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Hoy el Señor nos dice dos cosas: Que nos falta la fe por culpa de nosotros mismos; y el hombre

en la actualidad, por no practicar su fe, se ha vuelto soberbio, creído, rebelde. En la primera y


segunda lectura nos dice: Rebelde, que se ha revelado contra mí, obstinado, testarudo.

Y si la humanidad es rebelde con Dios de hecho que nos vamos a olvidar de nuestra propia
familia, porque si no nos acordamos de Dios, que es lo más importante en nuestra vida, ¿qué
te puedo pedir yo como sacerdote que ames a tu familia? Tenemos que querer a nuestra
familia, pero para querer y apreciar a nuestra familia de verdad, debemos querer y apreciar a
Dios, amar a Dios sobre todas las cosas. Diré algunos ejemplos. Yo no entiendo, la verdad,
cómo un hijo solamente puede preocuparse por su familia, por su mamá, cuando ella cobra su
jubilación. ¿Te das cuenta? ¿Cómo está nuestra sociedad? ¿Cómo está el mundo? ¿Cómo
están las personas?

Miraba por las noticias, como una hija puede ser capaz de botar a su mamá de su propia casa.
Una hija, botar a una anciana, su propia madre, el ser que le ha dado la vida. Pues, solamente
el razonamiento nos dice, esta hija posiblemente se ha olvidado de Dios y, no le pidamos que
quiera a su mamá porque nunca a amado a Dios, nunca va a amar a nadie, ni a ella misma. El
amor es así, recíproco. La cadena es así, primero Dios, después mi prójimo y último yo.

Y dice el Señor: “Pues en el fondo hay en las personas, hoy más que nunca, rebeldía,
obstinación, son testarudos”. Con esta Sagrada Escritura entiendo ahora por qué los jóvenes
son rebeldes, son malcriados ahora más que nunca, no valoran a sus seres queridos, no
valoran a sus padres. Cuando ustedes se sacrifican y dan todo por sus hijos. El mismo hecho de
dar a luz. El mismo hecho de afrontar el ser padre, ya eso es grande y eso hay que valorar y
enseñar a los hijos que tienen que valorar y respetar a sus padres. No ser como dice la
escritura, obstinados, testarudos, rebeldes con sus padres. A veces somos también rebeldes
con Dios. Reflexionar, pensar, razonar. Porque a veces cuando pasan cosas malas, estamos
llorando, con lágrimas en los ojos. Perdón papá, perdón mamá. Recién, en el momento malo,
no supieron aprovechar a su familia, su ser querido, cuando estaba junto a su lado. ¿De qué
sirven sus lágrimas? ¿Resucitará ese señor?

En estos días, habían recordado, un aniversario más de su muerte, un mes, cuatro meses, de
un difunto. Habían traído un montón de flores, una orquesta, la mejor orquesta que le gustaba
a ese señor, pero ¿de qué sirve? Si él no lo va a escuchar. Yo creo que posiblemente la banda
será para los hijos que están vivos. Y bailarán bien, pero ¿y el abuelito, abuelita que ha
fallecido? No lo va a gozar. Las cosas se hacen en vida. Mamá te quiero, papá te quiero, te
respeto, te valoro.

Ahora los jóvenes, hasta niños contestan, levantan la mano. ¿Qué puedo yo esperar de una
señorita, de un muchacho de 15, 14, 16, 17 años? ¿Qué va a hacer más adelante? ¿Pegará a su
madre? ¿Lo botará de la casa? Porque así está creciendo la juventud, así están creciendo las
familias. Por eso formemos, cultivemos la fe de nuestros jóvenes. Eduquemos en la disciplina,
en valores, en virtudes, en exigencia.

A veces observo que los papás tenemos la culpa pues engreímos y le damos todo a los niños, a
los jóvenes y los estamos creando inservibles porque no saben hacer cosas básicas. Están los
niños y los jóvenes mal educados. La mamá, el papá tiene la culpa por engreír a su hijo, a su
hija. Hay que enseñar valores y virtudes porque este mundo es duro. Este mundo es exigente.
En el mundo hay tropiezos, piedras, dificultades, no todo es color de rosa. Si tú no educas y le
das de todo a tus hijos, no van a valorar y el día que tú no estés pues van a ir llorando a pedir
ayuda.
Hay que ayudarles a que sean independientes, a que cuiden y valoren las cosas, a que te
respeten. Cuando hay, hay, cuando no, pues no se puede. A veces estamos criando como dicen
estas palabras: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”. Que triste, por eso dice el Señor cuidado,
están creciendo los niños y las familias en la soberbia. Y no podemos educar así a nuestros
hijos, a nuestros jóvenes. Porque si así se vuelven, pues van a perder la fe y luego salen ateos,
agnósticos. Hasta incluso, yo no tengo reparo en decirlo, tengo alumnos de un colegio
parroquial, estudiando desde inicial, 14 años estudiando en los colegios parroquiales, en la fe,
en la disciplina, con religiosas, con sacerdotes y ahora me sale ateos, no creen en Dios y están
a favor del aborto. ¿Qué pasó? ¿En qué momento? Yo creo que a veces no hay sintonía de lo
que dice el colegio, el sacerdote, los profesores. Entre nosotros nos quitamos la autoridad.
Pues si así pasa en la familia, los chicos hacen que discuta la mamá y el papá. ¿Qué te puedo
pedir yo? Lo mismo va a pasar en el colegio, nos van a hacer enfrentar.

Estamos maleducando a los muchachos, a los niños y no queremos un futuro malo para ellos,
queremos el bien, por eso enseñemos virtudes, valores de Dios.

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