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1-Periferi 2413f09e 1613062805717
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CristianismePostmodernitatGlobalització
Antonio González
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Perifèria. El cos que som 3/2016
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sería una actividad psíquica y orgánica al somos carne, pero ese ser del cuerpo
mismo tiempo.10 es radicalmente distinto del ser de las
cosas del mundo.13
Ahora bien, no cabe duda de que en
esta perspectiva tiende a perderse la 2. Análisis de los actos
propia experiencia del cuerpo, el cuerpo
vivido como “intra-cuerpo”. Por eso No cabe duda de que todos los
cabe emprender una línea opuesta, en análisis mencionados nos descubren
la que toda la exterioridad del cuerpo importantes aspectos de la corporeidad.
se descarta, como perteneciente al Sin embargo, estos análisis son
mundo, para quedarnos con la “carne”, notoriamente divergentes entre sí, por
entendida ahora como una especie más que todos reclamen una matriz
de corporeidad originaria, anterior a descriptiva y fenomenológica. Esta
la proyección de una intencionalidad diversidad contrasta con la pretensión
que la sitúa “fuera”, en el mundo de de la fenomenología de encontrar un
los objetos. 11 Para Michel Henry, si acuerdo riguroso y colectivo en la
prescindimos del término intencional descripción de la experiencia inmediata,
de nuestros actos, nos quedamos con antes de toda explicación. El problema
los actos mismos, en su auto-afección consiste en que la experiencia misma, y
originaria, anterior a toda la objetividad. sus variadas descripciones, tienen lugar
Cuando movemos nuestro brazo, en el ámbito de un sistema conceptual que
podríamos decir que varios objetos es el prisma de nuestra mirada. Nuestros
se mueven en el mundo, porque ese conceptos cargan con presupuestos,
brazo puede ser sentido, tocado, históricamente acumulados, y de este
visto, etc. Sin embargo, se trata de modo ocultan una multiplicidad de
un mismo y único objeto, porque matices que es necesario sacar a la luz.
todos esos movimientos penden de
un momento primigenio, puramente Esta multiplicidad de sentidos la
subjetivo, que es el saber originario encontramos no sólo en el lenguaje
del cuerpo. Esta corporeidad originaria filosófico, sino también en el cotidiano. El
sería precisamente el fundamento cuerpo puede designar cualquier cuerpo
de nuestra apertura al mundo.12 En físico: la luna es un cuerpo, y una piedra
esta perspectiva podemos decir es un cuerpo, como también lo es nuestro
ciertamente que somos cuerpo, que cuerpo. El cuerpo puede ser también
el cuerpo biológico: es el cuerpo como
10 Cf. X. Zubiri, “El hombre y su cuerpo”, en sus organismo, y como configuración de un
Escritos menores (1953-1983), Madrid, 2006, pp.
103-116.
11 Cf. M. Henry, Phénoménologie matérielle, Paris,
1990, pp. 13-59. 13 Cf. M. Henry, ibid., p. 271. De ahí el dualismo final
12 Cf. M. Henry, Philosophie et phénoménologie du de las consideraciones del Henry sobre el cuerpo y la
corps, Paris, 1965, pp. 128-131. carne.
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No puedo dudar del acto de ver, por más actos y las cosas que surgen en ellos.
que pueda dudar de lo que veo, o de mi Una invisibilidad que nunca se convierte
descripción de eso que veo. Sin embargo, en fantasmagoría subjetiva, porque esa
el acto de ver no es una cosa más que invisibilidad es la inmediatez de los actos
surja en nuestros actos. “Invisible” aquí mismos, esto es, la inmediatez de la vida
significa que los actos no surgen como que, precisamente porque es inmediata,
cosas, porque no son cosas, sino el mero no surge como cosa, sino que se mantiene
surgir de las mismas. El acto de oír, de siempre como el surgir de las cosas.
pensar, de amar, no surge como surgen
las cosas oídas, pensadas, amadas, etc. Por supuesto, al hablar aquí de “cosas”
Y precisamente esta invisibilidad es la raíz estamos siempre refiriéndonos a aquello
de la alteridad radical que encontramos en que surge en nuestros actos, como
nuestros actos: los actos son radicalmente término de los mismos, y en la medida en
distintos de las cosas, porque son el que surge. No entramos en la estructura
surgir de las cosas. Una alteridad que metafísica de las cosas reales, sino
no es dualidad ni dualismo, porque los simplemente en aquello que es término
actos son inseparables de las cosas: son del surgir. Tan “cosa”, en este sentido,
precisamente el surgir de ellas. es algo pensado, como algo imaginado,
como algo sentido, querido, recordado,
Entonces la reducción a los actos, la tocado, visto, etc.
