Libro No Somos Iguales Pero Que Importa

Seve Calleja
No somos iguales
pero qué importa
Ilustraciones Michelle López
No somos como tú, pero da igual - Sin Pin.indd 1 3/10/17 3:00 p.m.
No somos iguales pero qué importa.
de Seve Calleja
Colección El Tren Dorado, Segunda estación
© Segunda edición 2017

Enlace Editorial. Bogotá — Colombia
www.enlaceeditorial.com
www.eltrendorado.com
Bibliografía de glosarios www.rae.com
Dirección general, Alfonso Rubiano

Dirección editorial, Alejandra Ramos Henao
Diagramación, Julio Enrique Higuera
Ilustración, Michelle López
Diseño de cubierta, Gregory Alonso
Reservados todos los derechos

Prohibida la reproducción total o parcial de
esta obra sin permiso escrito de la Editorial.
ISBN 978-958-59005-6-1
Contenido
Biografía ............................................................ 4
Ingreso a la estación .................................. 6
I .............................................................................. 9
II ............................................................................. 11
III ............................................................................ 14
IV ........................................................................... 16
V ............................................................................ 20
VI ........................................................................... 23
VII ......................................................................... 26
VIII ......................................................................... 29
IX ........................................................................... 32
X............................................................................. 35
XI ........................................................................... 38
XII ......................................................................... 40
XIII ......................................................................... 43
XIV ........................................................................ 46
Seve
Calleja
Nació en Zamora en 1953 y
siendo niño se trasladó a vivir
con su familia al País Vasco, donde
reside y trabaja como profesor de
Lengua y Literatura en un instituto de
Bilbao. Sus inicios literarios fueron en la
poesía y el cuento para adultos, con los que comenzó
a formar parte del colectivo poético Zurgai y obtuvo el
“Ignacio Aldecoa” en el 81, asó como el accésit del “Pío
Baroja” de novela o el “Gabriel Aresti” de cuentos. Es a
los libros para jóvenes a los que más tiempo y esfuerzos
dedica como lector y crítico, o como investigador y pro-
fesor, con estudios y artículos e impartiendo cursos y po-
nencias, además de autor. Además de su labor docente,
colabora en publicaciones y medios de comunicación
en torno a la literatura infantil y juvenil.
Galardones como el “Lizardi” de literatura in-
fantil en euskara en 1985 y el “Leer es vivir” en
castellano en 1997 evidencian su especial interés
por la literatura para jóvenes.
Por Enrique Pérez Díaz
Acercar un mundo En los ideales del IBBY (Organi-

ajeno y estrecho zación Internacional del Libro
Juvenil), que fuera fundada
No existe un mundo civilizado por la periodista y biblioteca-
en tanto haya millones ria judeo alemana Jella Lep-
de niños muriéndose de man, se fundamenta que los
hambre. Pero junto con libros para niños, adolescen-
el hambre física, hay otra tes y jóvenes deben fomentar
hambre: los niños no alargan entre ellos ideales de amis-
sus manos pidiendo sólo tad, tolerancia, solidaridad y
pan, sino también libros. Las entendimiento mutuos entre
dos hambres están muy todos, por diferentes que sean
estrechamente unidas. sus razas, sus credos, filiacio-
En noches de insomnio veo nes o lugares de origen. Todos
a millones de niños que somos seres humanos y todos
carecen todavía de libros, si nos merecemos el respeto, los
no ya —lo que aún es peor— unos a los otros. No conforme
con libros inadecuados en con haber creado la organi-
sus manos. ¡Cuán a menudo zación, Jella Lepman fundó la
los niños leen libros —incluso IJB (biblioteca Internacional
en la escuela— sin apenas de la Juventud), un recinto
rastros de paz y comprensión! del saber, lleno de toleran-
JELLA LEPMAN cia y amor que en un castillo
6
medieval de Múnich, Baviera, que ve como sospechoso a
desde los años 50 del pasado todo el que sea de otra raza,
siglo da refugio a libros para costumbre o país, en un prin-
niños y jóvenes publicados en cipio repudia a los compañe-
todo el orbe. ros de clase, que en verdad
Este sencillo pero hermoso son un verdadero muestrario
relato del autor español Seve de personas venidas de cual-
Calleja Pérez nos alerta sobre quier parte del mundo.
esas absurdas diferencias, a El fenómeno de la migración
veces irreconciliables, que legal o ilegal es una de las
tanto hacen sufrir a la infan- constantes que más caoti-
cia, sobre todo en medios de zan el mundo de hoy, pues
alcance social como pueden poblaciones enteras migran
ser una escuela o un lugar por razones casi siempre de
público. supervivencia hacia las gran-
En un mundo que por desgra- des urbes con un ansia de
cia todavía tiene más focos encontrar trabajo, sustento y
bélicos que escenarios de lo hacen motivados por la es-
paz, el hecho de que la gen- peranza de un mundo mejor,
te se acepta tal y como es y un mundo que les aleje de
no vea en el diferente —o en padecimientos y carencias.
aquel que cree diferente— a Como siempre abogando
un posible enemigo, sería la por los derechos de la infan-
base para comenzar a trans- cia, en este humano relato,
formar tantos siglos que sobre Seve Calleja alerta a los lec-
nosotros pesan de incom- tores de un mal que puede
prensión y barbarie, de poco llamar la puerta de cualquie-
entendimiento y menosprecio ra de nosotros, un mal que
de unos hacia otros.
El argumento es bien sencillo:
una niña nos cuenta como su
hermano, quien está influido
por una educación familiar
ra llevaremos a la vida aque-
llo que más nos conmovió
de una historia, en esta par-
ticularmente se dan dos fina-
les, para que el lector escoja
aquel que mejor prefiera o se
ajuste a su visión del trascen-
dental asunto tratado en la
si no estamos atentos, nos obra, que no es más ni menos
podría hacer obrar en detri- que la tolerancia, el entendi-
mento de alguien que es, en miento y la fe en que todos,
definitiva, tan humano y tan con la mejor de las volunta-
sensible como nosotros. Pues des, un día no muy lejano po-
el racismo, la vejación, el no damos entendernos y edificar
reconocer como propios los un futuro mejor, no solo para
derechos del otro, es el peor nosotros, sino sobre todo para
mal que pueden tener entre aquellos que un día vendrán.
sí las personas para convivir Con esta esperanza, pone-
en el mundo de hoy. mos hoy este libro en tus ma-
Volviendo al libro que pre- nos, porque tú, amigo lector
sentamos hoy, vale decir que puedes, con tu experiencia
para el final Seve nos tiene de vida, contribuir a que se
una sorpresa y es que preci- enriquezca esta historia y sea
samente, como todos los que edificante para los demás,
leemos somos a la vez coau- especialmente aquellos que
tores y de alguna mane- tanto necesitan de nuestra
ayuda, apoyo, compren-
sión y un poco de ca-
riño.
Seve Calleja 9
E
ra mi primer día de clase
después de las vacaciones y lo
estrenaba casi todo: profesores,
compañeros, libros y mochila. Por
eso no me importó madrugar. Solo
me dio un poco de miedo cruzar la
verja del patio, tan lleno de gente
desconocida y chillona.
10 No somos iguales pero qué importa
Y a las nueve en punto,

comenzaban las sorpresas:
La primera fue la nueva tutora,

que se llamaba Sandra. Y me
gustó.
La segunda, la gente que había

en mi curso. Y también me gustó
bastante.
La tercera, la forma de sentarnos

en clase por grupos y por letras.
Eso fue algo nuevo y un poco
complicado.
Tutora: Del lat. tutor,

