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El templo
de la Santísima Trinidad de México,
una historia en construcción
A finales del siglo XVI dos agrupaciones novohispanas establecieron un convenio para la
construcción del templo de la Santísima Trinidad, ya que el predio otorgado a la cofradía
del mismo nombre se destinó también al hospital de San Pedro con funciones adicionales
de hospedería y asilo. Establecido por el clero secular, atendía la salud corporal y espiri-
tual de sus ancianos y estuvo a cargo de la cofradía del apóstol San Pedro. De las múlti-
ples intervenciones que ha experimentado la iglesia, cabe destacar tres etapas de trabajo
para quienes fueron contratados en la obra material y elaboraron los retablos, así como
otras obras pictóricas y del ajuar eclesiástico que le daban servicio. La primera (1580-ca.
1611) se inició inmediatamente después del convenio establecido entre las cofradías, la
segunda a mediados del siglo XVII (1642-1660) y la tercera que corresponde al siglo XVIII
(1756-1782) y es materialmente la que más se conserva en el templo actual; el arquitec-
to Ildefonso de Iniesta Vejarano (1716-1781) es el más representativo de la herencia que
se preserva de esa centuria.
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Palabras clave: templo, redentorista, cofradías, santísima, trinidad, arquitectura, hospital.
E
ntre las obras recientes, aún en curso, que ha emprendido la federación
bajo la supervisión de la Dirección General de Sitios y Monumentos del
Patrimonio Cultural, nuevamente destaca entre otros inmuebles el templo
dieciochesco de la Santísima Trinidad, intervenida por lo menos tres veces
en la última centuria. Estas acciones se iniciaron como parte de un pro-
yecto bicentenario en éste y otros casos similares, por el valor histórico y cultural del
inmueble, así como por el riesgo en que estaban en 2009 la edificación y el público usua-
rio por el desplome del tramo correspondiente al coro. Era tan grave el problema que a
simple vista la estructura arquitectónica se veía apuntalada por el cancel de madera del
acceso al recinto, primero deformado y finalmente fracturado por el peso.
De su mal estado fueron testigos los fieles y los estudiosos de la arquitectura, así como
los redentoristas que atienden el culto, los vecinos y las cofradías subsistentes; todos está-
bamos pendientes y preocupados por las afectaciones que estaba sufriendo el edificio en
los últimos lustros (figura 1).
* Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, INAH.
Para revalorar una vez más el inmueble es vier de Tepotzotlán: eco de la vida artística de la ciudad de Mé-
xico en los siglos XVII y XVIII”, Archivo Español de Arte, núm.
necesario poner nuestra atención en su historia,
244, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientí-
ya que el edificio que hoy vemos en el Centro de ficas/Departamento de Historia del Arte “Diego Velázquez”/
la ciudad de México tuvo varias etapas constructi- Centro de Estudios Históricos, 1988, pp. 363-368. En este artí-
culo Guillermo Tovar de Teresa dio a conocer al autor de la
vas y una gran riqueza artística que abarca cuatros portada de Tepotzotlán, dato tomado de una certificación otor-
siglos de existencia. De la manufactura material gada por el arquitecto Francisco Antonio Guerrero y Torres a
instancias de su sobrestante Cristóbal Nápoles, de quien de-
conocemos tres momentos que hay que destacar; clara haber trabajado con Iniesta en la portada de Tepotzotlán | 29
el primero resultado del interés de Hernán Cortés, y utiliza este argumento como promoción para que obtenga la
dirección de las bóvedas de la iglesia de Tenancingo. Tovar de
quien por méritos en la etapa de conquista, así Teresa agradece ese dato a Ignacio González Polo, quien du-
como por su intervención en la distribución de los rante varias décadas ha estudiado al arquitecto Guerrero y
predios de la recién trazada ciudad novohispana, Torres. Véase también Guillermo Tovar de Teresa, Repertorio
de artistas en México, t. II, México, Grupo Financiero Ban-
había obtenido un terreno hacia el oriente de la comer, 1996, pp. 190-191.
