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de las normas
INTRODUCCION.
En la segunda mitad del siglo V a.C, coincidiendo con uno de los momentos de
mayor esplendor del mundo helénico, surge un movimiento intelectual denominado
sofistas o sofistica. Tal movimiento estuvo compuesto por un grupo no homogéneo
de intelectuales con una temática general que nos permite hablar de él
conjuntamente. Perspectivas teóricas como el relativismo, el escepticismo, o la
distinción conceptual entre physis y nomos (naturaleza y convención, o naturaleza
y cultura) vendrán a configurar un horizonte intelectual de vastas consecuencias
para la cultura occidental.
Es difícil sin embargo, hacer justicia al papel que los sofistas han jugado en nuestra
tradición. Los sofistas no son una escuela filosófica sino un grupo de intelectuales
que quizá sólo tuvieron en común ofrecer unas enseñanzas que apuntaban en su
conjunto a cuestiones de naturaleza política y cobrar unos honorarios por ello.
Tradicionalmente se habla de dos generaciones de sofistas, la primera estaría
formada por Protágoras y por Gorgias y la segunda, contemporáneos de Sócrates
estaría integrada por Hipias, Pródico y Antifonte. Pero, cada sofista ofrece su
propio programa de enseñanza: Protágoras se centra en la teoría y la practica de la
política, Hipias ofrece las cuatro disciplinas del quadrivium medieval, Pródico es
un experto en lingüística y Antifonte en psiquiatría. La única enseñanza común a
todos los sofistas es la retórica y con ella así como con el hecho de cobrar por sus
enseñanzas tiene que ver el sentido positivo y negativo del termino sofista. Sofista
tiene que ver, en sentido positivo, con sabio, sabiduría y su instrumento el
“sofisma”, el verbo del que deriva sofista significa “ejercitar la sabiduría”. Su
sentido negativo tiene que ver, igualmente, con la ambigüedad que estos términos
envuelven, esa habilidad en ejercer la sabiduría puede convertirse en trampa o
engaño y el sofista en un embaucador extraordinariamente hábil. Cuando en el
siglo V a. C. el término se utiliza en un sentido restringido para referirse a los
profesionales de la enseñanza la polémica en torno a esta ambigüedad se desata. El
sofista será visto, al menos en el circulo socrático de Platón y Jenofonte, como un
personaje sin escrúpulos, atento sólo a sus ganancias e indiferente a la verdad y la
“sofistica” se convertirá en “pura retórica”, oratoria e incluso “charlatanería”, en
cualquier caso en el enemigo más peligroso de la sabiduría misma.
Además, al igual que ocurre con los presocráticos, las obras de los sofistas han
desaparecido, solo disponemos de fragmentos de sus escritos, lo cual ha obligado a
interpretar sus teorías a través de los testimonios de otros y sobre todo de las
discusiones que Platón o Aristóteles sostuvieron con ellos. Es decir a menudo solo
es posible reconstruir las huellas del pensamiento de los sofistas en los documentos
y argumentaciones de sus adversarios.
Digamos pues, en términos generales que los sofistas fueron maestros de retórica
que no siendo Atenienses llegaron a Atenas configurando un pensamiento crítico,
desmitificador y antidogmático que se ha llamado por ello la "ilustración
ateniense". El hecho de no ser atenienses, de venir de otras ciudades y conocer
otras culturas, parece que los desvincula de las lealtades de una tradición única y
que les facilita relativizar el valor de la religión o el poder de las costumbres y
estas actitudes nunca son aproblematicas.
A nosotros, lo que nos interesa en esta unidad del movimiento sofistico son los
"problemas" filosóficos que los sofistas plantearon y generaron en su intento de
abordar, con un discurso alternativo al del mito, el ámbito de lo humano – de lo que
no es physis. Problemas que, como en el caso de los planteados por los
presocráticos, resultaron constitutivos de la forma de ver el mundo de la cultura
occidental y que una vez planteados, la tradición filosófica posterior, empezando
por Platón y Aristóteles, tratara una y otra vez de resolver.
Las tres características que queremos señalar filosóficamente del pensamiento de
los sofistas, son:
1- la ruptura, definitiva, con el mito
2- la ampliación de los problemas de validez al ámbito de la acción y lo
normativo
3- el dejar explícitamente planteadas unas necesidades de fundamentación
asociadas al escepticismo y relativismo, tanto en lo epistemológico como
en lo normativo.
Veamos primero ese cambio de perspectiva que acaba definitivamente con el mito
–parte I- y comentemos después las otras dos características –parte II y III.