-ōris.
M. y f. Persona
encargada de
orientar a los
alumnos de un curso
o asignatura.
Seve Calleja 11
II
a tutora nos pidió que
escribiéramos la inicial de
nuestro nombre en una hoja
y nos la colgáramos del pecho.
Algunas letras salieron repetidas.
—No se preocupen por eso —nos

advirtió.
Luego teníamos que agruparnos

formando palabras. Y cuando
11
estuviera terminada cada

palabra, podíamos sentarnos
en grupo alrededor de la misma
mesa.
—Bea, creo que este curso no

vamos a poder estar juntas —le
dije a mi mejor amiga.
La de
ust
va a ser edes
u
las palab na de —¡Bah!, a mí no me importa —
ras má
bonitas d s me contestó—. Yo ya estoy en la
e la
clase. palabra BALCÓN.
Y me presentó a sus nuevos

compañeros de mesa: Alain, Leire,
Carlos, Olga y Noemí.
—Como me llamo Silvia y

empiezo por S, si encontramos
Seve Calleja 13
a alguien que empiece por E,

podríamos formar la palabra
BALCONES —le sugerí yo, que
también quería sentarme con ella,
con Alain y con Carlos.
—No, porque seríamos demasiada

gente en esta mesa —me contestó
la tonta de Bea.
III
a profesora había hecho

trampa. Me había pedido en
voz baja que no me sentara
en ningún grupo todavía. Tenía
que esperar a los que sobraban,
que eran los más nuevos.
—¿Por qué? Con la S, yo puedo

sentarme en muchos sitios —le
comenté.
Seve Calleja 15
—La de ustedes va a ser una de las

palabras más bonitas de la clase —
nos explicó al oído. Luego añadió
en voz alta:
—Y ahora, para conocernos mejor

unos a otros, cada cual va a
dibujar en el cuaderno a sus nuevos
compañeros de grupo.
Y así fue como yo empecé a formar

parte de la gente del grupo de
AMIGOS.
IV
Aseye Ahadzie era de Ghana,

sabía francés y tenía un peinado
hecho de un millón de trencitas.
Miklós Nagy era húngaro, sabía

tocar la flauta y hablar en alemán.
Irina Tembé había nacido en

Brasil y cantaba al hablar. Su
madre era bailarina.
Seve Calleja 17
Guang Xiang-yi era la hija de los

dueños de un restaurante chino.
Su nombre se escribía Wang, pero
la profesora se lo había cambiado
un poquito para que cupiera en
el grupo de amigos. Además de
lazos rojos en el pelo, llevaba
siempre su sonrisa a clase.
Omar Elazhar era marroquí

y solo hablaba en francés y
en voz baja, por eso prefería
estar siempre callado. Por eso,
y porque su familia era ilegal.
Pero la tutora nos explicó que,
para ser del grupo de amigos, no
importaban nada esas cosas.
Y luego estaba yo, Silvia. Mi letra

valía para muchas palabras. Pero,
claro, la seño quiso que yo me
sentara con los más nuevos de la
clase.
Seve Calleja 19
V
l llegar a casa, quise contar
quiénes eran mis nuevos
amigos.
—Ponte a la cola —protestó mi

hermano José, que era mayor que
yo.
Así que esperé a que él terminara de

explicar cómo eran sus profesores.
Y sus asignaturas. Y el equipo de
fútbol que tenían. Porque le vuelve
loco el fútbol.
Seve Calleja 21
Cuando él terminó, saqué mi

cuaderno y les mostré a mis
amigos.
—¿Dónde está Ghana? —Quiso

Regocijo: De re- y
saber mi hermano. gozo.
M. Alegría intensa o
júbilo.
—En África —le dije. Y seguí

hablándoles de Aseye, una
palabra que en su país significa
“regocijo”.
Les conté que mi amiga Aseye me

iba a enseñar a cocinar el banku,
que era su comida preferida. Y a
peinarme con trencitas como las
suyas. Y yo, a cambio, le ayudaría
con los deberes de Lenguaje.
Seve Calleja 23
VI
uego les hablé de Irina y de

su familia. Sobre todo de su
hermano Paulo, que tenía la
misma edad que el mío.
—Si es de Brasil, al menos

