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INFORME FINAL DE SERVICIO SOCIAL

PRESTADORA DE SERVICIO SOCIAL: ALEJANDRA PÉREZ MEDINA


MATRICULA: 2163080235
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN Y COMUNICACIÓN
DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
PROYECTO INTERNO
2.4.92 LA CLÍNICA DE LA PSICOSIS: UN ESPACIO A CONSTRUIR

_________________________ _________________________

ALEJANDRA PÉREZ MEDINA ALBERTO CARVAJAL NO. 15386


PRESTADORA DE SERVICIO ASESOR INTERNO
CIUDAD DE MÉXICO A 17 DE DICIEMBRE DE 2021
1. INTRODUCCIÓN

¿Qué es la locura? Es la pregunta central que me convoca, que me mueve a


compartir este espacio. A formar parte de este proyecto. ¿Qué es la locura? Me
pregunté más de una vez. ¿Qué es la locura? -pregunta sempiterna- me pregunto
y persigo las posibles respuestas dentro de las definiciones que no reflejan más
que la imposibilidad. ¿De qué hablamos cuando hablamos de locura? ¿de
vulnerabilidad, movimiento o destrucción? Delirio incesante, “realidad perturbada”,
“alienación”, creación, explosión… rizoma. Psicosis perpetua. Pero también, me
pregunto ¿qué de la locura hay en mí?, ¿qué de la locura me mueve?, ¿qué de la
locura habita en mí?, ¿por qué mi insistencia de saber, de querer una respuesta? -
siendo consciente de esa imposibilidad: nada…- No es casualidad estar aquí, es
decir, compartir este interés. ¿Qué es la locura para mí y por qué ello hace que
escriba y escriba aunque las palabras se escapen y no alcancen ni una pizca de
todo aquello que quiero expresar?  

“Loca”, “loco”, “locos”, “está loco(a)”, “es una locura” escucho decir a menudo para
designar un valor, un adjetivo para hacer referencia a algo o alguien que actúa o
se comporta de manera diferente, “que hace locuras”. Pero… ¿Qué queremos
decir realmente con estas palabras?, ¿a quién nos referimos?, ¿quién es el loco,
los locos? Mi respuesta a estas preguntas hace un par de meses hubiesen sido
“todo aquél que padece un conflicto psíquico” o “aquellos sujetos que han sido
despojados de su condición de sujetos y subjetividad” ahora pienso “qué grave
error” y en cambio surgen para mí nuevas preguntas: ¿Por qué no nombrarla
simplemente así: “locura” ?, ¿por qué  no aceptar simplemente este derecho a la
locura, a la experiencia de ser un loco por la vida? De ser un cuerpo mutante. De
pensar a la locura, “las psicosis”, “las esquizofrenias” como una experiencia sin
negar el “sufrimiento”, “padecimiento”, el “malestar” … que vienen a acompañar
esta experiencia pero sin caer en el saco de la subordinación de los cuerpos que
la viven. ¿Por qué encerrarlos en la jaula de la vulnerabilidad, de la incapacidad,
de la enfermedad”?

Esta es una manera breve de introducir mi participación dentro del proyecto, “La
clínica de la psicosis: un espacio a construir” trata de eso: de dar cuenta de un
proceso constante de (des)aprender sobre la locura: Socialmente ¿Qué es la
locura?, ¿Cómo se piensa? Pero también existe un movimiento de introspección:
¿Cómo pienso yo la locura? ¿qué es la locura para mí? ¿qué de ella hay en mí?
Ambas partes se intercalan en todo momento.

2. OBJETIVOS GENERALES

Los objetivos generales del proyecto podrían ser divididos en dos dimensiones: la
del proyecto mismo y mis objetivos personales con el proyecto. En primer lugar
pienso, o al menos de esa manera sentí, recorrí, viví el proyecto, fue el ir
construyendo un espacio de reflexión sobre la locura (o las psicosis si así lo
prefieren) que también se convierte en eso: un espacio a construir porque ¿Qué
hemos estado pensando por locura? ¿sabemos realmente de lo que estamos
hablando? -Locura, enfermedad, psicosis: terreno aún pantanoso- Por lo tanto, el
proyecto se convirtió para mí en un espacio de vaciamiento de ideas, de
corporalidades, de movimientos. ¿Cuáles son los objetivos?, ¿De qué trata? Del
movimiento de las ideas y de los cuerpos dentro de un espacio en construcción,
de fuga de ideas delirantes que se abre todos los viernes por la tarde. Un espacio
para hablar de los cuerpos que viven la experiencia de la locura, de los cuerpos
mutantes. Hablamos sobre su movimiento, su ser y estar.

