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F A C U L T A D DE F I L O S O F I A Y L E T R A S
I N S T I T U T O DB F I L O S O F I A
LEÓN D IU O V N E
S P I N 0 Z A
SU V ID A - SU É P O C A - SU OBRA
SU I N F L U E N C I A
ni
LA OBRA DE BARUJ SPINOZA
BUENOS AI R E S
i Oi 3
Queda hecho el depósito
quo previene la ley núm. 11.723
Copyright by Instituto do Filosofía de la Facultad
de Filosofía y Letras, Buenos Aires 1943.
III
>) L eón Roto, Spinoza, edición Little, Brown and Compnny, Bos
ton, 192P, pógs. 19-20.
2) Víctor D ki.uos, Le Spinozisme, cd. Sociétó fran^aise d ’impri-
tncrie et de iibrairie, París, 1916.
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i) Por nuestra parte, toda voz que en el curso de este volumen de
bamos referirnos al Breve Tralado, lo haremos teniendo en cuenta la
edición de Appuhn.
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EL OBJETO Y EL MÉTODO DE LA
FILOSOFÍA DE SPINOZA
El cotejo entro las primeras líneas del Tratado con las que
encabezan el Discurso del Método de Descartes, permite com
probar una honda divergencia entre la tendencia dominante
en la doctrina de nuestro filósofo y en la del francés. Descartes
descubre ante el lector los acicates puramente intelectuales
de su pensamiento, se sirve de la duda metódica para rechazar
verdades admitidas que podían ser error y quiere distinguir lo
verdadero de lo falso, “ para marchar con seguridad en esta
vida”. Otra era, en cambio, la actitud de Spinoza. Su crítica
más que impugnación de verdades falsas fué condena de falsos
bienes. Spinoza, a diferencia de Descartes, quería hacer del
conocimiento un instrumento de salvación. He aquí sus pala
bras: “ Después de haber aprendido por experiencia que todo
lo que ocurre comúnmente en la vida ordinaria es vano y fú til;
después de ver que todo aquello que para mí era objeto u
ocasión de temor no contenía en sí nada de bueno ni de malo,
sino solamente en cuanto el alma era por ello conmovida, me
decidí finalmente a buscar si había alguna cosa que fuese un
bien verdadero, capaz de comunicarse, y que el alma, recha
zando todo lo demás, pudiese ser afectada por ello solamente.
Más aún; me puse a buscar si había alguna cosa cuyo descu
brimiento y adquisición me diesen por la eternidad el gozo de
una alegría suprema y continua”.
Spinoza se dispuso a meditar para descubrir cuál es el
bien más alto, cuál es la virtud suprema. Analizó los que los
hombres consideran como bienes: las riquezas, los honores y
la voluptuosidad. Absorbentes, lo son a tal punto que el es
píritu apenas puede pensar en otra cosa si se entrega a ellos.
Cuantos más honores y riquezas tiene el hombre, más quiere
tenerlos. La frustración de nuestras esperanzas nos entristece;
la riqueza despierta ansias interminables de enriquecimiento;
por las honores el hombre se somete a la opinión de la multi
tud y la acompaña en sus afanes.
Spinoza debía optar entre el abandono de unos males cier
tos y la esperanza de un bien incierto. Como el paciente de una
enfermedad mortal, debía buscar el remedio, con todas sus
fuerzas. Los bienes que la multitud persigue son causa de per-
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t<l circulo como una figura en la que las líneas tiradas del
centro a la circunferencia son iguales, no habrá revelado la
esencia del círculo y sí sólo una de sus propiedades. Tratán
dose de figuras y de otros entes de razón, semejante error
en la definición no tiene importancia, pero, en cambio, la tiene,
y mucha, cuando se trata de cosas físicas y reales, pues no se
comprenden las propiedades de las cosas mientras se ignora su
usencia. Toda definición ha de sujetarse a ciertas reglas, dis
tintas según se trate de cosas creadas o de cosas no creadas,
lín el primer caso debe: 1) comprender la causa próxima (así,
el círculo deberá definirse como la figura descrita por una
línea recta, uno de cuyos extremos es fijo y el otro movible);
2) permitir que de la sola consideración de la cosa se deduzcan
sus propiedades; 3) ser intelectualmente afirmativas, sin qtio
importe la afirmación verbal, ausente a menudo en virtud de
quo la carencia de palabras obliga a expresar en forma nega
tiva algo positivo. En cambio, la definición de una cosa in
creada debe: 1) excluir toda causa y atenerse solamente al ser
propio de la cosa definida; 2) no dejar lugar a la pregunta de
si la cosa existe; 3) no contener sustantivos que puedan ser
adjetivados, es decir, no contener términos abstractos; 4) ser
tal que de ella fluyan todas las propiedades de la cosa.
