos se encuentran, en algunas partes,
suprayaciendo a depósitos de ignimbritas del Pre-Sotará (Unidad eruptiva Alisales-Yerba
Buena) cuya única edad que se tiene hasta el momento fue registrada mediante 14C, en
> 43 500 años A.P. (tablas 3 y 4), que posiblemente podrían indicar la destrucción del
Pre-Sotará, ya que es la edad más joven registrada hasta el momento entre sus depósitos
(tablas 3 y 4).
Por lo tanto, y con esta discusión, se asume que el mencionado paleosuelo espeso (o
paleosuelos), corresponde a la edafización de aquellos depósitos de CDP asociados a la
destrucción de los domos (Domos Externos) generados en esa etapa inicial de desarrollo
del Sotará (Etapa I) y por ello, dicha etapa de evolución del Sotará, se considera del inicio
del Holoceno, por lo menos entre 10 000 y 6200 años A.P., antes de que se comenzara a
formar dicho suelo (o suelos).
En síntesis, la edad más antigua obtenida para este paleosuelo, estaría sugiriendo una
edad próxima al fin de la actividad explosiva de estos domos. De otro lado, todo el rango
de formación de ese suelo (o suelos) también significaron un tiempo de relativa calma
en la actividad volcánica, o de no depositación en los sectores noroeste a noreste.
Además, las superficies de estos remanentes de domos no muestran labrado glaciar, lo
que también apoya la designación de la edad holocénica para ellos.
Posterior a la destrucción del edificio anterior, se da inicio a la Etapa II del desarrollo del
Sotará con la construcción de un nuevo edificio volcánico con forma cónica (figura 29),
mediante erupciones efusivas, sobre la parte central de los remanentes de los domos
generados en la Etapa I.
Estos flujos de lava comenzaron masivos en la base y parte media del cono, conformando
las partes baja y media de la Unidad Eruptiva La Corona (tabla 4), para la cual se obtuvo
una edad Ar-Ar en biotita, de 41,2 ± 5,3 ka (tabla 3), sin embargo, debido a la buena
conservación morfológica de este nuevo edificio (figura 29) y por la falta de tallado o
abrasión glaciar aun estando a una altura entre unos 3800 y 4350 m.s.n.m., se prefiere
hacer caso a la edad que indica el criterio geomorfológico, que lo ubica como generado
en el Holoceno, en vez que en la edad resultante con la datación (posteriormente se
planteará una discusión sobre este aspecto).
Continuando con el desarrollo de dicho edificio, estos flujos de lava fueron cambiando
sucesivamente a lavas en bloques, conformando la cima del cono (parte superior de la
Unidad Eruptiva La Corona) (figura 29) y otras lavas en bloques con dominio hacia la
parte alta noreste de este cono, denominados Unidad Eruptiva La Línea en Pulgarín et al.
(2010), las cuales arrojaron una edad de 84,3 ka (Ar-Ar en biotita) (tabla 3); sin embargo,
como en el caso de las lavas anteriores, de acuerdo con la buena conservación de su
morfología, y la ausencia de abrasión glaciar, se prefirió considerar su edad de
emplazamiento en el Holoceno (tabla 4). En síntesis, este es el edificio principal, con
forma cónica (figura 29), que es el elemento morfológico dominante identificable del
actual volcán Sotará.
Luego del colapso de flanco suroeste del segundo edificio (cono actual), el volcán
comienza el desarrollo de su Etapa III, entrando de nuevo en un comportamiento de
actividad extrusiva-explosiva (como en la Etapa I), con emplazamiento de domos de
El inicio de esta actividad estuvo marcado por el emplazamiento de domos en la cima del
cono colapsado hacia el suroeste, los cuales posteriormente se destruyeron mediante
erupciones freáticas a freatomagmáticas, con generación de importantes columnas
eruptivas formando CDPs concentradas y diluidas, de cuyos registros más antiguos se
tiene una edad de 3460 años A.P. (tabla 2), obtenida en un leño carbonizado encontrado
en un depósito de CDP diluida, localizado hacia la base de la secuencia piroclástica del
llamado Llano de Sotará (figura 31), al noroeste lejano del volcán Sotará, (Pulgarín et al.,
2010), en uno de los afloramientos típicos de esta secuencia piroclástica (figura 32)
constituida por intercalaciones de CDPs concentradas y diluidas (y algunos lahares), que
en general presenta buen contenido de carbones; este afloramiento tipo se encuentra
sobre la margen derecha del río Molino (afluente del Quilcacé, en este llano alargado) y
debajo de un antiguo cementerio de la comunidad de Chapa. En este mismo
afloramiento, pero en posición estratigráfica más alta, se obtuvo en otra CDP un carbón
cuya edad arrojó 3000 años A.P. Es de aclarar que, aunque el río Molino no nace en el
volcán, estos flujos al bajar por el amplio valle del Quilcacé, también rellenaron
lateralmente, por desbordamiento, dicho valle y posteriormente ambos ríos volvieron a
entallar sus valles sobre estos depósitos, dejando paredes expuestas.
Figura 31. Panorámica aérea del relleno formado por los depósitos de la
Unidad Eruptiva La Piedra-Llano de Sotará
Expresión geomorfológica de esta unidad en el sector del Llano de Sotará. Se muestra la dirección de
flujo desde el volcán (flecha negra). Los ríos han erosionado el relleno, de hasta unos 100 m de espesor,
de piroclastos y flujos de escombros. El río Quilcacé ya baja unido con la quebrada Flautas
Fuente: SCG, OVS Popayán (modificada)
De otro lado, los depósitos de CDPs de la parte superior de la Unidad Eruptiva La Piedra-
Llano de Sotará (también intercalaciones de CDPs concentradas y diluidas) evidencian
entonces una gran actividad extrusiva-explosiva, conservando el mismo estilo eruptivo
vulcaniano (que fue interpretado también para la Etapa I y para el inicio de la Etapa III,
es decir, aquella desde ligeramente anterior a los 3460 años A.P., hasta esta misma
fecha). Por lo tanto, en este importante intervalo de actividad dado entre 3130 y 2820
años A.P., es decir, en 310 años, se produjeron por lo menos 10 fases eruptivas,
estadísticamente con un tiempo de recurrencia de alrededor de 31 años, de acuerdo con
las dataciones 14C (tablas 2, 4; anexo 1 y figura 34)
El contenido escaso de pómez hacia las partes altas de estos depósitos indica que el nivel
de fragmentación magmática durante las explosiones de los domos se alcanzó a
profundizar un poco más hasta alcanzar a expulsar porciones de magma más vesiculado.
De otro lado, la presencia de los escasos fragmentos de obsidiana en algunos de estos
depósitos, posiblemente se deba a la colisión de los flujos durante su emplazamiento,
con el domo riolítico Cerro Azafatudo, habiéndolos arrancado e incorporado a su paso
sobre éste. Este domo está localizado hacia el norte del volcán, en la parte alta del río
Quilcacé, y se ha asociado con el edificio Pre-Sotará. Las edades disponibles de este
cuerpo riolítico son: 244,3±3,4 ka, (Ar-Ar en biotita; presente trabajo, tabla 3) y 520 ka,
(K-Ar, OLADE y Geotérmica Italiana, 1995).
Las CDPs asociadas a esta unidad están tapizando el piso de la caldera del Pre-Sotará y
se encuentran distribuidas en casi todos los alrededores y parte alta del volcán. Algunas
de ellas alcanzaron distancias entre 10 y 19 km a través de varios de los principales valles
fluviales que se abren alrededor del edificio, como son los ríos Quilcacé, Guachicono,
Majuas, Blanco y Negro (tanto el localizado al noreste como el del oeste), Majuas y las
quebradas Flautas, Cajón (al noroeste) y Sotará (al noreste). Los depósitos de CDP de
mayor extensión se emplazaron por el río Quilcacé, alcanzando las zonas medias y
distales del valle, en sectores hoy conocidos como Las vegas, Llano de Sotará y El Churo
(figura 31). Los depósitos de CDPs diluidas de componentes dominantemente líticos que
acompañaron a estos depósitos alcanzaron cubrimientos muy amplios en casi todo el
rededor del volcán, incluso hacia las partes medias y distales de los ríos y quebradas
Siguiendo con la historia de esta Etapa III de desarrollo del Sotará, luego de que estos
domos se emplazaron y se destruyeron mediante esa gran actividad (3130 a 2820 años
A.P.), se dio el emplazamiento de otro conjunto de domos (figura 35), en el mismo sector,
es decir, en la parte somital adentro del cráter de cono formado en la Etapa II (figura 36)
y sobre el inicio de su anfiteatro abierto hacia el suroeste. Este conjunto de domos es el
que se encuentra actualmente emplazado en este sector y desde tierra son visibles, a lo
lejos, desde los sectores sureste, sur, suroeste y oeste, desde donde se puede observar
que sobresalen un poco más altos del borde del cráter del cono colapsado, lo cual no se
aprecia desde los demás sectores.