En cuanto a mí, mis propósitos con el proyecto tienen que ver con enriquecer mi
panorama con este tema. El tema de la locura ya sea como constructo social o no,
para mí tiene historia, y no sólo social -evidentemente- sino también personal. Es
un tema que me toca, que me mueve. Entonces mi interés surge a partir de ese
deseo de querer saber más. De salirme de los libros y las definiciones e ir a
buscar la experiencia de encontrarme con estos cuerpos, de conocer más de ellos
como personas y no reducir mi experiencia, mi movimiento a un mero objeto de
“estudio”, sino de involucrarme desde otro lugar con esta experiencia, dejarme
envolver completamente. Mi objetivo con el proyecto fue el cambiar de lugar todo
aquello con lo que yo venía para decir, para pensar sobre la locura y convertirlo en
otra cosa.

3. METODOLOGÍA UTILIZADA

Se podría decir que durante este tiempo, dentro del proyecto se vivieron dos
momentos: el pandémico que aún continua, y un segundo momento que tiene que
ver con el cómo volver a caminar, a andar por la vida a partir de ello, ¿Cómo
continuar? ¿Qué sigue después de esto? Lo que intento decir es que antes de la
pandemia este proyecto consistía en asistir al psiquiátrico Samuel Ramírez
Moreno con el propósito de construir este espacio del que he hablado con
anterioridad en compañía, en convivencia con las personas que habitan ahí.
Debido a la pandemia ello se transformó temporalmente a la construcción de un
espacio virtual en donde la reflexión y la convivencia continuó adecuada a las
condiciones. Haciendo uso de las plataformas digitales que permitieran este
encuentro y la creación de este espacio. Mientras estábamos a la espera de volver
a lo que fue antes de la pandemia. -Aunque sabía que eso sería imposible. Nada
será ni es como antes-.

Durante casi un año estuvimos a la espera de volver a encontrarnos con estos


cuerpos. Ese ir a buscar la experiencia, ese ir a caminar, a moverse en esos
espacios en donde la locura fue o es encerrada es lo que viene a formar parte de
este segundo momento. ¿Qué fue de la locura de la pandemia? Y ¿Qué fue de la
locura en la pandemia? ¿Cómo vivieron estos cuerpos este doble encierro?
Entonces, este segundo momento tiene que ver con este “volver a lo que se hacía
antes”, ir en busca de este encuentro, de esta experiencia, es decir, ir al
psiquiátrico a seguir construyendo este espacio en compañía de ellos. ¿La
metodología? Ir al encuentro, en busca del otro, caminar y recorrer estos espacios.

4. ACTIVIDADES REALIZADAS

A lo largo del tiempo en el que me estuve moviendo, en el que estuve andando en


el proyecto, viví varias experiencias y atravesé por varios procesos, el primero, y
para mí el más importante: una deconstrucción constante de todo aquello con lo
que venía. Tomé mi canasta de hilos y estambre y comencé a tejer con otras
palabras, con otros pensares, con otros sentires mi andar con la locura. Y bueno
más allá del quehacer escribí y escribí sobre este camino, sobre este andar.

Durante el encierro (y mi encierro) las actividades que se realizaron fue la


discusión, conversación, expresión de los sentires, inquietudes, movimientos o el
debraye como últimamente se vivió, se sintió, sobre la locura, o sobre las cosas
que iban saliendo semana con semana. Es impresionante cómo todo de cierta
manera se encuentra conectado, entrelazado, así como las enredaderas. En fin.
En cuanto a mí ¿Qué fue lo que hice? En pocas palabras y sin mentir, mi andar
fue a través de la escritura. Leer y escribir mis impresiones y sensaciones.
Mientras esperé con mucho entusiasmo el día en que pudiera ir al encuentro con
estos cuerpos de los que tanto leí, de los que tanto escuché hablar. Y ya, si
queremos hablar de “actividades” de un manera rígida podría enlistarlas de la
siguiente manera:
Primer encuentro: bitácora

