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Biblioteca del Islam. Serie Contemporaneo Ibn Jaldtin Politica y ‘sociedad en Oriente Proximo La hipertrofia del estado arabe Nazih N. Ayubi edicions bellaterra La obra del egipcio Nazih Ayubi (m. 1996), profesor de la universidad de Exe- ter y director de su departamento de Politica del Oriente Proximo, es una de las mas originales aportaciones, al tiempo que una de las més profundas, al conocimiento de la ideologia, instituciones y sociologia del mundo arabe actual. Entre sus numerosas publicaciones se encuentra EI islam politico. Teorias, tradicion y rupturas, publicado por Bellaterra en 1996. ‘Titulo original: Over-stating the Arab State Disefio de la cubierta: Ferran Cartes / Montse Plass Traduccin de Francisco J. Ramos © Nazih N. Ayubi, 1995 Publicado por I. B. Tauris and Co. Ltd. London © Edicions Bellaterra 2000, s.L,, 1998 Espronceda, 304 - 08027 Barcelona. ‘Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacion escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, a reproducci6n total o parcial de esta obra por cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informatio, y la distibuciGn de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamo pablicos. Impreso en Espaiia Printed in Spain ISBN: 84-7290-095-9. Depésito Legal: B. 14.036-1998 Impreso por Liberdplex. Constituci6n, 19, Barcelona, A Lindy, una vez mas Indice Prefacio y agradecimientos 0.0... .... cess eee eee eee eee 1. Oriente Proximo y el debate sobre el estado: un marco conceptual ...... : El debate sobre el estado ..........5 5 El estado desde una perspectiva comparativa . La via no individualista al estado. Los drabes y la cuestion del estado Argumentacién esquemitica y marco conceptual - El concepto de «articulacién» Definicién de «estado: .......... Corporativismo 6.2... ..45 v Modos de produccién y origenes del estado drabo-islémico Modos de produccién y formaciones sociales .. El antiguo estado en Oriente Proximo y el «modo de producci6n asiatico: La antigua Arabia islamica y el ‘modo de predctn némada/de conquista Los omeyas y la simbiosis linaje/igtaat Los abasies y la simbiosis igtaai/mercéntil 7 cat 72 83 100 102 » w POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO Los otomanos y la simbiosis militar/igtaai ...... | 107, a articulacion de los modos de producci6n en el estado 4rabo-islimico histOrico 6... 6.0.6. 0e cece eee eens 15 El iqtaa 117 El sector mercantil . 120 Articulaciones be Geee segeocueoddeos Ys) Modos tributarios ........ see 127 Politica ¢ ideologia en el estado arabo-islémico hist6rico .... 131 Formaci6n del estado en la época moderna: la mezcla colonial/indigena . pe oes eeeecet ee 135 La penetracién europea = 136 {Un modo de produccion colonia’... 142 Formaci6n del estado en Egipto . 154 FormaciGn del estado en el Oriente Arabe . ceeeeees 166 Iraq - beeanscaae 169 La Siria geogrifica y y Sus sucesores ......... seeeeees 173 Formacién del estado en Africa del Norte 178 Tunicia . Marruecos Argelia . . s+ 186 Formacién del estado en b Arabia y yen al Golfo : eee 187 El estado saudi...............55 ee Los estados del Golfo ..... 00. s see e cece cece eee +. 199 El estado arabe: gterritorial o panarabista? .......... ++ 203 La ideologia panarabista 204 El panarabismo y el estado» 215 El enfoque regional/funcional oz La -burguesia ausente» y el futuro de _ _. arabe . ts . La sociologia de los modos articulados: comunidad, clase y gobierno oe le Cultura politica o economia politica? ........ sees 244 Correlatos sociales de los modos articulados . = 251 Un examen mis detenido de las clases sociales . sees 258 Corporativismo y relaciones estado-sociedad ............. 270 8 INDICE GENERAL 6. El sistema politico de las formas articuladas: las repablicas populistas radicales Socialismo 0 estatismo . 0... 66.005 La dindmica del populismo .........+. Mecanismos corporativistas: macro y micro Los populismos 4rabes desde una perspectiva comparativa ~ El sistema politico de las formas articuladas: las monarquias conservadoras basadas en el parentesco Economias rentistas, estados rentistas . Politica ¢ ideologia: la simbiosis parentesco/religion .. {Tribalismo politico, o corporativismo wversion Golfor ...... ~ Relaciones civiles-militares ............ Causas de la intervenci6n militar ..... Razones de la disminucién de los golpes de estado . Las reptiblicas radicales y el complejo militar-industrial . El complejo industrial-militar Perspectivas y comparaciones Las monarquias conservadoras y el complejo militar-tribal El complejo militar-tribal . Perspectivas y comparaciones ..... 02... 660e00see00s 2 Crecimiento burocratico: desarrollo frente a control La expansi6n de la funcién econémica del estado .. Crecimiento burocritico en los paises arabes ..... . Crecimiento burocratico en Egipto ..... Crecimiento burocritico en el Mashriq. ... Crecimiento burocritico en el Magreb ..... Crecimiento burocratico en el Golfo Razones de,la expansion : El punto muerto en la administraci6n del desarrollo Las funciones de control de las burocracias arabes ....... + 10. Liberalizacién econémica y privatizacion: ase contrae el estado rabe? ae gobo 00000 Modalidades de privatizacion ....... 0.0.0. 00 005 289 290 300 317 329 330 339 353 381 389 399 403 407 413 419 423 424 433 437 441 444 446 453 455, 468 479 484 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO Estimulos nacionales frente a internacionales Casos por paises Egipto ..... Tunicia . . Siria Iraq Jordania Angelia Arabia Saucl, Kuwait y los Emiratos Arabes Unidos Liberalizaciones Arabes desde una perspectiva comparativa . La politica del ajuste econémico .. 1 Perspectivas de democracia: scontraataca la sociedad civil? . . Requisitos culturales e intelectuales de la democracia ..... Requisitos socioeconémicos de la democracia Correlatos politicos de la liberalizacion econémica . Manifestaciones de liberalizaci6n politica . : Democratizacién cosmética: ypara que vean los yanquis!. Politica de la calle: o «que el estado baile al son de la sociedad civile . Una funcién de la magistrtura vigorizada -.. Politica de grupos de intereses: «privatizar el estado» ... Pactos: «pluralizacion por medios no democriticos) . Casos por paises . Egipto . Tunicia . Jordania Siria . Iraq Arabia y el Golfo La aventura yemenf P&blico/privado; civil/civico ..... 12. Conclusi6n: -fuertes, Bibliografia . indice onomistico . duro» y 10 -feroz» 488 493 493 512 519 526 533 540 545, 555 565 875 577 580 584 596 596 597 599 599 600 602 602 606 610 611 615 619 625 636 647 665 737 Prefacio y agradecimientos Este libro trata del estado arabe (0, de modo més general, del estado en Oriente Proximo), desde un planteamiento que podria definirse amplia- mente como de «economia politica, Aunque en él se dedica una espe- cial atencién a exponer c6mo los propios autores arabes han analizado las ‘cuestiones politicas que les atafien, también se insiste en la impor- tancia de otras perspectivas conceptual y comparativamente més amplias, de donde se deduce que la politica arabe deberia dejar de per- cibirse como algo tnico y peculiar del mundo Arabe. ‘La idea principal de la obra es que, a pesar de que la mayoria de los estados 4rabes son estados «duros+ -en realidad muchos de ellos son feroces~, hay muy pocos que sean realmente estados -fuertes». A pesar de que poseen grandes burocracias, ejércitos poderosos y duras circe- les, sé muestran lamentablemente débiles cuando llega el momento de recaudar impuestos, ganar guerras o forjat un bloque de poder real- mente shegeménico- 0 una ideologia capaz de elevar al estado -supe- rando el nivel coercitivo y -corporativo~ a una esfera moral ¢ intelectual. Las razones por las que esto ha sucedido, asi como la exposicién deta- llada de las caracteristicas y consecuencias del proceso, configuran el contenido de esta obra. El libro dedica especial atencin a doce paises arabes: Egipto, Siria, uw POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO Iraq, Tunicia, Jordania, Arabia Saudi, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos, Argelia, Yemen, Libano y Marruecos. A los nueve primeros se alude a lo largo de toda la obra con fines comparativos, mientras que los otros tres se atan con mayor detenimiento. También se mencionan otros paises 4rabes cuando el tema tratado lo requiere. En cuanto a los paises no per- tenecientes al mundo drabe, ocasionalmente se citan los casos de Tur- quia e Iran. Durante aproximadamente los tltimos cinco afios he estado traba- jando, de manera intermitente, en la vasta materia que abarca esta obra. Algunos de los temas originales empezaron a tomar forma con ocasion de la preparacién y realizacion de un seminario sobre la economia poli- tica en Oriente Proximo, que inicié en la Universidad de California, en Los Angeles, y posteriormente segui impartiendo en la Universidad de Exeter, en el Reino Unido. Quiero expresar mi agradecimiento a los estu- diantes de ese curso por sus inteligentes preguntas, asi como por su escepticismo ante mis continuos intentos de introducir en el curso ele- mentos ajenos a la politica y a Oriente Proximo. La investigacion nece- saria para elaborar el libro se ha realizado, a lo largo de los afios, siguiendo los habituales métodos universitarios, complementados con frecuentes viajes -apoyados en los mas variados pretextos~ al mundo arabe (y a Turquia) Mi principal preocupacién