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A20% - La pubertad: gun traumatismo? MARIA CRISTINA ROTHER DE HORNSTEIN ‘> Médiea psicoanalista. ‘+ Miembro titular en funeién didae- tica de Ja APA. + Profesora titular en los seminarios "Los trabajos simbélicos de la ado- lescencia’ y “Nuevos modelos teéri- cos en paicoanilisis", del Programa de Actualizacion de Clinica Psiccana- Iitiea con Nifios y Adolescentes, Pos- grado de la Facultad de Psicologia. UBa. © Coautora del libro Cuerpo, histo Hla, interpretacién, y autora de articu- Ios en revistas especializadas. Ay. del Libertador 4890, 9° piso (1426) Buenos Aires, Argentina. - Hito 0 encrucijadalen el itinerario de la historia libidinal e identificatoria de un sujeto, la adolescencia impo- ne a la psique un trabajo de metabo- lzacién, de renegociacion y de trans- formacion. Estas operaciones tienen én a adolescencia una earacteristica que las singulariza. Su fuerza estruc~ turante o desestructurante depende del impacto vivencial (afectivo y de sentido) que los cambios corporales inéditos hasta ese momento .y las exigencias socio-culturales actualicen en calidad de acontecimientos. La historia del sujeto es una com- plejd trama de acontecimientos que se resignifican entre si. No se trata de una eréniea de hechos que se su- ceden linealmente a lo largo del tiem- po, sino de acontecimfentos que se enelavan y entretejen en un juego de interpenetracién sucesiva y simulta- nea. Redes relacionales complejas gue obligan al yo a un trabajo inter- relative y 2 una reconstruceién per- manente. = Se reconstruye la constitucién-de un mundo propio, que entrafla su propia organizacién, un mundo para si producto de la transformacion en su interioridad de una incdgnita ex- terior, formado ¢ informado por esa ‘organizacion del ser vivo mismo.’ Historia constituida desde la his- toricidad del otro y constituyente a la vez, de la cual psique y cuerpo se ferigen como testimonio siempre pre- sente. No hay historia sin cuerpo ni cuerpo sin historia, Es en parte a través del cuerpo como la realidad humana se aprehende. La actividad sensorial es selectora y puente entre la realidad psiquica y los espacios cuyos materiales toma prestados, empezando por su propio espacio. somatico.? La psique y el cuerpo reaccionan ante cualquier experiencia vivencial que modifique su estado afectivo. El registro de cada acontecimiento psi- quico formar parte de los distintos tipos de memoria. Marcas, huellas, inseripciones, daran forma a um pa- sado que tendra sus efectos en el devenir aun cuando éste sea impre- decible. Los discursos sobre el cuerpo enuneiados por la madre en un co- mienzo y los enunciados por el yo del nifio a posterior! van construyendo la propia historia libidinal. En los comienzos de la vida las expresiones visibles del cuerpo del infans que la madre decodifica (des- ' Castoriadis, C. de su entramado histories) son el nico testimonio de las inscripeiones en esa otra cara invisible que es la psique La pubertad, ligada a Ja meta- morfosis corporal, enfrenta al joven con una realidad que le impone un reordenamiento afectivo_y represen- ‘Yacional para llevar a cabo la tarea de aceptar su nuevo cuerpo. lar a las satisfacciones infantiles, ir ‘al eficuentro de nuevas investiduras objetales que, sin romper su trama Ristotia, le permitan aeceder a nue- vas posiciones identificatorias, Dice Freud: En la época de la pubertad, cuan- do la pulsién sexual plantea sus exi- gencias por primera vez con todas sus fuerzas, los vijos objetos sexuales © {ncestuosos son retomados e investidos de nuevo libidindsamente. La eleccién infantil de objeto no fue sino un débil preludio, aunque sefiero, de la elec- cién de objeto en la pubertad, En ésta se despliegen procesos afectivos muy Imtensos, que siguen el mismo rambo que el complejo de Edipo o se alienan fen una reaccién frente a él. [.] Desde esta época en adelante, el individuo Jhumano tlene que consagrarse a la gran tarea de desasirse de sus padres: solamente tras esa vuelta puede dejar de ser nid para convertirse en miem- bbro de ia comunidad social.