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LECCIÓN 1 de 3
Definición
Con la denominación “derecho de las sucesiones” o “derecho sucesorio” se hace referencia a la rama del
derecho privado que regula la sucesión a título universal y las adquisiciones a título particular que se originan
con la muerte de una persona.
Es la sección del derecho privado constituida por un conjunto de normas, que regulan el destino que ha de darse
a las relaciones jurídicas de una persona física cuando esta muere y rige también la creación de relaciones
jurídicas nuevas, cuyo surgir está subordinado a la muerte de dicha persona. (Arias Ramos en Pérez Lasala,
2014, p. 18).
Es necesario señalar que el fenómeno sucesorio no solo tiene un claro interés familiar, sino también social; es
decir, no solo protege al individuo y a la familia, sino que además el Estado resulta beneficiado por el estímulo
que el derecho sucesorio representa para el trabajo y la producción, pues el derecho de propiedad constituye el
presupuesto del derecho de sucesiones, ya que para que este exista tiene que existir la propiedad privada e
individual.
Expondremos a continuación un caso práctico sobre el que trabajaremos los contenidos del módulo.
María Sandoval casada con Juan Torres y madre de tres hijos, Verónica Torres, Valeria Mujica (quien padece
una enfermedad mental) y Luciano Torres, fallece a la edad de 35 años dejando un testamento ológrafo que a
continuación se transcribe:
Encontrándome en pleno uso de mis facultades mentales yo, María Sandoval, dispongo que luego de mi
muerte mi hija Valeria reciba la casa quinta de Rodeo que fuera heredada de mi padre Lautaro
Sandoval, espero que en contacto con la naturaleza encuentre la paz que tanto ansía. Dispongo también
que mis restos sean enterrados en el cementerio municipal y que mi brazalete de plata y oro le sea
Firma: MS
María era titular de cuantiosos bienes y tenía además un giro comercial importante del que solo ella estaba al
tanto sin haber dejado demasiadas especificaciones al respecto. Por otra parte, en vida de su madre, Valeria
había renunciado por escrito a la herencia de su progenitora en los siguientes términos.
Por medio de la presente nota y en presencia de mis dos padres María y Juan renuncio a cualquier herencia que
pudiera dejarme mi madre, María, puesto que yo le pedí que me comprara un auto y ella se negó”
Por su parte y debido a los problemas mentales que padece Valeria, Verónica y Luciano deciden hacer un pacto
y convienen que a la muerte de su madre Verónica va a quedarse con todos los bienes registrables de la herencia
y Luciano con aquellos que no sean registrables (cuadros, joyas, dinero en efectivo) y que Verónica se va a
encargar de cuidar a Valeria, quien no va a recibir bienes.
Ante esta situación los herederos forzosos de María acuden a consultar un abogado a los efectos de que los
oriente.
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como fuente, pues se debe recurrir a ellos a fin de resolver aquellas cuestiones que no tienen
solución en la ley ni en las costumbres;
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como elemento de interpretación de la ley.
“Fijan también un límite a su arbitrio, garantizando que la decisión no esté en desacuerdo con el espíritu del
ordenamiento jurídico” (Medina y Miguez de Bruno, 2014, p. 2).
Es decir, debemos tenerlos en cuenta cada vez que nos disponemos a analizar una situación problemática
particular.
En el derecho sucesorio, debemos tener presentes los principios generales contenidos en el Libro Primero del
Código Civil y Comercial, los principios sucesorios expuestos en el capítulo 1 del título 1 del Libro Quinto y los
principios específicos de las partes generales de las distintas instituciones sucesorias; a modo general, podemos
señalar los siguientes:
Principios Sucesorios
Subrogación en la posición jurídica del causante
La sucesión, en sentido técnico jurídico (sucesión del heredero), implica en principio la subrogación en la
posición jurídica del causante
Responsabilidad Limitada
La responsabilidad del heredero por el pago de las deudas y cargas de la herencia es limitada, salvo en
determinadas excepciones.
Igualdad real
La igualdad real implica la inclusión de institutos tales como la mejora para el heredero con discapacidad.
Figura 1. Equidad.
Fuente: [Imagen sin título sobre equidad] (s.f.). Recuperada dewww.fundagenero.org/index.php?
option=com_content&view=article&id=73:la-diferencia-entre-igualdad-y-
equidad&catid=79&Itemid=437
Esta imagen describe el concepto de equidad.
Aceptación y renuncia
–
La aceptación y renuncia de la herencia tienen sus particularidades dependiendo si la adquisición
procede ipso iure o por aceptación.
Incremento en la Autonomía de la Voluntad
–
Mayor autonomía de la voluntad del autor de la sucesión: se aumenta la porción disponible y se regula
la mejora a determinados herederos que se encuentran en una situación de vulnerabilidad.
Libro Quinto:
Título 1: Sucesiones
–
Capítulo 1: Disposiciones generales
Capítulo 2: Indignidad
Pérez Lasala (2014) expresa que “la sucesión en sentido técnico-jurídico no es más que la sucesión universal
mortis causa, es decir, la del heredero y no la del legatario que es un simple adquirente” (p. 17). Por ello,
desagrega la sucesión para referirse a la de tipo universal por oposición a las adquisiciones mortis causa, que
son las particulares. Es decir, para este autor, Cristina no sería en rigor sucesora. Esta es una de las posiciones
doctrinarias; sin embargo, la mayoría de los autores utilizan el término sucesión para referirse tanto a la
universal como a la particular.
La sucesión universal supone la subrogación en la posición jurídica del causante, pues el sucesor ocupa el lugar
del difunto en las relaciones jurídicas de las que era titular y que no se extinguieron con su muerte. Es decir, el
sucesor ocupa la posición jurídica del causante en los derechos transmisibles; en consecuencia, adquiere sus
bienes y asume sus deudas. Esta regla general contiene excepciones, pues hay posiciones jurídicas patrimoniales
que no se transmiten al heredero y hay otras que nacen en cabeza de este con motivo de la muerte del autor de la
sucesión.
En tal sentido, el art. 2280 prescribe que “desde la muerte del causante, los herederos tienen todos los derechos
y acciones de aquel de manera indivisa, con excepción de los que no son transmisibles por sucesión y continúan
en la posesión de lo que el causante era poseedor” 1
[1] Art. 2280, Ley 26994. (2014). Relativo a la situación de los herederos. Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
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Una consecuencia del principio, que el sucesor asume la posición jurídica del causante, es que en la adquisición
de la herencia no se altera el título por el que es recibida. Esto significa que el heredero sigue siendo comprador,
permutante, etcétera, del derecho que le transfirió el difunto. De esta manera es indispensable conocer si María,
por ejemplo, era locadora de un inmueble.
En la sucesión universal, se transmite la universalidad o una parte indivisa de la herencia. Así, podemos
distinguir dos aspectos en esta sucesión:
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el sustantivo: dado por la sucesión en la posición jurídica del causante, que justifica la
continuación de las relaciones jurídicas del causante con las consecuencias descriptas
precedentemente;
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el adquisitivo: que se refiere a que el heredero adquiere la universalidad o parte alícuota de
la herencia.
Por su parte, la sucesión particular procede cuando se transmite un bien particular o un conjunto de bienes que
integran la herencia. El sucesor particular no ocupa la posición del causante, ni responde por las deudas de este,
salvo que no haya bienes suficientes en la herencia, en cuyo caso su responsabilidad se limita al valor de lo que
recibe2; asimismo, responde por ellas en el supuesto que le sean atribuidas como carga del legado. En este
aparatado ubicamos entonces a Cristina Flores. Es importante aclarar que —como dijimos anteriormente— un
sector de la doctrina, al que adhiere Pérez Lasala (2014), sostiene que en la adquisición a título particular no
solo cambia el sujeto de la relación jurídica, sino también “el título constitutivo, que es el acto que sirve para
transmitir el derecho” (p. 400). Es decir, el legatario adquiere el derecho de un acto diferente del realizado entre
el causante y el causahabiente.
[2] Art. 2319, Ley 26.944 (1975/2014). Relativo a la acción contra los legatarios. Libro Quinto, Título V. Código Civil y Comercial de la Nación.
La sucesión en la persona tenía antiguamente un fundamento religioso, pues ante la muerte de un sujeto, era
indispensable que alguien ocupara inmediatamente su lugar para que el culto familiar no se interrumpiese.
Además, era fundamental que alguien ejerciera la autoridad del difunto dentro de la familia. En los primeros
tiempos, los herederos afrontaban esta carga como un deber moral y religioso. Pero cuando decayó el culto
familiar, la repudiación de la herencia o la aceptación con beneficio de inventario se hicieron comunes. A raíz
de ello, diversas leyes se dictaron para remediar la injusta situación del heredero, quien solo recibía cargas.
Cuando fue perdiendo su influencia el sentimiento religioso, la idea de la continuación de la persona subsistió
por una razón de tradición jurídica y también porque así se explicaba cómo las deudas del causante pasaban a
gravitar sobre el heredero.
El sistema romano adquirió un renovado impulso con el aporte de Aubry y Rau. Estos autores sostuvieron que
el patrimonio es un atributo de la personalidad, una universalidad de derecho independiente de los elementos
concretos que lo integran (en Borda, 1994).
No se concibe hoy, por lo tanto, persona sin patrimonio y este no es susceptible de alienación total o parcial. Por
tal razón, no puede concebirse la transmisión del patrimonio a los herederos sino mediante la ficción de que
estos continúan la persona del causante. El sistema romano viene así a dar explicación de la transmisión de los
derechos y deudas. Las consecuencias de este sistema pueden sintetizarse en que
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se opera la confusión de patrimonios del causante y del heredero: el heredero responde ultra
vires, es decir, con sus propios bienes si los dejados por el causante no alcanzan a cubrir sus
deudas y los acreedores del causante concurren en igualdad de derecho con los del heredero
a cobrarse sus créditos de la masa de bienes formada después de la transmisión;
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Cabe aclarar que la idea de la continuación de la persona es ante todo una ficción. Con relación a la idea
romana, el concepto germano de la transmisión hereditaria era muy distinto. Cuando el jefe de la familia
fallecía, la asamblea de la tribu le entregaba los bienes; el heredero pagaba entonces todas las deudas y se
quedaba con el remanente. Entre sus consecuencias, se destacaba que no había confusión de patrimonio y que
las deudas del difunto no pesaban sobre los bienes del heredero. Es decir, de acuerdo a este sistema, el heredero
sucedía al causante únicamente en sus bienes y debía pagar las deudas hasta tanto aquellos bienes alcanzaran a
cubrirlas, pero para ello no era necesario recurrir a la ficción de la continuación de la persona. Por lo tanto, en el
sistema de la sucesión de los bienes, el heredero no ocupaba el lugar del difunto.
En nuestro derecho, el sistema del Código de Vélez recibió la influencia de Aubry y Rau y siguió su teoría con
todas sus consecuencias. En el artículo 3281, regulaba que la sucesión a título universal era la que tenía por
objeto un ideal, sin consideración a su contenido especial ni a los objetos de esos derechos. En el artículo 3417
establecía el sistema de la continuación de la persona. De todo ello resultaba la confusión del patrimonio del
heredero con el del causante.
El Código Civil y Comercial de la Nación —afirma Pérez Lasala (2014) — ha aceptado, implícitamente, la
teoría de la sucesión en la posición jurídica del causante y, explícitamente, la teoría de la adquisición de la
totalidad o de una parte indivisa de los bienes hereditarios. De este modo, el heredero ocupa la posición jurídica
del causante en las relaciones transmisibles; por lo tanto, se le transmiten los bienes y asume las deudas. Es
decir, hay posiciones jurídicas que pasan del causante al heredero de manera objetivamente idéntica. Son estas
en las que se da realmente la sucesión, porque el heredero ocupa el lugar del autor de la sucesión. Sin embargo,
también hay relaciones jurídicas que no se transmiten al heredero.
Por último, hay posiciones jurídicas que adquiere el heredero que no existían en el causante, pero que nacen con
motivo de su muerte.
El sistema de responsabilidad “ultra vires” que corresponde al sistema romano significa que
El heredero responde con sus propios bienes si los dejados por el causante no alcanzan a cubrir sus
deudas.
El heredero solo responde con los bienes del causante por las deudas de la sucesión.
La responsabilidad por deudas continúa luego de la muerte del heredero.
El heredero responde solo por sus propias deudas
El causante no puede dejar deudas pendientes de pago.
ENVIAR
INTENTAR DE NUEVO
Nuestro sistema legal recepta ambas categorías. Así, el art. 2277 del Código establece que “la muerte real o
presunta de una persona causa la apertura de su sucesión y la transmisión de su herencia a las personas llamadas
a sucederle por el testamento o por la ley”3.
La sucesión intestada es la deferida por la ley al cónyuge y a los parientes más próximos del causante, conforme
a un determinado orden establecido por la misma ley; la testamentaria, en cambio, responde a la voluntad del
causante manifestada en el testamento.
El art. 2424 del Código, cuando define a los herederos legítimos, prescribe que “las sucesiones intestadas se
defieren a los descendientes del causante, a sus ascendientes, al cónyuge supérstite y a los parientes colaterales
dentro del cuarto grado inclusive, en el orden y según las reglas establecidas en este Código”4
El fundamento de este tipo de sucesión está basado en el respeto a la voluntad presunta del difunto, dado por el
reconocimiento del orden natural de sus afectos y la protección del interés familiar.
Respecto a las sucesiones testamentarias, el art. 2462 establece que “las personas humanas pueden disponer
libremente de sus bienes para después de su muerte, respetando las porciones legítimas (…)” 5. Su fundamento
reposa en el respeto a la libre voluntad del causante expresada en su testamento, que en nuestro ordenamiento
jurídico se encuentra limitada en caso de existir legitimarios, pero que alcanza su plena expresión a falta de
estos.
En consecuencia, los sucesores pueden ser llamados por la ley, por la voluntad del causante o en parte por la ley
y en parte por voluntad del causante. Esta compatibilidad entre ambos tipos de sucesiones ha sido receptada por
el art. 2277, que establece: “Si el testamento dispone solo parcialmente de los bienes, el resto de la herencia se
defiere por la ley (…)” 6 .
La primera hipótesis procede cuando el causante tuviere herederos y no hubiere testado; en este caso, la
sucesión será en su totalidad deferida por la ley. En el segundo supuesto, el testador no tiene legitimarios; por lo
tanto, por medio del testamento, determina quiénes van a sucederlo. Por último, la tercera hipótesis es aquella
en la que el causante, si bien posee legitimarios, dispone libremente de la porción disponible de la herencia.
¿Será este último el caso de María?
Nuestro sistema legal contempla la libertad del autor de la sucesión de disponer de su patrimonio, siempre que
respete las porciones legítimas, si existiesen legitimarios.
En definitiva, cuando no hay legitimarios, el causante tiene libertad para distribuir sus bienes como estime
conveniente. Si, en cambio, el causante decide no testar o las disposiciones testamentarias fueren ineficaces y
tiene herederos, la misma ley adjudica su patrimonio a sus parientes y cónyuge en determinado orden.
[3] Art. 2277, Ley 26.944 (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
[4] Art. 2424, Ley 26.944 (2014). Libro Quinto, Título XI. Código Civil y Comercial de la Nación.
[5] Art. 2462, Ley 26.944 (2014). Libro Quinto, Título XI. Código Civil y Comercial de la Nación.
[6] Art. 2277, Ley 26.944 (2014). Libro Quinto, Título I. Código Civil y Comercial de la Nación.
De allí la íntima vinculación con el derecho de familia, porque la estructuración de ella repercutirá en el derecho
sucesorio y viceversa. Dentro del llamamiento hecho por la ley, hay que hacer una distinción, a saber:
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Fuente: Elaboración propia.
Para clarificar la situación, se indicará cómo funcionan estos llamamientos. En primer lugar, hay que verificar si
existen herederos designados por la ley que tengan un llamamiento imperativo, es decir, que existan
legitimarios, pues de ser así, el causante solo podrá testar sobre la porción disponible. A falta de legitimarios, el
causante podrá designar como heredero a quien quiera y, entonces, se encuadrará dentro de la sucesión
testamentaria. Luego, a falta de legitimarios y testamentarios, volverá a aplicarse el llamamiento deferido por la
ley en forma supletoria y recibirán la herencia los parientes colaterales hasta el cuarto grado.
Respondiendo al interrogante que nos hacíamos con anterioridad, decimos que la sucesión de María es, en parte,
testada y, en parte, deferida por la ley, pues de acuerdo al testamento que se transcribe solo ha dispuesto de una
parte de sus bienes, el resto va a distribuirse entre sus herederos legítimos (sus hijos y su cónyuge) que además
de legítimos (género) podemos decir que son legitimarios porque la ley les reserva una porción del patrimonio
del causante del que este no puede disponer de manera gratuita por acto entre vivos ni mortis causa.
Complete la siguiente afirmación con las opciones correctas: los sucesores pueden ser llamados por:
La ley
Un testamento
En parte por la ley y en parte por voluntad del causante
Únicamente por la ley
Únicamente por voluntad del causante
ENVIAR
INTENTAR DE NUEVO
El Código Civil y Comercial, manteniendo el régimen del Código de Vélez, no admite la sucesión contractual.
Expresamente, establece en el art. 1010 que
La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden serlo los derechos eventuales sobre
objetos, excepto lo dispuesto en el párrafo siguiente u otra disposición legal expresa. Los pactos relativos a una
explotación productiva o a participaciones societarias de cualquier tipo, con miras a la conservación de la
unidad de la gestión empresaria o a la prevención o solución de conflictos, pueden incluir disposiciones
referidas a futuros derechos hereditarios y establecer compensaciones a favor de otros legitimarios. Estos pactos
son válidos, sean o no parte el futuro causante y su cónyuge, si no afectan la legítima hereditaria, los derechos
del cónyuge, ni los derechos de terceros 7 .
Lo que se persigue con la excepción prevista en la norma es la protección de una unidad de negocios,
especialmente, la familiar.
Entonces, ¿es válido el pacto entre los hermanos? Con fundamento en lo explicado anteriormente el convenio
no sería válido.
Una especie dentro de la prohibición genérica receptada por este artículo, corresponde a la imposibilidad de
aceptar o renunciar a la herencia antes de la muerte del autor de la sucesión, aun cuando se hicieran
condicionadas al hecho de la muerte. Así, el art. 2286 establece el “tiempo de la aceptación y la renuncia. Las
herencias futuras no pueden ser aceptadas ni renunciadas” 8. Cabe preguntarnos entonces… ¿es válida la
renuncia hecha por Valeria? La respuesta es absolutamente no.
Maximiliano Flammá (2014) sostiene que, desde un aspecto eminentemente técnico, la prohibición de aceptar o
repudiar una herencia futura es el corolario lógico del principio dispuesto por el art. 2277, pues antes de la
muerte del causante, no hay sucesor mortis causa ni se es titular de derecho alguno que resulte susceptible de ser
aceptado o repudiado.
Encontramos otra especificación con respecto a esta regla en el art. 2302, que regula el momento a partir del
que produce efectos la cesión de herencia9 . No obstante, existen supuestos excepcionales de sucesión
contractual mortis causa. Entre ellos, podemos mencionar:
Partición de bienes por parte del ascendiente: el art. 2411 del Código Civil y Comercial
autoriza a la persona que tiene descendientes a efectuar la partición de sus bienes entre ellos
por medio de la donación o testamento10.
Transmisión de bienes a legitimarios: el art. 2461 prescribe que si por acto entre vivos a título oneroso, el
causante transmite a alguno de los legitimarios la propiedad de algunos de sus bienes bajo reserva de usufructo,
uso, habitación o bajo renta vitalicia, se presume iuris et de iure la gratuidad del acto y la intención de mejorar
al beneficiario. El valor de los bienes debe ser imputado a la porción disponible y el exceso debe ser
colacionado 11 .
Si la donación o el testamento otorgara dispensa o estableciera una cláusula de mejora, el cónyuge y los
descendientes del causante estarían exentos del deber de colacionar el valor de los bienes recibidos12.
[7] Art. 1010, Ley 26.944 (2014). Libro Tercero, Título II. Código Civil y Comercial de la Nación.
ARTICULO 1010.- Herencia futura. La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden
serlo los derechos hereditarios eventuales sobre objetos particulares, excepto lo dispuesto en el párrafo siguiente
u otra disposición legal expresa. Los pactos relativos a una explotación productiva o a participaciones
societarias de cualquier tipo, con miras a la conservación de la unidad de la gestión empresaria o a la prevención
o solución de conflictos, pueden incluir disposiciones referidas a futuros derechos hereditarios y establecer
compensaciones en favor de otros legitimarios. Estos pactos son válidos, sean o no parte el futuro causante y su
cónyuge, si no afectan la legítima hereditaria, los derechos del cónyuge, ni los derechos de terceros.
[8] Art. 2286, Ley 26.944 (2014). Libro Quinto, Título II. Código Civil y Comercial de la Nación.
ARTICULO 2286.- Tiempo de la aceptación y la renuncia. Las herencias futuras no pueden ser aceptadas ni
renunciadas.
[9] Art. 2302, Ley 26.944 (2014). Libro Quinto, Título III. Código Civil y Comercial de la Nación.
ARTICULO 2302.- Momento a partir del cual produce efectos. La cesión del derecho a una herencia ya
deferida o a una parte indivisa de ella tiene efectos:
[10] Art. 2411, Ley 26.944 (2014). Libro Quinto, Título VIII. Código Civil y Comercial de la Nación
. ARTICULO 2411.- Personas que pueden efectuarla. La persona que tiene descendientes puede hacer la
partición de sus bienes entre ellos por donación o por testamento. Si es casada, la partición de los bienes propios
debe incluir al cónyuge que conserva su vocación hereditaria. La partición de los gananciales sólo puede ser
efectuada por donación, mediante acto conjunto de los cónyuges
[11] Art. 2461, Ley 26.944 (2014). Libro Quinto, Título X. Código Civil y Comercial de la Nación.
ARTICULO 2461.- Transmisión de bienes a legitimarios. Si por acto entre vivos a título oneroso el causante
transmite a alguno de los legitimarios la propiedad de bienes con reserva de usufructo, uso o habitación, o con
la contraprestación de una renta vitalicia, se presume sin admitir prueba en contrario la gratuidad del acto y la
intención de mejorar al beneficiario. Sin embargo, se deben deducir del valor de lo donado las sumas que el
adquirente demuestre haber efectivamente pagado. El valor de los bienes debe ser imputado a la porción
disponible y el excedente es objeto de colación. Esta imputación y esta colación no pueden ser demandadas por
los legitimarios que consintieron en la enajenación, sea onerosa o gratuita, con algunas de las modalidades
indicadas.
[12] Art. 2385, Ley 26.944 (2014). Libro Quinto, Título VIII. Código Civil y Comercial de la Nación.
ARTICULO 2385.- Personas obligadas a colacionar. Los descendientes del causante y el cónyuge supérstite que concurren
a la sucesión intestada deben colacionar a la masa hereditaria el valor de los bienes que les fueron donados por el
causante, excepto dispensa o cláusula de mejora expresa en el acto de la donación o en el testamento. Dicho valor se
determina a la época de la partición según el estado del bien a la época de la donación. También hay obligación de
colacionar en las sucesiones testamentarias si el testador llama a recibir las mismas porciones que corresponderían al
cónyuge o a los descendientes en la sucesión intestada. El legado hecho al descendiente o al cónyuge se considera
realizado a título de mejora, excepto que el testador haya dispuesto expresamente lo contrario.