ha consistido en confirmar (al menos con- firmarmelo a mi mismo) que las cuestiones relativas a Oriente Proximo pueden ser -especificass, pero no son «tinicass, Un ciclo de conferencias impartido en China y Jap6n en 1988-1989, asi como repetidas visitas a estos dos paises en los afios siguientes, me han ayudado a confirmar que la scultufas es importante, pero no la variable omnimoda que a veces se pretende que sea. El experimento japonés es, evidentemente, impor- tante por si mismo; pero los puntos de vista de Jap6n respecto a Oriente Proximo resultan particularmente interesantes porque, como sefialé uno de mis alumnos japoneses, constituyen un ejemplo de c6mo Oriente ve a Oriente. ‘También habia sospechado durante bastante tiempo que lo que se podria llamar la escuela latinoamericana-, especialmente en su fase de postdependencia, podia aportar miiltiples ideas al estudioso de Oriente Pr6ximo, sobre todo ~aunque no tinicamente- en lo relativo a las eco 12 PREFACIO| nomias politicas més complejas, coio las de Turquia, Egipto, Tunicia, etc. En efecto, la literatura especializada sobre Latinoamérica confirm6 mis expectativas, y una breve visita a Argentina y Brasil, en 1991, me dio la oportunidad de conocer a algunos estudiosos latinoamericanos a los que previamente habia leido; en particular, a Guillermo O'Donnell, cuya fuerte influencia en mi anilisis puede observarse en la mayor parte ‘de esta obra. La redacci6n del libro propiamente dicha se realiz6 principalmente en 1992 y 1993. Durante el curso académico 1991-1992, obtuve una beca Jean Monnet» del Instituto Universitario’ Européo (EUD de Florencia. Aunque alli trabajé principalmente sobre diversos aspectos de las rela- ciones entre Europa y Oriente Préximo, lo que-dio lugar a la publicacin de otra obra,' la cuna de Dante y de Maquiavelo me proporcioné la pre- ciosa oportunidad de realizar un nuevo estudio tebrico comparativo, asi como una espléndida posibilidad para reflexionar un poco més sobre la importancia de Antonio Gramsci, cuya influencia en mi pensamiento resultara evidente al lector de este libro. Quisiera dar las gracias a varias personas del EUI, pero en esta ocasi6n destacaré a Susan Strange y Klaus Eder. Durante el curso académico de 1993-1994, obtuve una beca +Halls- worth de economia politica en la Universidad de Manchester. Alli, en un departamento de direccién con excelentes y variados intereses, asenté firmemente mis pies en tierra, apoyé sOlidamente la pluma sobre el papel, y casi terminé el libro. Una vez més, debo dar las gracias a varias personas de Manchester, aunque quisiera mencionar especialmente a Michael Moran y a Geraint Parry. ” Como era de esperar, muchas personas me ayudaron, en un aspecto u otro, mientras estuve trabajando en este libro, normalmente para darme Animos y ofrecerme apoyo, para sugerirme o proporcionarme material de investigaci6n, © para comentar las primeras versiones del manuscrito. En este sentido, quisiera dar las gracias a John Waterbury, Ali H. Dessouki, Giacomo Luciani, Richard Chapman, Roger Owen, Sayyid Yasin, Richard Sklar, Bahgat Korany, Ray Hinnebusch, Fred Halliday, Aziz Al-Azmeh, 1. Nazih N. Ayubi (ed.), Distant Neighbours: the Political Economy of European/Middlle Bas- tern Relations, Reading (Reino Unido), Ithaca Press, 1994. 13 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO Jean Leca, Samir Amin, Peter von Sivers, Hilmi Sharawi, Yves Schemeil, Muta Safadi e Ilter Turan... y pido perdén a aquellos que me pueda haber olvidado de mencionar. También me ha sido facilitado material de inves- tigacién por los amigos y colegas de la Organizacién Arabe de Ciencias Administrativas de Ammén, el Instituto Arabe de Planificacion de Kuwait y el Centro de Estudios Politicos y Estratégicos de El Cairo, Una parte del material de esta obra ya ha sido publicado: parte del capitulo 7, en una primera version, en Third World Quarterly, vol. 13, n2 1, 1992; parte del capitulo 9, también en una primera version, en G. Luciani (ed,), The Arab State, Londres, Routledge, 1990; y parte del capi- tulo 11, asimismo en una primera version, en Arab Studies Quarterly, vol. 14, n.? 3-4, 1992. Agradezco el permiso de los editores por lo que respecta a la utilizacion de este material Por tiltimo ~aunque no en tiltimo lugar-, quisiera dar las gracias a los miembros de mi propio departamento en Exeter, que me han ayudado, directa o indirectamente, y me gustaria manifestar especialmente mi gra- titud hacia Michael Rush, un estudioso enormemente amable y concien- zudo, cuya comprensiva politica de permisos (como jefe de departa- mento) ha contribuido en no poca medida a la realizaci6n de esta obra. ‘Me gustaria también dar las gracias a Paul Auchterlonie por su excelente servicio de documentaci6n y por su gran profesionalidad en la elabora- cién de indices, asi como a Sue Jackson por su ayuda como secretaria de excepcional éficiencia Antes crefa que, cuantos més libros escribia uno, mas facil resultaba escribirlos; qué equivocado estaba! La magnitud de esta tarea en particu- lar, junto al hecho de que, durante un tiempo, mis obligaciones admi- nistrativas y doventes en las universidades britanicas se multiplicaron de modo alarmante, hicieron que los tiltimos meses que dediqué a trabajar en este libro resultaran particularmente arduos. En este sentido, tengo una deuda de gratitud especial con mi esposa, Lindy, no s6lo por la con- tinua ayuda que me prest6 al redactarlo y escribirlo, sino también por su paciencia y buen humor durante-los momentos de tensién. Una vez mas, esta obra’ se la dedico a ella. Nazih N. Ayubi Exeter, verano de 1994 14 1 Oriente Proximo y el debate sobre el estado: un marco conceptual {Como es que, a pesar de que todos se denominan a si mismos arabes, en realidad hay veinte -estados* arabes diferentes, entre los que existen. grandes diferencias en tamafio y en recursos, y algunos de los cuales se encuentran entre los més pequefios del mundo? ;Por qué dichos -esta- dos abordan ~y de manera tan entusiasta— toda una serie de intentos de unificacién politica que, inevitablemente, fracasan uno tras otro? Como es que, a pesar de que la ret6rica de los politicos en la mayoria de los paises arabes se basa en ideas de amplio alcance, e incluso de ambito universal -tales como el nacionalismo y el socialismo-, la auténtica wcasta dirigente: posee una base escasa y no es en absoluto representa- tiva? Por qué, pese a contar con burocracias, ejércitos y fuerzas de segu- ridad grandes y en expansi6n, fracasan a la hora de -penetrar» en la sociedad en ambitos como los impuestos o el cumplimiento de la ley? ‘Por qué dichos estados parecen prestarse con tanta facilidad a cambiar sus alianzas regionales e internacionales (por ejemplo, entre el Este y el Oeste durante la guerra fria)? Por qué parece que pueden cambiar de rumbo de la noche a la mafiana en lo que se refiere a su politica interior (digamos del socialismo al liberalismo econémico, y viceversa)? Estas son algunas de las preguntas que hicieron surgir la idea de escribir este estudio comparativo sobre la politica arabe. 15, POLETICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO EI método comparativo implica un ejercicio de sintesis, tanto en la generalizacién como en la especificacion; de ahi su vulnerabilidad a la critica tanto por parte de los te6ricos-como de los historiadores, La gene- ralizaci6n es obligatoria, pero no debe ser tan radical que oblitere las dis- tintas caracteristicas hist6ricas de los diferentes «casos». La especificacion también es importante, pero no debe ser tan extrema que haga de cada ejemplo un «caso especial: incapaz de informarnos més alld de los limi- tes de su propia sesencias. Este libro aspira a un equilibrio entre ambas perspectivas. No obstante, de haber una ligera inclinaci6n, seria del lado de la conceptualizaci6n y la generalizaci6n, ya que estoy convencido de que, mientras en este momento disponemos de un nimero razonable de buenos estudios sobre los paises de Oriente Proximo, las obras de sin- tesis comparativa (con algunas excepciones, como Hudson, 1977; Bill y Leiden, 1984; Bill y Springborg, 1990; Richards y Waterbury, 1990; Owen, 1992, y hasta cierto punto~ las obras de Luciani, sobre todo Luciani, 19906), lamentablemente quedan muy por detris. El valioso trabajo de Bromley (1994), cuya publicacién coincidi6 con la terininacién de este libro, parte de una perspectiva (la economia politica) que presenta cier- tas semejanzas con él, si bien su Ambito es diferente y esta limitado a las fuentes y debates occidentales (y, por supuesto, no orientalistas). Mi planteamiento del tema se basa ~en términos generales~ en la perspectiva de la -economfa politicar, pero sin pasar por alto la impor- tancia de la -cultura politicar, Esto ha sido posible por la elaboracién de un sencillo ~aunque en cierta medida inusual- marco conceptual, en el que adquieren un papel muy destacado conceptos como «articulacion, sno correspondencia» y «compensaci6n». Considero que, con la ayuda de dichos conceptos, las perspectivas de la «economia politica y la -cultura politicas pueden reconciliarse y dejar de percibirse como inevitable- mente contradictorias. De este modo, los escritos de los autores arabes acerca de su propia politica pueden dejar de verse como meras afirma- ciones de diferencia y como signos de exotismo, e incorporarse a una literatura sobre ciencias sociales con vocacién mas universal. Y ello, porque esta obra aspira a dos objetivos aparentemente con- tradictorios. Uno es el de situar a Oriente Proximo (0, mis especifica- mente, al mundo 4rabe) en un marco te6rico y comparativo que evite la pretensi6n (orientalista/fundamentalista) de que se trata de una realidad 16 (ORIENT PROXIMO Y EL DEBATE SOBRE EL ESTADO: UN MARCO CONCEPTUAL totalmente tinica y peculiar (véase Halliday, 1993). Tal como se pregun- taba ret6ricamente un estudioso: «La politica arabe sigue siendo drabe’ (Green, 1986); y tal comio conjeturaba otro estudioso: spor qué habria que buscar siempre alguna peculiaridad para explicar lo que ocurre en Oriente Préximo? (Gilsenan, 1991). El otro objetivo consiste en tener en cuenta, en la medida de lo posible, la literatura producida por los pro- pios estudiosos frabes en torno a sus propias sociedades y gobiernos. Estos dos objetivos no resultan tan contradictorios como puede parecer a primera vista: su objetivo es el de mostrar que, a pesar de que el mundo drabe y Oriente Proximo poseen su propia especificidad (cons- cientemente evito hablar de -autenticidad:), permiten también una inter- pretacin incluso en los andlisis de sus propios intelectuales~ basada en las categorias te6ricas y -cientifico-sociales- universales.