LA METAFÍSICA DE SPINOZA
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fcclo que existe por sí. Prueba la existencia de este ser por
la idea que de él tenemos, y así, su noción de la esencia le
lleva a concebir la existencia eterna de Dios, implicada en la
esencia divina. En realidad, para Descartes, Dios es el ser
absoluto, por encima de la esencia y de la existencia y creador
de una y otra, y a la vez sostén permanente de todo lo que hay.
Para Spinoza las esencias de las cosas son inmutables, pero
la inmutabilidad de la esencia no excluye que en cada esencia
esté presente un número ilimitado de propiedades que le
están indisolublemente ligadas. En cada esencia nada hay de
escondido, de latente, de virtual. Toda cosa real es actual de
toda eternidad; nada es en potencia. Hasta aquí Spinoza no
se aparta mayormente de la concepción cartesiana. Pero esta
última doctrina muestra su impotencia, dice Rivaud, al querer
determinar con precisión la esencia de una cosa cualquiera.
Nada se saca con decir que la esencia del hombre es el pen
samiento, pues el alma humana está unida a un cuerpo, y la
división do la extensión en cuerpos distintos se comprueba
tanto como la existencia de pensamientos individuales. El pen
samiento en general no basta para caracterizar tal o cual alma
individual, del mismo modo que la extensión tomada en con
junto no basta para explicar los caracteres determinados de
un cuerpo particular. El cartesianismo tampoco explica clara
mente la naturaleza de la esencia divina. Descartes admite tras
de los atributos de Dios una reserva de potencia o de libertad
que introduce en Dios un elemento de misterio. Para Des
cartes, la esencia del hombre es unas veces el solo pensamien
to; otras, la unión inexplicable de alma y cuerpo.
Spinoza, al elaborar su propia teoría de la esencia como
aquello que caracteriza a cada cosa, quita todo misterio a Dios,
aunque Dios no sea totalmente cognoscible; Dios se distingui
rá de las cosas por su esencia. En términos generales, para
Spinoza es esencia el concepto de una cosa que puede o no
existir fuera de quien lo concibe. Pero a la vez, si bien afirma
que “ la esencia de las cosas producidas por Dios no envuelve
la existencia”, niega que las cosas existentes pudieran no
existir. En realidad, Spinoza distingue las cosas que dependen
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• • •
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Sabemos ya cómo Spinoza define a Dios y demuestra su
existencia en función de la noción de sustancia. Ya sabemos
que Dios es único, porque no hay más de un Dios, es decir, no
hay más que una sustancia. ¿Pero el hecho de que Dios sea
la única sustancia significa que hay en él partes T No, contesta
Spinoza; no se puede concebir como divisible ningún atri-
Imto (le la sustancia absolutamente infinita. Si admitiéramos
lo contrario, nos veríamos abocados a dos resultados absurdos.
En efecto, debiéramos aceptar, o que cada una de las partes de
la división es una sustancia o que ninguna lo es. En el primer
caso, nos encontraríamos con múltiples sustancias; en el se
gundo —cosa igualmente incoherente— deberíamos reconocer
que la sustancia dejó de existir. Corolario de lo que acaba de
decirse es que ninguna sustancia corporal :) en cuanto sus
tancia, es divisible. Más todavía, si la sustancia fuera divisible
dejaríamos de pensarla como infinita, lo que importa una con
tradicción. Esta última idea —a la que volveremos a referirnos
en el capítulo siguiente— trae aparejada la consecuencia de
ciue la Extensión, en cuanto atributo de Dios, es indivisible,
tesis que evidentemente choca a nuestra apreciación habitual
de la realidad física. Oportunamente veremos cómo Spinoza
resuelve la dificultad. Podría decirse que distingue entre la
extensión atributo y los modos extensos que se manifiestan
en el atributo Extensión.
