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EL LIDER CON CORAZÓN

DE SIERVO

Autor: Rev. Edward Martínez

Copyright 2019
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Todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión del 1960 con permiso. Otras de la versión LBLH, La Biblia
Latinoamericana de Hoy.
Contenido
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Introduccion………………………………………………... 4

Capítulo 1
EL QUE DESEA OBISPADO ………………………..…… 5

Capítulo 2
BUSCO UN HOMBRE…………………………………..… 20

Capítulo 3
OYENDO VOCES…………………………………….…... 27

Capítulo 4
PREPARACION DE POR VIDA……………….………….. 38

Capítulo 5
CORAZON DE SIERVO………………………………….... 42

Capítulo 6
LIDERAZGO ESPIRITUAL………………………….….…. 54

Capítulo 7
CUALIDADES DE UN LIDER ESPIRITUAL …………….. 60

Capítulo 8
REGLAS PARA EL LIDERAZGO ………………………… 72

Capítulo 9
LAS DISCIPLINAS ESPIRITUALES DEL LIDER…………. 84
Capítulo 10
EL LIDER Y LA ADMINISTRACION …………………………… 102

Capítulo 11
PASANDO EL BATON ………………………………..…….…108

Capítulo 12
PELIGROS DEL LIDERAZGO ………………………….… 117

Capítulo 13
TERMINANDO BIEN ……………………….………….… 122
Introducción
El liderazgo exige mucho en estos tiempos y necesitamos recordar y practicar
ciertos principios que nos llevarán al éxito. El líder espiritual tendrá aún más
exigencias. Estos consejos y experiencias servirán para dar una ayuda a
aquellos que desean ejercer un liderazgo de excelencia y para la gloria de
Dios que requiere entonces tener, como Jesús, un corazón de siervo.

Se que se han escrito muchos libros sobre este tema, pero Dios puso en mi
corazón presentar este estilo de liderato, que nace del corazón de Dios. Un
estilo de liderato que Jesús mismo enseñó a sus discípulos y les dio ejemplo
con su propia vida. Dirigiendo a su pueblo con un corazón de Siervo, no por
fuerza, sino por amor.

Este es mi primer libro y mi deseo es ser un motivador en tu sueño de ser el


líder espiritual que Dios quiere que tú seas. Todos somos líderes en algún
lugar o ministerio. Desde el hogar, en el trabajo o en la iglesia de Señor.
Aunque los oficios sean diferentes, los principios que rigen el liderato en la
esfera espiritual son similares y nos vendrán bien conocer.

Este libro puede ser de gran motivación para su vida personal y también
puede ser usado en la preparación de líderes locales que serán sus ayudantes
en el ministerio.
Capítulo 1
EL QUE DESEA OBISPADO
1. El llamado de Dios
El apóstol Pablo, hacia el fin de su carrera podía recordar tantas pruebas y
malos ratos que había sufrido en el ministerio. Había sido maltratado a puños,
recibido golpizas con palos, con látigos en varias ocasiones, apedreado una
vez y dejado por muerto; en prisiones por los últimos años de su vida, y por
fin sentenciado a morir por decapitación. Fue maltratado por el mundo,
rechazado por su pueblo, criticado y marginado aun por algunos de los
hermanos en las iglesias.

Si alguien tenía de que quejarse, era Pablo. Él podía fácilmente haberle


aconsejado a su discípulo Timoteo a que se buscara otro oficio que no
demandara tanto, y que no requiriera tanto sufrir, sin embargo, en su última
epístola, hacia el fin de su carrera, le escribe y le dice: “Palabra fiel: Si
alguno anhela obispado, buena obra desea.” 1 Timoteo 3:1-3 ¿Cómo puede
ser que le recomiende a su amado Timoteo o a quien fuera, una vida de
suplicio, de pruebas, de dolor, de persecución y aún de muerte? ¿Que gloria
puede haber en esto? ¿Dónde está el amor por su discípulo?

El Señor Jesús lo puso claramente de esta manera. “Porque todo el que


quiera salvar su vida la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de
mí, la hallará.” Mateo 16:24-26. Él no quería dar una impresión de que el
llamado sería una vida de comodidad, de lujo, libre de tensiones y pruebas.
La vida cristiana no es así, mucho menos el ministerio. El que quiera
llamado, tome su cruz y siga las pisadas del maestro, al Getsemaní, por la vía
dolorosa, y hasta la misma muerte si fuese necesario.

El que desea obispado, o cual sea su llamado al ministerio; buena obra desea.
Sea como ministro o como laico; Como pastor, evangelista, misionero,
maestro o apóstol; es necesario que entre con los dos ojos abiertos a la
realización que cual sea el área al cual Dios lo llame, envuelve sufrimiento; y
esto sin aspirinas y sin anestesia; a sangre fría. Tenemos un enemigo cruel, y
la gente son solo un poquito mejor. Si no estás dispuesto a sufrir, y aún en
medio del sufrimiento mostrar el amor y la gracia de Dios, ¡no entres! pero si
entras, bienvenido a una de las carreras más fascinantes y de mayor
recompensa que hay en el mundo entero.

No hay dicha mejor que ser llamado por el mismo Dios, y ser usado por él
para librar, sanar y bendecir vidas necesitadas. Oír de parte de Dios, ver su
poder en acción a través de ti; ver vidas liberadas y transformadas, que
lleguen a ser útiles para la obra del Rey Jesús. Pocas cosas se pueden
comparar a ello. Ejercer autoridad sobre fuerzas demoniacas, impresionante.
Jesús dijo a sus discípulos que “veía a Satanás caer como un rayo del cielo”
mientras ellos ministraban, y a la vez les recuerda que lo más importante es
que sus nombres estén escritos en el libro de la vida del Cordero. ¿Que
nosotros podamos tener nuestro nombre escrito en el cielo? ¡Incalculable!

Naturalmente entendemos que en el cielo recibiremos una recompensa


incomparable, la cual el Príncipe de los Pastores dará a sus ministros en aquel
día. Mas en esta vida también tendremos bendiciones, milagros, respuestas,
ayuda divina, intervención divina, que bendecirá nuestras vidas a un nivel
que aun con los sufrimientos, lo consideramos un privilegio entregarnos a la
causa de nuestro Señor.

No hay privilegio mayor que ser embajador del reino de Jesucristo. Los
puestos más elevados sobre la tierra; ser un rey, un presidente, un líder
nacional de cualquier índole. Ser un millonario, CEO de una compañía
prestigiosa, ser un doctor famoso, ser un autor popular que venda millones de
libros. Puede ser que la fama sea por ser estrella de cine o TV, o quizás como
músico o roquero que vende múltiples millones en canciones. Puede que sea
por ser uno de los pocos deportistas famosos que, por sus hazañas en algún
deporte, se hacen millones y tienen su momento de fama bajo el sol; u otros
talentos que tengan su momento de prestigio y riqueza. Ninguno se compara
con la bendición de ser el más sencillo de los obreros del Señor Jesús; de ser
el más pequeño en el reino de los cielos.
El mundo busca todas estas cosas, pero su valor está sujeto a la popularidad
del momento, fama es algo ilusorio y elusivo, hoy eres y mañana desapareces
al olvido. Todas las conocidas figuras famosas de hoy día saben esto. Así es
el prestigio del mundo. Hay muy pocos predicadores o siervos de Dios que
lleguen a obtener ese prestigio de ser famosos mundialmente, y algunos que
lo han logrado, ha sido solo para conocer lo poco confiable que es la
humanidad, que hoy te admiran y mañana te crucifican, o desapareces en una
ola de mala reputación. Luego se olvidan de todo el bien que hiciste y solo
recuerdan tu error.

El Rev. Richard Dortch, quien en un tiempo fue el presidente del club PTL,
reconocido mundialmente en los setentas y ochentas, indicó que un día
cuando el muera, no recordarán nada de lo bueno que él realizó en más de
treinta años de ministerio, solo recordarán que estuvo envuelto en el
escándalo del club PTL, ese será su reclamo a la fama. Qué triste, pero así es
el mundo. A lo menos este hermano reconoció que Dios es perdonador y que
recompensará a cada uno según fuere su obra.

Después que David se arrepintió, Dios no recordó más su grave pecado, y lo


presenta como un hombre conforme a su corazón. Gracias a Dios que no
serán hombres ni ángeles que juzgarán nuestra obra, sino solo un Dios justo,
quien es lento para la ira y grande en misericordia. El llamado lo hace El. Y
la recompensa la dará él. De nosotros se espera que seamos hallados fieles.

Por lo demás, cada día que amanecemos sobre esta tierra, debemos reconocer
que tenemos el privilegio de ser agentes, embajadores, representantes del
reino de los cielos, y que estamos empleados por el Rey de reyes, y Señor de
señores, a su nombre gloria. No hay nada que yo pueda hacer para meritar
esta posición, no se puede comprar, ni se puede reclamar por ningún derecho
o virtud humana que podamos poseer, ni es por herencia. Solo se obtiene
cuando el soberano Dios escudriña nuestros corazones y determina en qué
área o capacidad desea utilizarnos, y nos llama.
Hay veces que me siento tan inmerecedor, y se lo repito a Dios. Luego me
viene como un recordatorio, el factor de que aun cuando mejor me comporte
y mientras más logros tenga, ni en mis mejores momentos he sido digno de
nada. No hay nada que yo pueda hacer para merecer su bondad infinita. Es
solo por su gracia, su favor, y su gran misericordia.

El evangelista Billy Graham reconocía que, aunque era un famoso


predicador, quizá el más famoso en el mundo, él no era el mejor predicador
del mundo, reconocía que él no había hecho nada para merecer la posición en
que se encontraba, solo fue elegido a esta posición por la pura gracia y
misericordia de Dios. Esa es la verdadera actitud que un ministro del Señor
debe tener. En una ocasión declaró que, si ves una tortuga montada sobre un
poste, era obvio que no se trepó allí, alguien la puso. Luego añadía, esa
tortuga soy yo.

Por un lado, la humildad de reconocer lo que somos ante la presencia de


Dios, y a la vez el balance es que reconozcamos que como embajadores del
reino de Cristo estamos en una posición más elevada que cualquier otra
posición humana que pueda jamás poseer. Un famoso predicador declaró en
cierta ocasión que si algún día oían que él había aceptado cualquier posición
mundial popular, que él habría descendido a esa posición. No hay llamado
más elevado en el mundo que ser ministro del Señor Jesucristo; punto.

2. Respondiendo al llamado.

Así que, ¿sientes el llamado de Dios? ¡Excelente, te felicito! Pero vamos a


observar algunas cosas necesarias. ¿Cómo sabes que Él te llamó? ¿Lo oíste
directamente de él? ¿Fue por sueño, o revelación? ¿Quizá por palabra de
sabiduría o profética? ¿Confías en la fuente que te lo declaró? ¿O fue que
oíste su voz en el silbo apacible? ¿Cómo fue? Esto es importante. Hay
muchas voces en el mundo que nos están hablando y es necesario estar
seguro de que fue Dios quien te llamó. ¿Deseas obispado? qué bueno, pero
¿tienes vocación? ¿Es genuino tu llamado? ¿Viene de Dios?

Si una persona desea hacer la obra del Señor sin haber obtenido un llamado,
no creo que sea algo malo. No pienso que Dios se oponga, esto puede ser
algo noble. Jesús dijo que, si no están contra nosotros, son de nosotros. A
Dios no le molesta que una persona tenga interés en el ministerio. El peligro
es que esa persona no esté lista o que tenga alguna deficiencia peligrosa para
él y o para otros, y Dios no apoye ese ministerio en el momento presente,
bajo las presentes circunstancias o condiciones.

Dios ama al individuo más que al ministerio y prefiere protegerle no


extendiéndole un llamado a algo que puede ser para su ruina. No seamos tan
prestos a entrar en algo que esté más elevado que nuestra cabeza. Hay
muchas cosas que pueden ir mal aun en las mejores de circunstancias, cuanto
menos si te adelantas al llamado de Dios. Mejor sírvele donde estés, se fiel,
cumple con tu trabajo, ora, ayuna, estudia y prepárate; que, si es de Dios, Él
sabrá el mejor momento para abrirte las puertas.

Aun cuando recibas un llamado, desde que lo recibas hasta que llegue el
momento de actuar puede que pasen años, y este sea un tiempo de
preparación. Esfuérzate en aprender y en prepararte para que estés listo
cuando llegue el tiempo propicio. El apóstol Pablo reconoció que se había
adelantado al plan de Dios, y aun el pueblo cristiano no estaba listo para
recibirle. Entonces se detuvo y pasó tres años en Arabia y catorce años en
Siria y Cilicia, preparándose hasta el momento en que el Espíritu Santo dijo:
“sepárenme a Bernabé y a Saulo para la obra del ministerio” (Hechos 13:2)
y de allí salieron en el primer viaje misionero.

Cuando Dios te llama y sabes que te está llamando, entonces no tienes


recurso sino obedecer. Podemos poner vellones, buscar confirmación, pedir
información adicional; pero márcalo bien, que no tienes otra opción que
aceptar el llamado y obedecer. Pablo dijo: “Pues si anuncio el evangelio, no
tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si
no anuncio el evangelio!”. (1Corintios 9:15-17) ¿Es ese tu sentimiento? Si no
lo es, hay que revisitar el altar y buscar el corazón de Dios para tener una
actitud correcta hacia el llamado.

Si dices que hay algunos que están en el ministerio hoy día y no están
viviendo lo que aparentan, y de todas formas están en el ministerio, esto es
cierto, pero quiero traerte algunas observaciones.

Primero: Los ministros llamados no son gente perfecta y como humanos,


todos cometemos errores. No los juzguemos, no es nuestro lugar.

El libro de Hebreos nos da una aclaración de esto en el capítulo 5, cuando nos


menciona: “Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es
constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que
presente ofrendas y sacrificios por los pecados; para que se muestre paciente
con los ignorantes y extraviados, puesto que él mismo está rodeado de
debilidad; y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí
mismo como también por el pueblo. Y nadie toma para sí esta honra, sino el
que es llamado por Dios, como lo fue Aarón”. Dios usa gente imperfecta, con
defectos y debilidades, que puedan depender de él, y que le sepan dar la
gloria a él.

Segundo: Que otros hagan las cosas mal no nos excusa para hacerlo mal
también. El peligro de esta forma de pensar es que, si otro hace las cosas mal,
y por ello yo me excuso, en el momento de recibir castigo o retribución, no
me puedo quejar si recibo la misma sentencia o consecuencia que otro esté
recibiendo por su conducta inadecuada. Nos conviene pensar esto bien. La
paga del pecado todavía es la muerte y es el mismo pago para todos.

David pecó y luego se arrepintió y Dios lo perdonó, pero las consecuencias


de su error lo siguieron todos los días de su vida y la espada nunca se apartó
de su casa. Las consecuencias de nuestros errores y pecados nos dejan
cicatrices de por vida.

Dios conoce todo, aun los pensamientos más íntimos de nuestros corazones y
por ello, conviene esperar en el tiempo de él. He tratado de vivir con este
lema: “Aunque otros lo hagan mal, yo tengo que hacerlo bien, soy ministro
del Señor. No soy perfecto, cometo errores, pero sigo tratando de hacer lo
mejor que pueda porque es para Dios”.

Otra razón importante, es que algunos errores se pasan fácilmente, y más bien
nos sirven de una lección para mejorarnos en nuestro trabajo. Otros errores
tienen el potencial de hacer un daño profundo a individuos o a la obra del
Señor en general, y es un peligro asumir que Dios tomará esos errores
livianamente. Es bueno tener cautela y esperar en Dios. Él sabe cuándo es el
mejor tiempo, la mejor localidad y la mejor posición para nosotros.

En esto de títulos y posiciones; es mejor ser un excelente ayudante, que un


líder débil. Es más favorable ser reconocido como un buen número dos, que
como un pobre número uno. Si Dios te llama a dirigir, dirige. Pero si te llama
a ayudar, entonces sé el mejor ayudante. Lo Importante no es hacer algo, es
hacer la voluntad de Dios. Lo más seguro es estar donde Dios quiere que
estemos y hacer lo que Dios quiere que hagamos. Un verso que aprendí en el
instituto bíblico fue:

“Si eres roble que crece en la pradera


Se alto, fuerte y robusto
Pero si eres solo un arbusto
Entre todos, sé el mejor.”

3. Preparación para el llamado.


Una mañana oí sonar el timbre de la puerta a las seis de la mañana, salí un
poco preocupado a ver quién era que venía tan temprano, y era un hermano
recién convertido. Él me explicó, después de disculparse, que cuando
comenzaba a llenar su almacén en la tienda donde era empleado, oyó una voz
que le dijo que le llamaba al ministerio. Él asustado preguntó que debía
hacer, y la voz le dijo: “ve a tu pastor que él te dirá que hacer”, y por eso
aparecía a mi casa tan temprano. Yo le confirme el llamado de Dios y le dije
que lo primero que debía hacer era prepararse en oración y en la palabra, que
fuera a estudiar al instituto bíblico, que el llamado de Dios rara vez es para
inmediato, era algo que podía tomar años en la preparación. Dios da el
llamado con tiempo para poder forjar al obrero a través de las circunstancias
y lecciones de la vida.
Cuando primero Dios me llamó, tenía solo quince años de edad. En ese
tiempo, yo daba clase a los niños en la escuela dominical y ayudaba con el
ministerio de jóvenes y en la música. A los dieciocho entré en el Instituto
Bíblico interno, para prepararme para el ministerio, y a los veinticuatro años
de edad Dios me introdujo al pastorado. No estaba preparado, pero Dios nos
puso a mí y a mi esposa Raquel en una situación favorable, en una pequeña
obra donde maduraríamos junto con la obra en el desarrollo ministerial. Dios
sabía lo que estaba haciendo, aunque yo no.
Él me formó en aquella obra para ser el instrumento que él quería forjar para
el liderazgo en el futuro. En el primer año de pastorado, fui a un círculo de
oración de unos hermanos Bautistas, llenos del Espíritu Santo. Cuando oraron
por mí, uno de ellos me trajo una palabra profética y Dios me indicó que
debería aprender todo lo que pudiera acerca del pastorado y del ministerio,
porque un día pastorearía a pastores. Eso fue en el año 1975. Luego en el año
1982, siete años después, Dios me dio la segunda parte de la visión,
indicándome que él podía llevarme a pastorear a veinte mil, a treinta mil. Yo
le expresé que no creía que yo podía hacerlo, y Él me indicó que era verdad,
yo no podía hacerlo, pero él podía hacerlo a través de mí. Más años de
preparación pasaron en lo que él moldeaba mi vida en la olla de presión.
Vino a ser en el año 1997, que se cumpliría la promesa y fui electo a la
superintendencia del distrito Hispano Sureste de las Asambleas de Dios,
posición que ocuparía por once años. Tantos años de preparación, pero lo que
dijo, se cumplió. Mientras tanto, tenía que aprender todo lo que él me
permitiera a fin de llegar a ser el siervo que él deseaba usar durante este
término de tiempo. Aun así, puedo decir que la preparación continuó durante
los años de superintendencia, y aún continúa, porque él no ha terminado
conmigo, sigo aprendiendo y madurando. Este es un proceso de por vida.
¿En qué área o etapa estará obrando Dios en tu vida? ¿Cuáles son sus planes
para ti? Tu deber es seguir aprendiendo y preparando para el próximo nivel
de tu vida. Jehová cumplirá su propósito en ti. El da el llamado, a ti te toca
prepararte. Recuerda que aun las cosas que parecen negativas y duras en la
vida, son pasos y procesos que Dios te permite vivir para cumplir su
propósito en ti. Cosas negativas y difíciles que te suceden, no es que Dios las
causó para herirte, sino que en su sabiduría Él las permite a fin de ver lo que
hay en ti, y para prepararte para algo mayor; ya que Él sabe cómo todas las
cosas ayudan a bien a aquellos que le aman y que conforme a su propósito Él
llama. (Romanos 8:28).
Cuando aceptas el llamado de Dios, aceptas estas condiciones en las cuales
no es nuestro lugar cuestionar a Dios, ni lo que nos permite, sino saber que
todo esto es solo parte de un proceso donde Dios te está puliendo y forjando
para que seas el instrumento que él quiere y puede usar para su servicio. Este
poema te ayudará a ver algo de esto.
El Que Dios Llama
Cuando Dios quiere preparar un hombre
Forjar un obrero, equipar un líder.
Cuando Dios quiere moldear una persona
Para que tome un lugar de noble estación;
Cuando desea de todo corazón
Crear un valeroso y fiel obrero,
Que todo el mundo reciba impresionado.
Vela sus métodos, observa su estilo
Como él duramente perfecciona a un
hijo A quien con realeza ha
seleccionado.
Como lo martilla y lo hiere,
Y con duros golpes lo convierte
En forma que solo Dios entiende.
Mientras su corazón se quebranta,
Sus manos a Dios levanta.
Mientras su vida parece estar deshaciendo,
Dios sabe perfectamente lo que está haciendo.
Autor desconocido

4. Lo bueno y lo malo de la ambición.


Tener ambición por el ministerio es algo bueno. Ambicionar es visto por
algunos como algo malo. Podemos decir que la ambición ha llevado a
algunos ministros a caer y los ha llevado a su ruina. Shakespeare declaró una
verdad profunda, cuando su personaje Wolsey le dijo al gran general Inglés:
Cromwell, te encargo a que deseches toda ambición. Por ella cayeron los
ángeles, ¿cómo podrán los hombres creados en la imagen de su hacedor
creer que pueden lograr algún provecho en ella?
Parecería que la ambición es algo malo, negativo, indeseable de poseer. Pero
esta moneda tiene dos caras. Mientras es verdad que la ambición puede ser
negativa, peligrosa y aun destructiva; también entendemos que hay
ambiciones que son honorables. Desear ministerio es una de esas.
Pudiéramos decirlo entonces de esta manera; El que ambiciona obispado,
tiene una ambición noble.

