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Para otros usos de este término, véase Siete maravillas.
Índice
La lista definitiva[editar]
La lista que tiene mayor consenso es la siguiente, con sus elementos ordenados
según su antigüedad:
Las murallas de Babilonia, en la imagen, estuvieron en las primeras listas en vez de los Jardines
Colgantes.
Grabado del Coloso siguiendo la idea medieval contraria a las fuentes. 5 Es la única maravilla que figura
en todas las listas.
La primera mención de una obra romana en algún listado que se tenga noticia la
da Gregorio Nacianceno en su libro De septem mundi espectaculi, como
recoge Báez (2012, p. 105). El de Nacianzo ponderó:
La Tebas egípcia, con sus múltiples templos; los muros de Babilonia, que protegían una codiciada
ciudad; el sepulcro de Mausolo y sus ornatos arquitectónicos; el conjunto de pirámides; el coloso de
Rodas; el capitolio de Roma y el monumento de Adriano.
Gregorio Nacianceno citado por Báez (2012, p. 105)
Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, algunas pintadas por Maerten van Heemskrerck.
Las cuatro selecciones antes citadas son recogidas por la bibliografía, pero
existieron otras donde aparecía el Templo de Salomón o el Arca de Noe en lugar
de otras maravillas, como por ejemplo el Faro de Alejandría.2 Para Eva Tobalina la
lista de referencia fue obra del autor franco altomedieval Gregorio de Tours.14
Según Curlee (2002, p. 1 y 2) la fijación de la lista definitiva fue posterior y vino
tras aparecer una representación pictórica de las mismas. Como se ha indicado,
muchas estaban desaparecidas a mediados del siglo XVI y no se conocía su
apariencia. En ese siglo el pintor neerlandés Maerten van Heemskrerck realizó
una serie de pinturas y dibujos sobre las maravillas del mundo antiguo. Se decantó
por la Estatua de Zeus y el Faro, descartó las murallas a cambio de los Jardines
Colgantes e incluyó las siempre presentes Templo de Artemisa y Coloso de
Rodas, además de la Gran Pirámide. Por lo tanto, según Curlee (2002, p. 1 y 2) la
elección de las obras no se debió a criterios estéticos, técnicos o religiosos; sino a
las preferencias de un pintor que las dotó de una imagen, aunque bastante alejada
de cómo debieron ser. Por supuesto, el artista neerlandés no contaba con los
conocimientos de arqueología, historia, arquitectura y escultura posteriores, por lo
que cometió numerosos errores:
Helenocentrismo y ausencias[editar]
La Acrópolis ateniense no fue incluida en ninguna lista.
Comparación aproximada del Partenón de Atenas con el Templo de Artemisa en Éfeso (este último es el
de la izquierda, en la imagen).
Siguiendo un orden decreciente, de las que cuentan con menos vestigios a las que
más, estos son las evidencias que se tienen de las siete obras:
La maravilla más desconocida de todas es el Coloso de Rodas. Se poseen
descripciones de la estatua y de su tamaño en comparación con los seres
humanos, pero no han llegado representaciones del mismo ni de su
emplazamiento.17 No se sabe con certeza si los rodios reconvirtieron la máquina
de asedio Helépolis en una estatua, como indica Filón de Bizancio, o vendieron las
piezas que no se pudieron utilizar y con lo cobrado financiaron la construcción del
monumento, según Fernando Quesada Sanz (2009, p. 225). Tampoco se conoce
su emplazamiento, pese a poder descartarse la bocana del puerto, se piensa más
bien en algún lugar alto de Rodas, pero se sabe que sus restos fueron vendidos
como chatarra décadas después de caer «sobre las casas» y no en la bocana del
puerto. Por este motivo su reconstrucción ha cambiado mucho con los siglos, lo
mismo que la ubicación exacta.5
La existencia de los Jardines Colgantes es discutida. Beroso sí los menciona y
también Diodoro Sículo,18 lo mismo que Estrabón y Flavio Josefo,14 pero en las
fuentes babilónicas no aparecían, ni tampoco Heródoto aporta testimonios,
aunque sí habla de las murallas o el palacio. Estas ausencias hacen dudar
a Gööck (1968) y a otros autores sobre la veracidad de los testimonios dados por
Diodoro. El autor apunta a una posible fantasía de los soldados grecomacedonios
deslumbrados por la exuberancia del Éufrates tras haber transitado por inmensas
regiones semiáridas o desérticas del Imperio persa. Sin embargo, a principios del
siglo XX, el arqueólogo Robert Koldewey excavó los cimientos de una serie de
terrazas con canales para el agua distantes del río Éufrates algunos cientos de
metros. Según este autor, los Jardines Colgantes no serían lineales, sino en
círculo, formando un jardín privado y no a la vista del público. 14
Otros asiriólogos como Donald Wiseman han defendido las teorías de Koldewey
posteriormente.5 Aun con todo, Stephanie Dalley (2013) encontró a principios del
siglo XXI en tres tabillas llevadas al Museo Británico la descripción de un jardín
aterrazado y abovedado construidos por Senaquerib en Nínive. El documento
asirio aporta descripciones de grandes obras hidráulicas para subir el agua y de
las plantas llevadas desde todo el imperio asirio. Para la autora británica los
famosos Jardines nunca fueron construidos en Babilonia; sino en Nínive, capital
de Asiria, y los griegos confundieron una ciudad con la otra. Sin embargo, es
posible que los dos jardines existieran realmente y que la obra
de Nabucodonosor utilizara los ingenios hidráulicos y la experiencia de
Senaquerib.14
De la Estatua de Zeus en Olimpia se cuenta con descripciones detalladas sobre su
tamaño, postura y materiales con los que se construyó. Además se conservan los
cimientos del templo donde fue levantada, pudiéndose confirmar sus dimensiones.
