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Cómo la URSS espió a EE.UU.

durante 7 años con un


micrófono sin cables ni fuentes de energía
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Publicado:
8 nov 2019 17:52 GMT

El micrófono sin cables ni fuentes de energía estuvo en el despacho del embajador de EE.UU.
en Moscú desde 1945 hasta 1952. Cuando fue encontrado por casualidad, especialistas
estadounidenses no podían entender los principios de su funcionamiento.

El 4 de agosto de 1945, el embajador estadounidense en la URSS, Averell Harriman, visitó el


campamento juvenil de Artek, donde recibió de un grupo de pioneros —organización 
soviética de tipo scout— un regalo especial: una talla de madera exótica en forma del Gran
Sello de EE.UU. Tras un examen de la impresionante obra por los servicios de seguridad, el
halagado enviado la colgó en la pared del despacho de su residencia.

Durante los próximos siete años, los agentes de la inteligencia soviética escuchaban todo lo
que sucedía en la sala más protegida de la misión diplomática estadounidense. Podrían haber
seguido haciéndolo muchos más años si el micrófono no hubiera sido revelado por una
casualidad.

El elemento central de la operación fue un dispositivo único escondido dentro de la talla.


Carente de algún cable o fuente de energía, el endovibrador —así se llamaba el mecanismo
— consistía en una antena, de 23 centímetros, y una cavidad con una membrana de alta
sensibilidad. Como tal, era totalmente pasivo y por eso no podía ser detectado en estado
inactivo a través de los métodos tradicionales.

No obstante, siendo expuesto a una señal de radio de cierta frecuencia, se despertaba: la


membrana resonaba y modulaba las vibraciones acústicas en radioondas reflejadas, que a
su vez se captaban por antenas instaladas en dos pisos francos de la inteligencia soviética en
un edificio vecino.

Durante el período de la actividad del endovibrador,


se sucedieron cuatro jefes en la Embajada de EE.UU. en Moscú. A
pesar de que el despacho sufrió varias reorganizaciones, nadie de ellos
decidió remover el Gran Sello tan brillante y adecuado al entorno.

De este modo, el Kremlin sabía de las decisiones de los embajadores


estadounidenses antes de que estos se lo comunicaran a la Casa Blanca.

El misterio de 'La Cosa'

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En cuanto a la revelación del micrófono, existen dos versiones. Según la primera, fue
detectado siguiendo una pista dada a la CIA por Piotr Popov, agente renegado del Directorio
Principal de Inteligencia de la URSS. La segunda, anunciada oficialmente por EE.UU.,
sostiene que la señal reflejada por el dispositivo fue captada casualmente por un técnico de la
Embajada del Reino Unido, ubicada a 1,5 kilómetros del despacho vigilado.

Sin embargo, el hallazgo del endovibrador llevó al desconcierto: los especialistas de servicios
de seguridad estadounidenses no podían entender los principios de su
funcionamiento. La fractura de la membrana a la hora del descubrimiento del micrófono
complicaba aún más la tarea. Es entonces cuando el enigmático dispositivo fue bautizado La
Cosa (The Thing en inglés).

Finalmente, el misterio fue resuelto por el británico Peter Wright, quien logró recrear el
mecanismo tras 18 meses de trabajo.

Peter Wright, 'Spycatcher'

La Cosa comenzó a emitir un tono agudo. Llamé a mi padre en un estado de


gran emoción.
"¡Tengo La Cosa funcionando!"
"Lo sé", dijo: "¡Y el aullido
está rompiendo mis tímpanos!"

Washington mantuvo el endovibrador en secreto durante ocho años. Por primera vez fue
mostrado al público en mayo de 1960, cuando el embajador de EE.UU. ante la ONU, Henry
Cabot Lodge, lo llevó en una sesión del Consejo de Seguridad de la organización. Desde
entonces, se conserva en el Museo Nacional Criptológico de EE.UU., ubicado en Fort George
G. Meade (Maryland).

Los expertos estadounidenses, que trataron de entender cómo funciona La Cosa, se


sorprenderían si supieran que su diseñador fue Lev Termén, una figura muy bien conocida
en EE.UU. durante la década de 1930.

Conocido de Lenin y Eisenhower

Descendiente de hugonotes fugados de Francia en el siglo XVI, Termén nació en 1896. Desde


la infancia, se interesaba de dos esferas aparentemente opuestas: la música y la ciencia. A
la hora de la Revolución de Octubre, se había graduado tanto del Conservatorio como de la
Facultad de Matemáticas y Física de la Universidad de San Petersburgo.

El joven de talento excepcional fue avistado por el prominente físico Abram Ioffe, quien le
concedió, en 1919, un laboratorio en el Instituto de Física y Tecnología de Moscú. Al año
siguiente, trabajando allí en un sistema de alarma inalámbrica, elaboró el primer

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instrumento musical electrónico que se opera sin la necesidad de tocarlo físicamente. Dos
años después, presentó su invento, conocido ahora bajo el nombre de theremín, a Vladímir
Lenin quien quedó impresionado con ese dispositivo futurista.

Lev Termén

Me sorprendió lo bien que captaba la esencia del asunto. Me prometió todo


tipo de apoyo y ayuda y se ofreció a llamarlo directamente si fuera necesario.
Cuando nos despedimos, quise besarlo: hizo una impresión tan fuerte.

A finales de la década de los 1920, Termén se traslada a Nueva York, donde continúa sus
investigaciones, empieza la producción comercial de los theremines, se mezcla con la alta
sociedad —contacta con tales personalidades como Albert Einstein, Charlie Chaplin y el
futuro presidente de EE.UU., Dwight Eisenhower— y trabaja para la inteligencia soviética.

"Para tales propósitos, elaboré mi propia táctica: para saber algo nuevo, clasificado, hay que
ofrecer algo nuevo. Cuando demuestras tu nuevo invento, es más fácil descubrir en qué están
trabajando", recordó medio siglo después.

Recluso que escuchaba a Stalin

No obstante, en 1938 se le ordenó volver a la URSS. Meses después de llegar a Moscú, fue
arrestado y declarado culpable de preparar un atentado contra un alto funcionario. Terminó
en una 'sharashka', nombre que recibían los laboratorios secretos del sistema del Gulag,
donde se especializó en el desarrollo de los dispositivos de escucha para la inteligencia y creó
el endovibrador.

No se limitó a La Cosa. Así, desarrolló en este período el sistema 'Burán' ('Ventisca') capaz
de grabar a distancia los sonidos dentro de un edificio.

Lev Termén

Este dispositivo se dirigía a las ventanas, y a través de sus vibraciones se


podía determinar lo que decían dentro. La verdad es que no podíamos hacer
ninguna buena grabación: la gente hablaba generalmente de cosas del hogar.

Tras ser puesto en libertad, en 1947, colaboró con los servicios de seguridad durante los
próximos 19 años. Entre otras cosas, trabajaba sobre el mejoramiento de grabaciones de
escucha secreta de Iósif Stalin.

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"Decían de él que estaba medio loco y se comportaba de la misma manera en casa. Pero de
los registros de vigilancia constante que escuché, no tuve esa impresión. Así, hubo
grabaciones de momentos cuando firmaba documentos sobre ejecuciones. Me dio la
impresión de que era una persona bastante humilde e indiferente: cuando le daban
esas listas, las firmaba sin dudar", contó el inventor.

Durante el resto de su larga vida, trabajó en la Facultad de Física de la Universidad Estatal de


Moscú, mejorando el diseño del theremín y promoviéndolo como un instrumento clásico. A
finales de los años 1980, pudo restablecer contactos con músicos occidentales y realizó una
serie de conciertos en varias ciudades del mundo.

En 1991, meses antes de la prohibición del Partido Comunista de la URSS, ingresó en esa
organización, cumpliendo una promesa dada a Lenin casi 70 años antes.

Sus últimos meses fueron ensombrecidos por amenazas anónimas vinculadas a sus ideas
políticas. Así, en enero de 1993, mientras estaba de gira en Países Bajos, desconocidos
irrumpieron en su hogar y destruyeron la mayoría de sus instrumentos y escritos. Murió
mientras dormía el 3 de noviembre del mismo año.

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