Está en la página 1de 3

El caso

“La aventura de los seis napoleones”, el cuento detectivesco a abordar


en el presente obligatorio, es uno de los cuentos cortos, el octavo para ser más
exactos, que componen “El regreso de Sherlock Holmes”, libro escrito por el
renombrado escritor y médico británico Sir Arthur Conan Doyle en 1903, y que
trata de una recopilación de 13 obras que el mismo escribió entre octubre de
1903 y enero de 1905.
El caso en cuestión resulta relevante para responder la pregunta base
del obligatorio, pues, como caso detectivesco que es, nos provee con la
metodología de investigación aplicada por un detective, realizando un
seguimiento de los hechos que acaban por guiarlo hasta el criminal.
La historia se centra en los compañeros de apartamento y de vida: el
reconocido detective privado Sherlock Holmes y su fiel amigo el doctor John
Watson, trabajando en conjunto una vez más para resolver un caso un tanto
diferente a lo que acostumbraban, “[..]más en el campo del doctor Watson que
en el suyo[…]” (Doyle, 1903: 1) según el propio Lestrade, inspector de Scotland
Yard, lo que entendemos por la Policía Metropolitana de Londres. Y es que se
trataba, en sus inicios, de dos casos de destrucción de obras que retrataban a
Napoleón I, el segundo de estos tratándose de alguien que había allanado una
casa y había destruido todas las obras sobre el conocido emperador, motivo
por el cual se involucró a la policía. Lestrade, como acostumbraba, acude a
Sherlock por ayuda, informándole de los hechos ya mencionados.
Al día siguiente del encuentro, reciben una carta del señor Lestrade
apelando a su presencia. Allí, escucharon el relato del dueño de la propiedad,
quien les contó del asesinato que había tenido lugar tan solo la noche anterior,
asimismo, les hizo saber de la escultura de Napoleón que le pertenecía y que
había sido robada.
A sabiendas de dónde se encontraba el busto robado, Sherlock, Watson,
el propietario de la casa y Lestrade se dirigieron hacia allí. Una vez en la
escena, Holmes comienza a inspeccionar los pedazos en extremo detalle.
Tras discrepancias en cómo continuar el abordamiento del caso,
Sherlock y Lestrade acuerdan seguir por separado y unir sus notas una vez
finalizadas sus respectivas investigaciones. Holmes le pide la fotografía que
habían hallado en el cuerpo del hombre asesinado y, subsiguientemente, él y
Watson se retiran. Buscando rastrear los bustos hasta su origen, ambos se
detienen en una de las tiendas donde se venden, Harding Brothers, pero el
joven que trabajaba allí era nuevo en el cargo y les informa que el dueño no
estaba y él era, justamente por su estado de novicio, incapaz de proporcionar
esa información.
De ahí se dirigieron a la tienda del otro señor afectado por los hurtos,
Morse Hudson, e hicieron la misma pregunta que a la tienda anterior, que de
dónde había adquirido los bustos. Luego le preguntaron si reconocía al hombre
que aparecía en la fotografía, a lo que este dice que sí. Es entonces que les
cuenta que era un italiano, de nombre Beppo, que lo ayudaba con la tienda
pero que desde la semana pasada que no sabía nada de él. Anuncia también
que este había desaparecido dos días antes del primer vandalismo.
Finalmente se dirigieron al lugar indicado por el comerciante como
proporcionador de las esculturas: Gelder & Co. Allí, entablaron conversación
con el encargado, quien les contó que las 3 esculturas que se habían mandado
a Morse Hudson constituían la mitad de un lote de 6, cuyas otras 3 se habían
mandado a Harding Brothers, agregando que no habría razón por la que fueran
diferentes a las demás esculturas.
Posteriormente, le mostraron la fotografía, ocasionando que este
enfureciera en el acto, contándoles todo lo que pensaba del personaje
