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M I N I S T E R I O DE RELACIONES EXTERIORES

Y CULTO
Comisión Boliviana de Conmemoración del V Centenario
-del Descubrimiento de América. Encuentro de Dos Mundos.

Por el Dr. Jo3é María García Recio

Las reducciones de Moxos y Chiquitos


autonomía y condicionamientos de la
acción misional

La Paz - Bolivia
1987
LAS REDUCCIONES DE MOXOS Y CHIQUITOS
AUTONOMIA Y CONDICIONAMIENTOS
DE LA ACCION MISIONAL

Por el Dr. José María Garría Recio

El trabajo que sigue a estas líneas pretende ser sólo una contribu-
ción a u n mejor conocimiento de la problemática de la acción misional
de los jesuítas en América. En muchcs ocasiones se han estudiado los
planteamientos de los religiosos dentro de las propias comunidades en
que se desenvolvía su actividad y la repercusión de ésta sobre los in-
dígenas, sin embargo, y desde mi punto de vista, se ha obviado, al
mencs a veces, la problemática de las relaciones de los núcleos mi-
sionales con el resto del mundo colonial.

Este estudio trata de mostrar cómo influyeron en la actuación de


los religiosos de Moxos y Chiquitos y en los resultados obtenidos por
ellos las cctividades de los miembros del asentamiento colonial más
cercano: Santa Cruz de la Sierra. En cuanto al ámbito cronológico se
reduce a la etapa de creación y expansión de ambos conjuntos misio-
nales que, coincidiendo con la pericdización establecida por Biock para
el casc de Moxos, llega hasta fines de la segunda década del S. XVIII (').

Probablemente una de las razones por las que se ha soslayado el


estudio de la relación entre los conjuntos misionales y los ámbitos ex-
teriores a ellos ha sido el hecho de que se haya tomado como cierta
la pretensión legal de la separación de las comunidades indígenas res-
pecto al resto de los grupos sociales (manifiesta en las disposiciones
que establecían la segregación residencial) como medio de facilitar la
evangelización de aquéllos. A esto hemos de unir la propia tendencia
de los jesuítas a beneficiarse al máximo de éstas y otras disposiciones
a fin de conseguir un aislamiento lo más efectivo posible de los indí-
genas bajo su tutela respecto al conjunto de la sociedad colonial (r). Ni
una cosa ni otra fueron por completo factibles y en consecuencia ha-
bremos de preocuparnos de poner de manifiesto cómo y en qué medida"
estas relaciones se produjeron y cuáles fueron sus consecuencias fun-
damentales .

Dividiremos nuestro análisis en tres aspectos que consideramos


fundamentales: los problemas relativos al proceso de creación de las
reducciones, los esfuerzos de los misioneros para convertir los núcleos
misionales en sistemas autónomos y las inevitables repercusiones de
los obligados contactos con el exterior.

1.— LOS PROBLEMAS DE LA REDUCCION.

El primer elemento importante de le crección de los conjuntos mi-


sionales era la concentración de los indígenas en núcleos de población
de mayores dimensiones, y a que los naturales de ambas áreas se agru-
paban en pequeñas aldeas que, por término medio, debían tener entre
60 y 80 individuos. Las de Moxos solían ubicarse en las cercanías de
los ríos y lagunas, en Chiquitos, zona con una red hidrográfica menos
importante, s e diseminaban por los bosques. Estos asentamientos, a pe-
sar del apego de los indígenas a su lugar de nacimiento, no eran per-
manentes, y mucho menos en el ccso de Moxos que en el de Chiquitos,
según la documentación O .

Entre los obstáculos encontrados por los religiosos para reducir a


los indígenas el primero y uno de los principales, tanto en Moxos como
en Chiquitos, fue el temor a ser esclavizados per los colonos, cruceños
en el primer caso, cruceños y paulistas en ei segundo (4).

Desde los inicios de su permanencia en América había sido regla


firmemente- aplicada por los jesuítas la de practiccr la evangelización
en forma absolutamente pacífica. Por ello habían prescindido del acom-
pañamiento de soldados como instrumento para someter a los indígenas
así como también en calidad de protectores de los misioneros.

En Santa Cruz, cuando, en 1595, el P. Gerónimo de Andión pe-


netró hacia Moxos con la expedición organizada por Suárez de Figue-
roa, lamentaba tener que hacerlo en compañía de soldados por temor
a que éstos pudieran causar daño a los indígenas dificultando su
evangelización u obstaculizándola con sus malos ejemplos (5). Sin em-
bargo, tanto e n esta occsión como en otras muchas, los jesuitas de San-
ta Cruz acompañaron c las expediciones armadas al considerarlo ine-
vitable por la "fiereza e inhumanidad de estas naciones de por a c á " (6).
Tal actitud, por supuesto, no dejaba de ser anómala entre los jesuitas.
y, a pesar de ello, se repitió incluso durante los primeros intentos de
los religiosos pera establecer las misiones entre los Moxos ( : ).

Más adelante, sin embargo, los jesuítas destinados a Moxos de-


bieron prescindir de dicha compañía; y de la misma forma procedie-
ron el P. Arce y los restantes jesuítas de Chiquitos (").

Por estas mismas fechas la propia Audiencia de Charcas había


percibido con claridad que la penetración pacífica de los religiosos era
un medio más adecuado para la expansión del ámbito colonial que
las entradas armadas (!l).

El problema residía, sin embargo, e n procurar impedir que los


cruceños realizaran, por su cuenta y riesgo, expediciones armadas a
las áreas de misión y sus cercanías ('"). Como el recurso a las autori-
dades civiles locales y provinciales no tuviera ninguna efectividad los
jesuítas pidieron ayuda a las eclesiásticas. A consecuencia de ello el
crcediano "pronunció un auto de excomunión contra los qus desde y
[sic] en adelante hicieren a dichos indios algún agravio" ("). Como
esto, probablemente, no surtiera tampoco efecto los jesuítas debieron
bregar hasta conseguir en 1700 una provisión de la Audiencia de Char-
cas que prohibía las entradas de los habitantes de Santa Cruz salvo
"en caso de sex llamado o avisado por el padre superior para ello",
tanto en la zona de Moxos como en la de Chiquitos (1=).

De todas formas, ni los crúcenos cejaron en la realización de sus


expediciones ni los religiosos dejeren de ver, por ello, entorpecida su.
labor, pues el rechazo y temor de los indígenas hacia los españoles
afectaba también a los misioneros ('*). Esto se vio acentuado por coinci-
dencias que llevaron a veces a los indígenas a creer que los jesuítas
eran espías o agentes de los cruceño9 y que el reducirlos no era sino
asegurarlos para capturarlos con mayor facilidad (M).

Aparte de estas repercusiones indirectas, las malocas afectaron


negativamente a la actividad misional al despoblar amplios espacios
por !a captura, fuga o muerte de indígenas, incluso tratándose de gru-
pos ya en contacto con los jesuítas y hesta dispuestos para reducirse ('"').

De la trascendencia y reiteración de l a s malocas da idea la afir-


mación hecha en 1719 por el obispo Mimbela y según la cual "los es-
pañoles desde que han poblado al principio en Santa Cruz de la Sierra,
han hecho casi todcs los años entradas a las vecindades de infieles, en
que apresan gente para el servicio de sus casas y cultibo de sus ha-
ciendas" ( ,c ).
A esle problema se hubo de sume:, e n Chiquitos, ei ¿e ¡as i n c i -
siones de les bcmdeirantes. Estos habían hecho su aparición en dicha
área por vez primerc en 1637 (1T). La primera alteración producida per
ellos tuvo lugar recién fundada la primera reducción de • Chiquitos y,
pese a haberse vencido a los portugueses, indujo al P. Arce c trcsladar
la misión de S. Francisco Javier a las cercamos de S. Lorenzo ( ' \ Pos-
teriormente, e n la misma década de 1690, parece hubo nuevas expedi-
ciones (I6) y a ellas se añadieron otras en 1717 y 1724 al menos Si
el daño causado por los portugueses no llegó a alcanzar las cotas do
las malocas de los crúcenos, no dejó de tener en permanente inquietud
a las reducciones originando traslados y perjudicando las perspectivas
de reducción de clgunos grupos de indígenas al menos áurente ciertc
tiempo ( : i ).
Si ya indicamos que uno de los principales problemas pere la re-
ducción de los indígenas fue el temor a los españoles, no faltaron otres
de envergadura.

Aunque los textos no son unánimes respecto a la organizador, sc-


ciopolítica de los pueblos de Moxos y las interpretaciones pos:bie¿ sor.
varias (—), algunos documentos jesuítas de los primeros tiempos de 1c;
reducciones indican ccmo dificultad para conseguir la reducción de los
indios la carencia de una cabeza política con poder para imponer sus
decisiones al conjunte del crupo indígena e n cuestión. En consecuencia
no bastabe con convencer el "cacique" para lograr lo que se pretendía,
sino que ere necesario persuadir a todo el pueblo. Por otro lado, ios in-
dios de Moxos "entendían cue el origen de sus antepasados y el suyo
era en la cercanía de su habitación", por lo que se negaban c cejar el
lugar donde vivíen y, cuando se veían cbligcdos a trasladarse per al-
guno circunstancia, ccmo podía ser la modificación del cauce es los
ríos, 1c r e : . r. e ur. lugar cerccnc (2:!). En Chiquitos las dificultades fue-
ron de otra :rdole. Si bien los indios "en sus juntas siguen el dictamen
de les ar.cicr.os y de los caciques", sin embargo, según les fuentes, los
Iczos de comunidad y familia erar, entre ellos muy débiles, por ¡c n - c
"per cualquier ligerc disgusto se apartan unos de otros"; ello e x c l i r c í r
ei temer ce Íes mis'oneres c que "no podrían juntarles en lugares" -')

En embas zenes de misión fue un problema impórtente la e>::st2r. •


cic ce en:remamientos armados entre les diferentes c r uros ce ir.dine-
nes, estimulados en ocasiones por e! deseo de hacer cautivos p r r r ••cr.-
derlcs a Íes crúcenos. Ello obligó r ¡os misione r os c emprender una la-
bor previa de apaciguamiento a fin de facilitar la ulterior reducción '-•')•.

