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01 La Sociedad Anónima - Introducción
01 La Sociedad Anónima - Introducción
LA SOCIEDAD ANÓNIMA
1.- Introducción: La legislación española regula distintos tipos de sociedades. Uno de estos es la
sociedad anónima, un tipo social muy importante en el tráfico empresarial que se encuentra
regulado con detalle en el Texto Refundido de la Ley de Sociedades de Capital (Real Decreto
Legislativo 1/2010, de 2 de julio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de
Sociedades de Capital, en adelante la Ley de Sociedades de Capital, o la LSC).
2.- Concepto: La sociedad anónima es una sociedad mercantil de capitales, de carácter abierto,
con un capital mínimo de sesenta mil euros, íntegramente suscrito y desembolsado como
mínimo en un veinticinco por ciento, dividido en acciones y cuyos accionistas no responden
de las deudas sociales.
1. Es una sociedad abierta. Esto significa que, en principio, la transmisión de las acciones es
libre tanto entre los socios como con terceros ajenos a la sociedad. Decimos en principio
porque pueden existir algunas limitaciones a la libre transmisibilidad de las acciones, pero
lo normal es que esta sea libre. En este punto, la sociedad anónima es distinta a la sociedad
limitada, el tipo social más frecuente, que es una sociedad cerrada.
2. El capital social mínimo es de 60.000 euros, lo cual es una diferencia importante con la
sociedad limitada en la que el capital mínimo es de 3.000 euros.
3. El capital tiene que estar totalmente suscrito (adquirido) por los socios, pero es posible que
las acciones no estén desembolsadas en su totalidad, sino tan sólo un veinticinco por
ciento.
4. El capital social está dividido en acciones. Otra nota importante, pues en la sociedad
limitada el capital está dividido en participaciones sociales.
5. Los socios no responden de las deudas sociales: En efecto, a diferencia de los socios
colectivos, los socios de las sociedades anónimas no responden de las deudas sociales. En
efecto, los accionistas están obligados a realizar las aportaciones a las que se han
comprometido, pero no responderán con nada más; por tanto, es una forma ideal de limitar
la responsabilidad o la deuda máxima que un accionista desea asumir en una aventura
empresarial. Esta ha sido, sin duda, una de las razones de su éxito. En este punto no existe
diferencia con la sociedad limitada, en la que el socio o partícipe tampoco responde
personalmente de las deudas sociales.
6. La sociedad anónima es un tipo social bastante rígido, pues la LSC establece su regulación
con escasa flexibilidad, es decir, la Ley no permite a los socios mucha libertad a la hora de
introducir cláusulas en los estatutos sociales, a diferencia de la sociedad limitada en la que
los socios tienen mayor flexibilidad estatutaria.
7. En todo caso, la sociedad anónima, si bien no el tipo social más utilizado en España, es, sin
duda, un tipo social de enorme importancia en el tráfico empresarial y es el tipo social
necesario para cotizar en las bolsas de valores, es decir, para que sus acciones puedan ser
compradas y vendidas en estos mercados, para ejercer, entre otras, actividades bancarias,
de seguros o de capital riesgo.
3.- Historia: Para la mayoría de autores, la sociedad anónima aparece en los Países Bajos a
principios del siglo XVII (año 1602) con la fundación de la Compañía Unida de las Indias
Orientales (Vereenigde Oostindische Compagnie). Una sociedad que permitió acometer las
inversiones necesarias para el fletamento de buques para el comercio de especias de Asia.
En España, el Código de Comercio de 1885 dedicó unos pocos artículos a la sociedad anónima
hasta la aprobación de la Ley de Sociedades Anónimas de 1951. Esta Ley estuvo en vigor hasta
la promulgación de la Ley de Sociedades Anónimas de 1989 (Real Decreto Legislativo
1564/1989, de 22 de diciembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de
Sociedades Anónimas). En la actualidad, la norma jurídica en vigor es el Texto Refundido de
la Ley de Sociedades de Capital (Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio, por el que se
aprueba el texto refundido de la Ley de Sociedades de Capital), una norma jurídica que
refunde en un solo texto la regulación de las sociedades anónimas y de las sociedades
limitadas (Real Decreto Legislativo 1564/1989, de 22 de diciembre, por el que se aprueba el
texto refundido de la Ley de Sociedades Anónimas y Ley 2/1995, de 23 de marzo, de
Sociedades de Responsabilidad Limitada, respectivamente).
