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LOS APORTES DE CLAUSEWITZ

Aun si su manuscrito De la Guerra quedó inconcluso, pues Clausewitz murió antes


de poder terminarlo(7), el trabajo desarrollado en esta obra es completo en sí, en
tanto responde a todos los interrogantes de orden filosófico que se pueden plantear
en cuanto a la naturaleza de la guerra. El carácter trascendente y transtemporal de
su obra se debe a que Clausewitz exploró la lógica y los mecanismos de la guerra
tanto desde una perspectiva atomística como holística al reflexionar sobre los
detalles de la estrategia operacional y también sobre sus fines. Pero, en lugar de
lanzarse en el análisis de la guerra en base a las operaciones tácticas, se encargó
primeramente de definirla por medio de conceptos (8), a veces alegóricos. En un
tiempo en que la conceptualización de la “gran estrategia”, como la denominaba
Lidell Hart(9), no existía puesto que, de una cierta manera, el término “estrategia” se
encontraba todavía fusionado con el de “táctica” (10), Clausewitz promovió la ruptura
entre ambos al establecer que la “táctica” es relativa a “la teoría que trata del uso
de las fuerzas armadas en un conflicto” mientras que la estrategia se refiere a “la
conducta general de las operaciones al servicio de la guerra”(11).
Pese al limitado marco operacional en que, con esta definición, circunscribía la
estrategia, Clausewitz expuso claramente la articulación entre la estrategia y lo
político cuando describió a la guerra como “la continuación de la política con otros
medios”. Es menester mencionar que él no es el descubridor del lazo entre lo
militar y lo político. Ya en el siglo XVIII, el militar francés Joly de Maizeroy había
percibido el carácter dialéctico de la combinación entre estrategia y táctica, y la
interrelación entre el general en jefe y el dirigente político (12). Jomini también había
notado la vinculación entre la política y la estrategia (13). Sin embargo, con su célebre
metáfora, Clausewitz revela el rol de la guerra como instrumento de la política y el
lazo intrínseco que liga la finalidad de la guerra con el objetivo político.
A su vez, la correlación entre lo militar y lo político que establece Clausewitz
invalida la representación alienante de la guerra presentada como “un fin en sí”, o
como “un acto aislado, aunque parezca un conflicto de fuerzas entregadas a sí
mismas con sus propias leyes”(14).
El filósofo francés Michel Foucault aseveró que el enfoque de Clausewitz de la
guerra vista como continuación de la política se inscribe en la línea que se creó con
el Tratado de Westfalia, cuando se definió un nuevo orden de regulación basado en
el equilibrio de las relaciones de fuerza entre las nacientes naciones europeas. Con
este nuevo modelo normativo societal, la guerra cesó de proceder del campo
jurídico. Desapareció por lo tanto el sistema que había regido durante la edad
media cuando no había diferenciación entre guerra pública y guerra privada y que
la guerra servía a dos entidades privadas para solucionar una disputa relativa a un
derecho supuestamente violado por el otro. La nueva forma de sociedad europea
instaurada por el Tratado de Westfalia convirtió entonces la guerra en un asunto
público que se libra entre Estados, en un instrumento necesario para preservar el
equilibrio. Como lo planteó Foucault, la nueva forma de relaciones entre Estados
que se instauró en ese entonces en Europa hizo que a la razón jurídica que
comandaba la guerra se sustituyera la guerra vista como la continuación de la
diplomacia, de la política(15).
En ese contexto paradójico de “guerra que sirve para lograr la paz”, la formula de
Clausewitz que hace de “la guerra en su esencia un acto de violencia destinado a
forzar al adversario a ejecutar la voluntad del otro”(16), adquiere todo su
significado, pues la guerra se transforma en una lucha que tiene por meta la
imposición del objetivo político de un o varios Estados a otro(s) Estado(s).
Por lo tanto, es en virtud de este fin que se determinarán:
- los objetivos que se perseguirán en la guerra;
- la asignación y la cantidad de los medios que se utilizarán en la guerra;
- y el grado de intensidad al que la guerra y los medios empleados en ella
obedecerán.
Como vemos, Clausewitz trabaja con dos niveles de acción cuando proyecta:
- el objetivo “en” la guerra, es decir la meta que el beligerante persigue a nivel
de estrategia operacional para romper la voluntad y la capacidad de
resistencia del adversario a fin de imponer su propio objetivo; y
- el objetivo “de” la guerra, que se logra durante las operaciones en la guerra a
través del control o la destrucción del “centro de gravedad” del adversario,
una ofensiva que, de tener éxito, permite transformar el planeado objetivo
de la guerra en una realidad tangible.

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