Por supuesto la captación de la voluntad de los indígenos pare su


aceptación ce la reducción v la evcnoeiizacicn oasebe rcr e! err.olee
de tácticas muy diversas y, por supuesto, preexistentes, como la - entre-
ga de regalos (preferentemente a los "caciques"), la atención a los en-
fermos, la oferta de protección frente a ios crúcenos... En su conjunto
todo coincidía en un punto único: tratar de hacer percibir a los natura-
les que su sumisión a las intenciones de los religiosos conllevaría para
ellos indudables ventajas materiales. Por esta razón, en lugar de tratar
de evangelizar directamente a los indígenas con los. que se entraba en
contccto, normalmente lo que se hacía primero era presentarles ' l a s
ccnbenienzias de la vida zivil, soziable y política, cuidando juntamente
los misioneros de la manutenzión y providenzia de substentar a estos
nuevos agregados" (-'').

Si desde el punte de vista material era la reducción la muestra


patente de la decisión de les indígenas de someterse a la voluntad de
los misioneros, en el plano espiritual la manifestación externa, previa a
la reducción, estaba construida pe: el bcutismo de los niños y la erec-
ción de cruces en el centro de las aideas, culminando, tras una previa
y rudimentario labor ce evangslización, con la destrucción de los ído-
los y demás maniiestccicr.es físicas de las religiones prehispáriícas. Ello
suponía para los indígenos, desde un punto de vista psicológico, la de-
finitiva ruptura con sus dioses tradicionales, el avanzar por un camino
que no tenía y a regiese. La falla de un castigo material a tales accio-
nes serviría para convencer a los indígenas de la superioridad de la
nueva divinidad sobre les que hesta entonces adoraban (-"). Por otro
lado, los jesuires, como sacerdotes de la religión nuevamente aceptada,
adquirían un papel preponderante en aquellas sociedades, como antes
lo tenían también les "chamanes". Claro es que c dicha razón de pre-
eminencia se unían otras muchas como el superior nivel de control so-
bre la naturaleza por pene de los religiosos, su papel como protectores
frente a los españoles o el respaldo, aunque iejano, de éstos.

2.— LA REGULACION INTERNA DEL SISTEMA MISIONAL.

Si los jesuítas obtuvieron con relativa facilidad la conversión al


cristianismo de los indígenas, según pcrecen mostrar los documentos,
el problema surgió cucmáo, como consecuencia de esa conversión, se
les exigió la adopción de unas nuevas costumbres derivadas de la con-
cepción cristiano - europea de la moral y la vida en "policía" (íS). La
consecuencia de ello sene la sumisión de los grupos de conversos a un
proceso de europeización que, a la larga, según demuestra Block para
un caso en Moxos, iba a conducir a profundas transformaciones socia-
les i2'')- P e r o duda una de las principales y más rápidas transforma-
ciones sufridas por las saciedades indígenas fue la derivada de los cam-
p o s en la economía.
El modelo de asentamiento prehíspánico en grupos pequeños y
dispersos obedecía, entre otras causas y de manera fundamental, a un
esceso grado de aprovechamiento de los recursos naturales que impe-
día l a existencia de grandes concentraciones de población. Se trataba,
en líneas generales, de una economía de agricultura primitivo (de (ro-
2as por fuego) caza y pesca (*"). Las reducciones pretendidas por los mi-
s i o n e r o s exigían, pues, en primer lugar, una transformación de la eco-
nomía que permitiera el abastecimiento de núcleos de población más
numerosos, la elevación del nivel de vida de los indígenas reducidos,
a fin de estimular su incorporación, y un mayor índice de sedentarizc-
ción de la población evitando las largas ausencias exigidas por las acti-
vidades de depredación P1).

La conclusión lógica fue la necesidad de fomentar la agricultura


e introducir la ganadería. En la agricultura dos fueron las innovaciones
principales introducidas por los jesuitas: las nuevas técnicas y herra-
mientas, entre las que destacaría n el uso del arado e instrumentos de
hierro, y los nuevos productos, sobre todo el arroz y la caña de azúcar,
pues, aunque se intentó, no pudieron aclimatarse otros muchos. El fun-
damento de la economía familiar de los indígenas siguió estando, sin
embargo, en los productos tradicionales: yuca, maíz, plátanos y algo-
dón, A ello se unía la recolección de cera y la caza y la pesca. Para
eliminar estas dos actividades en la medida de lo posible se introdujo
desde muy temprano, tanto en Moxos como en Chiquitos, el ganado,
fundamentalmente vacuno. El producto de las estancias ganaderas pa-
r a el final de la etapa que consideramos no debía ser, sin embargo, su-
ficiente parT un completo abastecimiento de las reducciones, persistien-
do aún en los indígenas las actividades de caza y pesca.

Cada familic poseía su propia chacra que le permitía el autoabas-


tecimiento. Las tienras comunes (en las que, amén de los productos de
cultivo ordinario, se sembraban caña de azúcar y arroz), y el cuidado
d e los ganados corrían a cargo de todos. El producto de estas tierras,
cuyos rendimientos eran emplecdos en la construcción y ornamenta-
ción de las iglesias, el mantenimiento de los hospitales, donde residían
los pobres y viejos, así como en otras obras públicas, servía también
p a r a contribuir a la fundación de nuevas reducciones. La administra-
ción de estos recursos era supervisada por los jesuitas.

Las producciones agrícola y ganadera se completaban con una


industria que inicialmente se centró en la elaboración (blanqueamiento)
— 6 —
de la cera y en el -lejido del algodón, y a practicado por los indígenas
con antelación a la llegada de los jesuítas, pero en cuya manufactura
se habrían introducido también nuevas técnicas. La producción de teji-
dos de algodón no pudo, sin embargo, comercializarse inicialmente pues
los jesuítas dirigieron sus esfuerzos a vestir a los indígenas, para lo que,
probablemente, -se tardó bastante tiempo en clcanzar una producción
suficiente. La caña, molida y transformada en los trapiches y oficinas
de los propios misioneros, proporcionaba azúcar y aguardiente única-
mente para el consumo interno. Se estimuló por otro lado el adiestra-
miento de los indígenas en toda suerte de oficios: carpinteros,
herrercs... (:1-).

Sí el contenido de las líneas anteriores no aporta novedades sobre


lo conocido ya por múltiples trabajos, hemos insistido en ello porque
constituye la base del carácter autónomo que cada reducción poseía
:especto a las demás y el del conjunto misional en relcción al resto
del mundo colonial. Ello permitiría a los jesuítas mantener alejados a
los españoles de la economía misional y de las propias misiones y faci-
litaría la evcngeüzación de los indígenas. Se trata e n realidad.de una
repetición bastante fiel del sistema ya experimentado por los jesuítas en
el Paraguay a lo largo de todo el siglo anterior (:::i>.

Sin embargo tanto en Moxos como en Chiquitos, ai iguai que ha-


bía sucedido en Paraguay, era imposible el autoabaslecimiento de una
serie de productos como harina de trigo, vino, instrumentes metálicos,
ornamentos para la liturgia y las iglesias, -teles más finas que las teji-
dos por los i n d í g e n a s . . . , y por tanto hubo de procederse a una impor-
tación de ellos. En compenscción se exportaron los productos exceden-
tarios: tejidos de algodón y cera principalmente. Los primeros eran mas
ebundentes en Moxos y la segunda en Chiquitos. Lo habitual desde el
principio debió ser la insuficiencia de las "exportaciones" para cubrir
las "importaciones" y ésto generó un déficit que se cubrió con aporta-
ciones de distinta procedencia: inicialmente, tanto en Moxos como en
Chiquitos provenientes de la propic Compañía A ello se unieron,
p e a ambos conjuntos misicncles, los esporádicos libramientos hechos
por la corono hasta 1716 y, tras muchas solicitudes, el sínodo concedi-
do c pertir de esta fecha en cuantía de 200 pesos por cada religioso, si
bien cabe dudar de que su pago se hiciera de forma habitual ("•'). Moxos
cbtuvo, además, una financiación adicional procedente de donativos y
limosnas invertidos en censos o explotaciones agropecuarias Pro-
bablemente la más dificultosa y lenta expansión de Chiquitos provino
en parte de la carencia de recursos semejantes, aunque no faltaran be-
nefactores que contribuyeran al mantenimiento de las misiones
La organización interior de las reducciones y el sistema de control
que sobre ellas ejercían los religiosos eran también base fundamental
de su independencia frente al exterior, que reforzaban otras circunstan-
cias a las que luego nos referiremos.

