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1. Introducción
Debido a que el ambiente brinda todas las condiciones necesarias para nuestra
subsistencia en la Tierra, su protección se ha visto agudizada desde hace más de medio
siglo atrás, a partir —principalmente— de la Declaración de Estocolmo en 1972, que
marcó un hito en la búsqueda de la protección jurídica, social, científica y tecnológica
del ambiente.
Si bien, al hablar del “amparo ambiental” parecería ser un tipo de categoría especial
dentro de los procesos constitucionales, empero, se trata del propio proceso de amparo
con la precisión de que cuenta con características particulares derivadas de la tutela de
derecho fundamental, establecido en el art. 2 inciso 22 de la Constitución Política del
Perú, que refiere que toda persona tiene el derecho fundamental de gozar de “un
ambiente adecuado y equilibrado para el desarrollo de la vida”.
A esto debe agregarse que la importancia del ambiente toma mayor relevancia a partir
del contenido del artículo primero de nuestra Constitución, ello porque la dignidad es
considerada como el prisma de todos los derechos fundamentales, la misma que necesita
de un ambiente adecuado y equilibrado a fin de que pueda materializarse.
Respecto a su primera manifestación, refiere que este derecho incluye la potestad que
tienen todas las personas y su dignidad, de vivir en un ambiente que sea adecuado para
su desarrollo; caso contrario, este derecho se vería relativizado. Por otra parte, en su
segunda dimensión, hace referencia a la obligación que tienen los poderes públicos y a
los particulares, a fin de que preserven las características del ambiente en este derecho
fundamental, es decir: adecuado y equilibrado para el desarrollo de la vida.
La gestión ambiental tiene como objetivos prioritarios prevenir, vigilar y evitar la degradación
ambiental. Cuando no sea posible eliminar las causas que la generan, se adoptan las medidas de
mitigación, recuperación, restauración o eventual compensación, que correspondan.
A esto habría que añadir un aspecto importante: cuando la prevención tiende a fracasar,
y por tanto, la conservación del ambiente pierde significancia, se necesita de algo más a
fin de que se garantice el derecho a gozar de un ambiente equilibrado y adecuado para el
desarrollo de la vida. Hablamos, precisamente, de la reparación del daño ambiental.
Esto es importante, dado que al ocurrir el daño ambiental ocurre también la afectación
al derecho fundamental a gozar de un ambiente adecuado y equilibrado para el
desarrollo de la vida, tal como se puede inferir del contenido normativo de este derecho
fundamental. Pero ¿qué se entiende por daño ambiental? La Ley General del Ambiente,
Ley 28611, en el artículo 142.2, lo define como: “todo menoscabo material que sufre el
ambiente y/o alguno de sus componentes, que puede ser causado contraviniendo o no
disposición jurídica, y que genera efectos negativos actuales o potenciales”. Para Ortega
& Ávila[1]:
El daño ambiente es la afectación, disminución o aminoración sobre el valor del bien o recurso
natural y ambiental, que conduce al desconocimiento de los derechos e intereses ambientales
colectivos, generado tanto en actividades ilegales o antijurídicas como en actividades amparadas
legalmente, que, a pesar de estar precedidas de una autorización otorgada por la autoridad
ambiental, implican casos de abuso o desconocimiento por parte de su titular.
3. El amparo ambiental
Históricamente, los mecanismos jurisdiccionales estuvieron orientados a la tutela de los
derechos individuales, respecto de los cuales se debía acreditar una afectación a la esfera
jurídica de la persona; no obstante, la protección de los derechos colectivos y difusos, como lo
es el derecho a un medio ambiente sano, se tornaba difícil, pues se trata de un derecho que
pertenece a todas las personas físicas, al estar orientado a garantizar la idoneidad de la
composición cualitativa del ambiente, indispensable para el desarrollo humano en condiciones
de dignidad, por lo que su tutela jurisdiccional debería permitir que cualquiera de ellas pudiera
accionar en su defensa[2].
Sin embargo, esto fue variando gracias a que la regulación jurídica internacional
confirió deberes y obligaciones a todos los estados, a fin de que estos creen mecanismos
jurídicos de protección del ambiente, tanto de forma particular como colectiva.
3.1. Presupuestos
Cabe señalar que este presupuesto puede ser satisfecho a través de distintas maneras;
por ejemplo, cuando se trata de una persona que realiza la tala ilegal de más de 100
hectáreas en la Amazonía. Este hecho, a todas luces, atenta contra el ambiente y, por
supuesto, contra el derecho fundamental de vivir en un ambiente equilibrado y adecuado
para el desarrollo de la vida. En este sentido, la búsqueda de la reparación del daño
ambiental cobra vigencia, dado que se necesita recuperar la productividad ambiental que
se tenía antes del hecho dañoso. Por otro lado, también se vería satisfecha cuando una
autoridad administrativa omite de forma dolosa ciertas acciones destinadas a prevenir
un hecho dañoso al ambiente por encontrarse en estado de garante. De igual forma, la
acción de reparación del ambiente es indispensable a fin de garantizar el efectivo goce
de este derecho fundamental.