Los Domos Somitales también tienen asociados flujos de lava en bloques, más pequeños,
con espesores de unos 10 m, longitudes hasta de 1,5 km y ancho hasta de 150 m; estas
lavas conforman la Unidad Eruptiva Lavas de los Domos Somitales (Pulgarín et al., 2010)
(tabla 4). El Domo Colada tiene asociado un flujo de lava en bloques con estructura de
orlas en superficie (ojivas), de 2 km de longitud, ancho de 0,9 km y un espesor que varía
de cerca de 200 m en su parte alta, hasta unos 40 m en su frente (figura 37D). Aunque
para este cuerpo lávico se obtuvo una datación Ar-Ar en biotita, de 76,7 ± 8,1 ka, se
determinó ubicarlo hacia finales del Holoceno (tablas 3 y 4), posiblemente cerca a los
2000-1500 años A. P., así como al resto de ellos, pues estando a alturas entre 4000 a
4400 m.s.n.m., no muestran evidencias de erosión glaciar (figura 36), así mismo, se tuvo
la misma interpretación para las otras estructuras volcánicas asociadas a las etapas
anteriores de desarrollo del Sotará (ss).
Los depósitos dejados por esta reciente actividad corresponden a CDPs concentradas y
diluidas, de menor magnitud, distribución y frecuencia que las generadas durante la
actividad de 3130 a 2820 años A.P. Se distribuyeron principalmente en partes proximales
del volcán y conforman la Unidad Eruptiva La Cima (según Pulgarín et al., 2010) la cual,
de acuerdo a las edades obtenidas (tabla 4) fue dividida, en este trabajo, en parte inferior
(la de 1510 años A.P.), que se asocia a la Unidad Eruptiva Las Amarillas (de Pulgarín et
al., 2010) y superior (la de 1100 años A.P.) (tabla 4). En la figura 37, se observan
afloramientos de estos depósitos, así como algunos de la parte superior de la Unidad
Eruptiva La Piedra-Llano de Sotará, además de los paleosuelos que los separan y que
indican tiempos de descanso en la actividad eruptiva (o no depositación en esos
sectores) y también se aprecia su correlación con otro afloramiento cercano, en el mismo
sector, que se encuentra pasando el sitio de las fuentes termales, hacia el sur. Estos
depósitos de la Unidad Eruptiva La Cima evidencian la actividad explosiva más reciente
hasta ahora datada del volcán Sotará.
Figura 38. Pared interna del cráter del cono actual del volcán Sotará
Esta pared tiene aproximadamente 150 m de altura. Dentro del cráter se encuentran emplazados los
domos Somitales. Obsérvese la acumulación de grandes bloques caídos de los domos. La pared se
observa tapizada por porciones de los depósitos hidrotermalizados de CDP diluida, de la Unidad Eruptiva
La Cima
Fuente: autores
Con la generación de CDPs a lo largo de la historia del Sotará, también se han producido
importantes eventos de removilización y seguramente transformación de sus depósitos
generando flujos de escombros (lahares), los cuales se emplazaron por los amplios valles
de ríos y quebradas que nacen en el volcán y llevaron sus materiales hasta las partes
bajas y lejanas del mismo. Ejemplos de ellos son los lahares El Tablón y La Orquídea (tabla
4), que tuvieron espesores hasta de 20 m, emplazados a través del río Quilcacé y
asociados a la Unidad Eruptiva La Piedra – Llano de Sotará.
Igualmente ha ocurrido con los depósitos de avalanchas de escombros, los cuales han
sido removilizados y/o transformados durante su emplazamiento para formar depósitos
de lahares, como fue el caso del Depósito de Avalancha de escombros y Lahar Río Negro,
en el sector suroeste del volcán, que en las partes más estrechas del valle del río Negro,
alcanzó hasta unos 90 m de espesor.
Con respecto a los depósitos de caídas piroclásticas, entre los que se encuentran aquellos
transportados de forma aérea (ceniza y lapilli) y los de proyección balística (bloques y
bombas), aunque no son evidentes en el registro geológico del volcán Sotará (ss), no
significa que no se hayan producido durante su actividad, pues en la actividad vulcaniana
(que ha dominado en este volcán), la generación de este tipo de eventos volcánicos son
acompañantes comunes. En el Sotará, su registro pudo haber sido escaso y quizás fue
En síntesis, el comportamiento del volcán ha estado dominado por procesos que han
llevado al emplazamiento de varios conjuntos de domos en el tiempo, su subsecuente
destrucción por explosiones dominantemente, y en cuya actividad explosiva, mediante
erupciones freáticas a freatomagmáticas se han generado columnas que, al colapsar, han
generado CDPs concentradas y diluidas. Este conjunto de procesos evidencia una
dinámica de tipo vulcaniana, de acuerdo con las características asociadas a este tipo de
actividad, presentadas por Morrissey y Mastin (2002), Clarke et al. (2015), Siebert et al.,
(2015).
Los productos de toda esta actividad explosiva han afectado los alrededores, las partes
altas, medias y lejanas del volcán y se han intercalado, además, con la emisión de flujos
de lava (masiva y en bloques) de pequeña magnitud, con depósitos de colapsos
gravitaciones de pequeño a mediano volumen, y con depósitos de lahares generados por
remoción (o transformación) de materiales disponibles de las CDPs y de avalanchas de
escombros generadas. Además, aunque los piroclastos de caída debieron presentarse
durante estas fases eruptivas, su registro en el campo no es evidente en la actualidad.
Para las rocas datadas de las diferentes unidades eruptivas asociadas con los domos y
lavas localizadas en las partes altas, identificadas en la estratigrafía propuesta por
Pulgarín et al. (2010), se esperaban edades particularmente jóvenes dadas las
condiciones de conservación de su morfología, es decir, por el ausente modelado glaciar
que hubiesen podido sufrir desde la Última Glaciación. Sin embargo, los datos obtenidos
no fueron congruentes con lo que se esperaba, por lo que se hizo necesario establecer
una posible interpretación acerca de las edades de los materiales que fueron datados
por el método Ar-Ar, considerando algunas de las características petrográficas y
geoquímicas presentadas por Pulgarín et al. (2010).
infiere que las rocas asociadas a estas unidades fueron generadas con posterioridad a
dicha glaciación y por lo tanto son relativamente recientes (Holoceno).
Con base en estos argumentos, se considera que el desarrollo del volcán Sotará (ss) se
ha dado en un lapso que se incluye dentro de los últimos 10 mil años (Holoceno),
posterior a la Última Glaciación. Esto es deducido a partir del grado de conservación
morfológica de sus depósitos efusivos, a las relaciones estratigráficas y al emplazamiento
de los domos somitales y del domo colada en un área entre el cráter del cono del Sotará
y el anfiteatro generado por el colapso gravitacional de éste. Además, dada la morfología
que muestran las estructuras volcánicas durante el desarrollo evolutivo del Sotará y los
resultados de dataciones 14C de CDPs antiguas de la Etapa III (3460 años A.P.), evidencian
que estas CDPs están estratigráficamente cubriendo los depósitos de la Unidad Eruptiva
Avalancha de escombros y Lahar Río Negro, que fueron generados durante la
destrucción (colapso hacia el suroeste) del cono principal, formado en la Etapa II, lo que
se dio alrededor de 4000 - 3500 años A. P. (tabla 4).
De las características petrográficas de las rocas del volcán Sotará (ss), se destacan sus
texturas microporfiríticas, hipocristalinas y algunas con texturas traquíticas;
composicionalmente varían entre andesitas y andesitas con anfíboles, y ocasionalmente
dacitas. Petrográficamente se observa sólo una asociación mineralógica, en la cual los
componentes principales son plagioclasa de tipo andesina-labradorita-bytownita,
ortopiroxeno, anfíboles (hornblenda), máficos que han sido reemplazados por opacos,
biotita, clinopiroxeno, cuarzo y escaso olivino.
En particular el Domo Colada, cuya preservación morfológica antes discutida, riñe con la
edad encontrada de 76 mil años A.P. (tabla 3), presenta textura microporfirítica, seriada,
hipocristalina, traquítica, con cristales de plagioclasa, anfíbol y biotita. Los cristales más
grandes de plagioclasa presentan bordes y bahías de corrosión. Las biotitas tienen
bordes de reacción de color negro e inclusiones de plagioclasa. La matriz está compuesta
por vidrio, criptocristales y microcristales. Se analizó, además, un xenolito encontrado
en una roca de la Unidad Domos Somitales, con cristales de plagioclasa, anfíbol, biotita,
opacos, y escasos ortopiroxenos y clinopiroxenos; en una matriz compuesta por
criptocristales, microlitos y vidrio. Este xenolito es una andesita basáltica con contenido
medio en K. Otro xenolito, correspondiente al Pórfido de Minasurco (cerca de Chapa,
sobre la quebrada Flautas), que tiene una composición que permitió clasificarlo como
dacita media en K.
En otras muestras, los anfíboles tienen bordes corroídos y opacos, en ocasiones están
ligeramente fracturados, y presentan algunas inclusiones de plagioclasa y de cuarzo; la
biotita aparece como microcristales y microfenocristales, euhedrales a subhedrales, a
veces un poco fragmentados, con variación en el color de verde a rojo. Algunos
microcristales y microfenocristales máficos, euhedrales a subhedrales, además de tener
bordes ligeramente corroidos, presentan seudomorfismo de opacos en anfíbol o biotita.
Estas descripciones darían una idea más clara a cerca de la razón por la cual las edades
de las dataciones Ar-Ar fueron mayores que las esperadas, pues posiblemente luego de
que la muestra fuera pulverizada, cristales de biotita de estos xenolitos pudieron haber
sido tomados para el análisis de datación, los cuales quizás eran provenientes de
magmas ( o fragmentos de rocas) con una residencia mayor en la cámara magmática, y
el dato correspondería entonces al evento de cristalización de ese cristal, más no el del
emplazamiento de la lava o domo datado.
