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ÁNGEL SIN ALAS

Ayer…ayer vague por las calles de cualquier ciudad.


Parecía que fuese la primera vez.
Estaba impresionada, absorta, sorprendida
Con sus grandes y fastuosos edificios.

Con sus letreros luminosos,


El tráfico y la muchedumbre.
Ese mar de gente que iba y que venia sin cesar
Y que por los momentos me arrastraba.

El ulular de las sirenas


El bullicio y la algarabía,
Que te envuelve, que te asfixia.

Algo pasaba,
Algo sucedía
Una extraña sensación me invadía,
Una inmensa soledad me acompañaba.

Ayer vague por las calles de cualquier ciudad,


Quería encontrarte,
O quizás, quería encontrarme a mí misma.

Camine no se cuantas calles,


No se cuantas horas
Ni cuantas veces te vi, te vi,
Te vi en la calle, te vi en la plaza,
Te vi en la esquina.
¡En todas partes te encontré!

Cuando te vi un remanso de paz me invadía,


Que sencillez, que lozanía.
Tus ojillos traviesos, coquetos risueños,
Semejaban dos albas, dos atardeceres.

Tu risa celestial,
El canto, el trinar de los pajarillos,
El vuelo de un ave en perfecto equilibrio,
Una flor en medio del mendaval.

Ayer te vi y retrocedí en el tiempo.


Recordé los sueños que se tienen
Cuando se es como tu,
Cuando se es niño, cuando se es niño.

Cuantas ilusiones, cuantas esperanzas


Cuando sea grande ¡seré como mi papá!
Y a ti mamá te voy a comprar una casa
Muy grande y con muchas flores, con muchas flores.

¡Voy a ser abogada!


¡Voy a ser presidenta de la republica!
Cuando se es niño,
Cuando se es niño.

Cuanta riqueza espiritual,


No hay codicia ni prejuicios,
No hay pasiones ni avaricia,
Solo hay amor justicia.

Ayer te vi y retrocedí en el tiempo.


Recordé la escuela, los amigos, las travesuras,
¡los regaños de papá!
Y la dulzura de mamá.

No se cuanto tiempo estuve absorta,


No se cuanto tiempo estuve ida,
Hasta que me volvió a la realidad tu voz,
Tu lamento, tu gemido, tu expresión.

El periódico…extra…extra,
Mueren más niños de desnutrición en etiopia,
Chicles, chicles, ¿compra chicles señor?
Le limpio el vidrio al carro, lo que guste cooperar,
Una limosna señor, no he comido, una limosna.
Un frió glacial recorrió todo mi cuerpo
La angustia, el ansia y la desesperación
Se adueñaron de mí.

Allí estabas frente a mí,


Y no eras el niño que a lo lejos observabas,
Ni el ser divino que en mis sueños dibujabas,

Allí estabas frente a mí,


Ángel y demonio,
Luz y sombra,
Sueños y pesadillas, risa y llanto.

Por más que mis ojos lo negaran,


Allí estabas frente a mí.
Y tu cuerpo escuálido, tu ropa raída,
Tus pies descalzos parecieron llorar.

¿Sueños, ilusiones, esperanzas?


¡Me las han acabado!
¡Me las han destruido!
El padre que no he conocido
La madre que no he tenido.

Los que esconden sus fracasos,


Sus frustraciones, su cobardía y el vicio,
Y el abandono han escogido por vía.

Soy un niño de la calle,


Sin hogar y sin destino.
Mi casa, es la ciudad
Mi escuela, son los amigos.

Para mi no existe el tiempo,


No hay pasado, ni presente, ni futuro.
No hay cumpleaños,
No hay edad, no hay navidad.
Si lloro, si enfermo,
No hay consuelo, no hay mimos.

Allí estabas frente a mí,


Ángel sin alas.
Y tus ojos tristes, acusadores,
Parecieron gritar basta,
¡Basta! ¡Basta ya del día del niño!
Basta de lavar la conciencia
Con festividades y donativos.

Basta ya de hablar de paz, de amor,


Mientras haya guerra, odio
Discriminación y contaminación.

¡No…! ¡No quiero más vietnams!


¡No quiero más Panamas!
¡No quiero más Nicaraguas!
¡Ni misiles o la guerra Palestina!

Basta ya de hablar de justicia,


Del dólar o la bolsa de valores,
Mientras haya niños con hambre
Sin hogar y con frió.

Maestro, no más palabras,


Poeta, no más versos,
Cantor, no más canciones.

Es tiempo de despertar,
De tener los ojos abiertos,
Es tiempo de actuar,
De que construyas mis sueños,

Porque tu presente,
¡Tu presente, es mi presente…!

AUTOR: FELIPE E. MUÑOZ

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