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Relaciones familiares:

¿Qué ocultan los hijos adolescentes?


CARMEN RODRÍGUEZ F.

"Para poder ir a ver a mi pololo, les digo que voy a la casa de una amiga". "Si en un carrete pasa algo raro, no
les cuento porque después se pasan rollos y no me dejan salir". "Les digo que estuve en una sola parte,
cuando en verdad me mandé un rally por todo Santiago".
Las frases son de adolescentes chilenos de diversos colegios que admiten ocultar cosas a sus padres con el fin
de "no preocuparlos", y asegurando que ellos "se pasan rollos de más".
No es algo que les guste, dicen, pero insisten en que hablar con sinceridad sería peor para la armonía familiar.
En esta etapa, advierten los especialistas, es normal, esperable y deseable que los hijos quieran guardar
ciertas cosas en la intimidad. "Una buena comunicación con el hijo adolescente implica confianza, pero
también respeto por la privacidad personal", dice Rodrigo de la Fabián, psicólogo del Centro "Serjoven", de Lo
Barnechea.
Sin embargo, hay que tener cuidado con estos silencios porque, a veces, están ocultando situaciones de
riesgo o de sufrimiento para el adolescente. "Además de preocuparse por las cosas que ocultan, habría que
preguntarse: ¿por qué lo hacen?, y ¿cómo lo hacen?", señala el psiquiatra Alejandro Maturana.

La vida sexual
La sexualidad es un tema que los jóvenes no suelen abrir a sus padres. "Pero aquí se da una diferencia de
género. Los hombres no la exhiben, pero tampoco la esconden. En cambio, las mujeres sí suelen mantenerla
oculta", cuenta María Isabel González, directora de "Serjoven" y experta en consejería de adolescentes. "A la
mayoría de las chicas que usan anticonceptivos les gustaría que su mamá lo supiera, pero temen su reacción.
Al mismo tiempo, la mentira las complica".

Violencia en el pololeo
Es una realidad compleja que las adolescentes suelen ocultar a sus padres por temor a que les impidan
continuar esa relación o, incluso, por temor a la reacción que va a tener el pololo agresor, revela María Isabel
González: "A partir de esto, muchas niñas inician una cadena de mentiras muy dolorosa para ocultar las
marcas de estas agresiones".

Conductas de riesgo
Los jóvenes suelen omitir a sus padres situaciones que ocurren en las fiestas o en los lugares de diversión,
como el consumo de tabaco (los escolares), alcohol y drogas, ya sea si los usan ellos mismos o sus amigos. La
razón más común es "para no preocuparlos" y evitar que les pongan más límites.
Lo mismo ocurre con los lugares en los que carretean: "Les digo que estuve en la casa de un amigo, cuando
en realidad estuve en mil partes", dice Andrés, de 19 años.
Para el psiquiatra Alejandro Maturana, detrás de muchas de estas mentiras puede haber dinámicas coercitivas
y de autoritarismo dentro de las familias. "Muchas veces, una conducta de riesgo es la expresión de una
necesidad de ayuda de los jóvenes que no saben cómo pedírsela a los padres". Esto, porque ellos se han
preocupado más de poner límites y de amenazar que de crear un clima de diálogo y de tolerancia con los
hijos.

El fracaso escolar
"A mi mamá no le muestro mis malas notas... No por miedo a que me rete, sino porque siento que no estoy
cumpliendo lo que ella espera de mí, siento que le estoy fallando", dice Diego (14).
El mal rendimiento o el estar a punto de repetir de curso se suele ocultar a los padres hasta que es tarde para
tomar medidas remediales. Por eso, es clave que los padres se involucren antes de fin de año.

Aislamiento social
Adolescentes que se sienten "pernos" y que son aislados por sus compañeros no suelen contarle esto a sus
padres y sufren en silencio. Algo parecido les ocurre a los que sufren maltrato físico de sus pares. "Son
jóvenes que tienen aspectos de su personalidad que los limitan, son más tímidos e inhibidos, y viven este
aislamiento social con mucho sufrimiento. Son situaciones para ellos humillantes y avergonzantes, que no son
fáciles de admitir ante los padres", describe el psiquiatra y psicoanalista Patricio Peñailillo.
En este caso, agrega, contárselo a los padres puede ser muy protector y de gran alivio para el joven.

Momento de sinceridad

Cristóbal (17)
"A mis papás no les cuento lo que pasa en los carretes: hay locos que fuman marihuana, otros que empiezan
a rapear, gente que baila, gente agarrando. Prefiero que no sepan porque después empiezan con que no les
gusta ese ambiente y me ponen problemas para salir".

Andrés (19)
"Sé que si tengo una relación con alguien y le cuento a mi mamá, ella va a empezar con lo mismo que he
escuchado 48 veces: que me cuide, que use condón. Me va a tener sentado dos horas con la misma charla de
siempre. Así que prefiero quedarme callado".

Diego (14)
"Nunca les he contado que cuando me enojo rompo cosas. Ayer tenía rabia y rompí un adorno de la casa.
Después mi mamá estuvo preguntando por él y yo me quedé bien callado".

Preguntas puente

"Uno suele preguntarles a los hijos ¿cómo te va en el colegio?, ¿adónde vas?, ¿qué hiciste? Pero casi nunca les
preguntamos ¿cómo te sientes?, ¿cómo has estado?", hace notar el psiquiatra Alejandro Maturana, mostrando
las preguntas que pueden abrir un diálogo más sincero.
El psiquiatra Patricio Peñailillo dice que la convivencia cercana con el hijo permitirá saber, a través de sus
gestos y miradas, si le ocurre algo. Si es así, habría que acercarse y preguntarle, de manera cariñosa y no
intrusiva. Si el joven no quiere abrirse en ese momento, hay que esperar otra ocasión, haciéndole ver que uno
está disponible para el diálogo.

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