Está en la página 1de 11

SEMINARIO MAYOR SAN PEDRO

CARLOS ALFREDO PÁRRAGA NAVARRETE

CARTA PASTORALES
PRIMERA Y SEGUNDA DE TIMOTEO

INTRODUCCIÓN AL N. T. -Paulinos-

TUTOR:
P. MARCELO GARCÍA MENDOZA

PORTOVIEJO
JUNIO
2022
PRIMERA Y SEGUNDA CARTA A TIMOTEO

Ocasión de la carta

En esta carta Timoteo aparece al frente de una comunidad cristiana implantada en Éfeso que
tropieza con los obstáculos propios de los comienzos.

El ambiente pagano, las doctrinas desviadas de algunos falsos maestros y las costumbres
relajadas de ciertos cristianos preocupan al Apóstol. Timoteo recibe el encargo de mantener
la doctrina recibida y estimular la vida cristiana de los fieles.

En otros escritos del Nuevo Testamento se menciona la actividad de Timoteo como


colaborador de san Pablo. De él se dice que lo acompañó «como un hijo con su padre» (Flp
2,22). Según el testimonio de los Hechos de los Apóstoles, Timoteo era hijo de padre gentil y
madre judía, piadosa cristiana (Hch 16,1). En su segundo viaje apostólico, Pablo, a su paso
por Listra, recibió excelentes referencias de este joven. Después de haberlo circuncidado, lo
llevó consigo como colaborador y ayudante en la fundación de las iglesias de Filipos y
Tesalónica (Hch 16,12). Se menciona que estuvo en Berea (Hch 17,14), y que desde Atenas
el Apóstol lo envió a Tesalónica (1Ts 3,2). De nuevo aparece en Corinto junto a Pablo (Hch
18,5), y lo acompaña por Éfeso (Hch 19,22), Macedonia (1Co 4,17; 16,10; 2Co 1,1) y Asia
Menor (Hch 20,4), en su tercer viaje. En las Cartas de la Cautividad, se dice que estuvo junto
al Apóstol en la cárcel (Col 1,1; Flp 1,1; 2,19). La Carta a los Hebreos habla de su puesta en
libertad, aunque no detalla el tiempo ni las circunstancias (Hb 13,23).

De su carácter cabe destacar la fidelidad con que siguió a san Pablo. Debía de ser muy joven
cuando el Apóstol ruega a los cristianos de Corinto que lo traten con respeto (1Co 16,11), y
no debía de tener muchos años cuando recibió la misión de presidir la Iglesia de Éfeso (1Tm
4,12; 2Tm 2,22).

En esta carta se mencionan algunos pormenores acerca de la actividad de san Pablo de los
que no se habla en otros escritos del Nuevo Testamento. En concreto, se dice que el Apóstol
dejó a Timoteo en Éfeso cuando marchó a Macedonia (1Tm 1,3), y que confiaba en regresar
pronto junto a él (1Tm 3,14; 4,13). No es fácil encajar esas actividades en ninguno de los
viajes del Apóstol narrados en Hechos, pues cuando san Pablo partió de Éfeso hacia
Macedonia en su tercer viaje no parece que Timoteo se quedara en esa ciudad, sino que
acompañó al Apóstol, como se ha señalado. Además, el relato contenido en Hechos de la
despedida emotiva de los presbíteros de Éfeso, como si nunca más volvieran a ver a san
Pablo (Hch 20,25.38), induce a suponer que el Apóstol no iba a regresar nunca a esa ciudad.
No obstante, lo que se dice en esta carta mueve a pensar que el Apóstol regresó a Éfeso
cuando quedó libre de su prisión en Roma, y que sería en esa ocasión cuando habría que
buscar el marco de referencia para esta carta y para la destinada a Tito.

Al margen de esos datos concretos, la carta refleja el ambiente histórico de una comunidad
cristiana de origen paulino a la que han llegado predicadores de doctrinas que se apartan del
«depósito» de la fe recibida del Apóstol, por lo que se hace imprescindible discernir la «sana
doctrina» de esas corrientes perturbadoras.