La ambición que es egocéntrica, es negativa e indeseable, y todos haríamos


bien evitarla. La ambición por tener lo que otro tiene se llama codicia esto es
un pecado. En ella uno no ve las necesidades de otros, ni siquiera ve a otros,
y en algo tan noble como el ministerio podemos encontrar que el fin
perseguido puede ser fama, dinero, posición o adulación; en vez de servicio,
devoción, entrega total y martirio si fuese necesario. El objetivo en el
pastorado no es ser el pastor, sino el cuidar de las ovejas del Señor. Es un
llamado a la entrega total, al sacrificio donde en vez de un trono o una
posición elevada, vemos un lebrillo, agua, y una toalla. Para lavarle los pies a
otros hay que estar de rodillas ante ellos. Necesitas tener corazón de siervo.

El modelo pastoral nuestro por excelencia es Jesús, y él dijo que él no había


venido a ser servido, sino a servir. Tal ambición es saludable, y todo obrero
cristiano está llamado a tal entrega. J. Oswald Sanders dijo: “La ambición
centrada en la gloria de Dios y en el bienestar de la iglesia, es una fuerza
poderosa para el bien.”

La palabra ambición viene de una palabra del latín que significa: “Hacer
campaña para promoción” Tal significado no es propio para el obrero
cristiano. Esto implica buscar popularidad, aprobación, dinero, prestigio y
aun autoridad. El modelo de Jesús más bien es, “El que quiera ser el mayor
entre ustedes, sea siervo de los demás; y el que quiera ser primero, sea
esclavo de los demás.” (Marcos 10:43-44)

Esta no es una posición de rangos, títulos y puestos, sino totalmente de


servicio. No importa la posición a que los hombres eleven a uno, en Cristo
solo hay posiciones de servicio. Esto implica trabajo, sacrificio, sufrimiento;
una total entrega al Señor y a su obra. Samuel Brengle, predicador del
Ejército de Salvación, dijo: “En la estimación final de los hombres, la
historia nos muestra que no importa nada el rango que una persona posea, o
el puesto que ocupe, sino, la cualidad de sus hechos y el carácter genuino
que posee.” El “yo” no es el centro en tal liderato. En nuestra estimación, el
orden a seguir se ve en las siglas de la palabra: DOY
Dios primero,
Otros después,
Yo ultimo.

Mi único valor en las posiciones que he ocupado en el ministerio ha sido ser


un facilitador. Servir a pastores y a líderes lo mejor que pueda para hacer el
trabajo de ellos más fácil o más práctico. Como líder he procurado que, desde
la cabeza para abajo, todo lo que hagamos beneficie a los demás hasta llegar
a las raíces; esto es, desde los pastores a los líderes a los miembros de las
iglesias locales y hasta las almas a ser alcanzadas en la comunidad de la
iglesia. Si lo que hacemos no llega al último miembro que se unió, o a las
últimas visitas que asistieron a nuestros servicios, a las almas que hemos de
alcanzar en nuestra ciudad, dejamos de ser relevante. Hemos dejado de ser
siervos de los demás, y en este caso cabe el axioma ¡El que no sirve, no sirve!
Capítulo 2
BUSCO UN HOMBRE
1. En busca de un líder.
Cierto filósofo griego de la antigüedad llamado Diógenes andaba durante el
día con una lámpara encendida diciendo, “Busco a un hombre honesto.”
Suponemos que el hombre que buscaba sería un hombre que fuese íntegro, y
que deseara aprender, a fin de compartir con él sus conocimientos. Supongo
que algunos lo tildaban de loco, pero él deseaba invertir en otros. Aún
estamos en esa búsqueda. Todo líder que haya aprendido algo o hecho algo
de valor, sabe que su obra no está completa hasta que no se haya reproducido
en otros, que otros se beneficien de sus conocimientos y experiencias. El
deseo debe ser que eventualmente el discípulo venga a ser mejor que el
maestro. Su éxito es nuestro éxito también.
Jesús nos comisionó a hacer discípulos. El muy marcadamente lo hizo. El
separó a doce hombres a quienes escogió personalmente, para que estuvieran
con él, para que aprendieran de él, para que después continuaran la misión.
Jesús no intentó comenzar personalmente la misión de la evangelización del
mundo; es más que ni siquiera se quedó para la iniciación de la obra. Él les
dijo a sus seguidores, “Les conviene que yo me vaya, porque si no, el
consolador no vendría”. A propósito, él iba a saltar el día de la iniciación de
su iglesia. Que bárbaro; pero ya él había invertido tanto, entrenando y
capacitando a sus discípulos, y él deseaba que ellos ahora se desarrollaran sin
él estar presente, y dependieran solo del Espíritu Santo. Qué concepto más
innovador e ingenioso.
No obstante Jesús, pasó tres años rigurosos, entrenando y capacitando a sus
discípulos. Vamos a observarlo de esta manera:
Jesús Enseñó. Él hablaba y ellos oían.
Jesús Modeló. El hacía, ellos observaban.
Jesús Delegó. Ellos hacían él observaba.
Jesús Comisionó Ellos hacían, otros aprendían.
Así la obra se perpetuaría en los discípulos presentes y futuros, hasta la
venida del Señor. En esta hora nos toca a nosotros los que hemos madurado,
a discipular a otros a fin de que esta obra no se detenga, sino que, siguiendo
el modelo de nuestro Señor, sigamos propagando discípulos equipados,
preparados y dispuestos para toda buena obra.
Cuando un líder, pastor, misionero, o cual sea su oficio espiritual, gana
almas, se está así añadiendo a la iglesia cada día las almas que han de ser
salvas; pero cuando uno prepara y equipa líderes y los envía, entonces se
aplica el factor de multiplicación. Uno a uno, se añade a la iglesia, pero
preparando líderes, se multiplica la iglesia. Por lo tanto, un buen líder empeña
tanto esfuerzo en la preparación de otros líderes, como en cualquier otra
función del ministerio de la iglesia. Cuando envejecemos y las fuerzas no son
las mismas, creemos que la capacidad mental y espiritual aumenta a base de
la experiencia adquirida, no hay mejor uso de tus energías que la de servir de
mentor a otros a fin de que tomen tu lugar.
Si no lo haces, no dejarás un legado duradero. Todo líder debe haber
levantado una obra de mérito, y luego creados sucesores que sigan su visión y
misión. Si no lo hacemos, es como un hombre que acumula un tesoro durante
su vida, que si no enseña y capacita a sus hijos herederos sobre buena
mayordomía y el buen manejo del dinero y de los recursos provistos; que
después que él no esté, se derrochará el esfuerzo en el cual invirtió su vida
para lograr. Si quieres dejar un legado duradero, deja a las masas aparte por
tiempos, e invierte en los líderes que habrán de continuar la obra.

2. Palabras de un profeta:
Dios hablando a través del profeta Ezequiel declaró: “Y busqué entre ellos
hombre que hiciera vallado y que se pusiera en la brecha delante de mí, a
favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.” (Ezequiel
22:30).
Dios está buscando personas de valor que sean entendidos y dedicados, a
quienes pueda confiar su obra y que hagan su voluntad. Hombres y mujeres
que se paren en la brecha entre Dios y los hombres; hombres y mujeres que
intercedan, enseñen, corrijan, reprendan, que estén dispuestos a pelear por sus
casas, por sus familias y por sus comunidades y por su iglesia. Si es posible,
que luchen por las multitudes. En aquel tiempo, no lo halló. ¿Lo hallará hoy?
Yo creo que sí. Los hay y habrá otros. Dios necesita maestros del bien que
capaciten a estas personas a ser todo lo que él quiere que ellos sean, para la
gloria de su nombre.
No todos los que son llamados al ministerio entran con la motivación
correcta. Muchos lo hacen por tener autoridad, o lo hacen por ganancia, por
lucro, o ganancia deshonesta, lo cual la Biblia condena. (1Timoteo 3:1)
No es solo ser llamados y responder a ese llamado; Dios busca a gente
sacrificada que piensan más en El, que en sí mismos. Obreros que estén
dispuestos a hacer una brecha, y pararse en ella, delante de Dios, para
interceder con temor reverente a un Dios de misericordia, a favor de la gente
de la tierra, por los pecadores. Estos obreros, estos líderes hacen falta hoy.
Nosotros podemos ser esas personas y podemos ayudar a crear este estilo de
liderato. Dios lo desea, el mundo lo necesita, nosotros podemos hacerlo.
3. Modelo de un líder.
Moisés quiso en un momento de celo y fervor, convertirse en el libertador de
su pueblo y Dios no se lo permitió. Estaba muy lleno de sí mismo y confiado
en la educación y preparación que había recibido como príncipe de Egipto, en
la misma casa del Faraón. Dios, en vez, lo envió al desierto por cuarenta
años, un lugar de soledad donde las ovejas y cabras serían su mayor
compañía. Después de cuarenta años de esto, Moisés había perdido todo
vestigio de príncipe de Egipto, casi se le olvidó hasta como hablar.
Sintiéndose incompetente, Dios ahora lo llama y lo envía a liberar a su
pueblo. Cuando Moisés declara su incompetencia, Dios halla que es el
momento oportuno. Estaba en una posición de debilidad donde tendría que
depender totalmente de Dios; considerando el tamaño de la tarea, nada menos
que esta clase de dependencia es lo que se requería.
Moisés obedeció al punto donde se paró en la brecha a favor de Israel en más
de una ocasión para interceder por su pueblo. Hubo momentos en que Dios
parecía que iba a destruir a su pueblo, y no lo hizo por la intervención y la
intercesión de un líder que se paró en la brecha por amor a su pueblo. Dios
busca a tales hombres hoy. Que no teman pararse en la brecha delante del
Dios de toda la tierra y gemir y clamar al único que tiene poder para salvar
las almas. Oh Dios danos más lideres con un corazón como el de Moisés.

4. Palabras de un Apóstol
Pablo fue uno de los líderes cristianos más sufrido y maltratado. Las cosas
que él tuvo que sufrir y padecer por amor a Israel, y luego por el pueblo
gentil, fue impresionante. Sufrió el martirio con gozo. Fue azotado en varias
ocasiones, fue apedreado, estuvo preso, en cárceles viles y crueles como eran
en aquellos días. Recibió golpes de violencia de los judíos, de los romanos, y
de los gentiles; a veces parecía que el mundo entero estaba en contra de él,
pero él fue fiel hasta el fin. Cumplió su misión a todo costo.
Sé que algunos hoy si fueran a aconsejar a un joven que quiera entrar al
ministerio, le dirían que esté seguro que esto es lo que quiere hacer, porque el
ministerio, conlleva mucho sufrimiento. Le sugerirían, como he oído algunos
pastores aconsejar, que, si puede hacer otra cosa, que lo haga, porque el
ministerio es muy duro, a veces, cruel, se sufre mucho.
Sin embargo, el apóstol, cuando escribió a su discípulo Timoteo, le dice que
le daba gozo cuando se recordaba de sus lágrimas, al gemir en el ministerio.
¿Cómo es eso? Hay más, le dice en ll Timoteo 2:3 “Tú pues, sufre
penalidades como buen soldado de Jesucristo. No te enredes en los negocios
de la vida…lucha legítimamente… trabaja duro…Si morimos con él,
viviremos con él, si sufrimos, también reinaremos”. En el verso 10 dice: “Por
tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también
obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna”.
Qué hermoso ejemplo para un obrero joven, de lo que es vivir por Cristo
Jesús al máximo. Él le informa que, si quieres servir, tienes que sufrir, y es un
privilegio para el obrero del Señor, que se le “tenga por digno” de sufrir por
la causa de nuestro Señor. Es lo menos que podemos hacer. Yo les hago un
favor si les indico que el ministerio es duro y se sufre, pero también debo
decirte que Dios es fiel y bendice y fortalece a los que sufren por su causa.
Llegamos a tener una relación más íntima y personal cuando aprendemos a
compartir los sufrimientos de Jesús.

5. De los labios de Jesús:


Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz y sígame cada día” (Lucas 9:23).; La cruz implica dolor, sufrimiento,
entrega total, muerte. Jesús no pide algo de ti, el pide el todo de ti, nada
menos. No podemos servir a dos señores, no debemos estar divididos,
compar-tiendo nuestro corazón con otros empeños mientras tratamos de
agradarle a él.
Aunque hagas por compromiso u obligación otras cosas que a veces tenemos
que hacer para suplir por nuestras necesidades; Pablo tuvo que hacer tiendas,
trabajar con sus propias manos, para no serle carga a las iglesias, con todo, su
corazón estaba totalmente entregado a una misión, de llevar este evangelio a
Judíos y a gentiles. Costara lo que le costara, (y le costó mucho) él estaba
totalmente comprometido a una sola tarea y era de predicar a Cristo, y este
crucificado, y también de preparar y equipar a otros que siguieran la tarea de
proclamar a Cristo. Jesús nos habla muy claro acerca de la vida, el ministerio
y el costo de seguirle a él.
El no proveyó placebos, ni anestesia para suavizar el dolor, sencillamente nos
declara que debemos tomar la cruz y seguirle. Jesús dijo en cierta ocasión:
“Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo. Pero si muere,
lleva mucho fruto. Juan 12:24. Además dijo: “serán entregados… y matarán
a algunos de ustedes; y serán aborrecidos de todos por causa de mi
nombre.”, siéntanse gozosos de que se les tenga por dignos de sufrir por mi
nombre; pero termina muy hermoso: Pero ni un cabello de sus cabezas
perecerá. Con su paciencia ganarán sus almas. (V:18,19)
Capítulo 3
OYENDO VOCES
1. El mundo te está hablando
El mundo es un alboroto. Hay mucho ruido en nuestras ciudades.
Externamente hay sonidos de autos y camiones, ruido de industria y
comercio, de barcos y de aviones. Además de estos sonidos tenemos las
voces de miles o millones de habitantes en nuestras ciudades, vendiendo y
comprando, haciendo publicidad, creando y distribuyendo. Por todas partes
hay música, risa, cuentos, bromas, chistes; pero hay por igual críticas y
quejas, discusiones, peleas, insultos, llantos, etc.
Los niños producen una buena cantidad de alboroto, los jóvenes no se quedan
atrás con sus equipos electrónicos, y en fin todos contribuimos al ruido que se
oye en todas partes, Queremos ser oídos, y deseamos participar de la vida,
comentando, contribuyendo, opinando, dejando saber nuestro sentir.
Algunos tienen la capacidad de decir en pocas palabras lo que quieren decir, a
otros les toma multitud de palabras y mucho tiempo decir lo que sienten.
Todo esto lo hablan algunos, pero lo tenemos que oír todos. Todas las
palabras que oímos se quedan en nuestra mente, y seguimos pensando, sea en
la dulzura o lo dureza de las palabras. El alboroto se quedó en nuestra mente.

De noche puede haber un silencio sepulcral, sin embargo, para muchos, las
palabras del día vienen a resonar y quizá aun tronar en nuestra mente durante
la noche, el ruido está ahí.
Vamos a complicarlo ahora con los medios de comunicación. Tenemos por
un lado la radio, la cual podemos poner para oír noticias, informe del tiempo,
situación del tráfico. Podemos oír música u opiniones, comentarios e ideas de
otros en como cambiar o mejorar la vida. Añade a eso los comerciales, que
anuncian, promueven y venden de todo lo imaginable y si se ha fijado, los
medios aumentan el volumen de los anuncios comparado al sonido del
programa.
Próximo quiero contarles de teléfonos. En un tiempo no tan atrás, los
teléfonos eran un lujo, luego se hicieron cada vez más accesibles y casi en
cada casa había uno; pero era de utilidad en las casas y en las oficinas. Con
todo ocupábamos un buen tiempo en las conversaciones diarias que llenaban
la cabeza de más ruido.
Ahora añade la revolución celular que ha invadido nuestro mundo, y es
increíble ver que desde niños hasta los ancianos tienen celulares
permitiéndonos hablar con quién queramos en cualquier lugar donde
deseemos. En el auto, en la calle, en la casa, en la oficina, en el parque. No
importa lugar, tiempo o distancia, casi todos estamos accesibles a todas
horas. A veces hasta con dos teléfonos a la vez, increíble. Hay quienes pasan
horas conversando por teléfono. Todo esto es ruido que llena nuestros oídos y
nuestras cabezas.
A veces estamos oyendo música y ojeando el televisor, con una computadora
o tableta en la falda, y un celular en el oído. ¿Cómo podemos? Es increíble.
Todo ese ruido nos llena la cabeza de alboroto.
Ahora demos una mirada a una maravillosa ventana al mundo, el televisor.
Este aparato ha venido a tomar más tiempo en nuestras vidas, que cualquier
otro aparato. Lleno de programas, noticias, deportes, películas, documentales,
etc. A la verdad es una maravilla. Tú puedes viajar el mundo entero, sin salir
de tu casa. Puedes estar al minuto de las mejores o peores noticias, los
últimos acontecimientos. Puedes pasar unos minutos a varias horas a días
enteros viendo este aparato. Pocos aparatos tienen la facilidad de ejercer
influencia sobre nosotros como la televisión.
A veces tiene escenas hermosas y tranquilas, a veces escenas violentas y
llenas de ruido escandalosos. Los bajos tonos graves te pueden sacudir en el
asiento. Los comerciantes creen que tienen que gritarnos para llamar nuestra
atención a sus productos. La cantidad de ruido que produce el televisor es
increíble. Póngalo en “mute” por un momento para que vea la diferencia.
Ahora añádele a esto, los nuevos modelos de pantallas gigantescas, con
sonido en estéreo y aun con “surround sound” para que el ruido nos rodee
totalmente. Pocos artículos tienen la capacidad de crear alboroto como la TV.
Si añadimos las computadoras, no sé cómo el mundo sobrevivió sin ellas
tanto tiempo. Son una maravilla, aunque muchas veces son una agonía,
pareciera a veces que tienen una voluntad propia, cooperan si quieren y si se
enfadan con uno, te borran todo para que tengas que comenzar de nuevo. No
sabemos si son amigas o enemigas; pero cómo las queremos. No podemos
vivir sin ellas. Ellas también contribuyen al ruido. He visto personas que
oyen música a través del internet, Hacen sus trabajos, y por el lado tienen
conectado el internet y texting para poder dialogar con la familia o amistades
continuamente mientras trabajan. ¿Creo que le llaman multi-tasking?
Añádele ahora los Ipods y toda suerte de equipos, juegos y ayudas para vivir,
y es una gama de producidores de ruido increíble, y solo tenemos dos oídos y
una cabeza, para recibir y surtir, de hacer sentido de todo este alboroto.
No lo he tocado todo, pero creo que tienen una buena idea de lo que les
quiero explicar. Nuestro mundo está lleno de ruido, de alboroto, y todo este
alboroto está en nuestras cabecitas. Con razón nos estamos volviendo locos.
Ahora ¿para qué traer tanta explicación de todo este ruido? El problema es
que, en medio de todo este alboroto, queremos y necesitamos oír la voz de
Dios. Quizá si Dios tronara desde el cielo como lo hizo cuando les habló a los
Israelitas por primera vez en el desierto, no tendríamos problemas. Pero el
susto que tuvo Israel en ese tiempo, mostró que el hombre no era capaz de oír
la voz directa de Dios. Él, por lo tanto, escoge hablarnos en distintas formas.
Nos habla a través de predicadores y maestros. A través de canticos, a través
de la música inspirada, y de seguro en el silbo apacible a través del cual el
Espíritu Santo habla a nuestras mentes. Es una voz suave, dulce, hermosa;
pero difícil de oír en medio del alboroto del mundo.
Necesitamos separarnos para estar a solas con Dios, quizá un retiro, un
ayuno, vigilias, momentos apartados donde podamos oír la voz apacible de
Dios. Dios desea hablarte más de lo que tú deseas oír de Dios. Él tiene mucho
que contarte, pero necesitamos ese tiempo de silencio de meditación y
quietud donde podamos bloquear los ruidos del mundo y oír su tierna voz
hablándonos.

2. La carne nos está hablando


Nuestra carne, o nuestra mente en su esfera carnal, también nos habla, y para
muchos es muy difícil determinar entre la voz del mundo, la voz de Satanás y
la voz de la carne. Cuando la mente está llena de alboroto y confusión, se
llega a conclusiones personales, es que nuestra carne nos está hablando.
Tristemente, a veces podemos atribuirle esta voz a Dios.
A causa de que todos los mensajes del mundo en su alboroto nos están
continuamente bombardeando, vemos que aun en el silencio, el ruido
permanece. Nuestras mentes están ocupadas con las informaciones recibidas,
y la influencia que ellas ejercen sobre nuestra carne, ahora en nuestro tiempo
a de ocio a solas, estamos todavía pensando en todas estas cosas, no sabemos
qué hacer. Nos sentimos aturdidos, abrumados. La carne dice, me gusta, no
me gusta, quiero, no quiero. Estoy cansado, enojado, molesto. No me
importa. El yo, es la carne y habla.
Las emociones se sienten cargadas a razón de todas estas voces. Es allí que
nos acongojamos, lloramos, gemimos, nos frustramos, le damos vuelta y
vuelta en nuestras mentes hasta que quedamos absortos totalmente en
nosotros mismos. La carne nos está hablando. “Estás cansado,” nos dice, “no
quiero saber más, déjenme quieto. Estoy confundido, me duele, no puedo
más, tengo que alejarme, tente pena a ti mismo.” Esto es una seria
complicación en tu deseo de oír la voz de Dios.
Oír a Dios bajo estas circunstancias es complejo y difícil. Nos toma un
esfuerzo sobrenatural oír la voz de Dios. En el pasado hubo hombres y
mujeres que se separaron, algunos se enclaustraron, para oír la voz de Dios.
Sin duda se puede oír la voz de Dios en cualquier momento y en cualquier
lugar, pero se toma esfuerzo y trabajo para distinguir cuando es del mundo, o
de la carne, o cuando es la voz de Dios.
La carne busca lo conveniente, lo fácil, lo que agrada. Es egocéntrica y busca
lo suyo, el placer y la comodidad. La carne no te dice: Vamos a orar, tengo
mucho deseo de orar; ni tampoco se anima a ayunar. No te anima a madrugar
para buscar a Dios. La carne odia el ayuno, va contra todos sus deseos. La
carne se resiente, la carne te anima a huir de los problemas, o a reaccionar
drástica-mente.