La autoridad suprema de cada conjunto reduccional era un supe-


rior nombrado por el provincial. Este tenía bajo sus órdenes a la totali-
dad de los religiosos, pero no acostumbraba tomar decisiones importan-
tes sin antes asesorarse en lo posible de ellos. Los misioneros de cadc
reducción, en número mínimo de dos, se distribuían las tareas de for-
ma que uno solía encargarse de los aspectos materiales y el otro de los
espirituales. El ritmo de vidc. de la misión era marcado por los sacerdo-
tes a toque de campana. Los religiosos controlaban de forma directa o
indirecta todos los cspectos del gobierno de la reducción. Se encarga-
ban de supervisor las acciones de las "autoridades" indígenas que, a
su vez, tenían como misión la detección de las irregularidades de los
comportamientos, la vigilancia y dirección de los trabajos, la adminis-
uración de justicia, el mantenimiento del orden interior y la previsión de
los peligros externos. Estos ponían en conocimiento de los jesuítas todas
las novedades y, al mismo tiempo, eran, como nombrados por ellos,
fieles ejecutores de sus decisiones. El incumplimiento de las normas su-
ponía su inmediato castigo, dictado, aunque no ejecutado, por los reli-
giosos (""). Le disciplinado y riguroso del régimen reduccional se com-
pensaba en aiguna medide con la existencia de una serie de celebra-
ciones, fundamentalmente religiosas, que adquirían un carácter espec-
tacular y lúdico (incluyendo danzas simbólicas, música y cantos) que se
ccercaba a los rasgos propios de los actos comunitarios y religiosos de
las sociédades de nivel cultural menos elevado ("'•').

Las ev'rsncias de un mejor control sobre los indígenas reducidos


llevaron en Chiquitos al visitador Castañeda c prohibir que pudieran
rasladarse de unes reducciones a otras. Las normas establecidas indi-
roban que a todc indígena que tratase de hacerlo procurase convencer-
o el Padre de! pueblo donde pretendía quedarse para que volviera el
uyo, o, en última instancia, le obligara a ello, únicamente por causas
luy especiales y previa autorización del superior se accedería a dichos
aslados, pues de su proliferación resultaría que "no podrían los pa-
res curas sugeter a los indios como conviene" C").

Teniendo en cuenta lo examinado anterioimente no cabe la menor


ida de que el elemento nuclear del sisteme eran los propios religiosos,
i su capacidad de Uabajo, su preparación para las tareas tanto espi-
uales como de organización y administración de las reducciones, así
mo de sus propios comportamientos dependía básicamente la prospe-
ridad y continuidad de las misiones. Conscientes de que su respetabi-
lidad era esencial a la hora de obtener lo que se pretendió, se estable-
cieron, por ejemplo, normas muy precisas respecto el trato de los jesui-
!as con las indígenas a fin de no dar occsión al yerro de les religiosos
Vi a la murmuración de los reducidos (").

3.— LOS CONDICIONAMIENTOS EXTERIORES.

Desde el punto de vista administrativo las reduccicr.es dependían,


por supuesto, del gobernador de Santa Cruz, sin embargo no nos cons-
ta para nada la intervención de éste ni en las misiones de Moxos ni en
ias de Chiquitos durante la etapa que ve desde su creación hasta 1720
aproximadamente. Realmente la autonomía dei sistema de administra-
ción de las reducciones esiaba avalada el menos desde 1700 por una
disposición de la Audiencic de Charcas emitida a peticicr. de los jesu ; -
tas que estableció que los gobernadores no podrían inmiscuirse en el
gobierno poniendo "theniente... en las reducciones formadas y que se
fueren formando, ni otro ministro alguno de justicia ni govierno político,
civil o criminal, ni alteren el que huvieren establecido los padres misio-
n e r o s . . . " ('-). Ni siquiera perece que, como sucedió en íes reducciones
del Paraguay O1-'1), los gobernadores de Santa Cruz llegaren, en este épo-
ce, a visitar las reducciones, y tampoco, segur, perece desprenderse de.
texto transcrito, que intervinieren en el nombramiento ni le cprofceciór.
de las autoridades indígenos de las misione^ ("•;.

En cuanto a la sujeción a ¡a cutoridad de ios ccispcs en los asun-


tos religiosos, a pesar del paulatino abandono ce ir actitud cbsentista
que los prelados habían mentenido carente el siglo a7II pare fines de
esta centuria y comienzos ce ia siguiente, apenas nes ccr.sta que pres-
taron atención c les reducciones. Le único pcsibiliced ce intervención
por su porte era la visita de aquéllas. Habiendo aoat.act.ado su tradi-
cional residencia de Mizque para ir c instalarse en Sania Cruz durante
las primeras décadas del S. XVIII, los obispes nc debía:: estar dispues-
tos, sin embargo, a afrontar les penalidades de les dilatados y dificul-
tosos caminos de las áreas misionales. Solo para finales ae nuestra eta-
pa fray Jaime de Mimbela visitó por fin ambos conjuntos reduccionales
cumpliendo con su obligación ce confirmar c los ya bautizados. Sus im-
presiones de las misiones y de la actividad de los jesuitas en ellas no
podrían haber sido más favorables íi:'), lo que muesúe que no existió
ningún roce con ellos e indica también que nc treto de alterar en abso-
luto los métodos y actitudes de los religiosos.
A la total liberación de la intromisión española contribuía también
la exención de las indígenas reducidos (en ambas creas) de la enco-
mienda a particulares, disponiéndose su encabezamiento en Ja coro-
na (4fl). Flln permitió, además, la más íácil captación de los indígenas
al alejar la sombra de que los religiosos los reunían para entregarlos a
los colonos. La exención del pago del tributo durante 20 años a partir
de su reducción C7), que se convirtieron de hecho en bastantes más, al
menos para el caso de Chiquitos, eliminó otro de los obstáculos que
hubieran perjudicado la conversión de los indígenas y su perseveran-
cia en la doctrino cristiana, al tiempo que, lógicamente, favoreció el
florecimiento económico de las misiones.

De cualquier forma las reducciones, aunque autónomas en su


administración v relativamente cutosuficier.tes en su economía no po-
dícn prescindir de unes relcciones mínimas con el exterior: en primer
lugar con los superiores y demás centros de la Compañía, de les que,
en última instancia recibícn los misioneros instrucciones, dinero (tam-
bién el procedente de sus inversiones en el área andina en el caso de
Moxes) y nueves refuerzos, y cder.de ios religieses agotados o enfer-
mes pedían recurrir para reponerse; en segundo lugar con quienes les
proveían de los productes de los que carecían. Esto, al tiempo que obli-
gaba a crecr unas vías de comunicación y a fijar une regulación de los
contactos incidía también ce forma indudable en la ubicación de los
núcleos reduccior.aies. Este había ce tener en cuenta los caracteres fi-
siográficos del terreno, así como su adecuación para el sustento mate-
rial de la población y les posibilidades de expansión misional, pero
también las necesidcdes de conexión cor. el resto de Ies reducciones.
Per otro lodo pare el ccr.iunto era vitcl le exister.cic ce ur.c fácil comu-
nicación con el exterior (").

Lc.s \ .'..5 tradicionales de comunicación de Gante Cruz tanto hccic


el norte (siguiendo el no. cerno hacia el este marcar, los lugares dor.de
comenzarían y desde los cue se expcr.áinar. ambos conjuntos de re-
ducciones. Desde el comienzo, se buscó mejorar las comunicaciones en
la medida de lo posible, pero sir. que esto rompiera con el imprescindi-
ble alejamiento de los núcleos españoles pare eviter el entorpecimiento
por parte de los colonos de la acción misional y su abuso sobre los in-
dígenas. Ello explica cue desde S. Lorer.zc c le primero reducción ds
Moxos, la de Loreto.. la distancia fuere de ur.es 80 leguas que podíar.
reccrrerse bien por tierra., bien bajando per el Guaecy desde el puerto
de Pcilas. Desde aquella ciudad c 1c primera reducción de Chiquitos,
la ce S. Francisco Javier, había ur.es 40 cue debíar. ser hechas por
tierra C"). Les dificultades pera comunicarse con ellas no sólo proce-
dían de la distcr.cic sino también de ctres muchos factores como les

— 10 —
inundaciones, problemas de aguadas y pastos, la vegetación... ("'"). De
ícrma que si la distancio no era excesiva, sí se consideraría suficiente
para evitar un contacto fácil (y peligroso) con los cruceños.

Muestra evidente de la imposibilidad de una convivencia cerca-


na de reducciones y cruceños fue el obligado traslado de la reducción
de S. Javier de Chiquitos que, situada cerca de S. Lorenzo a causa de
la ccometida de los bandeirantes, hubo de ser trasladada años más tar-
de cerca del lugar donde antes estuviera S. Francisco de AIíoto (a la
distcncia de dicha ciudad que ya hemos indicado). La causa fue, se-
gún el P. Burges, que "los Españoles de S. Lorenzo turbaban a menudo
cu quietud, llevándose a los yndics para hacerlos esclavos y llegaron
a tal extremo que maltrataron a les misioneros que se oponían a su
violencia" ("•'). De cualquier forma nunca se pudieron evitar contactos
esporádicos y, amén de las malocas, las correrías de los cruceños en
buscc de minas (las de Itatín) en el área chicuitana también influyeron
en el truslado de alguna reducción como la ce S. José ('->.

Ei ne>:o cbligcdo de las reducciones ccr. el exterior era Santa Cruz.


Ahora bisr., en el caso de Moxos, por ejemplo, tanto en 1674 "como en
1679 ss encargó a los misioneros que se informaran "sobre las comuni-
caciones que se pedían establecer desde el Perú con aquellas aparta-
das regiones" Ello muestra, desde luego, el interés por hallar una
conexión más certa y menos dificultosa con el Perú. Su hallazgo per-
mitiría un más fácil acceso de ios religiosos ai contacto con sus supe-
riores v cor. el núcleo central de la provincia al tiempo que evitaría la
zelacicn ccr_ Santa Cruz y los cruceños, de donde no dejaban, como
hzrr.es indicado, de llegar problemcs pera las reducciones.

Ei primer intento de abrir un camino que condujera directamente


desde Moxos a Cochabcmba sin pasar por Sania Cruz fue hecho por el
Ke:mcno Jcsé Ccstilio en 1633, el cño siguiente de ia fundcción de la
p:ime:c reducción. El fracaso le costó, además, la vida al religioso ('"').
Le. expansión de las reducciones hacia el oeste en los años siguientes
pudo haber obedecido, aparte de a otros motivos, c un intento de acer-
carse a 1a zona ondina para facilitar la apertura de ia ruta referida ("').
Esta cebió conseguirse entre 1691 y 16S6 y ya era utilizada para esta
última fecha, siendo la distancia enir.e la Villa de Oropesa y le reduc-
ción de S. Jcsé de Moxos de sólo 70 leguas ('"'), mientras que el trayec-
to Mizque-Santa Cruz-Loreto suponía unas 140 leguas ("'"). Para facili-
tar la comunicación por la nueva vía se decidió la fundación de un co-
legio en Cochabamba. La dificultad de obtener licencia real para ello
llevó a la creación de un "hospicio" para alojamiento de los misione-
ros y almacén de las provisiones (•"'). Cabe, sin embargo, dudar de la

—11 —
utilidad del nuevo camino por cuanto, por ejemplo, cuando en 1700 el
visitador Altamirano se decidió a girar una inspección por las reduc-
ciones llegó a ellas desde Santa Cruz, ciudad que, según diversos do-
cumentos coetáneos era el "puerto principal por donde se hace tránsito
a las misiones de los indios molos" (s*). Aunque en 1716 la corona con-
cediera autorización para la fundación del colegio de Cochabamba C'n),
pensamos que ello no debió modificar el estado de cosas. Documentos
posteriores indican que el camino de Cochabamba apenas debió utili-
zarse. De esa forma cuando en 1756 un misionero procedente del Cuzco
se dirigía a Moxos siguió el itinerario Oruro - Cochabamba - Totora - San-
ta Cruz-Moxos, y años m á s tarde se hablaba (y se intentaba) de nue-
vo la apertura de un camino directo de Cochabamba a Moxos (C1).

En cuanto a Chiquitos, es de sobra conocido que su fundación por


el P. Arce coincidió con un intento de abrir al tránsito la ruta entre San-
ta Cruz y las misiones guaraníes a través del río Paraguay, utilizando
como punto de partida aquel área. Los múltiples esfuerzos realizados
para abrir esta vía fueron infructuosos desde 1692 a 1715 en que, por
fin, se logró dicho objetivo. La trascendencia del hecho podría haber
sido enorme al unir de forma directa a los jesuítas de Chiquitos con
Asunción y con las reducciones guaraníes a través de un camino mu-
cho más corto que el preexistente, que seguía la ruta de Tucumán y
pasaba por Tarija y Santa Cruz. Habría permitido además la apertura
de nuevas reducciones a lo largo de dicha vía y el reforzamiento de las
preexistentes. Esto, sin embargo, no interesaba a los cruceños ni a los
paraguayos, pues les vedaba un hipotético acceso a otras fuentes de
abastecimiento de mano de obra. Podría haber facilitado la apertura de
una nueva ruta comercial con ventajas tanto para Santa Cruz como
para'el Paraguay, pero esto es bastante dudoso teniendo en cuenta que
dicho tráfico habría ido en detrimento de la estabilidad de las reduccio-
nes y, sin duda, hubiera sido obstaculizado por los jesuítas. La conse-
cuencia fue que, sometida a diversas presiones y ante la petición reite-
rada de los cruceños, la Audiencia de Charcas ordenó el "cerramien-
to" del camino so pretexto d e prohibiciones reales que no conocemos y
arguyendo además, curiosamente, que, como indicaban aquéllos, por
él podrían penetrar los bandeirantes

La necesidad de un contacto más directo con sus superiores y con


otras casas de la propia provincia jesuita del Paraguay se hacía apre-
miante en extremo por otra razón aparte de las ya citadas en el caso
de Moxos. Es sabido que los jesuítas de las provincias de Perú y Para-
guay pugnaron durante algunos años por el control de aquellas reduc-
ciones (°3). El triunfo final correspondió a la provincia paraguaya, sin
embargo el área de Chiquitos estaba incluida en el distrito de la gober-

— 12 —
nación de Santa Cruz, que, a su vez, se hallaba a cargo de la provin-
cia peruana. Si el problema de la adscripción de Chiquitos a los jesuí-
tas paraguayos se resolvió durante los años 90, las relaciones d e los
jesuitas de Chiquitos con los de la residencia de Santa Cruz, tirantes
desde los inicios de estas reducciones, debieron seguir siendo similares
durante un lcpso de tiempo más prolongado. La situacióp se t o m a b a
más y más delicada por cuanto la conexión de las reducciones de Chi-
quitos con Tanja, donde se hallaba el colegio más cercano de la pro-
vincia paraguaya, pasaba por Santa Cruz. El tránsito de los jesuitas de
Chiquitos por esta ciudad planteaba un dilema evidente: era lógico que
éstos se alojaran en la residencia de la Compañía en esta ciudad pues
de no hacerlo podía n herir la sensibilidad de los jesuitas de Santa Cruz,
pero el repetido uso de la residencia cruceña podía también llegar a
parecer un abuso (,:'1). Para evitar el problema debió haber etapas en
las que se siguió un camino que evitaba el paso por la propia ciudad
y hacia 1707 se intentó establecer una nueva ruta que, desde S. José de
Chiquitos y siguiendo el río S. Miguel (el Pcrapití) iba hasta el centro
de la chiriguanía y desde allí a Tarija haciendo escala en una estancia
de los jesuitas e n las Salinas. Tales esfuerzos, realizados en dicho año
y los sucesivos, debieron fracasar, muestra de ello es que hacia 1715 la
comunicación entre Tarija y Chiquitos seguía realizándose pascndo por
Santa Cruz No obstante, aún no habían renunciado los jesuitas a
hallar rutas alternativas para su relación con Tarija o Salta. La estrate-
gia de expansión misional hacia el sur (morotocos y zamucos), perse-
guía, desde el punto de vista material, el hallazgo de las salinas y la
conexión con los jesuitas que desde aquellas ciudades trataban de le-
vcntar misiones entre los indios del Chaco. Con ello se procuraba una
vez más "evitar les pleitos y ocasiones de quejas con la provincia del
Perú quitando nuestro paso y comercio con Santa Cruz" (w;).
t

Para ambos conjuntos misionaks, la relación con Santa Cruz


(S. Lorenzo) era, pues, inevitable, aunque en gran porte de las ocasio-
nes sólo como nexo con el resto del mundo colonial. Probablemente las
autoridades cruceñas (los gobernadores) buscaron beneficiarse de algu-
na forma de la existencia de las misiones, coartando la libre relación
de los misioneros con el exterior. Ello obligó a los jesuitas a solicitar de
la Audiencia una provisión que, emitida por aquélla en 1700, disponía
que "puedan los religiosos... entrar y salir libremente a la dicha ciudad
de Santa Cruz y las misiones, y de allí pasar al Perú y a otra qua!quie-
ra parte de estos Reynos y despachar sus pleytos con qualesquiera
personas: yndios, mestizos o españoles que usan el trajinar y asimismo
ctrcs qualesquiera géneros sin que lo pueda impedir dicho govemador,
ni sea necesaria su licencia". Es probable que esta disposición h a g a re-
ferencia fundamentalmente al último de los aspectos que abordaremos:

— 13 —
el comercio de las misiones con el exterior. En este sentido, pa:a preve-
nir dichas intromisiones, la Audiencia especificó además "que ni por sí
ni por interpósitas personas pueda el dicho gobernador introducir en las
dichas misiones ningún género de mercancía, ni hacer repartimiento al-
guno" ('"). Sin duda se temía que el gobernador de Santa Cruz pudiera
seguir en esto el ejemplo d e tantos corregidores.

En lo que se refiere a Moxos, ignoramos cuál íue exactamente el


sistema seguido para el abastecimiento, aunque teniendo en cuenta que
sus misiones percibían importantes ingresos procedentes del área andi-
no, probablemente fuese su procurador quien se encargase de adquirir
allí gran parte de los productos necesarios en las reducciones y remitír-
selos bie n a través de Cochabamba en alguna ocasión, bien, más ha-
bituclmente, a través de Santa Cruz. Ello no exceptuaría la venta de los
productos excedentarios de estas misiones en esta ciudad y la adqui-
sición en ella de los que les fueran precisos, pero el transporte proba-
blemente corría en forma exclusiva a cargo de los indios de las misio-
nes, con lo que se obviaba el problema del contacto directo de los mer-
caderes con los indígenas en las propias reducciones. En esta actividad
la residencia de Santa Cruz serie un centro logístico de primera magni-
tud ("•-). El principal producto del que ¡os jesuítas de Moxos (al igual
que los de Chiquitos) debieron surtirse en Santa Cruz fue el ganado, so-
bre todo vacuno, ccballar y mular, para dar comienzo a la creación de
sus estancias 0;").

En Chiquitos las circunstancias y caracteres del comercio presen-


taron rasgos distintos. Los misioneros procuraron el abastecimiento des-
de Tarija en la medida de lo posible. Desde allí se les remitían anual-
mente productos que se habían cdquirido para dichas reducciones con
¿a.s ayudas eportadas por el resto de la provincia o por particulares.
Trataron, además de encontrar un sistema que les permitiera una coor-
dinación en la remisión y adquisición de los productos y un acorta-
miento de los plazos de entrega. La dificultad en las comunicaciones de-
bida a los obstáculos del camino y a la distancia, así como a la inexis-
tencia de un procurador de las misiones que velara por sus intereses
materiales en Tarija debieron hccer de tales esfuerzos algo poco fructí-
fero. Consecuencia de ello fue que en alguna ocasión las carencias de
productos fundamentales como vino pera la celebración de la misa obli-
garon durante meses a su supresión. La única posibilidad que quedó
fue que gren parte del abastecimiento de las misiones se obtuviera de
Santa Cruz (T").