Esta carta, así como la segunda a Timoteo y la dirigida a Tito, tiene ciertas diferencias con
relación al resto del corpus paulino: el vocabulario y el estilo son peculiares; predomina en su
contenido lo moral o práctico frente al tono más teológico de otras cartas; la organización

1
jerárquica y los errores a los que se alude parecen más propios de un periodo algo posterior a
la vida del Apóstol; finalmente, existen dificultades a la hora de encuadrar su fecha de
composición en la vida de san Pablo. Por ello, algunos han puesto en duda la autenticidad
paulina de estas cartas. En cualquier caso, con independencia de que su autor fuera un
secretario o un discípulo más o menos cercano a san Pablo, el sentido y la autoridad son del
Apóstol.

Destinatario

Timoteo. De todos los colaboradores de Pablo (véase CB 26, 28s), Timoteo es el mejor
conocido. Alos ojos de Pablo, es un discípulo de toda confianza, puesto que lo asocia a sí
mismo en la dedicatoria de seis cartas (2 Cor, Flp, Col, 1y2 Tes, Flm). Desde Macedonia,
Pablo envió aTimoteo, su hijo muy amado, para recordar alos corintios sus enseñanzas (1 Cor
4, 17; cf. Hch 19, 21s). El elogio que se encuentra en Flp 2, 22 es muy elocuente: en
oposición a los cristianos que buscaban su interés personal, Pablo declara: «(Timoteo) ha
probado su virtud, ya que, como un hijo aliado de su padre, se ha puesto conmigo al ervicio
del evangelio». Los Hechos de los apóstoles nos ofrecen más datos biográficos, que
coinciden parcialmente con los de las pastorales.

Fue en Listra, en Licaonia, donde Pablo convirtió a Timoteo, hijo de padre pagano y madre
judía (Hch 16, 1-4). Timoteo no había sido circuncidado; Pablo aceptó que lo circuncidaran
para que, conocido como judío (en el derecho judío lo que importa es la ascendencia
materna), pudiera entrar en las sinagogas (Hch 16, 3). Sobre esta cuestión discutida. Las
indicaciones de los Hechos corresponden plenamente a los elogios del mismo Pablo: Timoteo
se mostró un compañero fiel en los viajes misioneros (Hch 17, 14s; 18, 5; 19, 22; 20, 4; cf.
1Tes 3,6; Rom 16,21).

La segunda carta a Timoteo nos habla de su ambiente familiar: fe sincera de su abuela Loide
y de su madre Eunice (2 Tim 1, 5). Según 1 Tim 4,12.14 Y2 Tim 1, 6, Pablo impuso las
manos a Timoteo a pesar de su juventud. Las pastorales no mencionan expresamente más que
las ciudades de Antioquía (de Pisidia), de Iconio y de Listra, en donde Timoteo fue testigo de
las persecuciones sufridas por Pablo (2 Tim 3, 11). En 1Tim 1, 3, Timoteo recibe la orden de
quedarse en Efeso, con instrucciones precisas, esperando la vuelta del apóstol (1 Tim 3, 14s).
Desde Roma, donde está encarcelado, Pablo le pide a Timoteo que vaya a él cuanto antes (2
Tim 4, 9). En las pastorales, las exhortaciones incesantes al coraje (1 Tim 4,12; 6,12; sobre
todo 2Tim 1,6; 2,1.15.22; 4,5) pueden sorprendernos, si tenemos en cuenta los datos de las
otras cartas y de los Hechos de los apóstoles sobre la actividad de Timoteo. ¿No se referirán,
más allá de este discípulo, a todos los que desean ser soldados de Cristo? En ese caso, no
habría que pensar en la timidez de Timoteo. Nuestras cartas no se colocan en el plano
psicológico.

El género literario

Basta con leer las pastorales para constatar que no pertenecen al mismo género literario que
las grandes cartas de Pablo. Es verdad que se encuentra en ellas el marco epistolar de la
época: dedicatoria inicial, oración de acción de gracias (sólo en 2 Tim), saludos finales.
Como en una correspondencia privada, abundan las noticias personales.

Pongamos algunos ejemplos, además de las indicaciones de viaje de las que luego
hablaremos: beber un poco de vino por motivos de salud (1 Tim 5, 23), deseos de volver a ver

2
a Timoteo (2 Tim 1, 4), mención de Figelo y Hermógenes, desconocidos en las otras cartas (2
Tim 1, 5), lista de discípulos de Pablo (2 Tim 4, 10-12), petición de un manto que se dejó en
Tróade (2 Tim 4, 13), alusión al viaje de Zenas el abogado y de Apolo (Tit 3, 13). Estas
indicaciones concretas se consideran a menudo como pruebas de autenticidad literaria. Pero
existen también otras cartas ficticias que ponen en escena a un maestro venerado o a sus
discípulos (véase recuadro).