Cuando la carne nos habla, es agradable a la mente débil. Tratamos de


encontrar textos bíblicos que se conformen a lo que la carne nos está
pidiendo, pero no existen.

La carne no te lleva a adorar, ni a servir a Dios, ni al prójimo; más bien busca


lo suyo y todo lo que hace tiene un motivo ulterior. La carne hace todo al
revés de 1 Corintios 13. Muchos han confundido esta voz por voz de Dios, y
han traído confusión, han causado heridas y a veces han terminado en una
seria confusión, porque no supieron discernir la voz de Dios en medio del
ruido. Este es un problema serio que demanda nuestra atención.

3. La voz del enemigo


Si estas fueran las únicas voces, ya el problema es complejo suficiente, pero
ahora les traigo otro dilema aún más serio. En medio de este alboroto y
confusión, el enemigo quiere confundirnos, y él también tiene su forma de
hablarnos. El habla a nuestras mentes y a nuestras consciencias. Él quiere
confundir cualquier aspecto de la voz de Dios en nosotros para traer
confusión. Sí, el diablo y los demonios también nos hablan y a veces estamos
haciéndole caso a la voz del enemigo. No es fácil aceptar esto, pero es una
realidad.
Hay casos donde esto ha sido bien evidente, como en los casos de algunos
criminales que alegan haber oído voces que les dictaban a cometer actos de
violencia, a matar a otros, como el hijo de Sam (Son of Sam). Estos son casos
extremos, pero hay muchos más que están oyendo la voz de Satanás y no lo
reconocen. Es algo difícil para nuestro ego admitir o aceptar.
Los espiritistas y brujos, los hechiceros y cualquier forma de espiritualismo,
que no sea de Dios, viene del Diablo. El habla a los suyos, para confundirlos
y mantenerlos bajo su control. Ellos creen muchas veces que oyen la voz de
Dios. Esto es difícil, pero lo entendemos y reconocemos. Desafortunada-
mente, hay muchos creyentes que oyen y le hacen caso a la voz del enemigo.
¿Cómo crees que hay tanta división y confusión, tanto conflicto y maltrato
entre los creyentes? ¿Será que están oyendo otras voces? Yo sé que Dios no
es autor de confusión, pero cuando diferentes hermanos alegan estar oyendo
la voz de Dios, y reina la confusión, entonces algunas de esas voces no son la
voz de Dios.
La voz de Satanás te dice cosas negativas; tú no puedes, tú no sirves, nunca lo
lograrás; Dios no te oye. A veces nos habla positivamente de cosas que no
nos convienen. Uno de sus favoritos es: “Eso no es nada.” Igual que “No te
preocupes de lo que otros piensen, o nadie lo sabrá. Tú tienes que pensar en
ti, no seas tonto… etc. El enemigo es sagaz, astuto, su voz nos dice lo que la
carne quiere oír, pero no lo que nos conviene. En el jardín usó astucia: “con
que Dios ha dicho…” y “sabe Dios.” Cuidado con las voces que hoyes.
Cuidado con ignorar sus maquinaciones.

4. Oyendo la voz de Dios


¿Cómo podemos corregir este dilema? ¿Cómo podemos asegurar que la voz
que oímos, es la voz de Dios? Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y yo las
conozco, y me siguen.” (Juan 10:27)
Es sumamente importante poder oír y reconocer en medio de todo el alboroto,
la verdadera voz de Dios. Esto requiere primero que todo, pasar tiempo en la
presencia de Dios para poder reconocer su voz entre las otras voces.
Necesitamos pasar tiempo en oración, tiempo en meditación, tiempo a solas
con Dios, tiempo en ayunos, tiempos de quietud donde aprendemos a conocer
la preciosa voz de nuestro amado Dios. Lo aprendemos a un punto donde aún
en el ruido podemos reconocer cuándo es la voz de Dios que nos habla.
Un hermano nos explicó que en su posición como agente de banco tomó un
curso sobre como reconocer billetes falsos. Lo que hicieron fue, ponerlo a
estudiar las divisas genuinas al detalle y a tal punto, que cuando viera un
billete falso, lo reconocería inmediatamente. Nunca vieron un dólar falso,
solo los genuinos. El propósito era identificarte de tal manera con lo genuino,
que identificaría lo falso a lo lejos. ¿No suena eso como algo que nos haría
bien a nosotros? Si pasamos suficiente tiempo en la presencia de Dios,
buscando su rostro y oyendo su voz, cuando nos hable el mundo, el hombre,
la carne o Satanás, vamos a reconocer la voz genuina de nuestro buen pastor,
aun en medio del alboroto.
En el antiguo Testamento vemos que en Israel había escuela de profetas.
Samuel tenía una, igual que Elías y Eliseo. Ellos llevaban sus discípulos a
solas para que aprendieran a separarse del mundo a fin de aprender a oír la
voz de Dios para que pudieran transmitir su mensaje al pueblo.
Hoy podemos separarnos con otros, para oír de parte de Dios y enseñarles
como oír la voz de Dios. No es tan difícil, pero requiere tiempo y dedicación.
Los que estén de apuros no podrán lograr esto. No hay atajos ni formulas
fáciles. Esto no es de microondas. Requiere tiempo y esfuerzo. Solo los que
se niegan a sí mismos lo podrán lograr.
Hay pastores y líderes de obras pequeñas o grandes que se sienten estar tan
ocupados que no tienen tiempo para orar. Esto es un grave error y puede
conducir a tristes consecuencias, y lo he visto suceder. El primer trabajo del
verdadero obrero del Señor es pasar tiempo con su jefe a fin de recibir el
plan, la agenda, claras directrices para el día. Si no lo hacemos, estamos
trabajando en nuestras fuerzas y ustedes saben que esto no es bueno.
Quiero decirles a los que reciben un sueldo para hacer lo que hacen por el
Señor, que no es la iglesia la que te está pagando para que trabajes por ellos.
Esto es un concepto equivocado. El Señor te está proveyendo a través de la
iglesia lo que necesitas para que trabajes para él. Los diezmos y ofrendas que
la gente dan son dados al Señor y la iglesia es solo el vehículo por la cual lo
dan. Por lo tanto, el dinero es del Señor y él lo usa para proveerte. Tu primera
ocupación, por lo tanto, es buscarle a él, pasar tiempo con él. Buscar su
dirección para tu vida y para tu ministerio. Si esto hacemos andamos en la
verdad.
Dios provee y desea que, como nuestro proveedor, tomemos el primer tiempo
de nuestro día para estar con él a solas donde hablemos con él y él hable con
nosotros. Es ahí donde el verdadero poder esta para hacer con éxito espiritual
la obra de Dios. Nuestro trabajo no es llenar nuestros templos de gente, es
llevar a la gente a ser parte del reino de Cristo a fin de que lleguen al cielo. Es
llenar el cielo de gente. Si tú haces a Dios tu prioridad, Él te usará con su
gracia y poder.
Toma hoy una determinación de tomar tiempo con Dios, no pongas escusas,
no hay ninguna que sea válida. Dios quiere ser lo primero en tu vida. El
primer mandamiento no es amar al prójimo y eso incluye la iglesia o los
componentes de tu clase o ministerio. Dios tiene que ser primero, ese es el
primer mandamiento. La gente es segunda a Dios. Tiene que ser así. Si por
atender a la gente, estas tan ocupado que no tienes tiempo para Dios o menos
tiempo para Dios, entonces tienes el orden del mandamiento al revés. Y le
estas dando un mal ejemplo a tu gente y a tus discípulos.
Cuando pones a Dios primero, la evidencia de su presencia en tu vida, tus
palabras y las señales que te seguirán, traerá a tu gente a una búsqueda más
seria de Dios y aceptarán que les dé menos tiempo porque sabrán que lo que
necesitan no es tanto a ti, como ver más de Dios en ti. A demás, la gente será
más edificada y ayudada cuando vean menos de ti y más de Dios en ti.
Capítulo 4
PREPARACION DE POR VIDA
1. Desde la niñez
Pablo le recuerda a Timoteo el valor de una gracia que le fue conferida por
medio de su madre y su abuela. “Desde la niñez has conocido las sagradas
escrituras las cuales te han hecho sabio en cuanto a la salvación”. (2
Timoteo 3:15) Si has tenido el privilegio de un padre y o una madre que te
enseñaran el camino de la salvación, eres muy afortunado y bendecido. Si no
fue así, damos gracias a Dios que, a pesar de eso, llegaste a conocer la gracia
de Dios. Es un privilegio especial ser criado en un hogar cristiano. Poder oír
la palabra, canticos espirituales, alabanzas a Dios desde la niñez es una
bendición.
Pero hay otra niñez que aplica aquí, y es la niñez espiritual. Cuando vienes a
Cristo Jesús, eres niño en cuanto al conocimiento bíblico, y a las prácticas y
dogmas de la iglesia. Tienes mucho que aprender y se cometen muchos
errores en esa etapa. Dios tiene gracia y paciencia con estos niños
espirituales, no importa la edad que tengan. Son bebés espirituales. Necesitan
padres y madres espirituales que les enseñen los primeros pasos de la vida
cristiana.
Pedro aconseja en 1 Pedro 2:2 que debemos “desear como bebés recién
nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcamos para
salvación”. Hay una etapa en la vida cristiana que equivale a la niñez, donde
necesitamos ser atendidos, cuidados y alimentados a fin de que crezcamos
saludables y firmes en los caminos del Señor.
Los niños en esta etapa, necesitan dejarse atender por otros, porque, aunque
sea adulto en edad, es infante o bebé en lo espiritual. Si dejamos a los niños
naturales a sus antojos, estarían enfermos y malnutridos. Sabemos que los
niños necesitan aprender de los adultos cómo se vive la vida en todas las
esferas. Esto es natural.
Por igual, es natural que un bebé espiritual reciba y se deje proveer del
cuidado espiritual para que podamos vivir la vida cristiana saludable. Pablo
indica en Efesios 4: 11-14 que Dios puso en la iglesia los cinco ministerios
para proveer de enseñanza espiritual, para la nutrición y el cuidado necesario,
a fin de que no nos quedemos como niños espirituales, sino que lleguemos a
la madurez espiritual y no seamos niños fluctuantes que se dejan llevar por
cualquier doctrina de error, porque no conocen la verdadera. La única forma
de llegar a esta madurez, es a través del cuidado y la enseñanza adecuada en
la iglesia a través de aquellos que por el tiempo y la dedicación han llegado a
la madurez. Con todo, necesitamos seguir creciendo y aprendiendo hasta el
final, porque la medida que nos dio fue la de Cristo Jesús. Aunque nunca
lleguemos, tenemos que seguir esforzándonos por llegar.

2. Etapas en la juventud.
Gracias a Dios por la etapa de la juventud. Es el perfecto puente entre la
niñez y la etapa de adulto. Es una etapa transitoria, de conflictos y resistencia.
Los jóvenes quieren ser tratados como adultos, pero sin dejar ciertas cosas de
la niñez. Quieren el beneficio, sin la responsabilidad. El secreto de los guías y
maestros en esta etapa es saber cómo ir soltando la soga poco a poco, sin dar
completa libertad. Aunque es una etapa difícil y nos resisten a cada paso, con
todo es una etapa de exploración, aprendizaje y fascinación.
Lo mismo, pero no tan rígido, es la etapa de juventud espiritual. Como se
supone que muchos de los que estamos entrenando ya son adultos, esta etapa
debe ser de corta duración. Debemos aprovechar la curiosidad, el carácter
exploratorio y la energía que se tiene en esta etapa para entusiasmarlos a la
participación en la obra del Señor. No es solo aprender, es también practicar
y envolverse para que lleguen a una madurez provechosa.

3. Etapa adulta de madurez espiritual


Si lo hacemos bien y ellos tienen un encuentro personal con el Señor y
aprenden a practicar las disciplinas, entonces han llegado a una madurez
estable. Esta madurez se muestra cuando se asumen responsabilidades en la
búsqueda del rostro de Dios a través de la oración, la alabanza y el ayuno.
También tiene que haber una constancia personal donde el cristiano maduro
aprende a leer, estudiar y meditar y practicar la palabra de Dios por sí solo.
Mientras haya clases, estudios, servicios y seminarios, pues vamos y los
aprovechamos. Pero si no hay la ocasión o el tiempo, entonces somos
maduros suficientes para hacer estas cosas por nuestra cuenta y nos
mantenemos firmes en la fe y en la doctrina por nuestra propia cuenta. Este es
el ideal que todos debemos procurar.

Hablando de la madurez espiritual quiero aclarar que uno no es maduro


porque diga que es maduro, Ni tampoco es porque otros digan que uno es
maduro. Podemos engañar a algunos, como dijo Abraham Lincoln. “Tú
puedes engañar alguna gente, parte del tiempo, Puedes engañar a algunos
todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
Esta es una gran verdad, pero aún más recuerda que no puedes engañar a
Dios en ningún tiempo.

El cristiano maduro, no necesita que le reconozcan como maduro, él está


tranquilo y confiado de que, aunque no todos lo comprendan, su relación con
el Señor está firme y producirá fruto que dará gloria a Dios, porque es un
cristiano maduro.
Capítulo 5
CORAZON DE SIERVO
1. Lo que es y lo que no es
Una cualidad que el ministro y todo aquel que quiere servir al Señor debe
poseer, es un corazón de siervo. Esto implica que tú no te debes considerar ni
grande, ni poderoso, ni importante. Tú eres solo un siervo. Un siervo es uno
que sirve a los demás. Esto implica que los demás a quienes sirves, son de
más importancia que tú, y esto, primero, a la vista de ti mismo. Cuando nos
reunimos en su nombre, los demás se sientan mientras nosotros nos
despojamos de posiciones y títulos, tomamos la toalla y el lebrillo y les
servimos.
La iglesia como institución, ha tomado palabras como siervo, diacono, y
ministro, pastor, obispo, apóstol; y las ha elevado a un plano de grandeza.
Esto es un error. Cuando introducimos a un obrero y decimos; tenemos a un
siervo del Señor con nosotros, lo hacemos elevándolos y aun decimos “un
Gran Siervo”. Perdóneme, pero si es grande, no es siervo, y si es siervo, no es
grande. Aún cuando decimos, Un humilde siervo, lo hacemos implicando que
en su humildad es superior a nosotros. Hemos perdido el verdadero
significado de la palabra siervo.
La palabra griega “diaconai”, significa siervo o sirviente. Implicando una
posición de servir y atender a otros dentro de la iglesia. Solo somos siervos, o
por decir “esclavos”, para suplir las necesidades de los demás. ¿Dónde está la
grandeza en esto? Cuando vas a un restaurante o a un hotel y te sirve un
mozo, acaso tú piensas, mira qué gran mozo, debe ser un mozo muy
importante. Oh piensas que es un mozo muy ungido, que excelente mozo;
que estilo tiene, que elegancia. A caso dices, “¡Tratemos a este mozo con
dignidad y admiración, porque mira como sirve, que gracia, que dedicación!”
Es un gran sirviente. ¿Lo hacemos así? O más bien le decimos, tráigame café
por favor, quiero agua. O le preguntas ¿Qué pasa con la orden? Estos solo
son siervos a nuestro servicio. Así los vemos, y correctamente así.
Según la perspectiva divina no estamos llamados a grandeza, estamos
llamados a ser esclavos del Señor y siervos a los demás. El Señor Jesús nos
dio el mejor ejemplo. Pablo lo ilustra de esta manera: (Filipenses 2:5) “Halla
en ustedes este mismo sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a
sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Jesús se
despojó, se humilló, se hizo siervo a la máxima consecuencia, la muerte, y
esta, en una cruz. Que maravilloso ejemplo nos dejó. ¿Podremos nosotros por
lo menos imitarle?
Observemos primero nuestra posición de siervos del Señor. Como siervos de
Dios, estamos llamados a reconocer que él es el grande, el Señor, el Rey, y
nosotros somos los siervos o aún mejor, los esclavos de él, para obedecerle y
hacer lo que nos mande.
Tenemos que aprender las reglas del reino. Un reino es un lugar donde un rey
tiene su dominio. En un reino, el rey es la autoridad suprema y absoluta. No
es una democracia donde todos opinan, y toman decisiones por votación; es
una monarquía donde uno solo es el rey supremo y soberano. El da las
órdenes y se le obedece, no se le resiste ni cuestiona, se hace su voluntad.
De ahí vemos que la iglesia no es una democracia donde el pueblo rige y
manda. Esto ha causado muchos problemas en la iglesia, porque la gente se
une, luego se adueña, toma el control, y quieren gobernar como si esto fuera
de ellos, olvidan que del Señor es la tierra y su plenitud y todo ser viviente.
“Tenemos que defender lo nuestro” dicen equivocadamente. No se sujetan a
las autoridades que Dios ha puesto sobre ellos. Este es un concepto muy
equivocado que va contra la voluntad de Dios.
Aunque usemos elecciones y utilicemos un sistema congregacional en
algunos concilios, la verdad es que la iglesia es una teocracia, donde Dios es
dueño y Señor, y autoridad absoluta. Reconozco además que, porque hay
líderes que no son perfectos y que cometen errores, existe un balance
saludable de votación en juntas eclesiásticas y en las iglesias para asegurar
que no se cometan ciertos errores en la administración de la iglesia, evitando
una dictadura
Sin embargo, cuando hay dirección divina y Dios habla, debemos reconocer
que es tiempo de actuar y obedecer. El concepto de votación opera si tanto
los líderes como la junta y la congregación están andando en el Espíritu. El
problema es que muchos que no son guiados por el Espíritu toman decisiones
basados en sus propios conceptos e ideas carnales y no se verá la voluntad de
Dios.
Recordemos que Jesucristo es el rey en este reino. Es rey absoluto, y además
es Rey de Reyes, a su nombre gloria. Como gobernante, Jesús declaró en
Mateo 28:18: “Toda autoridad me es dada en el cielo (donde está establecido
su reino) y en la tierra (donde quiere establecer su reino) Él es la autoridad
máxima en el universo, sea en la dimensión espiritual o material. Si
reconocemos su autoridad en la iglesia, la cual es su cuerpo, entonces
debemos reconocer que somos súbditos de él y como tales, todos venimos a
ser sus siervos. Los pastores y líderes, por lo tanto, deben considerarse
siervos de siervos, por cuanto servimos a los siervos de Dios, esto es todo lo
que somos.
En su oración modelo, Jesús nos enseñó a orar pidiendo que su reino venga a
nosotros, a fin de que se haga su voluntad, así como es hecha en el reino de
los cielos. Allí se hace su voluntad, absolutamente e inmediatamente. ¿Puede
usted imaginarse a un ángel o arcángel en el cielo, que Dios le dé una orden y
diga: Señor, ya tú me mandaste la vez anterior, ¿por qué no envías a otro esta
vez? ¿Se puede imaginar eso? O que un ángel le diga a Dios; lo que tú me
pides es bueno, pero yo tengo una idea mejor, ¿qué si lo hacemos de esta otra
manera? Creo que no. Crees que un ángel o querubín le diría a Dios: perdona,
pero estoy ocupado ahora, cuando yo termine, entonces iré. En nuestras
iglesias sucede así, pero en el cielo no. En el reino de los cielos, se hace
rápida y totalmente la voluntad de Dios, y él quiere que ese mismo concepto
del reino, se practique aquí en la tierra, y especialmente en su iglesia.
Observemos, como siervos de los demás, como Jesús lo modeló para
nosotros: El hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir… Él
tomó la toalla y el lebrillo y les lavó los pies a sus discípulos, este oficio les
pertenecía a los siervos. Luego dijo: “Ustedes me llaman Señor, y dicen bien,
porque lo soy. Si yo siendo el Señor, les he lavado los pies, ustedes deben
entonces, lavarse los pies los unos a los otros, porque ejemplo les he dado.”
En Juan 13:16 Jesús dijo. “El siervo no es mayor que su señor. Así que
quitémonos los títulos y todo espíritu de grandeza y altivez, recuerde que esa
fue la razón por la caída de Satanás. No somos nada más que “siervos inútiles
que hacemos lo que se nos mandó a hacer”. Somos siervos bajo órdenes y las
órdenes son de servir a los demás, y hacerlo con sacrificio, con gozo y con
amor.
Pablo nos enseña en Filipenses 2:3 que debemos con humildad estimar cada
uno a los demás como superiores a nosotros mismos. El Señor dijo que el que
quiera ser grande en el reino, dedíquese a ser siervo, (en el sentido literal de
la palabra) de los demás. Aquí en este reino, en el lado terrenal, no hay
grandes ni poderosos; solo siervos. ¿Los apóstoles? siervos. ¿Los pastores?
siervos. ¿Los presbíteros, los obispos, los diáconos? todos siervos. Busque
todos los títulos que existan en la Biblia o en la iglesia de hoy. Busque el
significado original; todos somos meramente siervos. Nada menos ni nada
más.
Yo les aconsejo a que se despojen de todo espíritu de importancia o de
grandeza, de todo título que nos llene la cabeza de ilusión. No espere tener un
título para hacer algo, o ser alguien; esperando ser reconocido o admirado. Lo
importante aquí es dar a conocer al Rey del reino, y servir a los súbditos del
reino del Rey, a fin de que sea hecha su voluntad. No la nuestra, ni la de la
organización, sino que todas estas entidades estén sujetas totalmente a la
voluntad del único y soberano Rey Jesús.
Si tenemos corazón de siervos, alegraremos al Rey, y a la vez, seremos de
bendición y de beneficio a su reino, estaremos ayudando a establecer su reino
aquí en la tierra. Esa es la voluntad y la visión del rey. Pedro nos aconseja
así: “humillémonos bajo la poderosa mano de Dios, para que él nos exalte
cuando sea tiempo.” (1 Pedro 5:6) Esto implica que no nos debemos
enaltecer, ni dejar que otros nos enaltezcan.
Cuando nos enaltecemos, o dejamos a otros que lo hagan, podemos caer, y
podemos ser heridos y en torno podemos herir a otros. La gente no es muy
constante, se puede tornar en contra de nosotros en un instante; por eso es
importante dejar que él sea el que nos exalte a su debido tiempo.
Cuando Dios te exalta, como él te conoce y sabe que lo puedes manejar con
su ayuda, es una posición segura. Si te exaltas o dejas que otros lo hagan, es
una postura peligrosa que puede llevar a una herida o caída y a mucho dolor.
Mejor espera que el Señor te ponga en alto, él conoce el proceso que necesita
usar para quebrarte y llevarte al punto de rendimiento y entrega a él, en que
no serás de ningún peligro. Él sabe cuándo es ese tiempo. Todo es mejor en el
tiempo del Señor.