* La tematica que abarca esta obra est estructurada en circulos con- céntricos, El «centro: se halla representado por nueve paises, de los que se trata con detalle a lo largo del libro, y a los que se ha seleccionado porque representan importantes «categorias: de estado Arabe: Egipto, Siria, Iraq, Arabia Saudi, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos, Jordania, Tuni- cia y Angelia, Otros paises arabes (por ejemplo, Marruecos, Libano 0 Yemen) se mencionan cuando el tema objeto de estudio justifica que se tomen como casos representativos. En cuanto a los paises no pertene- cientes al mundo 4rabe, se menciona a Turquia debido a su influencia histérica (a través de los otomanos), asi como por tratarse de un intere- sante elemento de comparacién (con respecto a temas como el esta- tismo, el populismo, etc.). También se alude algunas veces a Iran. La 1, Me han pedido miles de veces una exhaustiva explicaci6n cultural de todo tipo de profun- {das diferencias entre "nosotros y ellos". Ahora bien, en cuanto criatura que duda, como especialista ‘en Oriente Préximo [..J tengo casi un interés personal en hablar de especificidades historicas y sociol6gicas. Ciertamente existen. Pero casi siempre me ha parecido que las respuestas no reque~ rian ninguna percepcién especial de peculiaridaces culturales Gnicas. En lugar de ello, parecian demandar un honrado intento de lectura politica de la situacién, antes que la mencién de unas supuestas condiciones mentales o culturales- (Gilsenan, 1991: 30-30), 2, La especificidad de Oriente Préximo deriva de una serie de factores que incluyen muy espe- cialmente: 1) una zona ecol6gica frida, con sus importantes consecuencias econémicas y sociales; 2) el predominio del islam como religin y modo de vida; 3) la proximidad de Europa y la especial Sensibilidad y vulnerabilidad derivada de ello, y 4) el papel fundamental (econémico, social y poli- tico) desempeaado por el petr6leo en las dos ditimas décadas, especialmente ~aunque no exclusi- ‘vamente- en los paises exportadores de petrleo de esa dea geogrifica 7 obra se basa, pues, en un delicado equilibrio entre los estudios de cada caso, por una parte, y las comparaciones y generalizaciones, por la otra. En cierto sentido, este es un estudio exploratorio: aspira no tanto a proporcionar un conocimiento exhaustivo de cada pais o tema en particu- Jar como a explorar de qué modo debe ser estudiado a la luz de deter- minadas categorias conceptuales que no provengan de un supuesto individualismo socio-filos6fico (ain no arraigado en Oriente Proximo) ni de una imaginaria (e inmutable) -esencia» cultural. Probablemente, el subtitulo del libro requiere una pequefia explica- ci6n. ‘Hipertrofiay del estado rabe alude aqui a dos cuestiones te6ricas. la primera pretende manifestar y explicar la notable expansién del estado, en términos cuantitativos, que ha tenido lugar durante las Ultimas tres 0 cuatro décadas, mediante la expansi6n no slo de la industrializa- ci6n y el bienestar social, sino también del funcionariado, las institucio- nes estatales y el gasto ptiblico, etc. Este proceso de expansién tanto del tamafio de la maquinaria del estado como de su papel en la economia y la sociedad es lo que normalmente se define con el término de -esta- tismo». La expresion hipertrofia en este contexto equivale a «sobredi- mensionamiento», y es bastante parecida al concepto de estado super- desarrollado- utilizado por Hamza Alavi (1979). También muy a menudo, el estado drabe esta hipertrofiado en el sentido de shiper-dilatado- e shiper-extendidoy; esto resulta particularmente cierto en los regimenes populistas que tratan de poner en prictica, al mismo tiempo, politicas desarrollistas y de bienestar. Hipertrofia del estado arabe implica también -irOnicamente y por con- traste- que el poder, la eficacia y la importancia reales de este estado pueden haber sido sobrevalorados. El estado 4rabe no es un producto natural de su propia historia socioeconémica o de su propia tradicién cultural ¢ intelectual. Es un estado «feroz-, que frecuentemente ha tenido que recurrir a la coercion mas brutal a fin de mantenerse, pero no es un estado sfuerter porque: a) carece -en diversos grados- del «poder infra- estructural’ (Mann, 19864) que permite a los estados penetrar de un modo eficaz en la sociedad a través de mecanismos como, por ejemplo, los impuestos; y 6) carece de la hegemonia ideol6gica (en el sentido gramsciano) que le permitiria forjar un bloque social -hist6rico: que aceptara la legitimidad del estrato dirigente. 18 CORIENTE PROXIMO Y EL DEBATE SOBRE EL ESTADO: UN MARCO CONCEPTUAL Debido a la naturaleza -articulada: de las formaciones sociales de Oriente Proximo (fenémeno que se analizar4 con detalle a lo largo de esta obra), su politica tiende asimismo a asumir una forma articuladora, representada por distintos grados y formas de «corporativismo». Ello es consecuencia del hecho de que en dichas sociedades ni el «individua- lismo filos6fico- ni las clases sociales se han desarrollado lo suficiente para permitir el surgimiento de gobiernos como los que podemos obser- var en las sociedades capitalistas occidentales. Al igual que sucede con el corporativismo en general, el corporativismo en Oriente Proximo abarca desde la rama més -orgdnica-, comunitaria y basada en la solida- ridad, en un extremo del espectro, hasta la més -organizacional-, popu- lista y basada en el interés, en el otro. Arabia Saudi y otras monarquias hereditarias del Golfo ilustran la primera rama; Egipto y otras antiguas repiblicas radicales y populistas, la segunda. Sin embargo, tal como ha observado Kicidamente G: O'Donnell (1977), el corporativismo no sélo -estatiza», sino que también «privatizay; es decir, permite que determinados intereses invadan el aparato del estado, El reciente impulso de Ja «privatizacién» como parte de la rees- tructuracion econémica en Oriente Préximo coincide con un replantea- miento, de mas amplio alcance, de la relaci6n entre el estado y la socie- dad civil. En el seno de este replanteamiento, la dicotomfa entre lo piblico y lo privado ya no afecta tinicamente a la propiedad de los medios de produccién, sino también a la moralidad y al espacio social, ya que las fuerzas politicas del islam declaran «piblica: la esfera de la moralidad con el fin de defenderse de un estado que -quizas durante demasiado tiempo, ¢ infructuosamente- ha declarado -piblico- el Ambito econémico en su conjunto. El debate sobre el estado Durante més 0 menos la pasada década se han dado dos circunstancias aparentemente contradictorias. Intelectualmente, los politicélogos y los socidlogos se han ocupado de srestituir el estados a su lugar de concepto analitico principal, tras haber sido aparentemente eclipsado, sobre todo, debido al impacto del conductismo norteamericano. No obstante, en la 19 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO vida econémica y politica real se ha hablado mucho de tener «menos estado: (moins d’Btal) y de -quitarse al estado de encima», En el mundo cada vez mas integrado en el que vivimos (tanto en lo que se refiere al mercado como en Io relativo a las comunicaciones), estas dos circunstancias (la intelectual y la politico-econémica) han tenido un impacto que se extiende mucho més alla del 4mbito en el que han surgido, en los paises «centrales+ del capitalismo avanzado, inclu- yendo ~por supuesto- el 4rea geogrifica de Oriente Proximo. En la década de 1980 empez6 a aumentar entre los intelectuales ara- bes el interés por el estado y su papel en la sociedad y la economia. En el mundo Arabe, el estado ha surgido paralelamente a la falta de atencién a su evolucién por parte de los intelectuales arabes, preocupados fun- damentalmente por la «wmma islamica: 0 el «nacionalismo arabes, pero no por el estado burocratico territorial en si, Con algunas excepciones parciales (principalmente Egipto, Marruecos, Tunicia, Omdn, Yemen y Turquia), la introduccién del estado -como concepto y como institu- ci6n- en Oriente Proximo es un fenémeno reciente. Sin embargo, la mayoria de paises de Oriente Proximo han tenido éxito a la hora de