Químicamente, los productos del volcán tienen una leve variación en la concentración
de SiO2 (entre 61% y 64%) caracterizándose como andesitas a dacitas, con firma
adakítica, aunque no se hace evidente una clara evolución magmática entre los
productos de las diferentes etapas. La presencia de los xenolitos de carácter básico
dentro de los domos, así como evidencias texturales de desequilibrio encontradas hacen
pensar en la mezcla de magmas como un mecanismo importante de generación de las
erupciones del volcán Sotará.
De acuerdo con las diferentes estructuras de los volcanes Pre-Sotará y Sotará (ss), y los
productos asociados a ellos, se evidencia un cambio en el comportamiento eruptivo
durante la evolución de ambos, puesto que su actividad cambia de producir
principalmente flujos de lavas e ignimbritas (Pre-Sotará), a otra en la que predominan el
emplazamiento y destrucción de domos con generación de corrientes de densidad
piroclástica asociadas a éstos, en el caso del Sotará; apreciándose un cambio progresivo
y temporal desde un volcán calcoalcalino antiguo (fases iniciales de Pre-Sotará) hasta un
edificio adakítico más joven (volcán Sotará sensu stricto -ss). Esta evolución podría estar
relacionada con la configuración tectónica de la placa de Nazca bajo esta región. El
magma que dio origen a los productos más antiguos de Pre-Sotará podría haberse
generado por fusión parcial de una fuente mantélica (cuña astenosférica), con una
participación progresivamente más importante, con el tiempo, de fundidos o fluidos
provenientes de la placa subducente.
Este capítulo fue elaborado con la participación del Grupo de monitoreo volcánico del
Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Popayán (OVS-Popayán), que es parte de
la Dirección de Geoamenazas del SGC, quienes permanente realizan labores de vigilancia
de este volcán, por medio de varias técnicas.
Así mismo, como parte de este mejoramiento continuo en el monitoreo sísmico, se llevó
a cabo la instalación de cuatro sensores sísmicos más (Pirámide, Peñón Bajo, Cerro
Sombrero y Aguas Rojas) durante el período comprendido entre diciembre de 2012 y
septiembre de 2018, además se han venido implementando nuevas técnicas de
monitoreo volcánico en el volcán Sotará, con la instalación de sensores para medir la
deformación del suelo (GNSS, Inclinómetros electrónicos y bases para mediciones EDM)
y cámaras web para registrar variaciones en la actividad superficial. En cuanto al
monitoreo geoquímico realizado en este volcán, los análisis geoquímicos en las fuentes
termales Las Amarillas y Aguas Calientes se vienen realizando desde el año 1996,
mientras que el monitoreo del campo fumarólico Jelima se inició en 1999; estos sitios
siguen siendo monitoreado periódicamente hasta la fecha.
En la actualidad la red de vigilancia del volcán Sotará está compuesta por 33 estaciones
(figura 39), 19 de ellas con transmisión de datos en tiempo real (telemétricas), mientras
las 14 restantes corresponden a puntos de muestro en donde los datos son adquiridos
directamente en campo (no telemétricas). De estas 33, nueve (9) conforman la red de
estaciones sísmicas (telemétricas), 19 hacen parte de la red para el monitoreo de
deformación del terreno, de las cuales tres (3) son inclinómetros electrónicos, cinco (5)
son estaciones GNSS permanentes, y 11 corresponden a puntos de muestreo en campo
para la realización de medidas de control topográfico (EDM); finalmente, el monitoreo
de la actividad superficial se realiza con dos cámaras web con conexión IP instaladas al
noroeste y sureste del edifico volcánico.
V. Sotará
A partir del año 2010 se dio un incremento en estos niveles: inicialmente, la ocurrencia
de varios sismos VT localizados aproximadamente a 13 km al noroeste del volcán, dos
sismos de ML (Magnitud local) 4,3 y 2,7 el 06-06-2010, dos sismos de ML 4,5 y 2,7 el 15-
09-2010, un sismo de ML 3,5 el 13-02-2011, y un sismo de ML 2,5 el 14-10-2011 (figura
40).
V. Sotará
V. Sotará
Figura 41. Localización del enjambre de sismos volcano-tectónicos del volcán Sotará
entre junio y octubre de 2012
Las figuras auxiliares a la izquierda (corte transversal N-S) y abajo (corte transversal W-E), muestran las
profundidades de los mismos, en metros
Fuente: Grupo Monitoreo y Vigilancia Volcánica SGC, OVS-Popayán
Para finales de octubre de 2012, la actividad sísmica regresó a niveles comparables a los
valores previos al enjambre. Desde del año 2012 la actividad del volcán se ha
caracterizado por presentar períodos de baja actividad seguidos por incrementos en el
número de eventos, todos ellos de baja magnitud y una clara concentración de la
actividad debajo del edificio volcánico, a profundidades entre 1 y 6 km. Se destaca en
este período, la actividad registrada entre el 7 de noviembre de 2017 y el 20 de enero de
2018, con la ocurrencia de 745 sismos ubicados debajo y alrededor del edificio volcánico,
la mayoría de ellos a profundidades entre 2 y 6 km, con una magnitud máxima de 1,8;
además, la ocurrida entre el 10 de septiembre y el 10 de diciembre de 2018, en la que
hubo un registro de 709 sismos, la mayoría de ellos ubicados debajo del edificio volcánico
a profundidades entre 1,5 y 4 km, con magnitud máxima de 2,1 ML. Desde el 28 de
septiembre de 2019 se ha venido presentando un nuevo incremento de sismos VT, hasta
la fecha (20-11-2019) se han registrado 13 227 sismos, la gran mayoría de baja magnitud,
siendo la máxima ML registrada de 2,1, éstos se han ubicado debajo del edificio volcánico
a profundidades entre 2 y 6 km (figura 42); adicionalmente en este período, se han
registrado 145 eventos asociados con dinámica de fluidos de bajo aporte energético y
116 de estos sismos han sido tipo Largo Período (tipo LP), tres (3) tipo Tornillo (tipo TO)
y 26, tipo Pulso de Tremor (TR).
V. Sotará
Figura 42. Localización del enjambre de sismos (puntos rojos) volcano-tectónicos (VT)
del volcán Sotará, entre septiembre y noviembre de 2019
Las figuras auxiliares a la izquierda (corte transversal N-S) y abajo (corte transversal W-E), muestran las
profundidades de los mismos, en metros
Fuente: Grupo Monitoreo y Vigilancia Volcánica SGC, OVS-Popayán
La evolución de la actividad del volcán Sotará, desde que se tiene registro instrumental,
se ve marcada hasta el momento por dos episodios principales, el primero de ellos
corresponde al incremento sísmico de 2012, acompañado de un proceso deformativo, el
cual sugiere una intrusión en forma de dique, de bajo aporte volumétrico. Así mismo,
dada la escasa sismicidad de fluidos observada en el proceso y la estabilidad de los
parámetros fisicoquímicos, incluso estos últimos comparados con los medidos por Koller
(1982), es posible que esta intrusión haya presentado poca interacción con el sistema
hidrotermal. El segundo episodio, corresponde al incremento sísmico que inició el 28 de
septiembre de 2019 (Santacoloma et al., 2019a, 2019b, 2019c) y se ha mantenido hasta
mediados de diciembre de 2019, localizado bajo el edificio volcánico, y que se ha
caracterizado por presentar bajo aporte energético, por otra parte, no se han registrado
procesos deformativos y los parámetros fisicoquímicos monitoreados han permanecido
estables para este período. Sin embargo, durante diciembre de 2019, la red GNSS para
monitoreo en deformación ha venido registrando un proceso inflacionario leve asociado
a la actividad sísmica del último trimestre de 2019; este suceso hasta el momento no ha
comprometido la estabilidad del sistema volcánico (Alpala y Alpala, 2020, en
preparación).
Estos dos episodios evidencian que el Sotará es un volcán activo, que ha mostrado
indicios de una pequeña intrusión de magma, que alcanzó niveles relativamente
superficiales (<6 km), que aún sigue allí activa y que puede evolucionar rápidamente
debido a la naturaleza amenazante de las explosiones vulcanianas, que con frecuencia
ocurren en un marco de relativa quietud sísmica y de desgasificación (Stix et al., 1993);
además, el volcán ha mostrado en su desarrollo más reciente (últimos ~4000 años), de
acuerdo con su registro geológico, intrusiones y explosiones de domos que evidencian
este tipo de actividad, e incluso en la actualidad, en su cima se encuentra emplazado el
conjunto de domos que están obstruyendo el conducto volcánico.