Tres son los aspectos que hay que explicar desde esta ruptura:
- La perdida de eficacia de la descripción mítica cuando nos referimos a la realidad
social implica una explicación alternativa de esta realidad,
- La lógica por la que se guían e interpretan los actos humanos ya no esta basada en
la arbitrariedad de los dioses, y
- Nos encontramos con una explicación alternativa de la realidad humana como
“naturaleza humana”.
Veamos estas explicaciones alternativas.
Es sobre este contexto político donde los sofistas generan lo que podríamos
denominar su teoría política.
Para Protágoras la educación para el estado significa educación para la justicia. La
exigencia de la educación de la vida individual sometida a los fines del estado
presupone que estos fines se hallan en concordancia con el bienestar bien entendido
del todo y cada una de sus partes. Este bien debe ser medible mediante normas
objetivas. Como tal vale para los griegos el derecho, la diké. En ella se funda la
eudemonía o felicidad de la polis y por tanto de los individuos.
Precisamente en este punto se origina en el tiempo de los sofistas y se refleja en sus
teorías, la crisis del estado. El ideal moral con que mantenía Solon la idea de
justicia se mantiene en el estado de Pericles. La nueva concepción democrática de
que la mayoría numérica era la fuente de toda decisión y de todo derecho, se había
abierto camino. Pero bajo la superficie de la democracia oficial de Atenas no
estuvo nunca apagada la chispa de la revolución de los aristócratas dedicados a la
política u oligarcas. La guerra del Peloponeso fue una prueba fatal para Atenas.
Tras la muerte de Pericles afecto gravemente a la autoridad del estado y llevo a la
lucha por el dominio en su interior.
Ambos partidos –el de los partidarios del demos y el de sus detractores, los
oligarcas- usan la retórica y el arte de disputar de los sofistas, pero estos por sus
concepciones políticas no pertenecieron necesariamente a ninguno de los dos
bandos. Si para Protágoras resultaba evidente que la democracia existente era el
“estado” al que se dirigían sus esfuerzos educadores, las ideas de los sofistas sobre
la naturaleza y la ley o convención aunque no habían sido concebidas para
combatir el estado resultaron peligrosas para él.
Desde los tiempos más antiguos el estado de derecho había sido considerado como
una gran conquista. Diké era una diosa poderosa. Nadie podía tocar impunemente
los fundamentos de su orden sagrado. El derecho terrenal tenía sus raíces en él.
Esta era una concepción general de los griegos que no cambia con el nuevo estado
legal fundado en el orden democrático. La autoridad de la nueva ley descansa
ahora, como siempre, en su concordancia con el orden, si ya no divino, al menos
con el orden de la naturaleza, como dice el nuevo pensamiento filosófico. Donde la
naturaleza recoge la idea de orden y de justicia. Domina en ella la misma ley, la
misma diké que se considera la norma más alta en el mundo del hombre. Tal fue el
origen de la idea de cosmos y ya en Heraclito esta idea de orden del cosmos esta
ligada a la lucha de los contrarios tanto como a la armonía que sustenta esas
contraposiciones.
Es difícil determinar si esta concepción de la naturaleza fue lo primero y su
transposición al mundo humano un segundo paso, o si por el contrario lo que el
hombre creyó conocer como una ley eterna del universo no fue sino la proyección
de su nueva concepción natural de la vida humana y con ello del orden y la justicia.
En todo caso en la época de los sofistas estas dos concepciones ya están
íntimamente imbricadas, y así nos encontramos con algunos sofistas que hacen
descansar la igualdad, el principio capital de la democracia, en el dominio de una
ley que se manifiesta constantemente en la naturaleza y a la cual el hombre mismo
no puede escapar. Al mismo tiempo, otros sofistas, critican este concepto
“democrático” de igualdad, tratando de demostrar que la naturaleza no se halla, en
realidad, regida por la isonomía mecánica sino que en ella domina el mas fuerte.
Aumentan las voces que en lugar de admirar la igualdad geométrica, mantienen la
desigualdad fundamental entre de los hombres y toman este hecho como punto de
partida para su concepción del derecho y el estado.
En ambos casos la imagen del ser y de su orden permanente es considerada desde
el punto de vista humano e interpretada en sentidos opuestos de acuerdo con la
diversidad de opiniones. Todos ellos fundan su concepción en el orden del mundo.
El Calicles del Gorgias de Platón es la encarnación de este principio, al igual que el
derecho del más fuerte es defendido por el retórico y sofista Trasimaco en el primer
libro de la Republica. A ellos se contrapone otro tipo de sofista como Antifonte,
pero ambas posiciones son interesantes.
En términos generales podemos decir que, para el conjunto de pensadores sofistas,
las leyes (nomos) siempre de carácter convencional, deben descansar o estar en
concordancia con la naturaleza (physis), de carácter universal.
A todos estos aspectos que acabamos de ver les subyace la distinción conceptual
physis-nomos, la cual se articula a través de tales reflexiones. Veamos pues la
relevancia filosófica de dicha contraposición.
II- LA CONTRAPOSICIÓN NATURALEZA / CONVENCION
Así pues la distinción physis y nomos supone una contraposición en tres ámbitos
filosóficamente diferenciados:
(1) -la contraposición de dos tipos de realidad, la natural y la convencional o
humana,
(2) -la contraposición igualmente de dos tipos de leyes, las que gobiernan esa
realidad natural o naturaleza y las que gobiernan la realidad social y
cultural constituidas por los actos humanos, y
(3) -finalmente esta distinción implica una contraposición entre dos tipos
distintos de fundamentacion, es decir, entre la fundamentacion de nuestro
conocimiento de esas leyes de la naturaleza o los sucesos por ellas
regulados y la fundamentacion de nuestra pretensión de que determinados
acuerdos, convenciones o leyes sociales son validos y han de ser
respetados voluntariamente o sancionados políticamente.
A PROBLEMA DE FUNDAMENTACIÓN
-Seres dotados de lenguaje y acción (libres de instintos y dotados de
carácter, voluntad y razón cognitiva, instrumental y comunicativa) tienen
la capacidad de
a) producir y corregir sus propias creencias y opiniones sobre la realidad
(cualquier tipo de realidad: natural, social o subjetiva);
b) producir realidad social acorde con sus creencias y convicciones -a
través de sus acciones y normas- y también de cuestionarla y
justificarla conforme a CRITERIOS DE VALIDEZ.
-Los presocráticos introducen respecto de nuestros enunciados y creencias
la distinción de un nivel ontológico y otro epistemológico cuya relación –la
relación de lo que pensamos-decimos con lo que las cosas son- puede
establecerse de diferentes modos y fundamentarse o justificarse de
diferentes modos también. En esta fundamentación estriba la distinción que
ellos inician entre SABER (justificar que conocemos la esencia de la
realidad y no sólo nos guiamos por las apariencias) y OPINION (no sabe
hasta que punto acierta o no, no ha podido demostrar su validez).
-Para separar de entre todas nuestras opiniones (plausibles o no, acertadas o
no) aquellas que representan un saber y que tienen por tanto la pretensión
de ser validas para todos y para siempre hacen falta CRITERIOS DE
VALIDEZ y esto es lo que origina un problema de fundamentación: poder
fundamentar esa pretensión de validez universal del saber frente a la
opinión. En la medida en que nuestros enunciados o creencias pueden
referirse a diferentes tipos de realidad ese problema de fundamentación es
doble:
.fundamentar la pretensión de saber como es la realidad natural,
criterio de validez: VERDADERO / FALSO y
.fundamentar la pretensión de saber como debe ser la realidad
social, criterio de validez: JUSTO / INJUSTO.
B TIPOS DE FUNDAMENTACION
-Del saber y su criterio de validez (verdad / falsedad)
Enunciados fácticos: Afirmaciones verdaderas o falsas.
Se refieren a "hechos", su criterio de validez es la correspondencia con los
hechos, p.e. proposiciones descriptivas ("la vaca está en el prado") son
válidas (con el tipo de validez "verdad") si describen bien aquello que
pretenden describir, son verdaderas si se corresponden con los hechos y
falsas en caso contrario.
-Del deber (normas) y su criterio de validez (justicia / injusticia)
Enunciados contrafácticos: Afirmaciones normativas (normas) justas o
injustas.
No se refieren a hechos sino a "acciones" p.e. proposiciones prescriptivas
("no se debe matar") dicen que tales o cuales acciones no tienen que
suceder en el mundo social, no pueden estar fundamentadas con el mismo
criterio de validez que los enunciados que se refieren a hechos de la
naturaleza.
Serán válidas si es bueno para todos los agentes que suceda o no lo que tales
afirmaciones dicen que debe suceder, es decir, son justas (válidas) si expresan un
interés común a todos los afectados por dichas acciones e injustas en caso
contrario.
ESCEPTICISMO
RELATIVISMO.
Una primera aproximación al relativismo podría ser la siguiente: cada persona tiene
sus propios puntos de vista o presuposiciones y la verdad es relativa a estos.
De esta sencilla afirmación, al menos se desprende una radical ruptura con el par
conceptual saber-opinión con el que los presocráticos habían trabajado
teóricamente hasta ahora.