man- tener sus sestados» recién establecidos, aunque no sin cierta angustia cul- tural y social, mientras que la maquinaria estatal se ha extendido de manera notable en tamafio y en alcance funcional. Solo recientemente se ha puesto remedio, al menos en parte, a este olvido intelectual del fen6- meno del estado, y la contribuci6n en este ambito de varios autores en lengua 4rabe merece ciertamente ser tenida en cuenta para examinarla y criticarla, lo que trataremos de llevar a cabo en esta obra, Aunque la mayorfa de los gobiemos del mundo actual se definen nor- malmente como -estados:, el concepto de estado que resulta familiar a los politicdlogos no puede s¢pararse facilmente de los fenémenos nacionalistas y equi- vale a la creacion de una Weltanschauung (Gramsci, 1971: 381). La hege- monia se consigue cuando esta «visién del mundo+ se ha difundido, por medio de los agentes del control ideol6gico y la socializacion, a cada una de las areas de la vida cotidiana hasta el punto de que esta conciencia dominante resulte interiorizada por las masas, pasando a formar parte de su sentido comin: (Boggs, 1976: 39). Normalmente esto se logra a través de la interaccién dialéctica entre la estructura y la superestructura, entre lo objetivo y lo subjetivo, manifestada en la creaci6n de un bloque socio- politico, 0 -como lo llama Gramsci un bloque histérico (blocco storico). Este tiltimo es wna forma de correspondencia, contingentey socialmente construida, entre las regiones econémica, politica e ideolégica de Ia for- maci6n social, [con un] énfasis anti-reduccionista en la especificidad de lo “nacional-popular” y lo “popular-democritico”, en contradicci6n con las exigencias y las luchas de clases» (Jessop, 1982: 209). Las ideas de Gramsci sobre el estado han sido elaboradas o amplia~ das por una serie de pensadores, particularmente Althusser y Poulantzas (cf. Carnoy, 1984: cap. 4 y refs. citadas), Para nuestro proposito, la idea de Althusser que puede resultarnos mas atl es su concepto de aparatos ideol6gicos del estado». Poulantzas es més complejo, pero su concepto de estado como el més racional de los capitalistas no resulta particular 25 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO mente adecuado para los paises en vias de desarrollo (precapitalistas o en las primeras etapas del capitalismo), suponiendo incluso que lo sea para los paises capitalistas. De mayor utilidad para nosotros es su elabo- racion del concepto de resultante de las modernas técnicas de especificacion funcional, control de la organizaci6n y vigilancia social ejercidas en el seno de la sociedad por instituciones como los ejércitos, las burocracias y las escuelas (Mit- chell, 1991: 78-96). 29 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO Pero, si esto es realmente asi, zhasta qué punto se puede hablar del estado fuera del mencionado contexto geogrifico-hist6rico-socio-eco- n6mico? Por ejemplo, zse puede hablar de estado en un sentido gené- rico que incluiria, entre otros, los casos de estados precapitalistas 0 no europeos? (cf. Badie y Birnbaum, 1983: 42 ss.). Peter Nett!, en un inno- vador articulo, afitmaba que eran posibles -y hablaba de- varios niveles de vestatalizaciOn-, que se podian medir segtin determinados criterios que él enumeraba. El concepto como tal es universal, aunque pensaba ~a mediados de la década de 1960- que los paises en vias de desarrollo no lo habian adoptado ni interiorizado de una manera efectiva (Nettl, 1968: 589-891). Sin embargo, la formula del estado parece haberse convertido en una realidad verdaderamente global, y es licito preguntarse, como hace el politicélogo turco Ali Kazancigil, por qué todos los nuevos estados la adoptan, y por qué no se improvisan nuevas formulas, incluso en los casos en que no se dan los requisitos previos sociohist6ricos para que haya «estado: e incluso cuando el concepto nacionalista/secularista de éste parece contradecir al ethos politico-religioso nacional de un modo evidente (como es el caso, dice el autor, de muchos «islamistas:). Aunque una parte del impacto del concepto de estado se puede atribuir a su imposici6n por parte de los poderes coloniales, en gran medida se debe, no obstante, a la difusién cultural de los paises no occidentales y al mimetismo voluntario con respecto a éstos por parte de las elites (Kazan- cigil, 1986; 119-125). Pero estos paises que imitan la formula europea de estado json sreal- mente» estados? Dumont (1986) sugiere que existe un vinculo entre el desarrollo del individualismo como tradicién cultural y el surgimiento del estado moderne, y, aunque no lo dice con tanto detalle, parece dar a entender que ambas cosas se hallan de algin modo correlacionadas. Badie y Birnbaum no estan tan seguros respecto a los requisitos previos econ6micos (capitalistas) del estado, pero hacen hincapié en su relacién con el desarrollo de una serie de valores culturales y religiosos especifi- cos (europeos), que se remontan al Derecho romano y al Renacimiento, y se hallan estrechamente vinculados al concepto de secularizacion. Desde su punto de vista, dichos valores son incompatibles con las socie- dades dominadas por una religion orgdnica (como el islamismo o el hin- 30 (ORIENTE PROXIMO Y EL DEBATE SOBRE EL, ESTADO: UN MARCO CONCEPTUAL duismo); tales sociedades son incapaces de funcionar segtin los princi- pios de «liferenciacin» y «autonomizacién- de grupos y organizaciones que tan fundamentales resultan en el modelo de estado occidental; la imposicién de dicho modelo de estado en tales sociedades, importén- dolo, s6lo levaria al surgimiento de tendencias autoritarias en el 4mbito politico (Badie y Birnbaum, 1983: 97-101, 135-136). Su argumento se deriva basicamente de la dicotomia entre -orgdnico- y «contractual», utili- zada por muchos autores para comparar las sociedades orientales (inclu- yendo a Oriente Proximo) con las occidentales (Nisbet, 1986: 79-80). En realidad, Jackson y Rosenberg (1985) concluyen que tales -esta- dos: no lo son realmente. En el mejor de los casos, son cuasiestados. ‘Afirman que hay que distinguir entre un concepto de estado legal y juri- dico, y un concepto de estado sociolégico y -empiticos. Muchos paises del Tercer Mundo (especialmente en el Africa subsahariana) son estados ‘inicamente en el primer sentido, puesto que el modelo de desarrollo que ha caracterizado al fenémeno del estado en el Tercer Mundo ha sido el inverso del modelo europeo y occidental. En este diltimo, los sestados se desarrollaron primero como entidades politicas, militares y sociales, y luego trataron de obtener -por medio de la competencia y Ia guerra el reconocimiento juridico de su existencia. En Africa, y en gran parte del Tercer Mundo, el «estado» surgié primero en sentido juridico, como parte de la herencia colonial, antes de que los factores sociales y de organiza- cién se desarrollaran lo suficiente para convertirlo en un estado real. Es més, la -legalidad- de tales estados prematuros contribuye también a limitar su desarrollo para llegar a ser estados «sociolégicos’ reales, ya que dicha legalidad da una impresion falsa de (y proporciona una compen- saci6n artificial para) la necesidad de -construim un estado real sobre unas bases econémicas, administrativas y culturales sdlidas (véase tam- bién Jackson, 1993). No obstante, los problemas del estado postcolonial no pueden atri- buirse simplemente a su naturaleza prematura (es decir, »pre-madura») meramente juridica. Puede que una parte del problema se deba a su naturaleza «desequilibrada-: al hecho de que es un estado subdesarro- llado en algunos aspectos y superdesarrollado en otros. Se trata de una idea elaborada por Hamza Alavi (1979). En las sociedades ex coloniales, el estado no fue creado por una burguesia nacional, sino por una bur- oe POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO guesia colonial extranjera, la cual sobredimension6 la maquinaria buro- critica, especialmente su ala militar, para que sirviera a sus objetivos en las colonias. Dado que tales objetivos generalmente estaban desligados de la mayor parte de los intereses nacionales, afirma Alavi, dicho estado ha desarrollado una cantidad considerable de «autonomia relativar frente a las fuerzas econémicas y sociales nacionales. Y como continuacién de esta herencia colonial, la oligarquia militar-burocratica de los estados independientes ha seguido desempefiando un papel mediador entre las exigencias contrapuestas de tres clases de propietarios: los terratenien- tes, los capitalistas locales y el capital de la metr6poli. Inevitablemente, esto le otorga al estado un importante poder tanto en los asuntos eco- némicos de la sociedad como en los politicos. La tesis de Alavi resulta ciertamente persuasiva y potencialmente til; sin embargo, hay que ser cuidadoso a la hora de aplicarla a determinados casos. En el contexto de Oriente Proximo, no resultaria de gran utilidad para los estados que no han tenido un pasado «colonial claro y continuado, 0 para aquellos esta- dos postcoloniales que no estén dominados por la oligarquia militar- burocritica (como sucede, por ejemplo, en el Golfo). No obstante, en general es cierto (como veremos en los capitulos 9 y 11) que en Oriente Proximo las burocracias estin sobredimensionadas, tanto en relacion con el conjunto de la sociedad como en comparacién con otros organis- mos politicos no ejecutivos, y seguramente se podria hablar de que