El volcán Sotará (sensu stricto- ss-) que hoy se conoce, se considera relativamente joven
y su actividad holocénica está reflejada en la buena conservación morfológica del cono
volcánico actual (a pesar de estar colapsado hacia el suroeste) y del conjunto de Domos
Somitales y lavas asociadas, emplazados entre el cráter y anfiteatro, en los que se aprecia
la ausencia de evidencias importantes de erosión glaciar, evidenciando su formación en
los últimos 10 000 años. Además, su actividad actual se ve reflejada en superficie por la
presencia de fuentes termales de abundantes caudales en la base oeste del cono actual
y la presencia de un campo fumarólico en la base sur del mismo; pero también el volcán
El volcán Sotará (ss) está ubicado en el centro de la caldera del volcán Pre-Sotará, zona
cuyo interior es a manera de plataforma, suavemente y radialmente inclinada hacia
afuera del volcán Sotará, siendo éste el sitio de nacimiento de los principales drenajes o
grandes cañones (o de afluentes que van a éstos) a través de los cuales se encausarían
eventuales flujos (de lava, piroclásticos o lahares), algunos de los cuales podrían
potencialmente alcanzar sectores bajos de estos valles, donde se encuentran
poblaciones como Chapa (quebrada Flautas), Rioblanco (ríos Blanco y Negro [del oeste]),
Las Vegas (río Quilcacé) y Paletará (quebrada Sotará y río Negro, del noreste, afluentes
del río Cauca). También podrían encausarse por los nacimientos del río Majuas, que
desemboca al río Magdalena en las inmediaciones del municipio de San Agustín (Huila),
aunque la zona poblada más cercana, y a orillas de este último río, es Puerto Quinchana,
a unos 30 km (por los drenajes) al sur-sureste del volcán. De otro lado, sobre el extenso
valle del río Guachicono, al descender desde cerca del volcán hacia el valle del Patía,
presenta también algunas poblaciones cerca a sus orillas, pero a mayor distancia (46,4
km) como la de Guachicono Caliente (que no se debe confundir con la vereda
Guachicono, más cercana y a orillas del río, pero antes de llegar a La Sierra). Sin embargo,
para todas estas poblaciones se verá cómo quedará su situación luego de que se realicen
y evalúen las simulaciones de esos eventos volcánicos, lo cual se reflejará también en el
respectivo mapa de amenaza volcánica.
De otro lado, en la parte somital, el conjunto de Domos Somitales allí localizados, que
eventualmente podrían ser los más propensos a ser involucrados en corrientes de
densidad piroclástica concentradas y/o diluidas, en el caso de nuevos emplazamientos
magmáticos con erupciones explosiones que los afecten; probablemente las partes más
rasantes de ellas podrían, parcialmente, ser retenidas por las paredes verticales internas
no colapsadas del cono, que en la actualidad se encuentran tapizadas por una película
amarillenta (matriz hidrotermalizada), ocasionada por explosiones que dieron origen a
la Unidad Eruptiva La Cima (con edades de 1510 y 1100 años A.P.; tablas 2, 4, anexo 1,
figura 34), sin embargo otras porciones más superiores de eventuales CDPs diluidas o de
CDPs concentradas por colapsos de columnas eruptivas tendrían la capacidad de
sobrepasar estas paredes y alcanzar distancias considerables hacia cualquier dirección
del volcán.
Se debe destacar que el cono del Sotará está colapsado y el anfiteatro resultante está
abierto hacia el suroeste, en dirección que abarca la población de Rioblanco, a través de
los valles de los ríos Blanco y Negro, a unos 9 km en línea recta, y aunque esta población
está localizada en un alto topográfico sobre la margen izquierda del río Blanco, pues el
volcán está localizado aún más alto y podría ser eventualmente alcanzada por CDPs
diluidas (o nubes piroclásticas acompañantes), como efectivamente se evidencia en el
registro geológico reciente (cerca de 2990 años A.P., tablas 2 y 4), en el camino de
ascenso a esta población, desde la unión de los ríos Guachicono y Blanco. De igual
manera, y aproximadamente en la misma época, esas CDPs también se emplazaron
voluminosamente por los valles de los ríos Quilcacé (al norte-noroeste) Blanco y Negro
(el del sector noreste y el del sector oeste), Majuas (al sur-sureste) y las quebradas
Flautas (al noroeste) y Sotará (al este).
De acuerdo con la morfología actual, los productos de una eventual erupción que
pudieran sobrepasar el borde del cráter de este edificio colapsado al suroeste, el cual
encierra los Domos Somitales, alcanzarían a distribuirse por los drenajes antes
mencionados, que se originan en la plataforma conformada por el piso de la caldera del
Pre-Sotará, (hacia todos sus alrededores), pudiendo facilitarse más aún, por el oeste y
suroeste, hacia donde está abierto el anfiteatro en dirección de los valles de los ríos
Blanco y Negro.
edificio debió sufrir los efectos erosivos de varias glaciaciones, incluyendo los de la
Última Glaciación, pero actualmente no se aprecian en su totalidad, debido quizás a que
estos valles, como aquellos de los ríos Quilcacé, Majuas, Blanco y Negro, en sus partes
altas son amplios pero sin la característica forma en “U” del perfil de un valle glaciar, ya
que han sido erosionados y modificados por las corrientes hídricas, procesos de alta
montaña, el intemperismo, la destrucción del mismo edificio ancestral, la cobertura
vegetal, y también han sido cubiertos por depósitos de la actividad eruptiva posterior
que dio origen al volcán Sotará (ss). En el inicio del valle de la quebrada Flautas es el
único en el que aún se puede apreciar parcialmente esta característica de valle glaciar,
aunque ya cubierta por depósitos piroclásticos posteriores.
Estos valles podrían facilitar el encañonamiento y la movilización, hacia las zonas bajas
distales, de potenciales lahares generados por transformación directa o por
removilización de otros depósitos previamente emplazados a través de ellos, como se ha
podido evidenciar en el registro geológico (Avalancha de Escombros y Lahar Río Negro,
por el flanco oeste).
De otro lado, las geoformas y depósitos generados durante la formación del volcán
Sotará (ss), como son el cono distinguible en la actualidad, su colapso hacia el suroeste,
el domo colada y el conjunto de Domos Somitales con sus lavas asociadas,
evidentemente no exhiben ese tallado glaciar, aun estando localizados a alturas entre
3800 y 4420 m.s.n.m., sus superficies, claramente muy bien conservadas, sugieren su
edad holocénica, es decir, su generación con posterioridad a los efectos erosivos de la
Última Glaciación.
Según la cartografía Geológica Regional (plancha 1:100 000: Orrego y Acevedo, 1999) y
el trabajo geológico de Pulgarín et al. (2010), al volcán lo atraviesan varias fallas
regionales y lineamientos fotogeológicos; entre estas se encuentra la Falla San Jerónimo
(figura 44) con tendencia noreste-suroeste y su trazo, que pasa por la cima del volcán,
coincide con el campo fumarólico localizado cerca de su base sur, indicando que podría
haber una relación directa entre estos dos elementos. Esta falla hace parte del sistema
de Fallas Romeral (ramal oriental) y se considera activa (París, 1999), pues varios sismos
ocurridos y sentidos en la zona de Paletará y Chapa en las últimas dos décadas, han sido
asociados parcialmente a ella (Pulgarín y Agudelo, 2003; Cardona et al., 2004).
Tomando en cuenta que la Falla San Jerónimo está afectando rocas del basamento
cristalino y al propio Volcán Sotará (Orrego et al, 1996, 1999 y 1999a), es posible que los
magmas que formaron este complejo hayan aprovechado esta zona de debilidad para
emplazarse a través de ella. Esta condición estructural, amerita una atenta vigilancia de
la actividad sísmica de ambas estructuras (volcán y falla), como lo viene realizando el SGC
a través de sus redes de monitoreo volcánico y sísmico, ya que eventuales movimientos
sísmicos resultantes de dicha actividad tectónica podrían influir en la estabilidad del
sistema volcánico.
Sobre la base del cono volcánico actual del Sotará, en los sectores oeste y sur, se
encuentran zonas con fuerte alteración hidrotermal, que corresponden respectivamente
a los sectores donde se presentan las manifestaciones superficiales de actividad del
volcán, como lo son las fuentes termales (de caudal abundante) y el amplio campo
fumarólico, lo cual indica la presencia de un sistema hidrotermal activo e importante,
por lo que el SGC, a través del OVS-Popayán, mantiene la vigilancia visual e instrumental
desde hace más de 15 años, con el objetivo de detectar cambios morfológicos en dichos
sectores o en los contenidos y temperaturas de sus emanaciones hidrotermales. Este
monitoreo físico-geoquímico de las fuentes termales y fumarolas, es importante ya que
áreas alteradas hidrotermalmente pueden potencialmente ser propensas a originar
zonas inestables o de debilidad del edificio. Los estudios han mostrado que las aguas
termales corresponden a aguas Sulfato-Cloruradas con componente magmático (Garzón,
1997) el cual aún se mantienen estable (Santacoloma et al., 2019a; 2019b; 2019c) y gases
que, de acuerdo con los análisis recientes, se consideran de origen magmático, con pH
en sus condensados de 1,2 a 1,5 y son emanados con temperaturas en rangos de 82°C a
87 °C en la actualidad (Santacoloma et al., 2019a; 2019b; 2019c). Estas características de
los fluidos volcánicos no han tenido cambios sustanciales hasta el momento, en este
volcán.
Igualmente, cabe destacar que las rocas presentes en las partes altas del volcán
incluyendo los Domos Somitales, la mayoría de ellas andesitas a dacitas porfiríticas con
tonalidades rojiza a gris-rojiza, evidencian un importante estado de oxidación, generado
durante su emplazamiento (oxidación sineruptiva).