retratado: que en un principio era un muy buen trabajador en la fábrica pero
que un día había ido a parar al trabajo huyendo de la policía por apuñalar a un
italiano en la calle. Ampliando detalles sobre el incidente, les cuenta que el
italiano en cuestión sobrevivió, mientras que Beppo, terminó preso con un año
de cárcel. Finalmente, aporta que, actualmente, su primo trabaja para ellos, y le
pregunta a Sherlock si le gustaría cuestionarlo sobre el asunto, a lo que el
detective, que comenzaba a creer que el caso estaba creciendo en importancia,
y se muestra prudente por sobre quién es involucrado y quién no, niega la
oferta, aclarando lo susodicho.
Luego de almorzar, volvieron a Harding Brothers, esta vez para hablar
con el encargado, que ya había regresado. Tras hacerle algunas
interrogaciones, le preguntaron si conocía al hombre de la foto, recibiendo un
no por respuesta. En último lugar, Holmes le pregunta si tiene empleados
italianos, en este caso obteniendo un sí.
Esa misma tarde se reunieron nuevamente con Lestrade, quien les dijo
que no solo identificaron el cuerpo sino que también al motor del asesino para
cometer el crimen. Al parecer, el hombre muerto era miembro de la mafia y
asesino él mismo. La foto que tenía en su bolsillo era la del hombre que se
disponía a asesinar, sin presagiar, evidentemente, morir él.
Sherlock insistió en la importancia de los bustos a lo que Lestrade afirmó
que eso era completamente secundario y que avanzarían en el caso yendo a
arrestar al hombre de la foto por asesinato.
Holmes le dice que no lo acompañará y que, por el contrario, podrán
encontrar al criminal en Chiswick esa misma noche. Acto seguido, los amigos
invitan a Lestrade a su apartamento de donde partirán a las 23 horas.
Una vez allí no debieron esperar mucho hasta que empezó a haber
movimiento en el lugar. Momentos después, el hombre sale con una escultura
bajo el brazo, la deja en el suelo y la rompe. Entonces, Holmes lo sorprende
por detrás, tirándosele encima y dejándolo tumbado boca abajo, enseguida,
Lestrade y Watson lo sostuvieron de los costados, esposándolo. Al darlo vuelta
vieron en él al hombre de la fotografía. Se nos revela que Sherlock se había
comunicado con el dueño de la propiedad, quien acababa de salir, pidiéndole
que cerrara todas las puertas del interior de la casa. Se despiden del señor y se
van, llevándose al criminal a prisión.
Al día siguiente vuelven a reunirse con Lestrade para hablar de los
hechos, entre estos, los que llevaron a Sherlock a llegar al fondo de todo.
Estaban entablando esta conversación cuando entra el último dueño de los
bustos, a quien Sherlock había citado con la intención de comprarle la estatua.
Una vez se va del precinto, Sherlock prosigue a romper su nueva
adquisición, revelando que en ella se hallaba “la célebre perla negra de los
Borgia”, robada hacia un año, en un caso que en su momento ni el mismísimo
Sherlock Holmes había podido resolver.
Se procederá a explicar en la siguiente sección, los diversos hechos que
llevaron al detective a llegar al fondo del asunto, no solo dando con el criminal,
sino también desvelando el misterio de las perlas, el cual había permanecido
un año sin resolver.

Bibliografía
“Anexo: Relatos cortos de Sherlock Holmes” (22 de abril de 2022). En
Wikipedia.
https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Anexo:Relatos_cortos_de_Sherlock_Holmes&oldid=143074246
“Arthur Conan Doyle” (17 de mayo de 2022). En Wikipedia.
https://es.wikipedia.org/w/index.php?
title=Arthur_Conan_Doyle&oldid=143607738
Conan Doyle, Arthur (1903) “La aventura de los seis napoleones”. En El
regreso
de Sherlock Holmes. Londres: The Strand Magazine

También podría gustarte