Para Spinoza no hay y no podemos concebir sustancia al
guna fuera de Dios. Si la concibiéramos, debería explicarse
por uno de los atributos de Dios y tendríamos así dos sustan
cias del mismo atributo, es decir, se trataría de una sola sus
tancia. Si no puede haber fuera de Dios ninguna sustancia,
si (como lo dice la tercera definición) no se puede concebir
niguna casa que exista en sí y se conciba en sí fuera de Dios,
y si además so tiene presente que los modos (quinta defini
ción) únicamente pueden ser concebidos en una sustancia, en
tonces solamente podrán concebirse en la iinica sustancia di
vina. Por eso, todo lo que es, es en Dios y nada puede ser ni
ser concebido sin Dios. Es esto precisamente lo que afirma la
proposición 15 de la primera parte de la Ética. En un escolio,i)
cioucs (lo los atributos de Dios, afecciones por las cuales los
atributas divinos se expresan de una manera determinada.
En el capítulo siguiente nos ocuparemos de la concepción
de Spinoza sobre el mundo y de sus ideas sobre la causalidad
divina. Digamos desde ya que para el filósofo una cosa que
ha sido determinada a una acción lo ha sido necesariamente
por Dios; lo que no ha sido determinado por Dios no puede
determinarse a sí mismo. Ciertas cosas han sido producidas
inmediatamente por Dios, derivan necesariamente de su na
turaleza absoluta sin otro intermediario que los primeros atri
butos que no pueden ser ni son concebidos sin Dias. Por eso
Dios es la causa absolutamente próxima de las cosas que son
inmediatamente producidas por él. (Spinoza subraya en el
escolio de la proposición 27 que dice absolutamente próxima
y no genérica, como suele expresarse, pues los efectos de Dios
no pueden ser ni ser concebidas sin su causa). Lo que se
acaba do decir no significa que se pueda propiamente llamar
a Dios causa remota de las cosas particulares, a menos que se
trate de distinguir este orden de cosas de las que fluyen de la
naturaleza absoluta de la divinidad. Se entiende por causa
remota una causa que no está ligada de ninguna manera con
su efecto; designación inaplicable a Dios, porque todas las
cosas que son, son en Dios y dependen de él de tal manera que
no pueden ser ni ser concebidas sin él. Así, interpretando
fielmente a nuestro filósofo, diremos: todas las cosas son pro
ducidas por Dios, unas inmediatamente y otras mediatamente.
Dios es causa de todas las cosas y esta causalidad nunca puede
calificarse como remota.
Son igualmente necesarias todas las cosas producidas por
Dios, tanto las producidas de manera mediata como las que
de él derivan inmediatamente; Dios es la causa de todas ellas,
no solamente en cuanto existen, sino también en cuanto son
determinadas a tal o cual acción. Queda así excluido de la
realidad cualquier asomo de contingencia. E l determinismo
es universal. La voluntad no es causa libre; es causa necesa
ria, sostiene Spinoza en la proposición 32. La voluntad es
cierto modo de pensamiento lo mismo que el intelecto. Por eso,
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Bplnoza.— 7. T. III.
— O s
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la esencia del todo. Por ser así los atributos, los modos deben
aparecer inmediatamente dentro de cada uno de ellos. Lo real
y sus modificaciones se nos muestran ya como extensión, ya
como pensamiento; las dos versiones no interfieren la una eu
la otra; se excluyen mutuamente, pero coexisten. Se puede
tomar los modos ya bajo el lado físico o bajo el lado mental,
pero no cabe pasar de uno a otro. A esto especialmente se
refiere Spinoza en el escolio que sigue a la proposición 7 de
la segunda parte de la Ética, proposición en la que sostiene
que el orden y la conexión de las ideas es el mismo que el
orden y la conexión de las cosas:
“ Antes de continuar, es menester recordar aquí lo que
hemos dicho más arriba, o sea que todo lo que puede ser perci
bido por una inteligencia infinita, como constituyendo la esen
cia de la sustancia, todo eso pertenece a una sustancia única,
y, por consiguiente, que la sustancia pensante y la sustancia
extensa no forman sino una sola y misma sustancia, la cual
es concebida, ya bajo uno de sus atributos, ya bajo el otro.
Igualmente, un modo de la extensión y la idea de este modo no
son sino una sola y misma cosa expresada de dos maneras. Es
lo que parecen haber percibido, como a través de una nube,
los hebreos que sostienen que Dios, el entendimiento de Dios
y las cosas que entiende, no son sino uno y lo mismo. Por
ejemplo, \m círculo que existe en la Naturaleza y la idea de
tal círculo, la cual también es en Dios, son una sola y misma
cosa expresada por dos atributos diferentes, y, por consiguien
te, que concibamos la Naturaleza bajo el atributo de la exten
sión o del pensamiento, o bajo cualquier otro atributo, encon
traremos siempre un solo y mismo orden, una sola y misma
conexión de causas; en otros términos, las mismas cosas resul
tan recíprocamente las unas de las otras. Y si he dicho que
Dios es causa de la idea del círculo, por ejemplo, solamente
en tanto que es cosa pensante, y del círculo, en tanto solamen
te qtie es cosa extensa, no lo he dicho por otra razón que
por ésta: el ser formal de la idea del círculo no pxiede ser
concebido sino por otro modo del pensamiento, tomado como
su causa próxima, y éste, por otro modo, y así hasta el infi-
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Spinoxa.— 8. T. iri.
