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INTRODUCCIÓN
A pesar de las recomendaciones y las crecientes alertas, no fue hasta 1913 que la
Sociedad Röntgen German publicó unas primeras recomendaciones sobre blindaje y
medidas de alejamiento para prevención de los riesgos de las radiaciones sobre el
organismo: Significa el primer documento sobre protección radiológica.
El ser humano, además de estar expuesto a la radiación ionizante del fondo natural,
también está expuesto a fuentes de radiación ionizante de origen artificial. Aunque
inicialmente la utilización de fuentes de radiaciones ionizantes artificiales supuso un
gran avance en el desarrollo científico de la sociedad, muy pronto se pusieron de
manifiesto los daños que su mal uso podía producir en la salud. Se hizo evidente la
necesidad de establecer unas medidas de protección, lo que ha dado origen a la
disciplina denominada protección radiológica.
Los médicos fueron los primeros en emplear fuentes de radiaciones ionizantes para
realizar exploraciones radiológicas y también en sufrir los daños provocados por las
radiaciones. Esto llevó a que en el Segundo Congreso Internacional de Radiología,
celebrado en Estocolmo, Suecia, en 1928, se recomendara la creación de un
organismo internacional para ocuparse de este problema. Así nació la protección
radiológica como disciplina y se creó un organismo que en la actualidad se denomina
Comisión Internacional de Protección Radiológica (CIPR).
Tanto la CIUR como la CIPR dos organizaciones nacidas de la radiología médica han
contribuido a definir las magnitudes y unidades que se emplean en la protección
radiológica.
.
Por otra parte, un gran número de países de América Latina y el Caribe, se congregan
en el Foro Iberoamericano de Organismos Reguladores Radiológicos y Nucleares
(FORO), constituido en 1997 como una asociación dedicada a contribuir y promover la
seguridad nuclear, radiológica y física en la región iberoamericana.
todo el mundo sirve de base a la legislación. Los límites de dosis establecidos prevén
que la exposición en las prácticas que emplean tecnología nuclear, sea semejante o
inferior a la de cualquier otra actividad humana.
La ALARA: «As Low As Reasonably Achievable» es decir «tan bajo como sea
razonablemente alcanzable». Este es uno de los principios básicos para establecer
cualquier medida de seguridad radiológica. Para lograr esto hay que cumplir tres
criterios básicos: distancia, blindaje y tiempo, así a mayor distancia, menos radiación. A
menor tiempo de exposición, menor irradiación y la creación de una barrera también
disminuyen la radiación.
En junio de 1976 se promulga la ley Orgánica del Ambiente que tiene por objetivo
establecer la conservación del ambiente en beneficio de la calidad de vida, en 1987 la
plataforma legal existente en Protección Radiológica se solidifica, con la aparición de
las Normas Venezolanas COVENIN de obligatorio cumplimiento, el Decreto 2.210 y la
Ley Orgánico de Prevención, Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo.
Para obtener estos objetivos, se deben aplicar los principios del Sistema de Protección
Radiológica y la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP):
Los diferentes tipos de actividades que implican una exposición a las radiaciones
ionizantes deben estar previamente justificados por las ventajas que proporcionan,
frente al detrimento que puedan causar.
La suma de las dosis recibidas y los comprometidos no deben superar los límites de las
normas vigentes, los derechos humanos, los estudiantes y los miembros del público.
Mujeres embarazadas
Uso del dosímetro
Utilización de métodos de protección
Máscaras
Guantes plomados
Cubre calzados
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Cubre cabezas
Delantales (plomados)
Petos (plomados)
Buzos
Equipos autónomos
Señalización: Se usa sólo cuando exista motivo de riesgo biológico, (uso de trisector);
Calificación de zonas:
Para las fuentes radiactivas que emitan radiaciones, se deben añadir otras dos
recomendaciones adicionales:
CONCLUSIÓN
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Las tres reglas fundamentales de protección contra toda fuente de radiación son:
Un límite de dosis equivalente de 150 mSv/año para el cristalino (ojo) y 500 mSv/año
para la piel y las manos para los trabajadores profesionalmente expuestos; y 15 y 50
mSv/año, respectivamente, para los miembros del público.
BIBLIOGRAFÍA
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