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Dañados Por La Iglesia
Dañados Por La Iglesia
Introducción. Entre los años 60 y 90 d.C, el apóstol Juan envió una carta personal a un amigo a quien, en
sus propias palabras, amaba de verdad. Este amigo se llamaba Gayo. Gayo estaba en una congregación
en la provincia de Asia y ésta estaba teniendo problemas. Leamos 3 Juan 1:1-15.
Los historiadores coinciden en que Diótrefes era un líder en su congregación y que no parece haber
usurpado su cargo. Y aunque no nos lo dice la Biblia, es probable que Diótrefes haya empezado bien su
liderazgo. Es probable que haya empezado con las motivaciones correctas, con el corazón correcto, con
una visión sana para su congregación, con el deseo de bendecirla y ayudarle a crecer. Pero algo pasó en
el camino. Algo desvió el corazón de Diótrefes y se enfermó de poder.
Dicen los expertos en liderazgo que son tres las tentaciones más comunes y los puntos de caída más
frecuentes para los líderes: el sexo, el dinero y el poder. Y Diótrefes sucumbió ante el tercero de éstos.
Tristemente, hermanos, esta historia es tan contemporánea en la iglesia de hoy a como lo fue en la
iglesia del primer siglo. Y aquellos que resultan dañados por un liderazgo tóxico terminan diciendo “A mí
me dañó la iglesia y por eso no quiero nada con ella”.
Como líderes en nuestras congregaciones, Dios nos ha dado un tremendo privilegio, pero también una
responsabilidad grande y seria. Y por eso quiero que estudiemos este tema juntos, entre líderes y
consiervos, para que no caigamos en las trampas de Satanás a como cayó Diótrefes.