* . “La légica de los magmas y la cuestion de la autonomia’, en Los dominios del hombre: Las encrucijadas del laberinto, Cedisa, Barcelona, 1988, pag. 120. ® Aulagnier. P., “Nacimiento de un cuerpo, origen de una historia’, en Cuerpo, storia, interpretactén, Hornstein, Luis, y otros, Paidés, Buenos Aires, 1991. ® Freud, S., “Desarrollo libidinal y 0: jones sexuales (21* Conferencia)”, en Conferencias de intreduccién al psicoandilisis (1916-17), en Obras completas, tomo XI, Amorrortu, Buenos Aires, pags. 306-307. Ei modelo traumético El modelo traumatico en Freud re- mite @ una concepcién econémica: es traumética aquella experiencia que aporta un montante de excitaci que excede la posibilidad del psiquis- mo de elaborarla por los medios habi- tuales. Para que exista trauma deben darse determinadas condiciones de susceptibilidad (gcondiciones alejadas del equilibrio?), condiciones especifi- cas en que se encuentra el sujeto en el momento del acontecimiento. Hasta 1897 Freud pensaba que un traumatismo sexual originaba la neurosis (encuentro del nifio con una factualidad de seduccién por parte de un adulto). A partir de 1897 la eficacia de los acontecimientos ex- temos proviene de las fantasias que activan y del aflujo de exettacion pulstonal que desencadenan. El con- cepto de aprés-coup introduce otra historia en la etiologia del sintoma. La realidad material es recuperada sin dejar de lado la realidad psiqui- ca; se reafirma la actualidad que siempre tuvieron para Freud las se- ries complementarias en el funciona- miento del psiquismo. Actualidad que opera en la intersimbolizacién y en la complejidad del entretejido escénico para reforzar la singularidad de cada psiquismo. Esta dependeré de como cada psique trate los acon- tecimientos que le toque vivir (aqui, la pubertad), como pueda negoci con sus factores constitucionales, “su medio" y superar 0 no los obs- taculos que surjan en su trayectoria identificatoria. La pubertad es el traumatismo por excelencia, momento en el cual se reeditan las experiencias sexuales in- fantiles, que imponen un trabajo de simbolizacion: es el trabajo de la ado- lescencia. Traumatismo por exce- lencia, ya que se trata del segundo tiempo, el cual resignifica las pri- meras inscripciones de experiencias vividas que cobran cardeter de trau- maticas a partir de ese momento. ‘Cuando fueron inscritas no pudieron ser tramitadas, ni significadas, slaboradag,, 9, £2 £/5.--~°0° Es'la'tiialidad de las nuevas manifestaciones del mundo pulsional Jo que hace posible resignificar dichas experiencias anteriores en tanto en- tren en una cadena asociativa para su elaboracién. En caso contrario pueden producir un efecto develante que lleve a una situacién sintomética, a veces desestructurante. La pubertad promueve un estado de ruptura de un equilibrio anterior, tanto corporal como psiquico y, como en las estructuras disipativas, una minima fluetuacion produce un de- sorden que da nacimiento a otra es tructura ordenada. Pensado el psi- quismo como un sistema abierto, la ubertad obliga —ante la metamor- fosis corporal— a una autoorganiza- cién psiquica del sistema, el que se enfrenta a varias posibilidades. Un sistema puede autoorganizarse ‘cuando reacciona frente a las pertur- baciones imprevistas permitiendo que aparezcan nuevas propiedades. que pueden tomar la forma de una nueva estructura. Nada nos permite a priori predecir estas propiedades en su alle y en su especificidad. De ahi tnovedad. Pero no hay que ver en tas reorganizaciones simples re- wmbinaciones de elementos inter- nectados 0 el mero resultado de ra combinacién. Es necesario que cada recombinacién corresponda aa organizacion funcional nueva sultante de la creacién de nuevos gnificados, de nuevas formas lacionales, Para que una desorganizacién pue- 1 producir reorganizacion es preci- » que la significacién de las rela- ones entre las partes se transfor- e, Permitir al azar adquirir a pos- riori y en un contexto dado un gnificado funcional es lo que resu- fe un proceso autoorganizador.* La osibilidad de autoorganizacién del siquisme estaria dada por el hecho > poder establecer sus proplas sig- ificaciones. Dice Freud refiriéndose al advent- ento de la pubertad: ‘Como en todos los otros casos en que deben producirse en el organismo nuevos enlaces y nuevas composicio- nes en mecanismos compigjas fla bas- tardila es mial tambien aqui pueden sobrevenir perturbaciones patolégicas por interrupeién de esos reorde- namientos® Los cambios corporales de la pu- ertad amenazan con desbordar la apacidad del aparato psiquico para ‘amitar los conilictos. El conflicto entre pulsiones se- xuales y prohibiciones —intensifica- do en la eclosién puberal—, que en condiciones de mayor equilibrio pue- de quedar neutralizado por la esta- bilidad del sistema, en este momen- to de cierta ruptura de un equilibrio anterior puede facilitar la apricton de una “estructura disipativa’. Lejos del equilibrio nos alejamos de lo repetitive y universal, y lo que cuen- ta es la inestabilidad, las fluctuacto- nes, la impredictibilidad y la auto- organizacién del sistema. La complejizacion del sistema au- menta la variedad de respuesta y posibilidades ante las exigencias del medio. La metamorfosis