En primer lugar estuvo la expectativa. ¿Por qué querer pertenecer o formar parte
de? La expectativa siempre estuvo ahí, el querer conocer qué se hacía, cómo se
trabajaba. Pero, sobre todo el querer tener, el querer ir a la experiencia. Eso, ese
querer ir al psiquiátrico. Cosa que en el momento en el que me uní al proyecto,
incluso parecía una quimera, una ilusión, ese algo que se ve como lejano, cosa
imposible. Pero ante esa imposibilidad que cree en ese entonces mi primer
acercamiento a lo que antes fue, ese ir al psiquiátrico, mi primer encuentro fue a
través de las palabras, fue leyendo aquellas páginas que conforman la bitácora en
donde se resguardan las experiencias de quienes fueron al psiquiátrico.

¿Qué es la locura?, ¿A quiénes llamamos locos?, o en este caso, como se


inscriben en la bitácora, a los usuarios, a los pacientes. ¿Quiénes son ellos?,
¿Ellos encarnan la locura?, ¿Cuál es mi interés en ellos? A lo largo de las
reuniones escuché lo que es -la locura- para otras personas

Una nada creadora 

La destrucción con pinceles de escultor 

La forma divina del ser 

Lluvia ácida de ideas delirantes

Pero ¿qué es para mí ?, ¿qué me convocó a levitar dentro de este espacio?, ¿qué
me llevo al leer aquellas palabras?, ¿qué fue lo que sentí? De primer momento
una gran nostalgia, y la añoranza de desear aquello que fue. De tenerlo entre mis
manos, de vivirlo y sentirlo con todos mis sentidos, de recorrerlo… de hundirme.
Mi pensamiento en este momento tan sólo se concentra en una premisa vuelta
pregunta: ¿Cuál es mi experiencia al leer la experiencia de los demás con la
locura?

Hundirse.          navegar

Hundirse.         respirar

   En esta forma.     amorfa

(De vivir).       

Habitar lugares.       inventarlos

Habitar cuerpos.       tocarlos

Habitar experiencias.         sentirlas

 Algo del otro habita en mí (inconsciente).          ni uno ni otro…. caricias

¿Por qué me interesa hundirme en tu locura?        mar de arena

¿Qué hago con mi locura?       voluptuosidad

¿Con nuestras locuras?   y los “n”


sexos?

Tratar de encontrar en el otro,            y si no hubiera tal


en esos cuerpos a sujetos.                    tal vez a infinidad de hilos

(no sujetos) a mi realidad.                     y a ninguna

Para encontrarme con cuerpos sujetados a otra cosa.  -entre cuerpos sin
sujeción-

Aunque algunas veces serán muchas

no se sienta  

Bien.                        menos mal

Tocar

Y ser tocado

Y a partir de ello surge algo, un pensamiento que se transforma dentro de mí el


cual me lleva a  preguntar(me) más allá  de  “¿Qué es la locura?, ¿quién es el
loco?” y, en su lugar, comienza a resonar dentro de mi cabeza la pregunta de
aquella reunión… “¿Y quién no?”, ¿Y quién no está loco? Entonces

¿Qué se considera locura y qué no?

¿Quién es el loco?

¿Quién es la loca?

Todas

Todos
Todxs

Días anteriores leía un comentario de una compañera que decía “Todos tenemos
en común el hecho de creer que vivimos en la realidad correcta” y eso es bien
cierto y entonces me pregunto: ¿Cuál es mi realidad?, ¿Qué es lo real?, ¿Qué es
lo irreal?,¿Qué hago yo con mi locura?, ¿Cuál locura?

Una locura (normal, quizás, no lo sé)

Que no se encierra

¿y sabes por qué?

Porque estoy hundida

Sumergida

En la norma

¿Para qué?

¿Para quién?

¿Para qué soy normal?

¿Para quién soy normal?

(Quizás no por mucho tiempo)

En conclusión: no hay conclusión

 
O tal vez sí, sólo por este instante… Mar García Puig  escribe en el prólogo de
Viaje al manicomio de Kate Millet lo siguiente: “¿Es el encierro el precio que pagan
los que se rebelan y buscan un mundo mejor?” (2019) Y nada, ahí va la nave…

De monstruos y locura aberrante

Después se abrió el espacio para hablar sobre aquellos cuerpos que abandonaron
el encierro dentro de la jaula de la locura para entrar a la jaula de los monstruos.

Los últimos tres años me “formaron” pero estos últimos meses han sido dolorosos.
La deconstrucción por la que paso y jamás se detiene -perpetua metamorfosis de
las ideas y creencias. -  en algunos momentos se torna violenta para mí, en el
sentido de que rompe, irrumpe dentro de mí, incluso en mi propia arrogancia.
Muchas veces por accidente -sin querer queriendo-  y digo, sin querer queriendo
porque mis entrañas lo quieren, eso, la pizca del “saber”. 

En los últimos años me vi envuelta en lo fascinante del psicoanálisis -o si se


quiere, fascinada del psicoanálisis- con los ojos enchinados, entreabiertos. Viví un
ensueño, una pizca del cielo -mi cielo- de sentirme - en más de una ocasión, y
repito, sin querer queriendo- ese sujeto supuesto del saber. Hasta que abrí los
ojos de golpe… Ignoré a los monstruos -a esos- de los que habla Preciado. 

lo trans
lo otro
lo mutante

Y por ello digo, con los ojos enchinados, entreabiertos de un saber que no se sabe
que se sabe. Pero sabía... Sabía que en realidad no se sabe nada. Porque en ese
intento de hacer “clínica” nos cerramos como ostras. ¿Qué es la clínica? ¿acaso
existe la clínica?, ¿Quién fue liberado de la jaula de la locura para convertirse en
un monstruo? “El monstruo es aquel que vive en transición. Aquel cuyo rostro,
cuyas prácticas y lenguajes no pueden todavía ser considerados  como
verdaderos en un régimen de saber y poder determinado.” (Preciado, 2020, p. 45)

Los monstruos

Cuerpos en movimiento

transición

disidencia

Recordando que los monstruos en algún momento también fueron encerrados en


la jaula de la locura, los monstruos acompañaban en aquellos cuartos de paredes
blancas y cansadas a aquellos cuerpos que aún permanecen en el mismo sitio
¿Será que de momento los monstruos se han olvidado de sus compañeros, sus
amigos de jaula, de encierro? ¿en qué momento la lucha de los monstruos de
locura aberrante se olvidó de aquellos cuerpos delirantes? Cuerpos que también
se encuentran en transición. ¿O no? ¿en qué momento dejó de ser su lucha? O
quizá nunca lo fue. Pero pienso que si apostamos por esta “aparición de un
psicoanálisis mutante” (Preciado, 2020, p. 165) de la que nos habla Preciado, este
debe ser no sólo para nuestros amigos monstruosos, sino para todos los cuerpos.
Para la disidencia, no sólo sexual, sino también corporal, mental, en movimiento.
En conclusión ¿quiénes son los monstruos? Todos los cuerpos mutantes, que se
encuentran en metamorfosis perpetua.

“Ha llegado el tiempo de sacar los divanes a las plazas y de colectivizar la


palabra, de politizar el inconsciente. Liberen a Edipo, únanse a los
monstruos” (Preciado, 2020, p.102-103)
Momentos y movimiento

Ya, en un segundo momento comenzamos a salir a las calles, a reunirnos y a


visitar aquellos lugares que encerraron y alojaron a estos cuerpos divergentes,
que nos recuerdan su historia. Visitamos el ex convento de San Hipólito, el cual es
bien sabido que se caracterizó por acoger a aquella población. Al recorrer ese
espacio no dejaba de pensar en el movimiento y en cómo nada volvería a ser lo de
antes. Por mucho que anhelemos “volver a lo de antes” -de la pandemia- ya no
existe, ya no será jamás. De aquella vez en que recorrí ese espacio de lo que fue
y ahora es el ex convento de San Hipólito hice de mi recuerdo un pequeño escrito:

Cielo azul y Tezontle

Todo está en movimiento.


El tiempo.
El espacio.
Todo está en movimiento
El Tezontle rojo que piso
que recorro.
De pronto miro el cielo azul convertirse en uno gris y
nublado. Todo está en movimiento.
Las puertas que encerraban cuerpos ahora abren sus
puertas para dar la bienvenida al festín, al banquete de
la imbecilidad y lo absurdo. Todo está en movimiento…

Ir a la experiencia: ¿Qué dejó la pandemia?

