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aquellos vecinos de Hellín, Chinchilla, Tabarra y otros lugares en los que no guardaban las
exenciones de los murcianos, y en caso de negativa procediesen al embargo de los bienes
o ganados que portasen.
Ahora son los habitantes del marquesado los que no tardaron en comparecer ante su
senor exponiéndole la situación planteada y los perjuicios que recibían en Murcia en donde
les exigían".••algunas cosas que no deuian pagar...", en represalia porque a los murcianos
" ••.en los lugares de la tierra de mi el dicho marques les fazian pagar e les demandauan
montadgo de sus ganados••." (7).
El aumento de la tensión hizo que el concejo demandase a Juan 1que defendiese la ju-
risdicción real de los atropellos de que era objeto en el senorío de su condestable, pero el
monarca castellano, inmerso en los preliminares político-militares que desembocarían en
el desastre de Aljubarrota, no pudo o no quiso intervenir buscando no entrar en oposición
con don Alfonso en unos momentos en que la empresa de Portugal requería la evitación de
todas las rencillas. El concejo entonces decidió despachar una carta de procuración a Fe-
rrán Oller y a Antón Avellán, excluído a última hora (8), para que fuesen a entrevistarse con
don Alfonso y tratasen de encontrar una solución a esta cuestión. A fines de Febrero, tras
recibir la credencial, el embajador murciano, acampanado por el escribano concejil, Juan
Moratón, partió de Murcia para iniciar unas largas conversaciones que culminarían con el
acuerdo de Albacete.

El portazgo del Puerto de La Mala Mujer.

Otro problema no menos importante que el del montazgo y que del mismo modo in-
cumbía a los transeúntes murcianos era el planteado por el cobro de portazgo que se efec-
tuaba en el puerto de La Mala Mujer, puesto que las nuevas medidas arancelarias adopta-
das por el marqués de Villena imponían una elevación de tasas que ganaderos y mercade-
res debían hacer efectivas a la hora de cruzar por ese paso montanoso.
En el siglo XIV la frontera entre cristianos y musulmanes habla descendido mucho
más al Sur, Castilla ha solucionado el problema del Estrecho dominando el importante pa-
so y los sarracenos, circunscritos al pequeno reino de Granada, no representan ningún pe-
ligro para el poderoso reino castellano, lo que vendría a suponer que en tierras alejadas de
la línea fronteriza ya no era necesaria la intensa vigilancia llevada a cabo en los siglos pre-
cedentes, y que el cobro de derechos destinados al mantenimiento de los hombres encar-
gados de la vigilancia del otro lado de la frontera debía desaparecer (9). Sin embargo las ac-
ciones de los bandoleros que asaltaban repetidamente a los ganaderos y mercaderes que
circulaban por los deficientes y mal guardados caminos, hizo necesario que se establecie-
sen puestos de vigilancia en lugares estratégicos desde los que se dominaba una amplia
extensión territorial, especialmente en los denominados puertos secos, que van a consti-
tuir un elemento importante de cara a la seguridad de los transeúntes, ya que su altitud per-
mitía a los vigilantes dominar los valles y controlar la posible llegada de enemigos y las ac-

(7) Apéndice Documental 11.


(8) Ignoramos los motivos por los que fue excluido de la procuración ya que en las Actas Capitulares no se hace mención
alguna y solamente se tiene la constancia de que su nombre aparece tachado en la carta.
(9) Un interesante estudio sobre los origenes y evolución de este servicio es el de GONZALEZ, M. a E.: La anubda y /a arrobda en
CastI7/s. En "Cuadernos de Historia de Espana", XXXIX·XL. Buenos Aires, 1964; págs. 6·41.

Biblioteca Digital de Albacete «Tomás Navarro Tomás»

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