Otros muchos datos tienen que ver más bien con un género literario distinto. Algunos pasajes
de tipo institucional hacen pensar en las «ordenanzas, decretos, edictos y prescripciones
verbales que redactaba la administración de los gobiernos helenistas bajo forma de
correspondencia» (C. Spicq). Otros pasajes recogen de forma bastante convencional esos
códigos de deberes» que aparecen también en Colosenses, Efesios y en la primera de Pedro.
El tono se hace urgente en las múltiples exhortaciones que aparecen en nuestras cartas; a
menudo, la motivación se saca de las confesiones de fe primitivas o de las fórmulas
litúrgicas. La polémica se hace áspera cuando se trata de denunciar el peligro de las falsas
doctrinas, sin que éstas se presenten con claridad y sin que haya una verdadera
argumentación teológica, como en el caso de la justificación por la fe en Romanos o para
establecer la resurrección de los cristianos en 1 Cor 15.

Respecto a las otras dos, la 2.Timoteo ofrece caracteres específicos: es sin duda la más
personal y aparece como el testamento espiritual de Pablo. [Jesde este punto de vista se
relaciona con un género literario muy conocido en el judaísmo. En vísperas de su muerte, un
patriarca reúne a sus familiares para exhortarles a la fidelidad a la alianza, recordando
algunos episodios significativos de su vida y desvelándoles su porvenir. Muchas veces, estos
testamentos van acompañados de una visión muy sombría sobre los tiempos presentes (aquí 2
Tim 3, 1; 4, 3; cf Hch 20, 29s).

La 2 Pe pertenece aeste mismo género (cf CB 47, 50s.). En los Hechos de los apóstoles, la
despedida de Pablo a los ancianos de Efeso (Hch 20,17-38) tiene muchos puntos en común
con 2 Tim. Respecto al contenido tan convencional de los Testamentos de los doce patriarcas,
2 Tim y el discurso de Mileto (Hch 20) recurren a recuerdos concretos de la vida y de la
enseñanza del apóstol.

Fecha y lugar de composición.

No hay posibilidad de encajar la composición de las Cartas pastorales en los años de la vida
de Pablo que conocemos por los Hechos y las Cartas precedentes. Por lo demás, los datos que
hemos venido aduciendo reflejan bien claro que Pablo compuso estas Cartas hacia el final de
su vida.

Han tenido que ser compuestas durante los años que median entre el 63, en que sale de la
primera cautividad romana y el 67, en que muere condenado tras su segunda cautividad en
Roma. La probable reconstrucción de los hechos da las siguientes fechas: el año 63 parece
que Pablo se dirige a España conforme su propósito manifestado a los romanos (cf. Rom 15,
24). A su regreso, el año 64, emprende un viaje por el Mediterráneo oriental, llegando a la
isla de Creta. Al abandonar la isla, deja allí como delegado suyo a Tito (1, 5). De allí se dirige
a Macedonia, pasando por Tróade, donde, probablemente, escribe I Tim y Tit (cf. II Tim 4,
13), el año 65. El invierno de ese año lo pasa en Nicópolis del Epiro (cf. Tit 3, 13). Siguiendo
sus planes, regresaría a Efeso, en cuya región fue arrestado (I Tim 3, 14; 4, 13; II Tim 1, 4).
Tal vez en el camino se detuvieron en Mileto (donde dejó Trófimo enfermo) y en Corinto

3
(donde se quedó Erasto) (cf. II Tim 4, 20). Durante la prisión, el año 67, escribe la II Tim, en
la que deja entrever su persuasión de que ve cercano su martirio.

Características de las cartas a Timoteo.


