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OH MADRE DE DIOS
DULCE MADRE
Oh María, hoy una espada terrible [281] ha traspasado Tu santa alma. Nadie sabe
de Tu sufrimiento, excepto Dios. Tu alma no se quebranta, sino que es valiente
porque está con Jesús. Dulce María, une mi alma a Jesús, porque sólo entonces
podré resistir todas las pruebas y tribulaciones, y sólo mediante la unión con
Jesús, mis pequeños sacrificios complacerán a Dios. Dulcísima Madre, continúa
enseñándome sobre la vida interior. Que la espada del sufrimiento no me abata
jamás. Oh Virgen pura, derrama valor en mi corazón y protégelo (Diario, 915).
OH VIRGEN RADIANTE
MADRE DE DIOS