en Oriente Préximo el estado esta sobredimensionado (aunque no necesa- riamente sobre-desarrollado) independientemente del pasado colonial de dichos estados. Este exagerado papel del estado se puede relacionar mis facilmente con el retraso en el desarrollo capitalista de la mayoria de los paises peri- féricos. El argumento de mayor peso en este sentido es el formulado por Alexander Gerschenkron (1962), quien ha ilustrado cémo, cuanto més atrasado se halla un pais en su desarrollo econémico, mayor sera el papel que probablemente desempefiara el estado al tratar de promover su desarrollo (comparese también con B. Moore, 1969). Asi es como el estatismo ha venido a caracterizar la economia politica de muchos pai- ses del Sur. Aunque algunos estudiosos atribuyen el origen historico de las pricticas reguladoras a las épocas egipcia y babilénica, el témino estatismo se acufié en primer lugar para describir el sistema de adminis- 32 ORIENTE PROXIMO Y EL DEBATE SOBRE EL ESTADO: UN MARCO CONCEPTUAL traci6n centralizada y gestion econémica establecido por Jean-Baptiste Colbert, controlador general de Finanzas bajo el reinado de Luis XIV, en la Francia del siglo xvn (y por otros regimenes posteriores de gobierno centralizado y politicas mercantilistas, tanto en Francia como en otros lugares) (Chodak, 1989: 2-3, 96-100). A las politicas estatales fuertemente intervencionistas y manipuladoras en el ambito econdmico se las deno- mina también a veces dirigistas. El dirigismo es una practica que sitia 4a economia como la zona clave en tomo a la cual se libran las batallas pol cas: «considera al estado un agente necesario, y esencialmente benigno de transformacién econémicas (Milanovic, 1989: 64 ss.). También vale la pena sefialar que los paises que obtuvieron su inde- pendencia antes de la Segunda Guerra Mundial -es decir, antes de la consolidacién de una economia capitalista global (como en Latinoamé- rica y los Balcanes)~ resultaron ser mucho més capaces de desarrollar una especie de burguesia nacional y de acumular niveles razonables de capital nacional que los paises que adquirieron su independencia des- pués de dicha guerra, como fue el caso de la mayoria de paises asiéticos y africanos (Kazancigil, 1986: 131-137). En estos tiltimos, se puede ver no slo c6mo los capitalistas locales dependen del estado, que les propor- ciona protecci6n, subsidios y diversos servicios y productos, sino tam- bién cémo el estado desempefia un papel mas importante en el propio proceso de produccién, especialmente en Io relativo al control y la dis- ciplina de las clases trabajadoras por medios politicos, y a veces por medios violentos (comparese con Aké, 1985). Asi, tanto las clases capi- talistas como las trabajadoras se hallan subordinadas a su propio estado speriféricor, lo que explica entre otras cosas— la crisis de la democracia en la mayoria de los paises de Oriente Préximo (como veremos en el capitulo 11 y en otras partes de la obra). Pero la subordinaci6n de la burguesia nacional y de las clases traba- jadoras ante su propio estado no basta para dar cuenta de la naturaleza del estado periférico. Dicho estado no puede entenderse tinicamente haciendo referencia a sus «propias* clases y fuerzas sociales, puesto que se halla también sometido a las exigencias de lo que Mathias y Salama (1983) llaman la Economie mondiale constituée (economia mundial esta- blecida), incluyendo especialmente las necesidades de los estados nacionales centrales. Es esta una esfera en la que los caprichos de la divi- 33 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO si6n internacional del trabajo en enfrentan a los intentos de modificar dicha division. Asi, el estado periférico puede considerarse como un puente entre la sociedad local y el sistema mundial: sirve para extender las relaciones comerciales y para mantener determinados elementos de la division internacional del trabajo dentro de sus limites, utilizando una mezcla de métodos de coaccién basados tanto en la obtenci6n de legiti- midad como en la aplicacién de violencia (Mathias y Salama, 1983: 35 ss., 89-126). Aunque el anilisis de estos dos autores se basa todavia en una teoria de la -detivacione (es decir, que el estado, aunque formal- mente aut6nomo, remite a fin de cuentas al capital, a través del proceso de mercantilizaci6n), resulta sin duda més sofisticada que la ~algo mas sencilla formulacién de Aké (1985: 105-107). La teoria de la derivacion el estado tiene algunos defensores en el mundo érabe (por ejemplo, Jalid al-Manubi en Tunicia), y a pesar de que puede resultar titil sobre todo a un nivel bastante general, desde mi punto de vista no offece un andlisis detallado de los problemas especificos de los estados (en plural), sino del estado, en el sentido genérico (para los estudios y criticas posterio- res a la teoria de la derivaci6n del estado, véase, por ejemplo, Clarke, 1991). Sigue haciendo falta una teorfa que relacione estrechamente los imperativos y exigencias de la economia (nacional y mundial) con las potencialidades y opciones de la politica en los paises en vias de desa- rrollo. Desde mi punto de vista, el mejor trabajo en este sentido es el rea- lizado por Guillermo. O'Donnell (1973, 1977), trabajo que en la actuali- dad ha adquirido gran importancia. Hasta qué punto el andlisis de O'Donnell ha influido en mi propio trabajo es algo que le resultara claro al lector en diversas partes de esta obra; baste decir aqui que su princi pal contribuci6n ha consistido en tratar de vincular las distintas etapas del desarrollo de determinadas estrategias econémicas (fundamental- mente las de industrializaci6n basada en la importaci6n-sustituci6n) a los diferentes cambios en la naturaleza del estado caracterizados por coali- ciones sociopoliticas cambiantes (como, por ejemplo, las que represen- tan el populismo, el corporativismo y el autoritarismo burocratico). Leo- nard Binder (1988) ha lamentado el hecho de que este planteamiento no haya tenido influencia en los estudios sobre Oriente Préximo (aunque recientemente ha empezado a ejercer una cierta influencia ~cf., por 34 ORIENTE PROXIMO Y EL DEBATE SOBRE EL ESTADO: UN MARCO CONCEPTUAL ejemplo, Farah, 1985-, en mi opinién con buenos resultados). El pre- sente estudio sigue, en muchos aspectos, ese mismo camino. Este tipo de planteamiento deberia considerar no s6lo el modo en que se modifican la forma y las caracteristicas del estado bajo la influen- cia de los imperativos econ6micos y las alianzas socioeconémicas cam- biantes, sino también la manera como el estado, en muchos casos, modi- fica los imperativos econémicos y rehace las alianzas socioeconémicas. No hay que ver al estado tinicamente como un «receptor» (es decir, a tra- vés de lo que antes he denominado planteamientos «de orientacién input, sean economicistas 0 conductistas). Puede que el estado -refleje» (© wepresente», 0 -condense», etc.) las clases sociales, 0 puede que haga de mediador entre ellas; pero también hay casos, especialmente en la periferia, en los que el estado consigue crear sus propias clases. Esta propuesta no es del todo nueva, ni siquiera en circulos marxis- tas, Obviamente, una parte del debate acerca del llamado «modo de pro- duccién asiatico: (cf., por ejemplo, CERM, 1969) se relaciona con la posi- bilidad del surgimiento de clases en el seno de las instituciones del estado 0 como resultado de la acci6n del estado. No se puede negar que una gran parte del debate marxista respecto a las sociedades no euro- peas se ha caracterizado por cierto sesgo «orientalista: (cf. Turner, 1978). Incluso nuestro buen amigo Gramsci no es del todo ajeno a él. Sin embargo, la categoria de modo de producci6n asiftico sigue siendo valida si uno prescinde de sus connotaciones etno-culturalistas, y se con- centra, en cambio, en sus dimensiones geo-ecolgica e histérico-econ6- mica, Asi, por ejemplo -tal como sefiala Perry Anderson-, en el imperio islimico medieval no pudo desarrollarse ninguna nobleza hereditaria parecida a la europea, puesto que no existia la propiedad privada como derecho fundamental y dado que la riqueza y el estatus se hallaban estre- chamente vinculados a la conexidn con el estado. A su vez, el estado mantenia un estrecho control sobre la ciudad, el mercado y los gremios, dejando -en consecuencia~ muy poco espacio para el surgimiento de clases -burguesas« independientes (cf. Anderson, 1979: esp. 361-367). Acepto esta descripcién como valida a un nivel muy general, y en capi- tulos posteriores entraremos en el andlisis detallado de sus implicacio- nes, De momento, quisiera quedarme con la propuesta de que ~debido a sus especificos antecedentes geo-histéricos, asi como a su fuerte inte- 35 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO graci6n actual en el proceso de acumulacién econémica- el estado en Oriente Proximo no es simplemente un reflejo de la realidad de clases de su sociedad, sino, casi siempre, también un creador de dicha realidad. La via no individualista al estado Hasta aqui hemos considerado la especificidad socioeconémica del estado en Oriente Proximo. Pero zqué hay de su especificidad -cultural? Ya nos hemos referido a los puntos de vista de algunos autores en el sen- tido de que tanto el concepto como la institucién del estado son exclusi- vamente fenémenos europeos culturalmente incompatibles con las socie- dades musulmanas, debido a la naturaleza -orgénicar de estas