Finalmente el tan esperado momento -para mí- llegó: ese ir a la experiencia, ese ir
a encontrarme con ellos. Ese ir al psiquiátrico. Después de esperar un par de
meses para poder conseguir ese ir surgió la pregunta: ¿Para qué ir? Pegada con
el quehacer y la resistencia de la institución -de sus trabajadores embatados- para
recibir a aquellos extraños, aquellos otros -que somos nosotros- que
desacomodan, desordenan, incomodan su postura, que los descoloca. ¿Para qué
ir al psiquiátrico?, ¿para qué quise ir al psiquiátrico? Para tener esa experiencia,
una experiencia corporal, de todos los sentidos, de todos los sentires, de todos los
colores y de todas las latitudes. Ese ir para dejar de perseguir respuestas que no
reflejan más que la imposibilidad de describir -cosa absurda- lo que es la
experiencia de la locura, tener un encuentro, un acercamiento con los cuerpos que
viven ahí, que se mueven ahí, que se viven ahí. Fue también preguntarse e ir a ver
qué fue -es- de la locura de la pandemia y qué fue -es- de la locura en la
pandemia, ¿cómo vivieron ellos este, que podría considerarse un segundo
encierro?, ¿qué cambió? Y ¿cómo se sienten con ello? Teniendo bien claro que
ese volver a lo de antes, de volver a lo que se hacía antes de la pandemia es
inexistente ya, cosa que se vio desde el momento en que se intentó ingresar
siquiera al psiquiátrico. Me asignaron la Unidad de larga estancia, sección en
donde tuve el placer y la oportunidad de conocer a Daniel Hernández, a su tocayo
Daniel del cual no sé su apellido porque no suele expresarse mucho con palabras
y también conocí a Sergio y a Robert.

Mis propósitos/objetivos de ese ir allá de alguna manera estuvieron mediados por


ese ya no es lo mismo de antes, por lo tanto, el quehacer allá cambió a lo que se
venía haciendo antes de la pandemia que era ir a encontrarte con los usuarios y
compartir un momento o hacer una actividad con ellos si así lo deseaban. Ahora
fue necesario, incluso un requisito que se llevara una actividad planeada para
poder convivir, o como ellos -los psicólogos- nos dicen trabajar con ellos ignorando
por completo la voluntad de los usuarios. En otras palabras, no hubo lugar ni
oportunidad para la espontaneidad. No obstante, al paso de los días de
reencuentro con ellos hubo la posibilidad de intentar llevarles actividades que les
interesaran un poco más o que por lo menos no les aburriesen tanto. Entre ellas
está el dibujar, aunque prefieren pintar o colorear. Estos son algunos de sus
dibujos.

“Ponerles actividades” o llevar “un plan”


hizo que constantemente me preguntara
si realmente ellos quieren hacer eso, la
actividad que llevamos para ellos.
Debido a que todo el tiempo se ve una
dinámica al estilo “en el dar está el
recibir” o sea, si trabajan -palabras de la
psicóloga con la que estamos
trabajando- les damos un café, galletas
y cigarros. Pero trabajen con los chicos.
Como que no existe, o no hay lugar -insisto- para la espontaneidad. Para dejarse
sorprender y moverse con ellos bajo otra dinámica. Aún así el compartir ese
espacio y esos momentos con esos cuerpos ha sido una experiencia muy valiosa
para mí. Ese ir y platicar con ellos sobre cualquier coda, ese ir y andar, ese ir y
caminar

Creo que yo resumo mi experiencia de ese andar con ellos a un simple pero
significativo compartir momentos a su lado. Compartir momentos que van desde
dibujar a ver las mariposas que acompañan ese andar y ese caminar mientras
fuman un cigarro y ríen. Ese compartir momentos a su lado sin decir ninguna
palabra pero que dicen mucho. Compartir momentos a su lado para no poblar de
fantasmas el vacío. (Maupassant)
Coloquio: La locura, del elogio a sus interrogantes. Cuerpos en debraye.

Y finalmente, uno de los últimos momentos con los que concluyo ese andar, ese
moverme en el proyecto fue al momento de que fue el coloquio, que, aunque no
pude participar de la manera en la que hubiera querido preparé el siguiente texto
que da cuenta de mi experiencia con el proyecto y, principalmente, de este andar
con los usuarios con los que he tenido la oportunidad de trabajar estas últimas
semanas.