2 Son muchos los autores intelectuales y materiales del edificio
Plaza Mayor, cerca de una de las arterias principa-
que se han ido sumando a través del tiempo a cargo de artesa-
les de la ciudad, la calle del Arzobispado, en la que nos calificados por su habilidad técnica. Muchos de los nom-
más tarde funcionó la Casa de Moneda, que en bres que aparecen en este artículo fueron revelados hace 26
años, en que se dio a conocer la primera versión del texto que
breve le dio el nombre que conserva la calle hasta hoy ofrecemos corregido y actualizado, pues a lo largo del tiem-
el día de hoy. Cortés cedió ese terreno a la cofra- po se han seguido publicando otros trabajos de los que preten-
demos mencionar los que consideramos más importantes para
día de la Santísima Trinidad, que inició sus labores
su historia artística. Esta versión es también un reconocimien-
en la pequeña construcción que más tarde fue sus- to al que ya era un sabio cuando yo lo conocí, hace cuatro déca-
tituida por un templo formal, producto de la das: el doctor Heinrich Berlin, invitado a participar en la revis-
ta mencionada a continuación y quien aceptó hacerlo en el
voluntad gremial a través de sus cofrades, que más número cuatro. Por su experiencia sabía que sólo algunas publi-
adelante reestructuraron —en el siglo XVIII— el caciones periódicas veían la luz uno o dos números, mientras
hubiera un líder tras ellas: carecían de continuidad. Desgracia-
edificio construido en la centuria anterior. damente Berlin tuvo razón, pues el texto que entonces presen-
De manuscritos ya empolvados por su antigüe- tamos es casi desconocido porque de la revista sólo se publicó
el primer número. El artículo que escribí entonces pretendía
dad, así como de impresos más recientes surgen ofrecer “Nuevos datos sobre la historia artística del templo de la
nombres de artistas y artesanos que trabajaron en Santísima Trinidad de la ciudad de México”, en Efraín Castro
Guillermo Muñoz (coords.), Cofradías, capellanías y obras pías en existe una diferencia de fechas de fundación: la señalada del
la América colonial, México, UNAM, 1998, pp. 109-117. 10 de abril de 1576 y la que establece el sumario de indulgen-
6 Escritura de concierto entre la cofradía de San Pedro y la co- cias ilustrado a continuación, y que menciona el 20 de marzo
fradía de la Santísima Trinidad, 1580. AGN, Bienes Nacionales, de 1580.
leg. 887. Documento 2 del Apéndice de este capítulo. 9 Guillermo Tovar de Teresa, Bibliografía novohispana de arte.
7 La monografía de Cristina Montoya es una obra de consulta Impresos relativos al arte del siglo XVIII, México, FCE (Biblioteca
obligada para quienes quieran conocer el programa iconográ- Americana), 1988, p. 115.
fico de las fachadas principal y lateral del templo, así como 10 AGN, Unidad Eclesiástica, Cofradías y Archicofradías, caja
noticias relacionadas con algunas de sus fiestas e historia 11, vol. 50, 1743-1745, y AGN, Bienes Nacionales, leg. 887.
las obras del desagüe, 1642. AHSS, gaveta II, leg. 3 exp. 4.
Documento 3 del Apéndice de este capítulo.
11 AGN, Bienes Nacionales, leg. 887. 14 AHSS, gaveta II, leg. 3, exp. 3.
venio y no existen cartas de pago. Conocemos este Miguel Custodio Durán en la vista de ojos de 1735, siguieran
entre otras obras la de elevación de los pisos, lo que coincide
fenómeno en las obras pictóricas, puesto que los con la altura del “testigo” o pilastra con estrías móviles que
pintores no firman lo que regalan. No obstante en hemos mencionado, y que no coincida con el nivel de la por-
tada proyectada por Iniesta Vejarano, lo que nos hace pensar
algunas de esas obras los artistas plasman su auto-
que desde mediados del siglo XVIII el suelo en el interior del
rretrato. En el caso de la Santísima el arquitecto templo era más alto que el de la calle.
1794. 1794.
licencia del ordinario, pero sin la aprobación real.48 en 40 memorias se registraron las obras de la nue-
No sabemos si se regularizó o desapareció. va sala capitular, accesorias y adorno de ellas, que
Tres años antes de terminar el siglo XVIII, por abarcaron de septiembre de 1797 a julio de 1798,
estar la capilla de la Lámina muy vieja y deterio- sumando en total —junto con la demolición y 379
rada, intervino el tribunal de policía y les notificó pesos de los candiles—, 19,458 pesos. Además del
que debían proceder inmediatamente a derribarla, arquitecto José del Mazo y Avilés, intervinieron
por lo que se pidió licencia para la exhumación de Marcos López en la construcción del colateral,
los restos que desde hacía muchos años se encon- Manuel del Castillo, maestro bordador, en el escu-
traban en ella y trasladarlos a la iglesia nueva. do del dosel, y Juan Vera, maestro pintor, en “pin-
Trece memorias —del 3 de julio de 1797 al 23 de tar y echar cielo raso, [y] forrar puertas de la sala
septiembre de ese mismo año— detallan los gastos de juntas de la archicofradía” (figuras 16-17).
de exhumación de dichos restos y derribo de la El nivel freático del agua en el terreno en que
capilla y sala vieja de la archicofradía, todas firma- se encuentra asentada la ciudad de México causó
das por el arquitecto José del Mazo y Avilés, con a éste y otros edificios hundimientos desde el siglo
un gasto total de 590 pesos, uno y medio reales. Y XVI. Las noticias que tenemos para este inmueble
se remontan a la primitiva iglesia; en 1629, “la pri-
48 Idem. mera vez que se anegó México”, se gastaron 40
11, 1747. templo. AGN, Bienes Nacionales, leg. 55, exp. 2. Documento 12
51 AHSS, gaveta IX, leg. 19, exp. 3. del Apéndice de este capítulo.
tos de México, México, Tipografía M. Villanueva, 1863, p. 121. mentos Históricos, INAH, Obras y Restauraciones, 1966.
Documento 1
y pacíficamente, sin que hubiese ni pareciese como al 65 AGNot, Lorenzo de Mendoza, notario 378, 1659, fs. 65v y 66-67.
67 Ibidem, fs. 112v-114. 68 AGN, Reales cédulas originales, vol. 24, fs. 5-15v.
73 Idem.