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El contexto
El pueblo de Tabay es uno de los más antiguos del estado Mérida, fundado oficialmente en
el 1619 sobre el territorio indígena de los Tabayes, recibe su nombre de un vocablo indígena que
significa “casa de los espíritus”. Tabay se ubica en las faldas del Parque Nacional Sierra Nevada, en el
municipio Santos Marquina; cuenta con una reserva importantísima de biodiversidad y recurso
hídrico, registra una población de 18.037 habitantes distribuidos en 429km2, según Censo de
Población y Vivienda del año 2011. Esta localidad tiene un notable potencial productivo vinculado a
las distintas manifestaciones artísticas, la actividad agropecuaria y el movimiento turístico y deportivo
de montaña, como elementos que dinamizan la economía local. El epicentro de la vida social del
municipio es la plaza del pueblo de Tabay, en sus alrededores encontramos la iglesia, diversidad de
comercios, un centro cultural donde hace vida el núcleo de la orquesta, una escuela pública con
más de 60 años de historia, un poco más retirado está la biblioteca de etnografía más grande de
Latinoamérica y la casa de la diversidad cultural. El municipio se ha convertido en residencia de
muchos artistas y artesanos: títiriteros, artistas del teatro, la danza y la pintura, poetas, escultores en
cerámica y gres, hierro forjado, carpinteros y tallistas en madera, vitralistas; así como, montañistas,
observadores de aves y protectores de la biodiversidad; personajes académicos entre ellos:
agroecólogos, agricultores, antropólogos y patrimonios vivientes como parteras y curanderas.
¿Cuál es el problema?
A pesar del contexto antes descrito, la generación más reciente, niños y jóvenes, están
desvinculados de este potencial productivo, cultural y ambiental, situación dada por el contexto de
emergencia humanitaria que afecta a Venezuela, la pandemia y la dinámica propia de
transculturación global que apunta a esta población como target principal. Lo cual se expresa en
una merma de espacios y actividades para niños y jóvenes; del mismo modo, en la creciente
incidencia de alcoholismo, embarazo precoz, prostitución, drogadicción y actividades delictivas. El
modelo educativo, cuya decadencia se ha profundizado, no cuenta con las herramientas para
abordar la problemática, en cambio ha funcionado como un dispositivo que motoriza la exclusión.
Ante este panorama, se hace urgente aportar espacios y actividades permanentes para los niños y
jóvenes en general, pero especialmente, para aquellos en situación de mayor vulnerabilidad, a través
de las distintas expresiones artísticas y los oficios tradicionales ancestrales, la ecología, los deportes y
el turismo de montaña, como estrategia para el desarrollo humano, con un impacto en lo
socioproductivo y, por ende, en la economía y la preservación de los recursos locales.
Estimular la creatividad a través de las manifestaciones artísticas y sus expresiones artesanales, así
como, actividades al aire libre y agroecología, acciones clave en toda iniciativa educativa y de
prevención con niños y jóvenes, y un cimiento necesario para un modelo de desarrollo humano, que
preserve la biodiversidad, los recursos ambientales y fortalezca la cultura y la economía local.
Su importancia tiene que ver con las múltiples capacidades humanas que estimula, tanto físicas,
como socio-psico-emocionales y espirituales, entre ellas: motricidad gruesa, motricidad fina,
coordinación, rítmica, condición física, dominio espacial, comunicación y proyección de la voz,
atención, concentración, consciencia corporal, autoconfianza, atención, inteligencia emocional,
imaginación y creatividad, trabajo en equipo, intuición, compasión, amor y respeto por todos los
seres vivos, conexión con el Ser y la divinidad que somos.
Dado el contexto de trabajo grupal posibilita la construcción de valores sobre la dinámica grupal;
alejando prejuicios, vergüenza, resistencias a lo nuevo, temores con respecto al otro, estimulando el
sentido de pertenencia, la solidaridad, el compañerismo, el sentido de justicia, la empatía, y el amor
fraterno.
Desde esta perspectiva nos planteamos conformar un taller de creatividad permanente, a través de
la lúdica como estrategia didáctica, que permita vincular a los niños y jóvenes, principalmente, y a la
comunidad en general, con distintas manifestaciones artísticas como la expresión musical, corporal y
plástica; y artesanales, como la talla de madera y la carpintería, la alfarería, la cestería, el telar, los
títeres y marionetas; planificar actividades al aire libre, excursionismo de montaña, agroecología,
tecnologías apropiadas sostenibles, gracias a la participación de individualidades y colectivos de las
distintas áreas.
Se plantea llevar a cabo estas actividades en los espacios de Madre Tierra, un centro para la cultura
y la ancestralidad ubicado en el pueblo Tabay, vinculado a una colectividad que bien podría avanzar
hacia la figura de una ONG o Fundación; así mismo, desarrollar acciones en los espacios naturales y
culturales del municipio.
Entre las potencialidades de Madre Tierra se proyectan actividades en las áreas de: promoción y
venta de productos artesanales, talleres de formación y crecimiento personal, exposiciones de arte y
artesanía, proyección de películas, presentaciones de teatro y musicales. Cuenta con 3 salones
grandes con capacidad para 15 a 20 personas y baño.
¿Con quiénes?
Responsable de la propuesta:
Administradora:
Carmen González:
Facilitadores:
Expresión corporal:
Títeres y marionetas:
Expresión musical:
Expresión plástica:
Alfarería:
Cestería:
Talla de madera:
Carpintería:
Montañismo:
Agroecología: