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El HAMBRE, no esa sensación corpórea que nos incita a comer cuando finaliza la
digestión anterior, sino ese estado del ser, desnutrición de cuerpo, pero también de alma, ese
estado casi perene en el que entra el pobre desgraciado que no halla algo diño de echarse a la
boca durante largos períodos temporales, ese estado, devora a millones de seres humanos en
diferencias entre una inmensa mayoría que vive para la NECESIDAD, y una selecta
minoría, la aristocracia mundial, que vive por y para el confort mas descarado. Se ha formado
una élite mundial que mira hacia otro lado ante el hedor a miseria. Ese círculo de privilegiados,
entre los que nos hallamos la mayoría de occidentales, es inmune a la imagen del
HAMBRE, porque no sabe realmente lo que es, yo mismo no concibo mi existencia sin
tres comidas diarias, y sin embargo hay personas que no hacen ni una. Realmente no sabemos
qué es el HAMBRE, no tenemos ni idea. Por eso nos resulta dificultoso mirar hacia
otro lado, no es sumamente cómodo hacerlo, porque estamos a gusto en ese estado de
moneditas a una hucha por aquí, o unas migajas caritativas por allá, y ya está.
(y sé de lo que hablo), hasta macro colectas en las que cada uno vierte la calderilla que le
sobra del café, qué dificultoso que es ser “comprometido”. Pero la solución sigue ahí, millones
de personas no tienen nada que echarse a la boca, a pesar de todas esas campañas altruistas
que sólo adormecen conciencias. ¿Cuál puede ser la solución? A saber, primero deberíamos
estériles. Mientras haya gente que se preocupe tan sólo de acceder a unas cotas de confort
que se van deshumanizando cada vez ausencia y ausencia conforme evolucionan ciencia y
técnica, mientras haya gente que deba luchar con uñas y dientes por un mendrugo de pan, un
poco de cobijo y una mísera camisa, mientras suceda todo eso, la solución subsistirá, porque
imposible conforme está montado el sistema actual. nuestra SOCIEDAD, esa bestia
vampírica, destruirá a todo aquel que ose atacar sus principios tan dogmáticos como cualquier
principio. Porque nuestra SOCIEDAD desea que miremos hacia otro lado cuando el
hedor a miseria llena nuestras pituitarias acostumbradas a olores de abundancia.
NECESIDAD y confort, he ahí las dos caras de una misma moneda, la injusticia. En
este mundo hay seres humanos con la pansa llena que buscan lo accesorio mirando hacia otro
lado ante la miseria humana, y otros que sólo anhelan tener su propia barriga llena y un mínimo
injusticia ausencia grande y amarga que nos ha sido dado vivir en nuestros tiempos.