Está en la página 1de 1

29.

LA EDUCACIÓN
Platón propone en primer lugar una especie de jardín de infantes (cosa que la antigüedad no
conoció ni antes ni después de Platón) con juegos, cantos y fábulas debidamente seleccionadas.
A esto sigue una introducción progresiva a la música con declamación de poetas de cuyas obras
serán censurados los pasajes no educativos (sobre todo para evitar que los niños se formen
conceptos erróneos de la divinidad) y la gimnasia. Por último, de los 16 a los 20 años habrá una
especie de iniciación activa de los jóvenes en la vida militar; para ello serán llevados a los
campos de batallapor sus “padres” cuando ello no sea excesivamente peligroso. De los 20 a los
30 años los más idóneos estudiarán ciertas materias propedéuticas que no son otra cosa que
las mathemata pitagóricas, con una división de la geometría en plana y sólida. Sólo quienes
habrán confirmado plenamente sus capacidades para el estudio podrán continuarlo pasados
los 30 años, hasta los 35, ejercitándose en la dialéctica, mientras que los menos idóneos serán
destinados a la función de guerreros. Los aspirantes a filósofos, por el contrario, cumplidos los
35 años, deberán pasar por una especie de largo aprendizaje práctico cotno funcionarios de
segundo orden al servicio del estado. Sólo a los 50 años se les dejará libres por un cierto tiempo
de dedicarse a la contemplación; por último entrarán de lleno a desempeñar su oficio de
filósofos-regentes. Las mujeres recibirán poco más o menos la misma educación, pero no
parece preverse la posibilidad de que se conviertan en “filósofas”.
Por sobre la fácil ironía que pudiera suscitar semejante programa educativo es necesario
subrayar que en él, en formas a veces esquemáticas y desmañadas, se hace un esfuerzo por
responder a exigencias sumamente serias: una prolongada selección mediante el sondeo de
las aptitudes y la educación de los intereses activamente estimulados; un concepto formativo
de la cultura como adiestramiento de la inteligencia y como formación o integración de la
personalidad; un reconocimiento de una mayor dignidad a la mujer que, en el estado ático y
jónico, era objeto de escasa consideración y estaba prácticamente confinada en el “gineceo”.
Pero por encima de todo es de subrayar cómo Platón insiste una y otra vez en la necesidad de
no dedicarse al estudio sin una devoción espontánea y un interés vivo, pues hacerlo por fuerza
y bajo coacción es cosa indigna de un hombre libre, y por lo tanto de un muchacho destinado a
convertirse en hombre libre. La educación prevista hasta los veinte años es tal que cualquier
muchacho normal pueda sacar buenos frutos a condición de que ponga en ella interés y
empeño: la sucesiva, si bien más abstracta y árida, se reservará a los pocos que tengan una
fuerte inclinación intelectual y sean por tanto capaces de sacarle provecho.
El arte (sobre todo la música y la poesía) desempeña un papel sobresaliente hasta los veinte
años, e incluso más tarde, ya que la polis platónica, como toda polis griega, organiza toda suerte
de manifestaciones artísticas, por lo común en conexión con fiestas y ceremonias religiosas. A
este respecto, sin embargo, es de advertir que Platón no sólo instituiría una especie de censura
sobre la poesía, sino que en general nutre, él que era tan excelso artista (sus diálogos figuran
entre las más elevadas creaciones literarias que haya producido la humanidad), un sentimiento
de sospecha ante la excitación de los sentimientos que provoca el arte, sobre todo el arte
dramático. Llega al extremo de motivar racionalmente ésta su natural prevención formulando
la teoría de que el arte, por ser imitación de la naturaleza, que a su vez es imitación de las ideas,
carece de todo auténtico valor de verdad en cuanto es, precisamente, la copia de una copia.

También podría gustarte