diltimas y a la debilidad de las tradiciones individualistas y secularistas en su seno. Incluso epistemolégicamente -se dice a menudo-, la palabra estado tiene significados distintos en arabe y en latin. Los estudiosos seftalan que los propios origenes linguisticos del término estado en los lenguajes europeos y de la palabra dawla en arabe realmente aluden a cosas opuestas: a la estabilidad y la continuidad de una situaci6n, en el primer caso; al flujo y Jos cambios del poder y la fortuna, en el segundo. También se ha dicho a menudo que el concepto de comunidad (umma), especialmente en su sentido religioso-cultural, es mas importante en la tradicion politica isla- mica que cualquier concepto de estado 0 de sistema politico (véase, por ejemplo, este andlisis en Ayubi, 1991a: cap. I, también en Ayubi, 19920). Aunque en gran medida esto es cierto, quisiera sugerir que tal vez no sea una peculiaridad 4rabe o islamica, y me gustaria utilizar algunas de las siguientes paginas para tratar de demostrar que, en realidad, potencial- mente existen vias no individualistas y no europeas al estado. Parte del problema conceptual esté relacionado con el hecho de que, cuando se habla de ciencia politica «occidental, en realidad se est alu- diendo a la ciencia politica anglosajona y, en cierta medida, francesa (y en su vertiente liberal, por mas sefias); el pensamiento sociologico e historicista aleman, por ejemplo, tiende en general a estar ausente. El problema es atin mas pronunciado entre los estudiosos de Oriente Pr6- ximo, debido a sus especiales vinculos coloniales lingiiisticos y cultura- les con las «metropolis: inglesa y francesa, Seguramente esto es una lis- 36 (ORIENTE PROXIMO Y EL DEBATE SOBRE EL ESTADO: UN MARCO CONCEPTUAL tima, puesto que hay varias ideas alemanas que presentan una mayor afi- nidad con determinados conceptos y preocupaciones arabo-islimicos de la que manifiestan algunas de las ideas politicas inglesas y francesas predominantes. EI pensamiento historicista y romdntico aleman ha hecho siempre especial hincapié en el concepto de comunidad, Gemeinschaft (0 yamaa, umma en arabe), que identifica con la auténtica sesenciav espi- ritual, Geist (0 rub en arabe) de Alemania, en oposicién a la filosofia renacentista de la Francia napoleénica. A través de las ideas de persona- jes como Sauvigny, Moser, Miller, Fichte y Mommsen, los roménticos alemanes pudieron relacionar el concepto de comunidad con el con- cepto de estado (por medio del concepto de nacién), de modo que el estado vino a ser considerado la més plena y la mas noble expresién de la comunidad. En cierta manera, generalizaron los principios morales de la aldea o del gremio para que incluyeran a la naci6n entera, y tifieron su concepto de libertad no de individualismo, sino de un aura colectiva distintiva derivada del concepto de lealtad, suponiendo que la fuerza del grupo y la libertad del individuo siempre iban de la mano (cf. Black, 1984: 196-202; Dumont, 1986: 74-75, 114-117, 134-159, 260-261). Otra rama de la tradicién alemana, cuyos antecedentes derivan de Herder y Beseler, veria en el lenguaje y en el Derecho la suprema expresion de una nacion, Alcanzarfa su apogeo con Gierke y Tonnies, quienes, a fina- les del siglo xx y principios del xx, trataron de dar vida al concepto de personalidad colectiva basada en la hermandad y la solidaridad (Black, 1984: 210 ss.). Tales conceptos y preocupaciones del pensamiento roméntico, historicista y conservador alemén, y de otros paises europeos, son notoriamente parecidos a muchos de los conceptos y preocupacio- nes predominantes en el pensamiento politico arabe e iskamico.‘ De manera més concreta, stenemos una noci6n romantica de la his- 6. La influencia del pensamiento conservador europeo en los autores y estudiosos arabes y musulmanes sigue siendo un tema muy poco investigado, puesto que los autores, tanto drabes ‘como occidentales, que se han ocupado del asunto han tendido a destacar (y a menudo a celebrar) cl impacto de las ideas liberales (y, en ciena medida, socialists) en el pensamiento de los paises frabes y de Oriente Préximo (cf, por ejemplo, Hourani, 1970; Awad, 1969-1986; al-Ansari, 1980; una texcepcin parcial es R. Khuri, 1983), Siempre se ha supuesto (y no por fuerza acertadamente) que Jos conceptos e ideas conservadores (e incluso organicistas) presentes en el discurso politico érabe tenfan una genealogia -islimicasu -oriental 37 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO toria, que resulta familiar en la historia moderna: desde Herder y su herencia en Alemania hasta las ideas presentes en el Risorgimento, hasta el conservadurismo organicista y racista de Gustave Le Bon. De todo ello da testimonio ampliamente la historia del pensamiento érabe moderno» (al-Azmeh, 1993: 28), Desde las primeras etapas del pensamiento -refor- mista» 4rabe, marcadas por el encuentro con las ideas modernas euro- peas, en el siglo xix, los dos intelectuales mas importantes, Yamal al-Din al-Afghani (1839-1897) y Muhammad Abduh (1849-1905) optaron por una concepci6n -orginicar y «vitalista: del cuerpo politico, que invita a la comparaci6n con el romanticismo de Herder y su énfasis en la Bildung, asi como con el darwinismo social de Spencer (ibid.: 44-45, 81). Su teo- tia del «vinculo estrecho: (al-urwa al-wuzqa) -es decididamente contra- ria a la Ilustraci6n, tanto en su forma como en su contenido, y, de manera implicita o explicita, todos los movimientos de resurgimiento la han abrazados. Adopta un paradigma organicista y vitalista del gobierno, segiin el cual un cuerpo politico en el que las diversas partes no se vincu- Jan en funcién de una -unidads concreta parece un cuerpo en desorden. Las ideas relativas a -organismos politicos» fueron, en una época, predo- minantes en Oriente Proximo bajo la influencia de Spencer, € incluso fueron compartidas por muchos pensadores drabes laicos como Shibli Shumayyil.’ Otra comparaci6n que se puede establecer es con el roman- ticismo vitalista de Herder, que puede detectarse en el pensamiento de los Jovenes Turcos y es manifiesto en el -corporativismo solidarios del nacionalista turco Zia Gékalp y en las ideas de los baazistas pandrabes y de los social-nacionalistas sirios (ibid.: 82-87). Los panarabistas (como veremos en el capitulo 4) eran especial- mente aficionados a personajes como Nietzsche, Spengler y Bergson. Los neoislamistas heredaron parte de esta influencia, afiadiéndole nor- 7. Segiin Alfred Stepan, la tradicion del «estado orginico»no se limita a Hegel y los autores ale- ‘manes, sino que ¢s muy anterior a ellos, Esté retacionada con una visi6n normativa de la comuni- dad politica, en la cval las partes integrantes de la sociedad se combinan armoniosamente para per- rmitir el pleno desarrollo de! potencial humano. Bste corpus de pensamiento politico remite a Arist6teles, al Derecho romano, al Derecho natural medieval y a la filosofia social catdlica contem- porinea, y permanece atin muy vivo como influencia filosfica y estructural, especialmente en el sur de Europa y Latinoamérica (Stepan, 1978: 26-27). Conceptos similares, que comparan la socie~ dad con ei cuerpo humano 0 con un -edifcio cerrado: (bunyan marsus) y apelan a la integracién solidaria de sus miembros (takafu), resultan bastante familiares en los escrtos islémicos. 38 ORIENTE PROXIMO Y EL DEBATE SOBRE EL ESTADO: UN MARCO CONCEPTUAL malmente cierta snaturalizacion de la historia: (es decir, din al-fitra), que ‘Aziz al-Azmeh considera andloga al culto nacionalsocialista de la natura- leza (1993: 30). También se puede vincular al fascistoide francés Alexis Carrel (m. 1944), que parece haber influido en varios importantes pen- sadores islimicos como Abul-Hasan Nadwi, Sayid Qutb y Ali Shariati cf. al-Sayid, 1988; 349; Hanafi, 1986: 44-45; Al-Azmeh, 1993: 30; pero véase especialmente Choueiri, 1990: 140-149). 1a influencia de estos conceptos ha empezado a abrirse camino también en las obras de los politicélogos arabes contemporineos. Un buen ejemplo de ello lo constituyen los escritos de Hamid Rabi (m. 1989), un influyente politicdlogo egipcio que ensefié también en Irén, Siria, Arabia Saudi y otros paises del mundo drabe. Influido de manera especial por las escuelas historicistas alemana e italiana (habia vivido y estudiado muchos afios en Italia), constituye una especie de -naciona- lista cultural+ con una clara inclinaci6n islémica. Abiertamente contrario a las ideas de la Ilustraci6n, desde su punto de vista el »estado-nacion» en su forma europea fue sobre todo una reacci6n frente al modelo caté- lico, que situaba en primer lugar los derechos del individuo y aspiraba a crear una relaci6n directa y sin mediaci6n entre el ciudadano y el estado, forzando a la Iglesia a replegarse en si misma y, en consecuen- cia, expulsando a todos los agentes no politicos de dicha relacion y poniendo fin a la adulacién del estado en nombre de los derechos indi- viduales (Rabi, 1980: 15-16). Este modelo no es aplicable a los paises rabes, por lo que Rabi propone inspirarse en el modelo iskimico a tra- vés de cierto resurgimiento del -patrimonio cultural: (turaz), guiado por una -funcién politica: (wazifa siyasiya) diferenciada. En este sentido, considera la escuela nacionalista alemana digna de admiracin, y admira sobre todo el modo como los pensadores alemanes, frente a la humillacion de la conquista francesa, profundizaron en su propia herencia