jugará bien al fútbol —volvió a
interrumpirme.
—Eso no lo sé. Pero

sabe pescar y cazar con
arco y flechas.
—Vaya tontería —me

interrumpió otra vez José.
Cuando estaba explicando quién

era Guang, me disgusté mucho
con él, porque no hacía más que
decir tonterías de mis amigos:
—¡Tienes chinos y todo! ¡Qué

suerte! —siguió burlándose.
Entonces cerré mi cuaderno muy

Unicef: United Nations enfadada.
s
International Children’
nd - Fon do
Emergency Fu
Na cio nes Un ida s
de las
pa ra la Inf an cia . —Si es que pareces la Unicef —y
se hizo el gracioso otra vez.
Antes de retirarme a mi cuarto, le

pregunté a mamá:
—¿Qué significa esa palabra?
Seve Calleja 25
—Mejor que te lo explique José

—me contestó—. Y así hacen las
paces.
No. Prefería quedarme sin saberlo.

Ya me lo explicaría la tutora.
VII
espués de cenar, mi hermano

vino a mi habitación a
pedirme disculpas.
Lo hacía obligado por mis padres,

como siempre que nos enfadamos.
Por eso no le creí.
—Siento haberte hecho rabiar,

perdona, nena.
No era lo importante eso. Lo

importante era que se había burlado
de gente a la que no conocía. Y
Seve Calleja 27
además me llamaba nena para

hacerme enfadar más aún.
—¿Por qué no te parecen bien mis

amigos? —le pregunté.
ra
é q u e l o dijo pa
S
e r m e r a biar de
—¿Es que no hay gente normal en hac ro no le
v o . P e
tu clase? nue
.
hice caso
—Todos somos normales. Solo

que diferentes unos de otros —le
expliqué—. ¿O es que en tu álbum
no hay futbolistas diferentes?
—No es lo mismo —me explicó—.

Esos son extranjeros, no
emigrantes. Pueden ir de un país
a otro cuando ellos quieran...
¿Entiendes?
—Pero si tuvieran hijos, podrían

también venir a nuestro colegio.
—Seguro que nunca irían a tu

clase, nena.
—Vete de aquí, tonto —le dije

dando un portazo.
Ya no pensaba amigarme más

con él. Además me había vuelto a
llamar nena.
Seve Calleja 29
VIII
altaba solo una semana para

mi cumpleaños. Y vendría
todo mi grupo de amigos a la
merendola.
—¿Y de que te vas a disfrazar este

año? —quiso saber papá, que era
el encargado de hacer las fotos.
—Estos no necesitan disfraz,

papá —intervino mi hermano
haciéndose el gracioso.
Sé que lo dijo para hacerme

rabiar de nuevo. Pero no le hice
caso. Preferí explicarle a mamá
que cada cual traería la comida
preferida de su país.
Mandioca: Del guar.
mandiog.
F. Raíz, en forma
de tubérculo, de la Aseye traería el banku, hecho de
mandioca.
harina de maíz y de mandioca.
Miklós prepararía gulash, que

es la comida favorita de los
húngaros.
Irina sabía hacer una sabrosa

crema de plátanos fritos.
Seve Calleja 31
Guang, alguno de los platos de su

restaurante.
Omar podría traer tajine, que es el

plato típico de su país.
—¿Y tú, cariño? —quiso saber

mamá—. ¿Has pensado en algún
plato?
Antes de responder, se adelantó el

metomentodo de mi hermano:
—A ti te toca poner la tarta —

intervino mi hermano.
No pensaba invitarlo a él. No quería

que se burlara de mis amigos.
IX
apá y mamá habían

adornado la sala con farolillos
y guirnaldas de colores. Y yo
había estrenado mi chándal y mis
deportivos nuevos.
Mi hermano José también me

había comprado un regalo. Pero
no pensaba dármelo hasta que no
Seve Calleja 33
empezara la fiesta. Así que tenía

que invitarlo también.
—Antes, prométeme que no te

burlarás de nadie —le pedí.
—Prometido, nena.
—¡A que no vienes, tonto! —le

amenacé. Porque yo sabía que se
moría de ganas por conocer a mis
amigos.
—Pues entonces te quedarás sin mi