La sociedad vive nuevas circunstancias culturales
Podemos entrever el intento de acomodación a la cultura común de las grandes urbes greco-
romanas. Las listas de deberes familiares, por ejemplo, nos remiten a un ambiente de diálogo
con la filosofía popular ambiental. En este diálogo cultural, sin embargo, se busca
cuidadosamente mantener la especificidad de la religión cristiana.
Es un ambiente sincretista
Un examen de los adversarios, a los que estas cartas llamadas Pastorales combaten, nos
informa del ambiente sincretista en que las comunidades cristianas tienen que desarrollar su
vida y su misión. Dichos adversarios o falsos maestros son presentados en un doble nivel:
teórico y práctico, continuamente entremezclados.
A nivel teórico nos encontramos con doctrinas alternativas, que están unidas a mitos y
genealogías interminables, fábulas profanas y cuentos de viejas (1Tim 4,7).  
A nivel interno se busca una estructuración de los ministerios
Hay también una manifiesta preocupación por el "orden eclesial": a tal preocupación se deben
las listas en que se mencionan las condiciones del obispo, presbíteros y diáconos y sus
deberes respecto a los distintos miembros de la comunidad. Sin embargo, algunas
condiciones y deberes son comunes a diversos ministerios. Las mayoría de las condiciones
para el diácono coinciden con las del obispo (cf. 1Tm 3,8-13 y 3,1-7) y algunas de las
condiciones determinadas para ese cargo no tienen nada de específico frente a ciertos deberes
personales (cf. Tt 2,1-10).
Con ello se produce un intento de estructuración de los ministerios eclesiales que, sin
embargo, es sólo el comienzo de un proceso que se ha de desarrollar en un tiempo posterior.
La situación que refleja este momento histórico es, sin duda, precedente a la de las Cartas de
Ignacio de Antioquía. Todo lleva a pensar en la tercera generación cristiana, probablemente
entre el 80 y 100.
Se discute el rol de la mujer en la Iglesia
Aparece una imagen ambigua del rol de la mujer en la Iglesia. Por un lado, hablando de los
diákonos se dice: "Las mujeres igualmente deben ser dignas, no calumniadoras, sobrias, fieles
en todo" (1Tm 3,11) y, por tanto, se las presenta como candidatas a la diakonía, capaces de
desempeñar una función pública en la dirección de la Casa de Dios.
Sin embargo, en consonancia con el contexto patriarcal, se impide a la mujer abandonar su
rol subordinado al hombre.
Este juicio peyorativo de la mujer se acrecienta en las Pastorales debido al peligro que podían
representar ciertas mujeres para la "verdad" y la "sana doctrina" dando apoyo a los "falsos
maestros".
Podemos describir el perfil de estas mujeres del modo siguiente: se trata, en primer lugar, de
viudas jóvenes (1Tm 5,5.11). En segundo lugar, parece tratarse de mujeres recién
convertidas, obligadas todavía a participar de la "instrucción", que deberían oír "en silencio y
con toda sumisión" (1Tm 2,11b), y deseosas, por otra parte, de novedades (2Tm 3,7).

4
La forma de vestir, indica que ellas poseían una holgada situación económica, con posibilidad
de acceso al "oro o perlas o vestidos costosos" (1Tm 2,9).
La mujer, en la visión del autor de las Pastorales, tiene acceso a la instrucción y la posibilidad
de acceso a los ministerios. Sin embargo, el ámbito natural de la enseñanza era "la casa"
conforme al modelo típico de la sociedad greco-romana.
Este modelo en que las mujeres, al igual que esclavos y niños, dependen del responsable en la
conducción ofrece una imagen de la mujer que no expresa adecuadamente la totalidad del
mensaje evangélico sobre ella.
Utiliza un lenguaje muy peculiar: Aprender, enseñanza, verdad, depósito.
El objeto del aprendizaje es, fundamentalmente, la enseñanza eclesial: "persevera en lo que
aprendiste" (2Tm 3,14) "aprendan en silencio" (1Tm 2,11); pero también las prácticas ligadas
a esta enseñanza: "practicar los deberes de piedad" (1Tm 5,4). En 2Tm 3,7 se condena el
aprender que no llega a su término: "siempre están aprendiendo y no son capaces de llegar al
pleno conocimiento".
El autor contrapone las "enseñanzas diabólicas" (1Tm 4,1) a la "enseñanza de Dios nuestro
Salvador" (Tt 2,10; 1Tm 6,1). Ésta ha sido constante preocupación de Pablo en su actuación
(2Tm 3,10) y merece, así mismo, toda la atención de los dirigentes comunitarios (1Tm 4,13;
5,17), que de ella deben alimentarse (1Tm 4,6) y por la que deben velar (1Tm 4, 16). Toda
enseñanza que con ella se conforma puede ser calificada de "sana" (1Tm 1,10) o "buena"
(1Tm 4,6) y es "conforme a la piedad" (1Tm 6,3).
Frente a aquellos que están "privados de la verdad" (1Tm 6,5), que "se han desviado de la
verdad" (2Tm 2,18), que "se oponen a la verdad" (2Tm 3,8) o "se apartan de la verdad" (2Tm
4,4), Pablo ha sido constituido "maestro en la verdad" (1Tim 2,7) y aconseja a su discípulo
Timoteo que sea "fiel distribuidor de la Palabra de verdad" (2Tm 2,15). Se trata de una
Palabra de verdad que solamente puede encontrarse en "la Iglesia de Dios vivo, columna y
fundamento de la verdad" (1Tim 3,15).
El autor suple el vocablo "tradición", término preferido en el epistolario de indiscutida autoría
paulina, por "depósito". Éste siempre aparece unido al verbo guardar: a Timoteo se dice
"guarda el (buen) depósito" (1Tm 6,20; 2Tm 1,14) y se está convencido de que Dios guardará
el propio "depósito hasta ese Día" (2 Tm 1,12).

Estructura y contenido de 1ra de Timoteo

Tras unas palabras de saludo (1,1-2), se siguen las siguientes unidades:

1,3-20 En estos versículos, se urge a Timoteo a defender la recta doctrina frente a las
enseñanzas de los falsos doctores: sobre los falsos doctores (1,3-7), sobre la función de la Ley
(1,8-11), sobre la vocación de Pablo (1,12-17), recomendaciones a Timoteo (1,18-20).

2,1-15 A continuación, una vez asentada la solidez de la doctrina de la fe, se enumeran


algunas de sus manifestaciones prácticas. Puesto que lo principal es la relación con Dios, en
esta parte el Apóstol instruye a su discípulo acerca del modo de dirigir rectamente el culto,
especialmente la oración y la participación en las asambleas litúrgicas: oración por todos los
hombres (2,1-7), sobre el modo de orar de los hombres y de las mujeres (2,8-15).

3,1-16 Las instrucciones de esta sección se refieren a las cualidades exigibles a los que
ejercen un ministerio en la comunidad cristiana, que han de ser adecuadas no solo para la

5
edificación de todos los fieles, sino para ofrecer una imagen real y atractiva de la Iglesia ante
los de fuera: cualidades de los obispos (3,1-7), cualidades de los diáconos (3,8-13), sobre la
Iglesia, columna y fundamento de la verdad (3,14-15), sobre el misterio de la piedad (3,16).

4,1-6,19 Por último, el Apóstol exhorta y aconseja a Timoteo sobre el modo de comportarse y
relacionarse con los demás: sobre los falsos maestros (4,1-11), consejos a Timoteo (4,12-16),
comportamiento con los fieles en general (5,1-2), sobre las viudas (5,3-16), sobre los
presbíteros (5,17-25), sobre los esclavos (6,1-2), sobre los falsos maestros (6,3-10),
exhortación para la defensa de la fe (6,11-16), sobre el recto uso de las riquezas (6,17-19).

La carta termina con unas breves palabras de despedida en las que se insiste de nuevo en la
idea fundamental: la custodia fiel del depósito de la doctrina recibida (6,20-21).

Enseñanza de 1ra de Timoteo

El tema central de la primera Carta a Timoteo es la salvación dispensada por la Iglesia, que
prolonga y actualiza la acción salvadora de Cristo. Esta cuestión se desarrolla desde puntos
de vista distintos pero complementarios. En primer lugar, desde una perspectiva teológica, en
torno al acontecimiento de Cristo, que es núcleo principal y fundamento de la vida cristiana.
Pero también, desde un plano más orientado a la práctica, como el ordenamiento de
laactividad que desarrollan los miembros de la Iglesia, de acuerdo con la propia Vocación y,
en particular, la de aquellos a los que se ha encomendado algún ministerio al servicio de la
comunidad.

Jesucristo y la salvación

La idea básica de las Cartas Pastorales es la salvación: a Dios se le nombra como «el
Salvador» (1Tm 1,1; 2,3; 4,10), que con infinito amor «quiere que todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tm 2,4). Dios es denominado también Rey
de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los
señores (1Tm 1,17; 2,5; 6,15-16); Dios vivo (4,10), que da vida a todo (6,13) y nos provee de
todo con abundancia (6,17).