2. Corazón Rendido
El corazón de siervo, es un corazón rendido. Dios mira y conoce el corazón
del hombre. Tú no necesitas explicarle a Dios como te sientes o porque te
sientes como te sientes, no necesitamos explicarle a Dios el porqué de las
cosas. Por qué reaccionamos como lo hacemos. Dios nos conoce mucho
mejor de lo que nosotros creemos que nos conocemos. Por lo cual es más
sabio acercarnos a él con corazones rendidos. Con corazones que-brantados
que no sabiendo que hacer o como mejor hacerlo, lo entregamos a él. ¿Cómo
arreglar o corregir los errores y las debilidades que tenemos? es mejor
simplemente rendirlo a él y dejar que él lo haga a su manera como solo él
sabe hacerlo.
La palabra nos muestra que el corazón del hombre es engañoso más que todo
y no lo entendemos, pero el que nos creó y nos conoce a perfección y sabe
mejor como ayudarnos a resolver nuestros asuntos.
A veces he tratado a mi manera solo para encontrar que no salió bien o como
yo deseaba. A veces ha sido un fracaso total. Entonces con corazón contrito y
humillado me acerco a un Dios sabio, súper paciente, lento para la ira y
grande en misericordia y le entrego la situación para que me ayude a resolver
o me la resuelva. A veces el costo de la obstinación ha sido desastroso y muy
doloroso, me hubiera sido mejor acercarme con corazón rendido desde el
principio, que venir con corazón quebrantado después.
Para el ser humano, normalmente no es fácil admitir nuestra incapacitad o
necesidad de ayuda, por eso se toma rendimiento, el ser humillado y
quebrantado para que reconozcamos nuestra incapacidad y nuestra
dependencia del Señor. Sería mejor venir desde un comienzo con corazones
rendidos sabiendo que somos vasos de barro llenos de imperfecciones y
debilidades, pero que servimos a un Dios grande, poderoso y perfecto, que
está más que dispuesto a ayudarnos y darnos la victoria si solo confiamos en
él con corazones rendidos.
La obstinación es un pecado. Nos determinamos hacer las cosas a nuestra
manera cueste lo que cueste, o hiera a quien hiera. Dios prefiere un corazón
contrito y humillado el cual él no rechazaría. “Humillémonos bajo la
poderosa mano de Dios para que Él nos exalte cuando fuere tiempo”. (1
Pedro 5:6)
La mejor forma de orar es con un corazón rendido ante la santidad, la
esplendidez, la gloria y la majestad de un Dios sabio y perfecto, quien es
nuestro Padre que nos ama y sabe qué es mejor para nosotros. Por lo cual
debemos acercarnos a él con corazones libres de prejuicios y voluntad propia,
rendidos para que se haga su voluntad a su tiempo y a su manera; es la forma
más segura para nosotros.
Este rendimiento requiere un proceso de morir a uno mismo y al mundo a fin
de encontrar un lugar de entrega total a Dios y sea él quien nos guíe como
solo él puede. Morir puede ser penoso y aun doloroso, pero es necesario,
porque mientras resistamos morir, la carne solo sigue metiéndose en el
medio, nuestro corazón obstinado seguirá tratando de salir con la suya. Solo
en el morir, podemos obtener ese lugar de refugio donde nuestro corazón
puede ceder a la perfecta y sabia voluntad de Dios; así que te doy este
consejo: acaba y muere. Es el lugar más ideal y seguro para vivir la vida
abundante en el Espíritu.

3. Pon a Dios primero:


El primer y gran mandamiento es “Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” Amarle
a él sobre todas las cosas y darle el lugar preeminente que el merece. Dios
siempre debe tener el primer lugar en nuestras vidas. Dios lo merece. Él se ha
ganado ese lugar y ha sido más que fiel y amoroso para que se lo neguemos.
En el antiguo testamento se exigía que cuando recogieras el fruto de tu tierra
o de tu labor, le dieras a Dios no solo su parte, sino que también le dieras las
primicias, o sea lo primero de todo lo que produjeras. El diezmo es la parte de
nuestro dinero que le pertenece a Dios, debemos a demás separarlo primero.
No le des a Dios de lo que te sobra, o si te sobra. Dale a Dios su parte
primero, porque es lo que él pide de ti, pero además de eso, el noventa por
ciento que te queda tendrá su bendición, cuando le das a Dios la parte que le
corresponde primero.
Si esto te cuesta trabajo o dificultad, si sientes que no puedes hacerlo o
prefieres darle lo que queda para saber cómo le vas a dar a Dios, no es un
problema de finanzas, es un problema del corazón y es un problema de fe. No
importa las alabanzas que le rindas a Dios, tu decisión demuestra que Él no es
primero en tu vida.
Por igual si ir a la iglesia o rendir un servicio, hacer algo que Dios pide de ti,
atender a una persona o a una situación que requiera diligencia o que Dios
este impresionando en tu corazón, si hacer lo que tú quieres viene primero,
entonces Dios no es primero en tu vida. Aquí entonces recomiendo de nuevo,
muerte. Necesitas morir a ti mismo, a la carne, al mundo, a tus deseos, a fin
de reconocerle a él y darle el lugar que él merece como tu rey.
Dios será paciente con nosotros y nos dará varias oportunidades, pero de
seguro, no progresarás al próximo nivel en tu vida espiritual o en tu
ministerio hasta que resuelvas poner a Dios primero y sobre todas las cosas
en tu vida. No tendrás corazón de siervo, no importa lo que hagas o lo que
logres, si tu prioridad espiritual no está en orden. Recuerda que Dios dice en
su palabra que en aquel día muchos dirán que ganaron almas, sanaron
enfermos, echaron fuera demonios, solo para oír a Dios decir “no te conozco”
porque no supiste darle el lugar preeminente que él merece.

4- Otros después
Cuando ponemos a Dios en primer lugar, podemos comprender el amor de
Dios por la humanidad. Dios ama a su pueblo, Dios ama a la iglesia, Dios
ama a los perdidos, aún ama a los malos, Dios ama a la gente, a todos. Por lo
cual, el que ama a Dios seguirá su dirección y encontrará su lugar en la viña
del Señor. Todo ministerio es “de Dios hacia le gente”. Todo el propósito de
Dios en llamar al ministerio es entrenarnos en diferentes áreas de necesidad,
para efectivamente ganar, edificar y equipar a otros para el ministerio. No hay
ministerio que no tenga que ver con gente. El pastor Dan Betzer de Ft. Myers,
Florida, afirma que: “Dios está en el negocio de almas, y ese debe ser el
negocio de la iglesia.”

Nuestro ministerio puede estar enfocado en diferentes áreas, pero Dios


siempre tiene que ser primero, y después las almas, las vidas, la gente. Como
le quieras categorizar, vienen después. El ministro del Señor tiene que estar
dispuesto a sacrificarse, a sufrir, a vivir en una casa de cristal, con limitada
privacidad. Debe poder dar su todo por amor a otra gente que a veces no nos
tienen consideración, que no nos aman, que nos critican, etc. Aprendemos a
amarlos incondicionalmente. Amarlos como Dios los ama a fin de ganarlos
para el reino de Cristo.

Quiero recordarles que, en el negocio de almas eternas, estas nunca son


nuestras. La iglesia no es nuestra, aun nosotros mismos somos propiedad de
Dios. Él es el Dios, Señor, Rey, el todopoderoso, omnisciente y
omnipresente, a él sea la gloria ahora y por la eternidad. Cuando en nuestra
ignorancia nos adueñamos de la iglesia, de las ovejas, o de la grey, estamos
totalmente equivocados de nuestra posición y llamado y estamos en peligro.
Si reconoces que todo es de él, entonces tratarás con dignidad y respeto a las
almas; a aquellas personas que Dios ha puesto bajo tu cuidado. Él nunca dijo
que serías dueño, solo un servidor de los demás. En Ezequiel 18:4, nos indica
claramente: “Todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma
del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.” Todas las almas son mías,
dijo Dios. Fue así entonces, es así ahora. Jesús nos indicó que el que quiera
ser grande, sea servidor de los demás. Hoy día la posición más elevada en el
reino es la de siervo. Repito el dicho, Si no vives para servir, no sirves para
vivir.
Capítulo 6
LIDERAZGO ESPIRITUAL
1. ¿Qué es?
El liderazgo es ser una influencia positiva para llevar a otros a lograr ciertos
propósitos determinados. El liderazgo espiritual es similar, pero tiene un fin
espiritual, por lo cual lo hace un fin con eternidad en ello. Como líder
espiritual, implica que es un líder que no es dominado por impulsos de la
carne, ni por el mundo; sino que es guiado, impulsado y dirigido por el
Espíritu Santo. Buena administración es esencial, conocimientos, estudios,
grados académicos son muy buenos y efectivos, pero nada puede substituir
una relación personal e íntima con Dios.
2. ¿Cómo se obtiene el liderazgo espiritual?
Un líder espiritual, es un cristiano, que se ejercita en las disciplinas
espirituales tal como la oración, el ayuno y la lectura de la palabra; y en vivir
por fe, en obedecer a Dios y poseer el fruto del Espíritu. Vive una dieta
constante de estas disciplinas espirituales.
Cuando en el 1982 tuve la revelación de Dios de que él podía hacer cosas
grandes conmigo, le pregunte a Dios “Y cómo puedo lograr esto” Esperando
una respuesta compleja, pero Dios solo me indicó “Ora, ayuna, y métete en la
palabra, y yo haré el resto”.
Aunque la respuesta parece algo simple, he encontrado que es mucho más
difícil de lo que parece. Me costó meses y años de sacrificios y esfuerzos en
romper viejas costumbres; de ajustarme a cambios necesarios en mi estilo de
vida, cambios en mi carácter y mi manera de ser, donde Dios pudiera romper
el molde viejo para crear algo nuevo y mejor en mi vida. No fue fácil, tuve
que morir a mí mismo, pero valió el esfuerzo al ver los resultados en mi vida.
Cada día es una batalla distinta entre la carne y el espíritu. La carne resiste
hacer sacrificios. Orar y ayunar son mucho más fáciles decir que hacer.
Muchos líderes hablan, enseñan y escriben muy bien acerca de la oración y la
palabra, pero en la práctica carecen de ello. Es más fácil escribir mensajes,
visitar enfermos, ayudar necesitados y atender problemas; que orar
intensamente, o pasar tiempo en meditación en la palabra. Es más fácil hablar
las escrituras que escudriñar las escrituras. Pero si deseas en verdad entrar en
una dimensión más profunda en tu vida espiritual, no hay opción. Tienes que
negarte a ti mismo y entrar en una disciplina espiritual, que te llevará a una
intimidad con Dios.
El asunto es que cuando entres en esa vida profunda en el Espíritu, vas a
pensar; ¿Qué era tan importante como para robarme de esta bendición? No
hay nada que se compare a vivir en la presencia de un Dios de amor.
Revolucionará tu vida. Hay personas que se van a otro lugar a estar bajo otra
persona usada por Dios, o que tiene una estrategia especial que ha
beneficiado su ministerio, y se pasan días estudiando y analizando este
ministerio, para ver como lo puede poner en práctica, para obtener los
mismos resultados.
No que esto sea malo, pero si en verdad este ministro tiene algo que valga la
pena, lo recibió de Dios, en momentos a solas con Dios. ¿Quieres ver
resultados? Entonces ve a las disciplinas, pasa tiempo con Dios, que el
mismo Dios que le habló a él, te puede hablar a ti. Pero eso es más difícil,
demanda más de nosotros. Es más fácil vivir de visiones prestadas, que
buscar la tuya. Si dedicaras el mismo tiempo que pasas aprendiendo de otro
buscando la presencia y dirección de Dios, el mismo tiempo produciría
mejores resultados.
Si tomas tiempo para buscar a Dios, tendrás experiencias y deleites que te
bendecirán. Él te dará revelaciones, te enseñará cosas que tú necesitas saber,
te llevará a momentos de intenso deleite en su presencia, y además te guiará
en las operaciones de la vida diaria donde tu oirás de él; no hay vida mejor. Si
vives ocupado aun sirviendo al Señor como Marta, te estás perdiendo el
deleite que disfrutó María al estar en su presencia. Jesús declaró que ella
tomo la mejor parte. Es que Dios desea tener esa intimidad contigo, y tú
debes desearla también.
Esta disciplina va a requerir que te levantes más temprano en la mañana para
tomar tiempo en su presencia y que tomes tiempo a veces por las noches, que
a veces dejes de ver algún juego o una película; que separes algunos días,
para pasarlos a solas con Dios, requiere que a veces pases la noche en vigilia,
que ayunes por un día o por varios días. Requerirá que a veces te separes de
tus amistades, que dejes a un lado salidas y entretenimientos; son sacrificios
que por disciplinarte en cumplirlos entrarás en una dimensión más profunda
del Espíritu que revolucionará tu vida espiritual.
La riqueza que esta relación con Dios producirá en ti será tan maravillosa, te
bendecirá profundamente, serás feliz; pero, además, causará que seas de
mayor bendición a los que te rodean, a los que están bajo tu ministerio. Dios
te confiará una unción mayor en la que serás de beneficio espiritual a todos a
quienes ministres. Tú no tendrás que buscar ser usado por Dios. El producto
de tu caminar con Dios automáticamente será el que serás usado por Dios en
beneficio de los demás.
3. ¿Poder o poder?
¿A quién no le gusta tener poder? Parece ser algo innato en la mayoría de los
humanos. Poder para controlar nuestras circunstancias, poder para vencer la
carne, poder contra las huestes de Satanás, buenas razones para tener poder.
Pero por igual hay malas razones, como: para controlar a las personas en tu
medio ambiente, controlar o manipular a las personas bajo tu círculo de
influencia, esto puede ser bueno, pero puede ser malo también. Quieres que
las cosas siempre se hagan a tu manera. Esas son algunas de las formas en
que podemos ejercitar poder.
Dios ha prometido dar poder, a los que reciban al Espíritu Santo. Es un buen
poder. Poder para llevar un mensaje poderoso, para liberar a los cautivos y
opresionados por el poder del Diablo, poder para sanar a los enfermos, y para
traer esperanza a muchos que no la tienen. Que maravillosa oportunidad de
ser investidos de poder de lo alto a fin de lograr los propósitos del Dios
todopoderoso. Dios está dispuesto a compartir su maravilloso poder con
nosotros a fin de que como representantes de su reino podamos usar su poder
para lograr su propósito de salvar y bendecir a la humanidad perdida.
Este poder está a la disposición de todos los miembros del cuerpo de Cristo.
Dios no nos dejó débiles e incapacitados frente a un enemigo peligroso como
es Satanás. El vio la necesidad de compartir su poder para lograr que su
iglesia tuviera la capacidad de combatir y avanzar contra estos poderes
malignos. “Pero recibirán poder, cuando venga sobre ustedes el Espíritu
Santo y me serán testigos… hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8)
La oportunidad de tener y ejercer poder, es nuestro para el buen uso de
salvar, sanar, cuidar y bendecir a otros bajo nuestro ministerio. Lo que Dios
no desea es que ese poder sea abusado o mal usado. Cuando nos apropiamos
del poder y lo usamos para beneficio personal, esto es mal uso y abuso del
poder de Dios. Dios no desea esto, sin embargo, él no detiene a muchos que
enfatuados, o llenos de sí mismo, usan indebidamente el poder o la influencia
que tienen sobre otros.
Jesús es nuestro modelo de liderazgo y de cómo usar el poder de Dios.
Humanamente, no hay otro ejemplo más completo en demostración de poder,
que el que ejerció nuestro Señor Jesucristo. “En él habitó todo el poder y
plenitud de Dios Padre”. El vino a enseñarnos cómo manejar este poder para
la gloria de Dios, y en beneficio de la humanidad. El demostró poder sobre
las enfermedades, sobre la naturaleza y sobre los demonios. No hubo ni hay
un cuadro más completo en el uso de poder en la historia del mundo, que el
que exhibió nuestro Señor.
Nunca abusó, o mal usó el poder de su Padre y en sus palabras aprendemos
que, aunque él es Señor y Dios, no vino a ser servido, sino a servir. El no
vino a demostrar cuan poderoso era, sino para ejercer el poder de Dios a
favor de la humanidad perdida. Nunca golpeó a nadie, nunca insultó con
maldiciones a nadie, nunca trató de manipular a nadie, solo vino a hacer el
bien y a bendecir, a sanar, a liberar y a salvar lo que estaba perdido.
Capítulo 7
CUALIDADES DE UN LIDER ESPIRITUAL
1. El carácter del líder.

El líder espiritual necesita evaluar su carácter en conformidad con las


escrituras. No nos podemos comparar al mundo, o a líderes mundanos, ni nos
podemos comparar a otros líderes religiosos, aunque puede haber buenos
modelos que podemos imitar. Nuestro guía seguro y correcto es la palabra de
Dios. Mírate en el espejo de la palabra y verás más claramente como debes
ser, como te debes comportar, como debes vivir.

El carácter es la suma de los componentes de nuestra forma de ser, que


determina quien tú eres. Son las cualidades, virtudes y modales, que reflejan
tu forma de ser.

El diccionario Pequeño Larousse, lo define así: “Conjunto de cualidades que


condicionan la conducta de cada individuo humano.” especialmente
definida por la energía de la voluntad.

Mark Rutland, en su libro, “El Carácter Importa” (Character Matters) cita:


“La palabra carácter tiene su raíz en el latín, y significa gravar. Una vida,
como un bloque de granito es o grabada con cuidado, o golpeada con
abandono, y terminará siendo o una obra de arte o montón de escombros.”

La Biblia dicta las cualidades que Dios desea ver reflejada en el carácter de
sus hijos y en especial, de sus líderes. El carácter comienza siendo forjado en
la niñez, en el hogar y en la comunidad donde se cría. Ese carácter seguirá
siendo formado, reformado y en el lado espiritual, transformado por el poder
del Espíritu Santo, a través de su vida.

La crianza y la cultura nos habrán formado o deformado, como lo quieras ver,


pero no debe determinar cómo vamos a vivir. Podemos cambiar; y en el caso
de líderes cristianos, tenemos que cambiar a fin de ser los hombres y mujeres
de Dios que pueden ayudar a formar una nueva cultura espiritual en nuestra
gente, a fin de que ya no se parezcan al mundo y a su padre Satanás; como
audazmente declaró Jesús, sino que seamos transformados por el Espíritu en
la imagen de Cristo Jesús.

Debemos evitar las escusas y los atajos y dejarnos moldear por el martillo de
Dios hasta llegar a ser semejante a nuestro Señor. Hay un dicho que reza así:
“los molinos de Dios muelen lentamente, pero muelen delicadamente fino.”

Dios está interesado en el proceso, pero aún más en el resultado final. Dios
está más interesado en tu vida que en tu ministerio. Él está más pendiente a tu
progreso espiritual, que en tu bien material. Dios es persistente y seguirá
forjando en ti el carácter que él desea ver y que será de mayor beneficio a su
obra. Cuando aprendamos esto, el proceso no parecerá tan doloroso porque
sabemos que lo que Dios está haciendo es llevándonos a la madurez y a la
perfección.
2. La disciplina del Líder:
Dios desea ver progreso y madurez en nosotros, él hace su parte, pero hay
una parte que nos corresponde a nosotros y es lo que llamamos la disciplina.
Disciplina no es un castigo, más bien es el ejercicio al cual nosotros nos
entregamos a fin de establecer buenos hábitos y patrones de conducta y
trabajo, que nos conducirán al éxito.
Cuando una persona hace lo que desea hacer sin importar las consecuencias,
esos hechos se convierten en malos hábitos que traen daño a su vida y a su
trabajo y aun a su ministerio. Cuando no controlamos nuestro temperamento,
cuando no establecemos buenos patrones de trabajo, de descanso, de
alimentación y de ejercicios. Cuando en el lado espiritual no oramos, ni
meditamos, no leemos la palabra y no ayunamos. Cuando no tratamos con
respeto a los demás, cuando damos rienda suelta a nuestras emociones, a
nuestras palabras o actuamos con rudeza o dureza, esto es una demostración
de una vida carente de disciplina.
La disciplina muestra nuestra aptitud por mantenernos bajo control y en
buena disposición en todo tiempo, pero en especial, cuando todo nos va mal.
Muchos saben portarse bien en días buenos, cuando las cosas están bien; Pero
es en los momentos duros y difíciles de la vida que demostramos quienes en
verdad somos.
Es necesario ejercer disciplina, control, dominio propio en los días buenos,
para que cuando lleguen los difíciles, hagamos por hábito, aquello que hemos
estado ejercitando en los buenos.
La disciplina entonces es un ayo que viene a ayudarnos a ejercitarnos en
buenas costumbres y prácticas la cuales se demostrarán automáticamente en
los tiempos difíciles. Pablo dijo: “Golpeo mi cuerpo y lo pongo en
servidumbre, para que no sea que, habiendo ganado a otros, yo mismo venga
a ser descalificado”. [1Corintios 9:27] En otra traducción dice “disciplino mi
cuerpo.” La disciplina es entonces un acto voluntario, pero muy necesario,
que nos ayudará a ser hombres y mujeres del Espíritu.

