MADRE ESTOY AQUÍ Autor: Lucio Moreno https://www.facebook.
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Te miraba desde lejos,
allá donde no existe maldad, ni crueldad,
ni agonía, ni miseria, ni tampoco dolor.
Te observaba con insistencia
y no sabía por qué lloraba.
Te miraba con alegría
y no sabía por qué cantabas.
Yo...
Era un rayo fugaz para tu ideal
un pequeño Ángel para tu dulce altar,
la más bella voz para ti nada más.
Me revoloteaba entre tus pensamientos
me alegraba y cantaba en tu corazón,
sollozaba y gritaba con tu tierna voz.
Cada crepúsculo, cada mañana
me llevabas consigo en tus entrañas,
mis palabras eran tus palabras,
mi voz era tu voz.
Y mi canto, era tu canto.
Gran dulce melodía que ni siquiera
Van Beethoven comprendería.
La luz de mis ojos aún no llegaba
y con los tuyos ya me esperaban.
¡Qué bella descripción!
Ni Descartes, ni el más grande inventor
inventarían tu dulzura,
sólo el Gran Redentor.
De pronto el tiempo protestó,
grandes sinfonías tocaron
para ya no mirarte,
para ya no tocarte,
pero sí para amarte.
Ahora tu luz ya no es mi luz,
tu voz ya no es mi voz,
tu canto ya no es mi canto,
pero tu amor, si es mi amor.
La luna y el sol se separaron,
la tierra y el mar se mudaron.
Pero tu compasión, no se fugó.
¡Amor inmenso! Amor de madre.
Aunque Nezahualcoyotl
y Pablo Neruda unieran sus voces,
nunca comprenderían este lamento.
Si describiera Picasso tu dulce amor
ni él, ni Sor Juana
apagarían tu gran compasión.
Si mil reyes plasmaran su conocimiento,
ni uno de ellos opacarían tu gran acierto.
Ni la más musa de las doncellas,
ni las estrellas
ni siquiera Cleopatra
ocultarían tus encantos.
¡Escucha! El silencio cayó por un instante,
el tiempo vagó en una tarde.
Las palabras enmudecieron,
pero tu amor no decayó.
Tal vez me fui, pero regresaré,
para quererte,
para amarte,
para cuidarte,
¡Bendita madre!
¡Amor eterno!
Que me hizo cantar,
que me hizo amar,
que me hizo llorar.
Ahora ni las aguas,
ni los ríos apagarán tu amor inmenso.
Para que caminemos juntos tomados de la
mano, desde el principio hasta el gran final.