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Gloria
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te
glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre
todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás
sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú
eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén.
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Oración colecta:
2. LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN A LAS LECTURAS: Hermanos: Las lecturas enfatizan la misión
de la iglesia. Todos somos misioneros que traemos paz a los otros y la
Buena Nueva: que el Reino de Dios ya comienza entre nosotros.
Escuchemos con atención.
Primera Lectura
Del libro del profeta Isaías: 30, 10- 14
Alégrense con Jerusalén, gocen con ella todos los que la aman, alégrense
de su alegría todos los que por ella llevaron luto, para que se alimenten de
sus pechos, se llenen de sus consuelos y se deleiten con la abundancia de
su gloria.
Porque dice el Señor: “Yo haré correr la paz sobre ella como
un río y la gloria de las naciones como un torrente desbordado. Como niños
serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas; como un hijo a
quien su madre consuela, así los consolaré yo. En Jerusalén serán ustedes
consolados.
Al ver esto se alegrará su corazón y sus huesos florecerán como un prado.
Y los siervos del Señor conocerán su poder”. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
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Que se postre ante ti la tierra entera y celebre con cánticos tu nombre.
Admiremos las obras del Señor, los prodigios que ha hecho por los
hombres.
Las obras del Señor son admirables.
El transformó el mar Rojo en tierra firme y los hizo cruzar el Jordán a pie
enjuto. Llenémonos por eso de gozo y gratitud: El Señor es eterno y
poderoso.
Las obras del Señor son admirables.
Cuantos temen a Dios vengan y escuchen, y les diré lo que ha hecho por
mí.
Bendito sea Dios que no rechazó mi súplica, ni me retiró su gracia.
Las obras del Señor son admirables.
Segunda Lectura
De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 6, 14-18
Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de
nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo
para el mundo. Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o
no, sino el ser una nueva creatura.
Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el
verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante,
que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca
de los sufrimientos que he pasado por Cristo.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes.
Amén. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor
Comentario homilético.
Hoy, la Iglesia contempla como, además de los Doce, había numerosos
discípulos que seguían al Señor y habían sido llamados por Él. De entre
todos aquellos discípulos, Jesucristo elige setenta y dos para una misión
concreta. Les exige —lo mismo que a los Apóstoles— total
desprendimiento y abandono completo en la Providencia divina.
El Concilio Vaticano II, en el Decreto Apostolicam actuositatem, nos
recuerda que desde el Bautismo cada cristiano es llamado por Cristo a
cumplir una misión. La Iglesia, en nombre del Señor, “ruega
encarecidamente a todos los laicos que respondan gustosamente, con
generosidad y prontitud de ánimo, a la voz de Cristo que en esta hora los
invita con mayor insistencia, y a los impulsos del Espíritu Santo. Sientan los
jóvenes que esa llamada va dirigida a ellos de modo particular; recíbanla
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con entusiasmo y magnanimidad. Es el propio Señor el que invita de nuevo
a todos los laicos, por medio de este santo Concilio, a que se le unan cada
día más íntimamente y a que, sintiendo como propias sus cosas, se
asocien a su misión salvadora; de nuevo los envía a todas las ciudades y
lugares a donde Él ha de ir, para que, con las diversas formas y maneras
del único apostolado de la Iglesia que deberán adaptar constantemente a
las nuevas necesidades de los tiempos, se le ofrezcan como cooperadores,
abundando sinceramente en la obra del Señor y sabiendo que su trabajo
no es inútil delante de Él”.
Cristo quiere inculcar a sus discípulos la audacia apostólica; por eso dice
“los envío”. Y san Juan Crisóstomo comenta: “Esto basta para darles
ánimo, esto basta para que tengan confianza y no teman a los que les
atacan”. La audacia de los Apóstoles y de los discípulos venía de esta
segura confianza de haber sido enviados por el mismo Dios. Actuaban,
como explicó con firmeza el mismo Pedro al Sanedrín.
Credo
M. Confesemos todos nuestra fe rezando juntos el Credo.
A. Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de
Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no
creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que
por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,
En las palabras que sigue, hasta se hizo hombre, todos se inclinan.
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo
hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y
subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá
con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el
Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero
la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Plegaria Universal
M. Pidamos, hermanos, al Señor que escuche nuestras nuestras súplicas y
acoja nuestras peticiones.
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Después de cada petición diremos: Padre, escúchanos.
Por la santa Iglesia de Dios, para que sea fiel a la voluntad de Cristo y
se esfuerce cada día más en dar a conocer a nuestros hermanos la
alegría del Evangelio. Oremos.
Por los cristianos pérseguidos a causa de su fe, para que se sientan
acompañados por la fortaleza de Dios y por nuestra solidaridad.
Oremos.
Por los que gobiernan las naciones, para que trabajen por la paz del
mundo, y todos los pueblos puedan vivir en justicia y libertad.
Oremos.
Por los ancianos que representan las raíces y la memoria de un
pueblo, para que su experiencia y sabiduría ayude a los más jóvenes
a mirar hacia el futuro con esperanza y responsabilidad. Oremos.
Por todos los que estamos aquí reunidos y cuantos forman nuestra
comunidad, para que Dios nos conceda la paz del corazón, el perdón
de los pecados y la firme voluntad de obedecer siempre sus
mandamientos. Oremos.
Se pueden añadir algunas intenciones…
M. Dios nuestro, escucha nuestras oraciones y concédenos la valentía y la
libertad apostólicas necesarias para hacer presente en el mundo tu palabra
de amor y tu mensaje de justicia y de paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
A. Amén.
3. RITO DE LA COMUNIÓN
Monición. Hermanos, ofrezcamos al Señor nuestras vidas dispuestas
siempre a seguirlo, Él nos dará la alegría para continuar evangelizando.
Cantamos… (El ministro extiende el corporal sobre el altar, coloca el
Santísimo hace una genuflexión y lo inciensa)
Introducción al Padre nuestro
M. Unidos a Jesucristo, y siguiendo su enseñanza, oremos con toda
confianza: Padre Nuestro...
M. Libranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros
días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de
pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa
venida de nuestro Salvador Jesucristo.
A. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Rito de la paz
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M. Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les
doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y,
conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. A. Amén.
M. Dios nos libra de todos los males si hacemos el esfuerzo de vivir en paz
con Él y con nuestros hermanos, nos damos fraternalmente la Paz (o:
Intercambiemos un signo de la Paz con la mano en el pecho haciendo una
reverencia).
MONICION A LA COMUNIÓN
Hermanos: Llenos de alegría por ser hijos de Dios, acerquémonos a recibir a
Cristo en el sacramento de la Eucaristía.
4. RITO DE CONCLUSIÓN
Oración después de la comunión
M. Oremos: Señor, que nos has colmado con tantas gracias, concédenos
alcanzar los dones de la salvación y que nunca dejemos de alabarte. Por
Jesucristo, nuestro Señor. A. Amén.
Bendición
M. Pidamos todos juntos la bendición del Señor:
M. El Señor nos bendiga + nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna. A. Amén.
M. Pueden ir en paz.
A. Demos gracias a Dios.
Canto final