regalo sorpresa —me amenazó él.
Y, como seguía siendo mayor

que yo, siempre me ganaba las
apuestas. Por eso tuve que invitarlo.
Seve Calleja 35
X
a fiesta fue estupenda.
Miklós trajo su flauta; y Omar, el

bongó de su padre.
Irina, Guang, Aseye y yo

aprendimos a bailar danzas típicas.
Y bailamos sin parar hasta que
papá se cansó de tomar fotos.
Mi hermano estuvo callado todo el

rato, probando de todos los platos y
chupándose los dedos de gusto:
—¡Qué bueno!, ¿de dónde es esto?

—preguntaba.
—Esos pastelitos los ha hecho

Omar.
—¡Humm! ¡Qué ricos! —y se

chupaba los dedos— y esto, ¿de
dónde es?
—Eso lo ha traído Irina —le

explicaba yo.
—¡Humm! ¡Guau! —exclamaba.

Parecía un perro glotón.
—Y eso es el banku que ha

preparado Aseye.
—¡Humm! —era lo
único que decía con la
boca llena todo el rato.
Seve Calleja 37
¿Por qué a mi hermano solo le

interesaba saber de dónde eran
las cosas?
No se lo pregunté por no discutir

con él y estropear la fiesta.
Estropear: Del it.

stroppiare.
Tr. Echar a perder,
malograr cualquier
asunto o proyecto.
XI
ara no darle envidia, tampoco

quise abrir los regalos de mis
amigos delante de él. Pero
eran preciosos: una máscara, un
kimono, una flauta india y muchas
cosas más.
—Mamá —le dije a solas en la

cocina enseñándole el estuche en el
que ponía mi diario—, mira lo que
me ha regalado José.
—Es para que guardes tus secretos

de chica mayor, cariño —dijo
mamá.
Seve Calleja 39
Y volví tan contenta a la fiesta.
Era un precioso cuaderno y tenía

año
una llave para que nadie más Cada llones de
mi
mueren or culpa
sp
pudiera leerlo sin mi permiso. persona e y de
br
del ham s.
ra
las guer
—Este será mi álbum secreto.
Guardaré en él las fotos de mis
amigos y los secretos que nos
contemos.
Y corrí a esconderlo bajo mi

almohada.
XII
uando vinieron los familiares

de mis amigos a buscarlos,
mis padres les invitaron a
entrar. Tomaron café y terminaron
entre todos las sobras que había
dejado mi hermano.
Los padres de Miklós eran muy

simpáticos. Los de Omar, estuvieron
muy callados. La madre de Aseye,
Seve Calleja 41
en cambio, no dejaba de sonreír a

mamá.
“Seguro que se harán tan amigas

como nosotras”, pensé ilusionada.
Papá habló mucho rato con

los padres de Guang, que se
Tronchar: De troncho.
llamaban, Li Xiao-yi y Guo prnl. coloq.
Troncharse de risa.
Jing-yi. La madre de Irina, que
se llama Cintia, nos enseñó a
mover la cadera como hacen las
bailarinas de verdad; y la pobre
Guang se tronchaba de risa.
También había venido Paulo, el

hermano de Irina, que era el chico
más guapo del mundo.
Mi hermano José dejó de comer, se

limpió la boca y se puso a hablar
con él.
“Seguramente estarán hablando

de fútbol”, pensé.
Seve Calleja 43
XIII
n día, la tutora nos habló

de los Derechos Humanos,
porque al día siguiente
iba a ser el cumpleaños de todas
las naciones del mundo. Y nos
contó cosas muy tristes. Nos dijo
que cada año morían millones de
personas por culpa del hambre y
de las guerras. Y nos pusimos muy
tristes. Sobre todo Aseye, Omar y
Adisu, que era un chico que había
huido de Etiopía y ahora estaba en
nuestra clase.
Pero también nos explicó, que había

personas que trabajaban para
ayudarlos. Y cuando dijo la palabra
Unicef, a mí me dio un brinco el
corazón, porque era la misma que
había dicho mi hermano una vez. Y
no era un insulto.
Seve Calleja 45
—Ahora, entre todos, vamos a

hacer dos listas en la pizarra —nos
explicó—. En una escribiremos lo
que nos diferencia a unos de otros.
En la otra, lo que nos hace iguales
a todos.
Algunos de clase no lo entendían.

