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“Estudio en escarlata”, escrita por Conan Doyle en 1887, es reconocida por ser
la primera novela en que aparece el personaje de Sherlock Holmes, ícono del
relato policíaco.
La segunda parte lleva como título "La tierra de los santos" y da un salto en el
espacio y en el tiempo para situarse dos décadas atrás en Estados Unidos, en Salt
Lake City, la tierra de los mormones. Allí se produce un asesinato, el cual es
ejecutado por danitas presentes en el territorio. Está relatada en tercera persona
por un narrador omnisciente. En el último capítulo de esta parte se retorna a la
historia inicial narrada por Watson y se cuenta la solución del caso. Aquí se pone
en juego la relación de las dos partes que componen el libro, que al principio
parecen autónomas y, por tanto, sin ligazón entre sí. El motivo del crimen resulta
ser esencialmente la venganza por un amor perdido.
Desde el primer encuentro, Arthur Conan Doyle nos muestra un Holmes observa-
dor, dedicado a la ciencia y a la búsqueda de hallazgos que puedan revolucionar
la medicina legal. En un laboratorio de química donde trabaja, hace su aparición
por primera vez el que luego será el famoso Sherlock Holmes; lo hace con un tubo
de ensayo en la mano, prueba tangible de lo que ha descubierto: un reactivo que
es precipitado sólo por la hemoglobina y que permitiría descubrir manchas de
sangre en causas criminales. La investigación científica y la medicina forense son
las disciplinas con las que el autor elige introducir a Holmes, dos ramas de un
saber que, en conjunto, fundarán un tipo de personaje único.
a) se ha cometido un asesinato;
b) el asesino es un hombre;
c) sus características: alto, joven, de cara rubicunda, largas uñas y pies pequeños;
d) calza botas toscas de puntera cuadrada y fuma cigarros de Trichinopoly;
e) ese hombre arriba a la casa deshabitada con su víctima en un coche de
alquiler;
f) la muerte es producida por envenenamiento.
Luego llega Gregson con su errada teoría y posteriormente Lestrade con la suya y
con la noticia fresca de la muerte de su único sospechoso, Joseph Stangerson.
Con este nuevo crimen, las coincidencias empiezan a ser significativas y ayudan
en la resolución del enigma.
Pero esto sólo lo ve Holmes. Mientras los detectives de Scotland Yard no dejan de
referir lo extraordinario del caso, Sherlock no para de demostrar su equivocación.
"Constituye un error confundir la extrañeza con el misterio. El crimen más común
es a menudo el más misterioso, dado que no presenta rasgos novedosos o
especiales que nos sirvan para hacer deducciones. ( ... ) Esas peculiaridades,
lejos de volver el caso más difícil, en realidad lo han simplificado", declara Holmes.
Es precisamente en base a esos detalles (la palabra escrita con sangre, los trazos
que la caracterizan, la ceniza hallada en el piso, el anillo que encuentran junto con
el cadáver, las huellas a la entrada de la casa, el olor entre los labios de la víctima,
las pastillas halladas junto al segundo cuerpo, etc.) que el detective de Conan
Doyle logra descifrar el misterio.
Las muertes de un padre y una hija, sucedidas tiempo atrás, son las de-
sencadenantes de estos crímenes. El asesino, Hope, decide ser "juez, jurado y
verdugo" y castigar, de este modo, a los culpables.
Borges señala que Dupin es el arquetipo, el modelo, y que el tema de dos amigos
diferentes entre sí envueltos en una investigación es un tópico que continúa
Conan Doyle en sus relatos. El propio creador de Holmes cuenta cómo surgió
su criatura más famosa:
"El magistral detective de Poe, Dupin, había sido desde mi niñez uno de mis
héroes. Pero ¿podía yo aportar algo nuevo de mi propia cosecha? Pensé en mi
viejo profesor Joe Bell, en su cara de águila, en su singular comportamiento, en su
enigmático método para descubrir pormenores. Si lo convertía en un detective,
seguro que reduciría el fascinante pero desorganizado asunto de la investigación a
algo muy parecido a la ciencia exacta. Pues bien, yo intentaría que aquello se
produjera. Si era posible en la vida real, ¿por qué no podía yo hacerla igual de
verosímil en la ficción?".
En la misma línea pero diferente, algo "de mi propia cosecha" declara Conan
Doyle y, decididamente, a eso parece referirse su detective. En este sentido,
Sherlock Holmes no estaría de acuerdo con las apreciaciones de Borges. De
hecho, él mismo le declara a Watson que "Dupin era un tipo muy básico" y que, si
bien poseía genio analítico, "de ninguna manera era el fenómeno que parecía
imaginarse Poe". Holmes es único, no se reconoce seguidor de nadie; su propio
método -que se compone de "una cadena de secuencias lógicas sin ningún
eslabón faltante y sin ninguna falla"- es, para él, el que marca diferencias, y esto
es lo que caso tras caso intenta demostrar.