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DIFERENCIA ENTRE DAÑO PSÍQUICO Y AFECTACIÓN PSICOLÓGICA

sábado 19 de octubre del 2019

A varias preguntas sobre dicha diferencia, inicio con lo enunciado por el


código penal:

Artículo 122-B.- Agresiones en contra de las mujeres o integrantes del grupo familiar “El que
de cualquier modo cause lesiones corporales que requieran menos de diez días de asistencia o
descanso según prescripción facultativa, o algún tipo de afectación psicológica, cognitiva o
conductual que no califique como daño psíquico a una mujer por su condición de tal o a
integrantes del grupo familiar en cualquiera de los contextos previstos en el primer párrafo del
artículo 108-B…”.

Artículo 124-B. Del daño psíquico y la afectación psicológica, cognitiva o conductual “El nivel
del daño psíquico es determinado a través de un examen pericial o cualquier otro medio
idóneo, con la siguiente equivalencia:

Falta de lesiones leves: nivel leve de daño psíquico.

Lesiones leves: nivel moderado de daño psíquico.

Lesiones graves: nivel grave o muy grave de daño psíquico.

La afectación psicológica, cognitiva o conductual, puede ser determinada a través de un


examen pericial o cualquier otro elemento probatorio objetivo similar al que sea emitido por
entidades públicas o privadas especializadas en la materia, sin someterse a la equivalencia del
daño psíquico.”

Cognitivos (negación de lo sucedido, cambio en los sistemas de creencias: cambio en la


“creencia de invulnerabilidad”, en la “creencia de control”, en la de “creencia de mundo justo”,
la comparación social, los procesos de atribución, el futuro negativo); Afectivos (sentimientos
negativos, pérdida de la autoestima, deseo de autodestrucción); Conductuales (ruptura de la
vida cotidiana, modificación de los hábitos sociales, pérdida de la capacidad para tomar
decisiones).

En realidad, la disquisición entre daño psíquico y afectación psicológica, se trata de aclarar con
el D. Leg. 1323 (modificado por Ley 30819), a través del segundo párrafo al artículo 124.b, para
expresar la existencia del daño psíquico y otro tipo de lesión a la salud psíquica, léase
afectación psicológica, para violencia psicológica, no se guía de la escala de daño psíquico, sino
de la Guía para determinar la afectación psicológica del Instituto de Medicina Legal del
Ministerio Público.
Para ello el X Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales-Acuerdo Plenario 2-2016/CJ-116, se ha
resaltado la diferencia entre daño psíquico y afectación psicológica, para interpretación de la
Ley de violencia en grupo familiar. Se establece que, los estándares y escala de daño psíquico
establecidos en el primer párrafo del artículo 124-B del Código Penal, no son aplicables a casos
de afectación psicológica, segundo párrafo de este artículo, y que la vulnerabilidad de la
víctima varía, así se diferencia la punición de las conductas que regulan el daño psíquico y la
afectación psicológica, por cuanto aquella será sancionada por los delitos de lesiones previstos
en los artículos 121.3, 121-b y 122 del Código Penal, en contraposición de la afectación
psicológica que será sancionada por los alcances de los artículos 121.4, 121-b.7, 122-b .

Síntomas psicológicos y conductuales: alteraciones emocionales, conductuales y del


pensamiento

Un artículo de Marta Martín Hernández, psicóloga de la Residencia de Mayores Casillas del


Ángel (Fuerteventura), y Clara Luque Jiménez, psicóloga y directora del mismo centro
gestionado por Clece Sociosanitario

Los síntomas psicológicos y conductuales (SPCD) son síntomas mentales compuestos por
alteraciones emocionales, conductuales y del pensamiento, que se pueden observar tanto
antes de que se desencadene una demencia como durante el curso de la misma. Se observa
muy frecuentemente en las personas mayores, por lo que lo común tanto en el entorno
familiar como en el residencial, es que estos signos sean los más consultados a los
profesionales.

Las alteraciones emocionales más conocidas son la depresión, la ansiedad o ansiedad y


depresión (combinada), las cuales en muchas ocasiones pueden ser intrínsecas o asociada al
deterioro cognitivo, y en otros casos, independiente de este. Estas alteraciones resultan muy
molestas para la propia persona generando emociones y cogniciones negativas, y a su vez,
sufrimiento y angustia.

En cambio las alteraciones conductuales, suelen tener un componente disruptor más social, y
pueden ser de dos tipos: por exceso de actividad o conducta, como gritos, agresividad,
acciones verbales o motoras repetitivas, deambulación, deshinibición social y/o sexual,
comportamiento aberrante, etc. Por defecto: apatía, inhibición, negativismo,… O una
combinación de ambos. Siendo en algunas situaciones la persona muy activa y otras
presentando una baja tasa de respuesta.

En tercer lugar, están las alteraciones del pensamiento, como son los delirios y las
alucinaciones, las cuales resultan limitantes para la relación del usuario con su entorno
personal y social.

