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Martes 27 de septiembre de 2022.

¿A quién sino a ti?:

Hace poquito me mandaste un poema bien tierno, uno que decía:

“¡Oh soledad, mi sola compañía,


oh musa del portento que el vocablo
diste a mi voz que nunca te pedía!,
responde a mi pregunta: ¿con quién hablo?

Ausente de ruidosa mascarada,


divierto mi tristeza sin amigo,
contigo, dueña de la faz velada,
siempre velada al dialogar conmigo.

Hoy pienso: este que soy será quien sea;


no es ya mi grave enigma este semblante
que en el íntimo espejo se recrea
sino el misterio de tu voz amante.
Descúbreme tu rostro: que yo vea
fijos en mí tus ojos de diamante.”

Así que finalmente lo has encontrado, ese poemita que el tiempo nunca me dejó mirar y que tú
pudiste ver y compartir, me refiero a, ¿no te ha pasado que imaginas que algo o alguien debe
estar allá afuera, esperándonos?, como cuando te encuentras una moneda en la calle y sólo uno
puede pensar que ha encontrado algo, pero ignora qué debió haber pasado aquella moneda para
llegar a nuestras manos, a eso me refiero con las cosas que lo esperan a uno, llámese una prenda
nueva que compramos, con lo que nos va y nos viene, todo lo que pueda ser pensado, todo lo que
sintamos, todo va y viene, pero pareciése por un momento chiquito que algo tiene eso que
ignoramos y que quizá nos diera respuesta sobre las cosas que nos afligen, como si siempre
estuviéramos a un paso, como si tuviéramos frente a nuestros ojos, todo el tiempo, a la felicidad
misma de vivir.
Con todo eso, sigo sin entender qué quieres decirme con el poema. Me he tomado un
buen rato pensando qué debería decir o hacer, no he llegado a nada, ni siquiera estoy seguro de
cómo va a terminar esta carta. Es bastante entendible todo aquello que me dijiste la otra noche,
de hecho ni mi carta, ni mis palabras, ni yo mismo diría algo contra ello, siempre estuve bastante
consciente de lo que sucedía en tu vida y de los dolores de tu corazón, nunca pensé en obligarte a
nada, ni a quererme, esas cosas no se piden, suena extraño, y quien las pide está inmenso en la
oscuridad más terrible, el sitio más alejado del amor.
Pienso que quizá todo fue un malentendido y uno termina así por esas cosas, pasan a
diario, le pasan hasta al más sabio porque ni el que sepa más conoce cada camino extraño de este
mundo. También pienso y siento que mi corazón ha detenido su cauce por un momento, y cuando
llegan esos momentos todavía me quiebro un poco, no he conocido a nadie al que no le suceda.
Me dijiste, pues, que no mencionaste nada antes por tu deseo de no perderme, pero irónicamente
eso mismo fue lo que, incluso por encima de mí, me tiene ofuscado. Creo que es la única parte
que me duele de todo esto, y no vine a reclamarte nada o a pedirte que repares algo, esas cosas
suceden, yo quería aventurarme a quererte y esas cosas siempre pueden pasar, en verdad quería
intentarlo.
Nunca has sido mala conmigo, tu corazón es bien noble y eso fue lo que incluso ahora me
tiene queriéndote mucho. Ahora mismo eso supone un problema, porque no podemos ser amigos
si uno siente algo más por el otro, quiero decir, yo pienso y siento algo de ti que es
completamente distinto a lo tuyo. Eso no significa que tengamos que ser un espejo y asunto
arreglado, pero al parecer mi camino no es algo que en este momento sea para ti el indicado, y es
entendible, tienes tantas cosas por hacer y vivir. Aún así quería compartir un poco de mí contigo,
y sólo por eso, sólo por el momento donde tú encontrabas ese poema, es que este viaje sigue
colmándome de momentos así, te lo agradezco mucho, normalmente uno no tiene tantas flores en
su vida, y menos si la mayoría del camino es pura tierra vacía y llena de nada.
Te dije la otra noche que no iba a irme, fugarme o desaparecer de tu vida, me caes
bastante bien. Pero por mi bien y porque necesito seguir caminando, debo buscar qué hacer con
estos días a tu lado y con estos sentimientos que no van a florecer, buscarles un sitio adecuado y
dejar que el tiempo me diga qué seguirá. Por eso te pido que entiendas si no deseo hablar contigo
tan a menudo, no te voy a decir que no me pone un poco tristillo saber que te quiero tanto y que
no podré ir a ver las flores contigo. Quizá, algún día, cerquita o lejano, no sé cuánto,
probablemente un tiempo, volvamos a hablar y a reír de alguna cosa que se te ocurra para
molestarme. No te pediré que te quedes ni que me esperes, si un día te escribo y no apareces más,
entenderé el mensaje. Lo único que te pido es que entiendas lo valioso que es mi sentir por ti, y
lo difícil que es para mí esto, yo no pedí del todo enamorarme de ti, sucedió, como cuando las
cosas bellas aparecen ante uno. Te miro y no puedo no quererte, o no querer quererte, o no querer
lo que sea que pueda ser querido en este y todos los tiempos venideros.
Mi corazón no es mío del todo, es necio, es errático, es impasible a veces, a veces todo lo
doloso que exista. Es la única parte libre que tenemos, procurarlo es procurar la libertad, y
procurar la libertad es procurar vivir, ser capaces de poder decirlo. Por el bien de ambos, y si ha
de ser posible que seamos amigos como siempre hemos sido, deben cesar estos días de cariño
contigo, porque con lo que hablamos, si no me detengo, vamos a salir lastimados y mi corazón
llegará a nada, y no puede hacerse eso ya, mi corazón sigue buscando las tierras verdes y
frondosas de aquél mundo que existe cuando amamos. Es muy iluso y soñador mi corazón, así es
él, lo conozco desde que nací, quizá por eso soy como soy.
Por aquí los días se llenan de niebla, están cansados y parecen no terminar de ser
exactamente los mismos pero cada vez más agobiantes, es época de, se siente en el aire, “son los
tiempos” diría el libro más bonito que conozco. A veces extraño al muchachito que fui y se
perdió tanto que no está más conmigo, esta vida tan extraña es una vida sin él y lo siento tanto,
pero aún con esas, los días buenos nunca dejarán de serlo, porque esas cosas siempre vuelven a
uno, un día sin aviso, como cuando alguien te dice que encontró un poema y lo comparte
contigo.

Ojalá así sigan siendo los días. Te dejo mi cariño en los nuestros.

Alejandro, a quien se le dio por descubrir contigo que también se llamaba Floramor.

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