Inicialmente parece que los religiosos admitieron un cierto nivel de


contacto de los comerciantes con las reducciones, si bien probablemen-

— 14 —
te sólo en los casos en que su concurrencia a ellas hubiera sido solici-
tada y, por supuesto, evitando el trato directo con los indígenas y vigi-
lando todas sus acciones p1). Sin embargo, en la etapa que estudiamos,
la regulación más característica disponía que el contacto con los co-
merciantes se realizara únicamente a través del pqeblo de S. Javier,
aunque el lugar concreto era una estancia alejada de la reducción.
Los curas de cada pueblo, previa autorización del superior, solicitaban
a Santa Cruz los géneros que necesitaban y, al tiempo, depositaban en
la mencionada estancia los productos que hcbían de ser entregados a
les comerciantes a cambio de los que a éstes se habían solicitado. Se-
ría el cura de S. Javier el encargado de entregar y recibir los productos.
El sistema, implantado al menos desde 1708 (72), debió resultar quizá
demasiado rígido y en 1715 se revocó el orde n preexistente en cuanto a
no admitir tratos más que con los comerciantes con les que previamen-
te se hubiesen acordado, considerando que "si algunos españoles bie-
nen no rescatan de los indios, que es lo que se pretendió evitar con el
orden, sino que traen sus géneros y hacen el trato ccn el Padre cura de
S. Xavier, reciben la cera y se buelben a Santa Cruz como se hace en
nuestras misiones del Paraguai, y si sus criados hacen algunos rssea-
tillos de algún poco de algodón, no es cosa de importancia, y lo es mu-
cha el conservar el comercio con la ciudad de Santa Cruz". Se decidió,
sin embargo, mantener, como anteriormente, contactos con una perso-
n a determinada c la que se solicitasen los géneros precisos y prohibir
la compra de productos a cualquier comercicnte que penetrara en otros
pueblos aparte del de S. Javier a íin de evitar que todos pretendieran
hacerlo p ) . La relativa flexibilidad del sistema y los afanes de lucro de
los mercaderes probablemente no permitieron evitar, como se preten-
día, que éstos tuvieran contacto directo con los indígenas de las reduc-
ciones y diez años más tarde el procurador jesuíta del Paraguay solici-
taba infructuosamente del Consejo de Indias la prohibición "para mer-
caderes de visitar las misiones jesuítas de los Chiquitos" (74).

Examinado todo lo anterior, no cabe la menor duda de que la re-


lación de los conjuntos misionales de Moxos y Chiquitos con el núcleo
colonizador de Santa Cruz fue condicionante fundamental de la forma
en que aquéllos se desenvolvieron en muy diversos aspectos de su fun-
cionamiento y muestra, a pesar de lo limitado de su alcance, la impor-
tancia de afrontar de forma más amplia el estudio de las interacciones
de les comunidades indígenas controladas por los jesuítas con el ámbi-
to inmediato que las rodeaba para los casos en los que tal estudio no
h a sido aún acometido de forma sistemática.
N O T A S

1) BLOCK, David: In search of El D o r a d o : Spanish entry ¡nto Moxos, a tropical


frontíer, 1550- 1767. Tesis doctoral inédita, presentada en ¡a Universidad de
Texas en Austin en 1980.

2) Véase a este respecto M O R N E R , Magnus: La corona española y los foráneos


en los pueblos de indios de América. Instituto de Estudios Iberoamericanos. Es-
tccolmo, 1970.
3) P A R E J A S M O R E N O , Alcides: Historia del oriente Boliviano. S. X V I y X V I L
Publicaciones de la Universidad Gabriel Rene Moreno. Santa Cruz de la Sierra,
198C. pp. 10, 23, 32, 33; T O R M O S A N Z , Leandro: "Algunos datos demográ-
ficos de Moxos", en Estudios sobre política indigenista española en América.
Seminario de Historia de América de la Universidad de Valladolid, 1976, p. 195;
F R A Z A O DE L I M A E C O S T A . Iranice: Las reducciones de Chiquitos en el
S. X V I I I . Tesis doctora! inédita, presentada en la Universidad de Sevilla en 1981.
Carta del P. Antonio de Orellana al Provincial Martín de Jáuregui. Nra. Sra.
de Loreto, I 8 / X / 1 6 8 7 , en M A U R T U A , Víctor M.: Juicio de limites entre Perú
>• Bolivia. Prueba peruana. Vo!. X. Barcelona, 1906, p. 2.

Carta del P. Gerónimo de Andión al P. Provincial. Camino de Moxos.


i r » V I I / ¡ 5 9 3 ¡por 1595l. inserta er. [Carta de! P Pablo loseph de Arringal
íii P. Ciaudio Aquaviva. L i m i , 3 / I V 1596. en E G A Ñ A , Antonio de: Monu-
menta Peruana. Instituto Histórico de la Compañía de Jesús. Roma, ¡961-
¡981, vol. VI, p. 31.
Ibidcm. En carta del provincial jesuíta del Perú al gobernador de Santa Cruz,
D. Lorenzo Dávila, (de Lima a 30 X I / 1 6 5 5, en AGI, Charcas 95) se autori-
zaba a un jesuíta para acompañar a la expedición que el gobernador deseaba
hacer hacia el Paititi, pues "si bien otras entradas suelen ser desgraciadas por
los insultos y malos tratamientos que los soldados suelen hacer a los indios, ésta
ha de ser dichosa, porque los govemará vuestra señoría con su christianísi-
mo zelo".

Relación sumaria de la Misión de los Moxos hecha por el P. Diego de Eguiluz.


[1696J. AGI, Charcas 25.

V A R G A S U G A R T E , Rubén: Historia de la Compañía de Jesús en el Perú.


Burgos, 1963 - 1965, vol. I I I , p. 23.

Carta de la Audiencia de Charcas al rey. La Plata, 2 1 / V I I I / 1 6 S 2 . A G I , Char-


cas 25.

Citado por BLOCK: Op. cit., p. 203 .

— 16 —
(11) El P. A l t a m i r a n o menciona, p o r ejemplo, u n a maloca en el área de Moxos en
1681. Relación de la provincia de Mojo». S. d., en B A L L I V I A N , Manuel V . :
Documentos para la Historia Geográfica de ia República de Bolivia. Serie Pri-
mera. Epoca Colonial. T o m o L La* provincias de Mojo* y Chiquito*. La Paz,
Ministerio de Coionización y Agricultura. Sección de Estudio: Geográficos. 1006.
pp. 345 - 3 4 6 .
(12) Rea! Provisión de la Audiencia de Charcas. La Plata, 9 / X I / 1 7 0 0 . Biblioteca d i
la Real Academia de la Historia de M a d r i d (en adelante R A H ) , colección Ma-
ta Linares, tomo 36, fols. 1 3 8 - 152. Esta provisión establecía p e n a de 4.000 pe-
sos para el g o b e r n a d o r que c o n t r a v i n i e r a lo dispuesto en ella, y fue confirma-
da por el virrey, obispo de Quito, quien elevó la p e n a a 5.000 pesos. R. C. a la
Audiencia de Charcas. M a d r i d , 13/111/1720, en M A U R T U A : O p . cit., vol. X,
pp. 4 7 - 4 8 . Según parece, con a n t e r i o r i d a d , y probablemente a petición de los
misioneros de Moxos, el virrey C o n d e de Castellar despachó "provisión en que
manda que q u a n d o los vezinos de S a n t a Cruz e n t r e n a sus corredurías, no pa-
sen por 30 leguas de distancia d e dicha* misione* p o r evitar dichos daños; pero
todas estas dichas provisiones, a u n q u e intimadas, n o se executan". Varios pun-
tos de un p a d r e misionero de Chiquitos p a r a responder a un memorial del go-
bernador de S a n t a Cruz. C. 1730, en C O R T E S A O , J a i m e : Antecedentes do
tratado de M a d r i Jesuítas e bandeirante* n o P a r a g u a i (1703 - 1751). Manus-
critos da Cole^ao de Angelí*, vol. V I . Biblioteca Nacional. Divisio de obras
raras e publicacoes, 1955, p. 145.

(13) Estado de las misiones jesuítas del P a r a g u a y entre los chiquitos, según el P.
Burges. 1702. E n C O R T E S A O : O p . cit., p. 243; C A B A L L E R O , Lucas: Rela-
ción de las costumbres y religión de los indio* Manasicas. Librería general de
Victoriano Suárez. M a d r i d , 193"3, p. 19; R. C. a la Audiencia de Charcas. Ma-
drid, 1 3 / I I I / 1 7 2 0 , en M A U R T U A : O p . cit., vol. X, pp. 4 6 - 4 7 .

