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Nacida en Cartagena, Murcia, España, el 13 de enero de 19002 y contando solo con seis
años, emigró a Cuba junto a sus padres, un militar español y una cubana. Inicialmente
residió en la provincia de Villa Clara, donde se graduó de bachiller en mayo de 1924.
Allí comienza su labor periodística y llegó a dirigir la revista Villa Clara. Publica su
primer cuaderno de poemas en esta ciudad, titulado Versos (1923). Casi a finales de los
años veinte se traslada a la capital, donde alcanza, en la Universidad de La Habana, el
título de Doctora en Pedagogía, en diciembre de 1927. Dos años más tarde culminaría la
carrera de Filosofía y Letras.
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Fragmento del poema “primera carta” de Emma Pérez Téllez
2
En las diferentes publicaciones que se confrontaron para la realización de este artículo, hemos
encontrado divergencias en cuanto a la fecha de nacimiento de Emma Pérez Téllez. Algunos críticos y
periodistas señalan como año de su nacimiento 1900, otros el año 1901. Como fuente fidedigna hemos
tomado el Diccionario Bio-bibliográfico de escritores españoles en Cuba Siglo XX, de Jorge Domingo
Cuadriello, publicado por la Editorial Letras Cubanas (2010), donde se ubica el nacimiento de Pérez
Téllez en el día y año utilizados en esta propuesta.
1
estaba sumamente conmovida por aquel autor que, desde la celda y bajo las
orientaciones de José Zacarías Tallet (quien por entonces trabajaba como contador en
las oficinas del recinto penitenciario), comienza a escribir narraciones cortas para la
revista Social; alcanzando en 1928, por votación popular, el Primer Premio en un
concurso convocado por la revista Carteles con el cuento “El renuevo”. Miembro de
aquel ámbito literario, Emma también se interesó en la suerte del ya para entonces,
aunque novel, afamado escritor. Ambos inician una estrecha comunicación epistolar que
más tarde se transformaría en relación amorosa. Se conocen a través de Zacarías Tallet
y en el año 1929, Montenegro y Pérez Téllez contraen matrimonio en la fortaleza del
Príncipe3.
II. Poemas de la mujer del preso: otra arista de la poesía carcelaria (desde afuera y
para el recluso)
Aunque en la literatura cubana ya había habido escritores que recurrieron a las letras
para abordar o denunciar el sistema penitenciario (El Presidio político en Cuba (1871),
de José Martí; A una golondrina (1871), de Juan Clemente Zenea; El Renuevo y otros
cuentos (1929), de Carlos Montenegro, entre otros), Emma Pérez Téllez se destaca, en
la primera mitad del siglo XX, por tratar, desde otros matices, la experiencia carcelaria
con el libro Poemas de la mujer del preso. Concebido no a partir de la perspectiva del
3
Cfr. Domingo Cuadriello, Jorge: Introducción a Hombres sin mujer. Editorial Letras Cubanas, 2013; p.
19-20.
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reo, sino desde afuera y para él, desde el distanciamiento, en la constante añoranza del
ser querido (lo cual resulta novedoso), este poemario —compuesto por textos que
guardan en su conjunto unidad temática— ofrece una desgarradora secuencia de
testimonios —mutando de lo amoroso a lo erótico, a la denuncia, de lo íntimo a lo
corpóreo, de lo melancólico a la vivaz esperanza— que lo hacen auténtico en muchos
sentidos.
El perfil escritural y estilístico de Emma Pérez Téllez mantuvo —en este cuaderno al
menos— una evidente propensión a la corriente vanguardista. Coincidiendo con otros
artículos4 es posible encontrar, como importantes rasgos de vanguardia, poemas
desprovistos de signos de puntuación (concediendo significados plurales, ambiguos, que
ofrecen nuevas dimensiones a la lectura), la utilización de elementos visuales y algunas
palabras en mayúsculas (asumiendo matices experimentales), el uso de guiones para
introducir aclaraciones en el texto poético (como si la voz propia del poeta, o una voz
otra interviniera, de improviso, en la dinámica del cuerpo rítmico y gráfico del poema),
metáforas e imágenes frescas y diferentes para la época, la aproximación a otros medios
artísticos y el propio tema carcelario como directriz. Sin embargo, considerando el
momento histórico y las reglas sociales entonces imperantes, conjeturamos que la
escritura de un libro de tal índole es ya meritoria, sobre todo por su condición de mujer,
la madurez personológica y emocional que proyectó —siendo muy joven todavía— al
asumir los escenarios y desafíos de su casamiento y escritura.
