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Fortaleciendo mi inteligencia emocional

Muchas veces las personas otorgan demasiada importancia a la parte cognitiva del ser

humano, sin percatarse de que están dejando de lado una parte esencial: el aspecto emocional,

denominado Inteligencia emocional, la cual al parecer hoy en día está fallando por la falta de

empatía, falta de tolerancia y el escaso autocontrol reflejado en la violencia, etc. Pero, ¿qué es

la inteligencia emocional?

Ugarriza (2001) sostiene que las primeras contribuciones teóricas se le atribuyen a Salovey

y Mayer, quienes en 1990 definieron la inteligencia emocional como “la habilidad para

monitorear nuestros propios sentimientos y emociones y la de los demás…” (p. 130).

Por otro lado, Goleman (1998, citado por Páez y Castaño, 2015) sostiene que “la

inteligencia emocional es un factor primordial para el éxito académico, laboral y para la vida

cotidiana en general” (p. 269). Esto quiere decir que la inteligencia emocional cumple un rol

fundamental en la vida de las personas, en la medida que permite adaptarse y manejar las

emociones para obtener el éxito.

Asimismo, la inteligencia emocional según el modelo de Bar-On en 1997, adaptado por

Ugarriza en el 2001, comprende cinco componentes principales, entre ellos, el manejo del

estrés, el cual comprende El control de los impulsos (CI), que es la habilidad para resistir o

postergar un impulso y controlar las emociones. Lo cual conforma aquello que

específicamente estoy trabajando para poder fortalecer mi inteligencia emocional.

En ese sentido, el presente ensayo tiene como propósito analizar mis experiencias vividas

relacionadas con la inteligencia emocional y en especial con el control de impulsos y partir de

ello proponer estrategias para mejorar en ese aspecto.

Hace mucho tiempo a la edad de 13 años mi mamá, después de haber terminado su

relación con mi padre, inició una nueva con otra persona, quien al principio se mostraba como
una persona pacífica, pero luego empezó a maltratar a mi madre psicológicamente. Sus peleas

eran constantes y por mi parte siempre me mantuve al margen hasta que llegó un día en el que

sentí que la ofendió y no pude controlarme, entonces le grité cosas horribles y lo ataqué

físicamente sin medir las consecuencias. Fue un momento de mucha rabia e ira hacia esa

persona lo cual me hizo perder el control de mis impulsos y me fui sobre él para golpearlo.

Luego de ese suceso me sentí muy mal, me dolía la cabeza y me sentía avergonzada con él y

con todos los que estuvieron presentes.

Por otro lado, una experiencia donde considero que si logré controlarme fue cuando

nuevamente mi madre y su pareja tuvieron problemas hasta el punto de llegar a una comisaría.

Yo estuve presente al momento en que ambos contaban lo que había sucedido y toda esa

situación me hizo recordar a la experiencia anterior. Sentí nuevamente esa misma rabia hacia

esa persona; sin embargo, lo que hice fue primero escuchar con calma, respirar hondo varias

veces hasta calmarme y luego me alejé del lugar por un rato para después retornar más

tranquila. Finalmente, ambas volvimos a casa ya más calmadas y con mucha fuerza para salir

adelante.

Al analizar ambas experiencias puedo decir que encuentro muchas semejanzas y

diferencias en cuanto a la situación que se daba y también en cuanto a mi actitud frente a

ellas. Si hablamos de semejanzas entre ambas situaciones, considero que ambas fueron

bastante álgidas y de mucha tensión e impotencia de ver que le causan daño al ser que más

amo en el mundo y no poder evitarlo; así mismo, considero que en ambas situaciones se

reflejaba bastante violencia y descontrol de parte de ellos y mía. Sin embargo, la diferencia es

que, la primera situación se dio en mi casa, lo que tal vez conllevó a que me descontrolara, en

cambio la segunda se dio en una comisaría, donde inconscientemente sabía que me debía

controlar. Asimismo, en la primera experiencia todos estaban muy alterados, en cambio en la

segunda todos trataron de calmarse.