4.- Regulación: Como ya hemos expuesto, la norma hoy vigente en España es el Texto Refundido
de la Ley de Sociedades de Capital de 2 de julio de 2010 (en adelante, la Ley de Sociedades
de Capital, o la LSC). Esta Ley, igual que todas las normas de nuestro ordenamiento jurídico,
es modificada con frecuencia, por esta razón, es imprescindible consultar la página web del
Boletín Oficial del Estado (BOE) para conocer la versión vigente en el momento en el que
queramos aplicarla.
Ahora bien, dejamos de lado este procedimiento, pues apenas se utiliza, es complejo y además
se pueden conseguir sus beneficios mediante una constitución simultánea y la posterior venta
de acciones por los fundadores. A continuación, volvemos a la constitución simultánea.
También es posible que la escritura pública contenga una declaración unilateral de voluntad
de una sola persona física o jurídica. Con la inscripción de esta escritura en el Registro
Mercantil la sociedad unipersonal adquiere personalidad jurídica distinta de la de su socio
fundador, de su socio único. Así pues, es posible que el socio único celebre contratos con su
sociedad unipersonal. Aunque pueda parecer algo extraño, la fundación de sociedades
unipersonales es frecuente.
6.2.- Contenido de la escritura pública de constitución: Los artículos 22 y 23 de la LSC regulan con
detalle todas las menciones que deben constar en la escritura de constitución y que son en
esencia los siguientes:
Como luego veremos (epígrafe 10.1), si las aportaciones son dinerarias, la acreditación de
que se ha aportado el dinero se realiza normalmente mediante una certificación de un
depósito en una cuenta en una entidad de crédito abierta a nombre de la futura sociedad.
Esta certificación es emitida por el director o por un apoderado de la entidad de crédito.
Esta certificación se incorpora a la escritura de fundación y no puede tener una fecha
anterior a los dos meses del día en que se otorgue la escritura de fundación.
Como luego veremos (epígrafe 10.2), si las aportaciones son no dinerarias, se incorpora a
la escritura el informe elaborado por uno o varios expertos con competencia profesional
designados por el Registrador Mercantil del domicilio social sobre las mismas. Este informe
contendrá una descripción de las aportaciones, en su caso, con sus datos registrales, y una
valoración, expresando los criterios utilizados.
6. La identidad de administradores.
La denominación puede ser subjetiva, en cuyo caso esta estará compuesta o hará alusión
al nombre o a los apellidos de todos o algunos de los socios fundadores.
La denominación puede ser objetiva, en cuyo caso estará compuesta o hará alusión a la
actividad o actividades (objeto social) a las que vaya dedicarse la sociedad.
La denominación puede ser de fantasía, es decir ni hará alusión al nombre de los socios
ni al objeto social.
Por último, en relación con la denominación social es necesario indicar que esta se
obtiene tras una sencilla solicitud presentada telemáticamente ante el Registro
Mercantil Central en Madrid. Tras la solicitud, el Registro Mercantil Central nos enviará
por distintos medios, incluso telemáticos, una certificación (certificación negativa) con
el nombre que podremos usar para la futura sociedad y que será necesario incorporar a
la escritura pública y que además será necesaria para abrir una cuenta bancaria con ese
nombre y realizar un depósito bancario con las aportaciones de los socios (como luego
veremos en el epígrafe 10).
En relación con cada una de las actividades, será necesario indicar el CNAE. El CNAE es
la Clasificación Nacional de Actividades Económicas publicada por el Ministerio de
Economía y Hacienda que permite disponer de datos estadísticos fiables y comparables
a los operadores del mercado, las empresas, las entidades financieras y a las
administraciones públicas.
3. El domicilio social que deberá de estar fijado dentro del territorio español, en el lugar
en que se halle el centro de su efectiva administración y dirección, o en el que radique
su principal establecimiento o explotación.