4
Cfr. Casado Fernández, Ana: Al otro lado de la piedra: cárcel y escritura en Poemas de la mujer del
preso de Emma Pérez. La Habana Elegante, 2013:
(http://www.habanaelegante.com/Spring_Summer_2013/Dossier_Poetas_CasadoFernandez.html); y
Rojas, Rafael: La desaparición de Emma Pérez. Libros del crepúsculo; junio, 2012:
(http://www.librosdelcrepusculo.net/2012/06/la-desaparicion-de-emma-perez.html ).
3
cuerpo/alma, tanto por el que se encuentra tras las rejas, como por el que aguarda fuera
de ellas— es en este libro causa de martirios corporales —entiéndase palpables— y
emocionales. Siendo que el recluso no es la única víctima de su encarcelamiento (la
madre, esposa e hijos también lo son, o pueden serlo), este cuaderno encierra un notable
valor sentimental al ser forjado desde el dolor, la frustración y el constante flagelo de la
espera de la mujer que evoca y desea a un hombre que no puede poseer porque
impávidos barrotes lo mantienen lejos, aislado de toda súplica y lamento exterior.
Este volumen de poemas alberga una esencia —profusa en sus matices— reveladora de
una fuerza contundente y un carácter de atrevido vuelo que no sólo impactó a la
sociedad y al círculo literario del momento, sino que sirvió de umbral, de punto de
partida para que años más tarde llegaran otras voces —tanto femeninas como
masculinas— a engrosar el universo de la poesía carcelaria cubana.
Tras Poemas de la mujer del preso aparecieron libros como Versos míos de la libreta
tuya (1934), de Teté Casuso, dirigido a Pablo de la Torriente Brau mientras se
encontraba en prisión; Presidio Modelo (1935) del propio Pablo. Las cartas y las horas
(1977) y Mar entre rejas (1977), ambos de Juana Rosa Pita, escritos para el recluso
Ángel Cuadra; Poemas en correspondencia (desde prisión) (1979), de Ángel Cuadra en
respuesta a Juana Rosa Pita; y Donde estoy no hay luz y está enrejado (1981), de Jorge
Valls.
Emma Pérez Téllez publicó, además del libro dedicado a su esposo, otros poemarios
como Niña y el Viento de Mañana (1937), Canciones a Stalin (1944), Educación
comparada (1945), Películas que no se olvidan (1952), Niños de Dostoiewsky (1938),
Isla con sol, poesía en la escuela (1945), estos últimos dirigidos al público infantil; y
todos fueron muy bien acogidos por los críticos de entonces, recibiendo comentarios
positivos de autores como Jorge Manach, Emilio Ballagas, Félix Lizano y el propio
Nicolás Guillén5.
5
Cfr. Guillén, Nicolás: Emma Pérez, poesía y revolución. Repertorio Americano, Semanario de Cultura
Hispánica, 8 de mayo de 1937, p. 280-287.
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Universidad de La Habana, entre otros. Su obra formó parte de importantes antologías
como Los poetas villaclareños (1927) y La poesía cubana (1936) y (1937)6.
Todas las líneas poéticas y periodísticas en las que se destacó esta autora, resultan hoy
poco o nada conocidas para el público lector, incluso para el medio académico cubano,
salvo su antología que ha sido algo comentada y su labor como maestra del Instituto de
la Víbora, donde tuvo alumnos como Roberto Fernández Retamar, quien ha dejado
testimonio de aquella faena.
6
Cfr. Domingo Cuadriello, Jorge: Diccionario Bio-bibliográfico de escritores españoles en Cuba Siglo
XX. Editorial Letras Cubanas, 2010.