Por otro lado, si hablamos de semejanzas en cuanto a cómo me sentí en esas situaciones,

considero que en ambas me rodeaban las mismas emociones de ira e impotencia. Pero, la

diferencia radica en cómo enfrenté estas dos situaciones: en la primera me dejé llevar por mis

impulsos e hice lo que mi instinto me decía, pero en la segunda traté de manejarlo mejor

porque no quería volver a sentirme mal, me puse a pensar por un instante en qué resolvería si

dejo explotar mi rabia y me di cuenta que solo empeoraría las cosas, entonces decidí

relajarme, apartarme del lugar y retornar cuando estuviese calmada, lo cual funcionó muy

bien.

En síntesis, puedo decir que ambas situaciones generaron en mí un gran aprendizaje, ya

que ambas me sirven como ejemplo para darme cuenta de qué es lo que me sirve para

hacerme sentir bien y crecer como persona y qué conductas más bien me perjudican. Es por

ello que pondré todo de mi parte para continuar reforzando esas actitudes meditadas y

conciliatorias que verdaderamente contribuyen a mi crecimiento personal.

Para concluir daré a conocer las estrategias que pondré en marcha para poder enfrentar una

situación de ira y a la vez estrategias que me ayuden a relajarme y aprender a respirar

mediante el ejercicio diario.

Lara Ros, en su blog Respira: técnicas de respiración, propone una forma de controlar la

ira antes de que esta nos controle a nosotros. Se basa en expresarla, lo cual debo hacer, pero

de forma asertiva y calmada; re-direccionarla, donde debo dirigir esa poderosa energía en algo

constructivo que implique mover el cuerpo; o calmarla, lo cual lo conseguiré expulsando el

aire, es decir sacando toda la presión que hay dentro.

Respecto a este último, lo que debo hacer es realizar voluntariamente la exhalación y

después dejar que espontáneamente el cuerpo inhale, cuando lo necesite. Luego después de

hacer la inhalación debo hacer otra exhalación fuerte que vacíe mis pulmones para luego
volver a esperar a que mi cuerpo inhale voluntariamente. Debo continuar con este ejercicio

hasta notar que la presión haya disminuido y me sienta más tranquila. Ya con esa nueva

sensación de calma las cosas se verán diferentes y actuaré de forma distinta y calmada.

Esta actividad de respiración la pondré en práctica al momento de estar en una situación de

ira, sin embargo, necesito además hacer algo que me ayude a estar constantemente relajada

como el ejercicio diario.

Salir a caminar me ayudará a estar más tranquila y a oxigenarme. Al andar debo balancear

mis brazos atrás y adelante ya que esto ayudará a movilizar el tórax y respirar mejor. El ritmo

de la caminata debe ser al inicio pausado, luego un poco más ágil y finalmente más pausado.

La inhalación debe durar 4 pasos al igual que la exhalación. Toda la caminata debe tener una

duración mínima de 15 minutos y luego debo dejar de dirigir la respiración para que esta sea

más espontánea. Respirar conscientemente mientras camino será algo muy agradable, así

como también disfrutar de todas las sensaciones al caminar.

Esta actividad la pondré en práctica todas las mañanas antes de realizar mis deberes diarios

y le dedicaré un tiempo mínimo de 15 minutos. Será una rutina que iniciaré para mejorar

mejorar mi inteligencia emocional.


Referencias

Lara, R. (2013). Controlar la ira: Ejercicio de Respiración Efectivo. Recuperado de

https://tecnicasderespiracion.com/category/respiracion-e-ira/

Paez, M. y Castaño, J. (2015). Inteligencia emocional y rendimiento académico en estudiantes

universitarios. Psicología desde el Caribe, 32(2), 268-285.

Ugarriza, N. (2001). La evaluación de la inteligencia emocional a través del inventario de

BarOn (I-CE) en una muestra de Lima metropolitana. Persona, 4, 129-160.

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