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El gobierno de Arturo Armando Molina coincidió con un período de auge económico que
estaba estrictamente relacionado con los precios del café. Esto le permitió lanzar un plan de
construcción de infraestructura con el lema “una escuela por día”. De esta manera, se
construyó una presa hidroeléctrica del Cerrón Grande, el Instituto Salvadoreño de pensiones
de los empleados públicos, el aeropuerto internacional, el banco de fomento agropecuario y
el instituto de transformación agraria ista. En 1976, el presidente Molina propuso
implementar un plan de reforma agraria que fue rechazado por los sectores empresariales del
país y tuvo que ser abandonado.
En el periodo de su gobierno, se intensifico la confrontación política y social en demanda de
mejores empleos, mejores salarios y respeto a los derechos humanos. Su incursión en la
palestra política se da al lado desempeñar varios cargos públicos y convertirse en colaborador
cercano del general Fidel Sánchez Hernández, que en el cierre de su periodo lo impone como
candidato presidencial. Tras las elecciones, la UNO presentó reiteradas denuncias sobre un
fraude masivo en la votación y el escrutinio. Pero, las autoridades electorales no consideraron
las denuncias y declararon presidente electo al Coronel Molina.
Una de las modalidades de su gestión fue hacer giras permanentes a diferentes puntos del
país, las que denominó gobierno móvil, con el fin de conocer las necesidades de la gente.
Otra acción relevante del gobierno fue la represión que organizó contra los grupos de
izquierda. Un hecho muy recordado es el que tuvo lugar el 19 de julio de 1972 cuando ordenó
la ocupación militar de la Universidad de El Salvador bajo la acusación de ser el centro de
operaciones de los grupos armados de izquierda, esta culminó con la suspensión de clases de
20,000 estudiantes, el despido de docentes, el saqueo y destrucción de sus instalaciones.
Otro acontecimiento importante fue el de la masacre del 30 de julio de 1975, cuando una
manifestación de protesta de estudiantes universitarios fue disuelta a balazos, provocando
decenas de muertos y desaparecidos. A finales de su mandato, se registraron secuestros de
personas, de familias influyentes e inició el asesinato de sacerdotes. Molina entrega el poder
en 1977 a otro militar, el general Carlos Humberto Romero.
Carlos Humberto Romero (1977-1979)