Entre los depósitos que fueron analizados como los eventos máximos y más recientes
escogidos del registro geológico del volcán Sotará (ss) y de su historia eruptiva (de
acuerdo con los lineamientos del SGC) se encuentran CDPs (concentradas y diluidas),
lahares, flujos de lava, avalanchas de escombros y caídas piroclásticas, aunque estas
últimas no son evidentes en campo, al menos hasta ahora (quizás se han erosionado).
Todos estos eventos, representan las principales amenazas volcánicas asociadas a este
volcán, incluyendo además las ondas de choque, que son fenómenos físicos que se
producen normalmente durante erupciones explosivas.
Del volcán Sotará hasta ahora no se tienen registros claros de actividad eruptiva
histórica, los cuales, según Crandell et al. (1984a) son los que deben ser la primera fuente
de información a ser tenida en cuenta como base para los estudios de amenaza
volcánica. Además, del estudio geológico realizado en el volcán Sotará (Pulgarín et al.,
2010), se conoce que, durante toda su formación, el volcán Sotará tuvo un
comportamiento preferencialmente extrusivo-explosivo (Etapas I y III), con una etapa
intermedia más efusiva (Etapa II). Sin embargo, el intervalo más reciente de su desarrollo
(Etapa III), ha tenido un comportamiento extrusivo-explosivo más importante, con
erupciones freáticas a freatomagmáticas, en las que principalmente se han formado y
destruido domos somitales, con generación de corrientes de densidad piroclástica
(CDPs) principalmente líticas, tanto concentradas como diluidas, evidenciando un estilo
eruptivo dominantemente Vulcaniano. En esta historia eruptiva del volcán se han
generado también pequeños flujos de lava y dos avalanchas de escombros que se
distribuyeron solo en las partes proximales y algunos flujos de escombros (lahares) que
alcanzaron mayores distancias que los anteriores depósitos.
Muchos de estos depósitos han tapizado o rellenado el piso de la caldera del Pre-Sotará
y parcialmente sus remanentes, incluso algunas de las corrientes de densidad
piroclástica y lahares, han viajado más lejos a través de los profundos y largos valles y
cañones esculpidos sobre este edificio ancestral, como aquellos de los ríos Quilcacé,
Guachicono, Majuas, Blanco, Negro (ambos, el del oeste y del noreste) y quebradas
Flautas y Sotará.
De acuerdo con los análisis que se han realizado y su cubrimiento geográfico, los
fenómenos volcánicos que a continuación se describen, afectarían áreas del volcán tanto
en facies proximal como distal según sea su distribución y volumen, de acuerdo con la
magnitud de una eventual erupción.
De acuerdo al registro e historia eruptiva del volcán Sotará (ss), se ha evidenciado que
asociados a esta, hubo varios eventos máximos, de corrientes de densidad piroclástica
(CDP) concentrada y diluida, principalmente líticas; algunos de los depósitos de estas
CDPs presentan algo de material pumítico hacia sus techos. Los eventos volcánicos que
han generado estos depósitos son los fenómenos volcánicos más representativos de la
última Etapa (III) de desarrollo del volcán Sotará y son además considerados los de mayor
ocurrencia por su volumen, espesor, cobertura y sobre todo frecuencia.
Esta unidad representa una sucesión de depósitos muy semejantes entre sí, que en uno
de sus afloramientos más significativos, como es en el sector del Llano de Sotará (figura
31), parecieran que fuera uno solo, sin embargo, en los diferentes carbones encontrados
en este lugar y otros cercanos, se obtuvieron edades que muestran una relativa
continuidad en el tiempo, ya que se solapan casi de manera seguida, teniendo en cuenta
sus rangos de desviación estándar (figura 34, anexo 1, tabla 4), siendo esto más
característico en la parte superior de dicha unidad. Los depósitos de esta unidad
eruptiva, representan entonces actividades eruptivas de mayor magnitud y más
sostenidas en el tiempo. Las edades obtenidas fueron de 3460 ± 27 años A.P., para su
parte inferior, y en un rango de 3130 ± 30 a 2820 ± 30 años A.P., para su parte superior;
en este último rango (que duró unos 310 años), han sido más frecuentes estas fases de
actividad explosiva de domos, en la que se registraron al menos 10 fases eruptivas, que
generaron CDPs concentradas y diluidas, con recurrencia cada 31 años, en ese intervalo
de tiempo.
Los depósitos de esta Unidad Eruptiva fueron los tenidos en cuenta para la evaluación
de la amenaza volcánica por estos tipos de eventos, que son los de mayor volumen, y
para una de sus capas de CDPs concentradas (flujos piroclásticos) más espesas y de
mayor cubrimiento, se obtuvo un volumen cercano a los 80 millones de m3, a partir de
su reconstrucción por sectores. Tanto las CDPs concentradas como las diluidas
intercaladas con las primeras, alcanzaron distancias máximas de 19 km desde la cima,
hasta donde actualmente se encuentran registros en sus partes más distales. Por lo
tanto, también se tienen en cuenta, como fenómeno amenazante las CDPs diluías, las
cuales han sido eventos volcánicos que se han repetido casi de igual manera como sus
equivalentes concentrados y han alcanzado unas dispersiones también muy grandes, con
relaciones H/L (distancia vertical/distancia horizontal viaja por el flujo) muy baja (0,16),
principalmente sobre el Llano de Sotará y la quebrada Flautas, seguramente favorecidas
por la gran capacidad que tienen durante su emplazamiento de sobrepasar barreras
topográficas.
Sin embargo, posterior a las fases eruptivas que dieron origen a la Unidad Eruptiva La
Piedra-Llano de Sotará, se produjeron otras dos fases explosivas que dieron origen a la
Unidad Eruptiva La Cima (CDPs concentradas y diluidas), con edades de 1510 ± 30 y de
1100 ± 30 años A.P. (tablas 2 y 4, anexo 1). Las edades de los depósitos de CDP que
representan esta actividad son menores, así como también sus volúmenes y, además,
han sido menos frecuentes en el tiempo, que las anteriores y representan una nueva
actividad explosiva de domos, ocurrida 1310 y 1720 año respectivamente, después de la
anterior actividad explosiva.
La actividad más reciente del volcán Sotará muestra evidencias de importantes depósitos
dejados por lahares (flujos de escombros volcánicos) asociados posiblemente a la
transformación directa de depósitos de CDPs, o de avalanchas de escombros, sin
descartar aquellos que pudieron ser generados a partir de la removilización de éstos o
de otros tipos de depósitos fragmentarios no consolidados. Hay varios lahares asociados
a la historia reciente del volcán, como son los lahares asociados a las unidades: Depósito
de Lahar Río Negro (por el río Negro), Depósitos de lahar La Orquídea y el Tablón (por el
río Quilcacé), y los depósitos de lahar Salinas, Cruz Azul, y Piedra Sentada, emplazados
por el río Guachicono (Pulgarín et al., 2010).
Para la evaluación de amenaza por este tipo de fenómeno en el Sotará, se escogió como
evento máximo el depósito de lahar Río Negro, debido a su cobertura y magnitud y a las
alturas que alcanzó en partes estrechas del valle. El depósito de este lahar se distribuye
en el sector oeste del volcán sobre el valle del río Negro y en el río Blanco, luego de su
confluencia; alcanzó el cañón del río Guachicono, que recoge al anterior, habiéndose
remontado aguas arriba de éste último aproximadamente 500 m, y hasta más de 3 km
aguas abajo (según el registro actual, pero que debió ser mucho mayor). Actualmente,
aunque el depósito está erosionado, sus remanentes exhiben espesores mayores a 60 m
en las zonas estrechas del cañón (en las partes medias de su recorrido, valles de los ríos
Negro y Blanco), y espesores hasta de 30 m en las partes bajas, sobre el valle del río
Guachicono.
De la historia y actividad del volcán, se evidencia que este tipo de fenómeno está
asociado principalmente a la construcción del cono actual del Sotará (Etapa II), a los
emplazamientos de domos generados en las Etapas I y III, y a los flujos de lava en bloques
asociados a los domos a esta última. Los flujos de lava en bloques de algunos de los
Domos Somitales, son pequeños, con longitudes < 2 km y espesores hasta de unos 10 m;
sin embargo, también se han generado flujos de lava de mediana magnitud, como el flujo
de lava en bloques, con estructuras de ojivas en su superficie, asociado al Domo Colada,
uno de los domos más sobresalientes de la parte somital; ambos emplazamientos de lava
son de composición andesítica.
Para la evaluación de la amenaza volcánica por este tipo de fenómeno volcánico, como
máximo evento se ha considerado el emplazamiento correspondiente al flujo de lava en
bloques proveniente de la estructura del Domo Colada, por el mayor volumen y longitud
de su colada de lava. Este cuerpo de lava hace parte de la Unidad Eruptiva Domo Central
y Domo Colada, interpretadas como del Holoceno por la excelente preservación de su
morfología y por no presentar afectación debido a la erosión glaciar, estando a alturas
cercanas a los 4000 msnm, al igual que los demás domos que se encuentran también
emplazados en la zona comprendida entre la parte interna del cráter del cono formado
en la Etapa II y el inicio del anfiteatro formado por el colapso del mismo.
Este Domo Colada, morfológicamente se asemeja a una lengua o lóbulo que inicia en
dirección sur y luego se deflecta hacia el sureste, con longitud total de 2,1 km, amplitud
de 0,9 km y un espesor que varía desde cerca de los 200 m en su parte inicial, hasta 40
m en su frente, para un volumen calculado de ~ 109 millones de m3.