teutonica en busca de las raices de su cultura y su civilizaci6n, lo que haria surgir la conciencia de la propia peculiaridad y -autentici- dad» nacional alemana (ibid. 21). Del mismo modo, cualquier intento de crear una autoconciencia nacional egipcia 0 arabe tiene que buscar en fuentes islmicas més anti- guas aspectos como la peculiaridad y la autenticidad. Rabi intenta reali- zar por si mismo parte de esta tarea, y resume una serie de caracteristi- Bie POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO cas de lo que él llama el sparadigma politico islamico- que deberfa inspi- rar la bisqueda contemporinea de la autenticidad nacional: EI patrimonio cultural (turaz) constituye la via del autorreconoci- ‘miento. El Yo nacional es uno e indivisible. Es la expresion de una conti- nuidad constante, a pesar de sus diversas manifestaciones en los niveles individual y colectivo, El autorreconocimiento no puede surgir sino del pasado. Igual que un arbol, no puede estar completo sin una multiplicidad de ramas, y su posibilidad de sobrevivir dependera nicamente de la pro fundidad que puedan alcanzar sus raices {ibid 218). El modelo iskimico ~afirma~ posee aspectos de vitalidad politica que pueden inspirar la politica contempordnea. Aunque no incluye concep- tos tales como votacién, consejos representativos, oposicién politica ins- titucionalizada o garantia de las libertades politicas individuales, posee sus propios conceptos y sus propias dinémicas para lograr el equilibrio politico. Dichos conceptos incluyen la moderacién, el consenso y el compromiso; y las dinamicas incluyen el equilibrio de poderes y el con- trol mutuo entre el califa, los ulama y los jueces (ibid. 46-51, 133-149). El estado islamico no es un estado en el sentido europeo (es decir, terri- torialmente definido), sino una comunidad politico-religiosa organizada (umma). El objetivo de la umma consiste en difundir el mensaje (daawa), y la funci6n del poder y la autoridad (sultan) consiste en ser el instrumento que Ileve a cabo esta misi6n cultural/civilizadora (risala badariya). El estado iskimico es, pues, un estado «doctrinal (aqaidiya) con una clara funcién de comunicaci6n (wazifa ittisaliya), basada en la fusién de principios éticos ¢ ideales politicos y en la no separaci6n entre la vida privada y la pGblica. Bl estado se halla estrechamente vinculado a la-cultura/civilizaci6n (badara); la hadara islamica es netamente mili- tante (kifabiya) y se basa en la lealtad en el seno del grupo y el choque de civilizaciones con el exterior (ibid., 1980: 154-167). Este concepto ~afirma Rabi- es distinto del concepto de estado desa- rrollado paralelamente al surgimiento del estado-nacién en Europa. En este tiltimo, la idea'de la funci6n civilizadora del estado ha perdido importancia en favor de una funcién meramente politica: (a pesar del conflicto sideolégico» que caracteriz6 a la guerra fifa). En cambio, el 40 ORIENTE PROXIMO Y EL DEBATE SOBRE EL ESTADO: UN MARCO CONCEPTUAL estado islamico sigui6 la tradicion de las civilizaciones griega y romana, donde el estado y la -voluntad civilizadora: (al-irada al-hadariya) eran una misma cosa. La funci6n civilizadora del estado islamico gira en torno ala al-daawa (la llamada), y la politica trata de asegurar el entorno que permita al individuo realizar el ideal islamico. Dicho estado tiene también vocacién universalista. El estado europeo, a partir de Maquiavelo, y espe~ cialmente a partir de la Revoluci6n francesa, se convirtié en algo dema- siado abstracto y demasiado aislado de la sociedad y la cultura; tal -con- cepto de estado carece de cualquier tipo de existencia moral 0 cultural» (287-288). Por el contratio, el estado islamico constituye la expresién de un ideal ético: el islam representa un determinado ideal, si no un modelo politico especifico (289-293). El moderno estado nacional arabe deberia, a su vez, ser el instrumento que mantuviera un vinculo permanente entre el pasado, el presente y el futuro, puesto que la nacin (al-umma) no se basa en la unidad racial, sino en una unidad de percepcién, de lenguaje y de civilizaci6n, y el ideal de dicha comunidad no es predominante- mente econdmico, sino ético y moral (Rabi, 1985: 46-47). El razonamiento de Rabi es importante, en primer lugar porque es uno de los pocos politic6logos arabes que han escrito sobre el estado islamico, y en segundo porque, a diferencia de la mayoria de los estudiosos «moder- nos, no trata de interpretar el estado islamico segiin los planteamientos de las escuelas francesa-constitucional 0 norteamericana-conductista. Lejos de ello, Rabi es un idealista (a menudo resulta imposible distinguir en sus cobras entre el ser» del estado islamico idealizado y el «deber ser del estado 4rabe deseado), se manifiesta declaradamente opuesto a la Ilustraci6n y hostil a la Revolucién francesa, y se inspira abiertamente en las ideas his- toricistas/romanticas alemanas e italianas. Rechaza el concepto de auto- nomia del estado y la aspiraci6n de limitar la funci6n del estado al mbito politico, Para él, la Revoluci6n francesa representa -una peligrosa deca- dencia respecto a muchos conceptos y percepciones politicas. Si bien liber6 fuerzas politicas y realiz6 el concepto de politica nacional, al mismo tiempo sembro las semillas del racismo y del chauvinismo nacionalista, y vyaci6 la vocacién politica de cualquier esencia civilizadoray (Rabi, 1983: 268-293, 288). Por el contrario, Rabi considera los principios de la escuela historicista alemana mAs capaces de captar la esencia del estado iskimico (y, por lo tanto, del estado 4rabe), y sus obras estin repletas de muestras 4 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO de adhesion a personajes como Sauvigny, Fichte y Mommsen. También es posible hallar en sus escritos ecos del concepto de estado ético (Jo stato etico) tal como lo expusieron autores como Croce, Gentile y, fundamen- talmente y por supuesto, Hegel (cf. Bellamy, 1987: 8 y passim). Reivindica un resurgimiento de la twraz politicamente dirigido, e incluso atribuye el éxito del sionismo politico contemporineo al hecho de haberse inspirado en la escuela historica alemana, por una parte, y en la literatura islamica abasi y fatim{ sobre la daawa, por la otra: sla llamada sionista ha sido capaz de hallar, a través de la turaz istimica, un punto de partida desde el que dirigirse al mundo del siglo veinte (..) y lograr [..] este €xito que no podia haber previsto ni el andlisis mas optimista- (Rabi, 1980: 192-195). El men- saje estd claro: los 4rabes contemporineos deberian hacer lo mismo si realmente desean un estado propio eficaz (y, por definicién, auténtico), que sea moderno y a la yez fiel a los valores culturales de su comunidad hist6rica. Un posible medio de vincular el concepto de comunidad al de estado (del que aparecen algunos esbozos en las obras de Rabi) es el concepto de corporativismo, es decir, el relativo a los diversos «cuerpos+ que acttian (0 son utilizados) como intermediarios entre la comunidad y el estado. Debido a que se trata de un concepto «puente: (0 intermedia- rio), el corporativismo ha tendido siempre a decantarse bien hacia el lado de la comunidad (en sus variantes mas culturalistas y roménticas), bien hacia el lado del estado (en sus variantes mas -organizacionales y autoritarias); de ahi, por cierto, ese caracter shuidizo» ~metodologico— que caracteriza al concepto de corporativismo, a pesar de su extrema importancia. El. pensamiento corporativista, originado en Alemania, Francia y Bélgica, ha ejercido una gran influencia en el sur de Europa, América Latina y Oriente Proximo. Ha influido en el pensamiento juri- dico arabe a través de la erudicién -sumamente valorada- del decano Léon Duguit, quien ensefié en Burdeos y El Cairo;* y en el pensamiento 8, Léon Duguit fue colega del principal te6rico del comporativismo, fimile Durkheim (1858- 1917), en la Universidad de Burdeos, y se le considera uno de los principales teéricos menores de dicho concepto (Black, 1984: 220-223). Se le casifica normalmente como -funcionalista social, y sus principales valores politicos eran la solidaridad social y la funcién social (Brecht, 1959: 304). Duguit 1 solo ejercio la docencia, junto con una enorine influencia intelectual, en Egipto, sino que en 1927 42 ORIENTE PROXIMO Y EL DEBATE SOBRE EL ESTADO: UN MARCO CONCEPTUAL politico 4rabe, a través del fuerte impacto de la escuela de Durkheim (ch, por ejemplo, al-Jarf, 1960: 74 y passim; Saif al-Dawla, 1991: 60-78; Nasr, 1963: parte 2; al-Naqib, 1985: 8-9; Mitchell, 1988: 119-127). Mas recientemente se ha dado también un resurgimiento de determinadas cuestiones corporativistas, especialmente entre los autores que yo llamo sislamistas culturales» (por ejemplo, Adil Husain, Tariq al-Bishri o Galal ‘Amin, etc), a quienes nos referiremos en otras partes de este libro. La propia utilizacién del concepto de corporativismo en esta obra no se basa en la defensa de sus posibles principios ideol6gicos 0 «morales+ como concepto solidarista, sino en la consideracién de su utilidad como instrumento analitico para entender toda una serie de mecanismos de organizaci6n y control de las relaciones entre el estado y la sociedad (mi concepto es, pues, bastante parecido al de G. O'Donnell, 1977)? La mayorfa de planteamientos no individualistas del concepto de estado que acabo de revisar fueron intelectualmente suprimidos en las recientes