3. La visión del líder:


Visión es la habilidad de ver las cosas de antemano para saber en qué
dirección ir. En lo espiritual es recibir una revelación de parte de Dios para su
misión. Un líder sin visión, es como un barco sin brújula, no sabe en qué
dirección va. La visión define la obra, la visión guía a un puerto seguro. Todo
líder que desea tener éxito debe tener una visión.
Como líder que eres, te suplico que te disciplines a buscar de Dios hasta que
recibas una visión clara. Cuando tengas tal revelación, sabrás como llegar y
que cosas debes hacer para llegar allí. Procura conocer, implementar y
comunicar la visión que Dios te dé.
Quizá Dios te ha estado hablando hace tiempo, dándote por gotas la visión.
Puede ser que no entiendas el plan completo ahora, pero sigue buscando y
preparándote, para que cuando llegue lo que Dios te está revelando, lo
entiendas y lo lleves a cabo según su sabia y perfecta voluntad.
Cuando recibas y entiendas la visión, tienes que tomar tiempo para
comunicarla claramente hasta que los otros que estarán a tu lado la entiendan
bien. Recuerda que a Dios le tomó meces o años en llevarte a entender la
visión, y eso que eres un líder inteligente. Ten paciencia con tu gente y espera
que les tome a lo menos el mismo tiempo o más en captar y adoptar la visión.
Si no somos pacientes, nos frustraremos pensando que están resistiendo la
visión, y no necesariamente es así. Enséñales pacientemente y no olvides lo
paciente que Dios fue contigo.
Cuando comencé el pastorado, yo deseaba ser un buen pastor, nada más: pero
Dios me habló de pastorear a pastores. Cuando llegué a ser presbítero, pensé
que había llegado, pero Dios me habló de algo más grande. Cuando llegué a
la superintendencia, se cumplió el cuadro completo de la visión que Dios me
había dado. Dios da la visión, y Dios la hace cumplir. Tu trabajo es
mantenerte en intimidad con Dios para que él pueda cumplir su propósito en
ti.
Ahora, llegar al cumplimiento de la posición es bueno, pero ahora viene el
tiempo en que tienes que mostrar la dirección de Dios en tu vida para lograr
cada día el plan y la voluntad de Dios en esta posición. Los títulos son buenos
pero lo importante es la misión.
4. El líder y el fruto del Espíritu. (Gálatas 5:27)
Tuve un maestro que cuando se refería a alguien que andaba en la carne,
decía que estaba en Gálatas cinco, haciendo referencia a los versos del 19 al
21. Aunque ese capítulo mencione esas obras de la carne, los versículos del
22 al 23 nos hablan del fruto del Espíritu. Este fruto hermoso debe ser notable
en la vida de todo creyente, pero aún más en los líderes espirituales.
Amor. La lista de frutos comienza con el amor. Te animo a que ames a otro
nivel, al de Jesús. Ama a los fieles, pero ama por igual a los malos y a los
difíciles de amar.
Ama donde otros no puedan amar y sin hacer acepción de personas. Recuerda
que son almas por quien Cristo murió y Dios está sumamente interesado en
ellos. Dios los ama tanto, que dio a su hijo por ellos, ámalos tú también; cual
sea su condición moral o social, esa es la voluntad de Dios.
Ama también a los hermanos en la fe a quienes Dios nos encomienda cuidar,
alimentar y desarrollar en cristianos maduros y fuertes, que puedan hacer su
voluntad. Estos son hijos de Dios, propiedad de Dios, ovejas de nuestro
Padre, debemos cuidarlas agradecidos por la oportunidad que Dios nos da de
ministrarles a ellos.
Todo fruto es importante, pero en 1Cor. 13:13 nos indica que los que
permanecerán hasta el fin son la fe, la esperanza y el mayor, y el más
importante de todos es el amor. Permitamos que lo que nos defina como
cristianos sea el amor.
Gozo: Dios desea que vivamos una vida llena de gozo en todo tiempo. Jesús
murió para salvarnos, sanarnos y darnos vida eterna, estas cosas deben
producir gozo en los que creen en él. El gozo no debe depender de nuestras
circunstancias, sino que en cualquier situación debemos mantener el gozo del
Señor. El mandato es: “Estén siempre gozosos.” (1Tesalonisenses 5:16) Nos
debe ser un gozo, no una carga, servir a Dios y a su pueblo.
Debemos servir con una actitud correcta que nos produzca el gozo del Señor.
Esto no significa que no vengan días difíciles, de tristeza, de dolor o de
sufrimiento. Esta es parte de nuestra vida, pero en medio de todo esto, no
perdemos ni disminuye en nosotros el gozo de la salvación.
Paz: En Lucas 2:14, el coro de ángeles declaró: “Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra paz…” La idea latente es que Jesucristo el hijo de Dios venía a
la tierra a traer paz a una pobre y abatida humanidad. Si Jesús vino a traer
paz, ¿Qué pasó? Una de las serias necesidades de la humanidad desde los
comienzos ha sido la paz. Conflictos personales, familiares y de la sociedad
han sido parte de la historia. Incontables millones han muerto a causa de ello.
Ha habido poca paz en la tierra desde Caín y Abel. Pero el anuncio fue que
vendría paz. No solo que el mundo no tiene paz, aunque la busca a gran
sacrificio. Aun en la iglesia que el Señor fundó se ha encontrado conflictos
entre hermanos que procuran la paz que Jesús vino a dar. ¿Vino Jesús a traer
paz o no? La respuesta es acertadamente sí. El vino a traer paz, pero no sin
condiciones. El que recibe a Jesús como salvador y Señor y se rinde a su
voluntad, tendrá como resultado la verdadera paz. Jesús lo declaró a sus
discípulos de esta manera: “Mi paz les dejo, ni paz les doy. No como el
mundo la da, yo la doy” Juan 14:27. Se lo dijo en su momento de mayor
dolor y tristeza. Él les brindó verdadera paz, no la paz temporera del mundo.

El hombre en búsqueda de paz ha empleado muchas artimañas y gastado


incontables millones, pero la verdadera paz no se negocia ni se compra. Se
obtiene mediante una relación íntima con Dios. Solo Él da la paz que el
mundo necesita y desea, pero que reúsa venir a Él para recibirla no la tiene.
Entonces, ¿Por qué muchos cristianos no tienen paz? Porque siguen sus
propios designios y formas de resolver sus asuntos conforme a la carne y esto
nunca producirá paz.
Entiendo que el que tiene a Cristo en su corazón y tiene vida eterna, tiene la
verdadera paz. Esto no quiere decir que no tendrá conflictos, ni pruebas, ni
dolor. Estas cosas son parte de nuestra dieta como seres humanos y Dios no
prometió eximirnos de ellos, él prometió estar con nosotros en todas estas
situaciones para ayudarnos a tener paz aun en medio de estas situaciones.
Para que tengamos paz en medio de la tormenta.
Hubo momentos durante mis mejores tiempos en la dirección de nuestra
organización que los problemas me agobiaron. Por unos días tuve luchas que
me afectaron, estaba triste y cargado y fui a compartir con un ministro amigo
más joven que yo, a quien yo le servía de consejero. Ahora el maestro iba al
discípulo a tomar aliento. Tanto me fue una lección de humildad de ir a otro
menor que yo, que pude confiar en él; como le fue de aprendizaje a este
ministro joven el alentar a otro mayor que él. En la escuela de Dios, esta fue
una experiencia de preparación para él, en quien Dios quería depositar un
ministerio mayor.
Mientras que reconozco que saber que ser salvo por una eternidad nos da
cierta paz y seguridad que Jesús nos vino a dar, encontramos paz adicional en
las palabras de aliento de otro ministro, de un amigo, o a quien Dios quiera
usar.
Tenemos que descubrir que todos tenemos momentos que querrán robarnos la
paz, pero Dios tiene la forma, si nosotros tenemos la fe y la confianza de
cómo recobrar la paz en estos momentos cruciales. La paz interna siempre la
tendremos, mientras Jesús sea el rey de nuestra vida; pero la paz externa
también es nuestra si permitimos que Dios nos ministre personalmente o a
través de un amigo, para restaurar esa paz externa. En fin, tenemos, si
creemos, paz total y verdadera como solo Cristo Jesús la puede dar.
Paciencia: Debemos soportar con paciencia a todos. A los fáciles y buenos, y
a los que cometen errores o son más fuertes de carácter. Recuerda que tú
también estas rodeado de debilidades (Hebreos 5:2) todos cometemos errores.
Se paciente con otros, para que sean paciente contigo. Paciencia es soportar
con ecuanimidad aquello que pudiera causarnos enojo o disgusto que nos
lleve al rechazo del instigador. Algunos dicen: “Señor dame paciencia y
rápido, la necesito ahora”; pero eso no funciona así. Se toma tiempo en
desarrollar, pero es el fruto de una determinación en hacer lo que Dios pide
de nosotros. En Lucas 21:19 dice: “Con su paciencia ganarán sus almas”.
También debemos soportar a los difíciles cuyas acciones causan daño a
nosotros y a otros. Son débiles y necesitan corrección con amor y paciencia.
El propósito nuestro como líderes no es salir de ellos, sino ayudarlos a
reconocer sus debilidades y rendirse al Señor a fin de que puedan cambiar y
ser útiles. Todos tienen la posibilidad de cambiar, pero necesitan ayuda y ese
es nuestro trabajo, nuestro ministerio.
Benignidad: Hacer lo bueno, lo correcto, siempre. Sale de adentro, del buen
tesoro de tu corazón. No es fingido, sino un deseo sincero del corazón que te
motiva a hacer lo que haces bien, lo mejor para Dios y para otros. El corazón
bueno se complace en darle la gloria a Dios. Lo opuesto a benigno es
maligno, y eso no debe verse en un líder, en un obrero del Señor. Debemos
parecernos a nuestro Padre y no al otro padre.
Bondad: Ser generoso para brindar ayuda al que pida de ti ya sea en finanzas
o en servicio, es rendir ayuda al necesitado, al pobre, a las viudas y a los
huérfanos. Debemos ser generosos con los de la familia de la fe, pero
también, cuando posible, con los de afuera. Así mostramos el amor de Dios, a
través de nuestra generosidad.
Parte de nuestra generosidad es diezmar; esto es dar el diez por ciento de tus
entradas que le pertenecen a Dios, con gozo. Tu bondad se muestra en tus
ofrendas también, que son tu donación voluntaria, aparte de tus diezmos para
la obra del Señor. Debemos además dar también a misiones, que es tu ofrenda
voluntaria para ayudar a aquellos que van a otros lugares aun a otros países
para dejarles saber acerca de Cristo Jesús. Es nuestro deber orar por ellos y
además apoyarlos financieramente.
Fe: La fe es necesaria para agradar a Dios. Es a través de la fe es que
recibimos lo que necesitamos de parte de Dios. Como líderes debemos ser
ejemplos de la fe. Honramos a Dios cuando creemos a pesar de que no vemos
lo que deseamos o necesitamos; seguimos confesando por fe que lo tenemos.
No dudamos, ni nos enojamos, sino que esperamos pacientemente en Dios.
Debemos creer aun cuando otros nieguen la fe, y cuando las circunstancias
sean contrarias. No andamos por vista, sino por fe. No es fe en fe, ni fe en
mis habilidades o las habilidades de otros. No es fe en un sistema o en una
religión; es fe en un Dios todopoderoso para quien todas las cosas son
posibles. Modela una vida de fe para que seas bendecido y a la vez beneficies
a otros.
Mansedumbre: Tener una actitud pasiva en circunstancias difíciles. No se
ofende por ser rechazado, no ofende cuando es ofendido o no es apreciado.
No explota a los demás para su propia conveniencia, ni hiere aun cuando es
herido. Con calma responde a todos en toda situación. Moisés es un buen
modelo de mansedumbre, él sirvió a su pueblo mansamente, aun cuando
varias veces quisieron apedrearlo. No lo tomó personal, sino que aun discutió
con Dios a favor de ellos, los defendió cuando no lo merecían.
Jesús dijo “Aprendan de mí que soy manso y humilde… y hallarán descanso
para sus almas” (Mateo11:29). Su mansedumbre consistía en que, siendo
Dios, siendo el maestro (y el creador) actuó como siervo de sus discípulos a
de los demás. Sirvió con gozo y dio su todo por la humanidad. Ese es nuestro
ejemplo de mansedumbre.
Templanza: Un balance de carácter, donde estamos moderadamente
controlados en todas las áreas de la vida. Una guitarra tiene seis cuerdas y
cada una tiene un sonido definido pero distinto. Cuando cada cuerda está en
su temple, y se logra una harmonía melodiosa, entonces el instrumento está
afinado o templado. Cuando esta desafinado, suena discordante y feo. La
Biblia habla de nueve cuerdas o demostraciones del fruto del Espíritu. Es
cuando todas las cuerdas o frutos están en balance y harmonía, que tenemos
templanza.
Es el balance del conjunto total de lo que se requiere de nosotros. Jesús dijo:
“Separados de mí, nada pueden hacer” (Juan 15:5). Así que necesitamos la
ayuda del Espíritu Santo para actuar debidamente, y para tener templanza en
la vida espiritual. No dejes de esforzarte, pero no trates de hacerlo solo sin la
ayuda del Espíritu Santo.
Capítulo 8
REGLAS PARA EL LIDERAZGO
1. El Temperamento del Líder

Temperamento: Cómo tú eres y cómo respondes en las diferentes


circunstancias o situaciones demuestra tu temperamento; es cómo
accionamos o reaccionamos a las situaciones. Una parte de nuestro
temperamento es heredado de nuestros antepasados, en parte eres forjado por
la forma en que te criaron, el medioambiente en que nos criamos contribuye;
pero hay ciertas características que son innatas en nosotros y determinan
nuestro temperamento.
Tim Lahaye escribió el libro “El temperamento Controlado por el Espíritu”
[Por Tyndale Publishers] Es un excelente libro que todo líder y obrero del
Señor debe leer. En él explica los temperamentos divididos en cuatro
categorías. Cada persona se inclina más a uno de estos temperamentos,
aunque tenemos rasgos de cada uno de ellos, pero uno de los temperamentos
domina. Dos variantes que vemos en los temperamentos son: los
temperamentos extro-vertidos, que se abren a otros con facilidad, son
expresivos; y los introvertidos, que son más encerrados en sí mismo y no se
sienten libres en público. También en esto hay una mezcla variada según
personajes y situaciones.
El sanguíneo – (Extrovertido) Este es el personaje alegre que hace fiesta
siempre, y es el que alegra la fiesta para otros. Es amigable, habla con
facilidad con cualquier persona, aunque sea desconocida, vive al momento y
toma decisiones a la ligera. Puede ser impulsivo, actuando más ligero de lo
que piensa. Puede estallar de repente y hablar fuerte, reprender o criticar a
otros, pero pronto le pasa y queda arrepentido. Es demostrativo en su
temperamento, ríe y llora fácilmente, no esconde sus sentimientos, es muy
expresivo. En la biblia, Pedro es un buen ejemplo de un carácter sanguíneo.
El colérico – (extrovertido) Es una persona más seria y de carácter fuerte. Es
excelente trabajador, da de su todo, pero se enoja si otros no contribuyen
igual que él. Es exigente, quiere ver producción. No son muy compasivos
especial-mente con los débiles. No se enojan tan rápido como un sanguíneo,
pero su enojo tiende a durar. No perdona fácilmente. El rey Saúl y Pablo
fueron buenos ejemplos de este temperamento. Uno fue dominado por su
temperamento, pero el otro lo crucificó y lo dominó.
El melancólico – (introvertido) Estos tienden a ser los artistas del grupo.
Tienen talentos y habilidades especiales, pero a veces no desean exhibir sus
talentos, hay que motivarlos o insistirles. Tienden a ser quejosos de que se
depende mucho de ellos o que tienen que dar más que los demás, son
emocionales, lloran fácilmente. Jeremías es el ejemplo que viene a la mente.
Flemático– (Introvertido) Este temperamento tiende a ser plácido y tranquilo,
a veces vago, tienen talentos y los usan, pero no quieren dar su todo, quieren
descansar y recrearse. Tienden a resolver problemas con otros, son
pacificadores. Prefieren seguir que dirigir, son fieles a sus líderes, prefieren
dar de su tiempo que ser vistos. Pero cuando están al frente, crean una
impresión favorable. Tienden a ser pacientes con otros. Bernabé y Andrés
parecen ser un buen ejemplo.

El asunto de los temperamentos es conocer cuál es el tuyo; conocer las


fuerzas y las debilidades a fin de producir los cambios necesarios en el
temperamento a fin de ser un mejor líder y o un mejor cristiano. Que tu
reconozcas cuál es tu temperamento, no te excusa para no cambiar, sino que
te da la oportunidad de conocerte a fin de lograr los cambios necesarios con
la ayuda del Espíritu Santo.
2. Amistad.
El líder, el obrero cristiano y en fin todo cristiano, debe ser una persona
amigable. En Proverbios 18:24 nos dice que, para ser amigo, hay que
mostrarse amigo. Debemos esforzarnos a crear amistades que nos den la
oportunidad de ministrar a otros, y a la vez, nos puedan ministrar a nosotros.
Debemos crear amistades en el círculo ministerial. Amigos con quienes
podamos tener confianza y compartir ideas, buscar consejo y quienes nos
puedan alentar en momentos difíciles en la vida.
Carecer de amigos implica desconfianza de otros, temor a abrirnos a otros y
aun puede implicar un sentir de superioridad a los demás. Ningunas de estas
cosas son buenas y la soledad puede ser algo triste y agobiante. Todos
necesitamos un amigo de vez en cuando. Alguien en quien confiar, un oído
presto para oírnos y una palabra de aliento o consejo que nos ayude. Todos
necesitamos esto.
Desarrolle amistades, cultívelas, tome tiempo para compartir con amigos y
usted será beneficiado, pero tendrá la oportunidad de ser de beneficio a otros
también. Aprenderá a atender a las necesidades de otros, podrá animar y
fortalecer a un amigo en su momento de necesidad, y el resultado final es que
cuando yo beneficio a otros con mi amistad, yo me siento mejor y soy
beneficiado también. Aquí también aplica las palabras de Jesús que “Mas
bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). Es linda la amistad y
algo de ser valorado por todo líder en la obra del Señor.
La amistad debe ser una calle de dos vías, donde doy y recibo, recibo y doy.
Amistades de una sola vía, terminan en poco tiempo y pueden terminar mal.
El amigo, además, y de mucha importancia, debe ser una persona de mucha
confianza. Romper confianza con amigos es ser un mal amigo. Hay que
guardar secretos, no se debe divulgar aquellas cosas dichas en confidencia a
menos que se ponga en peligro la vida de otros o la del amigo. Sea un amigo
de confianza.
Cuando se enoje con su amigo, no lo traicione. Respete la confidencia que un
día se depositó en usted. Esto es demostración de un carácter estable que
mantiene su reputación de integridad. Es mucho el daño que se hace cuando
uno divulga el secreto y demuestra así su inmadurez. Esto habla muy mal de
uno como líder confiable, ha quebrado el voto de confidencia que debe tomar
todo obrero del Señor.
Un buen amigo es fiel siempre y guarda las espaldas de sus amigos, los
defiende aun cuando no están presentes, porque es su amigo. Un amigo
defiende a su amigo aun cuando no esté de acuerdo con él. Puede diferir de
opinión, pero defiende el derecho del amigo en tener su propia opinión. La
amistad bien cultivada embellece y hay pocas cosas en esta vida que den un
sentir de satisfacción como el encuentro de dos amigos. Trae alegría al
corazón y aliento al necesitado. Seamos amigos, o aún mejor, seamos buenos
y fieles amigos.
3. El líder debe ser una persona que se relacione bien con la gente.
El ministro aún más todavía. Nuestro llamado es básicamente a atender gente.
La administración, preparación de actividades, construcciones y reparaciones
todas son necesarias porque es para la gente. Si no hubiera gente, no hubiera
ministerio, ni hubiera necesidad de líderes. Todo lo que nosotros hacemos
tiene que ver con gente. Ellos deben ser nuestro enfoque.
He conocido obreros y líderes que desean trabajar, son muy dedicados al
trabajo, pero no desean tener nada que ver con gente. Se les olvida que
fuimos llamados para atender a la gente, aunque entiendo que gente también
son nuestro problema. Hay gente contraria, difícil de dirigir, pero ese es
nuestro reto. Lidiar con gente fácil, cualquiera lo hace. Pero lidiar con los
difíciles es donde demostramos nuestra verdadera habilidad, nuestra destreza
de dirigir.
Abraham Lincoln fue presidente de los Estados Unidos en un tiempo crítico
de división en el país que podía haber fracturado la nación en varios pedazos.
Hoy hubiera dos o tres naciones hoy en vez de una. Una cosa que él practicó
durante este tiempo crítico, fue “dirigir mientras caminaba” Una frase que el
utilizó para explicar su estilo de liderato. El caminaba entre sus líderes y entre
la gente para oír los sentimientos de ellos y para poder compartir sus ideales
con ellos. Pasó tiempo con la gente y se ganó el corazón y la confianza de
ellos. Fue el presidente de la gente.
No te niegues a estar entre tu gente. Dale tu tiempo, tu servicio, tu amistad, tu
confianza; porque el verdadero líder representa a Dios entre la gente y está
dispuesto a estar entre la gente a fin de servirles mejor. Es una persona de
gente.
Un amigo pastor de mucho éxito, tuvo una caída y salió de su ministerio.
Después de restaurado me dijo “Se me olvido que el ministerio es la gente.
Gente es más importante que cosas y ministerio es más importante que
programas. Mantén tu vista en lo que es importante. Dios está interesado en
la gente. Cuando el regrese no se llevará edificios ni programas ni libros ni
videos ni grabaciones. ¡Solo se llevará gente!
4. El dominio propio.
Es la habilidad de poner el cuerpo, la mente y las emociones bajo el dominio
del Espíritu, a fin de que Dios gobierne en nuestras vidas. Para lograr este
control necesitamos ejercer las disciplinas cristianas.
El apóstol Pablo lo indicó de esta manera; “Antes, hiero mi cuerpo y lo pongo
bajo servidumbre” 1 Corintios 9:27. Ese es un buen modelo para nosotros.
Crear una disciplina espiritual donde niego los apetitos de la carne y ejerzo
un comportamiento agradable a Dios.
Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome
su cruz y sígame cada día” (Lucas 9:23) No es el camino fácil de la
comodidad, ni el de los cobardes que temen oposición. Ni es el del egoísmo
personal, donde el yo predomina. Es un rendimiento total a la forma
entregada y sacrificada que Dios desea que vivamos.
El verdadero líder espiritual reconoce que está sujeto de por vida a su Rey y
Señor. La carne no le gusta siempre operar a este nivel y luchamos con
muchas tentaciones. Jesús le dijo a Pedro: “El diablo te ha pedido para
sacudirte como al trigo; Pero yo he rogado al Padre por ti, que tu fe no
falte” (Lucas 22:31)
Para vivir a este nivel con la cantidad de luchas tentaciones y pruebas que nos
vienen, se requiere una cantidad de dominio propio. Jesús dijo: “el espíritu
quiere, pero la carne no está dispuesta”, (Mateo 26:41) Yo creo que a ti
como a mí, la carne no siempre está dispuesta a buscar a Dios, a orar y menos
ayunar, pasar tiempo en la palabra, pero eso es exactamente lo que nos lleva a
la victoria.
El dominio propio es cuando yo no permito que la carne controle mis deseos
y mis emociones, y me propongo a negarme a mí mismo a fin de ser como
Cristo mi Señor. Crucifico la carne con sus pasiones y deseos a fin de vivir
conforme a su voluntad. Esto requiere disciplina y una ética de trabajo.
Cuando un atleta quiere superar y ser el mejor en su deporte o categoría,
requiere que se someta a una disciplina de ejercicios, de alimentación, a una
dieta rígida y un buen uso de su tiempo. Es igual, pero más importante para el
líder cristiano. Necesita comer bien, ejercitarse en la oración el ayuno y la
palabra, una dieta balanceada, a fin de estar en una condición física-espiritual,
que le permita dominar sus apetitos y deseos carnales a fin de vivir la vida
abundante en el Espíritu.
Esto no es fácil, pero el que desee tener éxito sabe que no tiene opciones,
tiene que negarse a sí mismo, tomar la cruz, y seguirle cada día; no hay
atajos, ni anestesia, solo una entrega total a su voluntad. Desarrolla en ti la
capacidad de resistir lo fácil y lo conveniente al gusto. Desarrolla la
capacidad de decir no al mundo y a la carne y de hacer lo que sea que Dios
pida de ti. No escusas, como dicen en inglés, “Just Do it”
El sistema de vida americano te dicta que busques lo fácil y lo conveniente,
que pienses en ti; pero Jesús dice, toma tu cruz y sígueme. Un Himno antiguo
dice:

Yo te seguiré en el huerto
Por la vía dolorosa
Y con mi alma tan gozosa
Sufriré contigo mi Jesús.
Seguiré do tú me guíes,
Seguiré do tú me guíes
Salvador seguirte quiero
Donde quiera fiel te seguiré.
5. Responsabilidad:
La palabra de Dios nos muestra lo que Dios quiere ver en nosotros y las
demandas que él tiene. También nos revela que Dios está más que dispuesto a
ayudarnos a desarrollar los talentos que él ha depositado en nosotros. Su
Espíritu Santo nos fue dado con ese fin de ser nuestro maestro, nuestro
consejero, nuestra ayuda. Jesús nos dijo claramente que, sin él, nada podemos
hacer. Es bueno reconocer nuestra total dependencia de Dios para la vida y
aún más para el ministerio.
Con todo esto, no nos absuelve de nuestra responsabilidad, que se toma
nuestra entrega, dedicación para lograr los propósitos de Dios. Dios puede
hacer todo, menos obligarte. Es tu lugar tomar responsabilidad por tus
decisiones. Se toma tu decisión para obedecer a Dios. Es tu decisión si deseas
desobedecer.
Tenemos que aceptar responsabilidad por nuestras decisiones y acciones. A
algunos les gusta excusarse según sus flaquezas o debilidades; a otros les
gusta repartir culpa, pero como obrero maduro, pero cuando Dios nos juzgue
en aquel día, nos llamará a cuenta por nuestras decisiones. Seremos,
queramos o no, responsables de responder por nosotros mismos.
El sentir responsabilidad por mis decisiones y acciones me podrá llevar a un
punto de mayor entrega, esfuerzo y aun sacrificio a fin de agradar a aquel que
me pedirá cuentas en aquel día.
6. Aprendizaje de por vida.
David dijo: “Joven fui y he envejecido…” Todos nos ponemos más viejos
cada día, el reloj no detiene su marcha por nada ni nadie. Así que toda la vida
es una ocasión para aprender. Aprendizaje es algo que debe seguirnos por
vida. Lo pongo de esta manera; El que deja de aprender, deja de crecer, y el
que deja de crecer, comienza a morir.
Todas las experiencias que Dios te permite vivir tienen un propósito, y nos
incumbe aprender cual sea ese propósito. Si Dios hace algo, debo aprender
porqué. Si fue Satanás, o que Dios lo permitió, por igual debo aprender. De
las pruebas es que podemos sacar las mejores ilustraciones para nuestros
sermones y enseñanzas. Tus experiencias enriquecen tus enseñanzas y
aplican más adecuadamente la palabra de Dios a los oyentes.
Ya no es algo que tu aprendiste en un libro, ni en un salón de clase; fue una
lección que además de estos recursos, te lo enseñó la vida. Nada ayuda mejor
a un discípulo, que saber que lo que le enseñas viene de experiencias vividas,
ya sea de tus errores como de tus éxitos. Con ellas les puede mejor aplicar las
verdades reveladas. Es un tesoro incomparable. No menosprecies tus
experiencias, sino más bien utilízalas para tu madurez, que en torno enseñará
mejor a otros. No menosprecies la oportunidad de aprender toda tu vida.
En muchas ocasiones he expuesto mis pruebas y dolores, aun mis fracasos,
como ocasiones de bendecir a otros. No es siempre fácil ni agradable hablar
de mis luchas o derrotas, pero si he aprendido de ellas, entonces otros
aprenderán de ellas también. Siendo que todos pasamos por las mismas
luchas y tentaciones, nunca careceremos de experiencias que podamos
utilizar, pero solo las podemos usar si hemos aprendido de ellas.
7. Entrenamiento de por vida:
Aprende entonces a levantarte temprano y desarrollar la disciplina de buscar
el rostro de Dios en oración. Si no te levantas temprano y separas un tiempo
de oración, lo más probable es que no vas a orar. Si dependes de un rato que
encuentres en el día, lo más probable no lo hallarás. Si piensas hacerlo en la
tarde, siempre estarás más ocupado de lo que pensabas; y por la noche ya
estás muy cansado para orar efectivamente.
No hay mejor tiempo que la madrugada, cuando hay silencio en la casa, la
TV está apagada y el teléfono no suena. Como ya dormiste algo, estás
refrescado y descansado y es el mejor tiempo del día para pasar en la
presencia de Dios. Habrá otros momentos que aparezcan aquí y allá, y es
bueno desarrollar la disciplina de usar esos momentos para oración adicional,
o para estudio bíblico
Nunca dependas de tus notas de instituto o colegio para tus mensajes, ni
dependas de mensajes de meces o años atrás para la predicación. Aunque no
es malo rehusar y aun desarrollar mensajes ya predicados, debes mejorarlos y
reformarlos para aplicar al grupo presente. Con todo debe asegurarse que esté
dando pan fresco y no pan viejo y recalentado.
8. Confiabilidad:
Esta es una actitud importante; hágase responsable de sus acciones, por sus
palabras y hechos. No distribuya culpabilidad a otros. Esto es una señal de
debilidad y de falta de ética. Hágase responsable y sea íntegro. Los que echan
culpa tienden a perder credibilidad y dejan un mal sabor en otros. Es de un
cristiano ser responsable y admitir sus errores o faltas. Tendemos a aceptar y
respetar a uno que admite sus faltas o errores y no hecha la culpabilidad a
otros.
Si hizo algo y le salió mal, admítalo, asuma responsabilidad. Si dejó de hacer
algo que era de importancia, se le olvidó o no pudo, no eche culpas a otro, sea
í ntegro y asuma responsabilidad. Si la gente esperaba algo de ti y no se hizo
y o salió mal, haga como el presidente Eisenhower dijo “The buck stops
here” “El disco para aquí” Él no permitiría que otro pagara por un error de su
administración. Aunque el error no fue de él directamente, por ser un error de
uno en su administración, el asumió la responsabilidad. El asunto para aquí,
punto.
Capítulo 9
LAS DISCIPLINAS ESPIRITUALES DEL LIDER

1. Vida de devoción
Todo cristiano está llamado a disfrutar de una vida de intimidad con Dios. No
solo que es nuestro mayor privilegio, sino que cuando se lleva debidamente,
es nuestra mayor fuente de gozo, de unción y poder. Nada se compara en la
vida a una comunión íntima y profunda con Dios.
Para Dios esta relación es de suma importancia, y no solo la pide de nosotros,
sino que la exige. Él pone intimidad con él al nivel de una relación íntima
entre marido y esposa. La biblia con frecuencia se refiere a esta relación
íntima como el conocerse el uno al otro. Como ejemplo, Adán conoció a su
mujer Eva y tuvo hijos. Abraham conoció a Sara, Isaac conoció a Rebecca.
José se casó con María, pero no la conoció hasta después que nació Jesús.
Este acto de conocer es el hermoso privilegio que Dios le da al hombre y la
mujer propiamente casados, para que disfruten una intimidad que fortalezca y
embellezca la relación. El gozo que produce este tipo de relación, tristemente
no la conocen todas las parejas porque muchos, aunque tienen relaciones, no
llegan a un punto de intimidad como Dios propuso.
Tristemente, muchos ministros y líderes que trabajan para Dios, no conocen
esta intimidad. Dios no está interesado tanto en que trabajes para él, como
que tengas intimidad con él. Más que tu trabajo, él te desea a ti. A nosotros
por igual nos debe interesar más que todo tener intimidad con Dios. Es más
que un llamado o un ministerio. Una relación íntima y profunda con Dios
enriquece todo lo demás que hacemos, y a todos a quien ministremos.
Marta, cargada y afanada quería servirle a Jesús una cena y deseaba la ayuda
de su hermana María, pero Jesús indicó que lo que María había escogido era
algo mejor, ella buscaba una intimidad personal con él, lo cual no le sería
quitada. Lo mismo desea Dios de nosotros. Queremos servir a Jesús y eso es
bueno, pero Jesús prefiere que le sirvamos basado en una intimidad primero.
2. El líder y la Oración
Nada puede reforzar la intimidad con Dios como la oración. Debemos amar y
disfrutar de la oración. Si no puedes disfrutarla, de todas formas, ora. Puedes
llegar a un momento de disfrutar la relación con Dios, pero la vida de oración
es crucial, indispensable, para el crecimiento del creyente y aún más, del
obrero del Señor.
El pastor Larry Lea enseñó que la oración debe tener las tres D’s: La oración
pasa del Deseo, todos tenemos el deseo de orar, todos sabemos que
necesitamos orar, pero tenemos que llegar a la Disciplina de orar porque
necesito orar, porque necesito a Dios, necesitamos tener una relación personal
con Dios que nos llevará al Deleite. La oración se pone buena y deseable
cuando es un deleite hablar con Dios y estar en su presencia. Como dice el
himno “El encanto que hallo en Él allí, con nadie tener podré”.
Admito que no todos los días queremos orar, la carne no siempre quiere
cooperar con el programa espiritual, pero el cristiano maduro procura crear el
hábito, la disciplina, de orar. Dios no necesita que yo ore, pero lo desea.
Nosotros si necesitamos orar, pero es mejor cuando lo deseamos.
La oración es nuestra forma de buscar la ayuda de Dios, es nuestra forma de
presentarle nuestras necesidades y peticiones al Señor y las de otros. Además,
es nuestra manera de hacer guerra espiritual. Tenemos un enemigo cruel y
feroz, y no podemos luchar solos. Este es un enemigo muy astuto y poderoso,
no podemos luchar contra tal enemigo que ni siquiera podemos ver. Dios, no
obstante, es más que poderoso; él es “Todo poderoso” y con su ayuda, no hay
enemigo que no podamos vencer.
Dios quiere, según el Salmo 103, “perdonar nuestros pecados, sanar
nuestras dolencias (y enfermedades), rescatar del hoyo nuestras vidas,
coronarnos de su favor y de su misericordia y saciar de bien nuestra boca
(con su unción y su palabra) a fin de rejuvenecernos”. La oración abre las
puertas para que todo esto suceda. La oración es la clave del éxito para todo
lo que emprendas en la vida. Tú y Dios juntos pueden lograr todo.
Por amor a tu familia, ora; por amor a la iglesia, ora, por amor a las almas,
ora. Por amor a ti mismo ora. ¡Por amor a Dios, ORA! Ora sin cesar, ora con
fe, ora con urgencia, con necesidad. Ora con insistencia, ora con
determinación, ora con desesperación, pero ora.
Un pensamiento que leí un tiempo atrás decía; “La oración es como un rio en
cuya ribera muchos se mueren de sed, mientras otros se arrodillan y beben.”
Sé tú uno de esos que beben de ese puro y refrescante manantial.
3. El líder y la palabra
La palabra de Dios es nuestro guía de por vida. Ella contiene una carta de
Dios a nosotros llena de instrucciones e información práctica que nos ayude
en todas las áreas de la vida. Nos conviene tener este guía a la mano siempre,
para conocer la mente y el corazón de Dios; además conocer cuál sea la
voluntad de Dios para nuestras vidas.
No hay otro libro que se compare en riqueza literaria, histórica y sobre todo
espiritual, que la palabra de Dios. El ministro, pastor, evangelista, líder u
obrero del Señor, haría bien en emprender un viaje de por vida, estudiando y
escudriñando las sagradas escrituras. Ningún libro o escrito puede
compararse, ni siquiera pararse al lado de este tomo sagrado.
En los tiempos de devoción, sea temprano en la mañana o cuando le sea más
práctico; las dos cosas que conviene practicar es la oración, y la lectura de la
palabra. Deben ir juntas en tu disciplina diaria. Son como las dos alas de un
avión, para volar, necesita las dos.
Mi suegra, quien era una mujer de Dios, me preguntó en cierta ocasión
cuánto tiempo yo dedicaba a la oración; después de indicarle me pregunto “Y
¿cuánto tiempo pasas escuchando la voz de Dios?” Le dije que no entendía su
pregunta. Ella me dijo que la oración tiene dos partes, la primera es hablar a
Dios y la segunda es escuchar a Dios, si no, no ha habido una comunicación
completa. Me sonó lógico, pero ¿cómo uno escucha a Dios? Pues, orando,
meditando y pasando tiempo en la palabra de Dios.
Dios habla en tantas maneras que nunca está falto de recursos para comunicar
verdades al que tenga el oído presto para oír, pero la forma número uno de
hablarnos es a través de su palabra. Aquí, como en la oración, hay que crear
la disciplina a fin de llegar al deleite de pasar tiempo precioso en la palabra
de Dios.
Le animo a que lea la Biblia de principio a fin, como una dieta diaria de
alimentación. Necesitamos preparar estudios y bosquejos, pero primero que
todo necesitamos leer la palabra para oír lo que Dios quiere hablarnos a
nosotros. Los profesores de universidades indican que, si una persona ha
leído un libro seis o siete veces, puede ser considerado una autoridad en esa
materia. ¿Eres una autoridad en la palabra?
Hay quienes en el mundo leen sus manuales y literaturas concernientes a su
profesión a fin de conocerla bien. Hay otros, como me indicó un amigo, que
leyó una trilogía de ficción, que es una obra enorme, y la ha leído seis veces.
Increíble. Así que ¿podemos considerarlo una autoridad en esa obra? Piense
ahora que nosotros tenemos el trabajo de alcanzar almas para la vida eterna.
Rescatarlas de las garras del Diablo, de la boca del infierno, ¿cuánto más
deberíamos tratar de ser una autoridad en la materia bíblica?
¿Cuánto tiempo pasas en la lectura? ¿Cuántas veces has leído la palabra?
¿Cuánto tiempo pasas escudriñando la palabra y la mente de Dios a fin de
saber cómo exponer la verdad bíblica, ya sea a uno, como Felipe al etíope, o
a miles, como Pedro en pentecostés? Escudriñar las escrituras es nuestra
preparación para que el Espíritu Santo tenga qué recordarnos cuando llegue el
momento apropiado.
4. La disciplina del Líder
El ejercicio de estas prácticas cristianas, es lo que llamamos ‘las disciplinas.’
Si creas una disciplina en los hábitos y practicas cristianas, serás un mejor
líder y un buen modelo para otros. No es algo de algunos días en semana, o
de momentos especiales; sino que debe ser una práctica de por vida. Tu vida
debe ser una disciplina constante, donde el Espíritu te puede guiar a toda
buena obra cuando te necesite. No es fácil, pero es lo mejor.
Pablo dijo en 1 Corintios 9:26: “Así que, yo de esta manera corro, no como a
la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que
golpeo (disciplino) mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que,
habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.”
No procuro mostrarte un camino fácil, más bien te animo hacia el sacrificio
continuo a una vida de entrega y abnegación total; una vida de disciplinas y
sacrificios que harán de ti una persona mejor y útil para ser usada por Dios.
Una vida que no pierde sus valores ni su enfoque, dispuesta a pagar el precio
para lograr los propósitos de Dios.