El fenómeno volcánico de las caídas piroclásticas incluye las que son distribuidas por el
viento (tamaños ceniza y parte fina del lapilli) y aquellas más gruesas emplazadas
balísticamente (como proyectiles balísticos, denominados bombas y bloques). El registro
histórico u holocénico de caídas piroclásticas asociadas al volcán Sotará no es claro hasta
Por tal motivo y como escenario comparativo más local y cercano al Sotará, con emisión
de cenizas a partir del emplazamiento de domos, se ha tomado como referencia la
información sobre la dispersión de cenizas de la actividad eruptiva más reciente del
volcán Nevado del Huila ocurrida entre los años 2007-2010 (Pulgarín y Laverde, 2014;
2016), en la que se generaron dos domos, el primero de ellos embebido completamente
por el segundo en menos de un año (Pulgarín et al., 2009; Santacoloma et al., 2009;
Pulgarín, 2012). Antes, durante y después de estos emplazamientos se produjeron varias
decenas de emisiones de cenizas asociadas, distribuidas en casi todas las direcciones,
aunque con depositación escasa en facies medias y distales, pero un poco más
representativas en facies proximales, sobre su capa glaciar (Pulgarín et al., 2007; 2009).
El volumen del evento máximo de caída de ceniza calculado para el Huila fue de
aproximadamente 25x106 m3 (Pulgarín y Laverde, 2014). A partir de esta información,
sumada a: el análisis de las condiciones locales morfológicas y geográficas del volcán
Sotará, el comportamiento dominantemente vulcaniano de éste en su última etapa de
desarrollo (en la que ha tenido emplazamientos de domos o conjuntos de domos en su
cima incluyendo los que actualmente se encuentran allí emplazados), la cercanía relativa
entre ambos volcanes en el contexto tanto geológico como geográfico, la semejanza en
la composición de sus magmas más recientes y el hecho de que ambos volcanes tienen
domos emplazados en su cima, se asumen para el volcán Sotará parte de los datos de
parametrización tenidos en cuenta en el volcán Nevado del Huila, para obtener el
escenario máximo de las caídas de ceniza en el Sotará. De esta manera, para el Sotará,
se asumió como escenario máximo por caída de cenizas, un volumen del 40% más que
el generado en el Huila durante su actividad eruptiva 2007-2010 (la cual no fue muy
invasiva en zonas medias y distales), totalizando así un volumen de 35 millones de m3.
(Galarza et al., 2019), y para luego tener en cuenta esta información en la elaboración
del correspondiente mapa de amenaza volcánica (Pulgarín et al., 2019; SGC, 2019).
Del volcán Sotará no se conoce un registro asociado con generación de ondas de choque,
ya que tampoco se le conoce hasta ahora registro de actividad eruptiva histórica, sin
embargo durante la actividad explosiva de tipo vulcaniana, la cual ha sido dominante en
el volcán, es posible que ese fenómeno se haya presentado varias veces, de acuerdo con
los depósitos que muestra su registro geológico (depósitos de CDPs resultantes de
explosiones de domos) y por ello se considera este tipo de amenaza en la presente
evaluación de amenaza volcánica; para su tratamiento se utiliza información al respecto
tomada de estudios de caso encontrados en literatura y en trabajos realizados para el
volcán Galeras, dada la disponibilidad de datos relacionados con las ondas de choque
que se han registrado durante sus erupciones (ver recopilación en Galarza et al., 2019).
El primero, que se produjo por el colapso del flanco norte del edificio formado en la Etapa
I, está localizado en la parte alta del río Quilcacé (hacia el norte) y se observa muy poco
de su registro (solo algunos montículos pequeños), ya que está cubierto con los
depósitos lávicos y piroclásticos generados durante las Etapas II y III, respectivamente.
El segundo depósito, generado a partir del colapso gravitacional del flanco suroeste del
cono actual (formado en la Etapa II) de desarrollo del volcán, también está cubierto por
los depósitos de CDP (o flujos piroclásticos) generados durante la Etapa III; sin embargo,
se evidencia aún la morfología en montículos de los hummocks tapizados por dichos
depósitos. El fenómeno de avalancha de escombro, aunque ha sido escaso y
relativamente de pequeño volumen, ha ocurrido dos veces en la historia del desarrollo
del volcán Sotará y podría volver a repetirse, sea por causa de movimientos sísmicos
regionales o locales o por debilidad del edificio volcánico (sin involucrar magma), o por
algún cambio posterior en la dinámica eruptiva, que pueda modificar las condiciones de
estabilidad en la cámara magmática, que tenga la capacidad de ocasionar un colapso de
un sector del volcán (avalancha magmática).
Se conoce, de la geología regional, que la falla activa de San Jerónimo (una de las más
orientales del Sistema de Fallas de Romeral), pasa cerca de la cima volcánica y
posiblemente los colapsos gravitaciones que han ocurrido en este volcán, hayan estado
relacionados con sismos producidos sobre ella o en fallas cercanas (como por ejemplo la
de Moras Este). De otro lado, analizando la morfología del cono del Sotará,
aparentemente no muestra evidencias claras de inestabilidad, pero las paredes internas
de su cráter tienen pendientes casi verticales y en caso de su desestabilización, se
De acuerdo con la situación actual del volcán, los sitios que podrían establecerse en un
análisis inicial como más favorables para un evento de una desestabilización de una parte
del volcán, podrían ser las zonas que evidencian una fuerte alteración hidrotermal (zonas
de debilidad), como son el campo fumarólico (al sur del cono actual del volcán) y el sector
de las aguas termales (al oeste). Por lo tanto, se seleccionan estos dos sectores como
posibles fuentes de avalanchas de escombros, de volumen pequeño, sobre los cuales se
efectuarán simulaciones computacionales de avalanchas de escombros (no
magmáticas), sobre la topografía actual (Galarza et al., 2019). El depósito tomado en
consideración como escenario para estas simulaciones es el correspondiente a la
avalancha de escombros Río Negro, estimando un volumen aproximado a 15x106 m3.
8 ESCENARIOS ERUPTIVOS
Para el caso del volcán Sotará, se plantean un escenario eruptivo pasado, a partir de las
interpretaciones de la información geológica, de sus productos y del comportamiento
eruptivo del volcán y se complementa con información proveniente del monitoreo
volcánico, el cual viene siendo realizado por el Servicio Geológico Colombiano, a través
También se presentan algunos escenarios eruptivos de otros volcanes del mundo cuyo
comportamiento pudiera asemejarse, al menos parcialmente, con episodios de la
historia eruptiva del Sotará (escenario de referencia, de acuerdo con Cepeda, 2009),
como por ejemplo los volcanes Soufrière Hills (de Las Antillas Menores) y Sinabung (de
Indonesia), lo cual puede ayudar a complementar y a comprender, de mejor manera, lo
planteado en la evaluación de la amenaza volcánica, así como los escenarios eruptivos
que se plantean y el eventual desarrollo de las fases eruptivas y su evolución, durante
una posible reactivación de este volcán.
A partir del conocimiento geológico del volcán y de su historia eruptiva, se puede decir
que su comportamiento predominante se ha caracterizado por el emplazamiento y
posterior destrucción de domos (Etapas I y III), generando corrientes de densidad
piroclástica (CDPs) concentradas y diluidas (flujos y oleadas piroclásticas) y en su etapa
intermedia ha tenido más un carácter efusivo, con emisión de flujos de lavas que
construyeron el cono actual (construido en la Etapa II), que está colapsado hacia el oeste
y dentro del cual, durante la Etapa III, se han emplazado y destruido varios domos y
actualmente se encuentra un conjunto de ellos emplazado en su cráter.
líticas) alrededor del volcán, las cuales serían de más largo alcance y de mayor volumen,
que se emplazarían por los valles de los ríos y quebradas que nacen en el volcán y que
podrían canalizarse a través de éstos hacia zonas medias y distales, en donde podrían
haber poblaciones.
Las explosiones generadas durante los pulsos o fases eruptivas podrían eventualmente
alcanzar a profundizar superficialmente en la cámara magmática y emitir también
pequeñas porciones de material vesiculado (pómez), como ha ocurrido en varias de las
fases eruptivas que dieron origen tanto a los depósitos de la Unidad Eruptiva La Piedra-
Llano de Sotará, como a aquellos de la Unidad Eruptiva La Cima. Este fenómeno podría
estar también acompañado de la ocurrencia de ondas de choque, emisiones de ceniza
más abundantes, bloques y bombas volcánicas, sismos de diferentes magnitudes y olores
a azufre.
De otro lado, con respecto al comportamiento actual del volcán Sotará, de acuerdo con
los datos de las redes de vigilancia volcánica, al inicio del monitoreo de la actividad en
este volcán, se registró una actividad sísmica volcano-tectónica (VT) distal, localizada
principalmente al noreste del volcán, en el Valle de Paletará a distancias entre 10 y 15
km, algunos de ellos sentidos y posiblemente asociados a la actividad tectónica de las
fallas geológicas presentes en la zona. Como se mencionó en el Capítulo 6, durante los
últimos años el volcán Sotará ha tenido un incremento notorio de su actividad sísmica,
con un proceso deformativo asociado al enjambre de sismos VT del año 2012, que se ha
interpretado como una intrusión magmática de pequeño volumen. En la actualidad la
Este escenario está muy acorde también con la actividad que se produjo durante la fase
eruptiva 2007-2010 del volcán Nevado del Huila (Santacoloma et al., 2009; Pulgarín,
2012), localizado a 110 km al noreste del volcán Sotará, conformado por varios picos
nevados, cada uno de ellos considerados como centros de emisión y posiblemente
obstruidos con emplazamientos de domos y con flujos de lava asociados (Cepeda et al.,
1997; Pulgarín y Correa, 2002; Correa, 2009).