Yo sí.
XIV
l salir de clase esa tarde, nos

quedamos en el patio viendo
una manifestación. Aseye,
Irina, Guang y yo nos acercamos a
la verja para poder verla de cerca.
—¡Miren allá! —gritó Aseye—. Son

nuestros hermanos.
Seve Calleja 47
Entre la gente, iban José y Paulo.

Y había una pancarta que decía:
El corazón me dio otro brinco.
—¿Vamos con ellos? —propuso

Irina.
—Yo no puedo —contestó Guang—,

mis padres no me dejan.
—Bah, no importa —les dije yo—.

Nosotras ya sabíamos eso, a que sí.
Porque aquel cartel no lo habían

escrito para nosotros. Era para que
lo leyera la gente que aún no lo
supiera.

Libro No Somos Iguales Pero Que Importa

Cargado por

Información del documento

Derechos de autor

Formatos disponibles

Compartir este documento

Compartir o incrustar documentos

Opciones para compartir

¿Le pareció útil este documento?

¿Este contenido es inapropiado?

Copyright:

Formatos disponibles

Libro No Somos Iguales Pero Que Importa

Cargado por

Copyright:

Formatos disponibles

Seve Calleja

© Segunda edición 2017

Dirección general, Alfonso Rubiano

Reservados todos los derechos

Ingreso a la estación .................................. 6

Acercar un mundo En los ideales del IBBY (Organi-

Y a las nueve en punto,

La primera fue la nueva tutora,

La segunda, la gente que había

La tercera, la forma de sentarnos

Tutora: Del lat. tutor,

—No se preocupen por eso —nos

Luego teníamos que agruparnos

estuviera terminada cada

—Bea, creo que este curso no

Y me presentó a sus nuevos

—Como me llamo Silvia y

a alguien que empiece por E,

—No, porque seríamos demasiada

a profesora había hecho

—¿Por qué? Con la S, yo puedo

—La de ustedes va a ser una de las

—Y ahora, para conocernos mejor

Y así fue como yo empecé a formar

Aseye Ahadzie era de Ghana,

Miklós Nagy era húngaro, sabía

Irina Tembé había nacido en

Guang Xiang-yi era la hija de los

Omar Elazhar era marroquí

Y luego estaba yo, Silvia. Mi letra

—Ponte a la cola —protestó mi

Así que esperé a que él terminara de

Cuando él terminó, saqué mi

—¿Dónde está Ghana? —Quiso

—En África —le dije. Y seguí

Les conté que mi amiga Aseye me

uego les hablé de Irina y de

—Si es de Brasil, al menos

—Eso no lo sé. Pero

—Vaya tontería —me

Cuando estaba explicando quién

—¡Tienes chinos y todo! ¡Qué

Entonces cerré mi cuaderno muy

Antes de retirarme a mi cuarto, le

—¿Qué significa esa palabra?

—Mejor que te lo explique José

No. Prefería quedarme sin saberlo.

espués de cenar, mi hermano

Lo hacía obligado por mis padres,

—Siento haberte hecho rabiar,

No era lo importante eso. Lo

además me llamaba nena para

—¿Por qué no te parecen bien mis

—Todos somos normales. Solo

—No es lo mismo —me explicó—.

—Pero si tuvieran hijos, podrían

—Seguro que nunca irían a tu

—Vete de aquí, tonto —le dije

Ya no pensaba amigarme más

altaba solo una semana para

—¿Y de que te vas a disfrazar este

—Estos no necesitan disfraz,

Sé que lo dijo para hacerme

Miklós prepararía gulash, que