(14) Varios puntos de un padre misionero de Chiquitos para r e s p o n d e r . . . , C. 1730.


en C O R T E S A O : O p . cit., pp. 143 - 144 y 151. Este jesuíta indica, incluso, oue
los cruceños, en ocasiones, h a b í a n e n g a ñ a d o a los indios ."diziéndoles eran los
missioneros portugueses, que lo* j u n t a b a n p a r a entregarlos a dicho enemigo
para inducirlos a que se retirasen de los padres y los desamparasen para poder
assi más a su salvo hazerlos de su* encomiendas y venderlos". Ibidem, p. 147.
Lo mismo se aprecia en J u a n Patricio F E R N A N D E Z : Relación historial de la?
misiones de los indios Chiquitos que en el P a r a g u a y tiene la Compañía de Jesús.
Madrid, 1895, vol. I, pp. 2 3 8 - 239; R. C. a la Audiencia de Charcas. Madrid,
13/111/1720, citada. A persuadirles de la certeza de este extremo contribuía e!
hecho de que ios bandeirentes pauliscas hubiesen utilizado en m á s de una oca-
sión este método p a r a atraer y cautivar a los indígenas. F R A Z A O DE L I M A :
Op. cit., fol. 3 3 .
(15) Las malocas a f e c t a r o n tanto a la zona de Moxos como a la de Chiquitos a lo
largo de los primeros veinte a ñ o s del S. X V I I I . P u e d e n verse testimonios al
respecto en C A B A L L E R O : O p . cit.; F E R N A N D E Z : O p . cit., vol. I. pp. 236-
240 y vol. I I , p p . 73 - 74; P u n t o s de u n jesuíta de Chiquitos p a r a r e s p o n d e r . . . ,
C. 1730, en C O R T E S A O : O p . cit., p. 143; R. C. a la Audiencia de Charcas.
Madrid, 1 3 / I I I / 1 7 2 0 , citada.
(16) Carta del obispo de S a n t a Cruz al rey. Mizque, 2 8 / 1 1 / 1 7 1 9 . A G I , Charcas 3 7 5 .

(17) G A R C I A R E C I O , José M a r í a : Análisis d e u n a sociedad d e f r o n t e r a : Santa C r u z


de la Sierra en lo* siglos X V I y X V I I . E n proceso d e publicación por la Excma-
Diputación Provincial de Sevilla. Cap. I I , 4 .

— 17 —
(18) Estado de las misiones jesuítas de! Paraguay entre los Chiquitos, por el P. Bur-
ges. 1702, en C O R T E S A O : Op. c¡:., pp. 236 - 241.

(19) V i d . L A H M E Y E R LOBO, Eulalia M a r í a : C a m i n h o de C h i q u i t o í a j Missoet


G u a r a n í » de 1690 a 1718. Colecao d a Revista de Historia. S a o Paulo, 1960,
pp. 3 1 - 3 4 .

(20) Ibidem, p. 62: Carta de D. Francisco A n t o n i o de Argomosa, gobernador de


S c n t a Cruz, al rey S. Lorenzo de la Barranca, 6 / X / 1 7 2 4 . A G I , C h a r c a s 159.
(21) F E R N A N D E Z : O p . cic., vol. I, p. 105.

|22) B A R N A D A S , J o s c p h M.: "Las reducciones jesuíticas de M o j o s " , en Historia


boliviana, voi. 1 V / 2 , Cochabamba. 1984, pp. 1 3 7 - 1 3 S , 144- 145.
123) C a r t a del P. A n t o n i o de Orellana a! provincial Martín de J á u r e g u i . N r a . Sra.
de Loreto, 1 8 / X - 1 6 8 7 . en M A U R T U A : Op. cit. vol. X, pp. 7 y 15.

1241 Estado de las misiones jesuíticas del P a r a g u a y entre los Chiquitos, por ci P.
Burges, 1702. en C O R T E S A O : A n t e c e d e n t e s . . . , p. 232; F E R N A N D E Z : O p .
cit., vo!. 1, p. 49 .

(25) P a r a Moxos vid. BLOCK, David: "La visión jesuítica de los pueblos autócto-
n o s de Mojos 11667 - 17001". en Historia Boliviana, vol. V I , Cochabamba.
IvSfc. pp. 73 - S b: B A R N A D A S : Las reduccioses. . . " ; Relación de la provin-
cia ele Mojos hecha p o r el H e r m a n o José Castillo, en B A L L I V I A N : Documen-
tos. . tomo I, pp. 341 - 343 Para Chiquitos vid.: F E R N A N D E Z : O p . cit.,
voi. I, pp. 133 - 134, voi. I I . pp. 29, 30, 40; Relación abreviada de la vida y
m u e r t e dei P. C i p r i a n o Barraza. . . . en Cartas edificantes y curiosas escritas de
las misiones estrangeras p o r algunos misioneros de la C o m p a ñ í a de Jesús.
I m p . Viuda de M a n u e l Fernández. M a d r i d , 1753 - 1757, vol. V I I , p. 106.

'26l E G U I L U Z . Diego de: Histeria de la misión de Mojos en la República de Bo-


livia escrita en 1696 por el P. Diego de Eguiluz, publicada con varios docu-
mentos referentes a esa misión, biografías y notas p o r Enrique T o r r e s Salda-
m a n d o . Lima, I m p r e n t a del Universo, 1884, p. 54: Relación de la provincia
cic M o j o s hecha por e! h e r m a n o José Castillo, en B A L L I V I A N : O p . cit.. vi!.
I , p. 364: Relación de! P. Barace al Provincial de! Perú. Mojos, 7 . ' V / 1 6 8 0 . en
V A R G A S U G A R T E : O p . cit.. vol. I I I , p p . 165 - 167; F E R N A N D E Z : O p . cit.,
vol. I. p. !22; T O R M O : " A l g u n o s datos. . . " , pp. 196 - 197; R. C. a la Audien-
cia de Charcas. M a d r i d , 13.TIL 1720. e n M A U R T U A : O p . cit., vol. X, pp.
44 - 4 5 : Carta dei P. A n t o n i o de Orellana al provincial M a r t í n de J á u r c g u i .
N r a . Sra de Loreto, 18 X. 1687, er. ibidem, p. 3.

(27) V a r i o s puntos de un misionero jesuíta de C h i q u i t o s . . . , C. 1730, en C O R T F -


S A O : A n t e c e d e n t e s . . . , pp. 143 - 144: F E R N A N D E Z : Op. cit., vo!. I I . pp. 14.
34, 38 - 39. 59: Relación sumaria ce la apostólica misión de los Moxos por e.'
P. Diego de Eguiiuz. 1696. A G I . Charcas 25: E G U I L U Z : O p . cit., p p . 1 2 - 1 3 ,
23 - 2 9 .

(28) F E R N A N D E Z : O p . cit.. vol. I I . d. 5: Carta del P. Antonio de Orellan:. a!


al Provincia: M a r t i n de Jáuregui. N r a . Sra. de Loreto, 1 8 / X / 1 6 8 7 , en M A U R -
T U A : O p . cit., vol. X, pp. 1 0 - 1 2 ; E G U I L U Z : O p . eit., p. 6. T a m b i é n
D ' O r b i g n y resalta la facilidad en la conversión tanto de Moxos como de Chi-
quitos. F R A S A O D E L I M A : O p . cit., fois. 2 y 22.

— 18 —
<29) BLOCK: In s e a r c h . . . , pp. 210, 301 - 3 0 5 . Este mismo autor al analizar la es-
tructura fisica (urbanismo) de las reducciones se hace eco del i n f l u j o evidente
del urbanismo español. Ibidem, p p . 231 - 233.

(30) F R A Z A O DE LIMA: Op. cit., fols. 18, 37; PAREJAS: Op. cit., pp. 1 8 - 2 2 ,
31 - 3 8 ; BLOCK: "La v i s i ó n . . . , pp. 81 - 8 2 : BLOCK: In s e a r c h . . . , pp. 8 8 - 8 9 .

(31) Relación abreviada de la vida y muerte del P. Cipriano B a r r a z a . . . , en Cartas,


e d i f i c a n t e s . . . , vol. V I I , p. 9 6 ; Relación d e la provincia de Mojos hecha por r¡
h e r m a n o José Castillo, en B A L L I V I A N : O p . cit., vol. I, p. 333; F r a g m e n t o d e
carta a n u a del Perú de 1681 - 1 6 8 3 , en T O R M O S A N Z , L e a n d r o : " H i s t o r i a
demográfica de las misiones ce Mojos. ( C o n t i n u a c i ó n ) " , en Missionalia H i s p á -
nica, X X X V I I I , n 9 114, M a d r i d . 1981, p. 292: H O F F M A N N , W e r n e r : V i d a
y obra del P. M a r t i n Schniid. S.J. ( 1 6 9 4 - 1 7 7 2 ) : Misionero suizo entre los
chiquitanos, artesano, arquitecto y escultor. Fundación para la educación, la
ciencia y la cultura, 1981, p. 44: A S T R A I N . A n t o n i o : Historia de la Compa-
ñía de Jesús en la Asistencia de España, ve!. V I I . M a d r i d . 1920, p. 567.

(32) Para el conjunto de los aspectos económicos p u ; d e verse: Carta de f r . J a i m e


de Mimbela. obispo de Santa Cruz, al rey. Mizque, 28 II 1719. A G I , C h a r -
cas 575: Consultas celebradas en S. Javier y S. Rafael de C h i q u i t o s . . . , C. 1715,
en C O R T E S A O : A n t e c e d e n t e s . . . , p. 121: Carta del P. Esianislao Arlet a! ge-
nera: de la Compañía. Misiones de Moxos. '. IX jóOS. en Cartas edificantes. . . .
vol. I. p. 161: Relación abreviada de la vida y muerte del P. Cipriano B a r r r -
z a . . .. en ibidem, vol. V I I , p. 94; Carta del P. Niel al P. Dez. Lima. 2 0 / V / 1 7 0 5 .
en ibidem, vo!. V, pp. 137 - 138: Carta de! P. Agustín Z a p a t a al P. José Btien-
día. S. Javier, 8 V 1695. en M A U R T b ' A : Op. cit., vo!. X. p. 27; I n f o r m e de!
gobernador de Santa Cruz de la Sierra a; rey. S Lorenzo de la B a r r a n c a .
6 II 1737. en ibidem. p. 51: F R A Z A O D E L I M A : O p . cit.. pp. 97 - 1 0 2 . 141-
148 V I V * - 1 5 9 : A S T R A I N : O p . cit.. vol. V I . p. 556: BLOCK: I n search
pp. 235 - 236: V A R G A S U G A R T E : Op. cit.. vol. I I I . pp. 29 - 30, 4 9 .