El registro geológico lejano de las cenizas, fue muy delgado, solo permaneció por algunos
horas o escasos días, ya que rápidamente era borrado por el viento o las lluvias; mientras
que el registro geológico proximal, más evidente sobre la masa glaciar, se camuflaba con
nuevas recargas de nieve. Sin embargo, buena parte de este registro, más abundante
sobre el pico central, se fue perdiendo a medida que el glaciar se desbarataba con el
incremento del fracturamiento y erosión del mismo, por el calor emitido por las
abundantes fumarolas que salían por las grandes grietas neoformadas, entre otras
causas.
Junto con los tres pulsos eruptivos mayores, febrero 19 de 2007, abril 18 de 2007 y
noviembre 20 de 2008, se produjeron también desestabilizaciones y sistemas de
fracturamiento en gran escala de la masa glaciar, así como enormes lahares, que fueron
aumentando en volumen, en cada erupción. El primero de ellos fue menor a los 5x10 6
m3, el segundo, cercano a los 75x106 m3, que ocurrió tanto hacia el oeste como hacia el
este, pero luego ambos brazos se unieron; y el tercer lahar tuvo un volumen cercano a
450x106 m3 (Pulgarín et al., 2009). En los dos primeros lahares no se generaron víctimas
fatales, pero en el tercero, asociado a la erupción del 20 de noviembre de 2008, nueve
personas perdieron la vida, a pesar de la zona ya estaba evacuada desde hacía varios
días. En general, aunque las cenizas que cayeron durante estas erupciones no alcanzaron
a causar afectaciones catastróficas, sí generaron algunos problemas en las vías
respiratorias y en los ojos de las habitantes de poblaciones más cercana, pero no tanto
hacia las zonas medias y distales. Los lahares también afectaron algunas de las
poblaciones rivereñas del río Páez y parcialmente a las instalaciones de la Represa de
Betania, localizada a más de 100 km del volcán y sobre el río Magdalena, que recibe las
aguas del Páez.
Este sería un escenario que podría referenciar una de las posibilidades que se
mencionaron anteriormente en el escenario pasado para el Sotará, en el que se dan
emplazamientos de domos, asociados con emisiones de ceniza de diferentes
magnitudes, aunque relativamente pequeñas, sin la generación de grandes columnas
eruptivas y sin el emplazamiento de CDPs, es decir, un proceso de emplazamiento y
enfriamiento posterior de domos en la zona volcánica somital.
Para el caso del volcán Sotará se han tomado como referencia dos volcanes, fuera de
Colombia, con estilo y comportamiento eruptivos aproximadamente similares, con
algunas características comparables, como son los volcanes Soufrière Hills (Antillas
Menores) y Sinabung (Indonesia), con el fin de establecer alguna similitud en el caso de
una eventual reactivación del volcán Sotará o para tenerlas de referencia en la evolución
del fenómeno volcánico. Del Sotará no hay clara evidencia de registro de actividad
eruptiva histórica documentada y por lo tanto no se ha visto en plena erupción; su última
erupción, al menos explosiva, de acuerdo con las dataciones conocidas hasta el
momento, es de hace cerca de 1100 años A.P. (tablas 2, 4 y anexo 1).
B.P.), Centre Hills (950 a 550 ka B.P.) y South Soufrière Hills (160 ka al Presente), con
colapsos de sector que han borrado algunos de los depósitos generados por actividades
anteriores, dejando anfiteatros donde se han emplazado nuevos domos cuyos colapsos
o explosiones han generado enormes CDPs encausadas a través de estas cicatrices y
drenajes (Harford et al., 2002). El volcán además tiene áreas de rocas alteradas
hidrotermalmente, incluyendo campos fumarólicos activos (Voight et al., 2002). La
actividad originada por el colapso de domos, han dado lugar a lahares, avalanchas de
escombros y depósitos de caídas piroclásticas usualmente delgados y escasos, excepto
en 1996, cuando después de una serie de colapsos de domo le siguió una erupción
magmática con una columna de 13 km de altura, que dejó sobre la isla de Monserrat más
de 600 mil toneladas de cenizas (Robertson et al., 2000).
La única actividad histórica que había sido documentada era el emplazamiento del domo
de lava llamado Castle Peak en los años 1600’s. Luego el incremento de la sismicidad
volcánica afectó edificios en los años 1890s, 1930s y 1960s (Kokelaar, 2002). Luego otra
erupción histórica empezó en 1995 y aún continúa en curso, con una etapa paroxismal
entre 1995 y 1999, con una serie de eventos desde entonces que involucran crecimiento
de domos y el colapso o explosión de ellos, generando CDPs y caídas de rocas, con un
estilo eruptivo predominantemente vulcaniano. Esta actividad ha tenido intermitencias
de reposo entre 1998-2000, 2004-2006 y 2007-2009; en este último año, con la extrusión
de un pequeño domo. La gran actividad del volcán obligó a la evacuación de la zona sur
de la isla de Monserrat, incluyendo su capital (Plymouth) que fue destruida y enterrada
por lahares. Los períodos de reposo, fueron diagnosticados como pausas entre
extrusiones de domos, comportamiento muy bien evidenciado por el monitoreo
volcánico y sismológico del Monserrat Volcano Observatory (MVO) desde que inició esta
fase eruptiva en 1995, que incluye un incremento en la sismicidad de baja frecuencia
(enjambres) y tremores, variación en la cantidad de SO2 emitida y una significativa
deformación superficial.
Estos acontecimientos indicaron que las caídas de rocas y los flujos piroclásticos (CDPs)
generados por el colapso del domo en el volcán, estuvieron íntimamente ligados a la
despresurización del gas y a los pulsos del magma (Calder et al., 2002). Las explosiones
iniciaron con expulsión de proyectiles balísticos y cenizas que se dispersaron en un
amplio radio alrededor del domo. Bloques de hasta 1 m de diámetro se encontraron a 2
km del cráter (Robertson et al., 2000). Le continuó una erupción de magma rico en gas
altamente presurizado alcanzando entre 3-15 km de altura. Esta columna al colapsar
generó corrientes de densidad piroclástica que se distribuyeron radialmente en todas las
direcciones. Al final de este mismo año, se presentó una violenta erupción de tipo blast
(explosión lateral) (Voight et al., 2002), que luego, por debilitamiento de las paredes
hidrotermalizadas del cráter, favoreció la generación de una avalancha de escombros.
Poco después, se produjo una serie de potentes y devastadoras CDPs.
Entre 1998-1999 sólo se evidenció la degradación del domo con poca actividad
esporádica. El paso de un huracán provocó grandes lahares a partir de la gran cantidad
de material volcánico emitido. En 1999, el domo tuvo un gran colapso, generó una
columna de 12 km de altura y empezó a creer de nuevo. Para los años 2000 y 2001
durante períodos de intensas lluvias, este domo colapsó en dos ocasiones sin mayores
precursores sísmicos (Watts, et al., 2002). Luego vinieron explosiones vulcanianas con
generación de CDPs y los subsecuentes lahares. Entre 2002 y 2003, creció una espina en
la cima del domo, se generó una alta actividad piroclástica y hubo crecimiento del domo.
Pero para 2003, el domo colapsó y ocurrió uno de los mayores colapsos hasta la fecha.
La nube de ceniza alcanzó los 15 km de distancia y se generaron CDPs (flujos
piroclásticos) a partir de las cuales de se produjeron explosiones freatomagmáticas
secundarias, al entrar en contacto con al agua del mar. Se produjeron CDPs diluidas
(oleadas piroclásticas basales) que quemaron la vegetación del área. En 2004, hubo un
evento de colapso con una nube de ceniza que alcanzó los 7 km de distancia y los flujos
piroclásticos (CDPs) llegaron al mar. Para el 2005 incrementó la sismicidad, hubo dos
eventos explosivos y el crecimiento de un nuevo domo.
En 2006 ocurrió el primer colapso del nuevo domo. Una gran explosión produjo una nube
de 17 km de altura y una lluvia de proyectiles balísticos por los flancos del volcán. Los
flujos volvieron a llegar al mar y se produjeron de nuevo oleadas basales y se generaron
incendios alrededor y lahares debido a las intensas lluvias. De nuevo, unos días después,
empezó a crecer otro domo en el cráter, que luego con un pequeño colapso generó CDPs
hasta 10 km de distancia. Para 2007 el domo había alcanzado un volumen enorme y se
detuvo su crecimiento. Entre 2008-2009 hubo un significativo incremento en la
sismicidad, apareció un cráter y ocurrió una serie de explosiones menores, pero con
columnas eruptivas que alcanzaron hasta los 10 km de altura y sus colapsos generaron
Como se aprecia de esta detallada descripción de la actividad eruptiva del Soufrière Hills
en un poco más de las dos últimas décadas, ha mostrado un comportamiento extrusivo-
explosivo mediante sucesivos emplazamientos y destrucciones de domos por
explosiones y colapsos que han esparcido sus CDPS hasta 15-17 km, ha habido
lanzamiento de proyectiles balísticos y se han generado caídas de ceniza sin mucha
dispersión y se han producido también importantes lahares asociados a lluvias. Aunque
para el volcán Sotará no se conocen erupciones históricas, y por lo tanto no se dispone
de esa documentación detallada histórica de su comportamiento, el registro geológico
holocénico de éste evidencia que han ocurrido estos mismos procesos (y mucho más
entre los años 3130 a 2820 años A. P.) y por lo tanto podrían volver a ocurrir con
características parecidas a las ocurridas en el Soufrière Hills.