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Sustancia
pensamiento extensión
N atura na tu rata
Modos
I 1
Intelecto infinito - movimiento y reposo
infinitos (productos inmediatos)
LA ANTROPOLOGÍA DE SPINOZA
mer fundamento del ser del alma no es otra cosa que la idea
do una cosa particular y que existe en acto, agrega en un coro
lario: “ El alma humana es una parte del entendimiento infi
nito de Dios: y por consiguiente, cuando decimos que el alma
humana percibe esto o aquello, sólo decimos que Dios, no en
tanto que infinito, sino en tanto que se expresa por la natu
raleza del alma humana o bien en tanto que constituye su
esencia, tiene tal o cual idea; y cuando decimos que Dios tiene
tal o cual idea, no solamente en tanto que tiene al mismo tiem
po la idea de otra cosa, decimos entonces que el alma humana
percibe una cosa de una manera parcial o inadecuada”. En las
líneas que se acaban de leer, el alma aparece como un modo
en el atributo pensamiento de la sustancia divina. El alma es
una parte del infinito entendimiento de Dios a la que corres
ponde una parte de la infinita extensión divina.
El alma es una idea que tiene un objeto: el cuerpo. Por
eso, agrega Spinoza en la proposición 12 de la segunda parte
de la É tica: “ Todo lo que ocurre en el objeto de la idea que
constituye el alma humana debe ser percibido por ella; en
otros términos, el alma humana necesariamente tendrá conoci
miento de eso” . “ Por donde entiendo —prosigue Spinoza—
que si el objeto de la idea que constituye el alma humana es
un cuerpo, nada podrá ocurrir en ese cuerpo sin que el alma
lo perciba” .
Alma y cuerpo son modos en dos atributos, pero a tal punto
se corresponden que, según la proposición 14 de la segunda
parte de la Ética, el alma humana es capaz de percibir muchas
cosas, y lo es tanto más cuanto su cuerpo puede adoptar mayor
número de disposiciones. Así como el cuerpo está compuesto
por múltiples “ individuos”, así —dice la proposición 15 de la
segunda parte de la Ética— la idea que constituye el ser formal
del alma humana no es simple, sino compuesta de muchas ideas.
Nuestro filósofo juzga oportuno aclarar este punto en las
proposiciones 22 y 23 de la segunda parte de la É tica: El alma
humana no percibe solamente las afecciones del cuerpo, sino
también las ideas de estas afecciones. El alma no se conoce a
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*•» los textos de Spinoza aparece del alma una visión bipolar:
por una parte el alma es idea del cuerpo; por otra, el alma es
una idea en el pensamiento divino. En mérito a esto último,
Spinoza concebía la inmortalidad pasible de una parte del
alma. Se puede alegar que semejante interpretación contradice
al paralelismo afirmado por Spinoza entre los modos en quo
so manifiestan los dos atributos de Pensamiento y Extensión,
i Pero, acaso los atributos divinos son siempre equivalentes
en la obra de Spinoza? Por momentos, ya lo hemos señalado,
el atributo pensamiento tiene primacía sobre los otros; aná
logamente en el hombre, por momentos da primacía a lo es
piritual.
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ción. Esto se nos hace más claro al tomar en cuenta que nada
podemos hacer por la decisión del alma si no es con ayuda
do la memoria. No podemos pronunciar una palabra si no la
recordamos, y no depende de la libre potencia del alma el
recordar una cosa u olvidarla. Por eso se suele creer que sola
mente cabe hablar de decisión del alma cuando callamos o
decimos algo que la memoria no recuerda, i Pero cuando so
ñamos que hablamos, no creemos, acaso, que pronunciamos
ciertas palabras en virtud de una libre decisión del alma? Y
sin embargo no hablamos efectivamente; o, si hablamos, es
por un movimiento espontáneo de nuestro cuerpo. A veces
también soñamos que escondemos cosas, que las disimulamos,
en virtud de una decisión semejante a la que nos hace callar
las durante la vigilia. En fin, soñamos realizar libremente
acciones que despiertos no osaríamos cumplir. Habría que ad
mitir, entonces, en el alma dos especies de decisiones: las fan
tásticas y las libres. Por todas estas razones se ha de aceptar
que la decisión del alma que creemos libre no se distingue
verdaderamente de la imaginación o de la memoria. Según
Spinoza, quienes creen que pueden hablar, callarse, en una
palabra, actuar en virtud de una libre decisión del alma,
sueñan con los ojos abiertos.