Este plan divino ha sido manifestado y llevado a cabo por Jesucristo, el único Mediador (1Tm
1,14; 2,5), que «vino al mundo para salvar a los pecadores » (1Tm 1,15; cfr. 2,5-6). La carta
insiste en la preexistencia de Cristo (1Tm 1,15) y, de un modo muy particular, en la
encarnación, cuyo fin principal es la salvación del hombre (1Tm 1,15). Jesucristo es un
mediador divino encarnado: al encarnarse, se da a sí mismo, y ofrece una libación efectiva de
la pecaminosidad humana (1Tm 2,3-6; 3,16; 6,13-14). Este Jesucristo ha sido justificado por
el Espíritu, mostrado a los ángeles, predicado a las naciones y ascendido a los cielos en gloria
(1Tm 3,16). La fe en estas verdades es la que conduce a la salvación; esta es pues la «sana
doctrina» (1Tm 1,10) del Evangelio predicado por san Pablo (cfr. 1Tm 1,11.15-16).

Frente a la sana doctrina late siempre el peligro de las falsas doctrinas que apartan de la fe
verdadera a quienes las acogen (cfr. 1Tm 1,3.6; 4,1-2; 6,3- 5). De hecho, una de las más
delicadas cuestiones que hubieron de afrontar las primeras generaciones de cristianos en
Éfeso y otras iglesias fue el discernimiento de la fe genuina entre las numerosas
interpretaciones particulares que se predicaban entre ellos, impregnadas ya de nociones
específicas de las tradiciones judías, ya de elementos propios de la religiosidad helenística
que eran ajenos al mensaje cristiano.

6
La Iglesia

El tono cordial y a la vez exigente de la carta testimonia hasta qué punto la Iglesia es una
familia, la «casa de Dios» (1Tm 3,15), no solo en la doctrina, sino también en la realidad
práctica. Esa Iglesia es «columna y fundamento de la verdad» (1Tm 3,15) y por eso le
corresponde conservar el depósito recibido.

De modo especial esa responsabilidad recae sobre aquellos que, como Timoteo, han recibido
la gracia del ministerio mediante la imposición de las manos (cfr. 1Tm 4,14) para que
enseñen a mantener la fe (cfr. 1Tm 1,18-19) y pongan orden en la comunidad cristiana (cfr.
1Tm 1,3).

Cuando se escribió esta carta aún no estaba establecida la terminología de los diversos
ministerios, ni definidos plenamente los cometidos de los órdenes sagrados en la jerarquía de
la Iglesia, como aparecería posteriormente en los escritos de san Ignacio de Antioquía, a
comienzos del siglo II.

En la carta se menciona al «obispo» (epískopos) (1Tm 3,2) –aquel que estaba al frente de una
comunidad particular–, a los «diáconos» (diákonoi) (1Tm 3,8), a los «presbíteros» o
«ancianos» (presbyteroi) (1Tm 5,17), e incluso al grupo de las «viudas» (1Tm 5,9). De
acuerdo con el ministerio recibido, cada uno tenía la misión de presidir, ayudar o enseñar, y
siempre, de ofrecer testimonio de vida cristiana coherente.

Pablo, Timoteo y los falsos maestros

Junto al tema de la humanidad de Jesucristo, la carta pone un énfasis muy particular en las
figuras de Pablo y de Timoteo, tanto en sí mismas como en contraste con la de los falsos
maestros. Así, a diferentes niveles, en la carta se establece una oposición entre lo falso y lo
verdadero. En conexión con ellas, se exhorta a la perseverancia en la recta (sana) doctrina.

A Pablo, apóstol por disposición divina, le ha sido confiado el Evangelio; ha sido llenado de
fortaleza; Jesucristo le ha considerado digno de su confianza al conferirle el ministerio; ha
sido constituido mensajero y apóstol del testimonio de Cristo, doctor de los gentiles. En estas
acciones se pone de relieve la iniciativa divina. Por otro lado, la autoridad (moral) de Pablo se
basa en su correspondencia a la misericordia divina y en su entrega con todo tipo de desvelos:
«confesamos», «fatigamos», «luchamos» –desde este punto de vista es ejemplo, por su
identificación con Cristo–. Él era blasfemo, perseguidor, insolente, ignorante, sin fe, pecador;
ha alcanzado misericordia, ha sobreabundado en él –para ser ejemplo–.

A Timoteo la potestad le viene de Dios a través de Pablo. En este contexto, Timoteo recibe
consejos de gobierno. La carta habla de profecías sobre él, le llama buen ministro, habla de la
imposición de manos hecha sobre él, y menciona su solemne profesión (6,11). La autoridad
(moral) de Timoteo se basa en su buen ejemplo. Pablo le define en la carta como «verdadero
hijo», «hijo mío». En este contexto, Pablo le da consejos personales al respecto.

