Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sentir un dictado
Enriqueta Ochoa (Torreón 1928) es una poetisa mística que ha
enriquecido la poesía mexicana por la particularidad temática de sus
poemas, alejada de la bohemia y enclaustrada en la prudencia. A los
diecinueve años escribió su primer libro, Las urgencias de un Dios,
publicado en 1950. Uno de sus poemas más reconocidos es Retorno de
Electra (1976) fue el fruto de un trabajo interno y un luto perpetuo.
Ataviada por su enfermedad y sus setenta y ocho años de edad, decide
salir por un momento de su prudencia y hurgar en la memoria.
–Rosario Castellanos alguna vez dijo que usted era una niña boba.
¿Cómo fue su relación con la escritora chiapaneca?
–Era egoísta a morir. Ella no soportaba que existiera otra voz. Mire,
Lolita, [Dolores Castro] es un ser muy elevado, ella la cuidaba, la quería y
soportaba a Rosario Castellanos. Sin embargo, se quedaba uno a solas
con Rosario y no hacía más que hablar mal de Lolita Castro y disminuirla
lo más que se podía sólo porque era otra mujer que escribía. Rosario era
mala. Toda la gente la conoció como la mujer más inteligente, intelectual,
muy buena, y es la gran mentira. Es la gran mentira. Ni a su hijo lo amó,
no fue capaz de dejar, ni siquiera, su vanidad por vivir más cerca de su
hijo. Fue una mujer detestable. Ella quería la inmortalidad, quería para
ella todo lo mejor de la tierra, pero sobre todo, ser el único lugar, el más
alto posible. Pero le llegó un accidente y se ahogó.
–Gabriela Mistral era una mujer muy sencilla, sensible y muy conocedora
del esoterismo. Tenía un puesto diplomático en Rapallo, Italia y le llevé
un libro, así la conocí. Jaime Sabines era un señorón, era mucho más
poeta que Octavio Paz. A Jaime Sabines sí le correspondía el Premio
Nobel.
–¿Qué ha callado?
–Mi poesía es casi mi vida, ahí sale todo. Pocas cosas me ofendían.
Para mí, haber nacido, haber tenido un padre como el que tuve... Él fue
mi fuerza; esta hija vino para ser poeta, le decía a todo mundo. Mi mamá
se enojaba porque decía que eran cosas de Satanás. Todo lo que
escribía se lo enseñaba a mi papá, él fue un gran apoyo. Cuando mi
papá se murió le dijo a mi mamá tenemos dos hijas sin casar, cuídalas
mucho de los militares y franceses. Se nos olvidó y yo me casé con un
francés y mi hermana con un militar.
Ir al inicio