Sin embargo, el Nuevo Código Procesal Constitucional, Ley 31307, ha planteado ciertas
excepciones en el artículo 43 en:
1) Una resolución, que no sea la última en la vía administrativa, es ejecutada antes de vencerse
el plazo para que quede consentida;
2) Por el agotamiento de la vía previa la agresión pudiera convertirse en irreparable;
3) La vía previa no se encuentra expresamente regulada o ha sido iniciada innecesariamente por
el afectado;
4) No se resuelve la vía previa en los plazos fijados para su resolución.
En este sentido, consideramos que al momento de dilucidar los casos en este tipo de
proceso, debe tomarse en cuenta la importancia del derecho fundamental de gozar de un
ambiente adecuado y equilibrado para el desarrollo de la vida, pues, como ya se dijo,
este derecho permite materializar todos los demás derechos; además, la pretensión de la
reparación del daño ambiental podría aplicarse a través de la segunda excepción
mencionada supra, es decir, el daño ambiental puede tornarse en irreparable.
A criterio propio, dadas las características del daño ambiental, a fin de determinar la
legítima representación procesal en el proceso de amparo ambiental, se tiene que tomar
en consideración lo que estable la Ley General del Ambiente, Ley 28611, en el Artículo
IV, del artículo 1 del Título Preliminar, en el sentido que:
Toda persona tiene el derecho a una acción rápida, sencilla y efectiva, ante las entidades
administrativas y jurisdiccionales, en defensa del ambiente y de sus componentes, velando por
la debida protección de la salud de las personas en forma individual y colectiva, la conservación
de la diversidad biológica, el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, así como la
conservación del patrimonio cultural vinculado a aquellos. Se puede interponer acciones legales
aun en los casos en que no se afecte el interés económico del accionante. El interés moral
legitima la acción aun cuando no se refiera directamente al accionante o a su familia.
Ello, en concordancia con el artículo 143 de la Ley General del Ambiente, Ley 28611,
que declara sobre la legitimidad para obrar en las pretensiones de reparación del daño
ambiental, que:
Cualquier persona, natural o jurídica, está legitimada para ejercer la acción a que se refiere la
presente Ley, contra quienes ocasionen o contribuyen a ocasionar un daño ambiental, de
conformidad con lo establecido en el artículo III del Código Procesal Civil.
Por tanto, en concordancia con este contenido normativo, toda persona está facultada a
plantear una acción de amparo, cuando se busque la reparación del daño ambiental y la
protección del derecho fundamental establecida en el artículo 2 inciso 22 de la
Constitución, tanto de forma individual como colectiva, aun cuando esta persona no
haya sido afectada directamente ante un hecho dañoso para el ambiente.
4. Conclusiones
[1] Ortega Guerrero, Gustavo Adolfo y Ávila Suárez Tito Simón. “El daño desde la
teoría de la responsabilidad ambiental”. En Amparo Rodríguez, G., y Vargas Chaves, i.
(ed.). Perspectivas de responsabilidad por daños ambientales en Colombia. Bogotá:
Editorial Universidad del Rosario, 2015. Disponible en: bit.ly/3t5Z1CF [consultado el
20 de mayo de 2022].
[2] Anglés Hernández, Marisol. “El juicio de amparo como vía de protección del
derecho humano a un medio ambiente sano”. En Gonzáles Martín, Pelayo Moller, y
Estrada Adán. (dir.). Las reformas constitucionales de amparo y derechos humanos de
junio de 2011. México: Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2021. Disponible en:
bit.ly/3wZpZOV [consultado el 15 de mayo de 2022]
[3] Landa Arroyo, César. “El amparo en el nuevo Código Procesal Constitucional
peruano”. En Woischnik Jan. (ed.). Anuario de Derecho Constitucional
Latinoamericano. Montevideo: Konrad-Adenauer-Stiftung E.V., 2005. Disponible en:
https://bit.ly/3z5joE1 [consultado el 22 de mayo de 2022].
[4] Sánchez, 1987 y Cascajo Gimeno, 1984 citado en Landa Arroyo, César. “El amparo
en el nuevo Código Procesal Constitucional peruano”. En Woischnik Jan. (ed.).
Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano. Montevideo: Konrad-Adenauer-
Stiftung E.V., 2005. Disponible en: https://bit.ly/3z5joE1 [consultado el 22 de mayo de
2022].
[6] Aplicado según lo establecido en el artículo 2 de la Ley 29050, Ley que modifica el
literal k) del artículo 5 de la Ley 28245, Ley Marco del Sistema Nacional de Gestión
Ambiental, publicada el 24 de junio de 2007, que refiere: “Adecúase el texto del artículo
VII de la Ley 28611, Ley General del Ambiente, y el de todo texto legal que se refiera
al ‘criterio de precaución’, ‘criterio precautorio’ o ‘principio de precaución’ a la
definición del Principio Precautorio que se establece en el artículo 5 de la Ley 28245,
modificado por el artículo 1 de esta Ley”.