Está en la página 1de 1

La conexión se siente desde el primer momento en el que entramos a un lugar, por eso es importante

ingresar con cuidado, hay espacios que son sagrados, el primer lugar es mi habitación, un lugar
construido a través de la emocionalidad, mis cuadros, mis paredes, mis almohadas, mis libros, mis escritos,
cada prenda que visto día a día, tiene una historia que decir, por eso no cualquier persona, en lo personal,
ingresa allí, es importante para mí que en mi corazón vibre ese ser para que pueda conocer lo que allí
habita y hace parte de mí, cada día y cada noche me refugia y me hace sentir especial, mis luces que
parecen estrellas me hacen reflexionar en la oscuridad para ser valiente y empezar muy pronto… otro día
más.

La casa de mi abuela tiene algo peculiar, y es que hace poco se mudaron, después de vivir 50 años en el
mismo ligar, y para nadie ha sido fácil, muchos con nostalgia aun recordamos todo lo que sucedió allí, lo
curioso es que a pesar de estar en un nuevo lugar, recuerdo como si hubiera estado allí desde pequeña,
cada planta, cada olor, cada oración, cada canto de los pájaros me hace recordar que muchas veces no
importa el lugar si no quien está allí y quien me ayuda a construir mis refugios para el corazón.

La casa de mi mejor amiga, llena de confesiones, llantos y alegrías, allí me siento bien cuando en mi
habitación no logro sacar lo que mi alma tiene estancado, su casa se convierte en mi puerto donde libero
mariposas blancas y no más con un abrazo y con que ella me escuche, sé que estaré muy bien, y saldré con
un pie derecho diciendo que cada día si se vale luchar.

Por eso aprovecho para agradecer por este medio a estas personas que habitan allí y me permiten seguir,
gracias a ellos vivir no se hace tan difícil.

También podría gustarte