EL LIDER EN EL ANTIGUO TESTAMENTO


Moisés: El líder más reconocido y estimado en el antiguo testamento, fue el
vaso que Dios escogió para liberar a su pueblo después de 400 años de
esclavitud en Egipto. Tuvo la tarea inimaginable de conducir a un pueblo de
aproximadamente dos millones de Israelitas a través de un desierto, sin
alimentación ni agua potable, ni armas, ni provisiones adecuadas. Moisés no
tenía un mapa, ni un plan o estrategia para llevar a cabo esta increíble tarea.
Parecería una locura intentar siquiera una acción tan absurda. Moisés no sabía
nada de hacia dónde iba ni cómo llegar, ni cómo alimentar a los que llevaba.
No sabía nada de nube de día o columna de fuego de noche, no sabía de maná
del cielo, ni de roca con agua en el desierto; Pero conocía al que sabe todo
esto.
Si Dios no te ha llamado, ni aun con el mejor plan o preparación debes ir.
Pero Si Dios te llamó, aunque parezca que nada tienes, ve, porque Dios todo
lo sabe y tiene todos los recursos necesarios. Si Dios te envía, no tienes
opción que obedecer e ir. Ve confiando que “fiel es el que te llama, el cual
también lo hará” (1Tesalonisenses 5:24)
Moisés, a regañadientes obedeció, pero tuvo el privilegio de ver exhibidos
algunos de los milagros y fenómenos más formidables que jamás se han
visto. La obediencia tiene sus beneficios. Moisés, por así decirlo, se negó a sí
mismo y siguió a Dios cada día, por los próximos cuarenta años.
Cuando era un graduado de la universidad de Egipto, respetado líder militar,
hijo de la famosa hija de Faraón, quiso liberar a su pueblo por sus propios
esfuerzos y fracasó, tuvo que salir huyendo al desierto como un prófugo. Allí
en el desierto, Dios se tomó su tiempo, otros cuarenta años, para moler y
moldear al hombre que él iba a usar.
Después de cuarenta años en un lugar solitario, detrás de ovejas; cuando ya se
le había perdido todo lo aprendido en Egipto, entonces Dios lo llama. Moisés
entiende que ya a los ochenta años, y después de cuarenta años en el desierto,
no está capacitado para hacer nada. Es entonces que Dios lo llama; y aunque
Moisés le presenta toda suerte de excusas, Dios declara que él es el escogido
para liberar a su pueblo.
¿No sucede así a veces con nosotros? Cuando creemos que podemos, no nos
dan la oportunidad, pero después de algunos tropiezos o luchas sin fruto,
entonces Dios se le ocurre llamarnos. Parece que no hace sentido, pero Dios
quiere que cuando salgamos a hacer su voluntad, no vallamos llenos de auto
confianza, lo cual puede ser peligroso. Él prefiere que vayamos en la pena
confianza que sin su ayuda nada podemos hacer.
Es cuando depositamos nuestra confianza en un Dios todopoderoso que todo
lo sabe, que podemos marchar confiados en su dirección, su ayuda y su
fuerza. Aprendamos esta valiosa lección de Moisés. Dios siempre sabe lo que
es mejor y cuándo es el mejor tiempo. Como Moisés necesitamos confiar
totalmente en un sabio y poderoso Dios.
David: El Joven David aprendió desde joven a confiar en Dios. Una vez que
sintió el aceite fluir sobre su cabeza, y sintió al Espíritu de Dios entrar en él,
comenzó una vida de fe y disposición de obedecer a Dios. Con esa valentía
libró sus ovejas de leones y osos. Pensar que un joven se arriesgara de esta
manera, o es locura, o plena confianza que, si Dios lo ungió para reinar, no lo
iba a dejar morir antes de tiempo.
Cuando ocurre el incidente con Goliat, él le expresa al rey Saúl, que él había
librado sus ovejas de osos y leones, y este incircunciso no era nada diferente
a aquellos, y que Dios lo podía librar y darle la victoria. Sin temor alguno,
salió a confrontar un gigante guerrero y armado de pie a cabeza, con solo una
honda y unas piedras. Lleno del valor y el poder de Dios, el joven David le
declara al imponente Goliat: “Tu vienes a mí con espada y jabalina
(instrumentos naturales) Pero yo vengo contra ti, (no menciona ni honda ni
piedras solo menciona) en el nombre del Dios Jehová de los ejércitos, a
quien tú has desafiado. Él te entregará hoy en mis manos y yo te venceré.”
(1Samuel 17:45)
Que osadía. ¿Sería valor o necedad? ¿Ignorancia quizá? O una fe tan inmensa
que le da la seguridad para lanzarse con plena certidumbre a pelear contra un
ser más grande, más fuerte, más experto y mejor equipado que él; pero que
no tenía el respaldo de Dios que David tenía. Fue una victoria contundente y
total. David fue lanzado de un ser desconocido pastor de ovejas, a ser una de
los personajes más famosas e ilustres en la historia del mundo, y de seguro,
de Israel, por solo un momento de fe y confianza en Dios.
Ya parecía que él estaba listo para asumir el reinado para el cual había sido
ungido, pero por los próximos quince años, más o menos, David fue paciente
y respetuoso hacia su líder y rey, que lo perseguía para matarle, pero a quien
él reconocía como el ungido de Jehová, a tal manera que rehusó
oportunidades abiertas para eliminar a Saúl, y permaneció en su lugar
esperando que Dios le abriera las puertas para su turno.
Estos años siguientes fueron duros, sufrió mucho mientras huía de monte a
monte, en cuevas o en los desiertos. Su vida estaba en un constante peligro de
muerte. Vivió entre su odiado enemigo, los Filisteos, por un tiempo en lo que
Dios le abría el camino al reino. Supo esperar pacientemente en Dios,
mientras sufría las injusticias de Saúl.
¿Por qué será que los líderes que Dios escoge tienen que vivir experiencias
duras, crueles y difíciles, cuando la intención es solo hacer la voluntad de
Dios? Pero es en esas crisis que Dios rompe y rehace a su hombre o mujer,
para crear en ellos la fe, la destreza y la mentalidad correcta, donde sepan
confiar en él para todo. Una mentalidad y actitud correcta hacia Dios es
nuestro mejor recurso, si no es así, puede que lleguemos a ser nuestros peores
enemigos.
Cuando recibí un llamado de Dios para ser pastor y a la vez, prepararme para
un día pastorear pastores, fue cuando Dios me habló en distintas ocasiones
claramente acerca de estos aspectos de su llamado. No sabía cuál posición, ni
cuándo; pero cuando fui electo a la posición ejecutiva de secretario tesorero
de nuestro distrito, pensé que había llegado. A pesar de que había dejado un
pastorado bendecido para obedecer al Señor, después de tres años, estaba
frustrado. Había perdido mi confianza en mí mismo y pensé que jamás
ocuparía otra posición ejecutiva.
Fue en unos de esos momentos de debilidad, que Dios me indicó que el
tiempo había llegado y él me pondría como ‘príncipe sobre su pueblo.’ No
entendí en el momento, pero poco tiempo después fui electo a la
superintendencia de nuestro distrito. Me sentía inepto y sin preparación para
la tarea, pero Dios me había indicado que, aunque yo sentía que no podía
hacerlo, Él podía hacerlo a través de mí.
Qué maravilloso que Dios no depende de nuestras habilidades, talentos o
fuerzas, sino de su facultad de ungir, equipar y usar a sus obreros en una
forma eficiente, para que la gloria y la honra siempre sean de él.
Nehemías: Este copero de un monarca de una nación enemiga, estaba atado a
su posición de significado según el mundo. Se encontraba lejos de su amada
tierra y oyó de los desastres que ocurrieron entre los judíos que regresaban a
Jerusalén, por eso se angustió, pero sentía que no había nada que pudiera
hacer.
Fue Dios quien le abrió la puerta de oportunidad para que el saliera e hiciera
algo por su pueblo. Pero ¿Qué podía hacer un copero que hacía mucho
tiempo no estaba en su tierra? No conocía el problema, no conocía los
peligros, no tenía los recursos; ¡Pero Dios! Aunque pareciera imposible, Dios
lo sacó del país de su destierro para llevarlo al lugar de crisis para salvar la
situación.
En el tiempo que Nehemías estuvo en el destierro, estuvo cerca del rey, y
pudo ver cómo opera un líder y posiblemente vio varias áreas de construcción
y o reconstrucción. Aunque no lo parezca, quizá el tiempo de destierro fue un
tiempo de preparación en que Dios entrenaba a su líder para una tarea difícil.
En Dios nada se desperdicia. Cuando Nehemías regresa a Jerusalén, operó de
tal manera que aun los cristianos de nuestros tiempos hemos escrito libros y
usado el sistema de liderato de Nehemías como un modelo excelente de cómo
ser un líder.
Nehemías primero salió solo de noche e hizo una evaluación de la situación.
Segundo formuló una visión y un plan de acción. Tercero, habló palabras de
ánimo al pueblo presente y los puso a trabajar. Cuarto, confrontó sabiamente
a la oposición y no permitió que la obra se detuviera. Al fin terminó la obra y
aseguró el futuro de su pueblo. Dios lo ayudó y lo hizo todo posible, pero usó
a Nehemías en una forma competente y sabia. Todo lo que Dios te permite
aprender, aún en situaciones negativas tienen un propósito, y solo Dios lo
sabe cambiar para su gloria y para tu éxito y el de tu pueblo.
EL LIDER EN EL NUEVO TESTAMENTO
Pedro: Este discípulo es un buen modelo para nosotros estudiar porque
poseía muchas deficiencias y un temperamento fuerte, pero Jesús lo pudo
moldear en un gran líder. Su primera falta era que confiaba demasiado en sí
mismo, y le tomó un momento de crisis, cuando más confiado estaba, él negó
al Señor y así fue liberado de esa falta. Dios permite que nuestras deficiencias
sean convertidas en fuerzas cuando nos rendimos humillados ante él, y
permitimos que su Espíritu tome posesión de nuestro carácter.
La segunda debilidad era que tenía un carácter fuerte y le gustaba dominar,
pero Dios rompió su voluntad al punto que como le dijo Jesús, un día otro lo
tomaría de la mano y lo llevaría a donde no quería ir. Pedro vino a ser un
excelente predicador y líder de la iglesia después de la partida de Jesús. Supo
ejercer liderato y autoridad con ternura y amor, mientras humildemente se
sometía a los líderes de la iglesia.
Hasta su muerte de crucifixión, probó ser un líder oportuno para una iglesia
recién nacida y en una crisis ardua por la persecución que tuvo que enfrentar.
Para levantar la iglesia en esos tiempos duros, se requirió un líder fuerte, pero
sabio y sensible. El viejo Pedro jamás lo hubiera logrado; pero el Pedro
quebrantado y transformado por el Señor, lo pudo lograr.
Pedro fue usado para tomar las llaves del reino y abrir las puertas de la
salvación al pueblo Judío primero, pero luego también al pueblo gentil. Dios
lo usó efectivamente dándole una visión clara, un carácter determinado a
obedecer, cual fuera el costo; y a dar un ejemplo fiel hasta el fin de una
firmeza indubitable, no importando las circunstancias.
Pablo: El carácter duro, áspero y crítico de Pablo lo hacía un enemigo
eficiente y feroz, pero Dios tomó esas mismas actitudes y después de
transformar su vida, las usó para crear un líder que defendiera las doctrinas y
enseñanzas que habrían de darle dirección a su iglesia en formación.
Indudablemente Pablo era un líder innato. Poseía una educación muy buena
para su tiempo, era una persona de influencia, y desde joven se destacó entre
los líderes de su pueblo. Sabía expresarse bien y sabía escribir hábilmente.
Estas cualidades serían usadas por Dios para promover el adiestramiento de
su pueblo a través de la palabra escrita.
Afortunadamente, Pablo aprendió bien desde el principio a someterse al
Señor de quien había recibido una muy clara visión. Sabía lo que había
aprendido y ahora, de quien lo había aprendido y pudo en forma erudita
exponer las doctrinas que darían mayor formación a la iglesia. Algunos han
dicho de Pablo, que fue la mente a través de la cual el Espíritu Santo pensó.
Sus escritos aun desde la prisión nos sirven como el estándar de disciplina y
formación usadas por la iglesia.
Quizá el Espíritu Santo vio necesario tener a Pablo aprisionado en los últimos
años de su vida, ya que era tan enérgico que no se estaba quieto, y en orden
de poder revelarle las verdades que vendrían a darle formación a la iglesia a
través de los siglos, era necesario que se estuviera quieto, donde pudiera oír
de Dios, ver cosas de parte de Dios y poder ponerlas por escrito, así como el
Espíritu Santo las revelara.
No creo que fuese su voluntad estar apresado, y ciertamente Dios lo podía
librar, pero en vez Dios usó la ocasión para revelarle cosas tan grandes que
aun Pablo tuvo que admitir que por las revelaciones que había tenido, Dios le
había permitido que un agente de Satanás lo bofeteara a fin de que no se
enorgulleciera a causa de las visiones. (2 Corintios 12:7) Esta es terminología
que a nosotros no nos gusta oír, pero Dios utiliza lo necesario a fin de lograr
su plan a beneficio de su iglesia y de las almas.
Pablo no tuvo títulos, aunque él se auto denominó ser apóstol de Jesucristo.
No dudó de su veracidad, Quizás el mismo Señor le indicó que era apóstol,
pero apóstol significa enviado, y es más una función que un título. Pablo fue
el enviado de Dios a los judíos, primeramente, pero debido al rechazo de
ellos, él vino a ser el apóstol a los gentiles.
Aparte de esto, no fue pastor ni obispo, pero si un misionero por excelencia.
Era un plantador de iglesias y como apóstol, les daba enseñanza y dirección a
las iglesias. Levantó una serie de líderes efectivos que después de su partida,
siguieron efectivamente la obra del Señor. Sin duda el apóstol Pablo vino a
ser uno de los personajes más efectivos y de mayor influencia en la
formación de la iglesia del Señor.
Entre sus escritos encontramos algunas enseñanzas clásicas acerca del
liderato y la función de la iglesia. En Romanos capítulo 12, Él nos enseña
acerca del liderato espiritual que debemos ejercer, y como. “Teniendo
diferentes dones, úsese conforme a la gracia que nos ha sido dada.; 8el que
exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside,
con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. (Romanos 12:8.)
De los capítulos 13 al 15, nos da una serie de instrucciones útiles para todos,
pero en especial al liderato. En Corintios 12 y 14, nos da instrucciones acerca
de los dones y ministerios que el Espíritu Santo reparte a la iglesia. De nuevo
es para toda la iglesia, pero de gran beneficio a los líderes de la iglesia
quienes estamos supuestos a ser los ejemplos no solo de fe y conducta, sino
también de cómo se opera en los dones y ministerios que el Espíritu nos da.
En Gálatas nos habla de las obras de la carne y los frutos del Espíritu que los
cristianos, y en especial los líderes debemos evitar o exhibir como
representantes de la iglesia del Señor. El indica que más importante que los
dones son los frutos del Espíritu y los dones deben ser producto de una vida
llena del fruto del Espíritu. Es más importante quien tú eres, que lo que
haces; pero una vida llena de fruto, debe manifestar los dones con libertad.
No son para gente perfecta, pero si para gente santa.
Hay mucho más que Pablo nos enseña, que no cubriré en este libro, pero
entendemos que Pablo fue eficiente en adoctrinar tanto a la iglesia, como en
adiestrar a sus líderes. Todo líder debe tomar tiempo para estudiar el liderato
según el apóstol Pablo.
Jesús: El último que tomaré de ejemplo de liderato es a nuestro Señor
Jesucristo. Podemos decir sin lugar a duda que él es el mejor y único perfecto
modelo de líder que podemos nombrar. Su estilo es claro y firme. Lo primero
que reconocemos es su capacidad de amar como nadie es capaz de amar. Él
no solo dijo que el más alto nivel de amar es que uno ponga su vida por sus
amigos, sino que el claramente lo demostró por nosotros. Él no exige nada
que Él no pueda hacer.
Aunque su amor y compasión por la gente no tiene igual, no obstante,
también Él era claro y firme. No excusó debilidades ni pecados ocultos. No
aprobó el espíritu de religiosidad, no aceptó la hipocresía. Reprendió a los
orgullosos y reconoció a los humildes. Fue fuerte con los líderes religiosos y
fue paciente y misericordioso con los débiles y pecadores.
Igual elogió que reprendió a sus discípulos según la situación mereciere.
A Pedro lo elogió un día, le dijo: "Bienaventurado eres porque no te lo reveló
carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” Mateo 16:17 Luego
unos días más tarde le dice: “échate detrás de mi Satanás, porque me eres
estorbo”. Mateo 16:23. Y en Juan 2:25 nos declara: “y no tenía necesidad de
que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el
hombre” . Que maravilloso líder; por eso enseñaba con una autoridad que
atraía el respeto y la admiración del pueblo.
Jesús tomó un grupo de hombres con debilidades y defectos, y con excepción
de uno, formó un grupo de líderes que llevaron a cabo su misión e infiltraron
las noticias del reino de Cristo a todo el mundo de aquel entonces. Hicieron y
cumplieron la revolución más grande del mundo de todos los tiempos, en
forma pacífica, sin violencia, que impactó el mundo entero de su tiempo. Fue
una hazaña sin igual que requirió un líder sin igual, a su nombre gloria. El
efecto del liderato de Jesús ha impactado el mundo y muchos de los
gobiernos del mundo desde aquel entonces hasta hoy y seguirá hasta el fin.
Hoy día hay millones de ministros y líderes alrededor del mundo operando
bajo las órdenes de este líder sin igual, llevando su mensaje, ministrando a
millones de almas y preparando una iglesia gloriosa y poderosa para el
evento más espectacular a registrarse en la historia del mundo, el rapto de la
iglesia. Ese es nuestro líder incomparable y nuestro mejor modelo de liderato.
Capítulo 10
EL LIDER Y LA ADMINISTRACION
1. Necesidad de ser un buen administrador
Administración es la habilidad de manejar los asuntos de oficina, personal y
trabajo en una forma organizada, funcional y eficiente. Todo líder tiene que
manejar en algún momento su equipo o trabajo, o no podrá funcionar
debidamente. Otros logran llegar a un punto de crecimiento donde pueden
contratar a un buen administrador. Aunque esta es una excelente idea, no
todos tienen los fondos o recursos para hacerlo. Por tanto, es bueno que todo
líder aprenda algo de administración.
Administrar es tan importante que he visto buenos líderes espirituales, que,
aunque tienen un impacto positivo en la gente, su carencia en la
administración le afecta a tal modo que no tienen mucho crecimiento. En
torno he visto líderes que no son muy espirituales, pero por ser buenos
administradores, su trabajo progresa y crece.
Aunque esto parece favorecer la administración sobre espiritualidad, al fin,
uno reproduce lo que uno es y los espirituales con poca administración
producirán menos gente, pero más espirituales, mientras que el otro producirá
más gente, pero menos espirituales. El balance deseado es difícil, pero no
imposible de obtener.
Es bueno tener un horario de oficina donde la gente sepa donde conectarse
con su pastor. Hay problemas de personas, de parejas, que no es bueno
atender a la gente en el hogar, especialmente si tienen niños, ni los quieres
llevar a tu casa, ni conviene, lo mejor es encontrarse en la oficina de la
iglesia.
Aunque puedas estudiar en tu casa, pero para preparar mensajes y estudios,
para organizar programas y funciones y para la mayor parte del trabajo de la
iglesia, lo mejor es estar en un lugar aparte, como la oficina, donde puedas
enfocarte en tu trabajo. Tener una buena asistente o secretaria es una idea
funcional y positiva, pero tienes que ejercer varias serias precauciones para
evitar que, en la misma oficina de trabajo para tu Señor, no venga a ser el
lugar de tu ruina. El que tiene oídos oiga.
Recuerde que, como pastor o líder, debe tener un equipo de trabajo. Este
equipo debe ser instruido por el líder según su operación. Los componentes
del equipo deben saber cuál es su función y que se espera de ellos para que
no estén dudosos o inseguros. Al principio, yo no sabía de estas cosas y
deseaba que Dios me enviara gente preparada que me ayudaran. Aunque a
veces vinieron algunos, venían formado en otro molde y no siempre
compaginaban con nuestra visión o misión. Pasé algunas experiencias
difíciles hasta que comprendí que la falta estaba en mi porque no estaba
entrenando ni compartiendo con mis líderes la visión y misión más lo que se
esperaba de ellos.
Cuando comencé a organizar, entrenar y capacitar a mis líderes y ellos sabían
que se esperaba de ellos y como se funcionaba en esta iglesia, fue entonces
que la administración comenzó a producir fruto.
No fue solo entrenar y capacitar, sino que me vi precisado a tener reuniones
regulares con ellos para tenerlos al día en las operaciones de ellos y de la
iglesia, sino que allí yo rendía cuentas a ellos, que me mantenía enfocado a
mí, sino que los ayudaba a ellos a rendir informes y asegurarse que tenían que
producir, porque darían cuentas de su trabajo. Esto entonces es positivo para
todos.
Es importante tener una agenda para estas reuniones. En ellas uno pone el
orden a seguir en la reunión, EL rendimiento de informes y las proyecciones
para el cercano futuro. La agenda será preparada por el líder, pero debe de
incluir puntos e ideas que presenten el equipo porque así ellos se sienten
participantes en el proceso y más inclinados a una participación positiva y
efectiva.
Aprenda a exigir producción y participación. Ningún grupo o parte del
equipo funciona por sí solo. Todos somos parte del cuerpo completo. Los
dedos son parte de la mano, que es parte del brazo y todos partes del cuerpo.
Toda nuestra producción y función tiene que estar unida al cuerpo y servir
para beneficio del cuerpo.
2. Utilice los talentos de otro
Aunque sirve bien al líder espiritual conocer algunos detalles de
administración, en fin, el deseo es obtener un buen administrador que le
ayude en la dirección del trabajo, No será fácil conseguir un o que funcione
bien con uno, pero vale la pena tratar hasta lograrlo. Usted no tiene que
saberlo todo, ni conviene parecer que lo sabes todo, ni que deseas hacerlo
todo como en el caso de Moisés al principio. Dios ha dotado a otra gente
alrededor de ti con talentos y dones que bien pueden contribuir a una
eficiente administración.
El primer proceso significante entonces es reconocer que necesitas ayuda,
luego descubrir quienes son aquellas personas que Dios ha puesto alrededor
de ti para que te ayuden. Ora y busca la intervención divina para conseguir
las personas claves. Recuerda que aun nuestro Señor buscó ayudantes
(discípulos) que le ayudaran a desarrollar su ministerio. No lo hizo solo.
Luego se pasó una noche entera orando antes de escoger a esos doce
discípulos, quienes nos parecerían defectuosos, uno lo traicionó y se perdió,
otro le negó y todos huyeron; pero el resultado final fue extremamente
poderoso en lograr los propósitos eternos de Dios.
3. Desarrollando los talentos de otros
Lo próximo es saber cómo entrenar a estos ayudantes. Ellos deben saber qué
es lo que se espera de ellos y como pueden utilizar sus talentos al máximo en
beneficio del grupo.
Lea, estudie cómo otros lo hacen, busque gracia y sabiduría de Dios y
comience a entrenar. Si no encuentras materiales apropiados, (que sería muy
raro) escriba usted lo que deseas que se logre, qué es lo que esperas del líder
o del trabajador y luego compártalo con ellos para que conozcan bien tu
visión, tu plan y tu proceso de acción.
Si no lo haces dependerás en que la persona reclutada ya sepa qué hacer, y lo
más probable es que lo sabrá a su manera, o como otro le instruyó. Nunca
será igual que cuando lo entrenas a tú
manera.
Toda persona que trabaje contigo debe recibir entrenamiento. Si no lo haces,
no verás el fruto que deseas ver. No les podemos culpar de lo que hagan, si
no los entrenamos a nuestra forma y expectación; cómo es que nosotros lo
hacemos aquí. Para tu bien y el de ellos, dele entrenamiento a todos los que
tomen una función en su iglesia, en su programa o ministerio.
La gente dispuesta a cooperar necesita aprender de sus líderes por tres
razones principales:

1- Necesitan saber lo que usted espera de ellos para hacerlo bien.


2- necesitan medir su progreso y éxito basado en guías y directrices
definidas dadas de antemano.
3- Para que haya unidad en el grupo, en la iglesia y o el ministerio, es
necesario que estén unidos en trabajo, estilo y función a fin de que
todos se muevan en la misma dirección. Esto será provechoso para
todos. Usted podrá corregir, cambiar y exigir de los demás, cuando
le haya dado instrucciones claras a través de un buen entrenamiento.
La gente en nuestro alrededor desea trabajar, cooperar, participar en algún
ministerio o programa, pero temen hacerlo por causa de inseguridad de lo que
deben hacer o que se espera de ellos. Temen fracasar porque no saben qué
hacer o cómo hacerlo. Estos serán grandemente beneficiados de que los
líderes sobre ellos tomen el tiempo adecuado para capacitarlos y entrenarlos a
fin de que tengan seguridad en participar en algo importante. No les niegue la
oportunidad de estar adecuadamente entrenados, capacitados y equipados
para la labor que desempeñen.
Capítulo 11
PASANDO EL BATON
1. Desarrollando a otros para tomar su lugar.

El líder que teme que otro se desenvuelva bien y les sea una amenaza, es un
líder lleno de inseguridad y eliminará gente capacitada que pudieran serle de
bendición o los limitará para que no se desarrollen. Tristemente esto sucede
más de lo que imaginamos.

El líder debe poseer la seguridad que, si Dios lo llamó o es un líder


productivo, nadie podrá reemplazarlo. No tenga temor, sencillamente dirija a
lo mejor de su capacidad y dele oportunidad a otros que sean más aptos que
usted en algún área. Su orgullo debe ser que estas rodeado de gente dotada e
inteligente que puedan desarrollar su ministerio a otro nivel.

Un líder sabio dijo: “Busque a gente más inteligente que usted y póngalos a
trabajar para usted”. En esto hay sabiduría. El líder inseguro creará líderes
inseguros y alejará a los que se sientan seguros. Perderá el beneficio de su
contribución. Un buen líder más bien utiliza a estos individuos para el
beneficio de la compañía. Un autor famoso dijo así: “Cuando empleas a gente
que son más inteligente que tú, muestras que eres más inteligente que ellos”.
Líderes sabios y estables no temen que otros sepan más, saben cómo mejor
utilizarlos con confianza.

2. Ganado y perdiendo con gracia

En la biblia, casi todos ganaron y también perdieron alguna batalla; esto es


parte de la vida. A veces Dios te permitirá grandes victorias y te gozarás y
celebrarás esas victorias y eso es normal. Pero sé que a veces Dios te permite
ver el lado duro de la derrota.

Dios me ha permitido ver ambos lados de la moneda. No siempre he sabido el


por qué, pero sé que se espera de mí y de ti, que seamos igual de ecuánimes
en derrota como en victoria. Cuando perdemos, debemos hacer una
evaluación de lo ocurrido para ver si hubo, error, ignorancia o pecado que
causase la derrota y si es que Dios nos está moviendo en otra dirección.