Los falsos maestros están en un claro contraste con Pablo y Timoteo. Estos malos doctores
son ignorantes, enseñan cosas erróneas, tienen mala conciencia, obran por un beneficio. En
esta línea se sitúan las falsas enseñanzas que son mencionadas en la carta: sobre los
alimentos, sobre el matrimonio, sobre Jesús, sobre la Ley en general, etc.

7
Estructura y contenido de 2da de Timoteo

Los dos grandes temas de la carta, «depósito» y «enseñanza» pastoral, configuran la


estructuración de las ideas. El texto comienza con el habitual saludo, que en este caso deja
traslucir un entrañable afecto hacia el discípulo (1,1-5). El cuerpo de la carta se estructura
como sigue:

1,6-2,13 La predicación del mensaje evangélico

• Pablo exhorta a Timoteo a corresponder a la gracia recibida (1,6-7);


• después habla de la vocación santa a la que han sido llamados, por el designio divino y la
gracia divina recibida por medio de Cristo Jesús y mostrada mediante su manifestación (1,8-
12);
• como consecuencia, Pablo le exhorta a tener por norma las palabras sanas que le ha
escuchado y a guardar el buen depósito (1,13-14);
• el Apóstol dedica un recuerdo al mal comportamiento de algunos discípulos (1,15-18);
• Pablo vuelve a exhortar a la fidelidad y a la reciedumbre (2,1-7), animándole a poner la
mirada en Jesucristo, pues en Él alcanzaremos la salvación y la gloria eterna (2,8-13).

2,14-4,8 La defensa de la recta doctrina

• Pablo da consejos sobre cómo evitar errores y discusiones inútiles (2,14-21);


• anima a tener paciencia con los que yerran (2,22-26),
• a prevenir los peligros del error (3,1-13),
• y a ser fiel a lo que ha aprendido y creído, concretamente a la Sagrada Escritura, fuente de
la sabiduría que conduce a la salvación (3,14-17),
• exhorta a perseverar en la predicación (4,1-5),
• y anima a considerar el galardón de la fidelidad (4,6-8).

La carta concluye con unas recomendaciones en las que se entremezclan noticias y encargos
(4,9-18), y unas palabras de despedida (4,19-22).

Enseñanza de 2da de Timoteo

El tono de la segunda Carta a Timoteo es aún más entrañable que el de la primera, con
alusiones muy personales. Pablo exhorta insistentemente a Timoteo a perseverar en la
predicación y en el ministerio, sin miedo a los sufrimientos externos ni a la fatiga interior. Le
encarga también consolidar la organización de la iglesia local. Respecto a las otras Cartas
Pastorales, aparece aquí como característica la alusión a la utilidad de la Sagrada Escritura
para la solidez de la predicación y de la vida cristiana.

El «depósito»

En esta carta se aprecia desde el primer momento una preocupación por la defensa del
Evangelio predicado por san Pablo frente a falsos maestros que inducían a la confusión.
Parece que se trataba de unos cristianos desorientados, procedentes del judaísmo de la
diáspora, que habían asimilado mal algunas corrientes culturales y religiosas helenísticas y
que hacían, por ello, una mezcla confusa de ideas cristianas y paganas. De ahí las
«discusiones necias e insustanciales… que degeneran en peleas» (2Tm 2,23). Por eso se

8
denuncia que estas desviaciones se oponen a la «sana doctrina» (2Tm 4,3) transmitida por la
predicación del Apóstol (2Tm 2,14).

En el núcleo mismo de la doctrina de la carta se encuentra la «manifestación de Jesucristo


nuestro Salvador, que ha destruido la muerte y ha revelado la vida y la inmortalidad por
medio del Evangelio» (2Tm 1,10). La memoria de Jesucristo va unida a una llamada
constante a la perseverancia fiel en la fe recibida (cfr. 2Tm 2,8-13). En consecuencia, ante la
confusión doctrinal el buen pastor no puede renunciar a una predicación insistente, pues en el
ejercicio de la vida cristiana es necesario el «conocimiento de la verdad» (cfr. 2Tm 2,25; 3,7),
que se alcanza por el arrepentimiento y la conversión (2Tm 2,25). Hay que predicar la sana
doctrina sin desviarse de la verdad –como le sucede a los falsos maestros (2Tm 2,14-18)–.
Los ministros tienen la función esencial de predicar la palabra de Dios. A Timoteo se le
manda dedicarse primordialmente a este ministerio –poniendo empeño en convencer,
reprender y exhortar (cfr. 2Tm 4,2.16)– en orden a la propagación del Evangelio (2Tm 4,5).

