Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Lisbeth Clocier
(Facilitadora del CEPAP)
Abril, 2005
1/4
establecer nuestro acervo de aprendizajes, reconociéndolo, ordenándolo si se
encuentra disperso y descubriendo lo que no sabíamos de él o reafirmando lo que ya
sabíamos; hasta poder decir con propiedad: Yo soy esta persona: educadora, cultora,
orientadora, indígena, líder comunitaria, amiga, solidaria, responsable… Yo soy, yo
sé, yo hago, yo siento... ¡Yo soy! Es decir, la autobiografía nos brinda la oportunidad
de saber quiénes somos, qué sabemos, en qué contexto lo aprendimos, con quiénes; y
en la medida en que se va desenredando nuestra historia, podemos, además, miramos
de cara al futuro para establecer nuestras metas personales de aprendizaje de vida. En
otras palabras, conociendo nuestra historia conocemos también nuestras fortalezas y
debilidades y, en función de superar éstas últimas y reforzar las primeras, podemos
planificar nuestro propio proceso de aprendizaje y desarrollo personal, su dirección,
énfasis y pertinencia (Construcción de los perfiles de ingreso y prospectivo).
2/4
solapando nuestras capacidades creativas y cognitivas. A partir de la autobiografía se
despierta y remueve nuestra "dimensión sentipensante", como diría Fals Borda.
Esa dimensión que no escinde corazón y mente sino que los integra en una
esencia con sabor a caribe, a Latinoamérica; es la que se preserva a partir de la
pregunta, de la indagación de nuestros orígenes, de la investigación acerca de lo
nuestro; lo que nos es propio: nuestra historia, nuestra herencia.
3/4
imponer el individualismo; que no estamos solos y que nuestras historias tienen
compañía.
Si queremos reencontrarnos con nosotros, con los otros y con nuestra historia, un
buen inicio es sentarse frente al computador o tomar lápiz y papel para recordarnos,
reivindicarnos y escribimos en nuestra autobiografía El resto es actuar en
consecuencia.
4/4