Perder no es fácil ni agradable. Toda persona que ha pasado por allí debe
admitir esto. Cuando era joven, perdí varias elecciones para posiciones en la
sección y no fue difícil, porque dejé mi nombre entendiendo que no había
buena oportunidad de ganar. Más luego gané unas elecciones y entré en
ciertas operaciones con la sección y luego en el distrito.

Tengo que admitir que hubo satisfacción en ganar y entrar a cierto nivel de
utilidad en la obra del Señor. Luego, aunque entré en ciertas funciones, llegué
al punto que no me sentía competente para seguir adelante. Dios me tuvo que
hablar para que yo no me alejara de donde él me había llevado. Luego Dios
me llevó a la oportunidad máxima en mi estimación para mi vida. Y estos
fueron de los mejores años de mi vida.

Admito que hubo momentos que sentí que yo no tenía todo lo necesario para
la posición, pero aprendí que nadie está totalmente preparado para todo y por
eso necesitamos siempre estar agarrados del Señor. Él dijo “Separados de mí,
nada pueden hacer”. Juan 15:5 Todo el éxito que tuve en ese tiempo, todo lo
que pude lograr, lo debo al Señor.

Había confrontado la oportunidad de perder en ocasiones, pero aprendí que


eso sería una posibilidad en cualquier momento y debía prepararme para que,
si perdía una elección en cualquier momento, lo debía hacer con gracia.
Mostrando madurez y verdadero carácter cristiano, Aun pensé: “si algún día
pierdo quiero enseñar a otros como perder con gracia”.

Llegó el día en que perdí la elección y la posición. Admito que hubo un


momento de tristeza en que derramé un poco de lágrimas, mi mundo estaba
por cambiar drásticamente. Pero hice todo lo posible por mostrarme en paz
con la decisión. Entendí dos cosas importantes: Aunque no me gustara la
decisión, el pueblo había votado, esa era su decisión y segundo, Dios lo
permitió; así que mi lugar era perder con gracia y hacer la transición lo más
agradable posible. Lo hice lo mejor posible y determiné además dar mi apoyo
y respeto al líder entrante. Nos hemos tratado con respeto y cariño
mutuamente hasta este día.
He visto a personas en diferentes esferas perder y caer en depresión o
desánimo. He visto algunos mostrar enojo y desagrado al ganador. Algunos
se han expresado con amargura y dejan pensar si eran cristianos maduros o
no. Es triste ver esta clase de actitud. La peor y que no tiene lugar en al
ministerio, es ver a aquellos que después le hacen el trabajo difícil al
escogido o electo, demostrando un mal carácter y mostrando que no saben
perder.

Sientas que lo merece o no, que lo hizo bien o mal, que no merecías este trato
ahora, la verdad es que el pueblo eligió y Dios lo permitió; acéptalo, Si no, es
algo feo y desagradable que trae descredito al reino y no beneficia a nadie.
Tenemos que saber perder con gracia y honrar a Dios con nuestra actitud.

3. Perpetuando el ministerio
Cuando buscas la dirección de Dios y haces lo mejor posible para la gloria de
Dios y para el beneficio del pueblo, entonces el resultado no es solo lo que
ves en el momento, sino que estás trabajando para la eternidad.

Dos razones que prueban esto es:

1) Que las almas que estás bendiciendo serán salvos por una eternidad.

2) Tu recompensa será dada por Dios y será tuya por una eternidad. Lo
que otros líderes hagan en tu iglesia y aun después que tú ya no
estés, les servirá a ellos y a quienes ellos ministren por una eternidad
también, así que todos ganamos eternamente.

En una ocasión, cuando estaba trabajando como secretario tesorero del


distrito y todo era una carga de papeleos, cartas y números, me sentí frustrado
y dije: ¿para esto dejé mi iglesia? Pero Dios me dijo en un sueño: “Aunque
no estás ya allí, tu recibes intereses de todo el trabajo que ellos están
haciendo”. Cuando desperté me entró un gozo por lo que Dios me había
revelado. Nunca hubiera pensado en que se reciben intereses en este trabajo,
pero eso fue lo que Dios me mostró y estoy muy agradecido.

Vale entonces la pena trabajar y gastarse por él, porque nuestra labor en el
Señor nunca es en vano. Nunca olvides que Dios dará una recompensa a cada
uno según fuere su obra.

4. Preparando para el retiro.

Debemos admitir que todo tiene su comienzo y su fin. En Eclesiastés 7:8 dice
“Mejor es el fin del asunto que su comienzo”. El tiempo pasa, todos llegamos
a la vejez y hay que pensar que un día nos tocará retirarnos y dejar que otro
más joven venga y continúe el ministerio. Esto es normal y necesario. Debo
entonces cuando ya llegue a cierta edad avanzada, como a los 65, pensar en la
probabilidad del retiro y preparar para ello.

En verdad la preparación debe comenzar más temprano, poniendo aparte una


cantidad de dinero para un retiro. Tenemos varios programas buenos en los
cuales invertir según las posibilidades para el futuro. Cuando llegue el
momento encontraremos que hay un fondo separado para el tiempo cuando
viva del Social Security nada más y será bueno tener esa reserva preparada
para ayudarnos en ese momento.

Yo estoy agradecido a aquellas personas que me enseñaron y ayudaron a


preparar ese fondo que ahora que he llegado a esa edad de oro, tengo esa
reserva que me ha sido de buena ayuda. Todos debemos separar algo para
nuestro retiro.

Algunos pastores y líderes sienten que no se pueden retirar porque no pueden


vivir sin la entrada de la iglesia. Por eso ahora no pueden retirarse. Se sienten
cansados, quizá ya su salud está afectada, no pueden cumplir con las
funciones y requisitos del ministerio, pero tienen que seguir porque necesitan
la entrada

Hay ministros que ya no son efectivos y su iglesia o ministerio está sufriendo


o decayendo, pero no quieren retirarse porque saben que necesitan el sostén
que la iglesia les proporciona o porque no quieren dejar la obra a otra persona
hasta que encuentren la persona perfecta para que tome su lugar. La verdad es
que nunca la encontrarán, porque no existe tal persona.

He visto iglesias decaer hasta que ya queda un pequeño grupo de lo que fue
una buena iglesia, porque el que estaba al frente no supo cuando soltar. Es
por esa razón que recomiendo que tomes paso hacia un tiempo correcto de
retirarse. Esto es sabio y prudente.

Algunas recomendaciones para esto son:

1. Ore que Dios lo dirija hacia el perfecto momento para hacerlo.

2. Entienda que nunca será fácil, pero es necesario. Todos nos ponemos
viejos y perdemos nuestra efectividad.

3. Trate de comprar su casa en un tiempo de su vida donde puedas


terminar de pagar su casa a los 65 años y no más tardar de los 70.
Así no tendrás ese pago que es el más grande que tenemos que hacer.

4. Elimine sus deudas de tarjetas y préstamos lo más posible antes de


estas edades, procure no entrar en deudas nuevas, y no firme por
otras personas en garantía, Esto puede ser un error que nos agravie la
ida, cuando debíamos estar en descanso y tranquilidad.

5. Tampoco debes entrar en gastos mayores o entrar en nuevas deudas


en tu iglesia o ministerio, sabiendo que dejarás la deuda a otro y que
posiblemente afecte cualquier bendición o beneficio que después te
quieran ofrecer.

No dejes las cosas a la casualidad, haga preparación adecuada y con tiempo


para que puedas dedicarte a aquellas cosas que quieres hacer y que vivas
reposada y tranquilamente.

En cuanto a pastores que se retiran, en muchas iglesias (donde se puede) se


recomienda que las iglesias les den a sus pastores salientes, una ofrenda de
salida equivalente a los años que ellos sirvieron. El promedio que se ofrece es
de 1000.dolares por año de servicio. Así que 20 años serían veinte mil
dólares, o lo que la iglesia pueda dar. Algunos han dado la mitad y aún
menos, pero es bueno ofrecer algo en este tiempo. Esto es una
recomendación, porque es propio que se reconozcan a los que han servido
bien y se les ayude.

Lo otro sería que la iglesia le pague un retiro 403b o el que sea y así han
cumplido ya con su responsabilidad. Esto es mejor y más conveniente, pero
no siempre se puede.

5. Dejando un Legado

Cuando luchamos, trabajamos y le damos nuestro todo al Señor, no solo


recibiremos una recompensa, sino que hemos perpetuado la obra del Señor,
estamos dejando un legado positivo que otros puedan emular. Hay dos cosas
que deseo compartir sobre un legado.

Lo primero es el lado negativo, que el legado no debe ser el objetivo principal


de nuestra labor. Esto indicaría que lo hicimos para nosotros, para nuestra
memoria, nuestra fama perdure, para ser admirados, apreciados y visto como
héroes. Este no debe ser nuestro propósito ni nuestro fin.

Lo segundo es el lado positivo, que nuestro propósito y fin debe ser traer
gloria a nuestro Dios, a nuestro Rey y Señor. Luego debe ser hecho para
beneficio y bendición de nuestra gente, para que conozcan y honren a nuestro
Señor. Como resultado, habremos dejado un legado lo cual es algo honroso y
bueno.

Quiero recordarles que, aunque este sea el resultado honroso de lo que nos
espera, no debe ser lo que nos motive a servir en la obra. Les recuerdo lo que
dice varias veces en las escrituras que “el que se enaltece será humillado y el
que se humilla, será enaltecido. (Lucas 14:11)

En 1 Pedro 5:5. Dice Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.
En el verso 6 añade: “Humíllate bajo la poderosa mano de Dios para que él
te exalte cuando sea el tiempo”. Hay un tiempo para humillarse, y hay otro
tiempo para que él nos exalte. Todo es mejor, en el tiempo del Señor. El que
se exalta a sí mismo quedará humillado, el que espera que Dios lo exalte en
su tiempo, nadie se lo podrá quitar.
Capítulo 12
PELIGROS DEL LIDERAZGO
1. Cuidado con los atajos
Atajos son vías cortas que tomamos para lograr más rápidamente lo que
queremos hacer. Hay atajos que son buenos. Cuando estás luchando con algo
y no estás teniendo resultados o vienen muy lentamente, si Dios nos habla
directamente o a través de un siervo suyo y nos da una forma mejor o más
expediente de hacerlo, eso es un buen atajo. Nos traerá mucho beneficio. Pero
si buscamos nuestros propios caminos o buscamos caminos que Él no nos ha
proporcionado, entonces podemos estar tomando atajos que son peligrosos o
que no nos traerán buenos resultados. Entonces podemos terminar sin el fruto
deseado y frustrados a la misma vez.

Hay personas que han pasado años orando ayunando y esperando en Dios y al
fin él les revela un maravilloso plan que los bendice y produce mucho fruto.
Todos nos gozamos en su éxito, pero luego nos sentamos debajo de ellos para
ver qué fue lo que Dios les reveló, que les produjo tanto éxito, oímos sus
conferencias, tomamos notas, aprendemos lo mejor de ellos. Luego
regresamos a nuestro lugar e imitamos lo que ellos hicieron.

Al tiempo descubrimos que no tenemos los mismos resultados. ¿Qué nos


faltó? Pues la oración y el ayuno, la búsqueda de la dirección de Dios para
nuestra iglesia, grupo o ministerio. Pero a él le trabajó. Si porque esperó en
Dios y él los dirigió.

Lo que trabaja aquí, no necesariamente trabaja allá. Lo que funciona con un


pueblo en cierto país, no trabaja igual en otro pueblo de otra cultura y de otro
sistema de vida. Lo que trabaja en la ciudad, no funciona en el campo. El
evangelio es igual para todos, pero los métodos y estilos de alcanzarlos son
muy diferentes. El Dios que conoce a tu gente, tu cultura y la forma de vivir y
pensar de tu gente, sabe cómo mejor alcanzarlos.

Además, nuestra forma y estilo de hacer las cosas es diferente al estilo de


otros ministros y Dios sabe la mejor manera de traer fruto a través de tu
carácter, estilo y forma de ser. Hay cosas que solo Dios entiende y a nosotros
nos urge conocer su plan y su voluntad para ti y para tu pueblo.

Yo descubrí que aun pastoreando la misma iglesia que yo, ellos y la


comunidad alrededor de la iglesia fuimos cambiando a través de los años. Lo
único cierto en este mundo es que todo cambia, menos Dios. Me atrevo decir
que yo dirigí una iglesia por veinte años y en ese tiempo siento que dirigí
cuatro iglesias diferentes. Yo tuve que cambiar mi estilo de trabajo o limitaría
el ministerio.

Ahora mi esposa y yo regresamos unos doce años después a la misma iglesia,


en el mismo sitio, y encontramos que la iglesia, la comunidad y aun nosotros
hemos cambiado y tuvimos que buscar nueva dirección de Dios.
Ahora entra otro pastor y no podemos esperar que sea igual que nosotros. él,
su estilo, su preparación y su llamado son diferentes y él tiene que buscar a
Dios para que lo guie a hacer lo que le dará resultados a él.

Busca la dirección de Dios para tú vida, él tiene el perfecto plan para ti.

Alguien dijo que Dios nos hizo originales, porque entonces queremos ser una
copia de otro. El salmista dijo: “El Señor cumplirá su propósito en mí.”
Salmo 138:7 Y yo sé que en ti también.

2. Apariencias que engañan


Pablo dijo “sean ustedes imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1
Corintios 11:1) Hay personas a quien podemos imitar en su fe y su conducta
cristiana. Es sabio seguir a nuestros pastores que honran al Señor y a nuestros
maestros y líderes que viven la vida y son buenos ejemplos. Pero no todos
son dignos de seguir y menos de imitar.

Hoy día hay una cantidad de líderes que exigen ser seguidos e imitados, pero
no todos son dignos y no nos conviene seguirlos. “Tienen apariencia de
piedad, pero niegan la eficacia de la misma. (Entonces enfáticamente nos
dice el Espíritu) a estos evita”. (2Timoteo 3:5)

Ellos dicen una serie de verdades, pero entonces vienen los conceptos
manipuladores de ellos, que es su forma de promover su liderazgo o agenda
personal, la cual casi siempre es la promoción personal. Si Dios no los
engrandece (y él sabe por qué) ellos se engrandecerán ellos mismos. Mídelos
por las escrituras y verás que son falsos maestros y en 1 Juan 4:1 nos enseña
que “Muchos falsos maestros son salidos en el mundo”, El consejo de Pablo
a Timoteo viene bien aquí: “a los tales evita”

3. Ten cuidado de ti mismo


Pablo dio un consejo apropiado a su discípulo Timoteo viendo el peligro que
había ya afectado a muchos ministros en el corto tiempo de la historia de la
iglesia. Le dijo: Ten cuidado de ti mismo.

Un pensador dijo muchos años atrás que nosotros somos nuestro peor
enemigo. Esto en vista de que el peor daño que se nos hace, el temor, la duda,
el cinismo, el odio, la venganza, la envidia, en fin, la maldad nace y sale de
corazones débiles que no pueden creerle a Dios y buscan sus propios
caminos. Siendo así haríamos bien seguir este consejo “ten cuidado de ti
mismo y de la doctrina que has aprendido”.1 Timoteo 4:16 La palabra no ha
cambiado. Somos nosotros los que hemos cambiado. La palabra de nuestro
Dios permanece para siempre.

4. Peligros eminentes
El apóstol además aconseja que tengamos cuidado porque “En los postreros
días (que de seguro son estos) vendrán tiempos peligrosos” 2 Timoteo 3:1
entiendo que esto es para la iglesia y para los líderes de la iglesia. “Porque
habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios,
blasfemos…que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de
ella. Y vuelve a repetir la admonición… “a estos evita. (2Timoteo 3:2,5)

Las autoridades ponen letreros en las calles, edificios y lugares que contienen
algo peligroso para la población. “Cuidado…Ceda el paso, Pare, ¡No entre…
Peligro!” El propósito es evitarnos recibir algún daño físico. Dios también da
avisos en su palabra y en nuestro diario vivir a fin de protegernos de peligros,
de algún mal que nos pueda sobrevenir. Dios nos amonesta. Hay peligro de
gente mala…ten cuidado de ti mismo, de las doctrinas y de otros con buena
apariencia que pueden ser de daño a tu salud espiritual.
Capítulo 13
TERMINANDO BIEN
1. La meta final
El propósito de Jesús al escribir sus cartas a las iglesias y de darnos la Biblia
es ensañarnos, prepararnos y amonestarnos acerca de estos peligros a fin de
que conozcamos el camino de la salvación y para ayudarnos a evitar las
trampas y peligros que el enemigo pone en nuestro camino a fin de
destruirnos, de que perdamos el camino y no lleguemos al objetivo final que
es la vida eterna con Dios.
Jesús nos amonestó que el Diablo vino para matar, robar y destruir. Él, en
torno, vino para darnos vida en abundancia ahora y en la vida eterna. Esta
guerra seguirá hasta el final y solo el que persevere hasta el fin será salvo. La
meta final es el cielo.
Carl Marx le llamó “The pie in the sky” o “El pastel en las nubes”, o como
decimos los hispanos: “Castillos en el aire” es referencia a algo ideológico
que es irreal, es soñar despierto. Se refiere a algo que no tiene base verdadera
y que no se puede probar. Esta ideología les ha robado el sueño de algo mejor
que Dios ha prometido, a incontables millones.
Jesús, sin embargo, vino a traer una visión, una esperanza para ahora y para
el futuro. Él dijo: “en la casa de mi Padre muchas moradas hay” …añadió:
“voy a preparar más lugar para ustedes, para que donde yo estoy, ustedes
también estén”. Juan 14:1-3. Ahora nos toca a nosotros decidir si vamos a
creerle al hijo de Dios o a un ideólogo desilusionado, que al final murió
frustrado y enfermo.
El asunto importante de esta carrera no es comenzar bien, aunque eso es
deseable. Debemos hacer un gran esfuerzo por correr bien y reconocemos
que no es una carrera de corta duración, sino un maratón largo, demandante y
difícil, demandará el máximo de nosotros. Pero si no terminamos bien, todo
el esfuerzo trabajo y sacrificio fue en vano. Lo más importante es terminar
bien. Pablo nos aconseja en 1Corintios 9:24 “¿No saben que los que corren
en el estadio, todos en verdad corren, pero solo uno obtiene el premio?
Corran de tal modo que lo ganen”. La forma de ganar es terminando bien. Él
fue un buen ejemplo de esto.
La carrera puede ser larga difícil, dura, injusta, peligrosa y puede costarle a
uno la vida. El asunto es ser hallado fiel por aquel que nos juzgará y un día
dará las recompensas. Por lo tanto, sigue adelante, se fiel hasta la muerte, no
te rindas… Dios tiene un galardón para aquellos que terminan bien. Pablo le
dijo a Timoteo: “Sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.” 2
Timoteo 2:3

2. Terminando la carrera
En Hechos 20:24 Pablo de nuevo testifica; “En ninguna manera estimo mi
vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el
ministerio que recibí del Señor Jesús.”
He visto a algunos hermanos buenos que lucharon junto a nosotros por un
tiempo pero que las presiones o las tentaciones los desviaron después de una
larga corrida y se alejaron del Señor y se perdieron. Es triste y doloroso, es un
cuadro que no quisiéramos ver pero que sucede más a menudo de lo que
deseamos.
En una ocasión me encerré en casa por varios días para orar, ayunar y buscar
el rostro del Señor. Deseaba entrar en otra dimensión de operación en el
poder del Espíritu, Me llevé la Biblia y un diccionario de Pentecostés Y
Avivamientos.
En el diccionario encontré historia tras historia de varios conocidos y a veces
famosos hombres y mujeres de Dios que la fama y el poder de Dios, que lo
que vieron en su ministerio les hizo daño y terminaron en doctrina de error o
en pecados ocultos. Entendí que es un peligro ser usado con tal poder de Dios
y ver mucha gente venir, tanta fama y tanto dinero, además de la adulación
del público y los del sexo opuesto. Varios terminaron mal. Me propuse de
ninguna manera terminar así, quiero terminar bien.
Algunos lo perdieron todo y otros terminaron en desgracia. Esto es muy triste
y yo no deseo ver a ninguno de mis amigos terminar así. Así que les aviso,
cuídense, guarden su testimonio y aseguren de oír las palabras de Jesús
cuando dijo. “Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿No
profetizamos en tu nombre y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos milagros?” Mateo 7:22 Estos todos habían comenzado bien
y quizá corrieron bien por un tiempo, pero no supieron tener continuidad
hasta el fin. Fallaron, resbalaron, tropezaron, cayeron, y no se aseguraron de
que sus nombres estuvieran escritos en el Reino de los Cielos. Jesús declarará
como ilustra en este pasaje: “Nunca los conocí. Apártense de mí, obradores
de iniquidad”. Mateo 7:23.
Pablo nos indica al final de su carrera como apóstol del Señor, que él había
terminado su carrera, había peleado la buena batalla y había guardado la fe.
Había sido maltratado, había sufrido mucho por la causa del Señor, los
últimos años los pasó encarcelado escribiendo cartas y ayudando a muchos en
su fe, le faltaba poco para que lo ejecutaran por decapitación como un
malhechor, sin embargo, él siente que ha terminado bien. Cuando al fin fue
ejecutado, pasó de esta vida a la presencia del Señor y se le dijo: “Ven buen
siervo y fiel”. La corona de justicia que Dios mismo había preparado para él,
le esperaba, porque terminó en victoria.
Hay una belleza cuando damos un buen testimonio y dejamos un buen legado
que dará orgullo a la familia, a la generación entrante y a la sociedad
alrededor de nosotros. Sobre todo, trae honra al ministerio y da la gloria a
Dios.
3. A Dios sea la gloria
El fin del asunto es que todo lo que hacemos y todo lo que logremos lo
hicimos para el Señor, como siervos del Señor, solo hicimos lo que él nos
permitió hacer y lo hicimos bajo el poder del Espíritu Santo, por medio de la
gracia que él nos otorgó y a él y solo a él sea la gloria, la honra, el poder y el
imperio por todos los siglos, amen y amen.

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