La «Sagrada Escritura»

Uno de los pasajes centrales característicos de la segunda Carta a Timoteo es aquel en que
trata de la Sagrada Escritura y su función en la construcción de la Iglesia: «Pero tú,
permanece firme en lo que has aprendido y creído, ya que sabes de quiénes lo aprendiste, y
porque desde niño conoces la Sagrada Escritura, que puede darte la sabiduría que conduce a
la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil
para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la justicia, con el fin de que el
hombre de Dios esté bien dispuesto, preparado para toda obra buena» (2Tm 3,14-17).

El contexto de esta exhortación es el ministerio de Timoteo. El Apóstol le previene frente a


los doctores, engañadores y engañados al mismo tiempo (cfr. 2Tm 3,13), recomendándole
permanecer fiel a lo que ha aprendido desde niño y teniendo en cuenta de quién lo ha
aprendido (su abuela, su madre y el mismo Pablo).

La expresión «Sagrada Escritura» (2Tm 3,15), aunque es relativamente común en el judaísmo


helenista, solo se emplea en este pasaje de la Biblia Con el adjetivo «Sagrada» la lengua
bíblica opone estos escritos a los profanos o vulgares y señala su carácter vinculante
(canónico).

De acuerdo con la tradición del pueblo de Israel, se afirma que la Escritura puede dar la
sabiduría, pero esta sabiduría, en la tradición sapiencial del Antiguo Testamento vinculada a
la Torah, se orienta ahora «a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús». No cabe duda
de que nos encontramos ante una de las formas de la apologética cristiana que expresaba de
esa manera cómo los anuncios del Antiguo Testamento se referían a Cristo.

La expresión «toda la Escritura» gramaticalmente parece referirse al conjunto de la Biblia


canónica en tanto que «inspirada», aunque en este contexto puede referirse a todos y cada uno
de los pasajes de la Biblia. En todo caso, ambas interpretaciones no se excluyen (cfr. Hb
9,19). Sin embargo, hay que preguntarse si esta expresión puede incluir también a los textos
del Nuevo Testamento conocidos por el autor de la carta. Directa y expresamente se habla del
Antiguo Testamento, ya que se refiere a la «Sagrada Escritura» que Timoteo ha conocido por
su madre (2Tm 3,15) la cual «era judía creyente» (Hch 16,1). Indirectamente y por extensión,
la fórmula «toda la Escritura» o «toda Escritura» de 2Tm 3,16 podría incluir a aquellos
escritos que en el momento en que 2Timoteo es redactada, eran reconocidos como

9
«inspirados» y por ello formaban parte de «la Escritura », entre los que se incluían ya
también algunos de lo que denominamos Nuevo Testamento. No se trata de una pura
hipótesis ya que otro texto paulino puede leerse en perspectivas semejantes. Se trata de 1Tm
5,17-18, que cita como Escritura, junto a un texto del Deuteronomio (Dt 25,4: «No pondrás
bozal al buey que trilla»), un dicho de Jesús presente en el Evangelio de Lucas (Lc 10,7:
«Pues el que trabaja merece su salario»)-

BIBLIOGRAFÍA

CABALLERO, J. Escritos Paulinos. EUNSA. Pamplona, 2016.

COTHENET, E. Las cartas pastorales. Editorial Verbo Divino. Navarra, 1991.

HERRANZ, M. San Pablo en sus cartas. Ediciones Encuentro. Madrid, 2008.

PEREZ, G. San Pablo, cartas de la cautividad y pastorales. Editorial PPC. Madrid, 1971.

RIVAS, L. San Pablo, su vida, sus cartas, su teología. Ediciones San Benito. Buenos Aires
2013.

SANCHEZ, J. Escritos Paulinos. Editorial Verbo Divino. Navarra, 2009.

STAAB, K – BROX, N. Carta a los Tesalonicenses, Cartas de la Cautividad, Cartas


Pastorales. Biblioteca Herder. Barcelona, 1974.

10

También podría gustarte