Toda vez que el domicilio social debe radicar en territorio español, la nacionalidad de la
sociedad será española. En efecto, el artículo 8 de la Ley establece que serán españolas
y se regirán por la Ley de Sociedades de Capital todas las sociedades anónimas que
tengan su domicilio en territorio español, cualquiera que sea el lugar en que se hubieran
constituido.
4. El capital social expresando las clases de acciones y las series, en caso de que existieran;
la parte del valor nominal pendiente de desembolso, así como la forma y el plazo
máximo en que satisfacerlo; y si las acciones están representadas por medio de títulos
o por medio de anotaciones en cuenta. En caso de que se representen por medio de
títulos, deberá indicarse si las acciones son nominativas o al portador y si se prevé la
emisión de títulos múltiples.
El capital social es una cifra expresada en euros determinada en los estatutos sociales,
que figura en el pasivo del balance y que representa las aportaciones ya realizadas por
los socios o las aportaciones pendientes de realizar, lo que se conoce como desembolsos
pendientes. Como ya hemos dicho, el capital social mínimo de una sociedad anónima es
de 60.000 euros.
Así pues, la cifra de patrimonio neto va cambiando con el paso del tiempo, y su variación
se constata cada vez que se elabora un balance de situación, por ejemplo, para la
formulación de las cuentas anuales.
En este sentido, y por ahora simplemente como avance de algo que ya veremos con más
detalle más adelante, y que por tanto se comprenderá mejor cuando lleguemos allí, es
necesario decir que la LSC presta especial atención a la relación existente entre la cifra
de capital social, estática en los estatutos, y la cifra de patrimonio neto, cambiante
durante la existencia de la sociedad, tal y como se constata cada vez que se elabora un
balance de situación.
En este sentido, podemos anticipar que la LSC obliga a la disolución por pérdidas cuando
el patrimonio neto se reduzca a una cantidad inferior a la mitad del capital social, a no
ser que este se aumente o se reduzca en la medida suficiente, y siempre que no sea
procedente solicitar la declaración de concurso de acreedores (art. 363.1.e) LSC).
En efecto, la LSC obliga a la reducción o al aumento del capital social cuando las pérdidas
reduzcan el patrimonio neto por debajo de las dos terceras partes de la cifra del capital
y hubiere transcurrido un ejercicio social sin haberse recuperado el patrimonio neto (art.
327 LSC).
8. Los estatutos también pueden establecer la fecha de terminación del ejercicio social. En
defecto de disposición contraria, este terminará el treinta y uno de diciembre de cada
año.
9. Por último, en los estatutos se podrán incluir prestaciones accesorias para todos o
algunos socios (como luego veremos en el epígrafe 12), la existencia de página web
corporativa así como la competencia para la modificación, traslado o supresión de la
misma, así como todos los pactos y condiciones que se consideren convenientes,
siempre que no se opongan a las leyes ni contradigan los principios configuradores de la
sociedad anónima.
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6.3.- Digresión: Especial referencia a los acuerdos de socios o pactos parasocietarios. Una vez
visto el contenido de la escritura y de los estatutos sociales, que en definitiva contienen los
acuerdos, los compromisos de los socios y las normas que van a regir la vida societaria, es
conveniente hacer referencia a otros acuerdos, a otros compromisos que existen en muchas
ocasiones entre los socios y que no constan ni en la escritura, ni en los estatutos. Estos
acuerdos o contratos se denominan pactos de socios o pactos parasocietarios por estar más
allá de la sociedad
Los pactos parasocietarios son contratos o acuerdos de voluntades mediante los cuales los
socios - en ocasiones, también la propia persona jurídica - regulan aspectos que les afectan,
pero sin consignarlos en los estatutos.
Estos pactos abordan aquellas cuestiones que les preocupan a los socios en relación con su
sociedad, con otros socios, o con terceros, siendo cada pacto una regulación de las cuestiones
que ellos consideran relevantes. Sin ánimo de ser exhaustivos, es frecuente que en estos
pactos encontremos cláusulas estableciendo sindicatos de voto, opciones de compra de
acciones, opciones de venta de acciones, cláusulas “drag along” (son cláusulas que contienen
un “derecho de arrastre”, protegen a los mayoritarios) cláusulas “tag along” (son cláusulas
que contienen un “derecho de acompañamiento” protegen a los minoritarios), cláusulas de
remuneración, de reparto de dividendos, de reparto de puestos del consejo de administración,
etc. Vid. en el Anexo, a modo de ejemplo, dos cláusulas simplificadas de un pacto de socios.