La locura de la vida cotidiana 

¿Qué es la locura? Posiblemente es la pregunta central que nos convoca, que nos
mueve a compartir este espacio. ¿Qué es la locura? Nos preguntamos y
perseguimos las posibles respuestas dentro de las definiciones que no reflejan
más que la imposibilidad. ¿De qué hablamos cuando hablamos de locura? ¿de
vulnerabilidad, movimiento o destrucción? Delirio incesante, realidad perturbada,
alienación, creación, explosión… rizoma. Psicosis perpetua y delirante. Pero
quizás también deberíamos preguntarnos ¿qué de la locura hay en mí?, ¿qué de
la locura me mueve?, ¿Qué de la locura habita en mí? No es casualidad estar
aquí, es decir, compartir este interés. ¿Qué es la locura para mí y por qué ello
hace que escriba y escriba aunque las palabras se escapen y no alcancen ni una
pizca de todo aquello que quiero expresar?  

“Loca”, “loco”, “locos”, “es una locura” escucho decir a menudo para designar un
valor, un adjetivo para hacer referencia a algo o alguien que actúa o se comporta
de manera diferente, “que hace locuras”. Pero… ¿Qué queremos decir realmente
cuando decimos estas palabras?, ¿a quién nos referimos?, ¿quién es el loco, los
locos? Mi respuesta a estas preguntas hace un par de meses hubiese sido “todo
aquél que padece un conflicto psíquico” o “aquellos sujetos que han sido
despojados de su condición de sujetos y subjetividad” ahora pienso “qué grave
error” y agregaría las siguientes preguntas: ¿Por qué no nombrarla simplemente
así “locura” ?, ¿por qué  no aceptar simplemente este derecho a la locura, a ser un
loco por la vida? Ser un cuerpo sin órganos, un cuerpo mutante.

Todo lo que se sale de la norma es considerado como una locura y el que hace
locuras es un sujeto que no está en sus cabales. Sólo se piensa en “curar” la
locura pero la cura nunca ha sido la vía. ¿Entonces cuál? El movimiento, los
dibujos, la fotografía, caminar, volar, danzar. 

Haciendo crecer raíces con nadie me verá llorar, novela de Cristina Rivera Garza,
¿Cómo se llega a ser fotógrafo de locos?, ¿Qué lo convierte a uno en un fotógrafo
de locos? Quizás sea tan complejo como preguntarse qué lo hace a uno ser un
loco por la vida. No sólo basta con mirar a través del lente, hay que ver al otro…
“te veo”. Te veo en movimiento, te veo ser… 

Volviendo a la pregunta inicial: ¿Qué es la locura? Yo creo que la locura se


encuentra en todos y en doquier, la locura traspasa y rebasa al psiquiátrico. ¿Qué
es la locura? La locura de lo cotidiano. 

La locura de la ciudad a las 5 de la mañana cuando todos inician su día


para comenzar una larga jornada, para ganarse la vida y la locura de las 6
de la tarde cuando regresan agotados a casa con la conclusión de siempre:
no, esto no es vida.

Es la locura de usar el transporte público y no sentirte a salvo 


de salir a la calle siendo mujer. Ese miedo que tengo de salir a la calle
el miedo de sentir que algo
que alguien
me persigue
me vigila
que quiere devorar mi vida
y mi voluntad 
en todo momento.

Es la locura de llegar al psiquiátrico 


sin tener la certeza de que voy a llegar 
a tiempo
o con vida

Es la locura de intentar que por lo menos te dejen entrar 


a ese espacio
a ese lugar 
es intentar que te dejen convivir aunque sea un momento con esos
cuerpos.

¿Qué es la locura? 
Recorrer, caminar, vivir ese espacio
esos pasillos
esas paredes. 

Es encontrarte con esos cuerpos abandonados 


es la tristeza de no poder acercarte a ellos como quisieras
de tener el rostro cubierto
de tener todo el tiempo la máscara. 

Es la locura de leerles un cuento


de ponerlos a dibujar 
de salir a caminar
de salir a fumar
de compartir momentos
mientras acaricias a los gatos que también viven ahí,
ver el vuelo y la belleza de las mariposas 
y sentir los rayos del sol que penetran hasta los huesos
es la locura de sentir que es primavera en invierno. 