(33) Para u n a comparación con !a economía de las misiones paraguayas véase Oresti.-
P O P E S C U : Sistema económico de las misiones jesuíticas. U n vasto experimentn
de desarrollo indoamericano. 2 k Ed. Ariel. Barcelona. 1967: M O R N E R . M a r -
r.us: Actividades políticas y económicas d e los jesuitas en el Rio de la Plata.
La era de los Habsburgos. Paidos. Buenos Aires. 1968, pp. 30 - 35, 57.

(34) Car:.-, ce :.-. Ai-díer.cin c e Ch.-rer» a: rrv. La Plata. 5 V I 1696. A G I . C h . t r . - -


62. en M . V J í l T L ' A : O p . cit.. vol. X. pp. 29 - 30: M O R N E R : A c t i v i d a d e s . . . .
p. S£: Cap. epígrafes S y 9 de las a n u a s jesuitas de! Paraguay de 1Ó98 .
170.1 vscr.ícs por t ! provincia! Ignacio de Frías, en T O R . V O : "El canario J o s :
ce .-.rcc y los criger.es d : las misiones de Chiquitas", en IV Coloquio de H i i t o '
ría Canario Americana. Las Palmas. Cabildo Insular de G r a n Canaria. 10£2.
vo!. I. p. 354: 3 L O C K : In s e a r c h . . . , p. 243.

(35) P A R E J A S M O R E N O . Alcídes: Historia d e Moxos y Chiquito» a fines de! S.


X V I I I . Ir.s::tuto Boliviano de Cultura. La Paz, 1976. p. 3 í : Minuta de R. C. .-.!
virrey del Perú. Conde de la Monclova. S. d. A G I . Charcas 13: R. C. a! virre •
del Fcrú. Madrid. 4 I X / 1 6 9 2 . A G I . I n d . Gra!. 2S72. re!:g:osos. ¡íbro !2. l e .
133: Carta de los oficiales reales de Potosí al rey. Potosí. 6 / V I ¡696. A G I .
Charcas 36: Reales Cédulas al virrey y a los oficiales reales de Potosí. Buen
Retiro. 12. X/1716. A G I , ind. Gral. 2872, religiosos, libro 14, fols. 156- 160:
Pc::;:cr. de! procurador A n t o n i o de J a r a m i l l o al rey. S. d. (hacia 16981. A G I .

— 19 —
C h a r c a l 15; Carta de la Audiencia de Charcas al rey. La Plata, 5 / V I / 1 6 9 6 .
A G I , Charcas 62, en M A U R T U A : O p . cit., vol. X, pp. 29 - 30; I n f o r m e del
fiscal. M a d r i d , 1 4 / X / 1 6 9 8 , en ibidem, pp. 3 0 - 3 2 ; R.C. de Madrid, 3 1 / X I I / 1 6 9 8 ,
en A G I , Charcas 417, libro 8, fols. 23 - 2 5 ; Acordado del Consejo d e 2 5 / V / 1 6 9 9 .
A G I , Charcas 25; R. C. al virrey del P e r ú . Madrid, 9 / V I I I / 1 7 0 2 . A G Í , C h a r -
cas 417, libro 8, fols. 1 1 5 v - 1 1 6 ; Copia de R. C. al virrey del Perú. M a d r i d ,
3 1 / V I I I / 1 7 0 7 . R A H , col. M a t a Linares, vol. 101, fols. 256 - 257; F r a g m e n t o
de un memorial del P. Burges al rey. S. I-, 1 9 / I X / 1 7 0 8 ,en P A S T E L L S , Pa-
blo: Historia de la C o m p a ñ í a de Jesús en la provincia del P a r a g u a y . Librería,
general de Victoriano Suárez. M a d r i d , vol. V, p. 179: Fragmento de R. C. a la
Audiencia de Charcas. M a d r i d , 1 5 / X / 1 7 0 8 , en ibidem. pp. 1 8 8 - 1 9 0 ; Reales
Cédulas a la Audiencia de Charcas y a los Oficiales Reales de La Plata y Po-
tosí. M a d r i d , 1 7 / X I I / 1 7 1 6 . A G I , I n d . Gral. 2872. religiosos, libro 14. M í .
1 7 4 - 177; Petición del P. J u a n José Rico al rey. S. d. (vista en el C o n s r j o de
I n d i a s el 1 4 / 1 / 1 7 4 3 ) , impresa. A G I , Charcas 384: BLOCK: In search pp.
243 - 2 4 7 .

(5ó) B L O C K : I n s e a r c h . . . , pp. 2 4 7 - 259.

(37) F r a g m e n t o de memorial del P. Burges al rey. S. 1., 19 I X '1708, en P A S T E L L S :


O p . cit., vol. V, p. 179; Estado de las misiones jesuítas del P a r a g u a y entre los
chiquitos, p o r el P. Burges. 1702, en C O R T E S A O : O p . cit., p. 243; Respuesta
del superior de Chiquitos al interrogatorio de la Dirección General de T e m p o -
ralidades ordenado por decreto de 5 / V I I / 1 7 6 8 , en B A L L I V ' I A N : O p . cit., vol.
I, p. 9. El gran benefactor de las reducciones de Chiquitos p a r a nuestra etapa
fue D . José Campero, Marqués del Valle del Tojo. R. C. a la Audiencia d e
Charcas. Madrid, 1 7 / X I I / 1 7 1 6 . A G I , I n d . Gral. 2872, religiosos, libro 14, fols.
174 - 176. El otro motivo básico del lento e irregular desarrollo de las misiones
de Chiquitos está en la escasez de misioneros. G A R C I A R E C I O , José M a r í a :
El obispado de S a n t a Cruz de la Sierra en el S. X V I L Tesis de licenciatura
presentada en ¡a Universidad de Sevilla en 1984, fols. 353 - 354.

(33.1 F R A Z A O D E L I M A : O p . cu., p?. 5ú, 56. SS y ss.: Gabriel René M O R E N O :


Catálogo del Archivo de Moxos y Chiquitos. Librería Ed. J u v e n t u d . La P a z ,
1973. pp. 443 - 4 4 5 , nota 195; F I N O T , Enrique: Historia de la conquista del
O r i e n t e Boliviano. Ed. J u v e n t u d . La Paz. 1978, pp. 350 - 35 1 ; Relación abre-
viada de la vida y muerte dei P. Cipriano B a r r a z a . . ., en Cartas edificantes. . . ,
\ o l . V I I , pp. i 0 8 - 109; Carta dei P. Niel al P. Dez. Lima, 2 0 / V ' 1 7 0 5 . en
ibidem. vol. V, p. 138: A S T R A I N : Op. cit., vol. VI, p . 567; E G U I L U Z : O p .
cit., p p . 11, 5 0 - 51 .

(39; F E R N A N D E Z : O p . cit., vol. I, pp. 140 - 141; E G U I L U Z : O p . cit., pp. 26,41-42

(40) O r d e n e s para las misiones de Chiquitos hechas por el visitador P. Joseph P a u l o


de Castanheda, 2 4 / V I I I / l 7 0 4 , en C O R T E S A O : A n t e c e d e n t e s . . . , p. 9 9 .

(41) Respecto a los caracteres de los misioneros: BLOCK: I n search. . ., pp. 265 - 267.
Ya el hecho de que hubiera al menos dos religiosos en cada misión era u n a
f o r m a de control interno, a ello se a ñ a d i ó la vigilancia de superiores y visita-
dores. En cuanto a las normas: V A R G A S U G A R T E : O p . cit., vol. I I I , p. 4 9 ;
órdenes para las misiones de Chiquitos hechas por el visitador Castanheda.
2 4 / V I I I / l 7 0 4 , en C O R T E S A O : A n t e c e d e n t e s . . . , pp. 9 8 - 100.

— 20 —
(42) R. P. de la Audiencia de Charca». La Plata, 9 / X I / i 700. R A H , col. Mata Li-
nares, vol. 56, fols. 138- 152.

(43) H E R N A N D E Z , Pablo: Organización social de las doctrinas guaraníes de la


Compañía de Jesús. Gustavo Gilí Ed. Barcelona, 1913, vo¡. I, pp. 1 3 0 - 143.

(44) El obispo de Santa Cruz, a u n q u e errado, en mi o p i n i ó n , al solicitar que f u e r a


la justicia ordinaria la que castigara los delitos de los i n d í g e n a ; reducidos c o m n
forma de mejor m a n t e n e r el control sobre ellos ( p o r considerarla más severa
que la aplicada por los jesuítas), indicaba además que "no et del estado de los
misioneros nombrar allí entre ellos mismos los que han de servir de jueses".
Carta de fray J a i m e de Mimbela al rey. Mizque, 2 8 / 1 1 / 1 7 1 9 . A G I . C h a r c a s 375.

(45) Ibidem.

(46) R. Provisión de la Audiencia de Chnrcas. La Plata. 9 X I / 1 7 0 0 , cit. La conce-


sión se hacía " h a s t a que su magestad, que Dios g u a r d e , m a n d e otra cosa". En'
lo relativo a Chiquitos el m o n a r c a ratificó lo dispuesto por la A u d i e n c i a mc-
diar.te R. C. de M a d r i d . 2 6 / X I / 1 7 0 6 . R A H , col. M a t a Linares, t o m o 101,-fols.
236 - 238. El m o n a r c a justificaba esta concesión para " r e d i m i r " a los indios
" d e las vejaziones que otros yndíos padezen e n c o m e n d a d o s a los españoles, d e
que a nacido su r u y n a y desolación", y p a r a que se puedan reducir y evangeli-
zar con más facilidad, pero también por su aportación a 1a defensa de !a fron-
tera frente a los portugueses.