“reducción praxeológica” cobra una
especial radicalidad. La realidad del mundo La disciplina de “reconducirse” a los
no consiste primeramente en un sentido o actos tiene que ser aplicada también a
en una validez que le hayamos otorgado otro término profusamente utilizado en
a las cosas. Tampoco consiste en una los análisis fenomenológicos: el “yo”.
especie de formalidad que, como una Pareciera ser un presupuesto de la
mancha de aceite, se vaya extendiendo filosofía del siglo pasado, por vía positiva
de unas cosas a otras. La realidad es o negativa, que el yo es un sujeto distinto
primeramente la alteridad radical entre del cuerpo físico. Ahora bien, el sujeto, por
actos y las cosas que encontramos en definición, es un substrato, una sustancia,
los actos mismos. De ahí que la vuelta un soporte, de los actos. Y, en cuanto tal,
a los actos opere una reducción que es trascendente a los mismos. No se trata,
tiene un carácter meramente analítico. por supuesto, de discutir si existe el sujeto,
La reducción no es una sustracción, ni o si existe el alma, o el cerebro. Se trata
una conversión, ni un drama filosófico. de distinguir qué es lo que pertenece a
La reducción es simplemente una vuelta los actos mismos. Tampoco es necesario
del análisis hacia los actos para descubrir hacer filigranas descriptivas, y hablar de
que, en ellos, acontece una alteridad “una trascendencia en la inmanencia”, o
primigenia entre la “invisibilidad” de los cosas por el estilo. El asunto no es decir,
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nuestros actos y como ámbito radical confusamente, sin lograr precisarlo nunca
del surgir de todas las cosas. El cuerpo, de una manera representativa, fue la
como carne, es entonces inseparable “resurrección de la carne”. En cualquier
del “yo”. Precisamente esto es lo que caso, tales esperanzas no pertenecen
quiso subrayar la metáfora hebrea de propiamente al ámbito de la filosofía. En
la carne. La carne señala precisamente cambio, lo que la filosofía puede señalar
la debilidad, y la mortalidad, del ser es que el ser humano, en nuestros
humano, frente a toda ilusión helénica actos, no se presenta como sujeto, pero
y platonizante. El yo no es un sujeto sí como carne.
por detrás del cuerpo, sino que el yo
es una carne. No se trata de introducir Hablar de carne no significa empero una
ningún dramatismo existencialista objetivación que convierte al ser humano
respecto a un “ser para la muerte” que en mero organismo, o que lo reduce a las
pueda desmentir las ilusiones de una modas del cuidado del cuerpo, propias
subjetividad pura. Se trata solamente de la cultura actual. La carne es carne
de mostrar en la carne la inseparabilidad precisamente porque no es mera cosa.
entre los actos y la corporeidad. La carne es carne porque el cuerpo es el
lugar geométrico del surgir. Y el surgir es
Esta inseparabilidad impide hablar de una radicalmente distinto de lo que surge. Los
“encarnación” del ego, como si se tratara actos, en cuanto tales, pertenecen a la
de dos sustancias separadas, que después esencia misma de la carne. Precisamente
pudieran unirse. No llegamos primero al por eso podemos hablar del ser humano
yo como sujeto, y después lo situamos como persona. En cuanto persona, el ser
en nuestro cuerpo. Lo que sucede es humano no es cosa. El ser humano es
más bien lo contrario: al estar todos persona porque sus actos “per-suenan”
nuestros actos acotados corpóreamente, en el “aquí” de una carne. De ahí que
lejos de tener un mero fluir de actos, o cualquier consideración ética sobre la
una mera suma de ellos, lo que tenemos dignidad de la persona sea siempre
es la unidad perfectamente definida de necesariamente una consideración sobre
una persona, inseparable de su cuerpo. la dignidad del cuerpo. Un cuerpo que
El cuerpo, al dar a los actos un aquí, se no puede ser nunca considerado como
constituye como una carne personal. No cosa, precisamente porque es carne, y es
estamos “encarnados”, sino que somos carne porque en ella acontece el surgir de
carnales. La mirada hebrea, precisamente los actos. Unos actos que no son cosa,
por captar al ser humano como carne, sino el surgir corporal de todas las cosas.
no sólo no lo pudo pensar como alma y
cuerpo, sino que tampoco pudo concebir El yo se nos revela entonces en nuestros
una pervivencia platónica del yo sin el actos como carne y como persona, antes
cuerpo. Más bien lo que tuvo que esperar que como un sujeto por detrás o por
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debajo de los actos. Esta unidad entre lo nuestro cuerpo como un cuerpo propio.18
físico y lo personal nos permitiría hablar Considerando el tacto desde el punto de
ciertamente de una unidad sistemática, vista de nuestros actos, nos encontramos
de una sustantividad como unidad de con algo maravilloso. Supongamos que
lo físico y de lo psíquico. Sin embargo, tocamos la mesa que tenemos a nuestro
lo que se puede llamar psíquico no son lado. Al tocar la mesa, no sólo surge la
“notas reales” en el sentido de cosas mesa en el acto táctil. Surge también
actualizadas en ciertos actos. Mientras nuestra mano como la mano que toca la
que lo físico aparece como cosa, lo mesa. Se trata entonces de un solo acto,
personal no aparece nunca como cosa, en el que, sin embargo, surgen dos cosas.