corporal de la pubertad obliga al encuentro del psiquismo con una nueva represen- tacion del cuerpo que cambia, y con una nueva forma de manifestaciin de su mundo pulsional. Se impone un trabajo de simbolizacion para acceder a ese orden libidinal ¢ identificatorio novedoso en su necesidad de reen- contrar las formas elementales del placer, de! pensamiento y de la co- municacién con los otros. ~" B] paber no puede apelar en sus cambios corporales actuales a nin- guna otra referencia similar, pero inconscientemente cada propuesta actual resonaré en alguna de sus configuraciones fantasmaticas (for- maciones que acontecen por combi- nacién y desfiguracién de vivencias Atlan, H., Con rozén y sin ella, Tusquets, Barcelona, 1991. 5 Freud. S.. Una teoria sexual y otras enssayos (1905), en Obras Completas, tomo VI, morrorta, Buenos Aires, pags. 189-190. ¥ cosas oidas).* La pubertad cues- tiona todo y amenaza el funciona- miento del yo al mismo tiempo que invita a la recuperacién de lo histé- rico-vivencial, amplia el mapa de sig- nificaciones singulares y abre a nuevas formas de productividad pst- quica. La realidad de las representacio- nes del cuerpo fisico asi como las del cuerpo erégeno estén edificadas bajo Ja impronta de la seduccién primaria del infans por su madre, que lo re- conoce 0 no con derecho a un placer faturo, que lo reconoce 0 no como un ser deseante, que lo significa en sus pensamientos y en sus repre- sentaciones propias como un ser sexuado como ella o diferente de ella. ~ El trabajo de la pubertad sera la posibilidad de apropiarse de ese cuerpo capaz de procrear, al mismo tiempo que es una reorganizacién de la antigua logica del placer, ahora bajo el dominio de la genitalidad ad- _quirida. Verdadero momento, dice R. Ro- dulfo,’ de pasaje de lo félico a lo genital, primera gran tarea que le asigna Freud a lo genital y que involucra todo el desarrollo de la adolescencia, la funcién del orgasmo en Ia adoles- ‘cencia: no me refiero al orgasmo como tuna descarga de tipo econdmico, sino al orgasmo en una experiencia erética, © sea en una verdadera intersubje- tividad; esto no Io hemos acentuado todo lo necesarto, en tanto algo se termina de escribir ahi en cuanto al propio cuerpo: la inieiactén sexual en Ja adolescencia es mucho mas que un episodio: es un acontecimiento es- tructurante. Algo se termina de escrt bir y algo se resignifica en cuanto a la vivencia de satisfaccén. EI trabajo de Ia adolescencia El trabajo de la adolescencia es la reapropiacién de la historia infantil en un proyecto fundamentalmente sexual, que impone una nueva alian- za, inestable, frecuentemente ame- nazada y amenazante entre las cua- tro instancias freudianas. La pubertad hace que el sujeto de- venga propietario de su cuerpo sin estar totalmente listo para renun- iar a los beneficios de la copropiedad que tenia con sus progenitores. El ‘cuerpo tiene una historia erogenia, una memoria del placer que debera integrarse a una historia identi- ficatoria. El trabajo de la pubertad consiste en encontrar soluciones para asegu- rarse, a pesar de este cambio bru- tal interno y extemo que le sobrevie- ne, la continuidad del sentimiento de mismidad, para hacer que la desar- tieulacién potencial no induzea a una ruptura narcisista. El cuerpo fisico se construye en una relactén dialéctica con la psiquis: © Freud, S., "Manuscrito M" (1897), Los origenes del psicoandiisis, en Obras Com: pletas, tomo I, Amorrortu, Buenos Aires. * Rodulfo, R., “Bl adolescente y sus trabajos", en “Estudios clinicos” (en prensa}. tiene una realidad para los otros, es perfectible, da una imagen y es to- mado como tal en un sisiema de intercambio de significaciones. La realidad del cuerpo conjuga planos de aprehensi6n del funcionamiento pul- sional que se constituyen en el cur- so del desarrollo a partir de un in- tereambio reciproco con Ia madre, que desde su discurso identificante le offece al nifio ese plus de placer necesario para la configuracion de ssa organizacin singular que es la nocién de representacién del cuerpo, Ja que responde a la légica intima del inconsciente y del placer. La nocién de esquema corporal es descriptiva en su connotacién espacial y fisica, es la imagen del cuerpo inconsciente li- gada a lo figurative.’ a la especula- ‘dad, y a lo visual. La posibilidad de acceder a una mmagen unificada del cuerpo es tam- ién la anticipacion de un proyecto de yo. El acceso a una identificacion simbélica también da cuenta de un muerpo simbélico, representante del sujeto, es el que participa de los ntercambios con el mundo exterior, actor sobre la escena social, implicito 2m el lenguaje. Este cuerpo simbéli- 20 condensa las exigencias del cuerpo Je las necesidades (cuerpo material ‘on sus exigencias elementales auto- naticas y sus necesidades primarias: espirar, comer, defecar, orinar, etc.) y del cuerpo del deseo (cuerpo erage- no, ibidintzado por los otros, liga- do al deseo materno cuya logica de satisfacel6n es distinta de la de las necesidades primarias del bebé, es el cuerpo que organiza las fantasias), las somete a la censura, a la razon. Bs la expresin del sujeto en su di- ferencia, de la especie en su univer- salidad, = El adolescente est obligado a ubl- car su cuerpo en un triple registro: real (realidad espacial y psiquica), li bidinal y simbélico. Relaciones que son dificiles de aislar unas de otras Y cuyas manifestaciones se entrela- yan? ~~ El sentimiento de extrafieza que esta asociado a la pubertad, la pér- dida de los reparos y los limites, He- van al adolescente a tratar a su cuer- Po como un objeto externo a su vida psiquica. Todo ocurre como si los cambios puberales atrajeran al cuer- po fuera de la psique, sobre otra es- ‘cena, situacién que durante un tiem- po le permite al puber encontrar so- Tuctones parciales a los conflictos in- ternos atribuyendo la responsabilidad de los mismos a ese otro extranjero que es su cuerpo y no es su cuerpo. Tratado como un objeto que no se vive totalmente como parte de si mis- mo, puede ser econdmicamente el de- positarlo del odio, de Ja agresividad, la envidia, es decir de todos Ios afec- ® *Consideracién por la figurabilidad es tanto como decir lo que la imagen tiene de creductible de otra escritura que no sea ella misma, lo que no es traducible sin el esto decisivo de sus propios trazos." Rodullo. M.. El nifo del dibujo, Paidos, Buenos ures, 1992. ® Birraux, A., adolescent face & son corps, Editions Universitaires, 1991. tos amenazantes para su propio psi- quismo. ~~ En muchos adoiescentes en los que se entrevé una patologia severa, ese cuerpo cambiante puede ademas ser maltratado {obesidad, acciden- tes frecuentes, enfermedades, etc.), ‘transformédndose en el equivalente de un objeto persecutorio que causa un intenso suftimiento, el cual, sin em- bargo, puede estar al servieio de Proteger al joven de sentimientos de odio hacia ia madre o el padre. Es- tos sentimientos de odio son ‘zes- ‘puesta a una fala identificatoria por cparte de los padres; falla que tuvo “lugar i los jprimeros tiempos de la vida del nifio, El suftimiento que esta situacton provoca, y que parece- ria estar ligado a la actualidad del conflicto con el cuerpo, evitaria de esta manera enffentarlo con un su- frimiento que tuvo lugar en un le- Jano pasado y que se vuelve impen- sable para el yo. Pensar en una ca- rencia libidinal prematura pone en Hesgo una frégil construccién iden- tifieatorta. La reapropiacion del cuerpo sexua- do dependera de la solucién que el sujeto éneuentre a partir del reco- nocimiento de “su” nuevo objeto, de la manera en que viva y metabolice Jos ataques agresivos que retornaran sobre él y de la capacidad de vivir los afectos ambivalentes sobre quie- nes fueron hasta entonces sus ob- Jetos de amor “idealizados". Depen- dera de la posibilidad de traduccion de las representaciones infantiles a un lenguaje de las pulsiones ge- nitalizadas, al mismo tiempo que del borramiento de los recuerdos auto- eréticos de la infancia en provecho de la puesta en escena de una se- xualidad que satisfaga también las necesidades de ternura. El aparato psiquico procesa los efectos de la pubertad de manera ab- solutamente singular para cada su- Jeto, y, aun cuando tengamos en cuenta algunas especificidades.cul- turales 'y. sociales, seria imprudente tender comprender desde ahi la compleja dindmica que rige este pro- ées0 en el que, en primera instan- ‘ia, las modificaciones corporates no Sélo aféctan el cuerpo del nino sino én. Sus Tepresentaciones, sus afectos, sus emociones, la imagen de su cuerpo, ef higar que tiene con re- lacion al placer. las rélaciones con su yo, con la espacialidad y con el tempo. Cuerpo que se transforma, que se resexualiza y que estd obli- gado a encontrar nuevas formas de comunieacién, Efecto de una dia- letica entre el cuerpo infantil cono- cido, fantaseado, sedimentado por los aceidentes de la historia, y ese otro cuerpo desconocido o mas bien por conocer, por tanto, misterioso y enigmatico. ~ Enigmatico en la transformacién de la pubertad, dando cuenta de la adolescencia como construceién del sujeto, como trabajo de rehisto- rizacién. Pubertad y adolescencia se conjugan. Tiempo fisico, psiqui- 0 y sociocultural el de la puber- tad, que impone un trabajo, la ado- lescencia.

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