(47) R. C. al virrey del Perú y otros ministros. M a d r i d , 26 / X I / 1 7 0 6 . R A H . col.


Mata Linares, tomo 101. fols. 250 - 251; R. C. a los Oficiales Reales de Potos:.
Buen Retiro. 1 2 / X / 1 7 1 6 . A G I , I n d . Gral. 2872, religiosos, libro 14. fols. 157v-
160; Petición del P. J u a n José Rico al rey. S. d., vista en el Consejo de I n d i a s
el 14/1-1743. impresa. A G I , Charcas 384.

(48) Consultas celebradas en S. Javier y S. Rafael de C h i q u i t o s . . . , C. 1715, en


C O R T E S A O : Op. cit., p p . 1 1 5 - 1 2 9 .

(49) G A R C I A R E C I O : A n á l i s i s . . . , cap. V I , 2.1 y 2.3. La reducción de los Despo-


sorios, más cercana a S. Lorenzo, aunque perteneciente o r g á n i c a m e n t e a ¡as re-
ducciones de Moxos, se hallaba f u e r a de lo que era p r o p i a m e n t e el área misio-
na! de !os llanos de Moxos y estaba f o r m a d a inicialmente por indios chiquitos.

(50) G A R C I A R E C I O : A n á l i s i s . . . , cap. V I , 2.2.

(51) Estado de las misiones jesuíticas del Paraguay entre los Chiquitos, por e! P.
Burges. 1702. en C O R T E S A O : O p . cit., p p . 241 - 242.

(52) Ordenes para las misiones de Chiquitos hechas p o r el P. J o s e p h P a u l o Cas-


tanheda, 24. V I I I / 1 7 0 4 , en ibidem, p. 108; Consultas del P. visitador J u a n
Patricio Fernández en el pueblo de S. Javier de Chiquitos, l l / V I I / 1 7 0 8 , en
ibidem, pp. 1 0 8 - 1 0 9 .

(53) A S T R A I N : O p . cit., vol. V I , p p . 549-y 554.

(54) V A R G A S U G A R T E : O p . cit., vol. I I I , p. 34; A n u a s de la provincia jesuíta


del Perú de 1681 a 1684 remitidas por el provincial M a r t i n d e J á u r e g u i ,
3 / V / 1 6 8 5 , en Revista de A r c h i v o s y Bibliotecas N a c i o n a l e s , vol. V, Lima, 1900,
p p . 107 y 127.
(55) A S T R A I N : O p . cit., vol. V I , p. 559.

— 21 —
<56) Relación sumaria de la a p r í t j i i c a misión de los Moxos, p o r el P. Diego de
Eguíluz. 1696. A G I . Charcas 2<: V A R G A S U G A R T E : O p . cit., vol. I I I . p.
36: E G U I L U Z , O p . cit., p. 28 .Mientras que los documentos anteriores atri-
buyen el hallazgo del camino a: P. Orellana la Relación abreviada de la vida
y muerte del P. Cipriano B a r r a z a . . . , lo atribuye a éste. Cartas e d i f i c a n t e s . . . ,
vol. V I I , pp. 1 1 4 - 1 1 5 .
(57) G A R C I A RECIO: Análisis de una s o c i e d a d . . . , cap. V I , 2.3.

(58) V A R G A S U G A R T E : O p . cit., vol. I I I . p. 59, vol. I I , pp. 314-315.


(59) Ibidem. vol. I I , p. 321; Carta de los jesuítas del colegio de La P l a t a al rey.
La Plata. 12-'1/1704. A G I . Charcas 3 8 ! .
(601 Consulta del Consejo de Incias. Madrid. 5 X I 1716. A G I , C h a r c a s 157: R. C.
de Madrid, 14. X I I 1716. A G I . Ind. Gral. 2872. religiosos, libro 14, fols. 172-174

6! I Ri sumen de carta de! P. A ' r e r t o Quintana a su h e r m a n o José. Exaltación d.t


Moxos, 16 V 1756. en V A R G A S U G A R T E : Op. cit., vo!. I I I . p. 185: Ibidem.
pp. 1 1 7 - 1 1 8 ; Carta de la Audiencia de Charcas a! rey. La Plata. 2 0 ' I I I ¡770
en M A U R T U A : O p . cit.. ve! IX. M o n s IT. El P. Borinié consiguió también
.¡brir u r . : vía de coir.unícac.sn con La Paz a través del río Beni tras 1a f u n d a -
r a n dei puebio de Reyes ! : " 0 2 ! . pero a! menos d u r a n t e nuestra etapa esa vía
de comunicación no rae ut:i:zaua V A R G A S U G A R T E : O p . cit.. vo!. I I I . r . 06.

¿2i Para toda ¡a problemática c u e rodeó la apertura dei c a m i n o vid. L A H M E 1 ER:


O í . cit. Respecto a! " c e r r a m i e n t o " de! camino: R. P. de la A u d i e n c i a de Char-
cas a! gobernador de Santa Crur La P!ata, 2 3 / X . 1717. en C O R T E S A O : O r
cit . p. 131: Testimonio de ia ejecución dei cerramiento del c a m i n o de Chiqui-
tos al Paraguay, en ibidem. p. i 5 : Carta del superior de las misiones de Chi-
quitos a! Paraguay, en ibidem. p 135: Carta del superior de las misiones d :
('h:.;uitos. Reducción de S. Franc:sco Javier. 6 X: 1718, en ibidem, p p . 139-140

o51 V:d. ios problemas planteados a! respecto en BARNADAS: ''Las reduccio-


nes. . ., pp. 150 - 15! .
(Ai Copia ce carta de! P. Lauro N u r u z . provincia! le! P a r a g u a y , a! provincia! de!
Perú. P Francisco Javier. S M.cuel ce T u c u m á n . 2 I V 169>, en T O R M O :
"Ei c a n a r i o . . . " , p. 399.

i:-. 5 ! Ordenes para las misiones d-r C.-.:ouitos hechas por e! visitador J o s e p n P a u l o
de Castanheda. 24 V I I I . ¡704. en C O R T E S A O : Op. cit.. p. 9 7 : F E R N A N D E Z :
C p . cu., vol. I. pp. 2 1 6 - 2 2 c : Consultas de! visitador. P. J u a n Patricio F e r n á n
éez. en e! puebio d.- S. Jav:e: de Chiquito», 11 V I I 1708. e n C O R T E S A O :
Op. cit.. pp. ¡0.9-110. Las raccnes de! fracaso debieron ser f u n d a m e n t a l m e n t e
'a hostilidad de !os chiriguanos '•• ios despoblados que imposibilitaban el abas-
tecimiento una vez er. c a m i n o .

1661 Consultas ceiebradas en S. Javier v S. Rafael de Chicuitos. S. d. C. 1715. en


C O R T E S A O : Op. cit.. pp. ¡ : 5 - : 2 9 .
(67) R P. de la Audiencia de Charcas. La Piata, 9 / X I 1700. R A H , coi. M a t a Li-
nares. tomo 56, fols. 1 3 8 - 1 5 2 .

•(68) Cargos hechos a D. Sebastián de Soiabarrieta en su juicio de residencia. S. Lo-


renzo, 13, IX, 1682. A G I , Escribanía 857 - C ; R. Provisión de la A u d i e n c i a do
Charcas. La Plata. 9. X I 1700, c:t.: E G U I L U Z : O p . cit., pp. 21, 4 0 - 4 1 : Re-

— 22 —
iación sumaria de la apostólica misión de ¡os Moxos por el P. Diego de Egui-
luz. 1696. A G I . Charcas 25.

(69) Petición de D. José Gallardo a n t e la Audiencia de Charcas. 1719. A N B .


E C - 3 3 ( 1 7 1 9 ) ; Carta de! obispo de Santa Cruz al rey. Mizque, 28/11/1719
A G I , Charcas 375; A u t o s de! juicio de residencia de D. Luis Guillermo Alva-
rez Gato. S. Lorenzo, 1724. A G I . Escribanía 861, fol. 205; I n f o r m e de D.
Francisco Antonio de Argomosa sobre el juicio de residencia de D. Luis Gui-
llermo Alvarez Gato. S. Lorenzo de la Barranca, 6 / V I / 1 7 2 5 , en ibidem. fo!s.
1 7 - 1 7 » , 23 y 29v.; órdenes para las misiones de Chiquitos hechas p o r el visi-
tador Castañeda, 2 4 / V I I I 1704. en C O R T E S A O : O p . cit., p. 101.

(70) Consultas del visitador P. Fernández en S. Javier de Chiquitos, 11 / V I I 1708.


en C O R T E S A O : Op. cit., p p . 105. 109. 1 13: Consultas celebradas en S. J a -
vier y S. Rafael de Chiquitos. S. d. C. 1715. en ibidem. pp. 121 - 1 2 3 ; Extract.-i
de memorial del P. Francisco Burees al reí S. I.. 19/1X 1708, en P A S T E L L S :
Op. cit.. voi. V, p. 179.

(71) Ordenes para las misiones ce Chiquitos hechas por el visitador P. Cas:añedn.
S. 1., 2 4 / V I I I , 1704, en C O R T E S A O : Op. cit., p. 100.

(72) Consultas de! visitador P. Fernández en S. Javier de Chiquitos. 11. V I I 170S


en ibidem, pp. 106- 108.
c
1 73 I Consultas celebradas en S. Javier y S. Rarael de C h i g u j í ó ? " ¡a.. "¡ -''
ibidem, p. 120.

(74) M O R N E R : La c o r o n a . . . , p. 319.

— 23 —

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