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Desde que nacemos, los seres humanos somos la especie más dependiente de

nuestros padres emocional y físicamente. Esto nos lleva a seguir buscando la


conexión intrauterina fuera del útero, para favorecer nuestra seguridad y poder
enfocarnos en nuestro desarrollo.

Establecer vínculos seguros es fundamental para un buen desarrollo humano.

Somos el resultado de nuestras experiencias (bio-psico-socio-culturales).

Podemos hacer un millón de cosas para enseñar a un niñx a regularse, pero si


no tiene confianza en el cuidador y en el entorno este proceso se alterará de
forma significativa.

Nos vinculamos con nuestrxs hijxs del modo en que nos relacionamos con
nuestras emociones. Comprendemos las señales de nuestrxs hijxs tal como lo
hacemos con nosotrxs mismxs, es decir, solemos repetir el patrón de apego que
tuvimos cuando niñxs. Sin embargo, ese patrón puede cambiar según como los
adultos comencemos a elaborar y relacionarnos con esas experiencias, y de
qué tan conscientes empecemos a ser de cómo nuestras experiencias pasadas
influyen en nuestra relación con nuestrxs hijxs.

Necesitamos responder a nuestras necesidades para poder responder a las


de nuestrxs hijxs.

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