6.4.- Solicitud del NIF provisional: Como es bien sabido, el NIF es un Número de Identificación
Fiscal asignado por la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) a todas las personas
físicas y jurídicas. Pues bien, los administradores de la sociedad deberán solicitar a la AEAT
mediante el MODELO 036 un NIF provisional que identifique a la nueva persona jurídica,
siendo además normal utilizar este MODELO para dar de alta a la sociedad en el censo de
empresarios, profesionales y retenedores de la AEAT, Como luego veremos, la Agencia Estatal
de Administración Tributaria emitirá el NIF definitivo tras la presentación de la escritura
pública debidamente inscrita en el Registro Mercantil.
El NIF de una sociedad anónima estará compuesto por la letra A seguida de ocho números.
Hasta hace unos años se utilizaba la abreviatura CIF para referirse al Código de Identificación
Fiscal de las personas jurídicas. Hoy en día, esta abreviatura ha sido remplazada por NIF, si
bien CIF sigue apareciendo en muchos documentos antiguos.
Si bien, estos trámites no son propiamente de Derecho Mercantil, sino de Derecho Tributario,
es necesario conocerlos, igual que es necesario saber que en algunas ocasiones también habrá
que presentar la Declaración de alta en el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE) si la
actividad que integra el objeto social no está exenta; igual que es necesario saber que también
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6.5.- Presentación del MODELO 600: Además los administradores deberán presentar ante la
Axencia Tributaria de Galicia (ATRIGA), dependiente de la Consellería de Facenda, el MODELO
600 relativo al Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados
(ITP y AJD), siendo este un requisito imprescindible y previo para la presentación de la
escritura en el Registro Mercantil, si bien en estos momentos la constitución se encuentra
exenta de gravamen.
6.7.- Solicitud del NIF definitivo: Tras la inscripción de la sociedad en el Registro Mercantil se
presentará la escritura pública debidamente inscrita en la AEAT y esta emitirá el NIF definitivo.
6.8.- Requerimientos opcionales al notario: Los socios fundadores pueden requerir al notario
autorizante de la escritura pública para que este solicite telemáticamente a la AEAT la
asignación del NIF provisional, para que solicite telemáticamente al Registro Mercantil la
inscripción, incluso parcial, de la escritura pública y, para que solicite, una vez practicada la
inscripción, la asignación del NIF definitivo. En cumplimiento de estos requerimientos, el
notario realizará los trámites mencionados e incorporará copia de los documentos
correspondientes a la escritura.
La Ley establece que por los actos y contratos celebrados en nombre de la sociedad antes de
su inscripción en el Registro Mercantil, responderán solidariamente quienes los hubiesen
celebrado, a no ser que su eficacia hubiese quedado condicionada a la inscripción y, en su
caso, posterior asunción de los mismos por parte de la sociedad.
Además, la Ley establece que, por los actos y contratos indispensables para la inscripción de
la sociedad, por los realizados por los administradores dentro de las facultades que les
confiere la escritura para la fase anterior a la inscripción y por los estipulados en virtud de
mandato específico por las personas a tal fin designadas por todos los socios, responderá la
sociedad en formación con el patrimonio que tuviere.
Por último, según la Ley, una vez inscrita, la sociedad quedará obligada por aquellos actos y
contratos a que se refiere el párrafo anterior, así como por los que acepte dentro del plazo de
tres meses desde su inscripción.
8.- La sociedad devenida irregular: También es posible que los socios hayan otorgado la escritura
pública, pero que posteriormente no se inscriba la escritura en el Registro, convirtiéndose la
sociedad en formación en una sociedad irregular. En efecto, estamos ante una sociedad
irregular cuando asistamos a alguna de las dos situaciones siguientes: Primera, que se
verifique la voluntad de los socios de no inscribir la escritura. Y segunda, que haya transcurrido
un año desde que se otorgó la escritura y no se haya producido la inscripción de la misma en
el Registro. En todo caso, es necesario aclarar que no es frecuente que la sociedad en
formación devenga sociedad irregular.