Es que Robert te cuente sobre sus vacaciones


y ría en todo momento.

Es que Sergio recuerde a su compa “El cejas” y su auténtico talento de


dibujar billetes, de ser un rebelde de rebeldes que le gusta escuchar a los
Rolling Stone mientras dibuja.

Es que a Daniel le guste el color azul y las mariposas


es pensar sobre la libertad
de imaginar
de crear
de ser
más allá de esas paredes blancas.

Y es también el silencio del tocayo


y su movimiento con los pinceles
y su andar
es el movimiento que nunca es silencioso.

Es la locura de la hora de la merienda 


y de que no puedas moverte con la misma libertad de antes
           de  vivir un doble encierro
en la jaula de la locura
y el momento pandémico 
es esperar el próximo lunes
para (re)encontrarnos de nuevo.
Es volver a casa y encontrar todo desordenado
las ideas
los sentires
el corazón
el miedo al abandono 
y la tristeza.

Es la noche 
y las pesadillas que tengo
el sueño en donde por fin lo consigo: estar en la bañera desangrándome y
pensar: “La vida no vale nada”. 

Es dejarme ir. 
           Subir  a la nave, a la canoa. 
           Libertad...

5. OBJETIVOS Y METAS ALCANZADAS

En cuanto a mis objetivos y metas alcanzadas puedo decir que mi meta central y
la más importante fue cumplida satisfactoriamente. La razón por la que me
interesé de primer momento por el proyecto fue por querer formar parte de esta
experiencia, de crear y moverme en mi propia experiencia de eso que llamamos ir
al psiquiátrico.

Mi meta/propósito/interés fue alcanzado al momento en que tuve la oportunidad de


ir allá y conocer a Daniel, a Robert, a Sergio… Al momento en que pude compartir
momentos junto a ellos. De aprender desaprendiendo sobre ellos, sobre su vida,
sobre su andar, sobre su moverse en ese lugar. Y aunque me hubiera gustado
que esos encuentros hubiesen sido desde mucho antes me siento satisfecha y
contenta por haber creado momentos, recuerdos y experiencias con ellos. De
haberme encontrado con ellos.
6. RESULTADOS Y CONCLUSIONES

Finalmente llega la parte en donde me pregunto ¿qué me llevo con la experiencia


vivida dentro de este proyecto? Puedo decir que formar parte de este espacio en
construcción fue toda una experiencia porque siempre estuvo la expectativa y la
espontaneidad. Ese espacio a construir significó movimiento, significó incluso toda
una deconstrucción de mis ideas, de todo con lo que yo venía, sobre mi relación
con la locura. Fue pensar y tener en cuenta todas las latitudes, todas las raíces
con las que se puede pensar este territorio, esta experiencia, este movimiento que
llamamos locura, o las psicosis. Fue todo un movimiento entre lo aprendido y lo
desaprendido. Aprender-desaprender constante. Aprender a desaprender.

¿Qué fue lo que yo quería? Fuga, fuga de ideas, fuga de sentires, fuga de
experiencias. Aprender a ver “Qué tipo de mundo imposible somos todos nosotros”
(Rivera, 2016, p. 18) y dejarme ir, darle paso a la espontaneidad y dejarme
sumergir en todo un viaje de los sentidos con estos cuerpos. Fue acompañar a
cada uno de ellos abrazando su singularidad sin un a priori.

7. RECOMENDACIONES
Realmente no tengo alguna recomendación por hacer. Quizás sólo algunas
cuestiones que tienen que ver con la organización dentro de las actividades que
se llevan a cabo pero de manera general creo todo está bien.

8. BIBLIOGRAFÍA
Maupassant, G. “El Horla”. Disponible en :
http://www.ataun.eus/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa
%C3%B1ol/Guy%20de%20Maupassant/El%20horla.pdf Consultado: 16 de
diciembre de 2021.
Millet, K. (2019), “Viaje al manicomio”. Editorial Planeta. Barcelona.
Preciado, P. (2020), “Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una
academia de psicoanalistas”. Anagrama, Barcelona
Rivera, C. (2016), “Nadie me verá llorar”. Editorial Planeta. México.

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