Para un relativista no tiene sentido separar lo que es saber (objetividad) de lo que
es opinión (subjetividad) en la medida en que la verdad ha dejado de funcionar
como un criterio ligado al saber. Ahora, la verdad depende del punto de vista del
sujeto.
Este sentido del relativismo se encuentra en Protágoras y lo leemos en el Teeteto de
Platón en una discusión entre Sócrates y Teeteto que reproducimos a continuación:
Con estas preguntas que Platón pone en boca de Sócrates nos situamos en el centro
del problema que plantea el relativismo.
La tesis del homo-mensura de Protágoras - el hombre es le medida de todas las
cosas - plantea, al menos el problema siguiente: dos enunciados que se contradicen,
como "el viento es caliente" y "el viento es frío" pueden ser verdaderos, dado que
la verdad, para el relativista depende de condiciones que varían en función de los
sujetos.
Esta concepción de la verdad para el relativista se enfrenta directamente con la que
hemos estudiado en los presocráticos dado que para éstos, la noción de verdad
actuaba como un criterio ligado al saber. Así, una creencia u opinión es verdadera
para los no relativistas cuando se correspondía con los hechos. La ventaja de tener
un criterio como el de la verdad como correspondencia con los hechos se muestra
en que se elimina la arbitrariedad de nuestro conocimiento de la realidad. La
crítica de Platón, en este sentido, será la siguiente: si aceptamos la tesis de
Protágoras la ciencia debería circunscribirse en el ámbito de la sensación.
Pero los intereses del relativista son otros. Para un sofista como Protágoras no
habría ningún problema en aceptar que hace falta un criterio cuando pretendemos
conocer la realidad. Ahora bien, solo el hombre es el que puede actuar como
criterio capaz de decidir en última instancia sobre la correspondencia entre lo que
pensamos sobre las cosas y lo que las cosas son realmente.
Tal intuición relativista capacita al ciudadano de la polis para definitivamente dejar
de apelar a los dioses como garantes de la realidad, al tiempo que introducen en la
filosofía la sospecha acerca de nuestra capacidad para conseguir un conocimiento
universal sobre ésta, al menos en el sentido descrito por Parmenides y la filosofía
eleática cuando para alcanzar la verdad debíamos obviar lo sensible y centrarnos
sólo en objetos de conocimiento inmutables.
El hombre es la medida de todas las cosas de Protágoras inaugura un punto central
en toda la historia del pensamiento occidental, al introducir con esta perspectiva
relativista la sospecha, por no hablar de la imposibilidad de garantizar teóricamente
un conocimiento universal y necesario (para todos y para siempre).
El relativismo de Protágoras abre una brecha entre el objeto de conocimiento y el
sujeto de conocimiento creando una imagen del universo irregular que hay que ir
"inventando"-interpretando en la medida en que el sujeto es la medida de lo que
existe. En otras palabras, en la concepción del mundo de Protágoras las cosas se
definen con relación a la opinión del hombre. La physis de los presocráticos que
hasta ahora se había interpretado como común al ser humano y susceptible de ser
conocida objetivamente por el hombre se subjetiviza en el pensamiento de
Protágoras. Si reflexionamos brevemente acerca de esta subejtivización debemos
decir lo siguiente. Para Protágoras la materia se muestra a todos tal como es en sí
misma, ahora bien, cada hombre, en función de sus diferencias la percibirá de un
modo u otro. Este es el núcleo del relativismo, el que todo es relativo y el que las
cosas son tal y como se le aparecen al hombre.
Si para Parmenides la verdad es algo a l que se llega tras un camino -la vía de la
verdad- para Protágoras no es algo alcanzable sino ligada a cada uno de nosotros.
Así, la verdad se convierte en sensación, haciendo transitable la hasta ahora cerrada
vía de la opinión eleática.
Habría que preguntarse ahora si ocurre lo mismo con los criterios morales.
En términos generales podemos decir que los criterios morales, para el relativista,
dependen del contexto de surgimiento, entendiendo, pues, que lo que es justo,
bueno, correcto o deseable variará de Estado a Estado. La tesis básica del
relativista moral es la de que no hay criterios suficientes para determinar lo que es
justo o injusto al margen de las convenciones de cada polis particular.
Las preguntas acerca de ¿qué es la justicia? No es ni planteable y mucho menos
susceptible de ser contestada. Tal pregunta ha de formularse en términos
contextuales y particulares, por ejemplo: ¿qué es la justicia en Atenas?.
Los sofistas van a definir todos los términos morales haciéndolos depender de las
prácticas convencionales en las diferentes polis.
Vemos aquí una de las implicaciones esenciales de la contraposición naturaleza –
convención. El ciudadano de una polis determinada es un ser convencional.