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Por último, durante esta situación de sociedad irregular, cualquier socio puede instar la
disolución y la liquidación de la sociedad.
9.- La nulidad de la sociedad: Una vez inscrita la sociedad anónima, podría suceder que esta fuese
nula. Ahora bien, la declaración de nulidad de una sociedad anónima es algo ciertamente
inusual en España porque existe un sistema de doble filtro, a saber: autorización de la escritura
pública por el notario, y posterior examen para su inscripción por parte del Registrador.
La LSC regula las causas de nulidad y los efectos y entre estos conviene señalar que la
declaración de nulidad de la sociedad no afectará a la validez de las obligaciones o de los
créditos de la sociedad frente a terceros, ni a la de los contraídos por estos frente a la sociedad,
sometiéndose unas y otros al régimen propio de la liquidación.
10.- Las aportaciones sociales: La constitución de una sociedad anónima conlleva necesariamente
la realización de aportaciones por parte de los socios al patrimonio de persona jurídica para
que esta pueda desarrollar su objeto social.
Las aportaciones sociales se encuentran reguladas en los artículos 58 y ss. de la Ley. Según
estos artículos, los socios pueden aportar a la sociedad bienes o derechos susceptibles de
valoración económica.
Ahora bien, no es posible aportar trabajo o servicios. Por tanto, no son posibles en el momento
fundacional las acciones «gratuitas», es decir, aquellas acciones por las que el socio fundador
no hubiera realizado una aportación inicial con un compromiso de una posible aportación
posterior (desembolsos pendientes, como pronto veremos). Tampoco es posible emitir
acciones por una cifra inferior a su valor nominal.
10.1.- Las aportaciones dinerarias: La primera posibilidad es que las aportaciones realizadas por los
socios sean aportaciones dinerarias. La Ley exige que las aportaciones se hagan en euros o en
el supuesto de hacerlo en otra moneda que se indique su equivalente en euros.
10.2.- Las aportaciones no dinerarias también conocidas como aportaciones in natura: La segunda
posibilidad es que las aportaciones realizadas por los socios sean aportaciones no dinerarias
también conocidas como aportaciones in natura con utilización de esa expresión latina.
Estamos ante una aportación in natura cuando se aporta un bien mueble - por ejemplo, un
vehículo o una máquina - o un bien inmueble, o un derecho de crédito, o un derecho de marca,
de patente o de propiedad intelectual, etc. Incluso es posible que se aporte todo un conjunto
organizado de bienes como puede ser una empresa o un establecimiento empresarial.
Por último, para garantizar que los bienes o derechos aportados tienen el valor que se hace
constar en la escritura, la Ley exige la aportación de un informe elaborado por uno o varios
expertos con competencia profesional designados por el Registrador Mercantil del domicilio
social. Este informe contendrá una descripción de la aportación, en su caso, con sus datos
registrales, y una valoración, expresando los criterios utilizados.
Excepcionalmente puede no ser necesaria la aportación del informe del experto, pero en este
caso, los administradores tienen que realizar un informe.
Como no podía ser de otro modo, la LSC establece que los fundadores responden
solidariamente frente a la sociedad, los accionistas y los terceros de la realidad de las
aportaciones sociales y de la valoración de las no dinerarias.
11.- El desembolso de las acciones: La LSC establece que las acciones en las que se divida el capital
social deberán estar íntegramente suscritas por los socios, y desembolsadas todas y cada una
de ellas, por lo menos, en un veinticinco por ciento de su valor nominal.
Cuando una acción no está desembolsada en su totalidad (acción no liberada), la cantidad que
queda pendiente de aportación por parte del socio se conoce con el nombre de desembolso
pendiente. Por tanto, podemos decir que el desembolso pendiente es la porción del valor
nominal de cada acción no desembolsada en el momento de suscribir la acción y a la que el
socio debe hacer frente.
La forma y los plazos en los que se han de realizar los desembolsos pendientes estarán
previstos en los estatutos sociales o, en su caso, será acordado por los administradores de la
sociedad.