Los síntomas psicológicos y conductuales pueden observarse tanto antes de que se


desencadene una demencia como durante el curso de la misma

Esta categorización de alteraciones no deja de ser una forma de organizarlas o clasificarlas, ya


que los componentes emocionales y del pensamiento, están directamente relacionados con las
conductas ya sean por exceso o por defecto de las mismas.
En muchas ocasiones estos síntomas permiten observar un cambio en la persona para
investigar y evaluar si se está produciendo un deterioro de las capacidades cognitivas del
mismo o se deben a otro motivo ya sea la organización del espacio físico y/o social, o incluso
motivos médicos. Por lo que sirven, como señal de alarma de un posible cambio
neuropatológico.

La forma de abordar estas alteraciones comprende muchos factores. Si centramos la atención


en los no farmacológicos (siempre que sea posible), abordaremos la situación problemática
haciendo una evaluación de los síntomas en primer lugar. Siendo útil para evaluarlos las
escalas específicas, la observación sistematizada y la información aportada por informadores
(cuidadores y familiares). Para una vez obtenida está información, poder comprender los
posibles factores que la desencadenan. Lo cual, permitirá diseñar la mejor manera de
intervenir según las características específicas del problema y de las singularidades del usuario.

Es fundamental que el diseño de la intervención tenga en cuenta los factores personales,


gustos y la personalidad de la persona a la que va dirigida. Las intervenciones pueden ser
grupales o individuales, en función del objetivo propuesto.

En los momentos en los que el usuario precisa corregir conductas que le limitan en su
interacción con los demás, ya sea por un comportamiento disruptivo como desinhibición
social, como por defecto, por ejemplo apatía, es útil usar técnicas y terapias que se realicen
mediante una metodología grupal, lo que permite reforzar y entrenar conductas y habilidades
sociales. Las terapias grupales son fundamentales para evitar el aislamiento social muy
frecuente en las personas adultas mayores. Las terapias individuales en cambio, son
programadas para trabajar alteraciones cognitivas específicas, alteraciones emocionales en
personas con deterioro leve y el componente cognitivo de muchos de los trastornos.

En diversas ocasiones las alteraciones mostradas por los usuarios indican una necesidad o
demanda subyacente. Las necesidades pueden ser biológicas o médicas, producidas por un
deterioro cerebral, una descompensación farmacológica, una patología no descubierta, etc. En
cuanto a las demandas, pueden estar relacionadas con necesidades afectivas, falta de
estímulos o actividad, déficits de interacción o vinculación con los demás,…

Es importante conocer que por muy grave que sea el deterioro siempre se debe buscar algún
tipo de recurso terapéutico. Que oscilará entre mayor componente cognitivo y conductual en
demencias o alteraciones cognitivas leves, hasta llegar a un componente más sensorial y de
mayor simplicidad estimular en un deterioro moderado y grave.

Cuando la persona mayor presenta un deterioro leve se pueden utilizar distintas estrategias
terapéuticas ante estos síntomas psicológicos y conductuales (SPCD). Por ejemplo la
estimulación cognitiva, el entrenamiento cognitivo y la rehabilitación cognitiva son la primera
estrategia terapéutica cuando el objetivo es mejorar y/o ralentizar el deterioro de las
capacidades cognitivas. También son útiles las ayudas externas, como calendarios, agendas,
aparatos de comunicación, etc., que permiten suplir carencias que pueden estar generando
malestar. Cuando se quiere trabajar habilidades sociales, conductas inadecuadas o trastornos
emocionales se puede trabajar mediante técnicas de psicoterapia, reminiscencias,
musicoterapia, arteterapia y terapias de ocio entre otras.

Las alteraciones conductuales, en todos los estadios de la demencia, precisan de una


intervención conductual pudiendo ser abordadas mediante un análisis funcional de conducta,
intervenciones físicas y del espacio (luz, ruido) y terapias sensoriales.
Cuando la demencia progresa y el deterioro es mayor, es fundamental estudiar el entorno,
usar terapias sensoriales, terapias musicales y de validación, que permitan mantener en todo
momento la humanización del adulto mayor.

Las terapias sensoriales y musicales, permiten estimular los sentidos más básicos del usuario
como el tacto, la vista, la propiocepción, el oído, el gusto y el olfato. En estadios de menor
deterioro son útiles para regular componentes emocionales perturbadores para el bienestar
del mayor, conectando con vivencias anteriores y propiciando la generación de momentos de
disfrute y placer en el presente.

Cuanto mayor es el deterioro, se realizará mayor simplificación de las actividades sensoriales,


aunque manteniendo las sensaciones que le resulten agradables, y que les permitan
reconectar con su cuerpo y su entorno. Todo esto conlleva, un proceso de estimulación y
pruebas con distintos estímulos, hasta obtener algún tipo de respuesta por muy simple que
sea, siendo fundamental y de gran utilidad conocer gustos y vivencias placenteras de la vida
personal del mayor.

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