décadas (debido a su supuesta afinidad con el fascismo), y, en consecuencia, actualmente resulta dificil imaginar como el concepto de estado podia en realidad separarse de sus correlatos intelectuales de la tradici6n liberal occidental: el individualismo, el contractualismo, el secularismo, la diferenciaci6n, etc. Afortunadamente, sin embargo, el sur- gimiento de Japon como uno de los principales estados del mundo, seguido en los afios mas recientes por el de una serie de tigres econ6- micos: en el este asiatico, ha hecho posible contemplar unos estados rea- diseBi6 el curriculo y los reglamentos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Bl Cairo, el modelo de las facultades homénimas del mundo 4rabe. Criticaba el concepto de soberania de la nacién o del pueblo, y aconsejaba hacer hincapié en la responsabilidad social, el control legal y los intereses colectivos (Gourdon, 1989: 563 n. 52; Saif al-Dawla, 1991: 60-78). Con frecuencia se ha ‘supuesto que las inflayentes facultades de Derecho (y, por extensi6n, el estamento juridico) de Oriente Proximo constituyeron bastiones del liberalismo; pero no es este exactamente el caso, puesto que el contenido de los cursos era a menudo antiindividualista y opuesto a los conceptos de ‘Soberaniae de la -naci6n- o del -pueblo-. Para ejemplos especificos relativos a Egipto, véase 1. Saif abDawla, 1984: 603-608). '9, EL término italiano corporativismo, el aleméin Korporativismus, etc., que tienden a implicar ‘una doctrina o ideologia, fueron objeto de desafortunadas asociaciones etimol6gicas en el perfodo de entreguerras. Los italianos y alemanes més ingeniosos resolvieron rapidamente la cuestion qui- tando las letras “iv” y refiriéndose al corporatismo y al Korporatismus como neologismos de proce- dencia anglosajona convenientemente purgados de sus desacreditadas asociaciones del pasado- ‘Gehumiter, 1985: 59). Respecto a las incieras tentativas de traducir el término al drabe, véase el capt tulo 5,n. 6 43 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO les, présperos y en cierto sentido- fuertes, con unos antecedentes neta- mente distintos de los que se asocian a los modelos francés ¢ inglés. Asi, por ejemplo, en una critica a la teoria de la modernizacién occi- dental, el politicélogo japonés K. Mushakoji (1985) llama la atencién sobre el hecho de que los politicélogos occidentales son a menudo inca- paces de plantear siquiera las mismas cuestiones en torno al desarrollo politico que plantean sus colegas japoneses desde la perspectiva mental de la experiencia japonesa; por ejemplo, zcudl es el papel de la familia y Jos grupos rurales en la formacion de las instituciones modernas en Japén?, ccudles son los origenes tradicionales del estado japonés, inclu- yendo las antiguas instituciones estatales chinas?, ;cudl es la cosmologiae que circunda y dirige el funcionamiento de las instituciones politicas y administrativas? Algunos han sugerido que en la tradicién japonesa es més importante el reparto colectivo del poder que la lucha individual por dicho poder. Otros sefialan el hecho de que la percepci6n japonesa de la racionalidad es netamente distinta de su equivalente occidental. Otros més afirman que en Jap6n las decisiones «surgen-, en lugar de stomarse»: no se basan en una selecci6n entre alternativas claras, sino en una adaptaci6n entre diversas opciones y puntos de vista (véase tam- bién, desde una perspectiva marxista, Taguchi y Kato; 1985), No nos interesan aqui los detalles de estas proposiciones, sino la acertada sugerencia de Mushakoji de que existen distintos «principios de formacién del gobierno: posibles, entre los que Jap6n representa solo una versi6n no occidental. ¥ la importancia de algunos recientes inten tos arabes de redescubrir Japon (por ejemplo, A. Abdel-Malek, 1981, 1983; Husain, 1985; Rashad, 1984) no radica en el hecho de que Japon representa necesariamente un destacado ejemplo a seguir por el mundo 4rabe, sino mas bien en que ilustra la posibilidad -conceptuak de un desarrollo econémico y politico acorde con un modelo no europeo de gobierno y de estado, Los arabes y la cuesti6n del estado Aunque, como hemos visto, el concepto de estado es europeo, la steali- dad: cotidiana del estado es un hecho que abarca més de veinte paises 4 ORIENTE PROXIMO Y EL DEBATE SOBRE EL ESTADO: UN MARCO CONCEPTUAL Arabes y al menos media docena mis de paises de Oriente Proximo. Este estado, en general, ha llegado a Oriente Proximo como una «mercancia importaday, en parte por la presién colonial y en parte por la influencia de la imitaci6n y el mimetismo (cf. Ben Achour, 1980). Sin embargo, hay que destacar que el pensamiento arabe en los siglos xix y xx se ha ocu- pado de diversos conceptos de unidad e integraci6n, con excepcién del de estado. El contenido de dicha integracion ha variado, y va desde un estrecho vinculos religioso-moral (al-urwa al-wuzqa) en Afghani y ‘Abduh, hasia un vinculo lingiifstico-cultural para la mayoria de los te6ri- cos del nacionalismo érabe (Zaki Arsuzi, Michel Aflaq, Sati al-Husti, etc). Tanto los movimientos arabistas como los islamistas han infravalorado la cuestion del estado, y han tendido més bien a ocuparse de fronteras, poblaciones, derechos, mercados, etc., detalles mas bien artificiales o superficiales (Sharara, 1980: 61-83). Hasta comienzos del siglo xx los musulmanes habian concebido la politica en términos de la umma (término que originariamente denotaba una comunidad étnica o religiosa, pero que con el tiempo se convirti6é casi en sindnimo de comunidad islamica universal) y del jilafao sultan (es decir, gobierno o dominio de cardcter predominantemente religioso © politico, respectivamente). Hasta mas tarde no se desarrollaria un con- cepto de «estado capaz de vincular estas dos categorias previas de and- lisis (es decir, la comunidad y el gobierno). El término dawla (utilizado actualmente para denotar el -estado- en el sentido europeo) existia en el Corn € incluso fue utilizado por los autores musulmanes medievales. Sin embargo, en su forma verbal, el término habia significado originaria- mente «girar, rotar 0 alternam. En el periodo abasi (y en los posteriores) a menudo aludia a las vicisitudes o altibajos de la fortuna (por ejemplo: dalat dawlatubu = «sus dias habian pasado). Poco a poco, el término vino a significar «dinastiar, y luego, més recientemente, vestado-. Rifaa Rafi al-Tahtawi 1801-1873) habia preparado ya el camino para el surgi- miento de un concepto territorial -y no meramente comunal- de gobierno al hacer hincapié en la idea de watan (patrie; vaterland; rodina). Sin embargo, no pudo liberarse completamente del concepto (religioso) de umma, ni tampoco apel6 a un -estado nacional: en el sen- tido europeo. Segiin Bernard Lewis, la primera vez que aparece el tér- mino dawla (devlei) con su moderno significado de -estado-, diferen- 45 POLITICA Y SOCIEDAD EN ORIENTE PROXIMO ciado de «dinastia: y de «gobierno», es en un memorandum turco aproxi- madamente de 1837 (Lewis, 1988). No obstante, los pensadores islamicos no se dieron ninguna prisa en adherirse a este nuevo concepto de estado. Afghani y Abduh seguian hablando de la umma islamica y su -estrecho vinculo» (al-urwa al- wuzga) y del soberano islamico y su buena conducta. Abd al-Rahman al- Kawakibi (1854-1902) dio un paso més al hablar de la liga iskamica (al- jamiia al-islamiya) como un vinculo religioso, mientras que utilizaba el término al-watan para referirse a lo que unia a los drabes musulmanes con los no musulmanes. Asimismo distinguia entre la politica y la admi- nistracion de la religion (al-din) y la politica y administracion del -reino- (al-mulk), afirmando que en la historia del islam ambas habian estado unidas Gnicamente durante la era Rashidun (de los cuatro primeros cali- fas] y la era de Umar ibn Abd al-Aziz (Nassar, 1985). Aunque los arabes se habian ocupado, desde el siglo xix, de las »manifestaciones del poder, parecen haber prestado poca atencién a sus fundamentos sociales, econémicos e intelectuales en el seno del estado (alamé, ed., 1987). Los érabes adoptaron con bastante rapidez los ras << gos estructurales del estado y la burocracia (al estilo europeo), pero fue- , fon mucho més lentos a la hora de interiorizar el propio concepto de \ estado, ola sética del servicio piblico y las actitudes de la accién colec- « fivar (Bonné, 1973: 17-19; Umlil, 1985; Al-Yamal, 1984: 365-368). No se /mostraron especialmente impresionados por el concepto de libertad» \ ue los pensadores occidentales relacionaban estrechamente con el \desarrollo del estado moderno) cuando lo conocieron a través de la lite- ratura europea. Para Jair al-Din, de Tunicia, el concepto de libertad» seguia ocupando el segundo lugar en importancia, después del con- cepto —convencionalmente decisivo- de «justiciae (ad), a la hora de explicar los fundamentos de la fortaleza y prosperidad europeas. Tah- tawi comparaba también la libertad con la justicia, con el fin de aproxi- maria a la concepcién arabe. De acuerdo con Albert Hourani, el interés por el concepto de libertad que demostraron ciertos drabes cristianos ’, (especialmente quienes estuvieron expuestos a la influencia protes- \ tante), asi como Ahmad Lufti al-Sayid (que adopto una concepcién libe- ' ral decimonénica del concepto), constituy6 una excepcién (Hourani, 1970: 90, 101, 173-174, 248). 46

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