En el extenso escolio que acabamos de reflejar se com
prueba que a Spinoza no se le escapaba lo discutible de los
argumentos con que niega la acción del alma sobre el cuerpo;
por eso creyó necesario invocar hechos de la experiencia para
confirmarlos.
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LA PSICOLOGÍA DE SPINOZA
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LA PSICOLOGÍA DE SPINOZA
LA AFECTIVIDAD
siempre y en todas partes las mismas. Por ello las cosas, cua
lesquiera que sean, deben explicarse por el mismo método y
en función de las normas universales de la Naturaleza. De
esto fluye que las pasiones, como el odio, la cólera, la envidia
y otras, tomadas en sí mismas, surgen tan necesariamente
como las otras cosas particulares; se interpretan por causas
determinadas, tienen propiedades tan dignas de ser conoci
das como las propiedades de cualquier otra cosa cuya sola
contemplación nos deleita.
Aunque el filósofo desarrolla sus ideas sobre los sentimien
tos en proposiciones que siguen unas a otras, cabe distribuir
las en grupos según los temas a que se refieren y juzgar la
tercera parte de la Ética como un tratado sobre la afectivi
dad. Spinoza explica la naturaleza de los sentimientos 1), los
define y clasifica en sentimientos pasivos y activos. Distin
gue en cada uno de estos grupos sentimientos primarios y
sentimientos derivados, y describe en particular numerosos
sentimientos. Tanto en el detalle como en las líneas principa
les, su concepción está basada en el principio de que el hom
bre, como todo otro individuo, se esfuerza por perseverar en
su ser. La tendencia de cada modo a perseverar se identifica
con lo más íntimo de su naturaleza. El hombre es alma y es
cuerpo, modo del pensamiento y modo de la extensión¡ puede
tener ideas adecuadas, claras, y puede tener imágenes, con
fusas. Pero siempre tiende a afirmar su ser. Esta tendencia
será distinta según sea manifestación del alma (voluntas) o
del alma y el cuerpo a la vez ( appetitus). Dentro de este
marco en el que se resumen las proposiciones 6-7 de la tercera
parte de la Ética, Spinoza desarrolla sus ideas sobre la afec
tividad partiendo de las definiciones siguientes:
I. “ Llamo causa adecuada a aquella cuyo efecto puede
ser clara y distintamente explicado por ella sola. Llamo cau
sa inadecuada o parcial a aquella cuyo efecto no puede ser
concebido por esa causa solamente” .i)
i ) Empleamos aquí la palabra sentimientos en un sentido amplio,
abarcando todos los estados do la vida afectiva: sentimientos, pasiones y
emociones. Sentimientos equivale a afectos de la terminología de Spinoza.
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LA MORAL DE SPINOZA
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EL MISTICISMO DE SPINOZA
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LA POLÍTICA Y LA RELIGIÓN
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CONCLUSIÓN
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Spinom.—21, T. III
Introducción
Capitulo I. — E l objeto t el método de la filosofía de
S pinoza . — Porqué Spinoza so dedicó a la filo
sofía. — La busca de la felicidad. — El saber,
instrumento de salvación. — El método. — Los
modos de conocimiento. — De la idea verdadera
y de cómo distinguirla de las otras. — L a defi
nición. — Las propiedades del entendimiento . .
»■*«
Capítulo J X . — L a política t la mcuoión. — t.n salvación del
individuo y la convivencia social en el o«jilnorlti•
no. La felicidad del individuo y In «orimlnd
según el Tratado de la Reforma del Entendi
miento. — Sentido y función de la sociedad según
la Ética. E l fundamento natural del Estado. —
Las ideas sobro el Estado en ol Tratado Tealó-
gico-Politico. — Las formas do Gobierno. El
Tratado Político. — La religión y las Iglesias.
Las Sagradas Escrituras. Su interpretación. —
Las profecías y los milagros. — Ilnzón y fe. Ln
libertad do la inteligencia. — El significad» do
las Escrituras. La religión do las Escrituras. Ln
religión individ ual................................... .... ............... 2(11