La obligación de realizar los desembolsos pendientes es una obligación de la persona que sea
socio en el momento en que haya que realizarlos, no del suscriptor originario de las acciones.
Ahora bien, la LSC establece que el adquirente de una acción no liberada responde
solidariamente con todos los transmitentes que le precedan del pago de la parte no
desembolsada. Esta responsabilidad dura tres años, contados desde la fecha de la respectiva
transmisión. En este sentido, debemos de aclarar qué significa que respondan solidariamente,
pues es un concepto jurídico fundamental. Pues bien, una obligación con varios obligados, o
pluripersonal, es solidaria cuando el acreedor está legitimado para reclamar de cada uno de
los obligados el cumplimiento total.
¿Qué sucede si el socio no realiza los desembolsos pendientes en el plazo establecido? Pues
bien, si el socio no cumple, se produce la mora del accionista. En efecto, la LSC establece que
se encuentra en mora el accionista una vez vencido el plazo fijado por los estatutos sociales
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En la LSC se establece que el accionista va a estar en mora una vez vencido el plazo, es decir,
de forma automática, sin necesidad de intimación por parte del acreedor. En este sentido,
debemos de aclarar que, en Derecho español, lo normal es que exista mora una vez que la
obligación está vencida y después de que el acreedor ha requerido extrajudicial o
judicialmente al deudor.
Los efectos de la mora son tres: Primero, el accionista que se hallare en mora en el pago de
los desembolsos pendientes no podrá ejercitar el derecho de voto en la junta general de
accionistas; en consecuencia, el importe de sus acciones será deducido del capital social para
el cómputo del quorum.
Ya lo veremos más adelante cuando estudiemos la junta general de accionistas, pero podemos
anticipar con carácter general que el quorum es el porcentaje de personas, de votos o de
capital social necesario para que un órgano pueda válidamente, constituirse y celebrar sesión,
deliberar, o adoptar acuerdos.
Segundo, tampoco tendrá derecho el socio moroso a percibir dividendos. Una vez realizados
los desembolsos pendientes junto con los intereses adeudados podrá el accionista reclamar
el pago de los dividendos no prescritos. Ya lo veremos más adelante cuando estudiemos la
aplicación del resultado, pero podemos anticipar con carácter general, que el dividendo es la
parte de los beneficios sociales que se entrega por la sociedad a los socios; y también podemos
anticipar que el derecho a percibir el dividendo prescribe a los cinco años contados desde el
día señalado para comenzar su cobro.
Por último, en los casos de mora, la sociedad podrá reclamar el cumplimiento de la obligación
de desembolso, con abono de los intereses legales y los daños y perjuicios causados, pudiendo
incluso enajenar las acciones por cuenta y riesgo del socio moroso.
12.- Las prestaciones accesorias: Además de las aportaciones a la sociedad, en algunas ocasiones
los estatutos contienen unas obligaciones a mayores para todos o algunos de los socios, son
las denominadas prestaciones accesorias. En efecto, en los estatutos podrán establecerse
prestaciones accesorias distintas de las aportaciones, expresando su contenido concreto y
determinado (obligaciones de dar, hacer o no hacer) y si se han de realizar gratuitamente o
mediante retribución, así como las eventuales cláusulas penales inherentes a su
incumplimiento.
Las prestaciones accesorias no podrán integrar el capital social y pueden establecerse con
carácter obligatorio para todos o algunos de los socios o para los titulares de todas o algunas
de las acciones.
Si las prestaciones accesorias son retribuidas los estatutos determinarán la compensación que
hayan de recibir los socios que las realicen, ahora bien, la retribución no podrá exceder en
ningún caso del valor que corresponda a la prestación.
Por último, como veremos en la lección siguiente, la Ley de Sociedades de Capital establece
que para la transmisión voluntaria por actos inter vivos de cualquier acción perteneciente a
un socio personalmente obligado a realizar prestaciones accesorias y para la transmisión de
aquellas concretas acciones que lleven vinculada la referida obligación será necesaria la
autorización de la sociedad, que será competencia de los administradores, salvo disposición
en contrario en los estatutos.
ANEXO: