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Artículo 122-B.- Agresiones en contra de las mujeres o integrantes del grupo familiar “El que
de cualquier modo cause lesiones corporales que requieran menos de diez días de asistencia o
descanso según prescripción facultativa, o algún tipo de afectación psicológica, cognitiva o
conductual que no califique como daño psíquico a una mujer por su condición de tal o a
integrantes del grupo familiar en cualquiera de los contextos previstos en el primer párrafo del
artículo 108-B…”.
Artículo 124-B. Del daño psíquico y la afectación psicológica, cognitiva o conductual “El nivel
del daño psíquico es determinado a través de un examen pericial o cualquier otro medio
idóneo, con la siguiente equivalencia:
En realidad, la disquisición entre daño psíquico y afectación psicológica, se trata de aclarar con
el D. Leg. 1323 (modificado por Ley 30819), a través del segundo párrafo al artículo 124.b, para
expresar la existencia del daño psíquico y otro tipo de lesión a la salud psíquica, léase
afectación psicológica, para violencia psicológica, no se guía de la escala de daño psíquico, sino
de la Guía para determinar la afectación psicológica del Instituto de Medicina Legal del
Ministerio Público.
Para ello el X Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales-Acuerdo Plenario 2-2016/CJ-116, se ha
resaltado la diferencia entre daño psíquico y afectación psicológica, para interpretación de la
Ley de violencia en grupo familiar. Se establece que, los estándares y escala de daño psíquico
establecidos en el primer párrafo del artículo 124-B del Código Penal, no son aplicables a casos
de afectación psicológica, segundo párrafo de este artículo, y que la vulnerabilidad de la
víctima varía, así se diferencia la punición de las conductas que regulan el daño psíquico y la
afectación psicológica, por cuanto aquella será sancionada por los delitos de lesiones previstos
en los artículos 121.3, 121-b y 122 del Código Penal, en contraposición de la afectación
psicológica que será sancionada por los alcances de los artículos 121.4, 121-b.7, 122-b .
Los síntomas psicológicos y conductuales (SPCD) son síntomas mentales compuestos por
alteraciones emocionales, conductuales y del pensamiento, que se pueden observar tanto
antes de que se desencadene una demencia como durante el curso de la misma. Se observa
muy frecuentemente en las personas mayores, por lo que lo común tanto en el entorno
familiar como en el residencial, es que estos signos sean los más consultados a los
profesionales.
En cambio las alteraciones conductuales, suelen tener un componente disruptor más social, y
pueden ser de dos tipos: por exceso de actividad o conducta, como gritos, agresividad,
acciones verbales o motoras repetitivas, deambulación, deshinibición social y/o sexual,
comportamiento aberrante, etc. Por defecto: apatía, inhibición, negativismo,… O una
combinación de ambos. Siendo en algunas situaciones la persona muy activa y otras
presentando una baja tasa de respuesta.
En tercer lugar, están las alteraciones del pensamiento, como son los delirios y las
alucinaciones, las cuales resultan limitantes para la relación del usuario con su entorno
personal y social.
En los momentos en los que el usuario precisa corregir conductas que le limitan en su
interacción con los demás, ya sea por un comportamiento disruptivo como desinhibición
social, como por defecto, por ejemplo apatía, es útil usar técnicas y terapias que se realicen
mediante una metodología grupal, lo que permite reforzar y entrenar conductas y habilidades
sociales. Las terapias grupales son fundamentales para evitar el aislamiento social muy
frecuente en las personas adultas mayores. Las terapias individuales en cambio, son
programadas para trabajar alteraciones cognitivas específicas, alteraciones emocionales en
personas con deterioro leve y el componente cognitivo de muchos de los trastornos.
En diversas ocasiones las alteraciones mostradas por los usuarios indican una necesidad o
demanda subyacente. Las necesidades pueden ser biológicas o médicas, producidas por un
deterioro cerebral, una descompensación farmacológica, una patología no descubierta, etc. En
cuanto a las demandas, pueden estar relacionadas con necesidades afectivas, falta de
estímulos o actividad, déficits de interacción o vinculación con los demás,…
Es importante conocer que por muy grave que sea el deterioro siempre se debe buscar algún
tipo de recurso terapéutico. Que oscilará entre mayor componente cognitivo y conductual en
demencias o alteraciones cognitivas leves, hasta llegar a un componente más sensorial y de
mayor simplicidad estimular en un deterioro moderado y grave.
Cuando la persona mayor presenta un deterioro leve se pueden utilizar distintas estrategias
terapéuticas ante estos síntomas psicológicos y conductuales (SPCD). Por ejemplo la
estimulación cognitiva, el entrenamiento cognitivo y la rehabilitación cognitiva son la primera
estrategia terapéutica cuando el objetivo es mejorar y/o ralentizar el deterioro de las
capacidades cognitivas. También son útiles las ayudas externas, como calendarios, agendas,
aparatos de comunicación, etc., que permiten suplir carencias que pueden estar generando
malestar. Cuando se quiere trabajar habilidades sociales, conductas inadecuadas o trastornos
emocionales se puede trabajar mediante técnicas de psicoterapia, reminiscencias,
musicoterapia, arteterapia y terapias de ocio entre otras.
Las terapias sensoriales y musicales, permiten estimular los sentidos más básicos del usuario
como el tacto, la vista, la propiocepción, el oído, el gusto y el olfato. En estadios de menor
deterioro son útiles para regular componentes emocionales perturbadores para el bienestar
del mayor, conectando con vivencias anteriores y propiciando la generación de momentos de
disfrute y placer en el presente.