sino como un surgir, como una capa de Surge la cosa tocada y surge también
actos en nuestra carne. Los actos no la mano que toca la mesa. Cuando esa
son realidades entre las cosas, sino algo mano toca el propio cuerpo, no tenemos
radicalmente distinto de las cosas, por solamente una suerte de “intracuerpo”. Al
más que inseparablemente unido a ellas. tocar el propio cuerpo, la propia carne es,
Es la unidad entre actos y cosas, y el a la vez, la que toca y la que es tocada.
acontecer de los actos en el aquí de un Y entonces podemos decir no sólo que el
cuerpo. En esta unidad carnal acontece cuerpo se toca a sí mismo, sino que nos
precisamente la configuración corpórea tocamos a nosotros mismos. No sólo el
de nuestro ser personal. El surgir acotado propio cuerpo surge duplicativamente, y
de nuestros actos le otorga a nuestra no sólo nos movemos en unidad carnal
persona un carácter personal propio, que originaria, sino que nos tocamos. El yo
es siempre un carácter corpóreo. no es entonces un sujeto por detrás de
los actos sino una persona “a flor de
4. Tocarnos piel”, en los actos en que nuestra carne
se toca a sí misma.
Ya Lucrecio sostenía que, de todas las
realidades, el cuerpo es la única que Pero no sólo nos tocamos a nosotros
puede tocar y ser tocada: tangere enim mismos. Tocamos a los demás, y este
et tangi, nisi corpus, nulla potest res.17 tocar se realiza en la mayor parte de las
Es un mérito de la fenomenología de culturas desde el primer saludo. Cuando
Husserl haber llamado la atención sobre nos damos la mano, por ejemplo, sucede
la peculiaridad del tacto. A diferencia de lo algo muy especial. Tenemos algo que
que sucede con otras sensaciones, en las solamente podemos describir como un
“dobles sensaciones” que se producen en solo acto: el acto de darse la mano, el
el tacto tenemos ya una primera noticia de acto de tocarse. Pero en ese acto surgen
dos cuerpos, que son cuerpos de dos
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personas distintas. Por supuesto, si que pueden darnos mucha luz sobre lo
nuestra perspectiva partiera del sujeto, específico del ser humano, y sobre su
tendríamos dos intenciones distintas diferenciación evolutiva con el resto de
ejecutadas desde dos centros distintos, los animales.20 Así, por ejemplo, el indicar
que de este modo configurarían actos con el dedo (la función deíctica) incluye
necesariamente distintos, porque su la posibilidad de compartir el acto de
carácter de acto estaría determinado ver una misma cosa, y no se encuentra
por el sujeto del que parte, como “rayos en ninguno de los primates superiores,
del yo”. Sin embargo, si partimos de mientras que el ser humano puede
los actos, y nos atenemos a los actos realizar esta actividad incluso antes de
mismos, el acto no es más que uno. comenzar a hablar. En el caso del tocar,
Es el acto de tocarse. En castellano, el precisamente por las razones antedichas,
mismo sufijo sirve tanto para expresar la los actos compartidos alcanzan a la
reflexividad como la reciprocidad. Otras propia corporeidad. Al tocarnos, no sólo
lenguas, como el hebreo, disponen de compartimos una actividad, como puede
un modo verbal (hitpa’el) en el que se ser el acto de ver una misma cosa. En
expresa el hecho de que el acto mismo el tocar, se comparte en cierto modo la
tiene un carácter recíproco. No son dos corporeidad. No la corporeidad entendida
actos uniéndose en un cuerpo, sino un como el cuerpo físico que surge en
solo acto. Un solo acto que se diversifica nuestros actos, sino la corporeidad en
en dos cuerpos, pues en un solo tocar el sentido radical de la carne. Lo que
surgen dos cuerpos personales. se comparte, precisamente en el tocar,
son los actos que constituyen a nuestro
La filosofía contemporánea se ha cuerpo como carne. De ahí el profundo
aproximado, desde otras perspectivas, sentido filosófico de la expresión hebrea:
al fenómeno de los actos compartidos.19 ser una sola carne...
Y sin duda hay otros muchos actos
compartidos, no sólo los actos de En castellano también es frecuente hablar
tocarse. Podemos estar, por ejemplo, de un “cuerpo” para referirse a un grupo
viéndonos a los ojos. O podemos jugar de personas: el cuerpo de bomberos,
juntos un partido de hockey, o realizar etc. Una terminología que también tiene
cualquier otra actividad en común. Se su vertiente teológica: la comunidad
trata de actos que la persona que los cristiana como “cuerpo de Cristo”. Se
realiza no los puede describir como actos trata de expresiones que admiten una
puramente individuales, sino como actos lectura filosófica. En estos casos, no
en cuya intención misma están incluidos estamos simplemente ante la unidad
los otros. Se trata, por cierto, de actos “carnal” de un acto compartido, sino ante
19 Cf. J. R. Searle, Making the Social World: The 20 Cf. M. Tomasello, Why We Cooperate, Cambridge,
Structure of Human Civilization, New York, 2010. MA, 2009.
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