No queda ningún resto de la misma que se sepa, sin embargo sí ha sobrevivido su
representación en monedas, al contrario que la obra emplazada en Rodas.
Asimismo, han llegado a nuestros días varias obras de su autor que pueden dar
idea del estilo escultórico utilizado por Fidias.5
Algunos vestigios más se conservan del Mausoleo de Halicarnaso, guardados en
museos o reutilizados en la construcción del castillo. Pese a todo, aún son
visitables parte de sus cimientos y la ubicación de la tumba del rey con la piedra
que la protegía19 Al visitar el castillo pueden encontrarse algunas piedras intactas
con inscripciones que permiten identificarlas como parte del monumento al sátrapa
Mausolo.5
Un destino parecido sufrieron los restos del Faro de Alejandría, reutilizados en
levantar otro castillo a las afueras de la ciudad egipcia. El edificio fue la segunda
maravilla que más aguantó por su sólida estructura y la gran calidad de los
materiales empleados, además es una de las maravillas mejor conocidas gracias a
los aportes de la numismática y los distintos relatos de griegos, romanos y árabes
que llegan hasta el 1371,7 lo que no sucede con el Coloso, los Jardines Colgantes
ni la Estatua de Zeus. Pero no es de la que más restos se conservan, empezando
porque no se conoce si su emplazamiento está bajo el mar o lo ocupa el castillo
construido posteriormente.
Sobre el Templo de Artemisa se conocía su diseño con bastante exactitud gracias
a la descripción dada por Plinio el Viejo.20 Además aparece mencionado en
muchos manuscritos distintos y muy cercanos en el tiempo. No en vano en el
Templo el apóstol Pablo comenzó su predicación al «Dios desconocido». También
fue en sus escaleras donde los sicarios de Cleopatra VII asesinaron a su
hermana.21 Sin embargo, las dimensiones descritas por Plinio el Viejo junto con
otros autores, no fueron creídas durante mucho tiempo: ¿cómo iba a existir un
templo cuatro veces más grande y casi el doble de alto que el Partenón de
Atenas?, preguntaba Gööck (1968). Pese a ello, los hallazgos arqueológicos y no
pocos restos dejan lugar a pocas dudas. Actualmente los cimientos están
cubiertos por el pantano, pero se conservan algunas columnas en su
emplazamiento inicial y otras esparcidas por los alrededores.
La mejor conservada es, sin duda, la Gran Pirámide. Pese a ello ahora mide 15
metros menos de lo que alcanzó cuando fue terminada, pues ha sufrido a lo largo
de los siglos la sustracción de su revestimiento de piedra caliza blanca extraída
en Tura. También los árabes practicaron en ella destrozos para llegar a los túneles
interiores, pero la mayor parte de su estructura se conserva junto a
posibles estancias aún por conocer.22
La Gran Pirámide ya no brilla cuando refleja el Sol al haber perdido su recubrimiento de caliza blanca
pulida además de 15 metros de altura.
Legado[editar]
Desde el siglo XIX se han confeccionado diversas listas de maravillas, incluyendo
entre otras: Stonehenge, el Coliseo de Roma, las Catacumbas de Kom el Shogafa,
la Gran Muralla China, la Torre de Porcelana de Nankín, Santa Sofía de
Constantinopla y la Torre Inclinada de Pisa.Albaigès (1996, p. 372.)
Del mismo modo han aparecido varias más sobre las Nuevas siete maravillas del
mundo moderno o maravillas naturales. En la cultura popular aún está presente la
idea de siete maravillas, en los videojuegos de la serie Civilization se pueden
construir siete maravillas por época, como el Taller de Leonardo da Vinci, la
embajada de Marco Polo o la Estatua de la Libertad.23