En general, los productos de este volcán son flujos piroclásticos (CDPs), domos y flujos
de lava. Los depósitos de caídas de ceniza tienen escasa distribución y su exposición está
relacionada con los flujos piroclásticos como nubes acompañantes. Mientras que los
proyectiles balísticos están distribuidos alrededor de su cima y los depósitos de lahares
se presentan hacia la base del volcán. Se creyó inactivo por más de mil años, tiempo en
el cual la actividad de este volcán fue predominantemente de solfataras y emisiones
fumarólicas en cercanías de todos los cráteres, hasta que uno de sus depósitos fue
datado en 1100 años. Dicha actividad, pudo ser debida a la explosión de un gran tapón
que bloqueaba la salida del gas volcánico.
Su actividad actual inició en 2010 con una serie de explosiones freáticas que resultaron
en columnas de cenizas de más de 5 km de altura (Sutawidjaja et al., 2013), compuestas
de material no juvenil muy alterado, provenientes varios cráteres (III y IV). Estas cenizas
son más enriquecidas en SiO2 que las lavas viejas y jóvenes, su composición parece ser
intermedia entre la lava joven y la lava alterada de la espina, sugiriendo que estas cenizas
provienen principalmente de la lava alterada hidrotermalmente de la espina de lava y no
del edificio volcánico (Iguchi et al., 2012).
Las cenizas y flujos causaron víctimas y muchas evacuaciones, debido a que las personas
no sabían que hacer, pues ésta era la primera vez que presenciaban una erupción del
volcán y ni sus antepasados, que vivían allí antes, lo habían visto. Esta actividad cesó,
pero en 2013 se incrementaron los niveles de actividad y apareció un pequeño domo de
lava en la cima, del cual en 2014 colapsó un lóbulo y se produjeron grandes flujos
piroclásticos (CDPs concentradas) y oleadas (CDPs diluidas), que cobraron la vida de 15
personas; en este mismo año se emplazó un flujo de lava. La actividad de crecimiento
del domo, las CDPs y las explosiones continuaron hasta finales de 2015. El hallazgo de
enclaves (xenolitos) en sus lavas, sugieren que se han dado mezcla de magmas durante
esta actividad.
La actividad entre 2015 y 2018, se mantuvo en niveles bajos; sin embargo, entre 2017-
2018, se presentaron columnas eruptivas de varios kilómetros de altura, avalanchas de
bloques (caídas de rocas) y peligrosas CDPs (flujos piroclásticos) a raíz de la destrucción
del domo. Decenas de explosiones ocurrieron generando columnas eruptivas con alturas
entre 500 y 5000 m y flujos piroclásticos (CDPs), hasta que se produjo la mayor explosión
hasta la fecha, que incluyó una columna que alcanzó los 16,8 km de altura. La actividad
decreció considerablemente en ese último año y sólo se reportaron columnas de gases
de hasta 1000 m.
Estos factores indicarían una desestabilización en las condiciones del sistema volcánico
y podrían significar el inicio del ascenso de magma generando sismicidad, fracturamiento
en el volcán, ascenso de fluidos (gases y líquidos), explosiones con emisiones de ceniza
y deformación del cono volcánico que pueden indicar la formación de nuevos domos;
durante el emplazamiento y crecimiento de éstos, se podrían generar colapsos de ellos
con emplazamientos de CDP principalmente líticas (bloques y cenizas) o explosiones de
ellos que además del material lítico propio de los domos, quizás se verían involucrados
con otras porciones (más pequeñas) de magmas vesiculados localizados a más
profundidad debajo de los domos que se emplazan; todo este material expulsado
formaría columnas eruptivas más altas y CDPs concentradas y diluidas y además ondas
de choque debidas a esas explosiones. Estos eventos podrían estar acompañados por
pequeños flujos de lava asociados a los domos, olores a azufre, dispersión de cenizas y
proyectiles balísticos, así como por lahares (flujos de escombros) que se podrían generar
por transformación directa a partir de las CDPs, cuando éstas se mezclan con cuerpos de
agua superficiales (comúnmente ríos, lagos o represamientos) o cuando estos materiales
depositados son removilizados por lluvias o por desconfinamiento de cuerpos de agua.
También se podrían generar grandes deslizamientos o avalanchas de escombros por los
sismos o por la inestabilidad del volcán (generada por alteración hidrotermal o por
fracturamiento) o ambos y eventualmente, por deformación volcánica.
En el registro eruptivo del volcán Sotará, no son evidentes los depósitos de caída de
ceniza ni de proyectiles balísticos, pero ello no significa que no se hayan producido,
seguramente se erosionaron con el tiempo o fueron removidos por el emplazamiento de
las grandes CDPs que ocurrieron, y por lo tanto no se debe descartar su ocurrencia en
una eventual reactivación de la actividad explosiva del Sotará.
De otro lado, el inicio de una nueva actividad del volcán pudiera estar marcada por la
desestabilización del sistema por sismicidad regional tectónica que haga que los domos
colapsen o incluso períodos de intensas lluvias pueden inducir colapsos, todo esto sin
necesidad de que se deba al proceso de emplazamiento de un nuevo magma. La
existencia de anfiteatros en la estructura de un edificio volcánico, podrían inducir puntos
de debilidad por donde se facilite de alguna manera, una posible descarga de magma y
el crecimiento de nuevos domos; de hecho, los que actualmente se encuentran
emplazados en el Sotará se localizan en una de estas zonas, hacia el oeste-suroeste.
CONCLUSIONES
El volcán Sotará es uno de los volcanes activos más importantes del segmento central de
volcanes activos en Colombia, que aún no contaba con mapa de amenaza volcánica, por
lo que en el presente trabajo se enfocaron los esfuerzos para la evaluación de su
amenaza volcánica, insumo importante para la posterior realización de simulaciones de
eventos volcánicos y elaboración del correspondiente mapa de amenaza volcánica, los
cuales se realizan a la par con el presente trabajo.
Para la evaluación de la amenaza volcánica del volcán Sotará, se tomó como base el
conocimiento del volcán y de su historia ya conocidos, complementado y reorganizado
con nueva información, principalmente adquirida de nuevas dataciones 14C y Ar-Ar y de
posterior trabajo de campo. Los lineamientos de evaluación de las amenazas se han
seguido de acuerdo con los estándares esbozados por el SGC y se considerando como
como foco emisor la zona somital del volcán, en el evento de futuras erupciones.
El estado actual de actividad del volcán Sotará está representado en las manifestaciones
de actividad superficial, la presencia de un campo fumarólico localizado en la base sur
del cono actual, y de un campo de fuentes termales, cerca de la base oeste. Además,
está caracterizada por el registro de enjambres de sismicidad de tipo volcano-tectónica
con la ocurrencia de gran cantidad de sismos de baja magnitud localizados
principalmente debajo del edificio volcánico a profundidades entre 2 y 6 km. En el año
2012 se registró un proceso de deformación asociado a uno de estos enjambres, el cual
se modeló como intrusión de un volumen pequeño de magma, a niveles superficiales (<6
km), que estuvo latente en esa posición y que con el incremento de la actividad sísmica
y registro de deformación durante el último trimestre de 2019 ha estado mostrando
evidencias leves de reactivación, sin comprometer aún la estabilidad del sistema
volcánico.
Dada la actividad actual del volcán y conociendo los registros geológicos de su actividad
eruptiva pasada, se debe continuar fortaleciendo las redes de monitoreo en las
diferentes disciplinas de vigilancia volcánica, como lo viene realizando el SGC, a través
del OVS-Popayán, para avanzar en el conocimiento que se tiene del sistema volcánico y
así poder mantener apropiadamente informada a las autoridades y a la comunidad.
Las amenazas volcánicas asociadas al volcán Sotará (ss), incluyen extrusión de lavas
(como domos, domos colada o pequeños flujos de lava en bloques), explosión y/o
colapso de domos (actividad dominantemente de tipo vulcaniana), con generación de
columnas eruptivas que desencadenan la formación de CDPs tanto concentradas como
diluidas, la subsecuente formación de lahares en etapas eruptivas o post-eruptivas,
ondas de choque, piroclastos de caída (cenizas, lapilli, bombas y bloques), y colapsos
gravitacionales del edificio volcánico por debilitamiento de la estructura o inducidos por
sismos.
AGRADECIMIENTOS
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ANEXOS
ÍNDICE DE FIGURAS
ÍNDICE DE TABLAS
ÍNDICE DE ANEXOS
Anexo 1. Dataciones 14C del volcán Sotará, mostradas en escala cronológica 152